Origen y evolución de la escritura en el Próximo Oriente, Egipto y el Mediterráneo

  • Mónica Bouso García

    Licenciada en Geografía e Historia, especialidad en Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología, por la Facultad de Geografía e Historia, y en Filología Hebrea, por la Facultad de Filología, ambas de la Universitat de Barcelona; se doctoró en la misma universidad, en el año 2012, con la tesis titulada Las prácticas funerarias en el valle del Éufrates durante el tercer milenio y la primera mitad del segundo: estudio intertextual a partir de las evidencias arqueológicas y epigráficas. Ha sido investigadora en diversos proyectos que abarcan, tanto la arqueología (2014SGR1248 GRAMPO -Grup de Recerca Arqueològica a la Mediterrània i al Pròxim Orient- y el Proyecto Internacional ARCANE: Associated Regional Chronologies for the Ancient Near East and the Eastern Mediterranean como «Topic Coordinator of Burials and Funerary practices of the Area of Middle Euphrates»), como la filología (FFI2008-05004-CO2-01/FILO «Estudios de lexicografía sirio-mesopotámica en los milenios III y II a.n.e. (ELexSM) A Glossary of Old Syrian» y HUM2005-02223/FILO «Aportaciones del corpus documental sirio de la Edad del Bronce a la lingüística paleo y mesosemítica: El léxico»). Ha participado en más de cincuenta excavaciones arqueológicas, tanto en ámbito nacional (Mas Castellar de Pontós, Mas d’en Boixos en Vilafranca del Penedès, Can Roqueta en Sabadell), como internacional: en Europa (Hacki en Polonia, Le Traversant en Mailhac y Lattes en Francia, Butser Ancient Farm, Petersfield, en el Reino Unido; Cuma, Nápoles en Italia) y en el Próximo Oriente, donde ha excavado en yacimientos de Turquía (Akarçay Tepe) y de Siria (Tell Amarne y Chagar Bazar). Actualmente es profesora asociada de Historia Antigua en la Facultad de Letras de la Universitat de Lleida.

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Introducción

Indudablemente la escritura es uno de los logros más transcendentes de la cultura humana, su consecución permite no solo dejar por escrito un texto, sino la posibilidad de volver a él, de analizarlo, de reflexionar sobre él. Tradicionalmente, su aparición ha marcado la línea que daba inicio a la historia. Y esta historia –como reza el título del libro de Samuel Noah Kramer, una de las figuras más prominentes de la Asiriología,– nació en Sumer.
Sin embargo, conviene remarcar que el nacimiento de la escritura no significa la aparición de la cultura, sino que es su producto, es decir, la escritura es el resultado de una cultura compleja y madura, y no su causa. Cuando se comienzan a anotar rudimentariamente los procesos económicos, ca. 3200, en la Baja Mesopotamia, esta civilización ya había alcanzado unos niveles extremadamente complejos de organización y, ante tal complejidad, los escribas tuvieron que redactar las primeras listas léxicas y vocabularios con el fin de ordenar un número ingente de datos. En definitiva, la escritura atesta la complejidad social, económica e ideológica de la cultura de la cual deja constancia con su testimonio escrito.
En poco tiempo, esta invención se desarrolló enormemente y se expandió a todos los ámbitos de la vida. De tal manera, al registro de recibos económicos se añadieron textos literarios, y de la agrupación de tablillas dentro de un recipiente se pasó a la composición de archivos y, finalmente, a la creación de bibliotecas, como la del monarca asirio Assurbanipal en Nínive, en el siglo VII a.C. Precisamente, la excavación de esta biblioteca, entre los años 1846 y 1854, sacó a la luz la tablilla XI de la Epopeya de Gilgameš, que contiene el relato del diluvio. El testimonio de un relato del diluvio anterior al relato bíblico, como se puede imaginar, conmocionó la sociedad victoriana de la época y dio inicio al descubrimiento de un mundo hasta entonces perdido.
En este módulo trataremos la invención, la difusión y la adaptación de la escritura en las principales culturas del Antiguo Oriente, Egipto, del Egeo e Italia. Nos desplazaremos, por tanto, primero al origen de la escritura en la Baja Mesopotamia, con el sistema cuneiforme, y a Egipto, donde se desarrollaron diversos sistemas, entre ellos el jeroglífico. Veremos, seguidamente, los sistemas silábicos empleados en la Creta minoica y en la cultura micénica. Y exploraremos la invención del sistema alfabético en el Levante y su difusión a lo largo del Mediterráneo: primero, en Grecia, y, más tarde, en Italia. La difusión del alfabeto fue imparable hasta convertirse en el sistema de escritura predominante en el mundo occidental actual.

Objetivos

Los objetivos que el alumno ha de alcanzar una vez estudiados los contenidos del módulo son los siguientes:
  1. Reconocer la importancia que ha tenido la emergencia y la utilización de la escritura en todas las facetas del desarrollo de las sociedades, tanto del pasado como del presente.

  2. Reconocer la diferencia entre sistema de escritura y lengua, así como identificar los diferentes sistemas de escritura y las distintas lenguas que los emplearon.

  3. Comprender el proceso de desarrollo de los diferentes sistemas de escritura y la funcionalidad a la cual respondían.

  4. Entender el gran cambio que supuso la invención del sistema alfabético y sus consecuencias.

1.Introducción

El Próximo Oriente antiguo generó diversos sistemas de escritura. El primero apareció en la Baja Mesopotamia ca. 3200, era el sistema cuneiforme. Un poco más tarde, ca. 3000, en Egipto surgió el sistema jeroglífico. Algunos investigadores han sugerido que la escritura egipcia recibió influencias del sistema mesopotámico; si fue así, el único elemento fue la idea de escribir en pictogramas, ya que, como veremos, los dos sistemas son independientes. La escritura sumeria, como la egipcia, originalmente usó pictogramas, pero rápidamente los signos sirvieron, no solo para representar la cosa dibujada, sino que también fueron usados con un valor puramente fonético para representar palabras que no se podían expresar con una imagen concreta. De tal manera, los signos representaron tanto palabras (logogramas), como sílabas (silabogramas), que se combinaban para registrar el lenguaje.
La escritura sumeria tiene una lista de seiscientos signos (más durante el período arcaico), de los cuales aproximadamente trescientos se utilizaron ordinariamente en un determinado período. La lista de los signos egipcios incluye más de cuatrocientos signos; aunque no todos funcionaron simultáneamente, constituye una labor formidable aprender la totalidad de los signos utilizados en un mismo período. Dada tal complejidad, únicamente un escriba con años de formación y capacidad intelectual podía leer y escribir con facilidad. Inevitablemente, la escritura permaneció una posesión exclusiva de una minoría, generalmente funcionarios reales y sacerdotes, por tanto, vinculada a la corona y al templo. En definitiva, la escritura era un monopolio de la corte.
En seguida, estos sistemas de escritura fueron seguidos por otros: el Protoelamita, ca. 3000; el Protoíndico, ca. 2200; el Cretense, ca. 2000, y el Chino, ca. 1500. Todos ellos son sistemas de escritura extremadamente complejos y difíciles de manipular.
La invención del alfabeto proporcionó un nuevo sistema de escritura de una gran simplicidad. El primer alfabeto documentado tiene tan solo veintisiete o veintiocho signos, y, pronto, se simplificó (ca. 1250) a veintidós signos. Cada signo representaba un único fonema consonántico. El sistema era completamente fonético. Dada la particularidad de las lenguas semíticas, las vocales no se registraron en estos primeros alfabetos. La sencillez del sistema permitía a cualquiera ser capaz de leer y escribir. Consecuentemente, el uso de la escritura se difundió con rapidez.
Tanto es así que, en torno al siglo VIII, los helenos adaptaron el alfabeto fenicio para registrar su lengua indoeuropea* anotando, esta vez sí, las vocales. Este nuevo sistema fue de nuevo adaptado para escribir otra lengua. Aproximadamente un siglo más tarde, los habitantes del Lacio desarrollaron el alfabeto latino, el ancestro directo de los alfabetos usados para escribir la mayor parte de las lenguas de la Europa actual.

1.1.Mitos y divinidades asociados a la escritura

Consiguientemente, la escritura en todas estas civilizaciones tuvo un papel fundamental indisociable a su desarrollo. No es, por tanto, sorprendente comprobar como la escritura se asoció a elementos divinos. Cabe remarcar que, en la antigüedad, la religión impregnaba todas las facetas de la vida humana y, por tanto, encontramos su huella en todas partes. En Mesopotamia, la diosa Nisaba o Nidaba, originalmente la deidad sumeria de la caña y del cereal, lo fue después también de la escritura y de las ciencias, sobre todo las astrológicas; en el primer milenio su esposo fue el dios babilónico Nabu, el sabio dios de Borsippa, patrón de escribas; el símbolo de ambos fue el cálamo. Curiosamente, según el Mito de Enmerkar, fue en Uruk donde, por primera vez, se puso una palabra en una tablilla y, justamente, es en Uruk donde fueron halladas las primeras tablillas.
En Egipto, la asociación entre escritura y religiosidad va más allá: la lengua es definida como el habla de los dioses, manifestando de esta manera su carácter sagrado; sacralidad que fue recogida con el término griego jeroglífico (del griego hierós, ‘sagrado’, y glýphō , ‘grabar’) para definir la escritura egipcia. Se consideraba que el dios Thot había inventado la escritura e, incluso, las lenguas de los pueblos extranjeros; su poder sobre las palabras lo convertía en un mago.
También el mundo grecorromano compartió esta idea de la sacralidad de la escritura, como ejemplifica el testimonio de Diodoro Sículo, en el cual narra que la escritura fue un regalo de Zeus a las musas (Diodoro Sículo, 5.74.I-3).

1.2.Funcionalidad de la escritura

A lo largo de estas páginas expondremos los datos que tenemos sobre el origen y la evolución que tuvo la escritura en cada una de estas civilizaciones. Este objetivo incluye plantearnos: ¿cuál fue el primer uso de la escritura? ¿Por qué motivo apareció? ¿A qué necesidad o voluntad obedecía?
Para intentar responder a estas cuestiones analizaremos los primeros vestigios preservados que nos han llegado de este primer uso de la escritura. Es decir, estudiaremos los testimonios recuperados más antiguos; esto no significa que, necesariamente, sean los primeros ejemplares, ya que el azar del descubrimiento y la capacidad de sobrevivir de los materials empleados han condicionado, en gran medida, el registro del que disponemos.

2.El Próximo Oriente

Durante tres milenios, las civilizaciones del Próximo Oriente utilizaron el sistema de escritura cuneiforme, adaptándolo a las diferentes lenguas de las diversas culturas que lo emplearon. El sistema consistía en escribir con un estilete sobre tablillas de barro. El hecho de que este material sea muy resistente y, prácticamente indestructible si además ha sufrido un proceso de cocción, es lo que ha garantizado la preservación de miles de tablillas de barro hasta nuestros días.
Mapa con la localización de los yacimientos arqueológicos que han proporcionado la mayoría de tablillas cuneiformes, y en el cual se puede observar la difusión del sistema. Fuente: Wikimedia Commons
Mapa con la localización de los yacimientos arqueológicos que han proporcionado la mayoría de tablillas cuneiformes, y en el cual se puede observar la difusión del sistema. Fuente: Wikimedia Commons
De este sistema de escritura derivaron las escrituras alfabéticas, en tinta y pincel, con las cuales el cuneiforme coexistió durante siglos, hasta que finalmente, fue reemplazado por la escritura alfabética aramea sobre papiro, que proveía un sistema más eficiente de manipular la información.

