Las técnicas cualitativas en la selección y tratamiento de la información

  • Carles-Enric Riba Campos

     Carles-Enric Riba Campos

    Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UB (1986), profesor titular de Metodología de las ciencias del comportamiento en la Facultad de Psicología de la UB y profesor consultor de la UOC. Actualmente dirige Anuari de Psicologia, revista de psicología general publicada por la UB. Su actividad docente e investigadora está vinculada a la sistematización y aplicación de la metodología psicológica en el ámbito del trabajo de campo y la observación, con especial énfasis en la significación social del comportamiento y en la comunicación. Desde esta perspectiva, ha relacionado el enfoque semiótico con la metodología propia de las ciencias sociales y, dentro de este cruce de intereses, ha nacido su particular dedicación a la metodología cualitativa, entendida como un conjunto de estrategias y recursos dirigidos a la comprensión en profundidad y en clave intersubjetiva del comportamiento humano. Ha publicado varios libros y artículos sobre las temáticas indicadas.

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Índice

1.El muestreo de sujetos en la investigación cualitativa

1.1.El muestreo designativo y el muestreo en estudios de casos múltiples

De entrada, el muestreo cualitativo aparece bajo una luz diferente según que la investigación sea un estudio de caso o un estudio de casos múltiples.
1.1.1.El muestreo designativo y la ausencia de muestreo en el estudio de caso
Desde un punto de vista global, la cuestión del muestreo no es prioritaria, ni capital, en la metodología cualitativa y, por consiguiente, podemos esperar que las técnicas correspondientes hayan alcanzado un nivel de desarrollo relativamente escaso.
Naturalmente, no estamos diciendo que el investigador cualitativo no seleccione aquello que quiere estudiar y en qué condiciones quiere estudiarlo. Ya sabemos que, al constituir un objeto de estudio, hay que delimitar por lo pronto su alcance en las tres facetas de:
1) los sujetos o grupos que servirán para estudiarlo,
2) las circunstancias o situaciones sociales y espacio-temporales en las que se llevará a cabo el estudio y, finalmente,
3) los materiales (comportamientos, textos, objetos...) sobre los que se ejercerá la indagación.
Ahora bien, esta selección equivale a una decisión de muestreo y puede ser más simple o más complicada según las operaciones lógicas, estadísticas o basadas en la teoría que se requieran con el fin de llegar a la delimitación definitiva. La investigación cualitativa, a diferencia de la cuantitativa, podríamos decir que tira por un atajo en este terreno y en general simplifica mucho las operaciones de muestreo hasta dejarlas reducidas a la mínima expresión (aunque hay excepciones a esta tónica general).
Esta simplificación tiene dos raíces. Por una parte, sabemos que la opción cualitativa tiene un enfoque predominantemente idiográfico y orientado al caso, aunque ello no excluye generalizaciones de carácter inductivo sobre una plataforma de muchas investigaciones o muchos casos. Sea como sea, este enfoque dirigido a sujetos individuales, en grupos o colectivos –en definitiva, a unidades de muestra–, minimiza obviamente el problema de la selección. Y como la generalización no es una urgencia asociada a cada investigación particular, sino que es una posibilidad abierta en cada una de ellas, entonces la selección de sujetos o de circunstancias en un caso concreto no se tiene que justificar en términos de la pretensión de generalizar.
Sabemos igualmente que el tronco principal de la investigación cualitativa búsqueda fundamentalmente validez ecológica, pretende que los datos y las interpretaciones alcanzadas sean válidos en las situaciones reales y cotidianas a las que se refieren y en las que probablemente se obtuvieron. Por lo tanto, a partir de esta posición, tampoco supondrá una gran dificultad la selección de situaciones o contextos, otro aspecto al que podríamos vincular las operaciones de muestreo. El investigador cualitativo estudiará pocas situaciones o contextos –los propios del caso– y si quiere generalizar lo hará sobre las base de la comparación e integración con otras situaciones y casos.
En resumen, la investigación cualitativa a menudo no practica operaciones de muestreo, ya que la táctica del investigador apunta desde un primer momento a un caso, con sus sujetos y contextos propios. Y esta táctica se justifica, ya sea porque la curiosidad teórica de ese mismo investigador lo orienta en una dirección muy determinada (su interés se dirige a un tipo de sujetos, de situaciones, de acciones muy restringidas), ya porque trabaja en perspectiva aplicada o profesional y ha recibido una demanda puntual relacionada con el caso que después estudiará.
Así pues, el hecho de trabajar –por ejemplo– con un determinado grupo focal o de entrevistar a dos emigrantes en particular, de una etnia y una procedencia geográfica concretas, no supone necesariamente que estas selecciones se hayan hecho en términos formales de muestreo. Es posible que el grupo focal interese al investigador por su composición, o que haya recibido el encargo de estudiarlo o trabajar con él, sin excluir la posibilidad de que sea lo que tiene más a mano. En cuanto a los emigrantes. puede ser que hayan sido escogidos en función de una representatividad no estadística, que le atribuimos a priori, como miembros significativos de su colectividad, representatividad que les puede haber atribuido la gente que convive con ellos en el mismo barrio y tiene el mismo origen. O puede ser –igualmente– que sean los más adecuados entre los que se prestan a ser entrevistados. Pero claro está que tampoco ahora el investigador habrá realizado propiamente operaciones de muestreo.
A menudo, en los manuales se etiqueta este tipo de selección "a dedo" y restringida a sujetos o grupos singularizados con la denominación de muestreo designativo o hecho expresamente. Nos parece bien en la medida en que así se da nombre a un tipo límite de muestreo, aquél en el que no hay auténtico muestreo. Pero este tipo no incluye ninguna estrategia de acción selectiva, ligada a la delimitación del objeto de estudio. Sencillamente, aquéllos que se estudian y el contexto en el que se estudian son escogidos por un acto de voluntad motivado por los intereses del investigador, por las posibilidades materiales de que dispone o por una demanda externa que se le ha dirigido.
1.1.2.El muestreo en estudios de casos múltiples
