Historia Antigua
© Mónica Bouso García
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© de esta edición, FUOC, 2017
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Diseño: Manel Andreu
Realización editorial: Oberta UOC Publishing, SL

Introducción
«Antes de que prosiga su viaje –escalando senderos escarpados, surcando el mar a bordo de un barco, cabalgando por las estepas de Asia–, antes de que llegue a la morada de los desconfiados escitas, descubra las maravillas de Babilonia y sondee los misterios del Nilo, antes de que conozca cien nuevos lugares y vea mil cosas incomprensibles Heródoto aparecerá fugazmente en una clase magistral que la catedrática Bieżuńska-Małowist pronuncia dos veces por semana ante los estudiantes del primer curso de Historia en la Universidad de Varsovia.
Se asomará por unos instantes para enseguida desaparecer.
Desaparecerá en un segundo y tan definitivamente, que ahora, cuando pasados muchos años reviso mis apuntes de aquellas clases, ni siquiera encuentro en ellos su nombre. Están ahí Esquilo y Pericles, Safo y Sócrates, Heráclito y Platón, pero no Heródoto. Y eso que aquellos apuntes los hacíamos con mucho cuidado, pues eran nuestra única fuente de conocimientos: sólo habían transcurrido cinco años desde el final de la guerra, la ciudad estaba reducida a escombros y las bibliotecas habían sido pasto de las llamas; de modo que no teníamos manuales, el libro era un bien escaso.
La señora catedrática tiene una voz suave y monótona; habla bajo, en sordina. Sus ojos, oscuros y escrutadores, nos observan a través de los gruesos cristales de sus gafas con un interés no disimulado. Sentada en su cátedra elevada, tiene delante a cien jóvenes, de los cuales la mayoría no tiene ni la más remota idea de que Solón era grande, no sabe el porqué de la desesperación de Antígona y no sabría explicar cómo Temístocles tendió la trampa a los persas en Salamina.
A decir verdad, ni siquiera sabíamos a ciencia cierta dónde estaba Grecia ni que ese país hubiera tenido un pasado tan increíblemente rico. Tan excepcional que mereciera la pena estudiarlo en la universidad. Éramos hijos de la guerra, durante la cual los institutos de enseñanza media habían permanecido cerrados; si bien en las grandes ciudades habían funcionado ocasionalmente escuelas clandestinas, allí, en aquella aula, se sentaban chicos y chicas de pueblos remotos y de ciudades pequeñas, nada leídos, con poca instrucción. Era el año 1951, se accedía a la universidad sin exámenes de entrada pues lo que contaba era la extracción social de los estudiantes: los hijos de obreros y campesinos tenían más posibilidades de hacerse con una plaza.» (Kapuściński, Ryszard (2006) Viajes con Heródoto. Barcelona: Ed. Anagrama, pp. 9-11)
Objetivos
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Reforzar el pensamiento crítico de los estudiantes a partir de un análisis crítico de las fuentes, tanto arqueológicas como textuales, para que extraigan sus propias conclusiones sobre la importancia de la antigüedad y del legado que ha dejado en nuestra sociedad actual.
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Conocer y utilizar adecuadamente la terminología específica y las diferentes técnicas utilizadas en el estudio de la historia.
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Alcanzar unos conocimientos básicos sobre los principales períodos históricos de la zona de estudio, sus características más importantes y las fuentes para su estudio.
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Identificar las causas y las consecuencias de los acontecimientos históricos más trascendentales.
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Analizar y reflexionar críticamente sobre las fuentes textuales, historiográficas, arqueológicas, así como aprender a leer e interpretar mapas, gráficos, planos, etc.
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Ser capaz de buscar información fidedigna y adecuada a nivel universitario desde una perspectiva crítica.
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Desarrollar la habilidad de gestionar la información, es decir, capacidad de análisis y síntesis, ser capaz de elaborar un discurso coherente y sintético sobre los conocimientos adquiridos con un razonamiento crítico.