2.1.El sistema cuneiforme

El sistema de escritura cuneiforme fue utilizado en la antigua Mesopotamia desde finales del IV milenio hasta el siglo II. El nombre del sistema deriva del latín cuneus, ‘cuña’, por su apariencia de impresiones triangulares sobre la arcilla hechas con un estilete de caña. Al parecer el sistema fue inventado por los sumerios, ca. 3200, en la Baja Mesopotamia para ser adaptado por muchas otras lenguas del Próximo Oriente. Entre las lenguas que utilizaron el sistema de escritura cuneiforme encontramos, en primer lugar, el acadio (y sus variantes), el eblaita, el hitita, el ugarítico y el elamita.
La aparición de la escritura se debe enmarcar en el contexto de los cambios que se estaban produciendo en la Baja Mesopotamia en el IV milenio. Este período se caracteriza por toda una serie de innovaciones en muchos ámbitos; innovaciones que serán decisivas para el desarrollo de estas sociedades, tales como la aparición de la ciudad, del urbanismo, de la arquitectura monumental y de la escritura.
Económicamente, el aumento de la productividad agrícola, premisa fundamental que garantiza a las comunidades unos excedentes alimentarios, había permitido mantener especialistas a tiempo completo. Este aumento estaba ligado a la eficiencia del sistema de canales de irrigación y a la interdependencia económica a lo largo de una gran región (a través de una red de aldeas, pequeños poblados, grandes poblados y ciudades), que originó un polo redistributivo central. Social y culturalmente, surgieron nuevas formas de organización, como la especialización profesional. Esta sociedad jerarquizada y bien organizada necesitó una autoridad, que, a la vez, requería una legitimidad ideológica que encontró en la religión. La función de los templos, por tanto, fue la de recolectar y redistribuir los productos, estas tareas fueron cruciales para la formación del estado. La imposición de unas tasas exigía, pues, una autoridad y una administración que pusieran en funcionamiento el procedimiento, un sistema de medidas y un sistema de cálculo preciso para registrar la producción de los grandes almacenes, así como un sistema de penalización para los incumplimientos. En definitiva, la gestión de esta economía redistributiva coercitiva implicaba una enorme labor.
De tal manera, se desarrollaron nuevas formas de organización administrativa fundamentales para un uso contable, como fueron: el sello cilíndrico, las bullae, los tokens o fichas y las primeras tablillas con inscripciones numéricas (todos estos elementos fueron hallados en los niveles VI-IV del distrito del Eanna, en Uruk). El resultado de este proceso fue la aparición de la escritura como una innovación tecnológica, diseñada para cumplir una función administrativa.
Así pues, la escritura en Mesopotamia sirvió, en primer lugar, para registrar los asuntos de una extensa red burocrática que controlaba las labores, los materiales y los recursos agrícolas.
A medida que la escritura devino más flexible y más competente transcribiendo mensajes, su objetivo se expandió de la esfera administrativa a las esferas de la narración y de la creación literaria. De simples listas, los textos se extendieron a la poesía, la prosa, las crónicas y la épica, así como también a textos magico-religiosos, científicos, lingüísticos, etc. Característica particular de la cultura mesopotámica fue la confección de listas de todo tipo: de vocabulario agrupando los términos por categorías, listas bilingües, listas de frases legales y formas gramaticales, silabarios, diccionarios dialectales, cosmologías y comentarios explicativos, entre otros.
Los escribas recibían una formación profesional para convertirse en funcionarios de la administración. Aunque la práctica escritural permaneció en manos de una hábil y especializada elite, su producción llegó a la vida pública y a la privada: desde las inscripciones monumentales y la diplomacia internacional hasta la correspondencia privada, los contratos y los asuntos diarios de contabilidad y de intercambio de productos.
Lectura complementaria

Una de las obras maestras de la literatura mesopotámica es La Epopeya de Gilgameš, cf. Sanmartín, J. (2005). Epopeya de Gilgames, rey de Uruk; traducción y edición de Joaquín Sanmartín. Barcelona: Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona; Madrid: Trotta.

Del mismo modo, la escritura también se propagó de las tablillas de barro a otros materiales, como las estelas de piedra y los bajos relieves que decoraban las paredes de los palacios. Por citar un par de ejemplos: el famoso Código de Hammurapi, siglo XVIII, y los relieves parietales de los palacios de las capitales asirias de Kuyunjik, muchos de los cuales se conservan en el British Museum.
Estos desarrollos tuvieron lugar durante milenios, pero veamos ahora cómo se originó este primer e ingenioso sistema de escritura en la época arcaica.
2.1.1.Los precursores del sistema de escritura (protocuneiforme)
Antes de que los sumerios desarrollaran el primer sistema de escritura, en el IV milenio, para finalidades administrativas y contables, en el Próximo Oriente la contabilidad ya se practicaba, desde la aparición de la agricultura, mediante una serie de mecanismos. La investigadora Demise Schmandt-Besserat ha estudiado estos mecanismos y ha visto en ellos los precursores directos de la evolución del sistema de escritura cuneiforme. A este precedente lo ha denominado protocuneiforme, definiendo así el estadio previo a la consecución del sistema. Se trataba, básicamente, del uso de fichas (los llamados tokens) que se fueron ampliando con la introducción de fichas más complejas, las bullae selladas con fichas en su interior, el sello cilíndrico, y, por último, las tablillas numéricas.
Pero ¿cómo funcionaban estos mecanismos? Ya con la introducción de la agricultura en el Próximo Oriente se atestan mecanismos para la contabilidad, fundamentalmente: pequeñas fichas –contadores modelados en arcilla bajo diferentes formas geométricas, lisas, sin marcas, cada una simbolizando un determinado producto– y sellos grabados. Con la aparición de las ciudades, en el IV milenio, el sistema se complicó con la introducción de fichas complejas, las bullae, y el sello cilíndrico. Las fichas complejas presentaban un gran repertorio de formas y de marcas hechas con un estilete sobre su superficie. Otra diferencia respecto a las sencillas es su distribución geográfica: mientras que las primeras se encuentran ampliamente difundidas por todo el Próximo Oriente, las segundas se han documentado únicamente en asentamientos de la Baja Mesopotamia del IV milenio, como por ejemplo en Uruk.
Estas fichas formaban parte de un sistema de cálculo y mnemotécnico usado para organizar y almacenar los datos económicos. Así pues, unas fichas significaban cosas y otras fichas números. En determinados casos, una combinación de ambas se introducía en el interior de una bola de arcilla (bullae) y se cerraba, sellando un trato comercial; con el tiempo, la operación se imprimió en la superficie de la bola y, posteriormente, la impronta se realizó sobre una superficie plana dando origen a las tablillas numéricas.
Este procedimiento tuvo consecuencias para el origen de la escritura sumeria. Las fichas simples fueron substituidas por la marca de su negativo en la tablilla de barro y las complejas dieron lugar a los pictogramas incisos. La dualidad del sistema llevó a desarrollos ulteriores: los signos impresos evolucionaron hacia la expresión de cantidades de cosas contadas (es decir, a la utilización de numerales abstractos), mientras que los pictogramas incisos indicaban la naturaleza de las cosas contadas (pictogramas que lentamente fueron evolucionando para adquirir valores fonéticos). Es curioso señalar que esta dualidad se mantiene en nuestro propio sistema que utiliza numerales (ideogramas) y letras (signos fonéticos). Al final, pues, las fichas fueron reemplazadas. El nuevo sistema de registro era mucho más práctico, ya que las tablillas mostraban claramente los signos, y rápido, ya no era necesario hacer más fichas.
Consecuentemente, se pueden identificar dos pasos en la evolución del sistema de cálculo mesopotámico: el primer paso aconteció ca. 8000, cuando las fichas de diversas formas fueron usadas para contar diferentes mercancías en una correspondencia de uno a uno. El segundo gran paso fue la introducción de numerales abstractos cuando se imprimieron signos mostrando unidades de medidas de grano: los números abstractos: 1, 2, 3, se expresaron mediante una, dos y tres cuñas, y se usaron signos circulares para las decenas, sustituyendo las diez cuñas por el signo 10.
Tablilla protocuneiforme, probablemente procedente del sur mesopotámico, ca. 3100-3000. Fuente: Wikimedia Commons
Tablilla protocuneiforme, probablemente procedente del sur mesopotámico, ca. 3100-3000. Fuente: Wikimedia Commons
2.1.2.Las primeras tablillas: los hallazgos de Uruk y Yemdet Nasr
Las tablillas más antiguas proceden de los niveles arqueológicos IV-III excavados en el distrito del Eanna de Uruk (moderna Warka) y del yacimiento de Yemdet Nasr, ambos ubicados en el sur de Mesopotamia. La datación de estas tablillas es de aproximadamente el 3300 y el 2900.
De esta época arcaica se cuenta con más de 5.000 textos, entre tablillas y fragmentos de tablilla. Respecto a la tipología, mayoritariamente son económicos (ca. 80%) y el resto son listas lexicales (ca. 20%). Los textos son esencialmente logográficos, es decir, cada signo corresponde a una cosa/objeto/idea. Los mensajes escritos son muy simples y responden a una necesidad contable y mnemotécnica; resulta, por tanto, difícil poder establecer en que lengua se han de leer. La comparación con grafemas cuneiformes de épocas históricas posteriores – a pesar de que a lo largo de los siglos hubo grandes cambios, tanto en la forma de los signos como en el repertorio de signos en uso– ha permitido descifrar cerca del 75 % de estos primigenios signos arcaicos.
Al principio, los signos se dibujaban suavemente sobre la superficie húmeda del barro con un instrumento puntiagudo, pero, pronto se adoptó la técnica de imprimir el contorno del signo sobre la arcilla con un estrecho estilete de caña. Este método dio la característica forma de cuñas a los signos y se inició el proceso de reducir el signo pictográfico original a una convencional combinación de líneas. Los elementos básicos de los signos cuneiformes son el cuño y el gancho (o Winkelhaken). El proceso de abstracción de los signos fue gradual pero continuo. La orientación de los signos también sufrió cambios a lo largo del tiempo.
2.1.3.El funcionamiento del sistema de escritura cuneiforme
Acabamos de describir el inicio del proceso; el siguiente y definitivo paso, el que dio origen a la escritura, tuvo lugar cuando los signos (numerales y objetos) ya no representaban cosas y cantidades (pictogramas), sino palabras de una determinada lengua (logogramas y silabogramas). Es decir, cuando se puede leer un texto en una lengua específica. Es a partir del 2500, con los textos de Šuruppak (moderna Fara) y Abu Salabikh, que tenemos los primeros documentos cuneiformes leíbles y la lengua que expresan es la lengua sumeria.
Para que el sistema funcione ha de ser capaz, por tanto, de registrar una lengua concreta, y el sistema cuneiforme sumerio lo hizo con la utilización de diversos tipos de signos. Estos son los logogramas, los silabogramas, los determinativos y los marcadores semánticos. Es decir, el sistema inventado por los sumerios, y desarrollado más tarde por los acadios, consistía en la combinación de un determinado grupo de signos.
Los logogramas son signos que corresponden a una o a diversas palabras, son los signos primigenios del sistema. Podemos decir que siguen el mismo principio que los ideogramas (signos que representan una idea) y los pictogramas (signos que representan una cosa/idea mediante un dibujo claramente identificable). Los fonogramas son signos con una lectura fonética determinada, es decir, cuando el signo ha adquirido un valor fonético silábico. Los determinativos son signos introducidos por los escribas para ayudar a leer los signos junto a los que se escriben. Los marcadores semánticos (conocidos también como determinativos o clasificadores) son signos que indican a que campo semántico pertenece el signo o la palabra que acompañan. Es decir, un campo semántico concreto tendrá un signo que lo represente; por ejemplo, para indicar el campo semántico de la divinidad se utilizaba el signo DINGIR (‘dios’, en sumerio), de tal manera que cuando el signo NAGA tenía que entenderse en un contexto determinado como la diosa Nisaba se añadía el determinativo de nombres divinos DINGIR.
Una de las peculiaridades y complejidades del sistema de escritura cuneiforme es la polivalencia y la polifonía de los diversos signos. Es decir, un mismo sonido podía tener varias representaciones gráficas y, a la vez, un único signo podía representar más de una única palabra, como por ejemplo el signo para «boca», que en sumerio puede leerse como KA, ‘boca’; ZU2, ‘diente’; DU11, ‘hablar’; INIM, ‘palabra’, o GU,3 ‘voz’ (la lectura correcta la indicará el contexto). El gran número de pictogramas de los primeros textos arcaicos se normalizó en seguida y el repertorio de signos se estabilizó en unos 600.
También la forma de las tablillas fue cambiando a lo largo del tiempo y diversificándose en función de la categoría del texto que había de ser inscrito en ella. Las tablillas se dividieron en columnas y subcolumnas, leídas de izquierda a derecha, y dentro de las casillas de arriba a abajo. La forma usual de una tablilla era rectangular, más larga que ancha y ligeramente abombada por los lados. Las tablillas circulares, o en forma de disco, estaban reservadas a los ejercicios escolares de los escribas.
2.1.4.Las lenguas que emplearon el sistema de escritura cuneiforme
Aunque el sistema cuneiforme fue diseñado para registrar la lengua sumeria, seguidamente fue adaptado por los acadios para consignar su lengua. Escritos en estas dos lenguas pertenecen la mayoría de documentos conservados. Pero no fueron las únicas a utilizar el cuneiforme, pueblos bien diversos con lenguas bien diversas adaptaron el sistema para expresar sus idiomas, como por ejemplo las que citamos a continuación:
1) El sumerio es una lengua aislada, ergativa*, aglutinante*, eminentemente monosilábica. En torno al 2000 dejó de ser una lengua hablada, pero no desapareció, sobrevivió hasta el final del uso del cuneiforme como una lengua escolástica y esotérica.
2) El acadio es una lengua semítica* que se caracteriza por ser flexiva, nominativo-acusativa, y por presentar lo que se llama triliteralidad, es decir, las tres letras que forman la raíz de la palabra contienen toda su carga semántica. Su largo uso en el tiempo implicó cambios y diferenciaciones dialectales, las principales se recogen en el siguiente cuadro.

