Relaciones estratégicas con los poderes públicos

Índice
- Introducción
- Objetivos
- 1.Investigación
- 1.1.Análisis e identificación de las necesidades de la organización
- 1.2.Definición e investigación de las problemáticas públicas
- 1.3.Análisis de la efectividad
- 1.4.La anticipación
- 1.5.Fuentes de información
- 1.6.La estrategia investigadora
- 1.6.1.El seguimiento
- 1.6.2.Los análisis situacionales
- 1.7.Instrumentos de la investigación
- 2.Planificación
- 2.1.Definición de los objetivos
- 2.2.Selección de los públicos
- 2.3.Selección del momento de intervención
- 2.4.La argumentación
- 2.4.1.Tipología
- 2.4.2.Funciones y objetivos
- 2.4.3.Concepción y validación
- 2.4.4.El recurso a los expertos
- 2.5.El diseño de los modos de intervención
- 2.5.1.El lobbismo directo
- 2.5.2.El lobbismo de base
- 3.Ejecución
- 3.1.Técnicas de lobbismo directo
- 3.1.1.El position paper
- 3.1.2.Los contactos mediados
- 3.1.3.Los encuentros con decisores
- 3.1.4.La carta abierta
- 3.1.5.Libros verdes/blancos
- 3.1.6.El libro de lobbismo
- 3.2.Técnicas del lobbismo indirecto
- 3.3.Técnicas transversales: la expresión escrita
- 3.4.El establecimiento de coaliciones (coalition building)
- 3.5.La acción no violenta
- 3.1.Técnicas de lobbismo directo
- 4.Evaluación
- Resumen
- Actividades
- Bibliografía
Introducción
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Larga duración: algunas campañas se prolongan durante dos o tres años.
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Alcance y repercusión transnacional: la mayoría se implementan en varios países simultáneamente.
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Conjugan estrategias de grassroots, grasstop y lobbismo directo.
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Recurre a la colaboración de otros representantes activos (coalition building), a aliados naturales y potenciales, a través de otros grupos de influencia y ONG.
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En ocasiones se intenta movilizar directamente a la opinión pública solicitando a los ciudadanos que se manifiesten de manera activa mediante el envío de correos electrónicos o cartas a los responsables de la toma de decisiones, con solicitudes colectivas, peticiones e incluso por medio de manifestaciones públicas.
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En general, siempre tiene una gran repercusión a causa del uso simultáneo o sucesivo de los medios de comunicación, de Internet y, en ocasiones, de la pega de carteles y otras actividades análogas.
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Investigación y análisis para la recogida de datos y la identificación de los aspectos más importantes, que pueden ser una fuente de oportunidades o de amenazas.
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Definición de los objetivos que se pretenden lograr.
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Establecimiento de la estrategia, que implica la identificación de los principales artífices del proceso, del modo de intervención (mediante acciones, programas o campañas, es decir, a través de proyectos), de la estrategia adecuada, así como de las alianzas posibles (coalition building).
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Planteamiento de las actividades, definición del mensaje y selección de los soportes (medios de difusión).
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Implementación y coordinación general de la acción, esto es, ejecución y supervisión de las actividades planeadas.
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Análisis de los resultados y valoración de la acción con sus respectivos seguimientos.
Objetivos
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Entender el lobbismo como un proceso estratégico de relaciones con los poderes públicos.
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Conocer la importancia de la investigación en la planificación estratégica del lobbismo, así como su dinámica y sus herramientas.
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Asimilar la dimensión relacional del lobbismo, conociendo la necesidad de trabajar en una red de contactos.
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Ser capaz de planificar una campaña de lobbismo, identificando a los públicos, determinando los objetivos, articulando los mensajes y eligiendo las técnicas adecuadas.
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Adquirir las competencias básicas para implantar y evaluar una campaña de lobbismo.
1.Investigación
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los valores, las convicciones y las percepciones de los responsables de las relaciones con los poderes públicos, que influyen en la determinación de los objetivos perseguidos; es decir, el grado de implicación en la cultura empresarial de las relaciones institucionales y del lobbismo, y
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la experiencia de la empresa en materia de políticas públicas.
1.1.Análisis e identificación de las necesidades de la organización
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¿Por qué hemos de soportar tal o cual regulación injusta?
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¿Por qué tienen previsto implantar un nuevo impuesto?
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¿Por qué los planes del gobierno nos situarán en desventaja con nuestros competidores?
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¿Por qué debemos cumplir con tal o cual requisito de salud pública, medio ambiente o defensa de los consumidores?
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Qué tendencias en la elaboración de políticas públicas pueden afectar a la organización.
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Qué propuestas han considerado los poderes públicos a la hora de aplicar medidas más gravosas económicamente, o de limitar el marco de nuestras operaciones (en pocas palabras, investigar los orígenes de los frenos gubernamentales a la rentabilidad de la organización).
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Qué cambios sobre las exigencias normativas podrían rebajar estos costes o restricciones.
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Qué modificaciones, si las hay, previstas a corto, medio o largo plazo pueden afectar positiva o negativamente a la organización.
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Qué cambios en la normativa permitirán abrir mercados o productos y servicios hoy inviables.
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Qué cambios nos facilitarán satisfacer los objetivos propuestos en otros ámbitos, como el no lucrativo.
1.2.Definición e investigación de las problemáticas públicas
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Qué proyectos normativos existen al respecto, y cuál es su contenido y su incidencia.
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Quiénes son sus impulsores; esto es, qué grupos de interés, empresas o alianzas los promueven o podrían sumarse a su promoción.
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Cuál es la razón subyacente de la propuesta y cuáles son las motivaciones de sus partidarios.
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Quiénes son sus oponentes reales y potenciales, y cuáles son sus motivaciones.
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Qué informes relevantes del gobierno, dictámenes universitarios o documentación pertinente de otro tipo existe sobre el asunto, si es que los hay.
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Qué expectativas de éxito tiene la propuesta.
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Qué implicaciones políticas existen.
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Hasta qué punto es parte importante de la estrategia legislativa del Gobierno.
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Cuál es el calendario probable de la iniciativa legislativa.
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Cuáles son las implicaciones estratégicas y a largo plazo de la problemática para la organización.
1.3.Análisis de la efectividad
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más o menos avanzada;
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más o menos influenciable;
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responde, más o menos, a una expectativa de la opinión pública;
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más o menos onerosa para las finanzas públicas.
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grupos de influencia favorables a nuestra posición;
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posibilidad de alianzas;
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grupos desfavorables a la posición;
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conformidad de la decisión esperada con la doctrina general de la Administración en esa materia;
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posibilidad de contenciosos (en caso de éxito, plantearse si otros grupos pueden acudir a los tribunales de justicia).
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en términos de reputación: ¿la posición adoptada por la organización valorará o minusvalorará su reputación?;
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en términos de relaciones: ¿la acción dará lugar a nuevos contactos útiles o nuevas alianzas?
1.4.La anticipación
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disponer del tiempo suficiente para encontrar el buen posicionamiento, para identificar todos los actores concernidos y los que son creíbles;
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establecer una coalición y testarla antes de convertirla en operativa;
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preparar argumentos pertinentes, dirigidos a los públicos objetivo, de los que se desprenda una plusvalía social colectiva;
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preparar el terreno y el espíritu antes de la acción;
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entrar en el debate y en las consultas (siempre que se sea reconocido como interlocutor válido) antes de la toma de la decisión en cuestión: es el momento privilegiado para influir sobre el proceso decisorio, pero también, llegado el caso, para anticipar el desarrollo de problemáticas mayores que pongan en peligro nuestros intereses, y
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cerrar rápidamente un expediente como intercambio de compensaciones satisfactorias para todos los protagonistas.