Una investigación cualitativa puede proponer un estudio de casos múltiples, en cuyo caso el conjunto de casos estudiados suele formar parte de un proyecto de más alcance y, con el fin de tener algún sentido, ha de cubrir una cierta variabilidad de sujetos, situaciones o comportamientos dentro del abanico que fije la temática abordada. Entonces, la selección sí que implicará cálculos más precisos y una planificación más esmerada, dado que los resultados y la interpretación final tendrán que referirse al mapa general que dibujen esos casos como totalidad o como sistema. Ahora sí que el investigador o el equipo de investigadores que trabaje en una investigación de este tipo aspirará a algún nivel de generalización, cuando menos hasta las fronteras del sistema observado, y seguramente esta generalización adoptará la forma de los elementos comunes a todos los casos considerados. Por dicha razón, el investigador tiene dos alternativas: o bien estudia la totalidad de los casos que, a priori, puedan vincularse al sistema (en cuyo caso, no practicará ningún tipo de muestreo), o bien escogerá una parte y entonces no tendrá más remedio que justificarlo mediante la lógica de la representatividad.
Presentaciones de los estudios de casos múltiples
Presentaciones conocidas de los estudios de casos múltiples son la de Miles y Huberman (Multiple -case o Multiple -site study, 1984, pp. 39-40) y la de Stake (Collective case study, 1994).
No hay que confundir los estudios de este tipo, encuadrados en un único proyecto de investigación, con los conjuntos de investigaciones que forman parte de diferentes proyectos, dirigidos por diferentes investigadores, dentro, o no, de un programa. Sin embargo, tanto un estudio de casos múltiples como una pluralidad de investigaciones son susceptibles de generalización en los términos que enseguida precisaremos; sin embargo, como es lógico, sólo puede haber selección o muestreo en la primera de estas posibilidades.
Esta representatividad no se tiene que entender en clave estadística. La representatividad cualitativa remite a la relación simbólica que hay entre un cierto perfil o tipo de sujeto(s), situación(es) o comportamiento(s) (como significantes) y el perfil, situación o comportamiento que corresponde en el modelo o arquetipo social o cultural al que los primeros remiten (como significado). Si James Dean, o su personaje, fue representativo, en su momento, de la juventud norteamericana no era porque él solo cubriera una curva normal con respecto a ciertos rasgos físicos o conductuales, sino porque los simbolizaba, tanto en el sentido de que atraía las fuerzas de identificación de los jóvenes como en el de que encajaba en un cierto cliché cultural aceptado y deseado, era típico con respecto a éste. En consecuencia, dicha representatividad se aplica siempre asociada a una determinada clasificación previa de sujetos, contextos o comportamientos. Si a un grupo de adolescentes le podemos adscribir un perfil coincidente con el de una determinada moda o tribu urbana es gracias a que ya existía esta clasificación en términos –justamente– de moda o tribu urbana.
En un estudio de casos múltiples la planificación de los casos individuales escogidos también se apoyará sobre una clasificación previa.
Ejemplo de estudio de casos múltiples
Supongamos que en un barrio con personalidad propia (como sería Gràcia o Sants en Barcelona) diseñamos un estudio de casos múltiples centrado en la capacidad de asimilación de los inmigrantes por parte de las diferentes escuelas del barrio. Pero en el barrio hay 18 escuelas y no nos podemos permitir estudiarlas todas. Tenemos que hacer una selección. (Damos por hecho que todas estas escuelas están obligadas por ley a admitir un cierto número de niños/as inmigrantes.)
Con el fin de llevarlo a cabo un objetivo primordial será cubrir de la mejor manera posible la variabilidad de estas escuelas: las habrá privadas, subvencionadas y públicas; religiosas y laicas; grandes, medianas y pequeñas; con instalaciones y espacios de calidad diferentes; con maestros de formación diferente, etc. Estas dimensiones del análisis serán también las dimensiones de variabilidad que tendremos que cubrir a partir de una clasificación de las escuelas en cuestión. Y sobre esta base podremos seleccionar, en primer lugar, cuáles son las dimensiones que nos interesan (por motivos teóricos o prácticos). Pongamos por caso que éstos sean el carácter público o privado de la escuela, su tamaño y la edad media de los maestros. La selección resultante podría ser la siguiente, habida cuenta de que tomaremos un caso por categoría:
1) Una escuela grande, de doble línea, pública, con mayoría de maestros jóvenes.
2) Una escuela pequeña, de una sola línea, pública, con mayoría de maestros jóvenes.
3) Una escuela grande, de doble línea, pública, con mayoría de maestros de edad mediana o a punto de jubilarse.
4) Una escuela pequeña, de una sola línea, pública, con mayoría de maestros de edad mediana o a punto de jubilarse.
5) Una escuela grande, privada, con mayoría de maestros jóvenes.
6) Una escuela pequeña, privada, con mayoría de maestros jóvenes.
7) Una escuela grande, privada, con mayoría de maestros de edad avanzada.
8) Una escuela pequeña, privada, con mayoría de maestros de edad avanzada.
Tendríamos, pues, un sistema o una tabla de ocho casos y sobre éste tendríamos que generalizar –eso sí, dentro del marco que acotan las dimensiones elegidas–. Cada una de las escuelas escogidas sería representativa de su categoría de clasificación en el sentido que hemos indicado más arriba: sería típica de la categoría en cuestión por cuanto reuniría la mayoría de rasgos atribuidos a dicha categoría.
La clasificación, sin embargo, no siempre se establece antes de la selección que se basa en ella; a veces, esta clasificación se va definiendo gradualmente a lo largo del proceso de investigación. Entonces hablamos de selección gradual. El investigador va seleccionando y estudiando a la vez y escoge nuevas unidades de muestra si la información encontrada lo aconseja.
Hasta aquí hemos aludido a la selección en clave de representatividad basada en la tipicidad de sujetos, grupos, situaciones, etc. No obstante, hay otras posibilidades que pueden ser convenientes según los objetivos de la investigación:
Ved también
La estrategia selectiva es la que permite la generalización en mosaico o inducción de casos que ya habéis visto en la asignatura Métodos de investigación cualitativa. Ved el módulo 6, unidad 3 y el ejemplo que se incluye.
Encontraréis otros ejemplos en la obra de U. Flick (2004, p. 76, tabla 7.2.; p. 80, tabla 7.4.).
  • Aparte de la estrategia basada en la tipicidad como referente general, hay otras compatibles, como la de concentrarse sólo en los casos críticos o especialmente reveladores por las circunstancias que los rodean, o en aquéllos que exhiben una intensidad máxima o mínima en alguna de las dimensiones analizadas.