2500-2000

Acadio antiguo

2000-1500

Babilónico antiguo

Asirio antiguo

1500-1000

Babilónico medio

Asirio medio

1000-600

Neobabilónico

Neoasirio

600-100

Babilónico tardío

De entre las principales lenguas que utilizaron el sistema cuneiforme destacamos el hitita es la lengua indoeuropea escrita más antiga que conocemos (1750-1220) y la tercera en número de textos conservados. El elamita, lengua aglutinante (2300-350) que se hablaba en la zona del suroeste del actual Irán. En esta zona encontramos también el antiguo persa, lengua indoeuropea, usada fundamentalmente en las inscripciones reales aqueménidas desde Darío I (522-486) hasta Artajerjes III (359-338). El hurrita, lengua aglutinante y ergativa, estuvo en uso desde finales del III milenio a finales del segundo milenio. Otras lenguas son las documentadas en la zona de la actual Siria, ambas pertenecientes a la familia semítica: el eblaita (ca. 2500-2000) y el ugarítico, lengua registrada en el sistema silábico pero también en un sistema cuneiforme alfabético compuesto por unos treinta signos (1300-1200).

2.2.Los sistemas alfabéticos

La invención del alfabeto representa un acontecimiento único y excepcional en la historia de la humanidad y tuvo lugar únicamente una vez, probablemente hacia el siglo XVIII. Todas las escrituras alfabéticas derivan en última instancia de este primer alfabeto: el alfabeto cananeo* antiguo y de su descendiente inmediato: el alfabeto lineal fenicio arcaico.
Sin embargo, conviene destacar que este innovador y singular invento se materializó gráficamente de diversas maneras, básicamente el alfabeto lineal y el cuneiforme.
2.2.1.El alfabeto lineal
El estudio de los orígenes del alfabeto se inició con el descubrimiento en 1905 de las inscripciones protosinaíticas procedentes del yacimiento de Serābîṭ el-Khâdem , en la península del Sinaí, por sir Flinders Petrie. Durante los trabajos de excavación de este yacimiento, donde se localizaron las minas de turquesa explotadas por los antiguos egipcios, se hallaron una docena de inscripciones en una escritura pictográfica desconocida. Las expediciones de Harvard, en los años 1927, 1930 y 1935, expandieron el corpus, y recientemente, en 1999, nuevas inscripciones han aparecido en Wadi el-Hol, en Egipto, a unos 400 kilómetros al oeste de Luxor. En la actualidad, el corpus de este tipo de escritura cuenta con treinta y una inscripciones, no todas leíbles, y con una cronología no del todo consensuada, aparentemente tendrían que datarse en torno al 1600.
La distribución de los signos evidenciaba que se trataba de una escritura alfabética. El primer intento de descifrarla vino de la mano de sir Alan Gardiner en 1915. Gardiner identificó que los signos seguían un principio acrofónico*. Era bien conocido que los nombres de las letras en fenicio derivaban de atribuir a un ideograma el valor fonético de la consonante inicial de la palabra que representaba, por ejemplo: aleph por ˀ alp, ‘buey’; bet por ‘casa’, etc. Subsecuentemente, la traducción que propuso era: lb ˁ lt [la-ba ˁ lati], ‘[dedicado] a la señora’, siendo Baalat el epíteto favorito para la diosa cananea Ašera, identificada con la divinidad egipcia Hathor, cuyo templo dominaba Serābîṭ el-Khâdem ; la lectura parecía, pues, altamente adecuada. Gardiner también planteó que este antiguo alfabeto cananeo se habría inspirado en los jeroglíficos egipcios. El desciframiento parcial de Gardiner fue muy discutido, discusión que aún hoy en día continua; cabe tener en cuenta que el corpus de inscripciones es todavía demasiado reducido y que no está totalmente descifrado.
A la luz de los hallazgos actuales se pueden clasificar las inscripciones alfabéticas en diferentes grupos:
1) Inscripciones protocananeas o antiguo cananeo: se trata de signos alfabéticos pictográficos, datados entre los siglos XVII y XII. Se han encontrado en Siria-Palestina. Las inscripciones protosinaíticas pertenecen a este grupo.
2) Inscripciones lineales fenicias, fácilmente leíbles. Esta escritura alfabética es el ancestro del antiguo hebreo, del arameo y de las escrituras griegas. Se empiezan a documentar en el siglo XI.
La relación precisa entre el alfabeto protocananeo y el alfabeto lineal fenicio arcaico permaneció incierta hasta 1953, año en que se descubrió un grupo de flechas inscritas halladas en ’El-Khaḍr , cerca de Belén. Estas inscripciones, datadas ca. 1100, parecen inscribirse en el momento en el cual los pictogramas del protocananeo evolucionaron hacia la forma del alfabeto lineal fenicio arcaico. Todas presentan la misma breve inscripción, que es claramente descifrable: ḥṣʿbdlbʾt [ bn ʿnt ], ‘punta de flecha de ʿabdlabīʾt [hijo de] Bin ˁ Anat’. Además, los nombres atestados son bien conocidos en este período. El descubrimiento de las puntas de flecha de ’El-Khaḍr condujo velozmente al desciframiento de un cuenco de finales del siglo XIII procedente de Lachiš y a nuevas lecturas de las inscripciones protosinaíticas.
De este modo, se reconocen, por primera vez, ciertos rasgos de los dos estilos de escritura alfabética. El protocananeo era multidireccional: escrito horizontalmente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha, y verticalmente. También se usó la escritura boustrophedon*. La dirección de la escritura lineal fenicia, en cambio, se fijó de derecha a izquierda, la escritura horizontal se estandarizó y la posición de las letras quedó fijada. En los sistemas cananeos antiguos, las letras (pictogramas) miraban hacia la dirección de la escritura. La primera escritura griega era multidireccional, hecho que indica que fue copiada antes del momento en el cual la estandarización de la dirección y la posición tuvo lugar.
2.2.2.El alfabeto cuneiforme
Las excavaciones en Ugarit (la actual Raš-Šamrah) del 1929 sacaron a la luz evidencias epigráficas impresionantes. En Ugarit se han documentado dos sistemas diferentes de escritura, el cuneiforme silábico y el alfabético, sistemas que registran tres lenguas: las semíticas acadia y ugarítica y la lengua hurrita.
El grupo principal de textos contenía obras épicas y mitológicas inscritas en un sistema alfabético cuneiforme en un dialecto cananeo antiguo del siglo XIV. Este alfabeto se conoce normalmente con el nombre de alfabeto ugarítico. Aunque, hoy en día, se sabe que este sistema es únicamente una variante de un alfabeto cuneiforme difundido mucho más ampliamente en los antiguos territorios de Siria, Líbano y Palestina, y, por tanto, parece más adecuado denominarlo alfabeto cuneiforme.
El alfabeto ugarítico estándar contiene veintinueve signos o grafemas y estuvo en uso durante los siglos XIV y XIII en Ugarit y sus alrededores. Se conoce también una variante «reducida» de este alfabeto con cerca de veintidós signos, atestado por unos cuantos ejemplares procedentes de Ugarit y por otros hallazgos, todos datados en torno a los siglos XIII-XII. Probablemente ambos deriven de un alfabeto común cuneiforme cananeo de veintisiete grafemas. El reducido conjunto de grafemas refleja la amplia fusión de fonemas que se produjo posiblemente en el siglo XIII en los dialectos cananeos del sur. Los signos del alfabeto protocananeo exhiben la misma reducción durante el mismo período. No hay duda, pues, de que el alfabeto cuneiforme cananeo se desarrolló bajo la influencia del alfabeto pictográfico protocananeo, tal y como queda evidenciado por la documentación de los primeros abecedarios descubiertos en Ugarit y publicados en 1957. Se trata de un grupo de abecedarios que listan los signos alfabéticos, siguiendo el mismo orden que sobrevive en hebreo, arameo y griego. Otro abecedario, lamentablemente roto, lista los signos del alfabeto cuneiforme en orden y añade una columna con signos silábicos babilónicos, hecho que permite reconstruir el nombre que tenían las letras del alfabeto en el siglo XIV: estos son ˀ alp, bêt, gaml, los nombres ancestrales de las posteriores letras fenicias y griegas.
Alfabeto ugarítico. Fuente: Wikimedia Commons
Alfabeto ugarítico. Fuente: Wikimedia Commons
Pero ¿cómo se originó este alfabeto común?
El alfabeto pictográfico se diseñó bajo la influencia directa de la escritura jeroglífica egipcia. Muchos de los pictogramas derivan claramente de modelos jeroglíficos. Además, la escritura egipcia tiene la peculiaridad –a diferencia del cuneiforme silábico– de anotar únicamente las consonantes, peculiaridad que sobrevive en los alfabetos cananeos y fenicios. En realidad, el sistema de escritura egipcio posee lo que se denomina un pseudoalfabeto, es decir, signos que representan una consonante. No obstante, los escribas egipcios usaron estos signos siempre en conjunción con signos bilíteros y trilíteros; consecuentemente, la escritura egipcia permaneció siendo siempre un sistema silábico y este pseudoalfabeto nunca se desarrolló para convertirse en un verdadero alfabeto.
Veamos un ejemplo para aclarar lo que estamos explicando: el título del faraón «el rey del Alto y del Bajo Egipto», literalmente «el que pertenece al junco (símbolo del Alto Egipto) y a la abeja (símbolo del Bajo Egipto)», se escribía n-sw-bi ˀ t, es decir, con un signo jeroglífico monolítero, uno bilítero y uno trilítero. Teóricamente, el escriba podía haber escrito n-s-w-b-i-t; todos estos signos estaban disponibles en el sistema, pero el escriba egipcio, ligado a la tradición, no lo hizo nunca, quizás ni tan siquiera pensó en esta posibilidad.
El sistema alfabético cananeo apareció cuando se advirtió que se podía escribir usando un único signo para representar una única consonante. Las vocales quedaron sin anotarse. Este sistema es muy adecuado para el semítico occidental, cada sílaba empieza con una consonante y la estructura vocálica es simple. La invención consistió, por un lado, en idear pictogramas representando fonemas consonánticos siguiendo el principio acrofónico; y, del otro, en dar a los signos un orden fijo con nombres fijos, un orden que sobrevive en la actualidad. La genialidad del sistema es, pues, su simplicidad, simplicidad que requiere de una extraordinaria capacidad de abstracción.
El resultado, por tanto, fue la creación de un alfabeto con una notación incompleta del lenguaje, ni el cananeo ni el fenicio registraron las vocales. Durante el siglo XI, los arameos adaptaron el alfabeto fenicio lineal arcaico e idearon un rudimentario sistema para representar ciertas vocales.
El arameo tuvo una historia remarcable: pasó de ser usado por las ciudades estado arameas de Siria a ser la lengua internacional; es decir, se convirtió en la lengua oficial de la diplomacia y del comercio de las cancillerías de los imperios Neoasirio, Neobabilónico y Persa. En época persa (finales del siglo VI hasta el año 332), el arameo imperial fue utilizado desde Anatolia hasta Egipto, y desde la costa del Levante hasta Persia. Tras la caída del Imperio persa, la llegada de Alejandro Magno y la época helenística en el Próximo Oriente, las escrituras locales evolucionaron a partir de la cursiva aramea de la cancillería persa. La escritura hebrea moderna deriva de la escritura de Judá de época romana, que a su vez proviene de la usada por la cancillería del Imperio persa. La escritura hebrea antigua deriva directamente del lineal fenicio (de hecho, no se bifurcó del fenicio hasta el siglo X) y fue poco usada después de la caída del Primer Templo y del exilio babilónico (s. VI).
En lo concerniente al soporte de la escritura, aparte de inscripciones grabadas en piedra o metal, normalmente textos monumentales, el material más empleado fue el barro, en forma de tablillas, en el caso del alfabeto cuneiforme; en cambio, la mayoría de escrituras alfabéticas fueron pintadas con carbón en papiro, cuero o cerámica. El papiro fue el material preferido para finalidades formales: obras literarias y documentos legales; elaborado con fibras de la planta del papiro, era duro y duradero. Su manufactura parece haber sido monopolio de Egipto e importado por todo el Próximo Oriente. Fragmentos rotos de cerámica (ostraca) fueron ampliamente usados para cuestiones diarias: listas, cuentas y cartas. A diferencia del papiro, que solo se conserva en condiciones climáticas muy concretas –como el seco clima de los desiertos egipcios–, los ostraca, al igual que las tablillas, han perdurado hasta la actualidad, mientras que los documentos en papiro y en cuero no han sobrevivido.

