La observación participante y no participante en perspectiva cualitativa

  • Carles Riba Campos

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Índice

Introducción

Después de habernos familiarizado con los rasgos básicos de la metodología cualitativa, abordaremos en este segundo módulo las diferentes modalidades de la observación, una de las principales estrategias de investigación.
Antes de entrar en la temática de un modo más detallado, nos referiremos a posibles clasificaciones y asuntos prácticos respecto a la investigación observacional.
Los rasgos esenciales de la observación participante y no participante formarán el núcleo central de este módulo, incluyendo tanto sus usos como su interpretación.
En los últimos dos capítulos nos referiremos a puntos clave para el éxito de una observación, los diferentes tipos de registro y las características de un buen informante.

Objetivos

Los objetivos que deberéis haber alcanzado una vez trabajados los contenidos de este módulo son:
  1. Elegir el tipo de observación adecuado según el objeto y los objetivos de estudio.

  2. Conocer los diferentes tipos de observación y poder clasificarlos.

  3. Conocer y poder modular las relaciones entre observador, observado, informante y consultado según los requisitos de cada investigación.

  4. Aplicar los diferentes tipos de registro según las necesidades metodológicas.

  5. Conocer las características de un buen informante y poder clasificarlos según su valor metodológico dentro del diseño metodológico.

1.Clasificación y asuntos prácticos

La observación es un método de análisis de la realidad que contempla fenómenos, acciones, procesos, situaciones y toda la dinámica que la acción o interacción social generen en su marco natural.
La observación incluye el tacto, el olfato, el oído, la observación directa, la grabación acústica, la fotografía o la grabación fílmica. La observación puede incluir también conversaciones, consultas, lectura de documentos, etc.
Se suele utilizar cuando el objetivo del análisis es:
  • describir/comprender/interpretar,

  • generar hipótesis,

  • transformar y evaluar una realidad.

Como siempre en la investigación cualitativa, el proceso observacional debe seguir el siguiente marco:
  • Orientarla, enfocarla a un objetivo concreto de investigación formulado por adelantado.

  • Planificarla sistemáticamente en fases, aspectos, lugares y personas.

  • Controlarla y relacionarla con proposiciones y teorías sociales, planteamientos científicos y explicaciones profundas.

  • Someterla a controles de veracidad, objetividad, fiabilidad y de precisión.

Por lo tanto, la observación científica se distingue de las observaciones espontáneas y cotidianas.
Por ello hay que seguir los siguientes pasos:
1) Definir el problema: ¿Qué quiero observar?, ¿para qué?
2) Definir la modalidad de la observación: ¿Cómo quiero/puedo observar?
3) Definir el escenario: ¿Dónde/a quién quiero observar?
4) Definir el enfoque: ¿Qué quiero observar?
5) Definir el tiempo: ¿Cuándo quiero observar?
6) Definir las técnicas de registro: ¿Cómo quiero registrar?, ¿qué técnicas quiero utilizar para registrar?
7) Definir el análisis: ¿Cómo quiero analizar/interpretar?

1.1.Tipos de observación

Más allá de la tipología vista en el primer módulo de esta asignatura, la observación científica se puede diferenciar según tres ejes:
1) La implicación de la persona que observa
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El observador puede participar en las realidades sociales que quiere observar u observarlas desde fuera.
2) La explicitación de la observación
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El observador se puede presentar como investigador u optar por pasar “desapercibido” por un personaje más del contexto que quiere observar.
3) La sistematización de la observación
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El observador puede sistemáticamente preestablecer variables y aspectos concretos que quiere observar u optar por descubrir las realidades sociales de interés.
Estos ejes presentados ayudan a elegir el tipo de observación adecuado para el objeto y los objetivos de estudio previamente definidos. Los criterios para seleccionar el tipo de observación son: la simplicidad, la accesibilidad, la recurrencia y la posibilidad de participación.
Aparte de definir el objeto, el objetivo de la investigación y el tipo de observación, también es necesario definir el papel del investigador o investigadora en el grupo observado:
  • Como el grupo observado se crea una imagen de él, el observador debe adoptar alguna posición en la estructura de relaciones.

  • Lo que ve y lo que los otros explican depende de la posición social que ocupa. Por ello, es importante que se autodefina a sí mismo y autodelimite cómo piensa actuar en esta situación. Es recomendable que asuma una posición social concreta. Esta posición debe ser plausible y legítima, creíble y aceptable. Esta posición condiciona toda su conducta.

A continuación, os presentamos algunos consejos prácticos y muy concretos, así como posibles peligros:
Consejos: El observador debería adaptar una identidad vaga y permanecer al margen.
Por ejemplo:
1) Alejarse de las partes en litigio sin conceder su entrega incondicional a ninguna de ellas.
2) No adaptar ni posturas de identificación incondicional, ni posturas de ingenuidad.
3) La marginalidad sirve para poder acceder a todos los ámbitos e intereses del grupo sin identificarse completamente con ninguno de ellos. Permite flexibilidad para cambiar estrategias y posiciones.
Peligros: Puede suceder que el observador se sobreidentifique con el fenómeno observado, lo que resulta negativo para la objetividad y la validez de la observación.
Esto puede llevar a la situación de que:
1) Se marginan o no se tocan determinados temas tenidos por desagradables, peligrosos, vergonzosos.
2) Hay cada vez menos espíritu crítico en la veracidad de las informaciones recibidas.
El observador ejerce un rol predefinido y limitado durante la inmersión en el campo. No actúa de manera “natural”, sino que su actitud y su comportamiento se orientan a los requisitos del estudio.

2.La observación participante en perspectiva cualitativa

2.1.Los rasgos esenciales de la observación participante

Entraremos en la temática de este capítulo a partir de la tipología de los métodos cualitativos establecida en el primer módulo, "Generalidades sobre los métodos cualitativos: rasgos básicos, variantes, campos de aplicación e historia". Recordemos que fijábamos dos criterios básicos para segregar unos métodos de otros en el eje de la genuinidad o autenticidad cualitativa:
  • Por un lado, atendíamos a las estrategias de recogida de información y técnicas de registro empleadas, que podían ser la observación participante, la no participante directa y la no participante indirecta o documental.

  • Por otro lado, la investigación con vocación cualitativa podía trabajar sobre material verbal o no verbal.

En la observación participante, el observador científico obtiene información (habitualmente verbal) del sujeto observado a partir de una interacción con él.
Así, a continuación exploraremos el mundo de la observación participante: el núcleo y las variantes y recursos como estrategia de obtención de información sobre el comportamiento humano. No partiremos de cero, dado que nos referimos a este tema en la asignatura Metodología de las ciencias sociales - Etapas, métodos, técnicas y análisis y volvimos a tratarlo en el módulo "Generalidades sobre los métodos cualitativos: rasgos básicos, variantes, campos de aplicación e historia". Entonces oponíamos la observación participante a la no participante para enmarcar esta oposición en la también ya mencionada tabla anterior. Ahora desarrollaremos con más detalle y profundidad la primera de estas formas de observación a partir de los rasgos que entonces ya habíamos anunciado.
2.1.1.La relación social observador-sujeto y la participación del observador
Si existe una interacción entre dos personas, esta se realiza a la fuerza según una relación social, formal o informal, con los roles respectivos. Esta relación es el punto de partida de la observación. El observador debe establecerla de diferentes maneras, presentándose al sujeto, comunicándole qué quiere saber, por qué, el procedimiento de recogida de información, etc.
Cuando el foco de la atención del observador está en un grupo y no en un solo individuo, entonces la relación de este observador con el grupo puede implicar su participación o implicación en él en grado variable, hasta llegar a ser un miembro de este. En el contexto de la investigación etnográfica, esta participación ha dado nombre al tipo de observación que estamos comentando.
De todo esto se sigue que el sujeto o grupo es consciente de ser observado, estudiado e identifica al observador como tal (independientemente del hecho de que lo pueda percibir o no en una situación determinada). Los observados conocen el hecho presente de la observación en curso.
En la observación participante la información recogida suele ser verbal o asimilable a la verbal, grabada, transcrita o escrita. En todo caso, es información con significado social y personal. El observador mira y escucha, pregunta, pide respuestas y aclaraciones, estimula, indaga. El sujeto responderá según su relación con el observador. En un extremo, este puede ser una persona completamente extraña; en el otro, un amigo o persona de confianza.
En un plan más abstracto, el esquema de la observación participante representaría al observador y al observado como los dos polos de la interacción y, entre ellos, un flujo comunicativo en las dos direcciones. En la ilustración de la figura siguiente lo tenéis dibujado.
El bucle comunicativo en la observación participante
El bucle comunicativo en la observación participante
Así, en esta modalidad de recogida de datos los significados circulan en los dos sentidos, del observador al observado y del observado al observador.
Esta comunicación está pautada: el observador sabe qué debe hacer (conoce su rol) y el sujeto observado también; de lo contrario, se trataría de observación no participante. En particular el sujeto sabe que es un informante, una persona que se constituye en fuente de información sobre el tema de estudio para el científico. Obviamente, el tema de estudio puede ser el propio sujeto o informante. En todo caso ya veremos que el papel de informante se puede cumplir de varias maneras.
Sacar la información de una conversación o de una interacción con un sujeto puede parecer un recurso muy obvio y de sentido común. No obstante, constituye una transgresión de ciertos principios positivistas ligados a la objetividad. En las ciencias naturales la objetividad se fundamenta en la distancia epistemológica que el observador es capaz de poner entre él y el objeto de estudio, una estrella, un átomo, un mineral, una bacteria.
Esta operación se ve facilitada por la imposibilidad de tener una interacción comunicativa con estas entidades, interacción que sí que es posible cuando se investiga a seres humanos. Es evidente que un criminólogo o un antropólogo difícilmente pueden fijar mucha distancia entre él y el sujeto al que estudia.
Bucle de información entre observador y objeto
El físico que excita una partícula subatómica para conseguir trazos de su trayectoria y, con ellos, su velocidad, masa, etc.; el biólogo que tiñe un tejido para destacar las células individuales; el geólogo que trata un mineral con un reactivo para comprobar cómo reacciona.
Todos estos científicos están indudablemente enviando información a sus objetos de estudio, los cuales se la devuelven transformada de alguna manera según un bucle parecido al de la figura anterior.
Pero esta información devuelta por estos objetos no incluye ninguna interpretación de sí mismos o del mundo que pueda competir con las del científico, no se manifiesta de manera verbal o proposicional.
Comparad las situaciones sugeridas con la siguiente:
Un criminólogo lleva a cabo una investigación sobre el bienestar de los presos encargada por la dirección de la propia prisión. Entre otras cosas el criminólogo pide a los presos que sitúen en una escala de 1 a 5 la comodidad de su cama. Algunos opinan que 1 (ninguna comodidad) pero dicen 3 (comodidad media) por miedo a que se sepa su respuesta y que esto tenga consecuencias funestas sobre su posibilidad de recibir permisos.
Es evidente que, en las ciencias naturales, un bucle de información entre observador y objeto no esconde inconsistencias como esta. De todos modos, los físicos modernos son conscientes de que la distancia que parece requerir la objetividad nunca es tan grande como se quiere, y que los objetos de estudio, por autónomos y distantes que parezcan, no dejan de ser una construcción del observador humano. A menudo, esta conciencia tiene como resultado, quizá sorprendente, que la filosofía de la física cuántica y de la física de la relatividad estén mucho más cerca de la de las ciencias sociales (al menos en la versión más crítica) de lo que lo estaba la de la física clásica.
La recogida de material verbal en el seno de una interacción permite acceder, en cierta medida, al "interior" del sujeto estudiado; permite entrar un poco en su subjetividad: sus opiniones, puntos de vista, sentimientos, emociones. Es evidente que este acceso tiene sus limitaciones, que son las de la comunicación a través del lenguaje. En todo caso, el lenguaje del sujeto o sujetos que estudiamos es la única "sonda" que tenemos para interpretarlo desde dentro de su propio mundo.
Dado que el observador ha de establecer una relación más o menos profunda con este mismo sujeto, es posible que la propia subjetividad se vea implicada en la interpretación. Ciertamente, el observador se debe implicar si realmente quiere intentar colocarse en el punto de vista del sujeto, y ganar así aquella posición émica que permite la observación participante.
De hecho, puede controlar o tratar de controlar más o menos estas posibilidades de implicación, acercándose más a esta posición émica, o alejándose hacia una ética. En correspondencia, podrá adoptar una actitud accesible, cálida, abierta, o bien una fría, neutra, cerrada. En este último caso, seguramente se basará en el uso de consignas siguiendo un protocolo más rígido, parecido al de un procedimiento experimental.

2.2.Usos y grados de la observación participante

Hasta ahora hemos hecho una caracterización global de la observación participante, insinuando solamente las diferentes variantes. Estas derivan de la manera de tratar la relación observador-observado (con mayor o menor implicación del observador), del acercamiento o alejamiento de la opción de control experimental y de la concepción del sesgo de reactividad. Ahora nos detendremos en las principales variantes, con algo más de detalle.
La observación participante se puede desarrollar por diferentes vías, según el uso que se haga de la situación de registro y el grado de implicación del observador en el sujeto o grupo.
2.2.1.Usos de la observación participante
Entendida como una estrategia de recogida de datos, la observación participante es una vía obligada cuando se quieren conseguir declaraciones verbales de un sujeto sobre sí mismo, sobre otros sujetos o sobre el mundo, cuando se quiere interpretar el material así obtenido en profundidad, desde un ángulo de visión próximo al de este sujeto.
En muchos contextos –clínico, escolar, laboral– no existe otro recurso más que este tipo de observación. Por lo tanto, a menudo su utilización es inevitable. Ahora bien, el hecho de que se utilice como opción global deja margen a diferentes implementaciones en la práctica.
La observación participante se puede utilizar de dos maneras diferentes:
  • Se puede utilizar de manera negativa, "porque no hay otro remedio", pero con una cautela metodológica fruto de las supuestas deficiencias importantes que sufre esta clase de observación. Esta sería su utilización en una perspectiva cuantitativa.

  • Se puede utilizar de manera positiva, aprovechando la relación social implícita y las peculiaridades de la situación de registro para situarse en una perspectiva de registro diferente, la cual, a pesar de presentar dificultades, permite obtener una información densa, profunda y émicamente válida. Esta sería su utilización en una perspectiva cualitativa.

En definitiva, las ventajas y desventajas de la observación participante dependerán de la posición previa del observador que la utiliza: lo que para un investigador cualitativo puede ser una virtud, para otro cuantitativo puede ser un defecto. Y al revés.
Esto no nos debe desconcertar. En todo caso, cada línea metodológica –cualitativa y cuantitativa– tiene su enfoque y su utilidad para ciertos materiales y ciertos objetivos de la investigación. En el cuadro siguiente hemos resumido estos enfoques dentro de la práctica de la observación participante.
Valoraciones de la observación participante según el enfoque metodológico adoptado

Punto de vista cualitativo o émico

Punto de vista cualitativo o ético

Permite acceder a la subjetividad de un ser humano estableciendo con él una relación social y recogiendo información verbal de primera mano

Para obtener información verbal directa es inevitable establecer una relación con el sujeto, pero esta relación genera sesgos y se ha de controlar.

La falta de control y espontaneidad de la relación con el sujeto permite potenciar al máximo la autenticidad de la información obtenida, su validez en el marco de esta relación en concreto. Así, la observación participante se decanta hacia el método observacional.

Un protocolo claro y unas consignas permiten ejercer control sobre el desarrollo de la interacción, a fin de que la información recogida sea objetiva, válida con independencia del observador que lo haya obtenido. La observación participante se debe decantar hacia el método experimental.