1.5.Fuentes de información
1.5.1.Selección de las fuentes
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Las instituciones, que a la vez son fuentes múltiples (contemplar varios ministerios, varias direcciones generales, varios servicios jurídicos, etc.).
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Los profesionales, algunos de los cuales son incluso competidores o defensores de tesis adversas. Es, por ejemplo, el rol de los sindicatos o de las patronales de un mismo sector de actividad, que son una plataforma de información, aunque con las limitaciones propias del enfoque que dan al interés defendido.
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Las entidades asociativas y las ONG, a las que hay que acercarse con cierta prudencia dada su alta implicación en los temas que les afectan.
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Los partidos políticos, cuyas sectoriales –coincidentes, en su mayoría, en nombre con la estructura ministerial del gobierno cuando está en el poder– son el primer estadio de la fijación de políticas públicas de las que se derivarán decisiones político-burocráticas.
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Los medios de comunicación social, con quienes es indispensable tener relaciones mutuamente beneficiosas (los periodistas suelen saber más cosas de las que escriben).
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La lectura en cualquier soporte, pero no influenciada por un excesivo escepticismo.
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La prensa, fuente de informaciones considerable, aunque algunas sólo estén fundadas en parte.
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El contacto verbal, que es una técnica insustituible: una red de contactos personales es una herramienta clave de todo lobbista.
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Las intenciones de los decisores. En este punto son muy importantes las reacciones precoces. Para intervenir en los más altos niveles jerárquicos del proceso de toma de decisiones, es necesario llevar a cabo un seguimiento y una vigilancia de la calidad de las intenciones desde que se manifiestan. Así, las declaraciones de política general incluyen principios o intenciones a largo plazo que, con posterioridad, se plasmarán en la agenda política mediante políticas concretas.
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Los anuarios, los organigramas, los movimientos de personas. Las bases de una decisión se encuentran en los documentos públicos, pero deben a menudo completarse o actualizarse a través de lo que circula de boca en boca. Los cambios de personas en determinados puestos pueden ofrecer oportunidades para el lobbista.
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Los calendarios de trabajo son indispensables para seguir la evolución de las actividades y conocer la urgencia de los expedientes.
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La posición y los argumentos de los actores, y especialmente de los adversarios, para estar así informados de las influencias y presiones ejercidas por otros grupos. Es también el modo de preparar alianzas y un argumentario.
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Las posibles iniciativas para la organización representada. El seguimiento y la vigilancia implica ir más allá de las acciones meramente defensivas. En efecto, informado de las posibilidades de actuación, el lobbista puede considerar invertir la tendencia.
1.5.2.Principales fuentes de información
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Las publicaciones de la propia Administración.
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Las publicaciones de los partidos políticos que, como sus órganos de expresión, pueden ofrecer al lector más que indicios de por dónde puede encaminarse una determinada legislación. Es una fuente muy útil para prever problemáticas a largo plazo.
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Las bases de datos legislativas, cada día más presentes y accesibles gracias a los avances tecnológicos (vosotros tenéis acceso a las principales desde la Biblioteca Virtual de la UOC). Se trata más de una fuente de documentación histórica, ya que recogen textos ya adoptados. Sin embargo, la investigación histórica supone una preciosa fuente de información sobre el ecosistema normativo de la postura o los intereses a cuyo servicio se actúa en lobbismo. Es de destacar la base EUR-lex, que contiene toda la normativa comunitaria así como la documentación de sus trabajos preparatorios.
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¿Quién posee la información?
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¿Quién es el portavoz?
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Los medios de comunicación social, ya sea a través de su examen directo o mediante agencias especializadas en elaborar press-books relacionados con el asunto en cuestión (clipping).
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Las redes sociales, como por ejemplo Facebook, Twitter e Instagram, ya sea por las publicaciones de los propios partidos políticos y de sus líderes, como de personalidades o grupos destacados por marcar tendencia y, por tanto, con un alto número de seguidores.
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Los documentos, informes y publicaciones de grupos de influencia y, especialmente, de think tanks.
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Las publicaciones directa o indirectamente vinculadas con los partidos políticos, sin ser propias de los think tanks, como por ejemplo, EnClave Socialista.
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Los resultados de investigaciones cuantitativas y, sobre todo, cualitativas que hayan sido publicados sobre el estado de opinión pública en relación con la problemática que nos ocupa u otras similares.
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Las publicaciones de organizaciones comerciales, como las Cámaras de Comercio o federaciones locales o nacionales de organizaciones empresariales, que suelen poner al día de las tendencias legislativas que afectan a los diferentes sectores. En la UE son de gran utilidad los boletines editados por instituciones dedicadas a ofrecer información sobre los trabajos de las instituciones europeas.

1.6.La estrategia investigadora
1.6.1.El seguimiento
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Identificar las fuentes de información accesibles: los interlocutores ante los cuales podremos emprender las acciones.
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Identificar los programas y las novedades públicas que puedan afectar a nuestra organización.
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Estar informados de la evolución de estos datos y del desarrollo de los debates entre los poderes públicos y sus colaboradores.
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La simple recopilación de documentos (es el primer nivel de seguimiento).
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La vigilancia de los contextos político y administrativo.
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La vigilancia más amplia, la de otros grupos y organizaciones.
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Confirmar estas investigaciones, con el fin de no comunicar informaciones inexactas.
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Completarlas para conocer más a fondo el procedimiento, el contexto político y a los decisores.
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Formalizarlas. En este punto recomendamos elaborar una memoria interna que nos recordará y situará cada asunto en su contexto y que evolucionará con el avance del proceso de toma de decisiones.
1.6.2.Los análisis situacionales
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La disciplina de partido, muy férrea en nuestro sistema político, es difícil de romper en favor de unas demandas, no ya sectoriales, sino territoriales. El parlamentario español, salvo excepciones, pasa de postularse como el representante de los electores de su circunscripción (durante la campaña electoral) a ser un mandatario de su partido en el ejercicio político y la ejecución del programa electoral (una vez elegido). Los miembros del Congreso pertenecientes a la mayoría no suelen oponerse a la política del Gobierno o de su partido, excepto en casos especiales en los que se vea afectada su circunscripción o en las situaciones en las que hayan organizado un bloque o facción de opinión.
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El poder del Gobierno depende de la mayoría con la que cuente en el Parlamento. Una coalición gobernante o apoyos pactados de gobierno, sin mayorías absolutas, dan más juego a la participación de los intereses privados en la elaboración legislativa, al no depender exclusivamente del criterio o la concepción del interés público propios de un único partido político mayoritario.
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La práctica del lobbismo parlamentario difícilmente puede tener éxito sin la correspondiente acción ante los órganos del Ejecutivo correspondientes. La iniciativa legislativa compartida, pero protagonizada, por el Gobierno. Además, cuanto más primario sea el estado de elaboración de una ley, más sensible será a presiones externas y más influenciable. El grado de eficacia del lobbismo es, en general, inversamente proporcional al grado de elaboración de una norma jurídica.
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En un sistema como el nuestro, donde predominan los grupos parlamentarios sobre los diputados –que mantienen una relación de dependencia y sumisión con sus respectivos partidos–, las enmiendas a un proyecto pueden ser un vehículo idóneo de las demandas de los grupos de influencia. Las enmiendas pueden ser propuestas por los parlamentarios individualmente. Numerosas estrategias de lobbismo tienen su razón de ser en un determinado artículo o precepto recogido en el proyecto legislativo y no en su globalidad.