  • Una variante de la estrategia anterior es la de escoger los casos más diferentes entre sí, aprovechando la variación máxima para profundizar en la raíz de estas diferencias.

  • Los casos escogidos pueden ser los casos extremos con el fin de poder comprender los valores límite de los fenómenos investigados e interpolarlos a los casos intermedios.

  • En casos de intervención social o psicológica, la selección puede centrarse en los éxitos –con el fin de analizar las razones de los éxitos– o en los fracasos –con el fin de averiguar igualmente qué ha llevado al fracaso–.

  • Finalmente, por más que sea obvio y que ya se haya apuntado más arriba, podemos aplicar el criterio de comodidad, seleccionando aquellos casos que nos sea más fácil abordar y seguir. Sin embargo, esta estrategia no nos asegurará en absoluto el carácter de sistema del conjunto de casos investigados.

Auténtico muestreo, en el sentido de operaciones de selección con objetivo de generalizar, hay en los estudios de casos múltiples, no en los estudios de caso, idiográficos.

1.2.El muestreo en la teoría fundamentada

La tradición de metodología cualitativa dentro de la cual las técnicas de muestreo han tenido un desarrollo más completo es la de la teoría fundamentada.
1.2.1.El muestreo teórico y gradual
A pesar de lo que hemos afirmado hasta aquí desde una perspectiva general, ahora tendremos que añadir que hay un sector de la investigación cualitativa en el que sí se planifican y ejecutan estrategias consistentes de muestreo, ajustadas a reglas. En este sector, el propósito de generar teoría, nunca incompatible con el enfoque cualitativo, cobra una importancia especial y es bien explícito. Estamos aludiendo a la teoría fundamentada (1) , una línea de metodología cualitativa iniciada por Glaser y Strauss.
Cuando hay una potente motivación teórica en la investigación, hay también un acentuado interés de generalización, más allá de lo que pueda haber en una aproximación inductiva como las que hemos comentado en el subapartado previo, y más allá también de la mera aplicabilidad de los resultados. Se quiere conferir a las conclusiones valor de abstracción compatible con los enunciados teóricos.
Veamos el siguiente ejemplo inspirado en Miles y Huberman (1984, p. 37). Supongamos que investigamos las variaciones en la interpretación que hacen los miembros de la policía local de un pueblo del reglamento cuyo cumplimiento vigilan, con vistas a alcanzar un cierto consenso entre todos ellos. Podríamos estudiar a todos los policías como un solo caso (si fueran pocos) o enfocar la investigación como un estudio de casos múltiples escogiendo algunos miembros del colectivo por su representatividad o tipicidad.
En el otro extremo, supongamos que nos hacemos la pregunta de qué relación hay entre las fases de regulación de la ley donde se inserta el profesional –legislación, sentencias judiciales, ejecución y detención– y el tipo de interpretación que hace de casuísticas concretas; de cómo varía la interpretación según que el intérprete sea un legislador, un juez, un policía. Aunque permaneciéramos en los límites del mismo pueblo, habría que hacer una selección bastante cuidadosa de colectivos, sujetos y escenarios sociales, entre autoridades municipales, concejales, funcionarios; jueces, abogados, fiscales; comisarios, inspectores y policías; y entre las sesiones del ayuntamiento, la sala del juicio, el entorno de la calle o de las situaciones sociales sobre las que incide la policía; etc.
Al apuntar la generalización más arriba de lo concreto y aspirar a un mayor valor teórico, las decisiones de muestreo se vuelven críticas y reclaman un grado de organización superior.
El muestreo practicado en investigaciones con el sello de la teoría fundamentada está modelado por esta clase de exigencias. Es un muestreo teórico y un muestreo de selección gradual. Asimismo es un muestreo analítico, por cuanto las sucesivas decisiones de selección a lo largo de la investigación se apoyan sobre el análisis de la información recogida hasta el momento y sobre la interpretación teórica provisional que se ha hecho, la cual, a su vez, proporciona los criterios de relevancia y adecuación para las elecciones subsiguientes. La combinación de "teoricidad" y gradualidad aporta mecanismos autocorrectores a la investigación, que va cambiando el rumbo según lo recomiende el análisis en cada fase y está permanentemente orientada por la teoría que se ha ido construyendo. Es evidente que esta capacidad de autocorrección y de progresión orientada no sería posible en un formato de investigación en el que la planificación y la resolución del muestreo estuviera fijada desde el principio, sin ninguna retroalimentación de la información sucesivamente recogida a lo largo del avance de la investigación.
Muestreo teórico según A. L. Strauss