El concepto de reactividad, entendido como sesgo, no es pertinente. Si el sujeto nos engaña, el engaño forma parte de la información sui generis producida en una interacción concreta.

La reactividad es un sesgo que evitar y el engaño es una de sus manifestaciones.

La familiarización progresiva del sujeto con el observador sirve para aumentar la implicación mutua, lo cual facilita el intercambio de puntos de vista y la empatía.

La familiarización progresiva del sujeto con el observador sirve para ahorrar errores y sesgos, puesto que supone la adaptación del sujeto a una situación de registro artificial.

2.2.2.Grados de la observación participante
Por otro lado, la observación participante ofrece diferentes modalidades que corresponden con diferentes grados de implicación o acercamiento del observador respecto al sujeto.
Huelga decir que los grados de implicación más grandes e intensos serán compatibles con una perspectiva émica de la investigación, en la que puede haber una considerable empatía o compenetración entre el científico y el sujeto; en cambio, los grados de implicación menor supondrán una actitud más bien ética por parte del observador y un intercambio comunicativo más pobre.
Y, como podéis adivinar, los primeros tenderán menos a los protocolos y consignas rígidas –de estilo experimental– que los segundos.
Distinguiremos cuatro modalidades de observación participante, que son producto de cuatro niveles o grados de implicación del observador en el sujeto o grupo estudiados. Definiremos de manera práctica y funcional la noción de implicación. Para nosotros será igual a la medida o extensión en la que el código del sujeto y el del observador se superponen o intersecan.
Estas cuatro modalidades corresponden a grados crecientes o decrecientes de la implicación mencionada y son:
1) la observación actuante,
2) la observación implicada,
3) la participación-observación y
4) la autoobservación.
En la figura siguiente hemos simbolizado estas cuatro modalidades mediante intersecciones de círculos que representan la medida variable en la que observador y sujeto comparten sus "códigos".
Las cuatro modalidades de observación participante según el tamaño de la intersección entre los códigos del observador y el observado
Las cuatro modalidades de observación participante según el tamaño de la intersección entre los códigos del observador y el observado
A continuación expondremos los rasgos fundamentales de cada una de estas modalidades.
1) La observación actuante (1)
En esta clase de observación, se cumplen las condiciones mínimas siguientes:
El observador establece una relación formal con el sujeto.
Por lo tanto, el sujeto sabe que es estudiado y generalmente conoce al observador, lo percibe.
Ahora bien:
Esta relación es impersonal y distante. El observador hace básicamente de espectador –espectador conocido, eso sí–, sin interactuar con el sujeto fuera de las consignas e instrucciones previas a la sesión de observación.
Si hay algo más de interacción, esta es puntual, circunstancial o anecdótica. Si el observador está ante un grupo, no se involucrará en él.
Por lo tanto:
  • El observador se puede considerar externo y pasivo. El sujeto también es, a la fuerza, pasivo; no se dirige activa o espontáneamente al observador, dado que esta posibilidad queda fuera del protocolo.

  • El balance entre objetividad y subjetividad se inclina a favor de la primera.

  • A pesar de ello, observamos que esta modalidad está muy próxima a la observación no participante por la distancia que se establece entre observador y observado.

  • No obstante, posee rasgos experimentales que se ponen de relieve en la voluntad de controlar el protocolo de registro y la interacción con el sujeto.

  • Si a pesar de todo ello consideramos esta modalidad como participante, es porque sujeto y observador se reconocen mutuamente en los roles respectivos y existe la base para una interacción más plena, aunque, en la práctica, esta sea puramente virtual.

  • En consecuencia, deberemos considerar la observación actuante más ética que émica.

  • Sin embargo, dado que las fronteras entre estas modalidades no son nítidas, debemos decir que también hay grados dentro de la observación actuante: desde los casos en los que el observador es un simple testigo, percibido pero mudo, de la actividad del sujeto o del grupo, hasta aquellos en los que su grado de intervención es mayor, como en el ejemplo que podéis consultar a continuación.

Observación actuante y observación participante
A menudo, en la literatura, este tipo de observación se considera no participante, dado que el observador no participa realmente en aquello que estudia. Algunos autores distinguen observación no participante visible o indiscreta (obstrusive), en la que el observador es conspicuo; de la invisible o discreta (non obstrusive), en la que el observador no es percibido. Para nosotros, la segunda correspondería a la observación no participante a palo seco, mientras que la primera coincidiría con la observación actuante de la que estamos hablando ahora.
En este texto, como ya habréis comprobado, hemos dado un sentido más amplio y –a nuestro parecer– más sistemático a la observación participante. Desde nuestro punto de vista, la cuestión decisiva no es si este observador participa o no, sino si establece una relación con el sujeto o no, relación que, en todo caso, es la condición sine qua non de la participación.
Es más importante, como criterio clasificatorio, la existencia o no de una relación con el sujeto o grupo que la de una participación más grande o más pequeña en la vida de estos. La diferencia clave está en si el observador se siente vinculado o no con la persona que observa (aunque sea pasivamente, como espectador) y si el sujeto se sabe o no observado, contemplado por una persona con la que mantiene un vínculo social, más formal o más personal.
Ejemplo
Imaginad una dinámica de grupo en la que el moderador-observador actúa de la manera siguiente: llega a la sala en la que tiene lugar la sesión, da un par de consignas ("sentaos, por favor", "empezamos"...) y una vez planteado el tema del día, da la palabra a uno de los sujetos. A partir de este momento ya no interviene más, si no es para dar la palabra a alguien, o para corregir o interrumpir puntualmente. Desde su butaca, situada un poco apartada del grupo o desde una tarima (como un profesor en el aula), este moderador dirigirá la sesión sin mantener relaciones más profundas con ninguno de los individuos que participan. Además, tampoco tendrá vínculos íntimos con ellos fuera de la sesión. En ningún momento abandonará el rol directivo, jerárquicamente superior, para confundirse con el grupo.
Este sería el caso de muchas sesiones clínicas (terapéuticas) durante las cuales se recogen datos. Y hay que reconocer que difícilmente podrían ser de otro modo. Como podréis comprobar, las entrevistas cerradas, muy estructuradas y directivas encajarían igualmente en esta modalidad de observación participante. El entrevistador pregunta desde un lado de la mesa y el sujeto responde desde el otro o rellena un cuestionario.
Ni uno ni otro se apartan de las instrucciones que da el protocolo o se apartan poco, accidental o estratégicamente (quizá para dar confianza al sujeto), cada uno fijado en su rol.
2) La observación implicada (2)
En esta clase de observación:
  • El observador establece una relación de intensidad variable con el sujeto, más informal y profunda que en la observación actuante. Interactúa con él de manera frecuente, a veces continua en un determinado contexto. Si está ante un grupo, actuará como un miembro más.

  • El sujeto, o sujetos, no solo conoce al observador, sino que se puede dirigir a él con libertad variable, según los casos.

Por lo tanto:
  • Es una observación plenamente participante. La interacción permite el intercambio comunicativo sin trabas o con pocas.

  • El observador es activo.

  • La distancia entre observador y sujeto o grupo observado es bastante menor que en la observación actuante. La relación puede llegar a ser personal.

  • Ahora el problema del observador no será el de ganar suficiente distancia respecto al sujeto para ser objetivo, sino el de no acercarse tanto al sujeto, identificándose, de manera que pierda toda objetividad, toda perspectiva sobre los hechos que estudia.

  • La observación implicada se aparta tanto de la observación pura como del experimento; el observador se sitúa en la posición típica del antropólogo de campo o del educador.

  • Estamos, pues, ante una modalidad de observación participante en la que el componente émico es mucho más grande que el ético.

Métodos etnográficos
Esta clase de observación es la que se ha empleado tradicionalmente en la etnología y constituye el corazón de los métodos etnográficos. El antropólogo debe mantener vínculos consistentes con los indígenas, aprender su lengua, costumbres y valores, hablar mucho con ellos en un clima de mínima confianza y respeto. En caso contrario, difícilmente podrá hacer interpretaciones correctas del mundo por el que se interesa.
En general, una entrevista abierta, poco estructurada y poco dirigida, desarrollada con pocos formalismos pero con intensidad y profundidad, es un instrumento básico para llevar a cabo una observación participante implicada.
3) La participación-observación
En esta clase de observación:
  • El observador no es un científico profesional o semiprofesional, formado en el seno de un grupo de investigación o en un programa universitario.

  • El observador es miembro de alguno de los grupos sociales de pertenencia del sujeto (familia, colectivo laboral, amigos, etc.). Hay, pues, un vínculo preexistente entre observador y observado. Respecto al sujeto, el observador puede ser el padre, la madre, el cónyuge, el maestro, el compañero de trabajo, el amigo o la amiga, etc.

Por lo tanto, este observador es un profano en temas de investigación y necesitará algún entrenamiento, instrucciones y guía para cumplir bien su tarea. Deberá estar bajo la supervisión del científico que ha organizado la investigación y la dirige, seguir el protocolo creado por él (aun así, es probable que este mismo protocolo haya sido negociado hasta cierto punto para adaptarlo al observador y a la situación interpersonal de registro).
Por lo tanto:
  • Es una observación plenamente participante. Los rasgos de esta modalidad son los de la observación implicada.

  • Está garantizado que el intercambio comunicativo será muy libre y fluido; la relación, personal; la distancia respecto al sujeto, mínima; el clima, de confianza.

  • El sujeto será máximamente accesible en el espacio y el tiempo; la libertad de movimientos del observador respecto a este sujeto representará una ventaja.

  • Como en el caso de la observación implicada, la dificultad principal será evitar interpretaciones excesivamente centradas en el punto de vista del sujeto, debido a la identificación del observador con este, de su proximidad social o afectiva, de la falta de perspectiva en definitiva.

  • En este caso, sin embargo, el observador virtual, el investigador que, a distancia, dirige la acción del observador real en el sujeto, examina los materiales que este último le suministra, mientras lo guía, orienta e instruye para que los materiales recogidos ofrezcan un mínimo de calidad científica.

  • Se trata de una observación émica en cuanto a la posición del observador real; en cambio, lo debemos juzgar éticamente si la contemplamos desde el punto de vista del observador virtual.

  • Esta modalidad se dedica, casi exclusivamente, a la observación de individuos, descartando la de grupos por razones prácticas (imaginad a un encargado de sección que tuviera que observar a todos los empleados a su cargo o a una madre de familia que tuviera que estar atenta de todos sus hijos).

Proximidad del observador
Debemos entender que un aspecto importante de la táctica de esta observación es excluir todas las situaciones y a todos los observadores que limiten las posibilidades. Así, no tendría sentido que un trabajador sometido a acoso laboral fuera observado por el propio jefe responsable de esta situación.
Además de esto, debería estar igualmente claro que la proximidad entre el observador y el sujeto depende del tipo de relación que se utilice para diseñar el registro: así, los datos que obtenga una madre sobre su hija pequeña serán de más valor, en el contexto de una participación-observación, que los que esta misma mujer obtenga de una compañera de trabajo.
4) La autoobservación
En esta clase de observación:
  • No hay observador propiamente dicho, en cuanto que agente separado, externo y situado frente al sujeto.

  • Los roles de observador y observado coinciden en la misma persona; el observador es el observado, y viceversa. Estamos hablando, pues, de un individuo que se observa a sí mismo, se autoobserva y genera, una vez realizados los registros, un autoinforme.

De manera similar a la participación-observación, este individuo no es un científico, un profesional de la investigación, sino un profano, por lo que necesitará formación, entrenamiento y supervisión del científico que ha diseñado la recogida de información.
Por lo tanto:
  • Esta modalidad es el límite de la observación participante: la participación o identificación del observador con lo observado es total.

  • La distancia respecto al sujeto será cero.

  • La inclinación hacia el punto de vista del observado será, en consecuencia, inevitable y quedará reflejada en el autoinforme. A menudo surgirá el peligro de que este autoinforme, más que reflejar el comportamiento real, proyecte la estructura interna de la persona que lo ha configurado.

  • Ahora bien, como en el caso anterior, esta inclinación podrá ser corregida por el entrenamiento y por la supervisión del científico u observador virtual que dirige el proceso de registro.

  • En línea con los puntos anteriores, diremos que los protocolos empleados en la autoobservación suelen contemplar el registro de acciones fácilmente observables y objetivables, con objeto de contrapesar las interpretaciones muy subjetivas y centradas en el propio punto de vista. Sobre esta base, es erróneo atribuir a la autoobservación una intención inexorablemente introspectiva.

  • Por la misma razón, se prefieren los autoinformes concurrentes a los retrospectivos. Los primeros son generados por la observación de conductas presentes que el sujeto manifiesta en el mismo intervalo temporal que las registra (el mismo día, semana); los segundos obligan al autoobservador a recordar comportamientos más remotos en el tiempo, por lo que el riesgo de equivocarse o falsear la información es superior.

  • También, como en el caso de la participación-observación, esta es una modalidad de observación rotundamente émica en cuanto a la posición del autoobservador; en cambio, la debemos estimar ética si la contemplamos desde el punto de vista del observador virtual.

  • Por razones fáciles de comprender, esta modalidad tampoco se dedica a los grupos, sino solo a los individuos.

  • Una peculiaridad de la autoobservación es que genera una clase especial de reactividad: la autorreactividad. En contextos clínicos se considera que la autorreactividad puede tener valor terapéutico.

Autoinformes
En los puntos anteriores hemos sugerido varios recursos sobre cómo se puede recuperar la objetividad en una modalidad de registro tan constitucionalmente subjetiva como la autoobservación. Aun así, estos recursos implican una toma de posición del observador en el continuo ético-émico u objetivo-subjetivo. Nos podemos encontrar casos en los que el científico renuncie a toda objetividad, interesado como está en la afluencia de información libre de restricciones, espontánea, por parte del sujeto, si bien esta información es subjetiva, no verificable empíricamente. En el diagnóstico clínico o terapéutico esta posibilidad es plausible. En el otro extremo, podemos encontrar autoinformes que han sido controlados y dirigidos hasta el último detalle, buscando la máxima objetividad. Esto sería conveniente y aceptable en intervenciones terapéuticas, clínicas, educativas, sociales. Así, por ejemplo, en ciertas terapias contra síndrome de estrés postraumático canalizadas mediante autoinformes, la víctima tratada deberá consignar diariamente sus actividades, etc. Estos contenidos son inmediatamente objetivables y serán registrados mediante categorías de clasificación elaboradas por el terapeuta.
La observación participante, entendida cualitativamente, permite las modalidades actuante, implicada, la participación-observación y la autoobservación según la creciente implicación del observador.