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Hay que contar con que no todas las votaciones son el reflejo de los votos del Gobierno contra los de la oposición, y viceversa. Son numerosas las normativas aprobadas por los dos grupos mayoritarios de la Cámara. No obstante, es preferible que el parlamentario o parlamentarios objetivo del lobbismo no sea favorable a nuestros argumentos, a que estén en contra. Este principio es básico si el lobbismo pretende orientar a su favor la postura del legislador a través de las enmiendas transaccionales previstas en el artículo 118.3 del Reglamento del Congreso de los Diputados. Éstas tienden a conseguir una aproximación entre las posiciones diferentes y a dotar, por tanto, al precepto enmendado de un más amplio consenso. Su uso es habitual y, en comisión, su admisión es automática. La Mesa podrá admitir a trámite nuevas enmiendas que se presenten en este momento por escrito por un miembro de la Comisión siempre que tiendan a alcanzar un acuerdo por aproximación entre las enmiendas ya formuladas y el texto del artículo. Pero en el Pleno del Congreso es necesario, además, que ningún grupo parlamentario se oponga a su admisión y ésta suponga la retirada de las enmiendas respecto a las que se transige.
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Habida cuenta de la complejidad de algunas leyes, los diputados aceptan, normalmente casi sin modificaciones, las propuestas de los grupos de influencia sobre materias muy específicas y de escaso contenido político (Castillo, 2001). No hay que olvidar que la formación de los diputados no suele ser acorde con los asuntos que su grupo parlamentario o partido político le ha encargado dentro de sus competencias parlamentarias, por lo que agradece toda la información que el lobbismo le pueda aportar.
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Evitar el síndrome de "los-amigos-en-altos-cargos": antes de utilizar contactos, se debe contar con un caso que sea defendible y poseer un conocimiento perfecto de cuáles son los procedimientos de la toma de decisiones.
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Evitar el síndrome de "esto-se-resuelve-con-una-comida": los intereses defendidos deben ser presentados correctamente a través de un informe (position paper) con la información y documentación que los respalden. Asimismo, deben razonarse inteligente y sutilmente.
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Evitar el síndrome de "intervenir-ahora-y-pensar-después": debe realizarse siempre un trabajo exhaustivo de investigación, en el sentido de ser capaz de prever las reacciones de la Administración.
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El poder real de la Administración pública reside mucho más abajo de la cadena jerárquica de lo que habitualmente se cree.
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Las decisiones ministeriales suelen ratificar las iniciativas avanzadas por los miembros de sus equipos. Estamos en lo mismo; el proceso de formulación de políticas concretas se inicia desde arriba mucho menos de lo que se piensa.
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Las decisiones administrativas raras veces son unívocas. Son fruto de decisiones y alianzas complejas que involucran a varios ministerios, comisiones interministeriales, el Parlamento, la opinión pública, el Gabinete de la Presidencia del Gobierno y el partido gobernante.
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el proceso de decisión con su base jurídica, su cronología y el rol de cada uno de los actores institucionales,
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las posibles alternativas, y
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la dimensión jurídica de la argumentación.
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La obtención de una moratoria. El debate jurídico puede durar tiempo, pero lo más importante es que cuando nuevas razones jurídicas aparecen en un proyecto decisorio, éste empieza un camino de más de una ida y vuelta entre las instituciones.
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Unas decisiones más favorables y menos limitativas.
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Unos decisores más favorables, pues se amplia el abanico de nuevos interlocutores.
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Una desestabilización de expedientes o tesis adversas, que permite contraactuar en otro terreno, con la ventaja de renovar el lenguaje y redefinir el argumentario.
1.7.Instrumentos de la investigación
1.7.1.Seguimiento y vigilancia de Internet
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Que es necesaria la validación de las informaciones. Los datos de origen institucional son, evidentemente, fiables, pero exigen ser interpretados. Las informaciones de origen privado son menos seguras, incluso aquellas que provienen de agentes sociales próximos a las instituciones, como los medios de comunicación. Hay que tomarlas con precaución.
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Que Internet es también una importante arma de comunicación y de desinformación. En este sentido, en nuestra actividad de seguimiento hemos de incorporar medios de defensa para: en primer lugar, conocer mejor los argumentos adversos, identificando aquéllos con más repercusión en línea; en segundo lugar, detectar en los grupos de noticias, foros, blogs, wikis y otras formas de comunicación electrónica, aquellos mensajes negativos que afectan a nuestra organización y/o a nuestros puntos de vista, y, por último, descubrir, desde el principio, las campañas de opinión promovidas para apoyar tesis adversas.
1.7.2.La agenda de contactos
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Conocer al hombre o mujer ad hoc. Es decir, ser capaz de localizar en la esfera pública quién se hará cargo del expediente de una futura decisión. Si es posible, saber más sobre su poder real, sobre sus ideas, sobre cómo responde a una iniciativa de influencia. Frecuentemente, un lobby establece, a través de la compilación de sucesivos organigramas, la trayectoria profesional de cada potencial interlocutor, con lo que puede así responder a posibles preguntas de sus clientes en tiempo real.
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Conocer los canales de información. La agenda tiene sus limitaciones, por lo que hay que disponer de intermediarios. Una buena agenda supone también, en número suficiente, personas capaces de informar sobre los decisores que no conocemos directamente. Estos informadores son contactos relevo.
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Informarse a través de los contactos relevo, es decir, de aquellos individuos que poseen informaciones sobre los decisores públicos que no forman parte de la red de contactos del lobbista. Estas personas deben ser de plena confianza para poder responder al lobbista sobre cuestiones externas a sus competencias. Este tipo de contactos pueden ser representantes que el propio lobby haya situado en puntos estratégicos de los circuitos informativos.
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Participar en las coaliciones. Los aliados eventuales son fruto de un conocimiento previo.
1.7.3.Establecimiento y mantenimiento de relaciones personales
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El acceso a una información precoz. Los indicios más preciosos de lo que va a ocurrir, lo que algunos denominan signos débiles, provienen básicamente de la red de contactos.
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Posibilidades de intercambio. No estamos solos buscando información. Otros poseen los datos que estamos esperando y quizá están pesquisando informaciones que para nosotros son banales. Hemos de intentar intercambiarlas.
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El concurso de nacionalidades múltiples, determinante cuando la decisión perseguida por el promotor del lobbismo afecta a distintos países. Lo mejor en estos casos es adoptar la táctica del camaleón.
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La información proviene de varias capitales. Tener representantes en los principales centros de decisión en el extranjero permite a menudo lograr informaciones que, de otro modo, serían difíciles de obtener.
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El concurso, excepcional, de personalidades fuera de lo común. Estos personajes, por su nombre y su extraordinaria agenda de relaciones, pueden abrir puertas o desbloquear sistemas allí donde otros fracasarían.
2.Planificación
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Definición de los objetivos.
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Selección de los públicos objetivo.
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Selección del momento de intervención.
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Elaboración de los mensajes, con especial consideración a la construcción de los argumentos subyacentes.
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Diseño de las formas de intervención.
2.1.Definición de los objetivos
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Su realismo. Es el atributo primordial, pues intentar lograr lo imposible, perder el tiempo. Intentar, por ejemplo, modificar la evolución de las normas sobre la contaminación atmosférica es sinónimo de fracaso. No se puede ir a contracorriente. El grado de realismo no viene determinado por la naturaleza del interés, sino por circunstancias sociopolíticas. De otro modo, por ejemplo, los grupos antiabortistas que apoyan su postura en el interés por la protección del derecho a la vida tendrían siempre la partida ganada de antemano. De ahí, el resto de características que deben poseer los objetivos de un proyecto de relaciones estratégicas con los poderes públicos.
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Su adaptación al contexto. El objetivo depende del equilibrio de fuerzas, del estado de los expedientes, de la sensibilidad de la Administración.