"El muestreo teórico es el medio por el cual el analista decide sobre una base analítica qué datos recoger en el momento siguiente y dónde encontrarlos... La cuestión básica en el muestreo teórico es: ¿Qué grupos o subgrupos de poblaciones, acontecimientos, actividades (para encontrar dimensiones variables, estrategias, etc.) abordará el investigador en el siguiente paso? ¿Y a partir de qué objetivo teórico? Por lo tanto, el proceso de la recogida de datos está controlado por la teoría que va emergiendo."

A. L. Strauss (1987). Qualitative Analysis For Social Scientists (pp. 38-39).

(La traducción es nuestra).

A continuación resumimos los componentes esenciales del proceso de muestreo teórico a partir de las preguntas y decisiones nucleares que empujan su desarrollo en una investigación:
  • El muestreo teórico puede aplicarse a diferentes niveles de análisis, a grupos o a individuos; en situaciones globales, actividades o acciones concretas; en campos o escenarios amplios o en situaciones sociales más acotadas.

  • Sin embargo la pregunta inicial en una investigación de este tipo se refiere sobre todo a qué grupos o sujetos hay que dirigirse para poder obtener unos determinados datos o una clase de información. Así pues, ¿qué datos, qué información? Esta pregunta la tiene que responder en cada momento la teoría, según el estado en que se encuentre. Asimismo, la selección de sujetos y grupos no depende tanto de su representatividad o tipicidad considerada de manera aislada, sino que está vinculada igualmente a los intereses teóricos del investigador en cada fase de la investigación.

  • En función de este planteamiento, la decisión de prolongar o ampliar una investigación y, por lo tanto, de practicar más operaciones de muestreo, se apoya sobre el interés teórico que dicha decisión pueda tener y las aportaciones que pueda hacer a la teoría. ¿Consideramos que el próximo caso estudiado brindará nueva información relevante para la teoría, nos aclarará dudas, ampliará el ámbito de generalización teórica?

  • La cuestión precedente plantea otra, complementaria suya: ¿cuándo detener el proceso de selección e indagación?; ¿cuándo dejar de añadir nuevos sujetos, grupos, situaciones, casos? La respuesta a estas preguntas pasa por el concepto de saturación teórica. El término se refiere a las categorías de análisis teóricas utilizadas a lo largo de una investigación y denota aquella fase de ésta en la que la coletilla de nuevas selecciones de material ya no enriquece los conocimientos sobre el tema estudiado, ni permite desarrollar las mencionadas categorías o conceptos más allá de lo que se ha hecho hasta el momento.

Con el fin de remachar esta caracterización general del muestreo teórico es aconsejable destacar sus diferencias con el muestreo cuantitativo o estadístico, aunque sean obvias. Las sistematizaremos a partir de Wiedemann (1995) citado en el texto de Flick (2004) al que nos hemos remitido varias veces (p. 79).
Diferencias entre el muestreo teórico y el estadístico
Muestreo teórico
Muestreo estadístico
La extensión de la población básica no se conoce por anticipado.
La extensión de la población básica se conoce por anticipado.
Los rasgos de la población básica no se conocen por anticipado.
Los rasgos de la población básica se conocen por anticipado.
Hay extracciones repetidas de los elementos muestreados con criterios que hay que definir de nuevo en cada paso que se da.
Hay una sola extracción de una muestra siguiendo un plan definido por anticipado.
El tamaño de la muestra no está definido por anticipado.
El tamaño de la muestra está definido por anticipado.
El muestreo finaliza cuando se ha alcanzado la saturación teórica.
El muestreo finaliza cuando se ha estudiado la muestra entera.
1.2.2.Ejemplo de la aplicación de estrategias de muestreo teórico
Un trabajo clásico y pionero en la aplicación de estrategias de muestreo teórico es el que sus mismos padrinos, Glaser y Strauss, realizaron en 1965 sobre la muerte en los hospitales. El núcleo teórico o hipotético sobre el que se apoyaban era que los episodios de defunción en un hospital se estructuran como procesos sociales, los cuales podían adquirir y manifestar patrones diferentes según las dimensiones de análisis consideradas.
El muestreo gradual se fue desplegando a partir de visitas a los servicios médicos, que permitían seleccionar tanto el escenario sociosanitario como a los sujetos que estaban adscritos. El procedimiento dio la siguiente secuencia:
  • Fase 1. Selección de un hospital y, en él, de sujetos con mínima o nula conciencia, concretamente, de un servicio de prematuros y de otro de neurocirugía. En este último, la atención investigadora se restringía a los pacientes en estado de coma y al personal que los cuidaba. Este bloque del estudio se extendió a otros hospitales.