3.Egipto

Con el fin de la antigua civilización egipcia, su escritura – igualmente que la cuneiforme en Mesopotamia– cayó en el olvido y se perdió la capacidad para entenderla. No fue hasta 1822 con el desciframiento de la escritura jeroglífica por el filólogo francés Jean-François Champollion, en parte gracias a la Piedra Rosetta con su texto bilingüe, que se abrió la puerta al conocimiento de esta relevante civilización.
La Piedra Rosetta (Museo Británico). Fuente: Wikimedia Commons
La Piedra Rosetta (Museo Británico). Fuente: Wikimedia Commons
A finales del IV milenio, simultáneamente en Egipto y en Mesopotamia, se produjo la emergencia de las primeras sociedades complejas. Un factor crucial del proceso fue la centralización del poder en manos de pocos individuos. Este fenómeno propició el contexto para el desarrollo de la escritura (ca. 3300).
A pesar de la interacción entre ambas civilizaciones, el proceso de desarrollo de la escritura fue independiente y diferente en Mesopotamia y en Egipto. Se observan, en primer lugar, diferencias en los modos y en las formas de ejecución, múltiples en el caso de la escritura egipcia: con el jeroglífico y su versión cursiva. El repertorio de signos exhibe remarcablemente pocas similitudes con los pictogramas sumerios; a diferencia de los signos sumerios, que con el tiempo se volvieron cada vez más abstractos, los egipcios se hicieron más naturalistas y precisos. Este grado de naturalismo es indisociable de la relación que existía en el antiguo Egipto entre la escritura y la representación pictórica, debido a que ambas se complementaban mutuamente en su representación. Esta asociación queda patente en el verbo zš3, que durante el Reino Antiguo significó tanto «escribir» como «pintar». En efecto, en ninguna otra civilización el arte y la escritura se encuentran tan completamente amalgamados.
Cabe destacar, también, que en el caso de Egipto los datos de los primeros usos de la escritura proceden de necrópolis. Además, el proceso de desarrollo de la escritura en Egipto fue muy largo.
El sistema principal de escritura: el jeroglífico con su versión cursiva, el hierático, estuvo en uso durante tres milenios, incluso durante los períodos de dominación asiria y persa en los siglos VII y VI. El fin del sistema jeroglífico ocurrió con la expansión del cristianismo, que difundió en Egipto un alfabeto griego con algunas modificaciones para adaptarlo a la lengua egipcia: el copto.
Hemos de tener en cuenta que, a pesar del clima seco de los desiertos egipcios que permite de manera extraordinaria la conservación de la materia orgánica –como el papiro en el cual se registra una parte muy importante de la escritura egipcia–, su fragilidad no ha garantizado siempre su preservación, a diferencia de las prácticamente indestructibles tablillas de barro.

3.1.Los sistemas de escritura en Egipto

Como acabamos de comentar, la escritura en Egipto manejó diversos modos de ejecución, principalmente el sistema jeroglífico, sus cursivas: el hierático y el demótico, y, en último lugar, el copto.
3.1.1.El jeroglífico
El sistema de escritura jeroglífico se caracteriza por combinar diferentes tipos de elementos, principalmente ideográficos y fonéticos, complementados por otros signos, cuya función es ayudar a la lectura. Ya en las primeras inscripciones dinásticas se conocen caracteres jeroglíficos usados como pictogramas, ideogramas y signos fonéticos, hecho que demuestra que esta distinción ya tuvo lugar en época predinástica, es decir, desde los inicios de la escritura.
Por tanto, los signos son: pictogramas, ideogramas, fonogramas, determinativos y complementos fonéticos. Los pictogramas son signos que representan un objeto mediante un dibujo claramente identificable. Los ideogramas son signos que representan una idea, mientras que los fonogramas son signos con una lectura fonética determinada. Pueden ser trilíteros, bilíteros o unilíteros (cerca de veinticuatro signos). Como ya hemos visto, estos fonogramas registran únicamente sonidos consonánticos. Estos signos pueden ser polifónicos, es decir, algunos fonogramas pueden tener más de un valor fonético, y también homófonos, es decir, muchos signos que representan objetos completamente diferentes pero que tienen valores similares. Los determinativos son signos introducidos por los escribas para ayudar a leer con corrección los signos que marcan, como por ejemplo un par de piernas que se añaden a un determinado signo indica que se trata de un verbo de movimiento. Y, por último, los complementos fonéticos signos alfabéticos que ayudan a leer las palabras.
Finalmente, a diferencia de los miles de caracteres que se necesitan para escribir el chino, el egipcio desarrolló más de 400 signos al final del período faraónico, en el año 342. Con el paso del tiempo, el hierático gradualmente requirió un mayor esfuerzo para aprenderse, ya que los signos se volvieron cada vez más abstractos y se ligaban con más frecuencia; aun así, permaneció un equivalente cursivo exacto de la escritura jeroglífica.
Himno a Aton, procedente de la tumba de Ay, El-Amarna. Fuente: Wikimedia Commons
Himno a Aton, procedente de la tumba de Ay, El-Amarna. Fuente: Wikimedia Commons
3.1.2.El hierático
Se trata de una escritura cursiva usada para la correspondencia cotidiana y la administración, usos que exigían más rapidez y eficiencia. Generalmente escrita con tinta sobre papiro o fragmentos de cerámica o piedra; orientada horizontalmente, siempre se lee de derecha a izquierda. Fue utilizada tan pronto como los jeroglíficos, desde ca. 3100 hasta época romana.
3.1.3.El demótico
Escritura altamente cursiva en uso desde la Dinastía XXVI (ca. 650) hasta el siglo V d.C. Reemplazó el hierático para los asuntos cotidianos. Durante el período que el demótico fue empleado, el jeroglífico continúo utilizándose para las inscripciones formales en los templos y en las tumbas, mientras que muchos textos de carácter religioso fueron escritos en hierático.
3.1.4.El copto
El copto es la lengua egipcia escrita con letras griegas con algunos signos adicionales no conocidos en griego (siete signos procedentes del demótico). Está fuertemente conectada con el cristianismo en Egipto y fue usada principalmente por los cristianos del período bizantino bajo el mandato islámico. No se empleó nunca en la administración civil. Se han conservado, sin embargo, un gran número de documentos privados. Es el lenguaje de la actual iglesia copta de Egipto.