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Su adaptación a las tendencias políticas. Un objetivo tendrá más garantías de éxito cuanto más coincida o parezca coincidir con las intenciones de los decisores públicos. El grado de vinculación del objetivo al interés público es proporcional al de su consecución.
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Su flexibilidad. Durante la fase de planificación el objetivo debe ser lo suficientemente amoldable a cualquier cambio de rumbo en el proceso de toma de decisiones. La evolución de los expedientes suele generar revisiones de posicionamientos. En ocasiones será necesario renunciar a una parte del objetivo propuesto sin por ello renunciar al todo, aunque sea para ganarse la confianza y conseguir el apoyo de nuevos socios de acción e incluso la creación de alianzas con ellos.
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Su dinamismo. Lo ideal es que el objetivo se traduzca en una estrategia ofensiva y no defensiva, de tal manera que el objetivo no sea tanto el defender una norma demasiado imperativa, como el obtener una norma que obligue a los demás.
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Centrarse en lo esencial. No se trata de volver a redactar un texto normativo, sino de inflexionarlo a nuestro favor. Cuanto mayor sea la proximidad de nuestra contrapropuesta al proyecto inicial, más posibilidades tendrá de ser aceptada por sus redactores.
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Ser constructivos. La elección de los lobbistas se limita a menudo a oponerse a la propuesta o a contribuir a ella. Sólo esta última posición tiene la ventaja de añadir aspectos positivos o de acentuarlos. El realismo lleva a aceptar limitaciones inevitables y a sacar partido a nuestra tesis, suavizando nuestras pretensiones, aceptando soluciones medias y medidas transitorias (incluidas las ayudas financieras). Estos "compromisos de buena voluntad" (Clamen, 2005) exigen escuchar los objetivos de las otras partes y actuar con creatividad.
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Situarse respecto a las estrategias públicas. Al lobbista le interesa, en la medida de lo posible, ir en el sentido que desean los poderes públicos. Si no es posible, entonces la mejor solución es no oponerse frontalmente. El lobbista, como profesional de las relaciones públicas, debe ser ante todo un colaborador, aunque, eso sí, prudente.
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Pensar en términos de coste-efectividad. El objetivo no puede disociarse del coste de las acciones programadas ni de sus posibilidades de éxito.
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De la decisión en sí misma, más o menos avanzada, más o menos influenciable. Entre los servicios públicos, a menudo divididos, algunos serán favorables a la propuesta del grupo de influencia. Un elemento importante es el coste de esta propuesta para las finanzas públicas.
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De las tendencias a largo plazo. Las decisiones serán más fáciles de tomar cuanto más coincidan con la doctrina o las orientaciones públicas, o bien con tendencias sociales (ecología, consumismo, freno al cambio climático, etc.).
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De la opinión pública y de sus expectativas, sobre todo si son cubiertas por los medios de comunicación.
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De la solidaridad profesional. ¿Cuáles son los grupos favorables? ¿Y los antagonistas? ¿Podemos calcular su peso en términos de influencia sobre la toma de decisiones? ¿Es posible aliarse? Las respuestas a estas preguntas exigen conocer los objetivos de terceros y pueden suponer replantearnos los nuestros.
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De la reputación. Un objetivo no puede desvincularse de la reputación de aquel que lo persigue. Los banqueros son ricos, la industria del petróleo contamina. Por muy discutibles y reduccionistas que sean estos estereotipos, deben estar presentes en los miembros de estos colectivos a la hora de emprender una actividad de lobbismo: ¿cómo pedir una subvención o una derogación relativa al medio ambiente sin tenerlos en cuenta?
2.2.Selección de los públicos
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Las instituciones decisorias. En España: Gobierno, ministerios, Congreso de los Diputados, Senado, comisiones interministeriales y otros órganos especializados. En la UE: Comisión, Consejo y Parlamento.
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Los órganos consultivos: En España: el Consejo Económico y Social, por ejemplo. En la UE: el COREPER, el CES o el CR, por ejemplo.
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Terceros países implicados, sean decisorios o no. Se trata de identificar a posibles contendientes o de encontrar aliados que, una vez movilizados, intervendrán por la vía diplomática.
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Los círculos regionales o locales.
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Los círculos empresariales: empresas, asociaciones empresariales, proveedores, clientes, etc. Cualquiera de las partes que intervienen en el proceso de producción, distribución y comercialización.
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Los círculos sociales: empleados y sindicatos.
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Las organizaciones sin ánimo de lucro: ONG, grupos ecologistas, de consumidores, etc.
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La presentación de la decisión que se debe tomar, en forma de alternativa.
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La relación de todos los actores interesados, o susceptibles de estarlo. Cada uno se clasificará en función de dos criterios: su posición en la alternativa y su dinamismo, mayor o menor, sobre el tema.
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La formalización de una cartografía cuya finalidad es dividir los actores en universos que se deben tratar diferentemente: implicar, neutralizar, etc.
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Los matices entre los diferentes servicios públicos que, lejos de lo que pueda pensarse desde fuera del aparato burocrático, no son monolíticos ni unívocos.
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Los intereses ocultos, a menudo asociativos. Hay que contar con aquellos actores menos aparentes que pueden tener un peso importante en la toma de decisiones.
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Entre los protagonistas, ¿quién nos ayudará? Reunirse con los decisores que comparten nuestra tesis puede ser agradable, pero poco productivo. Se trata ante todo de verificar su posición y de que confirmen su apoyo. En el caso de los parlamentarios, este apoyo implica su presencia en el debate, por lo que hay que tener cuidado con el absentismo.
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¿Qué actores no tienen todavía una opinión? Estos actores neutros son, a menudo en la práctica, los más importantes. Lo más razonable será encontrarse con ellos antes de que se hayan posicionado.
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¿Quién se opondrá? En general, se percibe claramente. Pero ¿cómo tratarlos? Se trata de uno de los temas más debatidos: ¿hay que avisarlos o hay que ignorarlos?
2.3.Selección del momento de intervención
2.4.La argumentación
2.4.1.Tipología
2.4.2.Funciones y objetivos
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Informar, inspirar confianza, seducir y convencer. Estas cuatro funciones indisociables dependen del cumplimiento de los objetivos que desarrollamos a continuación.
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Exponer la tesis. La argumentación presenta las razones que justifican la postura adoptada, lo que hay que cambiar en la ley o proyecto y por qué. Es fundamental exponer los efectos negativos que la toma de la decisión, o su omisión, puede provocar a la organización.
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Transmitir una identidad. La argumentación no sólo debe ser transmisora de un mensaje, sino de una idea de seriedad, credibilidad y confianza. No es suficiente con tener relaciones, hay que ser creíble, por lo que la argumentación está en la base misma de la creación de una confianza mutua lobbista-interlocutor.
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Colaborar con los decisores, aportando un punto de vista sólidamente argumentado. De esta manera, las decisiones serán lo más fundadas posible.
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Elegir el escenario del debate. El expediente normativo tiene varias facetas; algunas más favorables que otras para el lobbista. No hay razón alguna para quedarse con las que los decisores o los adversarios hayan elegido. Por ejemplo: limitar la publicidad del tabaco está en consonancia con el interés público de defensa de la salud, pero puede ser enfocado como un atentado a las libertades públicas y a valores superiores como la tolerancia. Trasladar el debate a otros ámbitos se ha convertido en una de las principales tácticas del lobbismo.
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Oponerse a las argumentaciones adversas. La utilización de contraargumentos para contrarrestar posturas contrarias a la nuestra, demostrando sus debilidades y límites, es de gran utilidad para el legislador. Pero esto requiere conocer los argumentos adversos, ya sea directamente o a través de sus proclamas escritas.