  • Fase 2. Dentro del mismo hospital, selección de sujetos que tenían una esperanza de vida grande o moderada, confirmada por los médicos, pero que, sin embargo, a menudo llegaban a una muerte repentina. Para delimitar este grupo se centró la selección en una unidad de cuidados intensivos. El enfoque se trasladó también a otros hospitales.

  • Fase 3. Siguiendo en el mismo hospital, a continuación se escogió un escenario en el que el personal médico hacía un diagnóstico pesimista, subrayando el carácter terminal de la enfermedad, pero en el que el paciente todavía conservaba algún optimismo. En cualquier caso, el proceso de morir era lento. Con este objetivo se escogió una unidad de oncología. Como en los casos anteriores, esta selección se repitió en otros hospitales.

  • Fase 4. En la misma institución hospitalaria, los investigadores se concentraron en un escenario donde la muerte era inesperada y rápida, y con este fin escogieron el servicio de urgencias, extendiendo esta selección igualmente a otros hospitales.

  • Etc.

En la secuencia se puede percibir cómo afloran las sucesivas dimensiones de análisis sugeridas por la observación de los escenarios anteriores.
  • Así, en la fase 2 se introduce el factor de la expectativa o esperanza de vida del paciente consciente, considerada al lado del pronóstico del personal médico; y se incorpora igualmente el factor de la rapidez de la muerte. Todo ello sobre la base de la dimensión inicial (fase 1), que era únicamente la opinión de los médicos respecto a sujetos inconscientes.

  • En la fase 3 se completa la dimensión del plazo de la muerte, dirigiéndose ahora a los casos de muerte lenta, en vez de rápida; además se indaga en la circunstancia de que las expectativas de pacientes y médicos sean contradictorias.

  • En la fase 4 se añade el factor de la imprevisibilidad de la muerte. Y así sucesivamente. En cada fase el proceso se amplía transversalmente hacia otros tipos de hospitales.

El dibujo en espiral y en zigzag de la investigación resalta todavía más cuando se sabe que los investigadores volvieron varias veces a los escenarios ya estudiados, con el fin de confirmar o modificar las interpretaciones hechas hasta entonces. La investigación finalizó cuando estos mismos investigadores se convencieron de que ninguna clase de escenario o de sujeto añadido podría aportar información nueva y significativa a la que se había recolectado. Habían alcanzado la saturación teórica.
Con todo, una investigación de este tipo está permanentemente abierta a desarrollos colaterales ulteriores. Ésta en particular se pudo prolongar a través de la comparación de contextos de diferentes culturas o estados (Glaser y Strauss, 1967, p. 59), con vistas a maximizar las diferencias entre grupos y escenarios de manera que los factores de variación fueran más comprensibles. Como era de esperar, a lo largo de esta nueva etapa de la investigación (que así se extendía como una mancha de aceite), y al observar los episodios hospitalarios en otras culturas, se hicieron patentes nuevos componentes del proceso social que acompaña a la muerte ligados ahora al papel de las familias en el apoyo y asistencia al enfermo, componentes que no habían sido identificados en Estados Unidos pero que, en cambio, en un retorno a los escenarios iniciales (ahora desde otro bloque de investigación), sí se reconocieron bajo otras apariencias. Así se enriqueció la investigación original (Glaser y Strauss, 1967, p. 57).
En resumidas cuentas, la saturación es un concepto relativo; su valor se aplica al objeto de estudio inicialmente diseñado. Pero nada impide al investigador que, al acabar su investigación, pueda modificar este objeto de estudio, ampliándolo o reestructurándolo, y abriendo nuevas vías a la indagación.
Os habréis dado cuenta de que el procedimiento propuesto por Glaser y Strauss recuerda intensamente las estrategias de generalización. Por descontado, una diferencia principal entre unos y otros es la preocupación por el marco teórico propia de la táctica de muestreo que acabamos de presentar y que no suele estar presente en los estudios de casos. Otra sería la falta de un plan inicial invariable, ya que las decisiones, como hemos visto, son graduales.
Ved también
Las estrategias de generalización inductiva se explican en la asignatura Métodos de investigación cualitativa (inducción de casos o generalización en mosaico) y recuperadas en el subapartado 1.1.2, cuando hemos aludido al muestreo en estudios de casos múltiples.
El punto de contacto más visible es la estrategia de completar el dibujo general de un fenómeno a partir de la selección de las piezas más representativas o significativas, las cuales tendrán que trazar su esqueleto o estructura nuclear. Sobre el material recogido podrá constatarse la existencia de elementos comunes a las diferentes fuentes de información, o bien se podrá percibir la evidencia contraria en forma de diferencias o, incluso, de contradicciones. La continua corrección de los datos mediante el análisis comparativo llegará a un punto en el que estas diferencias serán irreductibles y el fenómeno estudiado se convertirá en establecido (siempre provisionalmente) en toda su coherencia dentro de la diversidad. Y el desafío al que se tendrá que enfrentar el analista será desbrozar y comprender la raíz o el factor subyacente en las diferencias detectadas. Glaser y Strauss insisten mucho en que el panorama así esbozado no tiene que ser tildado de relativista, un término peyorativo que, a menudo, se dedica a la investigación cualitativa (Glaser y Strauss, 1967, p. 68).
Investigación basada en el diseño
Dentro del multiforme paisaje de la metodología cualitativa, otra orientación en la en la que la preocupación por la teoría se vuelve primordial es la investigación basada en el diseño (Deseon -Based Research). Pero esta aproximación, que ha tenido bastante difusión últimamente en el mundo de la investigación educativa en Estados Unidos, se tendría que considerar en el contexto de programas de investigación, incorporando diversos proyectos simultáneos o sucesivos. El muestreo, pues, no se entendería con respecto al conjunto del programa, sino dentro de cada investigación en particular, la cual adoptaría formatos no necesariamente coincidentes con el de la teoría fundamentada.
Ved A. Cocciolo (2005). Reviewing Deseon-based Research. Educational Researcher, 32 (1), 32-34.
El muestreo que practica la teoría fundamentada es analítico y gradual y la selección acaba cuando se produce la saturación teórica.