3.2.Las lenguas

En Egipto se hablaron principalmente tres lenguas sucesivamente: el egipcio, el griego y el árabe. Cada una de estas lenguas ha ido cambiando a lo largo del tiempo y han sido registradas por diferentes sistemas de escritura.
En lo que concierne al egipcio, se utilizaron, como acabamos de ver, cuatro tipos de escrituras en diferentes épocas: el jeroglífico, el hierático, el demótico y el copto. La lengua egipcia forma parte de la familia de las lenguas afroasiáticas, que se dividen entre las lenguas semíticas y las camitas. Está atestada desde el período Predinástico (ca. 3000) hasta el período islámico (iniciado en 642 d.C.), cuando fue substituida por el árabe.

3.3.El desarrollo de la escritura egipcia

Durante el período arcaico egipcio, que abarca las dos primeras dinastías (3000-2686), se llevaron a cabo importantes avances en diversos campos: arte, arquitectura, tecnología y administración. El más importante de los avances tecnológicos fue la creación de un sistema de escritura fonético. Las primeras evidencias de esta escritura parecen coincidir con la unificación del país bajo un rey de carácter divino que se identificaba con Horus. Generalmente, se atribuye la consolidación de este proceso a Narmer (ca. 3000), como exhibe la paleta cosmética que lleva su nombre, hallada en Hieracómpolis, con jeroglíficos que identifican personas y posiblemente lugares, en escenas figurativas que simbólicamente legitiman el gobierno de un rey (rey representado en funciones reales y simbólicas en base a una nueva ideología: la institución de la monarquía egipcia).
La Paleta de Narmer, ca. 3000. Fuente: Wikimedia Commons
La Paleta de Narmer, ca. 3000. Fuente: Wikimedia Commons
Dado que cada rey empezaba su reinado con una reconstrucción simbólica de la unión del Alto y del Bajo Egipto, esta evidencia no es conclusiva.
La emergencia de la escritura en Egipto también coincide con un período de intenso contacto con Mesopotamia. Este contacto era directo, probablemente, por mar, alrededor de la costa Arábiga hacia el mar Rojo, y por tierra a través del wadi Hammamat. No solo se importaron productos, sino también ideas. El ejemplo más claro es la adopción del sello cilíndrico, ampliamente usado por las primeras dinastías y durante el Reino Antiguo, aunque casi inmediatamente adquirió un carácter egipcio como vehículo de los nuevos ideados jeroglíficos. Diversos y variados motivos mesopotámicos aparecen en objetos decorados de este período, como se puede observar en el anverso de la Paleta de Narmer, concretamente en la pareja de serpientes-felinos con sus cuellos entrelazados. Estas influencias surgieron en el momento en el cual los sumerios gradualmente evolucionaron hacia un sistema de escritura que les permitió registrar la distribución de productos y compilar listas lexicales.
El desciframiento específico de muchas de las inscripciones datadas en la época de las primeras dinastías es incierto. Existe una gran dificultad para entender cómo evolucionó la escritura, esta dificultad está relacionada con el tipo de artefacto y su contexto, eminentemente funerario. De hecho, la primera evidencia del uso de la escritura la encontramos en la Tumba U-j de Abydos (Nagada IIIA1, ca. 3300) bajo la forma de pequeñas etiquetas. Es factible suponer que su primera funcionalidad estuviera asociada a un uso económico-administrativo y conmemorativo.
A partir de los datos disponibles, se pueden establecer tres estadios para tratar de explicar el desarrollo de la escritura en Egipto.
En el primer estadio, los signos se habrían utilizado solamente como símbolos. No existe un límite claro entre el dibujo/símbolo y aquello que es realmente un signo en un sistema de escritura (es decir, un contenido fonético específico que tendría que ser leído de la misma manera por cualquier lector de un mismo grupo lingüístico). La impresionante variedad de marcas en las cerámicas predinásticas ha sido interpretada como una forma primigenia de escritura. El registro estaría, pues, formado por:
1) Dibujos/símbolos en algunas cerámicas de Nagada, normalmente identificando el propietario y/o el contenido (interpretados como nombres de reyes, lugares o dioses).
2) Etiquetas (tablillas/placas de marfil y de madera) atadas a los productos depositados en las tumbas reales (en Abydos), algunas con la fecha del año del reinado; los signos han sido interpretados como nombres de lugares, productos o personas.
Durante el segundo estadio se habría producido el inicio de la escritura con una estandarización limitada. Los primeros avances incluyen la aparición de las normas en la dirección de la escritura, las formas de signos individuales, la ortografía de palabras aisladas y la progresiva tendencia a escribir inscripciones cada vez más largas. Estas características parecen indicar que la escritura jeroglífica siguió desde el principio un sistema de reglas que se utilizaron a lo largo de toda su historia. De esta fase disponemos de:
1) Inscripciones en cerámicas de época predinástica. Ya en el período Nagada III (‘Dinastía 0’) hay vasos cerámicos con «el nombre de Horus» de un rey y una breve inscripción.
2) Objetos ceremoniales, como la Paleta de Narmer y las cabezas de maza de Narmer y del rey Escorpión.
3) Números: el sistema de números ya estaba totalmente desarrollado en la fase Nagada III.
4) Primeras inscripciones fonéticas.
5) Estelas señalizando las tumbas de los reyes, una reina y personal procedentes de las tumbas secundarias de Abydos, en ellas se escriben los nombres y los títulos de las personas allí enterradas (I Dinastía).
6) Tablillas de marfil, hueso y madera de la I Dinastía. Las acciones se muestran en las tablillas como imágenes; parece ser que en este momento los verbos aún no se escribían. Al lado de las imágenes hay inscripciones breves. La mayoría de las tablillas se encontraron en las tumbas reales de Abydos y en tumbas datadas de las primeras dinastías en Sakkara.
Durante el tercer estadio tiene lugar el progreso hacia la estandarización. Se produce el desarrollo de un sistema fijo de escritura, aunque muchas de las inscripciones de la III Dinastía todavía consisten únicamente en listas de títulos y de ofrendas. En realidad, los signos y la escritura de muchas palabras no se documentarán hasta el Reino Antiguo. De este momento contamos con:
1) Sellos, y sus improntas, de reyes, reinas y funcionarios, a partir de la segunda mitad de la I Dinastía. Los textos y los títulos de la II Dinastía son, a menudo, muy similares a los de la III y IV Dinastías.
2) Mayor complejidad: estelas privadas de la II Dinastía.
3) Inscripciones funerarias de la III Dinastía, mayoritariamente títulos.
Para encontrar el primer texto narrativo de una cierta longitud hemos de esperar hasta finales de la tercera Dinastía, durante el Reino Antiguo (Dinastías III-VIII); se trata de la inscripción biográfica de Metjen (ca. 2600), son frases muy simples, pero muestran un empleo abundante de determinativos, que ahora toman la forma de signos separados colocados al final de las palabras. En el transcurso de este período ya se documenta un amplio uso de los jeroglíficos, incluyendo frases verbales. Junto a las biografías, como la que acabamos de mencionar, se atestan las copias de decretos en hierático, contratos funerarios y testamentos, así como cartas en hierático y la contabilidad de los templos, además de textos religiosos y los Textos de las Pirámides. Cabe destacar la llamada Piedra de Palermo que reúne una lista de reyes desde los orígenes hasta el tercer rey de la V Dinastía. Asimismo, la inscripción también recoge el registro sistemático de los niveles del Nilo de cada año de reinado; la primera evidencia de este tipo de anales se encuentra en las etiquetas, antes citadas, que designaban los años de reinado de las primeras dinastías a partir de acontecimientos relevantes.

4.El mundo Egeo

Se conocen cuatro escrituras en el mundo egeo adscritas a la Edad del Bronce, tres de ellas fueron empleadas principalmente en la isla de Creta: la pictográfica, la escritura del disco de Festo y el Lineal A. Ninguna de ellas ha podido, hasta la fecha, ser descifrada. No obstante, la cuarta, el Lineal B, puede ser leída y la lengua que registraba era una forma arcaica de griego; sus testimonios provienen también de Creta, pero además del continente.
Este sistema desapareció con el derrumbe del mundo del Bronce Final en el Mediterráneo oriental, y, cuando la escritura surgió de nuevo expresando la lengua griega, en el siglo VIII, asumió un formato completamente diferente: el alfabético. De este sistema de escritura se han conservado miles de papiros, sobre todo procedentes de asentamientos griegos en Egipto. Sin embargo, muchas de las obras maestras de la literatura, la historia y el pensamiento griego han llegado a nosotros solo a través de copias realizadas reiteradamente desde la antigüedad clásica, durante la Edad Media y el Renacimiento. De otras obras solamente tenemos constancia de su existencia porque fueron citadas por autores que sí que las pudieron leer.