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Los argumentos emitidos anteriormente por otros actores. Por ejemplo, los medios de comunicación vehiculan muchos argumentos, aunque de desigual valor. Asimismo, el lobbista debe prestar mucha atención a los debates legislativos o normativos donde los representantes de los poderes públicos se posicionan y argumentan sus posicionamientos.
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Las concordancias con orientaciones estratégicas de los poderes públicos. Son muy útiles, pues será mucho más fácil convencerlos si nos basamos en la doctrina pública y contribuimos –al menos aparentemente– a objetivos públicos.
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El producto de los análisis, ya que muchos argumentos surgen de estos resultados de manera casi mecánica.
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El análisis de argumentos adversos. Se trata de no subestimar a los adversarios. La mejor manera de encontrarlos es escuchar, recibiéndolos a través de diferentes fuentes: lo que circula de boca en boca, las asociaciones empresariales o la lectura de comunicados de prensa, de las cuestiones parlamentarias y de sus respuestas.
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Los "argumentos objetivos clásicos". Algunos argumentos se han convertido en verdaderos leitmotiv.
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Conformidad con la política general: grandes principios (libertades, igualdad, justicia, etc.), tratados y acuerdos internacionales, y orientaciones de los partidos en el poder.
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Conformidad con compromisos anteriores: promesas electorales, anuncios públicos y compromisos internacionales.
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Participación en objetivos de interés general: sanidad, seguridad, medio ambiente, empleo y condiciones laborales, tendencias sociales (derechos humanos, calidad de vida, costumbres).
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Respuesta a demandas de grupos de influencia representativos: ONG, asociaciones sin ánimo de lucro.
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Efectos positivo o neutro sobre las finanzas públicas.
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Imposibilidades. Se trata de demostrar que el proyecto es irrealizable. La imposibilidad puede ser técnica: imposible implantarlo, calibrarlo, controlarlo, etc. Estos argumentos pueden basarse en experiencias anteriores que han fracasado o en datos que evidencien que su coste será demasiado elevado. La imposibilidad puede ser jurídica, es decir, sería una opción ilegítima: no conforme a los textos fundamentales (Constitución, tratados); atentatorios a los derechos fundamentales, a las libertades, a la igualdad entre ciudadanos, a la libre circulación, etc., u objeto de procesos impugnables (competencia de las instituciones, base jurídica, etc.). Por último, la imposibilidad puede ser también política: inaceptable para la opinión pública, dificultades para explicarlo y justificarlo, contradicción entre las diferentes apreciaciones "culturales" de los países miembros, las tesis defendidas son contrarias a los proyectos políticos de los decidores.
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Inutilidad. Se trata de mostrar que el proyecto no es necesario: se basa en ideas falsas, los hechos que lo motivan no están fundados, se puede alcanzar el mismo resultado a través de otras vías, en otros foros político-burocráticos se sustancian estos temas de manera distinta.
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Ineficacia. Se trata de probar que el proyecto será inoperante: la norma prevista no cubre todas las situaciones; omite casos relevantes; la regla general prevista es buena, pero para situaciones excepcionales; habrá efectos inducidos, pero no tenidos en cuenta, que serán contrarios a los pretendidos.
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Peligros, efectos negativos. En este caso no se trata de rebatir la medida propiamente dicha, sino que se subrayan las consecuencias que la convierten en inaceptable: costes inducidos para las finanzas públicas; costes inducidos para los actores económicos en términos de competitividad (especialmente para las exportaciones), de amenazas para el empleo, insuficiencia de inversiones, deslocalizaciones, aumento de precios, etc.; efectos negativos para los consumidores, sobre la sanidad, sobre las condiciones de trabajo, etc.; efectos negativos sobre el medio ambiente, la protección de los animales, la ordenación del territorio; efectos negativos sobre la cultura, la protección de las lenguas nacionales, la creación artística, etc.
2.4.3.Concepción y validación
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Inspirar confianza, por su representatividad y por su seriedad.
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Informar, aportando elementos factuales que aclaran y apoyan la tesis defendida.
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Desmentir o neutralizar la argumentación adversa.
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Seducir, generando al decisor ganas de saber más sobre el asunto, de encontrarse o reencontrarse con los defensores de la tesis.
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Convencer a través de la lógica del razonamiento, aunque esto es también el resultado de los puntos anteriores.
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Identificación inmediata de la decisión objeto del lobbismo, del lobbista, de la organización.
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Presentación clara y sobria, esencialmente informativa. Texto de fácil comprensión y de lectura agradable: frases cortas (tres o cuatro líneas como máximo), lo mismo que los párrafos (de diez a doce líneas) y aún más la conclusión (cuatro o cinco líneas).
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Desarrollo lógico: plan claro. Ejemplo: situación actual, inconvenientes, medidas propuestas, ventajas esperadas y, como conclusión, una propuesta.
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Precisión: cifrar, cuantificar, aportar informaciones de hechos, otorgar más peso a la tesis que a las declaraciones de principios.
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Brevedad: la longitud no debería superar una página, si bien se pueden adjuntar anexos también cortos (dos o tres páginas cada uno). Para el caso de presentar dictámenes o propuestas de legislación alternativa, lo ideal es no pasar de las treinta páginas. No hay que aburrir a los decisores ni confiar en que dedicarán mucho tiempo a nuestras propuestas.
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Adaptación a cada destinatario: no es lo mismo enviar un informe a un parlamentario, a un gestor público o a los medios de comunicación. Ante un burócrata, el lobbista deberá seducir al funcionario haciéndole percibir su contribución al trabajo burocrático, mientras que en la esfera política se trata más de demostrar que las intenciones del legislador coinciden con la tesis del lobbismo, lo que generará una plusvalía de imagen pública para aquél.
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Hacerlo leer a una persona de confianza, externa a la problemática.
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Reformularse preguntas sobre su coherencia: ¿el lenguaje es acorde con el que usamos habitualmente?
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Volver al objetivo inicial: con estos argumentos, ¿realmente lograremos lo que pretendemos?
2.4.4.El recurso a los expertos
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el dispositivo comunitario deja un amplio lugar a las consultas de personas que, sin tomar parte decisivamente en la decisión, emiten una opinión a título personal, colectivo o, incluso, institucional;
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sin poseer poderes formales, estas personas tienen informaciones útiles y, a menudo, capacidad de influencia.
2.5.El diseño de los modos de intervención
2.5.1.El lobbismo directo
2.5.2.El lobbismo de base
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¿Quién, más allá de nuestra propia organización, puede estar afectado financieramente?
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¿Quién toma la decisión?
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¿Cuál es el proceso de decisión?
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¿Quién puede contactar con los decisores? ¿Quién aconsejará a los decisores?
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¿Cuáles son las personalidades de confianza de los decisores? ¿Por qué confían en ellos?
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¿Qué tipo de mensajes, de argumentos puede convencer a un decisor o modificar su decisión?
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¿Cómo reaccionan los otros actores implicados? ¿Hacen valer sus puntos de vista?
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¿Cómo podemos formar una coalición? ¿Qué podemos exigir de cada miembro de la coalición?
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¿Qué podemos realmente hacer para desestimar, enmendar o retrasar una proposición?
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¿Cómo podría afectar a la comunidad una decisión de la parte adversaria?
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¿Cómo podemos alertar a la comunidad sobre las consecuencias de las acciones de los adversarios?
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¿Cómo podemos llamar la atención de los decisores en caso de descontento colectivo?
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¿Cómo podemos atraer el interés de los medios de comunicación sobre la problemática? ¿Cómo podemos hacer que intervengan?