1.3.El muestreo de los materiales

El muestreo de los materiales con los que trabaja el analista cualitativo se refiere básicamente, bien a registros comportamentales, bien a registros documentales o textuales.
Un sector del muestreo cualitativo con características propias es aquél que se aplica, no a sujetos, grupos, escenarios o situaciones, sino directamente a los materiales que hay que recoger o que el investigador ya tiene en su poder. En este sector distinguiremos dos posibilidades: el muestreo de material comportamental y el muestreo de material textual.
1.3.1.Muestreo de material comportamental
Por un lado, los materiales recogidos pueden estar codificados –o ser percibido por el analista– en el canal óptico en forma de comportamientos observables, ya sea a través de la percepción directa, in situ, ya a través de grabaciones en vídeo o cine. En este caso, la selección del material se puede referir
1) A cuándo, dónde, de quién, en qué circunstancias, se recoge la información, decisiones que repercutirán obviamente en la cantidad y calidad del material recogido. Es decir, si establecemos qué sujetos hay que observar y el momento o situación en que lo haremos, determinaremos automáticamente la clase de comportamientos que entrará en nuestros registros. La recolección de material se hace:
a) Sin un plan previo, en trabajos de campo donde la improvisación es la única vía practicable.
b) O guiado por la planificación, fija o gradual, de las observaciones, siguiendo pautas como las que acabamos de exponer en los dos subapartados anteriores.
c) O, en investigaciones más cercanas a la metodología cuantitativa, el patrón de organización del registro será fijar un número de sesiones en la acepción más estricta del término, idénticas entre sí, según un plan previo y con el objetivo de cubrir la variabilidad de los comportamientos estudiados (muestreo intersesional).
2) A qué reglas de anotación obedece el observador durante el registro. Es decir, con qué continuidad o ritmo toma nota el observador, cuando recoge información y cuando no, una vez ya se ha sumergido en la situación que quiere estudiar. En este contexto podemos también distinguir dos posibilidades extremas:
a) O bien no sigue ningún patrón en absoluto, simplemente, hace lo que puede.
b) O bien aplica alguna de las reglas de registro utilizadas en la metodología observacional de orientación cuantitativa, practicando
  • ya sea un registro continuo centrado en las unidades naturales del comportamiento tal como se van presentando a los ojos del observador (acciones, actos, actividades, episodios sociales);

  • ya sea un registro intermitente o discontinuo distribuido en intervalos de tiempo. En esta última modalidad cada intervalo en cuestión registra sólo la presencia/ausencia de las categorías o unidades de comportamiento, y no contabiliza nunca frecuencias superiores a 1 (time sampling).

1.3.2.Muestreo de material textual
Por otro lado, las decisiones de selección sobre el material registrado se pueden referir a objetos (por ejemplo, en investigaciones arqueológicas, históricas, antropológicas). Ahora bien, colocados en la perspectiva propia del psicólogo o el investigador social, comprobaremos que los materiales con respecto a los cuales es necesario hacer una selección son fundamentalmente las transcripciones y los documentos, los textos en definitiva. También en este caso, las decisiones de muestreo pueden:
1) Abrazar la totalidad del período de investigación, determinando entonces los momentos, lugares, circunstancias en las que se reúne la documentación, las fuentes a partir de las cuales se creará el corpus que habrá que analizar después.
2) Limitarse al material recogido, es decir, quedarse dentro de este mismo corpus, en el interior del cual habrá que escoger los segmentos más adecuados para el análisis.
Ved también
Sin embargo, éstos son temas específicos del análisis de contenido, entendido como el conjunto de técnicas genéricas que nos ayudan a analizar los textos y a interpretarlos. En consecuencia no los desarrollaremos aquí más allá de lo que ya hemos hecho y reservaremos una profundización mayor en el muestreo textual para el módulo "El análisis de contenido en perspectiva cualitativa".
Los aspectos más importantes del muestreo textual son un tema clave del análisis de contenido.