4.1.Los sistemas silábicos y las lenguas que los emplearon

Los primeros ejemplos de escritura hallados en Grecia provienen de Creta, concretamente del yacimiento de Cnossos, descubierto por sir Arthur Evans en 1900. Durante las excavaciones, Evans desenterró los restos de toda una civilización que afloró en Creta durante el Bronce Medio, ca. 1900-1400. Caracterizada por el sistema de palacio, su máximo exponente es el gran y elaborado palacio de Cnossos, un verdadero laberinto con salas de recepción decoradas con frescos, sala del trono, capillas y almacenes. Subsiguientes excavaciones han sacado a la luz otros palacios en la isla, como los de Festo, Agia Triada, Mallia y Kato Zakro.
De esta civilización se han preservado las evidencias de tres sistemas de escritura diferentes: la escritura pictográfica, la escriptura del disco de Festo y el Lineal A. Lamentablemente, ninguna de ellas ha podido ser descifrada y, por tanto, sigue sin poderse precisar la lengua que transcribirían. Aun así, parece ser que todas habrían registrado la misma lengua, y que ésta no sería la griega; algunos investigadores han propuesto que se trataría de una lengua semítica o luvita, otros una lengua indoeuropea, mientras que otros postulan por una lengua cretense única y desconocida esperando a ser descifrada.
Todas estas escrituras son silabarios, de entre 80 y 100 signos, complementados con logogramas que representan una palabra completa y signos para los números, los pesos y las medidas de líquidos y sólidos.
El soporte de estas inscripciones es principalmente la arcilla, en forma de tablillas o de etiquetas que se podían enganchar a objetos, puertas, etc. También aparecen en una gran variedad de objetos, incluyendo elementos votivos depositados en los santuarios extramuros.
4.1.1.La escritura pictográfica
El primer tipo de escritura era pictográfica, al parecer se desarrolló localmente a partir del uso extensivo de sellos de piedra grabados que dejaban sobre la arcilla blanda impresiones de objetos familiares, como una flecha. Miles de estos sellos han sobrevivido, elaborados con diferentes materiales preciosos, como: el jaspe, la ametista, el cristal de roca y el oro. Preservan una amplia variedad de diseños naturalistas que iluminan muchos aspectos del mundo físico de la cultura minoica. Originalmente, la idea del sello probablemente indicaba la firma del propietario, o garantizaba la cantidad y/o calidad del contenido de los recipientes.
Gradualmente, el método de imprimir sobre la arcilla con diseños grabados dio paso a la escritura pictográfica lineal, en la cual los signos se van simplificando, se añaden nuevos y los mensajes registrados se vuelven cada vez más largos y complejos. Esta escritura lineal estaba incisa mayoritariamente en tablillas y etiquetas de arcilla sin cocer. En función de la frecuencia de los numerales en estos textos, parece ser que fueron utilizadas fundamentalmente para la contabilidad, probablemente en conexión con la compleja vida económica de los palacios. Adicionalmente a los antiguos signos pictográficos, la escritura contenía signos casi ciertamente representando los sonidos de la lengua. Todavía hay muy pocas tablillas con esta escritura para que pueda ser posible descifrarla e identificar la lengua que se anotaba.
4.1.2.El disco de Festo
El segundo tipo de escritura está atestado principalmente en el llamado disco de Festo, encontrado durante los trabajos de excavación del palacio en 1908. Se trata de un objeto único, de arcilla, de unos 17 cm de diámetro, datado ca. siglo XVII. El disco fue inciso en las dos caras con un espiral y después se estampó sobre él, con sellos individuales, una serie de signos que discurren en espiral. Dado que algunos signos se solapan, se deduce que se estamparon desde el exterior hacia el interior, y probablemente han de ser leídos de esta manera. Después, el disco fue cocido en un horno. Líneas verticales dividen las palabras, y, a menudo, el último signo de una palabra tiene un trazo obliquo debajo de él, como si señalara el final de una frase. Hay 45 signos diferentes en el disco, muchos de los signos individuales representan visiblemente objetos identificables, como un hombre que corre o un pájaro. Siete de estos signos han sido identificados en un hacha de bronce procedente de Arkalochori. Organizando las palabras de acuerdo con las frases aparentes (marcadas por los trazos oblicuos) se puede observar que ambos lados finalizan con series similares de frases. Estas series similares parecen responder a repeticiones y ritmos, hecho que apuntaría a que el disco habría contenido un poema o una canción; por tanto, podría tratarse de un texto religioso o de un himno.
El disco de Festo. Fuente: Wikimedia Commons
El disco de Festo. Fuente: Wikimedia Commons
4.1.3.El Lineal A
De manera aún poco conocida, la escritura pictográfica lineal en Creta evolucionó hacia una escritura mucho más sofisticada y flexible, que Evans denominó Lineal A. Aparentemente, las dos fueron usadas simultáneamente, pero, probablemente para diferentes tipos de documentos o respondiendo a diferentes finalidades.
Cerca de una tercera parte de los signos empleados en el Lineal A fueron tomados de su predecesor pictográfico, creando una versión cursiva y abstracta, el sistema numérico se perfeccionó y las inscripciones en Lineal A se leen de izquierda a derecha.
Las inscripciones en Lineal A se documentan en una gran variedad de objetos: potes de arcilla, jarras de almacenaje, alfileres de cabeza de oro, anillos, mesas de ofrendas y en un único sello. Aun así, la gran mayoría son sobre tablillas de barro.
Estas tablillas anotan primariamente listas de objetos, productos y personal como parte de la burocracia del palacio. El esquema típico de una tablilla es un grupo de signos incisos formando una palabra, seguidos de un ideograma representando un producto y una notación numérica que aparentemente consigna los totales. Se han atestado 70 signos, demasiados para un alfabeto, pero demasiado pocos para una escritura puramente pictográfica. Muchos investigadores consideran que se trataría de una escritura silábica. Aunque el número de inscripciones no supera las 200, su distribución llega a más de veinte yacimientos distintos de Creta y del continente, hecho que muestra la difusión de este sistema de escritura. Su cronología abarca desde el 1650 hasta la destrucción de los palacios cretenses doscientos años más tarde.
Tablilla con escritura en Lineal A (Minoico reciente I B, ca. 1500) procedente de las excavaciones de Agia Triada, entre 1902 y 1912. Fuente: Wikimedia Commons
Tablilla con escritura en Lineal A (Minoico reciente I B, ca. 1500) procedente de las excavaciones de Agia Triada, entre 1902 y 1912. Fuente: Wikimedia Commons
4.1.4.El Lineal B
Adicionalmente a los objetos inscritos en escrituras pictográficas y en Lineal A, Evans descubrió en el palacio de Cnossos aproximadamente 4.000 tablillas escritas en otro tipo de escritura que denominó Lineal B. Originalmente, las tablillas de barro se inscribían con un instrumento afilado sobre la arcilla blanda, una vez dejadas secar al sol, eran almacenadas en cestos. Accidentalmente, pero, estas tablillas sufrieron el intenso calor del fuego que destruyó el palacio de Cnossos ca. 1400, hecho que las preservó en un excelente estado de conservación.
A pesar de ciertas similitudes con el Lineal A, ambos son sistemas silábicos, los textos en Lineal B difieren en que las tablillas están organizadas en líneas horizontales y las palabras están separadas por trazos cortos y verticales. Su estudio ha permitido detectar un aumento del uso de los ideogramas, utilizados frecuentemente junto a un sistema numérico completo; cuya cifra más alta es 10.000. La impresión general es que se ha incrementado la eficiencia y la organización respecto a las inscripciones del Lineal A. Cabe destacar que en Creta, fuera del palacio de Cnossos, el único de la isla que sobrevivió a las destrucciones del 1450, no se han encontrado más tablillas de Lineal B.
En 1939, poco antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Carl W. Blegen, de la Universidad de Cincinnati, iniciaba las excavaciones en el yacimiento de Pilos, en el suroeste del Peloponeso. Sus excavaciones sacaron a la luz un importante palacio adscrito a la Edad del Bronce. El hallazgo excepcional fue la localización del archivo del palacio, el cual proveyó más de 1.100 tablillas de barro muy similares al grupo de las de Lineal B descubiertas en Cnossos. Igualmente, estas tablillas se habían conservado gracias a su cocción al incendiarse el palacio durante el período de destrucciones del 1200. Otros vestigios de este tipo de escritura se han documentado en Micenas, Tirinto y Tebas.
Esta escritura fue finalmente descifrada en 1952 por Michael Ventris y John Chadwick, quienes identificaron que la lengua era una forma arcaica de griego. Su desciframiento reveló que dos tercios de los signos tenían un equivalente en el sistema del Lineal A, hecho que ha permitido conocer el valor fonético de cerca de quince de sus silabogramas; sin que haya sido posible, sin embargo, poder descifrarlo debido al reducido corpus de textos disponibles. Esta coincidencia de signos sugiere que el Lineal B habría sido desarrollado en Creta, a partir del Lineal A con el fin de adaptarlo a los sonidos de la lengua griega.
La escritura del Lineal B es bastante conservadora y uniforme, durante los dos siglos que estuvo en funcionamiento se observan pocos cambios. Los registros de los textos son, en general, muy simples; se trata sobre todo de transacciones, básicamente listas de gente, animales, productos, alimentos y armas. Los textos registran las entradas al palacio de estos elementos y su distribución a los campos de alrededor. Las fechas son mensuales, parecen pertenecer al año en curso. En definitiva, nos ilustran sobre temas de la economía y de la sociedad del palacio, como el trabajo del metal, la cría de ovejas, la producción de la lana, los productos agrícolas, el comercio, etc. Sin embargo, no se han encontrado cartas reales, ni leyes, poemas o literatura. La escritura parece haber estado confinada a los escribas del palacio.
El hecho más sorprendente de este sistema de escritura es su total desaparición con el colapso de los centros micénicos y de los mayores centros políticos y culturales del Próximo Oriente en el 1200.

4.2.El sistema alfabético y la lengua griega

Con la desaparición de las sociedades de la Edad del Bronce, Grecia entró en un largo período de ausencia de fuentes escritas, y cuando, a mediados del siglo VIII, se volvió a escribir de nuevo, se hizo de una manera totalmente diferente, sin ningún rastro del sistema previo.
Aunque la tradición griega posterior atribuyó la invención de la escritura a divinidades, como Hermes, o a héroes, como Prometeo o Cadmo, pervivió el conocimiento de que los griegos aprendieron el alfabeto de los fenicios, tal y como atesta el mismo historiador Heródoto:

«Y por cierto que, al instalarse en la región que he citado, esos fenicios que llegaron con Cadmo -entre quienes se contaban los Gerifeos- introdujeron en Grecia muy diversos conocimientos, entre los que hay que destacar el alfabeto, ya que, en mi opinión, los griegos hasta entonces no disponían de él. En un principio se trató del alfabeto que siguen utilizando todos los fenicios; pero, posteriormente, con el paso del tiempo, a la vez que introducían modificaciones en el sonido de las letras, lo hicieron también con su grafía. Por aquellas fechas, en la mayoría de las regiones, sus vecinos eran griegos de raza jonia, que fueron quienes adoptaron las letras del alfabeto, que los fenicios les habían enseñado, y las emplearon introduciendo en ellas ligeros cambios; y, al hacer uso de ellas, convinieron en darles -como, por otra parte, era de justicia, ya que habían sido fenicios quienes las habían introducido en Grecia- el nombre de "carácteres fenicios".»

Heródoto de Halicarnaso, Historia V: 58. Traducción y notas de Carlos Schrader, 1981. Biblioteca Clásica Gredos, 39. Madrid: Ed. Gredos.