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¿La decisión afecta a una necesidad percibida o real? Si es sólo percibida, ¿cómo podemos presentar el expediente de manera que la prensa, nuestra coalición y sus simpatizantes se unan a nuestros intereses?
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Seleccionar los objetivos. Ninguna campaña de lobbismo requiere acceder a todos los congresistas o legisladores.
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Centrarse en los públicos persuadibles. Es mejor limitar al público concentrándose en los indecisos.
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Crear coaliciones basadas en el interés económico propio. Conviene centrarse en aquellos individuos y organizaciones que puedan ver sus intereses económicos afectados por la decisión en cuestión.
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Pensar políticamente. Encontrar a aquellas personas que conozcan personalmente o tengan alguna conexión con los decisores clave (contactos relevo).
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Las cartas son el mejor método. Las cartas personales son las más eficaces, mucho más que las postales, los envíos masivos de correos electrónicos y las peticiones de firmas. Las mejores cartas son cortas y sencillas. Evidentemente, en el soporte que más convenga: electrónico o tradicional.
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Facilitar la cooperación. Conviene suministrar un borrador de la carta. Si se opta por el correo ordinario, también es preferible suministrar papel, bolígrafos e incluso sellos.
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Organizar reuniones. En una estrategia de lobbismo parlamentario de base, la mejor vía de comunicación es organizar una reunión en el distrito electoral de procedencia del legislador en cuestión con un grupo de electores involucrados.
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Evitar las tácticas furtivas. Si uno no puede decir abiertamente qué, en nombre de quién y por qué promueve los intereses, conviene replantearse si la campaña vale la pena.

3.Ejecución
3.1.Técnicas de lobbismo directo
3.1.1.El position paper
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Los legisladores y las comisiones parlamentarias.
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Los ayudantes o asistentes de los parlamentarios.
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Los responsables de organismos ejecutivos y reglamentarios.
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Los medios de comunicación social.
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Las asociaciones profesionales o los aliados potenciales.
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Todos aquellos actores que participan en estrategias de lobbismo de base y el conjunto de personas que tienen un interés en la organización promotora.
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Los miembros de la organización promotora del lobbismo.
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La representatividad de los portavoces. El position paper debe indicar primero el peso, en términos de influencia, de la organización que se expresa a través de él. A menos que se trate de un grupo o una compañía muy notoria, debe probar en sus primeras líneas la representatividad de lo que está en juego, evidenciando la dimensión general del tema, su incidencia sobre todo un sector de actividad, todo un sector profesional, toda una región. Los argumentos de los grandes grupos empresariales europeos suelen empezar por: "Agrupamos a X compañías que representan Y puestos de trabajo en N países de Europa". Incluso Business Europe, a pesar de su poder de influencia, inicia sus position papers como sigue: "Business Europe, la voz de los círculos empresariales de Europa,...".
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La seriedad. Este criterio está ligado a la calidad de la experiencia. Los position papers deben basarse en estudios, sondeos y afirmaciones de personalidades incuestionables.
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El uso de distintos registros. El argumentario debe sobrepasar la lógica. Si es bueno que contenga deducciones en el sentido matemático del término, no debe reducirse a este registro. Los mejores argumentarios apelan también al registro emocional, pero sin excederse: el 30% de los diputados del Parlamento Europeo vincula la ineficacia del lobbismo parlamentario a argumentos demasiado agresivos y emocionales (Burson-Marsteller, 2002).
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La presentación de la tesis. La tesis debe formularse de manera que sea aceptada por los decisores. Por ejemplo, ante una normativa que pretendía prohibir el uso de ciertas sustancias en la fabricación de pinturas, el grupo de fabricantes centró su tesis en el daño que se hacía a la creación artística y no en el que afectaba a la propia pintura como producto.
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Tener en cuenta los prejuicios y los estereotipos. Los poderes públicos tienen una imagen formada de los intereses defendidos a través del lobbismo. El lobbismo debe conocerla y considerarla. Ya hemos indicado cómo los banqueros o las petroleras sufren estas percepciones.
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La personalización. El registro lingüístico debe recurrir, sin excederse, al lenguaje propio del interlocutor: parlamentarios, altos funcionarios, opinión pública, bases populares, etc., y de sus preocupaciones.
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Un título que afirma la posición del grupo de influencia.
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La presentación del emisor que fije claramente su importancia y representatividad.
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Un resumen en pocas líneas de la problemática abordada y un enunciado de la solución propuesta.
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Una presentación del posicionamiento de la organización respecto a la problemática, acompañada en su caso de una refutación de los argumentos de la(s) parte(s) adversa(s). Cuando sea posible, no hay que dudar en redactar un argumentario referido directamente a la equidad y a la moral. Esta presentación no debe superar los tres párrafos.
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Una evidencia del impacto de la problemática sobre las actividades de la organización o de sus miembros (aumento o pérdida de empleos, fiscalidad, efectos sobre la comunidad, incidencia sobre los proveedores, etc.). Deben privilegiarse los argumentos que no se contentan sólo con mencionar las pérdidas de volumen de negocio o de beneficios, y jugar con lo afectivo sin excederse.
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Una muestra de apoyo de terceras partes. La confirmación de argumentos presentados por terceros a la sociedad o a la organización tiene a menudo más valor que sus propias afirmaciones. Si esta confirmación procede de organizaciones de gran notoriedad y/o con una reputación de neutralidad (por ejemplo, una universidad o un organismo público), aún mejor.
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El impacto sobre los consumidores o el público en general. Siempre es importante demostrar que los ciudadanos y/o consumidores comparten nuestro interés. Una vez más, si es posible, es eficaz mostrar el apoyo de estos argumentos por terceros.
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Una conclusión aislada que recuerde la posición del grupo de influencia y evoque los resultados esperados, lo más positivamente posible.
3.1.2.Los contactos mediados
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Cartas y correos electrónicos cortos y directos: el tiempo es precioso y una carta o un correo electrónico conciso será mejor atendido.
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El mensaje debe ser preciso, basarse en hechos y cifras y no exagerar.
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Hay que indicar claramente en el encabezado el nombre y cargo del destinatario y la referencia del proyecto normativo concernido.
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No intimidar ni amenazar, y menos aún pretender dar clases al decisor: sólo valen los hechos y una opinión honesta.
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Coherencia en el argumento escrito: si se tiene una idea particular sobre la cuestión, hay que presentarla de manera lógica.
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Utilizar un lenguaje propio, ya que utilizar cartas proforma produce reacciones negativas en el decisor.
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Una correcta expresión escrita.
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Intentar centrarse en las cuestiones más importantes, ya que tratarlas todas puede disminuir el impacto del mensaje.
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Agradecer al decisor la atención prestada, independientemente del posicionamiento que haya tomado acerca de los intereses en juego: lo cortés no quita lo valiente.
3.1.3.Los encuentros con decisores
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El timing previsto: cómo se desarrollará la reunión.
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Las preguntas que se piensan plantear: así se maximizan las posibilidades de un resultado favorable.
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Una indicación clara de qué pretendemos con la reunión: esto es crucial, pues si la meta de la reunión no está clara, el encuentro no tiene sentido alguno.
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Un breve currículo del interlocutor.
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Unicidad de portavoz para evitar equívocos, ya que los argumentos deben ser claros y unívocos: si se asiste con expertos técnicos o jurídicos, su función será la de asistir al lobbista y no para sustituirle.
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Brevedad, ya que el tiempo de los políticos y cargos públicos es precioso y, a mayor esquematismo, mayor probabilidad de memorización. Los altos funcionarios y los parlamentarios suelen disponer, como máximo, de entre 30 y 45 minutos.