2.Panorama de las técnicas de registro y transcripción

2.1.Planteamiento general

Las técnicas de registro cualitativas tienen que tener un cierto grado de apertura dado que los objetos de estudio cualitativos se transforman a lo largo de la investigación.
En la investigación cualitativa la tarea de recogida de información, pertinente con respecto al objeto de estudio escogido y a los objetivos de la investigación, no es fácil ni permite simplificaciones como en el caso de la investigación cuantitativa. El material registrado tiene que ajustarse a las exigencias de la metodología cualitativa con respecto a la densidad de las descripciones, la profundización en las cuestiones, la consideración del punto de vista de los sujetos, todo lo cual obliga al investigador a ser exhaustivo (en algún sentido o dirección) y a "extender su red" recolectora con un cuidado especial. Recurriendo a un tópico, está bastante claro que no es lo mismo pasar un cuestionario que hacer una entrevista abierta y en profundidad.
Este ejemplo, sin embargo, nos ayuda a darnos cuenta de que, de hecho, en la metodología cualitativa la dificultad del registro se desplaza más bien a la fase de organización, clasificación e interpretación provisional del material ya recolectado de manera a menudo detallista, continua y exhaustiva (desde muchas fuentes), mientras que la actividad de recogida en sí misma no incluye demasiada reglamentación, aunque sí requiere habilidades sociales y artesanales por parte del observador; en cambio, en la cuantitativa la mayor dificultad se refiere a la organización a priori del registro en forma de protocolos bastante cerrados (frecuentemente ya con un esqueleto de variables o categorías), mientras que la aplicación de estos protocolos no supone más complicación que la de respetar la mecánica de las reglas estipuladas para su aplicación.
Estas consideraciones podrían conducirnos a deducir que no se han desarrollado técnicas a nivel del registro cualitativo. Pero no es así. En primer lugar porque, como ya sabemos, el paisaje de los métodos cualitativos es bastante amplio y hay tendencias dentro del espíritu cualitativo que se encuentran más cerca de la metodología cuantitativa que otros. Algunas técnicas, como las de los especímenes y los incidentes críticos, se sitúan en la frontera entre las dos tendencias: pueden aplicarse con mentalidad cualitativa, potenciando sus rasgos émicos, las posibilidades de la observación participante y la penetración del observador en el sistema estudiado, o bien pueden utilizarse en perspectiva cuantitativa, desde una posición mucho más distante con respecto a los sujetos, reduciendo al máximo el carácter participante de la observación. En la medida en que el científico cualitativo se desplace hacia esta última posición el protocolo de registro utilizado en una u otra de estas tradiciones de investigación aparecerá como más "técnico".
En segundo lugar, porque la diferencia en la ubicación de la dificultad a la que hemos aludido más arriba se origina, en el fondo, en las diferentes concepciones del objeto de estudio que tienen el científico social cualitativo y el cuantitativo. Este último incorpora al planteamiento inicial de la investigación un objeto de estudio bastante estructurado, hipotético, con sus variables y las relaciones conjeturadas entre ellas, que se mantiene invariable a lo largo del proceso de recogida de datos y de interpretación de resultados. Claro está que, al acabar, el objeto de estudio propuesto como modelo podrá mantenerse, o modificarse en el caso de que los resultados obtenidos no lo apoyen. Pero sigue siendo cierto que, en el curso de la investigación, el objeto de estudio no se altera en absoluto.
El científico cualitativo, por el contrario, tiende a no pensar que el objeto de estudio no es una entidad con límites rígidamente no fijados desde el inicio hasta el final de la investigación, ni con una estructura invariable en el contexto de ésta. Eso lo obliga a prescindir de un sistema de variables fijo desde el mismo planteamiento de la investigación, a renunciar incluso después de un estudio piloto o preparatorio. La información se va organizando, clasificando e interpretando (provisionalmente) a medida que se va recogiendo, y el objeto de estudio o el modelo en relación con el cual se trabaja se va transformando de manera correspondiente durante el proceso.
Estrategia nuclear de la investigación cualitativa
El estilo de trabajo cualitativo no hace sino poner de manifiesto una estrategia nuclear de la investigación cualitativa, reivindicada explícitamente por muchos autores: la de que en una investigación de este tipo las fases de registro y análisis se entrelazan continuamente sin mantener una relación secuencial clara. Ved, por ejemplo, al respecto, Gibbs (2007, p. 3). Volveremos sobre este punto.
Por lo tanto, en estas condiciones, y hablando en general, en el recorrido inicial de la investigación, el investigador prefiere trabajar sin sistemas de categorías, sin cuestionarios, sin instrumentos de registro sobre una trama de variables establecidas a priori. Ahora bien, lo que sí necesitará son procedimientos o técnicas:
  • de grabación, en forma de anotación directa, filmación, grabación o almacenamiento de la información proporcionada por los sujetos (eminentemente verbal) o localizada por el investigador.

  • de facilitación de la anotación o de la transcripción, técnicas taquigráficas o estenográficas, notaciones simbólicas, etc.