2.3.La interpretación en el contexto de la interacción y el diálogo

El observador participante interpreta el comportamiento de personas, grupos o sociedades mediante los diferentes tipos de información que le llegan en el curso de la interacción con los individuos.
El observador que recoge datos a través de los puentes interactivos que extiende hacia las personas debe estar atento a tres fuentes de información:
1) lo que dice el sujeto,
2) lo que comunica o hace el sujeto al margen de sus palabras (con expresiones, gestos, acciones, etc.) y
3) el contexto o la situación en la que se encuentran él mismo y el sujeto.
La fuente 1 puede dar lugar a grabaciones acústicas (en la época actual) y a las transcripciones escritas posteriores, o bien a documentos cuando, más que basarse en aquello que dice el sujeto, el observador aprovecha lo que escribe –él o la sociedad a la que pertenece–. Los materiales generados por las fuentes 2 y 3 se deben recoger mediante anotaciones en forma de diario o cuaderno de campo o, alguna vez, en forma de plantillas de registro estructuradas. Sea como fuere, daos cuenta de que en los tres casos la información en perspectiva cualitativa produce un texto: transcripciones o documentos por el lado del sujeto; y anotaciones de tipo narrativo o más estructuradas por el lado del observador. La base de la interpretación es, pues, el texto. Conviene recordar esta circunstancia, nada trivial, en orden a la exposición del módulo 4, dado que en este nos concentraremos en las características de estos textos e introduciremos la manera de interpretarlos.
Estas tres fuentes pueden llevar a interpretaciones convergentes, o no; y por supuesto las tres son compatibles con la observación participante tal como la hemos caracterizado en los apartados anteriores, en cuanto que las dos primeras implican una actitud mayoritariamente intencional del sujeto hacia este observador puesto en su rol (actitud que no es posible en la observación no participante porque el sujeto ni siquiera conoce la existencia de un observador), mientras que la tercera exige que observador y observado compartan la misma situación social en el momento de interactuar.
Naturalmente, esta actitud intencional focalizada hacia el observador, el tipo de contexto, así como también la cantidad y calidad de información que todo ello genere, dependerán en gran medida de la clase de observación participante que se practique, más o menos implicada, en vínculos más o menos consistentes. Particularmente, la información contextual será más pobre en la observación actuante que en la implicada o en la participación-observación, dado que en la primera de estas modalidades es el observador quien fija las coordenadas de la situación (por ejemplo, en una dinámica grupal o en una entrevista laboral), mientras que en las segundas la delimitación de la situación es establecida, voluntaria o involuntariamente, por la persona o grupo estudiados (como se pondría de manifiesto al tratar a una banda juvenil en su local o a un preso en la sala de visitas). Cuando el contexto es definido por el observador para estandarizar las condiciones de la interacción, se gana capacidad de replicación pero se pierde el detalle del trasfondo en el que tiene lugar la relación.
En realidad, en nuestra vida cotidiana, cuando conversamos con alguien no solo respondemos, preguntamos o actuamos guiados por lo que este dice, sino también por la entonación o la prosodia, por la expresión de su cara, por el gesto, por la postura, por la gente que hay alrededor, por las circunstancias en las que progresa la conversación (podemos estar en su casa o en la nuestra, en el trabajo, en la calle o en un acto público), etc. La diferencia entre un conversador corriente y uno científico es que, para este, todos estos canales son –o deberían ser– captados consciente y ordenadamente y que cada uno ayuda, de alguna manera, a la interpretación de los otros de manera coordinada y sistemática.
Además del tipo de observación practicada, otro factor que influye en la cantidad y calidad de la información que llega al observador participante es el tiempo que ha estado en contacto con su objeto de estudio y, en consecuencia, el grado de habituación y penetración en el mundo de la persona o en el sistema social estudiado: obviamente, no obtendrá la misma información al inicio del proceso de investigación, cuando, como investigador cualitativo, apenas ha empezado a formar vínculos con los sujetos y a captar las reglas y claves que gobiernan el acceso a esta información, cuando ya está plenamente establecido en este mundo o en este sistema y domina razonablemente los códigos personales o sociales que regulan el comportamiento de personas y grupos. A medida que el investigador se adapta a la persona o grupo que quiere analizar e interpretar, y a medida que estos se acomoden a él, la fluidez de la interacción aumentará y, por lo tanto, el volumen e interés de la información recibida también se incrementará.
Finalmente, la interpretación de los materiales proporcionados por la observación participante debe tener en cuenta que la información disponible se distribuye en diferentes planos de la realidad interpersonal y social, desde la que el interlocutor aporta sobre sí mismo y sus relaciones más cercanas hasta la que aporta sobre los otros y sobre las relaciones de los otros. El observador participante no puede dar el mismo valor a las revelaciones que un sujeto hace sobre él, su familia y sus amigos que a las que hace sobre los amigos de sus amigos o los conocimientos de los miembros más alejados de su familia, a pesar de que –evidentemente– esta información también deberá interesar y ser interpretada. La consecuencia directa de esto, desde el punto de vista del cubrimiento de la información (o del muestreo, en una perspectiva cuantitativa), es que hay que interactuar con el máximo de sujetos en un marco interpersonal o grupal determinado, con objeto de poder generalizar, mediante tácticas de triangulación, todas las informaciones procedentes de cada uno de los nódulos de la red social considerada.
El observador participante interpreta textos que son fruto tanto de la aportación de los sujetos como de la propia narración de lo observado; y considera tanto lo que dicen las personas como lo que hacen, así como el contexto en el que lo dicen o hacen.

3.La observación no participante en perspectiva cualitativa

3.1.Los rasgos esenciales de la observación no participante

En la observación no participante con vocación cualitativa, el observador recoge información significativa del sujeto observado sin establecer interacción con él y, por lo tanto, sin que él se dé cuenta.
La caracterización que haremos de la observación no participante descansará sobre los mismos criterios aplicados en la participante, a partir de la definición inicial que hemos dado en el módulo 1. De este modo, podremos realizar una comparación provechosa entre estas dos tácticas de recogida de información.
3.1.1.La distancia observador-observado
En esta modalidad de observación el científico observa al sujeto o grupo sobre el cual se focaliza su atención sin que haya ningún intercambio de información con él. De hecho, esto significa que el observador recibe información del sujeto, al que ve u oye, pero no envía ningún tipo de retorno.
Por consiguiente, no existe ninguna posibilidad de interacción, de relación social. El sujeto o grupo no puede saber que es observado, estudiado. No está en condiciones de identificar al observador como tal. Tampoco se le ha comunicado previamente que hay una investigación en curso en la que figura como sujeto. En suma, hay una asimetría total de información: el científico sabe qué está pasando y el sujeto no.
El observador, pues, se mantiene "a distancia" del sujeto. Es un espectador que no participa en lo que contempla. Este ocupa la misma posición epistemológica que una hormiga en el visor del microscopio o un planeta en el del telescopio. De modo que la posición de un observador no participante o externo, en contraste con la del observador participante, no genera reactividad, dado que el sujeto es totalmente ignorante o inocente; no se sabe investigado u observado.
La ignorancia o inocencia del sujeto se puede conseguir por tres vías:
1) Aumentando la distancia física entre observador y observado. Esta separación debe impedir que el individuo estudiado capte la presencia del observador (si la captara estaríamos entrando, virtualmente, en una situación de observación participante). Entonces el registro debe recurrir a toda una tecnología de la magnificación o al acercamiento de la imagen perceptiva, similar a la del espionaje o el periodismo de aparatos: teleobjetivos, prismáticos, micrófonos direccionales de cañón, etc. En estos casos decimos que la observación es distante.
2) Escondiendo al observador. La ocultación del observador persigue igualmente su invisibilidad desde el punto de vista del sujeto. Ahora el registro aprovecha una tecnología emparentada con la anterior: espejos unidireccionales, cámaras ocultas y/o teledirigidas, mirillas; o recurre directamente al escondite más próximo. Entonces decimos que la observación está oculta. El observador que la practica es, funcionalmente, un voyeur.
3) Estudiando a sujetos naturalmente "inocentes". Es obvio que si tomamos datos sobre un bebé, un discapacitado profundo o un insecto, la capacidad de detección de un observador por parte de estos sujetos es nula. Precisamente, la dificultad en estos casos sería conseguir una situación de observación participante.
Huelga decir que, en cualquiera de estas condiciones, la observación es predominantemente ética. Solo podrá ser émica en la medida en que el observador conozca previamente al sujeto o el código lingüístico, gestual, instrumental, utilizado por el sujeto. Sin embargo, en principio, la mirada de este científico será externa al sistema, grupo o sujeto investigados, dado que no se puede relacionar con ellos.
  • La ventaja es que esta observación ética se instala plenamente en el paradigma de la objetividad, defendido y mantenido por el positivismo y las ciencias naturales: el observador no se ve perturbado por ningún sesgo debido a la influencia o contrainfluencia de un sujeto con el que interactúa y puede, supuestamente, dirigir su mirada limpia, libre de impedimentos, hacia lo que figura como focos del interés científico.

  • La desventaja es que, sin interacción, sin preguntar ni hablar al sujeto, difícilmente se puede profundizar en él, indagar en su subjetividad, por lo que la interpretación de su comportamiento deviene problemática.

Aun así, la interpretación es posible –y más en una opción cualitativa– pero debe apoyarse sobre otras bases. En general, depende del contexto, categorizado, clasificado. Dado que el sujeto no nos podrá entregar verbalmente las claves, los indicios necesarios para la interpretación de sus acciones, será necesario que pongamos atención a los contextos en los que estas se producen si las queremos descifrar, si les queremos dar una interpretación plausible.
En relación con el punto anterior, la información recogida por la observación no participante puede ser verbal o no verbal. Una observación no participante con vocación cualitativa, además de comportamientos verbales, podrá registrar y analizar comportamientos no verbales siempre que estos sean interpretables en términos de significado.
En la práctica, pues, el observador registrará lo que dice el sujeto o sus acciones no verbales de tipo expresivo o comunicativo, por medio de las cuales se transmite alguna significación personal, interpersonal, social o cultural (vocalizaciones emotivas, expresiones faciales, gestos, posturas, acciones simbólicas, etc.).
En síntesis, una representación esquemática de la observación no participante, en contraste con las ya vistas de la observación participante y la experimentación en este módulo, adoptaría la forma de la figura siguiente. El flujo de información va del observado al observador, pero no en dirección contraria. No existe comunicación, sino solo percepción de un sujeto por parte de un científico entrenado.
El flujo de información en la observación no participante
El flujo de información en la observación no participante
Podéis ver que la diferencia fundamental de la observación no participante respecto a la observación participante es que, en la primera, tal como se ve en la figura, el observador no pregunta y el sujeto no responde, no sabe que da datos ni que es una persona objeto de observación.
3.1.2.El observador no participante ante el flujo significativo del comportamiento
Como ya hemos dicho, el observador no participante que practique la investigación cualitativa se debe interesar por los niveles del comportamiento humano en los que queden patentes las significaciones sociales y culturales, en las que el sentido de la conducta se da en el lenguaje o es traducible a lenguaje.
Ejemplo
Si, por ejemplo, un observador cualitativo estudia el juego de un tenista, se podrá distanciar, no entrevistarlo, pero no podrá evitar atender a lo que dice o expresa vocalmente (exclamaciones, suspiros, jadeos) durante el partido, en los descansos o después de que este termine; su gesticulación cuando logra un golpe difícil o falla uno sencillo; las indicaciones al juez árbitro o al público. Deberá concentrarse en los aspectos molares del partido que dan contenido al ritual social y deportivo; no se ocupará –por ejemplo– de las velocidades de reacción, de la funcionalidad dinámica de los golpes o de la conveniencia biomecánica de las posturas a partir de filmaciones. Estos materiales, que podrán ser muy relevantes para una parte del trabajo de un entrenador, no son directamente interpretables en términos socioculturales, no forman parte de la codificación de la vida cotidiana, que es la que da la información pertinente en un enfoque cualitativo.
Podemos decir metafóricamente que el criminólogo cualitativo contempla el curso de la conducta como un criptógrafo sigue una secuencia de signos de un lenguaje más o menos conocido, o cuando un antropólogo o un lingüista atienden a una cadena de sonidos o de palabras, también de un cierto lenguaje, cuyo código conocen en menor o mayor medida.
El criminólogo cualitativo que hace de simple espectador solo modeliza la conducta como una serie o secuencia; una secuencia de comportamientos-signo o de acciones, en vez de una secuencia de sonidos significativos o de palabras.
La preparación de este material secuencial, previa a su clasificación, registro y medida, también mantiene parecidos innegables con la preparación del material lingüístico:
1) Preparación del material lingüístico. Imaginemos una frase como la siguiente, representada tal como se oye:

"Elprofesorsehalevantadodelamesayhasalidoalpasillo".

Los lingüistas aplican dos tipos de análisis a este material.
Por un lado, segmentan o dividen el continuo de sonidos, o de signos escritos, en la dimensión secuencial o temporal, mediante criterios sintácticos y considerando diferentes niveles de análisis o articulación del lenguaje. El conjunto de signos que se segmenta es, pues, el de los que están presentes en la cadena. La retahíla de signos anterior se podría dividir en fonemas o en monemas o palabras. Si la dividimos en palabras, que son a la vez unidades formales y de significado, la segmentación producirá obviamente (sin entrar en sutilezas conceptuales) esta oración:

"El profesor se ha levantado de la mesa y ha salido al pasillo".

En este caso, tratándose de castellano, la separación entre cada signo y el siguiente no ha planteado muchas dificultades. Si nos hubiéramos enfrentado a una lengua o un código desconocido, seguramente nos hubieran faltado criterios para saber cuándo acababa una unidad semántica o de significado y empezaba la siguiente. Es el problema de los criptógrafos que intentan descifrar lenguas antiguas.
Por otro lado, cada una de estas unidades que hemos denominado palabras forma parte de sistemas o categorías de clasificación abstractas que los lingüistas a veces denominan paradigmas. Las categorizaciones pueden ser de diferentes tipos y siempre implican la sustituibilidad de los elementos de la cadena presentes por parte de otros ausentes.
Ejemplo
Así, el término profesor es a la vez sujeto de la oración (pertenece al conjunto de sujetos posibles) y sustantivo (pertenece al conjunto de sustantivos posibles). Podría ser sustituido por profesora, conferenciante, hombre, etc. Ha salido es un predicado verbal, un verbo en pretérito perfecto de indicativo, un verbo de movimiento que podría ser cambiado por se ha marchado o ha corrido, pero también por sale, está saliendo, etc.
2) Preparación del material de comportamiento. El trabajo preparatorio de la actividad de medir o analizar una secuencia de acciones es comparable al que acabamos de describir. El observador del comportamiento humano también asiste a un flujo continuo y en principio indiferenciado de movimientos corporales y desplazamientos en el espacio (en vez de sonidos), un flujo que debe ser dividido en unidades significativas, categorizables o clasificables. Por lo tanto, ante el comportamiento humano libremente desplegado en situaciones naturales y cotidianas, el criminólogo debe llevar a cabo tareas parecidas a las que presentábamos antes.
Imaginemos una secuencia como la que describía la frase que hemos utilizado más arriba. La frase era muy sintética, pero el encadenamiento de actos que integraban la acción, ante los ojos del observador, seguramente se podría haber detallado mucho más. En un registro narrativo, que nos brinda la materia prima sobre la que debemos trabajar, la descripción podría tener, por ejemplo, esta apariencia:
Registro narrativo

"El profesor se interrumpe, mira la puerta del aula, retira la silla donde se sentaba, mira de nuevo hacia la puerta, se mantiene medio incorporado un momento y se levanta. Sin detenerse, levanta la mano ante la clase [parece indicar que esperen] y va hacia la puerta recorriendo primero la tarima y bajando después al suelo. Abre la puerta, mira en ambas direcciones sacando la cabeza y después desaparece por el pasillo".