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Cuidado con las ironías, ya que el sentido del humor no es universal.
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La geografía. Por ejemplo: para encontrar el apoyo de un eurodiputado, hay que buscar, entre los españoles, aquel que está vinculado a la región que está especialmente afectada por la decisión.
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La comisión a la que pertenece y, eventualmente, su especialidad profesional. Si se actúa en el ámbito de la sanidad, tendremos interés en reunirnos con un decisor que sea médico.
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Amable. Los encuentros personales ganan efectividad si son distendidos. Siendo amable, se hacen respetar las informaciones y los puntos de vista.
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Puntual. Los representantes de los poderes públicos tienen unas agendas muy llenas. El lobbista debe no sólo ser puntual, sino ser tolerante con los retrasos de sus interlocutores.
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Breve. Ya hemos indicado que las reuniones no suelen durar más de 45 minutos, y es media hora la duración habitual, excepto que se trate de un trabajo muy técnico con un funcionario. La dinámica debería ser: rápido intercambio de tarjetas (si se trata de una primera visita), exposición del tema (cinco o seis minutos), respuesta a las preguntas que formule el decisor. Para ser breve hay que centrar la exposición en los puntos clave y relativizar el resto.
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Atento, cooperativo. El lobbista debe tomar nota de todo lo que se diga en la reunión y no fiarse de su memoria. Debe anotar especialmente toda solicitud de información complementaria por parte del decisor y transmitirla lo antes posible. También debe ser capaz de suscitarla ("¿quiere que le enviemos una breve nota al respecto?").
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Concluyente. Le corresponde a nuestro interlocutor mostrar que la entrevista ha finalizado. Pero, cuando nos levantemos, podemos resumir lo esencial en una frase: nuestra representatividad y nuestras expectativas. Con esto el interlocutor –que no nos recibe únicamente a nosotros– puede acordarse mejor, incluso memorizar, nuestra posición. Es entonces el momento de librarle el position paper, si no se ha enviado antes, ya que si se le entrega al principio pasará la mayor parte de la reunión leyéndolo, con lo que se minimizan los efectos positivos del encuentro. Es evidente que si nos solicita el documento al inicio del encuentro, se lo entregaremos.
3.1.4.La carta abierta
3.1.5.Libros verdes/blancos
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Los libros verdes publicados por la Comisión Europea son documentos cuyo objetivo se centra en estimular una reflexión y lanzar una consulta en el ámbito europeo sobre un tema concreto (por ejemplo, la política social, la moneda única, o el propio lobbismo como hemos visto en el módulo "Lobbismo"). Las consultas suscitadas por un libro verde pueden ser el origen de un libro blanco con el fin de traducir los resultados de la reflexión en medidas concretas y en acciones comunitarias (Gosselin, 2003).
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Así, los libros blancos, también publicados por la Comisión, son documentos que recogen propuestas de acciones comunitarias en sectores específicos y que, como hemos dicho, en ocasiones son la prolongación de libros verdes. Son ejemplos de libros blancos aquellos sobre la realización del mercado interior, la competitividad o el empleo. Cuando un libro blanco es acogido favorablemente por el Consejo, puede conducir a un programa de la Unión en el sector del que se trate (Gosselin, 2003).
3.1.6.El libro de lobbismo
3.2.Técnicas del lobbismo indirecto

3.2.1.Técnicas del e-lobbismo o ciberlobbismo
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Indicar con claridad el objeto de nuestro correo electrónico.
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Ser claro y sucinto. Hay que limitar el mensaje al extremo particular que queremos subrayar, y evitar, en la medida de los posible, utilizar documentos adjuntos y/o enlaces de hipertexto.
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Ser específico. Al igual que una buena carta, el mensaje de correo electrónico debe indicar claramente lo que se quiere obtener del decisor, o lo que no se quiere que haga, especificando los motivos.
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Mencionar nuestro nombre y la dirección postal.
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Dirigir el mensaje a un único destinatario. Aunque se envíe el mismo mensaje a varios diputados, por ejemplo, es importante enviarlo individualmente. La probabilidad de que el correo electrónico sea leído y respondido disminuye bastante si el destinatario no es más que un nombre en medio de una larga lista de distribución, o si éste constata que es miembro de tal lista.
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Evitar la saturación de información. No conviene enviar diaria o regularmente el mismo mensaje a un decisor si no ha respondido. Este comportamiento muy posiblemente acabará consiguiendo el resultado contrario.
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Ser realista. Es poco probable que el correo electrónico sea leído directamente por el decisor. Al igual que ocurre con el correo ordinario, el mensaje será filtrado por su asistente, que desempeña el mismo rol que el gatekeeper en las relaciones con la prensa.
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la posibilidad de llegar a miles de personas en pocos minutos;
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la posibilidad de incluir enlaces hacia sitios web, cuestionarios u otras aplicaciones;
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la posibilidad de dirigirse a un público objetivo muy preciso;
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la posibilidad de medir el feedback a tiempo casi real,
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y un coste entre diez y veinte veces inferior a una campaña de correo ordinario de magnitud similar.
3.2.2.Organización de eventos especiales
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Ofrecen y constituyen una buena oportunidad para invitar a los destinatarios del proyecto de lobbismo (altos funcionarios, parlamentarios, etc.) en calidad de ponentes o como meros asistentes.
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La edición de las conclusiones del evento constituye una declaración de una situación que puede ser el inicio de una acción de lobbismo en el sentido que respalda la organización promotora. Igualmente, una vez publicadas, las conclusiones son una excelente excusa para solicitar una reunión con los decisores afectados para entregárselas personalmente y aprovechar la ocasión para reforzar nuestra postura. Finalmente, las conclusiones de eventos anteriores pueden ser un complemento ideal para un argumentario, pues su dimensión de documento de expertos es innegable.
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La cobertura informativa que suele acompañar la celebración del evento y la difusión de sus conclusiones a través de la prensa son instrumentos de influencia sobre los decisores.
3.2.3.Técnicas de lobbismo en soportes publicitarios
3.3.Técnicas transversales: la expresión escrita
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Identificación inmediata. Un título o un objeto indica claramente quién se expresa y de qué decisión se trata. Los datos del emisor deben ser claros, incluidos los de la persona de contacto.
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Presentación clara y sobria. Es decir, esencialmente informativa. Los documentos deben ser fáciles de entender y de lectura agradable: frases cortas (tres o cuatro líneas como máximo), al igual que los párrafos (no más de diez o doce líneas) y conclusión aún más breve (de cuatro a cinco líneas y en un único párrafo).
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Desarrollo lógico. El plan debe ser claro. Por ejemplo: situación actual, inconvenientes, medidas propuestas, beneficios esperados y, como conclusión, una propuesta.
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Precisión. Se trata de cifrar, cuantificar, aportar informaciones basadas en hechos que fortalezcan la tesis. No se trata de realizar una declaración de principios.
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Brevedad. El texto no debería sobrepasar una página, dos a lo sumo (entre 2.000 y 3.000 caracteres). Si ha lugar, podemos adjuntar uno o dos anexos también concisos (dos o tres páginas cada uno). Más allá de estos límites, nos encontramos ante un dosier. En caso de elaborar dosieres, su estructura debe ser clara, con los apartados y subapartados que permitan ir directamente a lo esencial (el uso de la negrita para destacarlos es fundamental) y, si es posible, precedidos de una síntesis. Estos dosieres no deberían exceder las 30 páginas.
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Adaptación. Los mensajes deben adaptarse a cada destinatario. No se puede utilizar el mismo registro si nos dirigimos a un funcionario técnico en la materia que a un político menos ducho en el tema.