Esta visión tradicional ha sido corroborada por los primeros ejemplos atestados de escritura alfabética griega. Las formas de las nuevas letras griegas en estos primeros vestigios encuentran paralelos muy próximos en las de las inscripciones lineales fenicias. El orden de las letras es prácticamente idéntico en los dos sistemes alfabéticos, y, además, los griegos mantuvieron los nombres de las letras fenicias ( ˀ alp, bêt, gaml se convirtieron en alpha, beta y gamma), desproveyéndolas de su valor acrofónico y utilizándolas únicamente para designar las letras. La dirección de la escritura en algunas de estas primeras inscripciones sigue el sentido del lineal fenicio, de derecha a izquierda.
Pero los helenos no copiaron simplemente el alfabeto fenicio, sino que lo modificaron para adaptarlo a las necesidades de su lengua, tal y como se evidencia en las notables diferencias entre los dos sistemas. Con las letras semíticas, los griegos compartieron de la alfa a la tau, pero las últimas cuatro letras: phi, psi, chi y omega fueron añadidas por los griegos para suplementar los sonidos que precisaban, además de utilizar cinco signos más para anotar las vocales. Desarrollaron, por tanto, un sistema de signos completo. El sistema fenicio era complicado para escribir la lengua griega indoeuropea: contenía consonantes que no existían en griego y, en consecuencia, estos signos fueron los que se utilizaron para escribir las vocales; por ejemplo, la parada glotal: el alef fenicio, se usó para representar la vocal a. Este innovador paso ha tenido una gran repercusión en los alfabetos del mundo occidental.
A pesar de que no disponemos de inscripciones bilingües, ni de fragmentos que evidencien el proceso de adaptación del alfabeto, las grandes divergencias entre las formas de las letras griegas en las diversas escrituras locales –lo que se conoce con el nombre de alfabetos epicóricos– prueba de manera fehaciente que fue un proceso complejo y múltiple.
Tanto las leyendas griegas, como la arqueología, proveen escenarios propicios para la interacción entre griegos y fenicios hacia mediados del siglo VIII. La expansión comercial fenicia hacia Occidente, desde mediados del siglo IX, implicó una fuerte presencia fenicia en todo el Mediterráneo. Los griegos tenían, por tanto, muchas oportunidades de interactuar con los fenicios, tanto en Occidente como en Oriente. En Oriente se constata la intensa actividad comercial griega en asentamientos como el de Al Mina, en Siria, excavado por sir Leonard Woolley. A pesar de que, en este yacimiento, solamente se ha encontrado una única inscripción griega arcaica, este lugar parece el escenario idóneo para el aprendizaje del alfabeto fenicio y de su adaptación a las necesidades de la lengua griega.
De las primeras inscripciones griegas destacaremos un único ejemplo, suficientemente representativo, de las primeras inscripciones alfabéticas griegas atestadas. Se trata de la llamada copa de Néstor.
La Copa de Néstor. Fuente: Wikimedia Commons
La Copa de Néstor. Fuente: Wikimedia Commons
Es una copa adscrita al estilo del Geométrico final, datada en el siglo VIII; se encontró en el interior de una tumba del asentamiento de Pitecusa, fundación eubea, en la actual isla de Ischia, en la bahía de Nápoles. La copa presenta tres líneas incisas con un texto que se lee de derecha a izquierda y a intervalos, el autor añadió signos de puntuación para ayudar a la lectura. El texto en verso, consiste en un breve encabezamiento seguido de dos hexámetros dactílicos: «Yo soy la deliciosa copa de Néstor para beber. Quien beba de esta copa rápidamente el deseo de Afrodita se apoderará de él». Podría ser, pues, que el propietario de la copa se llamara Néstor, pero también podría tratarse de una alusión a la copa de Néstor descrita en la Ilíada de Homero. De ser así, estaríamos ante una alusión literaria.
Como decíamos, este ejemplo comparte las características de estos primeros textos: todos son de carácter privado, se trata de dedicatorias que establecen la propiedad de un objeto y, a veces, la atribución del creador. Los temas favoritos son el beber, la danza y el amor, muchos de ellos escritos en verso. Ya desde el inicio de la escritura alfabética observamos la individualidad y la elegancia de la expresión helénica, indicando, quizás, la importancia que tenía en la vida cultural la poesía, la canción y, a lo mejor, también el papel decisivo que tenían estas actividades en el origen, de nuevo, de la escritura.
Sea cual sea la razón principal que motivó su creación, el alfabeto griego se propagó rápidamente y sirvió para un amplio abanico de funciones. Bien pronto, el sistema fue utilizado para dejar testimonio de dos de los autores más antiguos y relevantes de la literatura griega, nos referimos a Homero y a Hesíodo.
En épocas arcaica y clásica, decretos oficiales, tratados y dedicaciones públicas fueron incisos en columnas de piedra y en placas de bronce a la vista pública. En época helenística se desarrolló un estilo de letras monumental específico para determinados monumentos erigidos por monarcas, como el rey Alejandro Magno y sus sucesores.

5.Roma

El sistema de escritura alfabético fue, una vez más, adaptado para registrar una lengua diferente. El alfabeto griego pasó así a ser usado por los habitantes de la península Itálica y, cuando la ciudad de Roma se convirtió en un Imperio, el alfabeto latino se extendió por todos los territorios dominados por ella. Consecuentemente, el alfabeto se difundió gradualmente con las legiones romanas hasta las fronteras del Imperio: desde un extremo a otro del Mediterráneo y por buena parte de Europa y del Próximo Oriente.
Una de las características principales del alfabeto latino, la cual favoreció su difusión, fue su remarcable uniformidad y estabilidad. Sin demasiadas modificaciones sobrevivió a la caída del Imperio llegando a la Edad Media y al Renacimiento, hasta convertirse en la escritura dominante en el mundo occidental actual.