El observador deberá pulir este material antes de analizarlo y, para hacerlo, se valdrá de operaciones de segmentación y categorización. Un resultado admisible de este pulido podría ser la secuencia siguiente:
Segmentación y categorización
Interrupción → mirada focalizada → acción instrumental → mirada focalizada → levantarse → desplazamiento → aviso (de interrupción) → desplazamiento → acción instrumental → mirada focalizada → desplazamiento
El observador ha construido una secuencia, segmentada en unidades significativas y medibles, mediante criterios que permiten discernir cuándo finaliza un acto y empieza otro.
Seguramente sería excesivo decir que los criterios empleados para esta segmentación son sintácticos, como en la segmentación de una oración. En todo caso, estos criterios tienen que ver con las habilidades perceptivas del observador, con la ordenación lógica de la conducta (antes de salir de una habitación, hay que abrir la puerta, nunca al revés), con los códigos culturales que el observador puede conocer o no (se avisa a la gente de que se espere antes de abandonarla un momento), con reglas teóricas que este mismo observador puede ignorar o no y –sobre todo– con reglas metodológicas.
En este caso concreto, las convenciones metodológicas consiguen, entre otros objetivos, transformar el registro narrativo precedente en una secuencia aparentemente perfecta. Con este fin, conductas que, de hecho, no se siguen unas a las otras se representan como si estuvieran en sucesión. Así, la tríada desplazamientoavisodesplazamiento encubre la circunstancia de que el profesor hace el gesto de aviso mientras está andando hacia la puerta, no después de una parada y antes de reiniciar la marcha.
La segmentación, pues, puede plantear más o menos dificultades según los casos. Además, cuando la observación sea émica y el observador conozca previamente el código de segmentación, las dificultades serán mínimas, de manera comparable al caso en el que hay que separar los elementos de una oración en una lengua conocida. En la circunstancia contraria, estas dificultades podrán ser más serias. Por otro lado, los segmentos aislados forman parte de sistemas de clasificación o categorización. En realidad, los propios segmentos ya constituyen categorizaciones de la conducta tal como estaba descrita en el registro narrativo. Las operaciones de segmentación y categorización son como las dos caras de una misma moneda.
Estas operaciones de clasificación implican naturalmente un cierto filtrado o selección del material en bruto servido por el registro narrativo, selección que depende del nivel de análisis adoptado. Así, en el ejemplo anterior, da igual que el profesor vaya por la tarima o andando por el suelo: en ambos casos categorizamos la actividad como desplazamiento. O, visto en otra perspectiva, implican, como toda clasificación, agrupaciones de los ítems o casos concretos: así, es indiferente que la mirada sea hacia la puerta o hacia los extremos del pasillo; siempre es una mirada focalizada.
Lecturas recomendadas

Si queréis ampliar el alcance del análisis de una secuencia de acciones hecho hasta aquí, podéis consultar:

D. D. Clarke (1982). The sequential analysis of action structure. En: M. von Cranach; R. Harré (ed.). The Analysis of Action (págs. 191-212). Cambridge (UK): Cambridge University Press.

D. D. Clarke; J. Crossland (1985). Action Systems. An Introduction to the Analysis of Complex Behaviour. Londres: Methuen.

P. Collett (1980). Segmenting the Behaviour Stream. En: M. Brenner (ed.). The Structure of Action (págs. 150-158). Oxford: Blackwell.

Observad también que las categorías utilizadas exigen, además de criterios de selección o agrupación, o de enumeración de los casos posibles (como en los ejemplos precedentes), una definición funcional. Esto es bastante evidente en la categoría acción instrumental, referida aquí al acto de retirar la silla (para poderse levantar) y al de abrir la puerta (para poder salir y mirar afuera). Es más económico definir la acción instrumental como "todo comportamiento utilizado como medio para lograr una finalidad observable a posteriori", que enumerar todos los casos que, en la situación de registro, se podrían considerar acciones instrumentales.
En la observación no participante cualitativa, el observador debe realizar operaciones de segmentación y categorización del material narrativo antes de medirlo o analizarlo.

3.2.La interpretación en la observación no participante cualitativa

La actividad interpretativa del observador participante tenía el punto de apoyo principal en las respuestas del sujeto. Es evidente que aquel observador podía interpretar directamente el comportamiento del sujeto, verbal o no verbal, sin preguntarle nada; pero la interpretación definitiva dependía del significado atribuido por el propio sujeto a los actos de habla o a sus acciones. El observador no podía prescindir de esta fuente de información.
En cambio, sabemos que en la observación no participante, el observador no dispone de este recurso, de modo que su interpretación del sentido de las frases o de las acciones del sujeto se basa únicamente en inferencias de este mismo observador a partir del material examinado, registrado.
A pesar de todo, como veremos pronto al hablar de los informantes, no hay ningún motivo por el que el observador no participante se deba prohibir, una vez finalizado el registro, preguntar al sujeto qué piensa de sus interpretaciones, hasta qué punto está de acuerdo. Aun así, si bien deja un margen de interpretación pospuesto hasta conocer la opinión del sujeto, no puede dejar de interpretar mientras registra o anota la conducta; no puede porque el observador no participante registra el comportamiento en forma categorial y debe poner título o "etiqueta" a cada segmento de actividad identificado, debe ir tomando decisiones sobre el significado de cada uno de estos segmentos.
A partir de registros con sistemas de categorías, el observador no participante despliega dos tipos de actividad interpretativa: la categorial y la contextual.
3.2.1.La interpretación categorial
Esta es una interpretación que sigue el camino propio de la inducción: del caso particular a la clase o categoría general; de la muestra o manifestación concreta (token) al tipo general al que esta pertenece (type).
La interpretación va asociada a las reglas de identificación de las categorías; de reconocimiento de cada acción o indicador concreto y adscripción de estos a una u otra de las categorías previstas. Cada acción posible en una sesión de registro, teniendo en cuenta una situación determinada, se debe poder clasificar dentro de una de las categorías del sistema utilizado y consignar como una ocurrencia de la categoría mencionada. Por lo tanto, es una interpretación on-line, hecha sobre la marcha, incorporada al mismo registro y repetida en cada ocurrencia digna de anotación.
La regla básica es, pues, de pertenencia: para cada ocurrencia de conducta prevista dentro del objeto de estudio debe haber una, y solo una, categoría de clasificación en la que se pueda incluir la ocurrencia mencionada.
Ejemplo
Se puede pensar en un sistema de categorías que clasifica las diferentes expresiones de agresividad. Decíamos que existen las categorías principales: A+ (agresión contra otras) y A- (agresión contra sí mismo). Más allá, se distingue la A+ entre A+/ (agresiones contra cosas) y A+ (agresiones contra personas).
El observador no participante detectará una de estas últimas dos acciones y las clasificará como A+/, es decir, como una agresión contra algo.
Esto, evidentemente, es una clasificación, pero también es una inferencia interpretativa que va de acciones concretas a clases de clasificación abstractas y que consiste en poner título o etiqueta a la acción: por ejemplo, el hecho de pintar el exterior de un tren es considerado por algunos como un acto de vandalismo (agresión contra una cosa), mientras que otros lo pueden considerar la creación de una obra de arte.
Así, podemos decir que una interpretación categorial sigue la dirección abajo → arriba y los cambios de nivel asociados a las transiciones
indicador → subcategoría → categoría → objeto de estudio
Estas transiciones marcan un recorrido interpretativo.
Ahora bien, estas reglas de interpretación pueden ser más o menos arriesgadas según sea la distancia de inferencia. En el ejemplo del mural el riesgo era despreciable: es poco discutible que una persona que ayuda a otra a pintar esté teniendo una contribución positiva al proyecto común. Pero imaginad otras inferencias como las siguientes:
movimiento continuo sobre el asiento → ansiedad; sonrisa y mirada concentrada en interlocutor → actitud empática
O, al revés, juzgad el problema que supondría encontrar indicadores concretos de la categoría competencia intragrupal.
Estamos hablando, pues, de la validez de los indicadores que dan cuerpo a cada categoría. En casos como los mencionados, es obvio que la elección de indicadores para las categorías correspondientes debería ir inevitablemente acompañada de operaciones de validación.
Cuando lo que se categoriza es la conducta verbal, el riesgo puede ser menor, especialmente si el propio sujeto da consciente o inconscientemente claves sobre el sentido correcto de lo que dice.
Indicador → categoría
La relación indicador → categoría puede estar legitimada por la teoría o por investigaciones anteriores. Así, sabemos que ciertos comportamientos de autocontacto o ciertas conductas estereotipadas forman parte de los síntomas o manifestaciones conductuales del autismo. O que la dilatación de la pupila no solo depende de la luz ambiental, sino del interés que despierta un hecho o un objeto.
Otras veces esta relación debe ser probada empíricamente. Entonces, el trabajo de validación es comparable al que exigen los ítems de un test en construcción. Técnicamente, una posibilidad de hacerlo sería utilizar estadística multivariante (factorial, componentes principales, clústeres, etc.) para averiguar cómo se agrupan entre sí, o en relación con varios ejes de referencia, las acciones concretas que el sujeto va ejecutando.
En suma, podemos trabajar con categorías más descriptivas o más interpretativas. El enfoque cualitativo se decanta por las segundas, que también son categorías de tipo molar o global.
3.2.2.La interpretación contextual
Esta es una interpretación que se realiza sobre la segmentación efectuada de una secuencia de comportamiento. Por lo tanto, depende de esta segmentación.
De la afirmación anterior se desprende que también es una interpretación aplicada a registros secuenciales de la conducta, verbal o no verbal, de uno o más sujetos, conducta entendida, por lo tanto, en régimen de proceso.
Las reglas de interpretación son contextuales; no obstante, los contextos utilizados –porque el material conductual se presenta en forma de secuencia o cadena– no corresponden al entorno en el que se presenta la secuencia de conducta, sino a los acontecimientos antecedentes y/o consiguientes a cada segmento o acción particular.
Ejemplo
Supongamos que, a punto de cruzar una calle, con el semáforo en rojo, miramos inadvertidamente a un peatón que está a punto de entrar en la entidad bancaria que está al otro lado. Cuando abre la puerta, esta persona se da la vuelta rápidamente, se aleja de la puerta y, ya en plena acera, saca el móvil y hace una llamada (muy alterado). Mientras tanto, a nosotros se nos pone el semáforo en verde, cruzamos y, cuando ya estamos lejos de la zona (y casi hemos olvidado el incidente), oímos una sirena. Miramos atrás y vemos que un coche de la policía se acaba de parar a poca distancia del banco.
Todos pensaremos que el peatón, cuando estaba casi dentro del banco, se ha dado cuenta de que había un atraco y ha llamado a la policía, que ha venido enseguida. La acción de llamar con el móvil repentina y agitadamente será la acción que habrá que interpretar.
  • La hipotética escena vista dentro del banco será el acontecimiento que aquí servirá de contexto antecedente para la interpretación.

  • La llegada posterior de la policía será el contexto consiguiente.

Por lo tanto, al haber una doble interpretación, hacia el antecedente y hacia el consiguiente, las reglas esenciales son dos y generan dos tipos de interpretación:
1) Una acción en el presente se puede vincular a otras acciones o hechos en el pasado, que le aportarán el significado referencial.
A menudo, este significado responde a la pregunta causal “¿por qué?”. Así, en el ejemplo del atraco, el segmento o acción “llamar con el móvil” se vincula con un acontecimiento previo que corresponde al segmento “atraco al banco” o, si se prefiere, a la pregunta de “¿por qué el sujeto llama con el móvil?” responderemos con la frase “porque se ha dado cuenta de un atraco”.
2) Una acción en el presente se puede vincular a otras acciones o hechos en el futuro, que le aportarán el significado funcional o intencional.
Este significado a menudo responde a la pregunta finalista “¿para qué?, ¿con qué objetivo, meta o finalidad?, ¿con qué intención?”. Así, en el ejemplo del atraco, el segmento o acción “llamar con el móvil” se vincula con un acontecimiento posterior que corresponde al segmento “llegada de la policía” o, si se prefiere, a la pregunta “¿por qué el sujeto llama con el móvil?” respondemos con la frase “para que la policía acuda”.
En la figura siguiente hemos representado estas reglas.
Esquema de la interpretación contextual basada en una secuencia de acciones, hacia el pasado o hacia el futuro
Esquema de la interpretación contextual basada en una secuencia de acciones, hacia el pasado o hacia el futuro
Un esquema triangular como el de esta figura está presente en ámbitos tan diferentes como la clínica sistémica, el interaccionismo simbólico, la teoría del aprendizaje, el conductismo en general, etc., algunas de ellas con repercusión en la criminología. Proviene del pragmatismo americano y, concretamente, del lógico y filósofo Charles S. Peirce. Aun así, es evidente que nuestro tratamiento se ciñe al rendimiento que este modelo da en la interpretación de una secuencia segmentada de comportamiento, observada con perspectiva cualitativa.
La interpretación antecedente-consiguiente no es fácil que se pueda hacer sobre la marcha, on-line, como la categorial. En general, se realiza después del registro, a la vista de la secuencia de acciones y hechos registrados.
Dificultades técnicas
El ejemplo en el que hemos basado nuestra explicación era voluntariamente simple y no debería servir para ocultar las dificultades técnicas que una interpretación de esta índole implica. Indicamos algunas de ellas.
En el ejemplo, las vinculaciones hacia el pasado o futuro descansaban sobre el antecedente y el consiguiente inmediatos, pero en realidad esto no debe ser siempre así. El significado de una acción puede remitir a sucesos muy anteriores, incluso remotos, en el pasado, o a otros muy aplazados en el tiempo por venir.
Por otro lado, las vinculaciones no son siempre biunívocas o de uno a otro. Una sola acción puede mantener relaciones secuenciales con más de una situación que lo haya precedido o seguido, es decir, con más de un contexto precedente o consiguiente. Esta dificultad se resuelve evaluando la intensidad de las diferentes vinculaciones a partir de las frecuencias de asociación entre las acciones interpretadas y cada contexto antecedente o consiguiente posible, frecuencias que sirven para valorar probabilidades de precedencia o sucesión.
Así, cada segmento o categoría correspondiente a una acción posible se une a diferentes acciones o situaciones previas o posteriores, en diferentes posiciones de la cadena, en cada caso con una probabilidad asociada de vinculación dentro de la cadena de segmentos. Las herramientas estadísticas que nos ayudan en este tipo de análisis quedan recogidas dentro del denominado análisis secuencial.
Por último, decimos que el ejemplo del atraco era de tipo interactivo, implicaba una serie de intercambios entre el sujeto y el entorno. Pero la secuencia interpretada podría atender solo el curso de la acción de un sujeto, describir el comportamiento sin incluir en la segmentación los escenarios ambientales con los que interactúa. La interpretación contextual se puede aplicar, por lo tanto, a secuencias interactivas o a secuencias intraindividuales, así como a secuencias mixtas.
La opción intraindividual era la elegida en los ejemplos de segmentación anteriores, aquellos en los que se describía la cadena de acciones de un profesor desde que se levantaba de la silla hasta que iba a abrir la puerta. En estos casos, las posibilidades de interpretación son algo más limitadas, dado que carecemos de los anclajes ambientales de la acción.
La interpretación categorial es una clasificación y forma parte de las operaciones de registro; la interpretación contextual depende de la segmentación y relaciona hechos ordenados secuencialmente después del registro.

4.Ejemplos de protocolos de observación interpretativa

El protocolo de la observación es fundamental para cualquier investigación, dado que recoge toda la información acumulada por el investigador. Para ser un buen archivo de información, debe ser sistemático y controlado.
Hay que recordar que:
  • No se trata de una reproducción de la realidad, sino de una conservación reconstructiva.

  • Es necesario diferenciar entre la descripción de las interacciones sociales y la propia interpretación del investigador.

Para sistematizar el registro de la información, se pueden utilizar diferentes técnicas según la estructura de la codificación:
1) Técnicas de registro cerrado: Contienen un número finito de categorías o unidades de observación, prefijadas a priori y mutuamente excluyentes. Pueden incluir: listas de comprobación, escalas de valoración, sistemas de categorías, etc.
2) Técnicas de registro abierto: Captan un segmento más amplio del contexto, pueden partir de unas categorías prefijadas, pero las unidades de observación se generan a partir de la información obtenida y son susceptibles de modificación durante el proceso observacional.