3.4.El establecimiento de coaliciones (coalition building)
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el marcado carácter temporal limitado a la acción sobre una determinada cuestión, teniendo así una naturaleza ad hoc;
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la limitación de las demandas a una petición específica y concreta;
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la rapidez en la actuación, habida cuenta de que a medida que pasa el tiempo se acentúan los conflictos y las diferencias entre los grupos coaligados;
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la carencia de integración estructural; cada grupo contribuye con sus propios recursos humanos, financieros, etc., aunque trabajen conjuntamente;
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el trabajo de cada uno de los grupos en el ámbito en el que está mejor situado, con la intención de aprovechar al máximo las potencialidades de todos, y
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la disolución de la coalición como tal, una vez que se ha conseguido el objetivo perseguido.
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Las alianzas entre profesionales de un mismo sector o alianzas verticales. Aunque a primera vista parezca fácil, esta forma consigue aliar a organizaciones competidoras. Por ejemplo, la alianza entre Siemens, Philips, Alcatel, Bull y Thomson para hacer frente, en su día, a la apertura de los mercados de las telecomunicaciones en el marco del GATT.
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Las alianzas con grupos no lucrativos, que tienen como finalidad mejorar la reputación: ecologistas, asociaciones de consumidores, ONG, sindicatos, etc.
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Las alianzas con grupos institucionales. En el seno de la UE es tradicional la alianza de la Administración del Estado o la autonómica con un determinado grupo (por ejemplo: los productores de avellanas catalanes) o holding empresarial (Telefónica, por ejemplo).
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El uso de contactos relevo. Como hemos visto al analizar la fase de investigación, esta clase de alianza consiste en considerar como interlocutor a aquellos que, sin participar en la creación de decisiones, pueden defender la tesis en lugar del lobbista. Estos relevos suelen situarse en instancias circundantes a la esfera de los decisores.
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Las alianzas horizontales, que integran a grupos de influencia variados. Las alianzas con grupos no lucrativos y con grupos institucionales pueden considerarse alianzas horizontales.
3.5.La acción no violenta
4.Evaluación
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Notoriedad: capacidad de obtener una cierta presencia comunicacional en el conjunto del resto de fuentes de información/comunicación.
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Comprensibilidad: capacidad de hacerse entender.
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Identificación: capacidad de implicar al receptor.
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Credibilidad: capacidad de transmitir información creíble.
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Asociación con el emisor: capacidad de posicionar la reputación del promotor de la campaña.
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Valoración conceptual: incidencia de los valores, beneficios, etc., comunicados.
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Valoración formal: incidencia del estilo y de las técnicas y soportes utilizados.
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Impacto final: capacidad de modificar las opiniones, las percepciones, los conocimientos, las actitudes y los comportamientos, con la consiguiente generación de la predisposición positiva hacia los objetivos de la campaña.
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¿Se han tomado decisiones erróneas que hubieran podido evitarse?
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¿Son nuestra imagen y la de la organización lo suficientemente positiva?
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¿Hemos sabido aliarnos correctamente, esto es, aceptando las concesiones necesarias para seducirlos, sin perder de vista nuestros objetivos?
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¿Tiene la organización federada un suficiente peso específico en la federación para hacer valer sus puntos de vista?
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¿Se ha sacado el provecho necesario y suficiente en el acercamiento al mundo asociativo?
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¿Somos percibidos como un interlocutor válido por los decisores públicos?
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¿Han sido tratadas todas las administraciones que tienen poder decisorio sobre nuestras actividades?
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¿Se han mantenido relaciones constantes?
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¿Conocemos el peso real que el poder legislativo puede tener sobre nuestra actividad?
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¿Hemos contactado con los parlamentarios más dispuestos a defender nuestros intereses? En caso de urgencia, ¿somos capaces de movilizarlos a nuestro favor?
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¿Han estado nuestras acciones dirigidas sistemáticamente a varios niveles?, ¿a varias instituciones?
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¿Hemos generado una imagen positiva de la organización y de sus intereses? Si a pesar de haberse conseguido dicha imagen no se ha alcanzado la finalidad, ¿a qué factores se debe?
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¿Hemos expuesto nuestras argumentaciones en un lenguaje claro y creíble? ¿No nos habremos centrado exclusivamente en oponernos o retrasar las decisiones públicas?
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¿Responden los argumentos expuestos a principios, hechos o cifras? ¿Hemos sabido reflejar en cifras el impacto de un proyecto normativo?
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¿Nuestros argumentos han tenido en cuenta los adversos? ¿Podemos aceptar el hecho de salirnos de nuestra propia lógica?
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¿Tiene nuestra organización un único portavoz?
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¿No son nuestras acciones exclusivamente defensivas? ¿Podríamos aumentar el grado de iniciativa? ¿En qué escenarios actuaríamos con ventaja?
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¿Cuál ha sido y es nuestra presencia permanente en los centros de decisión, los comités consultivos, las comisiones de expertos, etc.? ¿Podemos reforzarla?
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¿Hemos seleccionado las técnicas adecuadas? ¿Nos hemos excedido en su uso? ¿Hemos olvidado algunas que pudieran habernos ayudado en la efectividad de la estrategia?
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A partir del uso de cuestionarios: entrevistas personales, entrevistas telefónicas, encuestas postales o electrónicas, paneles, encuesta ómnibus.
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A partir de otros medios: audiometría, observación personal, análisis de contenido.
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A partir de indicadores complementarios: audiencias de programas de radio y TV, difusión de periódicos, reclamaciones y consultas recibidas, cartas al director de periódicos y revistas, otros relacionados con la temática de la campaña.
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Reuniones o dinámicas de grupo.
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Entrevistas en profundidad individuales o a parejas y familias.
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Microgrupos.
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Grupos de confrontación.
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Técnicas proyectivas y de rol.
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Análisis de contenido cualitativo.
Resumen
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Conocer el procedimiento legislativo o reglamentario.
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Identificar a los actores concernidos tanto en el país de origen como, en el caso de lobbismo ante la UE, de las instituciones comunitarias. La agenda del lobbista es una herramienta esencial a la hora de identificar a sus públicos objetivo.
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Identificar las diferentes fases del proceso de decisión con el fin de poder intervenir en el mejor momento; aunque la regla general establece que cuanto antes se intervenga, más posibilidades tendremos de adaptar la decisión proyectada a nuestros intereses.
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Elaborar argumentos sólidos y creíbles. Evitar a toda costa utilizar argumentos falaces, pues no sólo no sirven para nada, sino sobre todo porque su empleo debilitaría nuestra causa.
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Respetar las jerarquías. Asegurar una relación constante con los funcionarios encargados del expediente en cuestión. No pretender saltárselos y no dudar en avisarlos si queremos contactar con sus superiores jerárquicos. En este caso, es elemental hacerles llegar una copia de las informaciones suministradas: no es caro y nos lo reconocerán.
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Ser conocido por los decisores. Conocerlos permite anticiparse a las crisis o, como mínimo, las atenúa.
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Tener posiciones socialmente aceptables, que pueden valerse del interés público o colectivo.
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Coordinar las acciones llevadas a cabo en el plano nacional y en el europeo, utilizando el mismo equipo para ambas misiones, con lo que se evitan así crasos errores.
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Estar presente en los organismos asociativos profesionales/empresariales, sabiéndolos utilizar, ya sea bloqueándolos si tienen posiciones hostiles a las nuestras, ya sea valorizándolos si nos son favorables.
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Tener muy en cuenta el factor tiempo y los errores de nuestros adversarios. Respecto a esto último, hay que ser escéptico y reconsiderar nuestra posición si cabe, pues ninguna situación es definitiva.