5.1.La transmisión del alfabeto

Como acabamos de ver, es, precisamente, en tierras occidentales donde se localizó uno de los primeros ejemplares de escritura alfabética griega y será, justamente, la transmisión del alfabeto griego a los habitantes de la península Itálica una de las consecuencias más importantes de la colonización griega iniciada en el período arcaico. La colonia griega de Cumas, al oeste de la bahía de Nápoles, parece haber tenido un papel primordial. Los detalles exactos de la transmisión continúan siendo discutidos por los especialistas, pero la influencia del alfabeto griego en las primeras inscripciones preservadas de los etruscos y de los hablantes del latín de los alrededores de Roma es inequívoca. Tanto si los latinos aprendieron el alfabeto directamente de los griegos, como si lo hicieron a través de intermediarios etruscos, la deuda con los helenos es obvia, tal y como atestan las primeras inscripciones latinas conservadas. Después de rudimentarios pasos, en el siglo III el alfabeto latino alcanzó más o menos su estadio clásico de desarrollo.
Las fuentes literarias clásicas, griegas y romanas, no se ponen de acuerdo en quién fue el responsable de la introducción del alfabeto en el centro de Italia. Según la tradición transmitida por el historiador romano Tácito (Anales II, 14), los primeros habitantes del Lacio recibieron el alfabeto del griego arcadio Evandro. Plinio el Viejo (Historia Natural, 7.56.193) asigna la introducción del alfabeto a los etruscos: a los pelasgi. El griego Plutarco (Romulus 6.1) y Dionisio de Halicarnaso (Antigüedades romanas, 1.84.5) lo atribuyen a la figura legendaria de Rómulo, quien educado por los griegos en Gabii, habría sido el transmisor del alfabeto griego al mundo latino. Estas tradiciones comparten la tendencia historiográfica de atribuir a personajes míticos o legendarios una importante innovación cultural; pero también reconocen, correctamente, el papel de los griegos en el proceso.
Las evidencias arqueológicas y epigráficas parecen demostrar que los etruscos –quienes recibieron el alfabeto griego de los calcídicos, que lo llevaron con ellos a sus asentamientos de Pitecusa (en la isla de Ischia) y de Cumas en el segundo y tercer cuarto del siglo VIII– fueron los responsables de la adopción del sistema en el Lacio.
La presencia etrusca en el Lacio está atestada, como mínimo desde el 680-650, por lujosos materiales de factura etrusca, tanto artesanía (joyas de oro, ornamentos de marfil, vasos de plata, etc.) como productos (vino y aceite griegos). Gran parte de este registro material procede de ajuares funerarios. En términos generales, las características de esta cultura material apuntarían a una poderosa elite gobernante etrusca. Esta influencia etrusca se deja ver también en otros ámbitos, como en las innovaciones arquitectónicas (cambios en la estructura de los hábitats y de las tumbas) y en la organización de los asentamientos del Lacio, entre los cuales figura Roma durante el último cuarto del siglo. La tradición literaria latina confirma esta presencia cultural etrusca con la figura de un rey etrusco en este período: Lucio Tarquinio, de quien se dice que su padre era un comerciante griego de Corinto, Demarato, asentado en Tarquinia ca. 650. Esta referencia se suma a las evidencias que señalan el papel de los etruscos como intermediarios en el proceso de transmisión de la cultura griega al Lacio durante el siglo VII.
En lo que concierne a la escritura, al parecer fueron, concretamente, los etruscos de las ciudades de Caere (Cerveteri) y Veii (Veyes) –las más activas comercialmente en el Lacio durante el siglo VII–, situadas en el sur de Etruria, los transmisores; tal y como avala el hecho de que el alfabeto usado en las inscripciones del Lacio es el mismo que el que se usaba en estas dos ciudades etruscas.
El alfabeto introducido en el Lacio, en el siglo VII, fue el alfabeto de las ciudades etruscas de Caere y Veii, la conocida como variedad «de Caere» del alfabeto etrusco.
Como hemos comentado al tratar la adaptación del alfabeto fenicio por los griegos, un sistema de escritura funciona con una determinada lengua, y, cuando este sistema se adquiere para registrar otro sistema fonético aparecen dificultades derivadas de las diferencias existentes entre las dos lenguas. De la misma manera, las diferencias entre la lengua etrusca y la latina comportaron modificaciones en el alfabeto, como por ejemplo el uso de ómicron con valor «o», que los etruscos no utilizaron nunca. Este hecho indica que los responsables de la adaptación estaban familiarizados con los valores de las letras griegas. Los abecedarios encontrados en Etruria contienen, adicionalmente a las letras usadas para escribir el etrusco, letras que se empleaban para escribir el griego y el fenicio, lo que demuestra que los etruscos preservaron y transmitieron el alfabeto de una forma completa, presumiblemente, aquello que los griegos les transmitieron a ellos. Se cree que los responsables del diseño del alfabeto latino fueron etrusco-latinos bilingües (es decir, latinos que conocían como escribir y hablar el etrusco, y, etruscos que sabían escribir el etrusco y hablaban latín).
En este contexto se entiende la aparición del elemento griego, vía mediación etrusca, en la forma del alfabeto latino. No se han encontrado abecedarios latinos arcaicos. Por consiguiente, éste se ha de reconstruir extrayendo la forma de las letras a partir de las primeras inscripciones de los siglos VII y VI (que no son demasiadas, cerca de una veintena). Esta reconstrucción ha identificado veintiuna letras. Muchas de las inscripciones anteriores al 550 se han hallado en Roma (éstas no están sujetas a normas, las inscripciones muestran una diversidad considerable respecto a la forma de las letras y a la dirección de la escritura); a partir de esta fecha, ya se atestan también en los asentamientos más importantes del Lacio.
Las inscripciones latinas de finales del siglo VII están escritas de izquierda a derecha, a imitación de la dirección de las de Caere y Veii de este período. Diversas fuentes contribuyen a mostrar la fluidez del estado del alfabeto latino en los siglos VII y VI: la variación en la forma de algunas letras, por ejemplo ípsilon y my con cinco trazos es herencia de la escritura etrusca; el contacto con escrituras foráneas, a parte de las del sur de Etruria, contribuyó a la variación de la forma de las letras (cuatro trazos para my) y la dirección serpentina. Durante este período, también es posible reconocer las primeras evoluciones internas. Estas variaciones en las inscripciones latinas de este momento son importantes porque señalan que el sistema estaba vivo y estaba buscando su camino autónomo entre los otros sistemas de escritura que existían en la antigua Italia.
De las inscripciones que se documentan a finales del siglo VI, y de los escasos restos de escritura que existen de los siglos V y IV, se detecta la emergencia de normas de escritura, como por ejemplo la dirección de la escritura de izquierda a derecha, que se convierte en la preferida. Esta normalización se ha asociado, en parte, al auge de Roma como una entidad política preeminente en el Lacio. Por consiguiente, es posible que las inscripciones romanas puedan haber sido consideradas más prestigiosas y haber servido de modelo para otros centros latinos del Lacio.
A inicios del siglo III, cuando Roma claramente domina políticamente el Lacio, las inscripciones son más frecuentes. La diferencia más importante con la época arcaica es la representación del sonido ‘g’. Según la tradición romana, esta introducción es obra de Spurius Carvilius Ruga, hacia mediados del siglo III, a quien se atribuye la apertura de la primera escuela de gramática en Roma. De esta manera, con la ‘z’ reutilizada para registrar el sonido ‘g’, el alfabeto latino asumió su forma definitiva durante el final de la República y el inicio del Imperio. A finales de la República, la ípsilon y la zeta griegas (con los valores griegos de ‘ü’ y ‘z’, respectivamente) se añadieron al alfabeto latino para poder escribir palabras griegas. Cuando estas letras se codificaron, como miembros del alfabeto, ocuparon su lugar al final de la serie detrás de la ‘x’.
Inscripción en el arco del emperador Septimio Severo (193-211 d.C.). Fuente: Wikimedia Commons
Inscripción en el arco del emperador Septimio Severo (193-211 d.C.). Fuente: Wikimedia Commons
Al final de la República, tanto la diversidad de funciones de las inscripciones (públicas y privadas), como la adquisición de maneras de escribir más económicas (pincel y tinta) contribuyeron a aumentar las diferencias estilísticas entre las formas de las letras. La escritura monumental apareció regularmente en las inscripciones más importantes erigidas por el estado y, ocasionalmente, en inscripciones privadas de particulares que podían pagarlas. Estas letras, generalmente bien definidas, eran incisas en la piedra por artesanos especializados.
La denominada scripta actuaria se utilizó para las largas inscripciones del estado, las de menor importancia y para algunos asuntos del sector privado. También se usó para pintar las notícias sobre las elecciones y anuncios, como se puede observar en los muros de las casas de las ciudades, sepultadas por el Vesubio, de Pompeya y Herculano. Las letras de estos documentos, debido a que se reproducían con pincel y tinta, asumieron una forma más fluida y fina. Este estilo caligráfico fue, finalmente, imitado por los picapedreros y copiado en las inscripciones talladas en piedra.
Grafito procedente de Pompeya (C.I.L. IV 4091). Fuente: Wikimedia Commons
Grafito procedente de Pompeya (C.I.L. IV 4091). Fuente: Wikimedia Commons
Funcionalidad
Exactamente cómo y por qué motivos los latinos aprendieron el arte de la escritura aún no se ha podido establecer con certeza. No hay evidencias de que adquirieran la escritura por razones económicas, es decir, para anotar cuentas y transacciones comerciales. Las evidencias epigráficas procedentes del Lacio y de Etruria apuntan a un escenario diferente, al parecer la escritura fue adoptada como un símbolo de prestigio por familias pudientes.
Se sabe que en Etruria se practicaba el intercambio de regalos valiosos para cimentar acuerdos, negocios y amistad, algunos de estos regalos presentaban inscripciones que nos muestran tal funcionalidad. Estas inscripciones acostumbran a revelar el nombre del propietario del regalo, el nombre de la persona que lo dedicaba, y, más raramente, el nombre del productor del objeto.
La naturaleza de las primeras inscripciones latinas documentadas sugieren que esta práctica se habría introducido en el Lacio, y, por tanto, resulta plausible interpretar que la escritura, en este contexto, habría funcionado como un mecanismo más en la adquisición de estatus por parte de ciertos individuos.
Las dos inscripciones más antiguas de que disponemos, fechadas en las últimas décadas del siglo vii (ca. 620-600), proceden de contenedores de vino de producción latina. Presumiblemente, estos contenedores habrían contenido un vino valioso, adecuado para el intercambio de presentes. El primer contenedor se encontró en una tumba cerca de Gabii y lleva una inscripción en forma de saludo: «Que estés bien, Tita» o «Que Tita esté bien», dependiendo de si se interpreta el verbo en segunda o en tercera persona. Del segundo, no se conoce su procedencia con seguridad, pero parece provenir del Lacio, quizás de Roma, lleva una inscripción dando el nombre del propietario y el nombre del responsable de la producción del contenedor: eco urna tita vendias mamar[cos m] ẹḍ ṿḥẹ [ced], «Soy la urna de Tita Vendia, Mamar[cos me hizo]».
Aunque no podemos determinar en qué contexto hemos de situar estos objetos, es interesante mencionar que ambas inscripciones se refieren a mujeres: Tita y Tita Vendia. Se ha propuesto que el segundo podría tratarse de un regalo nupcial. A pesar de que estas inscripciones latinas parecen sugerir la misma función que la de sus paralelos etruscos (regalos inscritos), no siguen la estructura de las inscripciones etruscas. La inscripción de Tita es un saludo, el cual no halla paralelo entre las primeras inscripciones etruscas.
Si es cierto que familias latinas acaudaladas fueron las responsables de la adaptación del sistema alfabético etrusco al latino, la escritura parece haberse difundido velozmente de estos círculos. La inscripción del Foro de Roma, datada de manera segura ca. 570-550, es una inscripción pública que prohibe la profanación de un área sagrada. Por tanto, la escritura se utilizó con celeridad para funciones públicas y religiosas; sin embargo, desconocemos cómo fue el proceso, ya que a finales del siglo VI los restos de escritura en el Lacio no son todavía muy abundantes.
Resulta plausible proponer que, igual que en Etruria, los santuarios habrían tenido un papel clave en la diseminación de la escritura, ya que en ellos existían escuelas escriturales. Sabemos que sacerdotes romanos registraron acontecimientos relevantes con los nombres de los magistrados en oficio desde el inicio de la República, ca. 509.
Como ya hemos anunciado, el aspecto más destacable del alfabeto latino es la velocidad con la que se difundió desde la ciudad de Roma a tota la península italiana. Entre el 300 y el cambio de era, el alfabeto se había convertido en el principal sistema de escritura de la Península, substituyendo los sistemas de los etruscos, umbrios, samnitas y griegos. Esta rápida difusión por la península italiana es el resultado directo de la exitosa política de colonización de Roma. Cuando Roma conquistaba ciudades fuera del Lacio, el terreno de la ciudad era confiscado y la tierra distribuida entre los ciudadanos romanos. Éstos tenían la tarea de colonizar el territorio, y, de este modo, estas colonias de hablantes de latín fueron formando los centros que extendieron la lengua y su sistema de escritura.
Aunque es obvio que esta difusión estaba ligada al dominio político y comercial de Roma, su adopción por pueblos tan diversos, tan velozmente, es muy remarcable, dado que la dominación política no implica necesariamente un dominio lingüístico o cultural. Este hecho es claramente visible en Grecia, a pesar de que a partir del siglo II Roma devino la principal fuerza política, la lengua griega continúo siendo escrita en el sistema heredado de los fenicios. En realidad, fue el sistema griego el que influyó en el latino, con la introducció, como hemos visto, de dos letras griegas; una evidencia más de la enorme influencia que ejerció la cultura griega sobre Roma.

5.2.Las lenguas de Italia

A pesar de los escasos testimonios conservados, los lingüistas han podido identificar cerca de cuarenta lenguas o dialectos diferentes que se hablaron en la península Itálica y en Sicilia antes de la dominación romana, que provocó que el latín fuera la lengua universal. La atestación de las diferentes lenguas es muy diversa; de algunas se conserva un número relativamente elevado de textos, mientras que de otras su conocimiento se basa en una o dos inscripciones fragmentarias, de otras su existencia se deduce únicamente por los topónimos.
Por lo que se refiere a su clasificación, la gran distinción se establece entre las lenguas indoeuropeas y las otras. La mayoría son indoeuropeas y pertenecen al grupo de lenguas «itálicas». La principal fue el latín, hablado originalmente en la región del Lacio, en la parte meridional y oriental del valle bajo del Tíber. Los especialistas han diferenciado distintos subgrupos estrechamente emparentados con el latín: ‘el itálico occidental’ formado por el véneto y el sículo, y otro grupo compuesto por el umbrio y el osco. Otras lenguas empleadas en la península italiana fueron el griego, hablado en las colonias griegas establecidas en las costas del sur de Italia desde el siglo VIII; el celta, hablado en casi todo el valle del Po y el litoral Adriático, y, el mesapio, hablado en el talón de la bota.
Entre el grupo de lenguas no indoeuropeas la más importante fue el etrusco, otras son el rético y el ligur. La lengua etrusca, atestada en miles de inscripciones desde el 700, escritas en una versión local del alfabeto griego, sigue siendo un misterio. A pesar de que estas inscripciones se pueden leer, se desconoce la lengua que expresan: no es indoeuropea y no tiene parientes conocidos. La mayoría de los textos son breves y de carácter formular; su función se entiende por el contexto, fundamentalmente se trata de inscripciones votivas o de epitafios.
Mapa de las lenguas habladas en la península italiana y las islas en la Edad del Hierro, ca. siglo VI. Fuente: Wikimedia Commons
Mapa de las lenguas habladas en la península italiana y las islas en la Edad del Hierro, ca. siglo VI. Fuente: Wikimedia Commons

Glosario

acrofónico
Es el principio por el cual un sonido se representa mediante un dibujo de un objeto cuyo nombre empieza por el sonido que expresa; por ejemplo: a por árbol, b por boca, etc.
aglutinante
Es un tipo de lengua que se caracteriza por indicar las funciones morfosintácticas de las palabras por medio de afijos diferenciados que se adjuntan a la raíz. Este tipo de lenguas funcionan de manera opuesta a las lenguas flexivas.
boustrophedon
Los antiguos griegos se referían con esta expresión a las líneas que alternan la escritura de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, tal y como hace el buey cuando pasa el arado.
cananeo
Con este término se hace referencia, de manera general, a las poblaciones que ocuparon la zona del levante siro-palestino antes del colapso del sistema del Bronce Final en el 1200. Estas poblaciones compartían una cultura y hablaban un grupo de diversos dialectos semíticos. Després del 1200, estas culturas se vieron reducidas a la zona litoral del actual Líbano y del norte de Palestina, normalmente llamados fenicios (nombre dado por los griegos, que significaba ‘gente de la púrpura’ por su actividad en el teñido de los tejidos).
ergativa
En determinadas lenguas, el caso ergativo es el que indica el agente de una acción transitiva.
indoeuropeo
Término utilizado habitualmente para designar las lenguas habladas en la práctica totalidad de Europa y en algunas zonas del sur y del oeste de Asia, que muestran notables similitudes de vocabulario, sintaxis y morfología. Esta familia de lenguas se puede subdividir en grupos de lenguas estrechamente emparentadas entre sí que se diferencian de grupos análogos. Desde el siglo XIX se ha pensado que todas estas lenguas proceden de un tronco común.
semítica
Denominación moderna que deriva del nombre del personaje bíblico Sem, hijo de Noé, empleada para designar el grupo de lenguas flexivas que se documentaron en la zona del Próximo Oriente. Las lenguas más importantes son el acadio, el fenicio, el hebreo, el ugarítico, el etiópico y el árabe.

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