4.1.Cuestiones prácticas

Una variante de los protocolos de observación interpretativa son las notas de campo. Incluyen los siguientes tipos de registro:
  • El diario de campo, con impresiones y emociones del observador con fecha, hora, interacción social, lugar, etc.

  • Datos "objetivos": lugar, personas presentes, dimensión temporal (duración, etc.).

  • Informaciones sobre el acceso al campo.

  • Resumen del transcurso global de la interacción.

  • Descripción detallada de aproximadamente dos situaciones observadas y su integración en el contexto global; si es posible, distinción entre interacciones observadas e interpretaciones. Es necesario fomentar y argumentar las interpretaciones con comportamientos y observaciones.

  • Reflexión de la posición del observador: sentimientos, asociaciones (durante el transcurso de la observación y la redacción del protocolo).

  • Notas e ideas para futuras observaciones

Para redactar una nota de campo, las siguientes preguntas pueden ayudar a guiar el registro:
FECHA: _ HORA: _ LUGAR: _
  • ¿Quién está en el escenario? _

  • ¿Qué hacen los individuos en el escenario? _

  • ¿Cómo se relacionan y vinculan los individuos? _

  • ¿Qué idioma usan? _ ¿Cuál es el contenido de sus conversaciones? _ ¿Qué lenguajes verbales y no-verbales utilizan? _ ¿Hay estereotipos? _

  • ¿Cuánto tiempo dura la composición del grupo? _ ¿Hay interacciones con otros grupos? _

  • Otra información descriptiva relevante: el enfoque y alcance de la observación-el muestreo.

Como no se puede observar todo, hay que elegir personas, situaciones, focos de interés; aquellos que faciliten la accesibilidad a los núcleos de interacción social; aquellos que estén situados más inmediatos y cercanos al núcleo; aquellos que prometan más riqueza e intensidad; aquellos que dispongan de más información por su sensibilidad idiosincrática; aquellos que se caracterizan por su singularidad, etc.
Para hacer el registro más eficaz, se recomienda utilizar la estrategia de "embudo": ir de lo más general a lo más enfocado y específico, según el siguiente esquema:
30531_m2_08.gif
Como en casi todas las técnicas cualitativas, se trata de un proceso circular y no lineal:
30531_m2_09.gif
A continuación, proponemos algunas reglas prácticas de orientación:
  • Desprenderse del introductor (el que facilita el acceso al campo).

  • No pecar de ingenio ni caer en la pedantería.

  • Evitar la crítica.

  • Evitar el servilismo.

  • Ser conscientes del posible conflicto entre voluntariedad y capacidad de los informadores.

  • Considerar la propia biografía del observador y el sesgo que produce durante la observación.

  • Reconocer y saber afrontar los tests de fidelidad (llevados a cabo por parte de los informantes, observados, etc.).

  • Aprobar el test de prudencia. Saber callar cosas que no se aprueban.

  • Saber actuar ante el dilema de una colaboración exigida por actos que la propia conciencia considera inadmisibles.

  • Evitar el alejamiento psicológico progresivo durante un tiempo prolongado de observación participante.

  • Evitar tendencias a la ironía.

  • Mantener la orientación inicial de la investigación, el destino de la información y el rol de espía.

4.2.Ejemplo de técnicas de registro cerrado en observación actuante: los especímenes de Barker

A continuación, presentamos un protocolo de recogida de información que ilustra una manera de orientar y organizar el registro, correspondiente a los tipos de observación participante expuestos. En cuanto a las generalidades del registro en observación de orientación cualitativa, ya han sido precisadas en el apartado anterior.
La técnica del registro de especímenes de Barker es un registro narrativo en condiciones de observación actuante que se aplica en unidades ambientales denominadas escenarios.
Discípulo de Kurt Lewin, Roger Barker desarrolló su metodología en el centro de estudios psicológicos de campo del Midwest (Midwest Psychological Field Station) bajo los auspicios de la Universidad de Kansas. El objetivo de este centro, en palabras bastante significativas del propio Barker, era:

"...facilitar el estudio de la conducta humana y de su entorno in situ, dando a la ciencia psicológica una posibilidad que, desde hace tiempo, tiene la biología: disfrutar de un fácil acceso a los fenómenos científicos no afectados por la selección y preparación que sufren en el laboratorio".

Lecturas recomendadas

Este es el texto inicial de la obra capital del autor que comentamos: R. G. Barker (1968). Ecological Psychology. Concepts and methods for Studying the Environment of Behavior. Stanford (Cal.): Stanford University Press. (La traducción es nuestra).

No obstante, la sistematización de la metodología de Barker y colaboradores es anterior a este texto. Una de sus mejores presentaciones respecto a la investigación del comportamiento de la población infantil de Midwest es R. G. Barker; H. F. Wright (1955). Midwest and its children. Nueva York: Harper and Brothers.

Como se desprende de este párrafo, la orientación de Barker es declaradamente observacional y se centra en el trabajo de campo. Su metodología es una apuesta en esta dirección con objetivos propios de la psicología y la antropología social, también aplicables a la criminología.
4.2.1.Presentación: condiciones del registro
Un espécimen, tal como sugiere el uso que los naturalistas han hecho de este término, es una muestra de comportamiento obtenida en las condiciones estipuladas por Barker y colaboradores. Un registro de especímenes es, pues, una recogida de muestras. En síntesis, las condiciones de obtención de estas muestras se refieren a los hechos siguientes:
  • El escenario o contexto en el que son recogidas es natural y cotidiano.

  • El registro es de tipo narrativo. Esto significa esencialmente que la conducta se anota a medida que tiene lugar, en lenguaje sencillo y descriptivo, sin clasificarla ni poner etiquetas (pronto veremos un ejemplo).

  • El registro es interrumpido o continuo dentro del periodo prefijado de recogida de información, periodo que suele ser largo. Por ello, a veces esta técnica se ha considerado un desarrollo perfeccionado y sistemático de los diarios de observación.

  • La información consignada está muy detallada.

Un registro de especímenes siempre va asociado a un escenario determinado. Como veremos, el escenario barkeriano forma parte del mismo sistema de conceptualizaciones que los especímenes. Esta técnica no solo clasifica la conducta, sino también las unidades de entorno, ecológicas, donde esta tiene lugar.
Caracterización de la conducta: los episodios
El observador se encuentra ante el curso del comportamiento de un sujeto, en un escenario o situación particular y culturalmente codificada (una clase, una reunión, una fiesta, una instancia de compraventa). El comportamiento se contempla como proceso y, por lo tanto, se modeliza en régimen secuencial. Las cosas pasan unas después de las otras en un enclave fijo, el escenario al que acabamos de hacer referencia.
El material que se recoge a lo largo de un periodo de observación continua debe estar segmentado en unidades significativas, igual que el flujo verbal de una persona se segmenta en palabras o frases con sentido. Estos segmentos son los episodios.
¿Cómo se obtienen estos episodios? En el registro de especímenes no se emplean técnicas basadas en intervalos o en la intermitencia de las anotaciones, puesto que estas impondrían una fragmentación artificial del flujo de la conducta, la cual dependería de los intereses del investigador, y no de la significación y el ritmo que el sujeto ha querido dar a sus acciones.
Así, las unidades o los segmentos en los que se divide el flujo conductual deben ser naturales, en el sentido de que han de tener la propia dinámica espaciotemporal, y no la que imprimiría el científico. Por suerte, en orden a su identificación, estos episodios son molares, unidades grandes, de duración moderada.
Un ejemplo de lo que Barker entiende por episodio sería un discurso al inicio de una comida, un ataque de epilepsia, dar una clase (o elaborar una explicación en una clase), fregar los platos al atardecer, etc. Son secuencias con límites autónoma y culturalmente marcados, que el observador no puede redefinir y a los que no les puede imponer una nueva segmentación.
Aun así, los episodios presentan características formales que ayudan a identificarlos:
1) Son actividades o acciones que dejan patente una dirección constante, es decir, están permanentemente orientadas hacia objetivos o metas particulares.
2) Son, como acabamos de decir, molares y deben permitir una descripción en términos que el propio sujeto suscribiría (la perspectiva "conductual normal", en palabras de Barker).
3) La intensidad de un episodio de conducta no varía mucho a lo largo de su desarrollo. El sujeto está –digámoslo así– absorbido o pendiente de lo que hace. En caso de que no se cumpla este criterio y producirse interrupciones o cambios de intensidad, tendremos dos o más episodios en vez de uno.
4) Existen varios indicadores complementarios del inicio o el final de un episodio:
  • cambios en el canal conductual (por ejemplo, de verbal a no verbal);

  • cambios en la parte del cuerpo utilizada (por ejemplo, en el caso de un niño pequeño, pasar de manipular un objeto a chuparlo con la boca);

  • cambios en la orientación espacial de la acción (ir corriendo por la calle y de repente encaramarse a una valla);

  • cambios en el objeto involucrado en la acción (un obrero pasa de emplear la barrena a utilizar un destornillador);

  • cambios en el entorno de la conducta (suena un timbre y los alumnos van del patio al aula);

  • cambios en el ritmo conductual (alguien va andando y al ver que pierde el autobús empieza a correr).

Caracterización del ambiente: los escenarios
Los episodios se producen en unidades ecológicas o ambientales denominadas escenarios de conducta (behavior settings). Los comportamientos que se producen fuera de un escenario no se consideran episodios o, sencillamente, caen fuera del área de aplicación de esta técnica.
Un escenario de conducta debe cumplir los criterios siguientes:
  • Ha de ser el marco socialmente aceptado de un patrón de comportamiento humano. En el caso de una clase, el patrón aludiría a la dinámica aprender/enseñar; en el de una tienda, al de comprar/vender. El escenario rodea literalmente el comportamiento de referencia, lo circunscribe.

  • Debe tener límites espaciales claros (las paredes de una clase o de una tienda, las gradas de un campo de baloncesto).

  • Debe tener límites temporales definidos y una cierta periodicidad: una clase se imparte durante ciertos días y horas; una tienda abre una serie de días y a lo largo de unas horas; las misas del gallo se celebran en Nochebuena, y los partidos de fútbol se juegan los sábados o domingos, dentro de una franja horaria y durante la temporada de competición.

  • En los escenarios actúan sujetos que constituyen un grupo: maestros y alumnos, árbitros, jugadores y público, presidentes del consejo de administración, vocales y accionistas, etc.

  • Este grupo tiene una distribución de roles inequívoca: el maestro enseña, el alumno escucha o aprende; los árbitros sancionan o regulan, los jugadores juegan o compiten, y los espectadores miran, se emocionan.

  • Entre los roles grupales, los comportamientos asociados y la estructura espacial del escenario existe lo que Barker denomina sinomorfia o, dicho de otro modo, una correspondencia formal. Así, el alumno o el espectador teatral escuchan y se sientan en la platea, mientras que los actores o los profesores actúan o enseñan en la tarima o el escenario. Tarima o escenario y clase o platea están en oposición frontal. En otros casos, como en el de un partido de baloncesto o fútbol, la relación entre jugadores y público será de circunscripción.

Técnica de registro
El procedimiento habitual consiste en anotar en hojas de papel o cuadernos especialmente preparados (podéis ver más abajo) el desarrollo de la acción focal dentro del periodo de registro decidido previamente. Las anotaciones de tipo narrativo se deben guiar por las reglas siguientes:
1) Reglas sobre la consignación de los episodios
  • Observar y describir la situación del sujeto de la manera más completa posible. La situación inicial, de arranque, se debe retratar, pero de manera simple.

  • Registrar no solo qué hace un sujeto, sino también cómo lo hace.

  • Tratar de reducir la interpretación al máximo. Aun así, si esta es inevitable, hacer la interpretación en estilo narrativo, cotidiano, sin utilizar términos técnicos o teóricos. Las frases interpretativas deben ir entre corchetes.

  • La descripción del curso de la conducta debe ser cronológica. Los acontecimientos han de ser consignados según el orden de su ocurrencia.

  • Las descripciones deberían ser positivas. Es mejor decir “Toni hablaba bajo” que “Toni no hablaba demasiado alto”.

  • Cada frase u oración debe contener solo una acción del sujeto focal.

  • Cada frase u oración debe contener solo una acción de cualquier otro sujeto que interactúa con el sujeto focal.

  • Cuando sea necesario, se pueden recoger literalmente, entre comillas, los comentarios verbales del sujeto.

2) Reglas sobre el procedimiento de registro
  • Conviene disponer de más de un observador, de manera que cada uno no registre más de treinta minutos (los observadores deberán recibir un entrenamiento idéntico y coincidir en sus registros).

  • A pesar de que el registro no se realice de intervalo en intervalo, conviene anotar en los márgenes o entre párrafos alguna escala de tiempo como referencia. Se aconseja apuntar los minutos.

  • Para dar fiabilidad a los registros se hace lo siguiente: el primer registro se dicta a un magnetófono. Un segundo observador escucha la grabación y señala las lagunas o incoherencias que encuentra en ella, que serán corregidas. La versión así enmendada se redacta por escrito. El observador principal la revisa de nuevo, aclara las frases equívocas, ajusta la cronología, ahorra redundancias. Entonces, el segundo observador lee esta transcripción corregida y la corrige a su vez, de manera consensuada, con el observador principal.

Ejemplo
A continuación, incluimos un extracto de un registro de especímenes de conducta. Este extracto retrata, en estilo narrativo, una fase de la clase de lenguaje de la profesora Culver, en la escuela de Midwest.
  • Podéis apreciar que las referencias horarias, de minuto en minuto, aparecen aquí en el centro del registro.

  • La columna de categorizaciones o de etiquetas interpretativas de la derecha se refiere al comportamiento de los alumnos, uno de los roles posibles en el escenario.

  • La columna de categorizaciones o de etiquetas interpretativas de la izquierda se refiere al comportamiento de la maestra, el otro rol posible en el escenario.

  • La columna de comentarios de la izquierda tiene, en este ejemplo, dos niveles. Las etiquetas situadas más a la izquierda representan el grado de abstracción o globalización más alto, las unidades más molares.

  • En el ejemplo hemos destacado estas anotaciones marginales encuadrándolas, de derecha a izquierda, con diferentes colores; pero en un registro real la anotación aparece sola, sin acompañamiento alguno.

  • Fijaos también en que la narración está organizada en párrafos, que se pueden interpretar como episodios de bajo nivel (la clase entera sería un episodio de alto nivel).

  • Las declaraciones verbales, literales, de la maestra aparecen entre comillas.

  • Las interpretaciones, más o menos arriesgadas, del observador figuran entre corchetes.

  • El lenguaje es bastante llano, sin términos especializados.

  • La atención del observador no decae, dado que el registro es ininterrumpido.

12/04/59 10.00.00 Clase de la profesora Culver. Lengua
12/04/59 10.00.00 Clase de la profesora Culver. Lengua
El extracto está tomado de G. Fassnacht (1982). Theory and Practice of Observing Behaviour (págs. 87-88). Londres: Academic Press. (La traducción es nuestra).
4.2.2.Valoración metodológica
El observador de los especímenes es externo a la realidad estudiada, un científico o ayudante de científico que forma parte de un equipo de investigación. Este observador es percibido, y tal vez incluso conocido por los sujetos, pero no se llega a relacionar fuera de las interacciones inevitables al presentarse, dar alguna instrucción, etc. Es más un espectador que un interlocutor. Precisamente, es este punto lo que hace que consideremos esta técnica como un ejemplo de observación actuante.
Interacciones con los sujetos
Aun así, Barker recomienda que el observador se familiarice con la sociedad, grupo o colectivo que se propone investigar. Esto tal vez supondrá interacciones con los sujetos, pero fuera de la situación de registro, no dentro.
En cuanto que continuo, este es un registro muy completo que consigue una cantidad enorme de información relativa a cada escenario examinado. Esta información, sin embargo, se recoge en forma narrativa y después ha de ser reducida o categorizada y clasificada. En todo caso, la metodología de los escenarios de conducta va mucho más allá de lo que aquí hemos expuesto, incluyendo un conjunto de medidas e índices sobre los sistemas sociales estudiados que la convierten en una de las más elaboradas dentro de las aproximaciones observacionales.
Sin embargo, el carácter completo y elaborado de esta técnica tiene la contrapartida en su carácter pesado y casi obsesivo. El coste de tiempo y esfuerzo de estos registros es muy elevado y la formación que se exige al observador es bastante especializada. Sirve más para la fase de descripción, clasificación y diagnóstico psicosocial que para la de intervención y solución urgente de problemas. Tiene más valor para la teoría que de cara a la aplicación, al menos en su fase actual de construcción y desarrollo.
La técnica de los especímenes requiere la identificación de un escenario, adecuadamente caracterizado, y los registros de episodios de conducta en su interior mediante un registro continuo altamente normativizado.

4.3.Ejemplo de técnicas de registro abierto: el diario de campo y el trabajo de campo etnográfico

4.3.1.El diario de campo
Tal y como hemos visto más arriba en este mismo módulo, el diario de campo se puede entender como:
  • Una herramienta de investigación.

  • Un control de la actividad inquisitiva (tiempo, subjetividad, etc.).

  • Un documento.

  • Un testimonio de cómo se investiga.

  • Un trabajo que se construye día a día.

  • Un conjunto de entradas que forman parte de la investigación, como idas y retornos, intuiciones y contradicciones, entusiasmos y desalientos.

  • Una reproducción de la experiencia directa.

  • Una reproducción de la atmósfera del momento.

  • Una reproducción rigurosa y cuidadosa de lo que se ha observado.

  • Una inclusión del autor en el texto.

  • Un tipo de diario, de anotación regular y cotidiana de lo acontecido y sentido.

  • Un vínculo entre las visiones émica y ética.

  • Una anotación sistémica, pautada y estandarizada de lo que se ha observado y sentido.

  • Una redacción en el momento en el que sucede.

  • Un espacio para pensar con libertad.

A diferencia de los especímenes de Barker, no se trata de un registro continuo altamente normativizado, sino de un registro abierto cercano al trabajo de campo etnográfico.
En general, incluye los siguientes elementos:
  • Los apuntes: anotaciones rápidas, breves, concisas, de forma manual durante o justo después de la observación.

  • Las notas de campo específicas: con un nivel superior de elaboración.

  • Las notas temáticas: la información se distribuye y relaciona alrededor de categorías analíticas, se hace una primera sistematización en bloques.

  • Textos: transcripción de encuentros; la literalidad en la anotación permite el acceso a perspectiva émica.

  • También pueden existir otros tipos de textos, como cartas, informes, artículos, etc.

García dice:

“Se escribe lo que se ve y escucha. También lo que se interpreta, lo que no se entiende. Esforzarse para delimitar qué es exactamente lo que desconcierta, o lo que no se sabe expresar, da pie a plantearlo de un modo más accesible al análisis. Dar forma a las propias dudas perfila opciones para solventarlas”. (pág. 27)

4.3.2.El trabajo de campo etnográfico
El trabajo de campo etnográfico no necesita una técnica cerrada de registro, sino una amplia estrategia de aproximación al estudio del comportamiento cultural.
En el inicio de este texto, al esbozar las líneas principales de desarrollo de la metodología cualitativa, ya dijimos que, a nuestro parecer, el enfoque etnográfico no es propiamente una tradición específica dentro de la investigación cualitativa criminológica, sino una denominación general, casi sinónima de enfoque cualitativo, aplicada a investigaciones orientadas a objetos de estudio sociales y culturales. Por lo tanto, la especificidad metodológica de la etnografía –si la tiene– estaría determinada por su uso del corazón de los métodos cualitativos, de sus puntos de vista y recursos nucleares, en el contexto de investigaciones de comportamientos marcados por los códigos de la lengua y la cultura.
Esta óptica estaría reforzada por la presentación que diferentes autores han realizado de la investigación etnográfica en los últimos cuarenta años. Atendamos, por ejemplo, el resumen que hace Knapp de los rasgos metodológicos esenciales de la investigación etnográfica, todos coincidentes o compatibles con los que hemos ubicado en el núcleo central de la metodología cualitativa (la cita no es literal):
1) Un acceso inicialmente exploratorio y abierto al problema de investigación.
2) Una intensa implicación del investigador, como observador externo y como parte de aquello que investiga.
3) El uso intensivo de la observación participante y de la entrevista (que, como diremos en el próximo módulo, es el protocolo básico de observación participante).
4) Una tentativa explícita de entender los acontecimientos en clave del significado que asignan los miembros del entorno social estudiado.
5) La interpretación siempre a partir de la consideración de contextos de diferentes tipos.
Otros autores, sin entrar tanto en el tronco de recursos metodológicos, subrayan sobre todo las características del objeto de estudio etnográfico, centrado en la descripción e interpretación del comportamiento sobre el trasfondo inseparable de la cultura.
En consecuencia, lo que expondremos a continuación no es un protocolo de tipo técnico (como hemos hecho en el apartado anterior para los especímenes de Barker; lo que trataremos de trazar son las líneas maestras de lo que sería el modelo o ideal de la investigación cualitativa en psicología, que se vuelve etnográfica cuando toma contacto con la cultura en cualquiera de sus planos de manifestación.
El campo
De entrada, el investigador etnográfico practica el trabajo de campo en el sentido más estricto del término: él es quien se traslada y se dirige al lugar en el que se producen los hechos que le interesan; no fuerza estos hechos para que se produzcan, desvirtuados, en una situación artificial o de laboratorio.
El campo (the field) es, pues, la situación natural, aquella en la que sujetos, grupos o sociedades llevan a cabo sus acciones y actividades en el marco de la vida cotidiana o la institucional, al margen de la intromisión de la curiosidad científica.
El campo puede ser un poblado indígena, pero también –y particularmente para el criminólogo– un barrio conflictivo o marginado, una prisión, una banda juvenil, una esquina o una discoteca en la que se trafica con drogas, etc.
El único aspecto no natural del trabajo de campo es, justamente, la presencia del etnógrafo que lo lleva a cabo. Esta presencia transformará las situaciones estudiadas, que dejarán de ser naturales en la medida en que aquel, como observador, aparezca como un elemento extraño. En cambio, lo continuarán siendo en la medida en que este observador establezca vínculos de confianza y comunicación con aquellos a los que estudia y, dentro de unos límites razonables, se vuelva uno de ellos.
Como seguramente habéis adivinado, esta segunda posibilidad es la que la observación participante implicada permite y potencia. En esta tesitura es inevitable la contradicción entre:
Lecturas recomendadas

H. F. Wollcott (1987). On Ethnographic Intent. En: G. D. Spindler; L. Spindler (ed.). Interpretive Ethnography at Home and Abroad (págs. 37-57). Hillsdale (NJ): Erlbaum.

M. S. Knapp (1982). Contribuciones etnográficas a la investigación evaluativa. En: T. D. Cook; Ch. S. Reichardt (ed.). Métodos cualitativos y cuantitativos en investigación evaluativa (págs. 171-201). Madrid: Morata. (La cita es de la página 172).

  • el clima social positivo y facilitador que se puede llegar a lograr entre sujeto(s) y científico(s), y

  • la intrusión que implica necesariamente la presencia de este(os) mismo(s) científico(s) en el sistema personal o social de este(os) mismo(s) sujeto(s), intrusión que puede provocar comportamientos reactivos y anómalos en la gente. De hecho, esta intrusión se podría entender, tal como hemos visto más arriba, en clave de intervención experimental, si no fuera porque la voluntad del investigador etnográfico apunta muy lejos del control, la manipulación y la busca exclusiva de relaciones causales.

Respecto a este conflicto, no hay fórmulas mágicas que lo resuelvan. La solución aceptable depende, en buena medida, de las dotes personales del investigador de campo y de su habilidad al conducir sin traumatismos el proceso de contacto y obtención de información, así como de cumplir las normas éticas y de respeto obvias correspondientes.
La observación participante implicada
Ya sabemos que el investigador cualitativo que trabaja con un talante etnográfico utiliza la observación participante implicada, que es una vía para introducirse en el sistema estudiado; y hemos establecido cuáles son las condiciones de registro en las que trabaja el observador participante. En resumen, decíamos que, a pesar de que este observador utilice una estrategia de observación participante y de que, además, esta sea implicada, las fuentes de la información que recibe no solo provienen de lo que el sujeto dice o hace, dirigiéndose intencionalmente al contexto de la conversación o la entrevista, también provienen de cualquier frase, acción o acontecimiento que tenga significado en el marco de la investigación emprendida, o que ayude a establecerlo, si bien no sea este, como observador, el receptor buscado. En general, el etnógrafo pregunta y escucha las respuestas; pero también ve y escucha por su cuenta lo que le interesa.
Podríamos decir, pues, que la forma general de la observación etnográfica es participante y que se concreta en protocolos de entrevista no estructurada compatibles con la participación, de los que hablaremos pronto. Ahora bien, pese a ello, dentro del trabajo etnográfico caben formas de observación más distanciadas que, sin llegar a ser no participantes, generan información hasta cierto punto independiente de la interacción con el sujeto y de cualquier tipo de entrevista.
En realidad, esta dualidad se puede trasladar a otra, la que existe entre las nociones émico y ético. En efecto, lo que sucede en el trabajo de campo etnográfico es, sencillamente, que el investigador debe articular de la manera más eficiente posible una postura émica, de implicación e identificación máxima con los sujetos y con sus códigos culturales, con una postura ética, alejada y exterior respecto a aquello que estudia, y que filtra la información a partir de parrillas de análisis teóricas –en el mejor de los casos– o ideológicas –propias de la cultura de origen del científico. En definitiva, el enfoque etnográfico proclama un propósito explícito de ser completo, en el sentido de que procura que los árboles le dejen ver el bosque, y que el bosque le deje ver los árboles.
Una faceta que no debemos olvidar del proceso de acercamiento a los sujetos y a su entorno en la vertiente émica es que requiere tiempo. No estamos diciendo que toda investigación cultural lo requiera, dado que se pueden llevar a cabo estudios transversales o comparativos que no exijan más de unas semanas de duración. Aun así, una aproximación plenamente etnográfica como la que delimitamos aquí pide un proceso más o menos lento (según los casos) de contacto, acomodación y adaptación al mundo sociocultural estudiado, proceso que a menudo exige la convivencia parcial o total con los habitantes de este mundo y el aprendizaje razonablemente íntegro de su lenguaje.
Por otro lado, lo que aquí entendemos por enfoque etnográfico excluye, al menos en la primera fase del trabajo de campo, una estrategia de muestreo sistemática, a diferencia de otros enfoques como, por ejemplo, el de la teoría fundamentada. Dentro de las condiciones de campo y de una perspectiva de acercamiento a los sujetos que se podría tildar de ad hoc, designativa o a dedo, el investigador con talante etnográfico y cualitativo estudia a los individuos que representan a priori los perfiles de conducta y roles que le interesan y, de estos, el mayor número que puede asumir. Pero, dicho esto, es honesto añadir que, a menudo, el etnógrafo de campo toma contacto sencillamente con quien puede, con las personas que se prestan o que, por distintas circunstancias, están más a su alcance.
Un punto candente del trabajo etnográfico, y que se puede considerar indirectamente vinculado a cuestiones de muestreo, es la selección de informantes, las personas elegidas que, incluso al margen del gordo de operaciones de registro y de los planes de observación y entrevista, aportan información de primera mano al investigador, a menudo por medio de vínculos personales. Pero este punto es suficientemente importante como para abordarlo con un poco de detenimiento, por lo que nos ocuparemos de él de manera monográfica en un próximo apartado.
La cultura
Vivimos en mundos de significados culturales creados por nosotros mismos y por los otros. Pero no somos robots culturales programados por la tradición y, basándonos en esta, producimos nuevas significaciones y anulamos o modificamos otras anteriores a nuestro paso por la vida. Por lo tanto, la cultura no nos ofrece solo un paisaje de significados que debemos aprender a interpretar y utilizar, sino que también nos da la opción de fabricar otros nuevos dentro de los límites que –eso sí– ella marca. Este es el ángulo de visión de la cultura que más atrae al criminólogo, quien aun así es consciente de que la cultura esconde muchas capas, desde el entorno privado o familiar hasta los contextos económicos y políticos en los que se inscribe el comportamiento humano.
Por consiguiente, los objetivos del investigador etnógrafo no quedan confinados en el desciframiento de los significados que la gente maneja, sino que también deben apuntar a los dispositivos y reglas que permiten la producción de significados e interpretaciones nuevos o diferentes respecto a los oficiales. Y en esta producción de significados no tenemos en cuenta solo los lingüísticos o cognitivos, sino también los de las conductas, tanto en cuanto a su contenido como a su forma. Así, la investigación etnográfica, al igual que la psicología en general, atiende tanto los aspectos cognitivos y semióticos de la cultura, manifiestos en el lenguaje y otros códigos simbólicos, como los materiales, que se expresan en el comportamiento.
Significado cultural
La creación de significado cultural incluye la validación de hechos o creencias (la tierra es redonda, aprender matemáticas es difícil o las suelas de los zapatos están siempre sucias); los significados tácitos habitualmente aceptados como de sentido común (los niños deben ir a la escuela, no se puede ir a 100 por hora por una calle); los valores, actitudes y sentimientos (la vibración emocional al imaginar o ver a un niño pequeño pidiendo limosna, o la que se deriva de percibir que alguien hace trampas en el juego).
En cuanto a la conducta interactiva e instrumental, la cultura proporciona las reglas que facilitan la manifestación: cómo se saludan los vecinos por la mañana, qué se debe hacer ante cierta transgresión de un chico/chica (que ha puesto los zapatos sobre el sofá), cómo se corrige a un colaborador, pero también cómo se prepara una fiesta o cómo se diseña una sala de conferencias.
El tronco principal de la investigación etnográfica es el trabajo de campo y la observación participante implicada con una óptica ético-émica; y su objetivo es el aislamiento de las reglas y los significados culturales que gobiernan el comportamiento.

5.Los informantes

5.1.Los informantes: definición y valor metodológico

El informante es una figura clave dentro de la investigación cualitativa. Habitualmente ejerce su papel en el seno de la observación participante, pero nosotros argumentaremos a favor de considerarlo, también, una figura vigente dentro de la observación no participante.
Primero expondremos los rasgos nucleares de un informante y los de un buen informante. Después examinaremos los diferentes tipos de informantes y las diferentes funciones que cumplen en distintos escenarios metodológicos.
El informante es una fuente de información principal en la recogida de datos cualitativa, tanto en observación participante como en observación no participante.
5.1.1.Generalidades y distinciones básicas
El término informante, como otros de la metodología cualitativa, tiene el origen en la etnografía, tal como hemos recordado hace poco.
En principio, un informante es, tal como podríamos esperar a partir de la simple lectura del término, cualquier persona que suministra información al científico social con relación a su objeto de estudio.
En términos generales, pues, esta persona deberá tener o mantener algún tipo de relación con el científico, comunicarse con él, lo que requerirá, según los casos, una cierta convivencia en el marco de una entrevista u otras situaciones, habitualmente poco formales, que faciliten la comunicación.
Este científico social –antropólogo, sociólogo, psicólogo o criminólogo– suele ser un trabajador de campo.
Una primera distinción que puede darse es que este informante suministre información sobre sí mismo o sobre otras personas. De momento, sin embargo, esta puntualización solo debe servir para darnos cuenta de que el sujeto focal abordado en la observación participante es, de hecho, un informante, un cierto tipo de informante que –por ejemplo– da información en el contexto de una entrevista o en el de una investigación de incidentes críticos.
La información que da un informante puede ser de diferentes clases, dependiendo en buena medida de la demanda específica que hace el observador. El informante puede hablar de hechos objetivos (o de su percepción objetiva de los hechos), sobre valores, creencias, roles y reglas del sistema social, significados de modelos de comportamiento, etc.
El informante es "ingenuo" o inocente respecto a los planes de recogida de información del científico. Por consiguiente, a pesar de que haya una relación inmejorable entre él y el científico en cuanto a persona, ello no significa compartir su visión de la finalidad y sentido de la investigación. Es solo un colaborador exterior a la tarea de investigación.
Por otro lado, esta regla general no excluye que en casos excepcionales un informante pueda llegar a formar parte de un equipo de investigación o que se incorpore a él desde el primer momento. Naturalmente, se suele tratar de un informante de características especiales, con una formación y un talante que posibilitan la coordinación con el investigador y su equipo.
La selección de un informante no se efectúa de manera gratuita ni al azar. Hay que tener muy claros los criterios de selección y, en consecuencia, las necesidades informativas que se tienen. A menudo, es imprescindible realizar entrevistas preliminares, y elegir estos individuos sobre los que se dispone de datos favorables previos.
A continuación, daremos algunas indicaciones básicas sobre cuál debe ser el perfil de un informante.

5.2.Perfil de un buen informante

1) Debe tener capacidad de verbalizar adecuadamente, de ser mínimamente locuaz. Indudablemente, esta capacidad puede llegar a sesgar la información, porque, frecuentemente, las personas más aptas para transmitir información oral tienen al mismo tiempo ciertos rasgos de personalidad (como, por ejemplo, la extraversión) u ocupan ciertas posiciones sociales. Aparte de esto, a menudo sucede que ciertas normas culturales pueden hacer poco conveniente hablar de algunos temas ante un extraño, dificultad que también afectaría a los estudios en nuestro propio ámbito cultural. En todo caso, esta capacidad es una condición necesaria del informante; no podemos prescindir de ella de ninguna forma.
2) Debe ser reflexivo y capaz, a la vez de interiorizar la propia experiencia social y cultural respecto al grupo estudiado y de distanciarse de él. La persona que da información al científico social debe tener muy presentes las posibles interpretaciones de los comportamientos, roles o valores sobre los que se le pregunta, pero también debe tener una cierta perspectiva sobre estos.
Se le exige objetividad, no exactamente en la acepción del positivismo, sino en el sentido de tener la aptitud de ofrecer su percepción de los hechos, que esta sea suficientemente nítida y transmitida con claridad. El informante debe iluminar con una luz determinada los fenómenos que indaga el científico. Esta luz ha de mostrar algún sesgo, no coincidir con la del observador, no invalidar la aportación informativa; la invalidaría si en lugar de luz fuera sombra. En concordancia con esto, es sabido que los mejores informantes tienden a ser los que pertenecen a los dos polos, el del éxito y el del fracaso social y, por lo tanto, ven la realidad en la que viven desde un ángulo muy acentuado.
3) Debe tener una disposición bastante buena hacia el observador para hacer factible una comunicación fluida con él. Esta exigencia no pide que informante y observador sean amigos, a pesar de que esta es una circunstancia que se ha dado frecuentemente en la historia de las ciencias sociales. Aun así, es obvio que una actitud favorable del informante hacia el científico y su equipo beneficiará la recogida de información. En todo caso, la disposición de un informante puede incluir alguna desconfianza (sobre todo al principio), alguna pena o crítica encubierta; pero nunca el desprecio, la falta de respeto o el odio.
4) Debe ser sincero o ir "de buena fe". Este rasgo es un reflejo directo del anterior. También aquí esta sinceridad se entiende en el marco de una actitud positiva, no en el de la objetividad científica tal como se entendería en las ciencias naturales. Incluso algunos tipos de engaño serían compatibles con esta buena fe –por ejemplo, cuando persiguieran el objetivo de dar una buena imagen del sujeto, grupo o comunidad estudiados–. A veces un engaño puede ser altamente informativo, por su significación. Es trabajo del investigador descubrirlo, relativizarlo y valorarlo.

5.3.Importancia metodológica de los informantes

El uso de informantes no es un recurso metodológico de segunda mano, más bien al contrario, abre una vía directa para la recogida y validación de la información significativa que busca la investigación cualitativa, información que, al revés, no estaría al alcance del científico.
Campbell, una de las autoridades máximas del siglo XX en la metodología de las ciencias sociales, y no justamente un entusiasta de lo cualitativo, ha juzgado el uso de informantes como una importante fuente de validez y capacidad de generalización en la investigación social.
Aun así, conviene separar las dos funciones más importantes de los informantes:
  • Función 1. Por un lado, el informante es en primer lugar un proveedor de información, de información difícilmente obtenible por otros caminos. Esta es la función básica de esta figura, consustancial a la obtención de material verbal en la observación participante.

  • Función 2. Por otro lado, el informante puede contribuir a validar, confirmar o ratificar las categorizaciones, descripciones e interpretaciones a las que ha llegado el científico en un punto avanzado de su recorrido de investigación. Esta es una función mucho más precisa metodológicamente que la anterior y es inseparable de cualquier tipo de observación, participante o no participante; de hecho, es parte de cualquier tipo de metodología que no sea meramente exploratoria.

Las validaciones que realice un informante ejerciendo la función 2 se referirán a elaboraciones que ha realizado el científico de informaciones dadas antes por unos primeros informantes que cumplían la función 1. Generalmente, estos primeros informantes no coincidirán con los segundos, aunque esta posibilidad es perfectamente legítima como autovalidación o corrección de la propia información ofrecida inicialmente. Pero la separación entre informantes "informadores" e informantes "validadores" permite una evaluación independiente de las interpretaciones de los hechos o fenómenos en estudio.
En todo caso, es evidente que la función 2 equivale a una replicación de los materiales abastecidos en la fase 1. Repetimos el acto de interpretación en tres momentos, en tres aproximaciones a la comprensión de unos hechos: la nuestra como observadores externos, la de un primer sujeto que aporta una primera versión, y la de un segundo sujeto que sanciona la versión del primero y la elaboración que hayamos realizado.
Según esta doble función, algunos autores –como los ya mencionados Werner y Schoepfle– proponen la distinción entre informantes y consultantes:
  • La función 1, de hecho, sería cumplida por consultantes y no por auténticos informantes. El consultante se limita a responder, a dar información de contenido a instancia del observador. A menudo (pero no necesariamente), desarrolla un vínculo social fuerte con este, vínculo que puede desembocar en una amistad.

  • La función 2 sería cumplida por informantes, consultantes especiales requeridos para poner a prueba la información ya almacenada e interpretada. Generalmente, estas personas son seleccionadas o localizadas hacia el final de la investigación y no mantienen una relación íntima con el observador.

Se trata, pues, de informadores que actúan en el seno de modalidades émico-éticas de observación, en las que el científico, más que recoger información (que ya tiene y ya ha analizado teóricamente), lo que quiere es contrastarla mediante la autoridad o el punto de vista, en algún sentido privilegiado, de ciertos miembros de la comunidad o el grupo.
Ejemplo
En una investigación sobre el funcionamiento de una prisión, un supervisor o un representante sindical que colabore en validar las categorías construidas para interpretar adecuadamente ciertos comportamientos de los funcionarios de una prisión es un informante; en cambio, los funcionarios previamente entrevistados o requeridos en orden a la simple obtención de información son consultantes.
En una investigación centrada en un barrio marginado y en una comunidad de inmigrantes rumanos, podemos recoger inicialmente información basada en nuestras buenas relaciones con algunos miembros de la comunidad: serán nuestros consultantes. Sin embargo, al final de la investigación, cuando queramos organizar y dar un significado definitivo a la información almacenada, quizá pediremos la opinión de personas relevantes de esta misma comunidad –informantes–, las que lleven más años en nuestro país o –al revés– las que hayan vivido más tiempo en el país del que proceden y, en consecuencia, conozcan más a fondo los valores de la cultura de origen.
Los informantes deben presentar un perfil determinado y pueden cumplir dos funciones diferentes: la de informar y la de validar la información; funciones habitualmente realizadas por personas también diferentes.

5.4.Diferentes posiciones y roles de los informantes en el contexto de la recogida de información

La aportación metodológica de los informantes, y su papel en la investigación cualitativa, difiere según las coordenadas metodológicas en las que se haga que trabajen.
La tipología de los informantes que exponemos a continuación se puede plantear independientemente de la distinción funcional entre informantes y consultantes que acabamos de hacer, de tipo mucho más básico. Ahora la clasificación que presentamos se referirá más bien a la "posición" del informante respecto a la situación de registro y abarcará tanto informantes como consultantes. Nosotros mantendremos el primero de estos términos. Cuando haya una correspondencia clara entre aquella categorización y las que a continuación os ofrecemos lo señalaremos de manera explícita.
5.4.1.El informante en observación participante y no participante: informantes actuales y a posteriori
El informante que acabamos de caracterizar genéricamente se puede encuadrar, de manera más precisa, dentro de la investigación específicamente criminológica. En este contexto el informante hablará de sujetos, de sus comportamientos, rasgos y roles; y también de grupos y de su significación social. Una madre dará a un criminólogo interpretaciones sobre sí misma o sobre su hijo; un trabajador social las dará de él, de sus clientes, de sus compañeros profesionales, del centro donde trabaja; un fiscal transmitirá sus experiencias, comentará las de los otros fiscales, opinará del funcionamiento de la justicia. El informante estrictamente etnográfico que aclara el sentido de una palabra, de una leyenda o de un mito, o explica el valor de un ritual, quedará un poco fuera de este encuadre.
Este informante criminológico puede hacer su papel tanto en observación participante como en observación no participante. Por ello, esta distinción no es la más importante cuando se trata de tipificar o clasificar los diferentes roles que cumplen los informantes en el estudio del comportamiento.
En efecto, a pesar de que la figura más popularizada del informante es la que proporciona información en el curso de una observación participante, no hay ninguna razón para que no la pueda brindar también después del periodo de recogida de datos. Por lo tanto, el informante puede cumplir su función fuera de la situación de registro propiamente dicha, una vez finalizada esta, circunstancia que lo hace perfectamente compatible con la observación no participante.
Es fácil entender el porqué de esta compatibilidad: un informante nunca podría abastecer información en el seno de un registro no participante, dado que, si lo hiciera, el registro se convertiría automáticamente en participante, al darse una interacción entre un sujeto y el observador científico. Pero siendo lícita su intervención con posterioridad al registro, entonces no hay riesgo de reactividad y el peligro que la observación se vuelva participante deja de existir.
Supermercado – personal de seguridad
Podéis aducir que este razonamiento solo sería cierto en el supuesto de que el mismo sujeto observado fuera el informante, sujeto que entonces no nos podría decir nada –ni nosotros a él– durante el curso del registro; pero que sería posible una situación en la que el sujeto ignorará que hay una observación en marcha mientras otra persona, simultáneamente, transmite información al observador sin que el primer sujeto lo advierta. Por ejemplo, estudiando los hurtos en un supermercado, un observador podría anotar categorías de conducta de un cliente a partir de las imágenes de un monitor de vídeo (de manera que el cliente ignoraría el hecho de ser observado), mientras un agente de seguridad le hace comentarios sobre las acciones que ve.
Ahora bien, en una perspectiva de observación no participante esta posibilidad no sería aconsejable. Además del riesgo –muy real en algunos casos– de que el sujeto focal acabe descubriendo la presencia de este informante, existe la amenaza de que el observador se vea influido por los comentarios que oye y esto se acabe reflejando en sus anotaciones en forma de algún sesgo. En la observación participante, la dinámica del registro admitiría esta posibilidad como una manifestación más de la ductilidad o apertura del intérprete científico, dado que el enfoque dominante es émico; por el contrario, en la observación no participante estos sesgos y la influencia de un informante durante el registro serían inaceptables, dado que el enfoque es ético.
Por otro lado, la posibilidad de que el informante haga las aportaciones antes del registro no añadiría nada al análisis anterior. Los informantes, ciertamente, pueden ser utilizados para preparar un registro, para seleccionar a otros informantes, pero en estos casos el peligro de romper la situación de observación no participante, haciendo que el sujeto focal se dé cuenta de la investigación en curso, es el mismo que si el informante actúa durante el registro. De hecho, el antes del registro en circunstancias como las descritas es una falacia, dado que forma parte, con pleno derecho, del durante en cuanto al periodo de contacto con la muestra estudiada y al intervalo de recogida de información.
Recapitulando:
  • Se puede hablar legítimamente de informantes tanto en el contexto de la observación participante como en el de la no participante.

  • Sin embargo, el informante en observación participante puede brindar su información, bien durante el mismo periodo de recogida de datos, bien una vez finalizado este; por el contrario, el informante en observación no participante solo puede hacer su papel a posteriori del periodo de recogida de datos o de registro.

Denominaremos informantes actuales a los que cumplen su función durante el periodo de recogida de datos o registro de información focalizado en el sujeto, muestra o grupo elegidos; denominaremos informantes a posteriori a los que cumplen su función después de este periodo.
Doble papel, actual o a posteriori, del informante
La casuística de informantes en este contexto es muy variada y no la podemos enumerar exhaustivamente. Solo diremos que el doble papel, actual o a posteriori, del informante en la observación participante no es obligatorio. Es decir, hay circunstancias en las que el informante de la observación participante tampoco puede informar durante el registro y se ve obligado a hacerlo al finalizar este, excepción típica de ciertas formas de observación actuante.
Imaginad el caso siguiente: un sujeto o grupo sabe que es filmado o grabado con una cámara manipulada a distancia. Es obvio que, a falta del operador y, por lo tanto, el observador, estas personas no podrán hacer de informantes durante el registro, pero sí después. En cambio, también es innegable que la observación es participante, dado que todo el mundo sabe que está siendo observado.
5.4.2.Autoinformantes y aloinformantes
Una investigación criminológica o social se puede centrar en comportamientos individuales o en comportamientos interactivos entre dos o más individuos. Aun así, toda interacción múltiple entre tres, cuatro o más individuos se puede descomponer en díadas, es decir, en unidades de intercambio comunicativo entre dos individuos. Así pues, en orden a introducir la próxima distinción entre tipo de informantes, habrá que separar los estudios individuales, con un solo sujeto bajo observación, de los estudios de interacciones, enfocados hacia dos sujetos que forman un mínimo sistema social y de comunicación.
En los estudios de individuos que utilizan la observación participante el sujeto focal es, de hecho, un informante: da información sobre sí mismo, sobre otras, opina, juzga, etc., siempre sobre sí mismo. Por lo tanto, se puede considerar un autoinformante. Aunque hable de otras personas, estas no están presentes o no tienen ningún vínculo estable con él, vínculo que puede dar lugar a interacciones, que podrían llegar a ser estudiadas por el investigador.
Así, un entrevistado es un autoinformante, un autoinformante actual si le aplicamos la terminología propuesta en el apartado anterior. Alternativamente, este informante puede intervenir acabada la entrevista y entonces será un autoinformante a posteriori.
En estudios de observación no participante, este mismo sujeto será igualmente un autoinformante, pero solo lo podrá ser a posteriori.
En los estudios de interacciones hay más alternativas. La situación de registro deviene más densa desde el punto de vista adoptado ahora. En una investigación de esta clase el observador tiene delante a dos sujetos intercambiando mensajes, uno S y uno S’ (policía-sospechoso; juez-acusado; terapeuta-paciente/víctima).
Cada uno de los dos sujetos es potencialmente un autoinformante: puede dar información sobre sí mismo, espontáneamente o en respuesta a peticiones del observador. Ahora bien, también la puede dar sobre el otro sujeto de la interacción, con el que mantiene alguna clase de vínculo; S puede ofrecer interpretaciones de S’, y S’ las puede ofrecer de S. En esta nueva dimensión diremos que los dos sujetos inmersos en una interacción son aloinformantes, aloinformantes actuales o a posteriori, si se trata de observación participante, y solo a posteriori si se trata de observación no participante.
En definitiva, los dos sujetos de una interacción son potencialmente autoinformantes o aloinformantes con relación al observador que los escucha, situado en el vértice del triángulo delimitado por los tres. La distinción entre estos dos tipos de informantes se reserva, pues, para la observación de interacciones y no se considera en cualquiera otro caso, en el que tiene mucho menos relieve metodológico. No es lo mismo que un ciudadano hable de un líder político, del tendero del chaflán, de un vecino de la escalera casi anónimo (casos en los que, estrictamente, también se podría calificar de aloinformante), o que se refiera a algún familiar, a su jefe o a compañeros en la empresa, a su maestro o profesor, etc.
5.4.3.Informantes internos y externos
Los autoinformantes y aloinformantes que acabamos de describir son informantes intrínsecos o internos, personas que suministran descripciones o interpretaciones de los temas en estudio desde dentro de la misma muestra o grupo investigado (también en los que se trate de un solo sujeto).
Estos informantes disfrutan de una perspectiva émica desde el interior de esta muestra o grupo.
Pero la función del informante se puede llevar a cabo desde fuera del colectivo humano estudiado; los sujetos que nos informan pueden ser otros diferentes a los que estamos estudiando específicamente. Podemos decir de paso que este es el tipo de informante seguramente más popular en la literatura, aunque siempre quedan dudas de hasta qué punto este sujeto, situado al margen de la muestra de referencia, no acaba siendo estudiado, o incorporado a esta, por el investigador.
En todo caso, este último es un informante externo, que tiene una perspectiva ética sobre las personas o grupo concretos sobre los que se le pide información, pero a los cuales no pertenece (aunque forme parte de la misma sociedad que ellos y que, por lo tanto, también podamos decir que participa de una posición émica).
Obviamente, hay informantes internos y externos tanto en observación participante como en no participante; y hay actuales y a posteriori.
La distinción entre informantes y consultantes fijada en el apartado precedente ahora se puede superponer fácilmente a las que acabamos de hacer. Un informante, opuesto a un consultante, debería entenderse siempre a posteriori. Esta posterioridad se desprende automáticamente de la función de replicación o validación que cumple este colaborador, coincidiendo con las interpretaciones del observador o discrepando de él. Una función así se debe realizar necesariamente hacia el final de la investigación, una vez hecha la recogida principal de información. En cambio, un consultante podría actuar durante el registro o una vez finalizado este.
Aparte de esto, el informante que replica o valida conviene que sea externo, al menos en alguna medida, dado que se le pide un cierto distanciamiento respecto a los comportamientos o valores que debe juzgar.
En la tabla siguiente tenéis sistematizada la tipología que hemos expuesto.
Clasificación de los tipos de informantes en observación participante y no participante

Observación participante

Observación no participante

En la observación de sujetos aislados los informantes pueden ser

Internos

Auto

Actual o a posteriori

Auto

A posteriori

Externos

Actual o a posteriori

A posteriori

En la observación de interacciones los informantes pueden ser

Internos

Auto o alo

Actual o a posteriori

Auto o alo

A posteriori

Externos

Actual o a posteriori

A posteriori

Ejemplo
Un observador registra información sobre una dinámica grupal en la que un psicólogo desempeña el papel de moderador e interactúa con un grupo de presos, condenados por abusos sexuales a niños.
El observador, equipado con su magnetófono, la cámara de vídeo o con un simple cuaderno de notas, puede estar presente en la sala como observador incógnito (uno más del grupo, escondiendo sus rasgos de identidad) o como investigador reconocido y aceptado; es decir, puede asistir a la dinámica de grupo en calidad de observador no participante o de observador participante.
En la última intervención podrá participar, preguntando al psicólogo o a los presos durante la sesión o después; en la primera solo podrá acceder a los sujetos una vez haya concluido la sesión o la investigación entera (recordad que el simple reconocimiento de un observador como tal observador científico ya genera reactividad y convierte la observación en participante. Otra cosa diferente es si este observador pregunta o no pregunta a los sujetos).
  • Si el psicólogo informa sobre sí mismo, como informante actual o como informante a posteriori, es un autoinformante.

  • Si los miembros del grupo, individual o colectivamente, informan sobre sí mismos, como informantes actuales o a posteriori, son autoinformantes.

  • Si el psicólogo informa al observador sobre sus pacientes/presos (con relación al diagnóstico, pronóstico, comentarios de la sesión, etc.), entonces es un aloinformante, bien actual, bien a posteriori.

  • Si los presos, individual o colectivamente, informan sobre el psicólogo (transmiten la imagen que tienen de él, lo alaban, critican, interpretan), son aloinformantes, actuales o a posteriori.

  • En este ejemplo aparece una variante no considerada hasta ahora: los miembros del grupo, en uno de los dos polos de la interacción, pueden hablar unos de otros. Serían, pues, aloinformantes dentro del mismo rol.

  • Finalmente, entre las posibilidades de este observador se halla la de recurrir a informantes externos a la interacción estudiada. Estos podrían ser otros psicólogos (del mismo centro o de fuera), otro personal (del centro), otros presos no incluidos en el grupo de referencia, etc.

Con relación a distintos ejes, los informantes pueden ser actuales o a posteriori, internos o externos, y dentro de los internos podemos distinguir entre autoinformantes y aloinformantes.

Resumen

En este módulo, en primer lugar, hemos aprendido a clasificar la observación según la implicación del observador, la explicitación y la sistematización de la observación.
En segundo lugar, y respecto a la observación participante y no participante, hemos estudiado con detalle la relación entre el observador y lo observado, los usos, los grados, las interpretaciones y las aplicaciones para cada uno los dos subtipos.
En tercer lugar, hemos visto diferentes tipos de registros (cerrados y abiertos), protocolos, diarios de campo y sus usos en el estudio de campo.
En cuarto lugar, hemos abordado las características y las funciones de un buen informante, que ofrece información y/o la valida durante la inmersión en el campo.
Y, finalmente, hemos visto una tipología de informantes, según su implicación temporal en el campo (antes, durante o después de la observación principal), así como su posición respecto a la información que dan (autoinformantes frente a aloinformantes, e informantes internos frente a informantes externos).
En el próximo módulo, conoceremos los diferentes tipos de entrevista y sus usos.

Actividades

1. El Ayuntamiento de Barcelona os encarga realizar una investigación sobre los hurtos en el metro. Más concretamente quieren saber cómo actúan las bandas y qué técnicas utilizan para llevar a cabo los hurtos.
¿Qué tipo de observación utilizaréis?
¿Cuál sería el rol del observador?
¿Qué tipo de informantes incluiríais en la investigación?
2. Queréis realizar una investigación sobre la desviación social (generalizada) de emplear el transporte público sin pagar el billete. Para poder elaborar unas medidas de prevención, en primer lugar hay que saber “cómo se cuela la gente”.
Para ello, realizáis una sesión de observación, siguiendo el guión de registro siguiente:
FECHA: _ HORA: _LUGAR: _
  • ¿Donde os colocáis para hacer vuestra observación?

  • ¿Quién está en el escenario?

  • ¿Qué hacen los individuos en el escenario?

  • ¿Cómo se relacionan y vinculan los individuos?

  • Anotad 2-3 anécdotas que observéis.

  • ¿Podéis distinguir algunos patrones de comportamiento desviado?

  • ¿Cuál es la proporción entre comportamiento desviado (no picar) y normal (picar)?

3. Seleccionad un programa de televisión que se ajuste a las características de un escenario, tal como lo hemos descrito en este módulo. Es decir, que se pueda considerar un escenario en el sentido de Barker.
Podéis buscar entre programas de reality show, tertulias, concursos, etc.
Una vez identificado, explicad por qué cumple con las exigencias que se dan en una situación o unidad ambiental para considerarla un escenario.
Haced un registro de al menos diez minutos del programa elegido, siguiendo las instrucciones que hemos dado sobre cómo se realiza un registro de episodios. Lo podéis hacer directamente, visionando el programa en directo, o grabándolo previamente en vídeo y haciendo el registro cuando os venga bien.

Ejercicios de autoevaluación

1. La observación se puede clasificar según los siguientes ejes:

a) La implicación del observador, la explicitación y la sistematización de la observación.
b) La participación del observador.
c) La participación de los observados.
d) La visibilidad de la observación.

2. La observación participante, entendida cualitativamente, incluye las siguientes modalidades:

a) Centrada, guiada y grupal.
b) Visible, actuante, participativa e interna.
c) Interna e informativa.
d) Actuante, implicada, la participación-observación y la autoobservación.

3. Durante la observación, la información proviene...

a) de lo que dice el sujeto, de lo que comunica o hace el sujeto al margen de sus palabras.
b) de lo que se puede observar.
c) de lo que dice el sujeto, de lo que comunica o hace el sujeto al margen de sus palabras, del contexto o situación en la que se encuentran el observador y el sujeto.
d) de la situación en general.

4. La interpretación categorial se realiza...

a) después del registro en el campo.
b) durante el registro.
c) antes del registro en el campo.
d) No tiene nada que ver con las operaciones de registro.

5. El diario de campo incluye...

a) solo datos "objetivos".
b) informaciones, datos, pensamiento e ideas relacionadas con el objeto de estudio.
c) cualquier tipo de información.
d) datos “objetivos” y “subjetivos”.

6. La técnica de los especímenes requiere...

a) la identificación de un escenario y los registros de episodios de conducta mediante un registro continuo altamente normativizado.
b) la identificación de un escenario y los registros de episodios de conducta mediante un registro continuo altamente abierto.
c) la identificación de un escenario mediante un registro continuo.
d) los registros de episodios de conducta mediante un registro continuo altamente normativizado.

7. ¿Cuáles son las funciones de un informante?

a) Explicar su situación.
b) Validar información.
c) Proveer información.
d) Proveer información y validar información.

8. El rol del informante antes, durante y a posteriori de la observación es...

a) El mismo.
b) No puede haber informantes durante la observación.
c) Hay que distinguir entre el informante en la observación participante y no participante.
d) Depende del objeto de estudio.

Ejercicios de autoevaluación
1. a) Correcto.
b) Incorrecto.
c) Incorrecto.
d) Incorrecto.

2. a) Incorrecto.
b) Incorrecto.
c) Incorrecto.
d) Correcto.

3. a) Incorrecto.
b) Incorrecto.
c) Correcto.
d) Incorrecto.

4. a) Incorrecto.
b) Correcto.
c) Incorrecto.
d) Incorrecto.

5. a) Incorrecto.
b) Correcto.
c) Incorrecto.
d) Incorrecto.

6. a) Correcto.
b) Incorrecto.
c) Incorrecto.
d) Incorrecto.

7. a) Incorrecto.
b) Incorrecto.
c) Incorrecto.
d) Correcto.

8. a) Incorrecto.
b) Incorrecto.
c) Correcto.
d) Incorrecto.


Glosario

diario de campo m
Tipo de registro abierto. En general, suele ser un cuaderno utilizado sobre todo por etnógrafos e investigadores para investigar la sociedad o a grupos sociales dentro de su entorno natural.
especímenes de Barker m pl.
Registro continuo altamente normativizado de una observación participante o no participante. Identifica un escenario concreto y unos cuantos episodios de conducta.
informante m o f
Fuente de información principal. Puede ser cualquier persona que suministra información al investigador con relación a su objeto de estudio.
observación participante f
Tipo estructurado de estrategia de investigación. La recogida de datos se lleva a cabo mediante una interacción directa entre los observadores y los sujetos de estudio. Se trata de una metodología ampliamente utilizada en muchas disciplinas. Su objetivo es conseguir una familiaridad íntima y estrecha con un grupo determinado de personas, sus prácticas y actitudes.
observación no participante f
En este tipo de observación, los datos se recogen sin interactuar directamente con los sujetos de estudio.
posición émica del observador f
El observador adopta la visión de la persona (o del grupo social) observado y explica sus comportamientos, costumbres o actitudes mediante sus propias palabras, significado y motivos. En este sentido, intenta colocarse en el punto de vista del sujeto.
trabajo de campo m
El campo (en inglés, the field) es el entorno natural de los sujetos estudiados (donde viven, actúan, se comunican, etc.).

Bibliografía

Bibliografía recomendada
Anguera, M. T. (1995). “Recogida de datos cualitativos”. En: M. T. Anguera y otros (ed.). Métodos de investigación en psicología (págs. 523-547). Madrid: Síntesis.
Behar, J.; Riba, C. (1993). “Sesgos del observador y de la observación”. A: T. Anguera (ed.). >Metodología observacional en la investigación psicológica. Vol. 2. Fundamentación (págs. 15-148). Barcelona: PPU.
Evertson, C. M.; Green, J. L. (1989). “La observación como indagación y método”. En: C. M. Wittrock (ed.). La investigación de la enseñanza, II: Métodos cualitativos y de observación (págs. 303-406). Barcelona: Paidós/MEC.
García, J. (2000). Diario de campo. Madrid: CIS.
Goetz, J. P.; Le Compte, M. D. (1988). Etnografía y diseño qualitativo en investigación educativa. Madrid: Morata.
Guasch, Ó. (1997). La observación participante. Madrid: CIS.
Ruiz Olabuénaga, J. I. (2003). Metodología de investigación cualitativa. Bilbao: Universitat de Deusto.
Webs recomendadas
Quesada, M. (1997). MYTYS, Métodos y técnicas de investigación social. Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Sociología. Consultado el 12 de junio del 2008 desde https://selene.uab.es/mytis/btis_y.htm.
Una página de la Universidad Autónoma que, sobre el tema de la observación y otras muchas de técnicas de investigación social, ofrece una bibliografía interesante.
Genzuk, M. (2003). A Synthesis of Ethnographic Research. University of California, Center for Multilingual, Multicultural Research. Consultado el 30 de octubre del 2008 desde https://www.rcf.usc.edu/~genzuk/Ethnographic_Research.html.
Una apreciable síntesis de los métodos etnográficos.
Sloan, A. P. (2008). Center for the Ethnography of Everyday Life. Consultado el 12 de junio del 2008 desde https://www.ethno.isr.umich.edu/.
Publications\Full Papers. Contiene distintos materiales sobre etnografía de la vida cotidiana.
Harvey, A. S. (2008). From activities to activity settings: Behavior in contexto. Canada: Saint Mary's University / International Association for Time Use research. Consultado el 12 de junio del 2008 desde https://www.stmarys.ca/partners/iatur/aswp.htm.
Los escenarios de actividad, un concepto bastante ligado a los escenarios de conducta de Barker.