No hay que confundir estas técnicas con la creación de sistemas de códigos o categorías, los cuales implican ya una clasificación de comportamientos o actividades en términos de variables. Obviamente, el investigador cualitativo no puede renunciar a las operaciones de selección y organización de variables en el interior de instrumentos de registro, pero a menudo las realiza después de recoger la información o en una fase más adelantada de la investigación. Y cuando las cumple desde las fases iniciales de ésta es dando por supuesto que estos instrumentos son provisionales y susceptibles de reestructuración.
Partiendo del análisis hecho a lo largo de los últimos párrafos, programaremos los próximos subapartados de manera correspondiente:
1) De entrada, hablaremos del "registro como primer almacenamiento de información" en las diferentes vertientes de
a)La escritura: narraciones, notas de campo, diarios;
b)Los materiales audiovisuales;
c)Los materiales textuales o documentos;
d)Los materiales no reactivos contemplados globalmente.
2) A continuación nos referiremos al "registro como transcripción", subapartado por donde entraremos en la zona más "tecnificada" del registro cualitativo, a saber, la de las transcripciones literales o con notación simbólica, sea verbal o no verbal.
3) En el apartado 3 de este módulo nos ocuparemos del importante tema de la codificación y categorización cualitativa.
En la figura siguiente tenéis un resumen gráfico de los diferentes niveles o fases de registro considerados, que suponen, de arriba abajo, un cierto filtraje del material significante desde su estado inicial "en bruto" hasta su arreglo o disposición final como soporte de la interpretación última propuesta.
El primer estrato horizontal corresponde al punto 1. Cada uno de los encabezamientos principales a, b, c, d da lugar a diferentes modalidades de registro con un grado de desarrollo técnico variable según los factores incidentes que antes hemos citado y que analizaremos brevemente en el subapartado 2.2.
El segundo estrato coincide con el punto 2 y prolonga cada una de modalidades comprendidas en el punto 1. Así, los registros narrativos, con formato de escritura, admiten transcripciones literales o no literales, requiriendo en el último caso alguna clase de notación. Advertid que los materiales que en bruto hemos denominado "textuales" y "no reactivos" no se prestan en principio a la transcripción dado su carácter. Un documento o un texto ya está "transcrito". Las basuras dejadas en la calle (por ejemplo, utilizadas como indicador de civismo de un barrio) tampoco pueden ser "transcritas". Este tipo de material puede y debe ser codificado o categorizado directamente, sin transcripción previa. Así lo hemos representado en la figura.
Finalmente, el tercer estrato representa la fase de codificación y categorización de la información, transcrita o no, fase que abordaremos con más detalle en el apartado 3 de este módulo.
Las fases de registro cualitativo en las que las técnicas se han desarrollado más son el almacenamiento inicial de información y la transcripción y notación de ésta.

2.2.Registro como primer almacenamiento de información: la escritura

La escritura sigue siendo el recurso principal del investigador cualitativo para recoger información.
2.2.1.La escritura en el trabajo de campo: generalidades
Entre los investigadores cualitativos existe un acuerdo casi completo con respecto a la necesidad de escribir desde el principio de la investigación. Quien entiende realmente la esencia de la investigación cualitativa sabe que hay dos elementos de ésta que son insoslayables: el contacto con los sujetos y la escritura como caldo de cultivo de donde nace al fin y al cabo la información y la interpretación de los materiales reunidos.
Como dice Gibbs (2007, p. 25), hay dos reglas de oro en el quehacer cualitativo: por una parte, escribir desde el principio y a menudo; por otra, no preocuparse tanto de captar la verdad de antemano como de dar forma escrita a aquello que se registra.
Por lo tanto, la escritura no es solamente un recurso técnico para recolectar información, sino también una forma de tratarla o procesarla, una auténtica transducción de ésta sobre un medio por el que circula el significado. No es una buena idea dejar la escritura "para más adelante". Escribir es pensar; hay que tener las cosas claras para poder escribirlas. La propia acción de escribir, sea manualmente o en un portátil, es uno de los motores que conducen tanto la percepción de aquello que se quiere estudiar como el proceso de su interpretación o recreación, y por eso incluso las impresiones iniciales suelen ser bastantes relevantes para ser tenida en cuenta. Lo que sí es juicioso es "guardar" lo escrito en un procesador de textos o en algún programa de análisis cualitativo. Y, como regla general, cualquier registro escrito tendría que estar fechado.
También se suele recomendar (particularmente por parte de los autores que trabajan en la estela de la teoría fundamentada) que el registro escrito, de carácter eminentemente descriptivo o dirigido a la recolección de información, se mantenga separado en todo momento de las notas o escritos en los que el investigador ya osa hacer interpretaciones, aunque sean tentativas; de esta manera se mantiene como descripción lo que es descripción, y como interpretación lo que es interpretación, y esta separación ayuda a conducir con corrección lógica y metodológica el proceso que lleva a las conclusiones de un estudio, teniendo también muy presente (con talante plenamente cualitativo) la tonalidad emocional, sentimental o biográfica que cada investigador aporta, en clave personal, a la interpretación.
Los escritos del investigador cualitativo pueden trasladar y recoger información de las diferentes vertientes del objeto de estudio: pueden caracterizar el entorno físico (objetos, paisajes), social o institucional; pueden retratar sujetos o tipo de sujetos; y –especialmente– pueden plasmar el abanicos de actividades, acciones y conductas que interesan. La dificultad no es nada despreciable en ninguno de los tres casos, aunque seguramente es mayor en el segundo y en el tercero. Con las personas y con sus conductas existe la posibilidad de interactuar e interpretar, y la relación resultante puede ser mejor o peor. Los seres humanos son móviles, pasan del ámbito público al privado y viceversa, pueden ser sinceros o engañar, acertar o equivocarse. Todo ello dificulta la aprehensión de los rasgos relevantes.
En el grueso de lo que hemos venido exponiendo hasta ahora hay implícita la idea de que la escritura es una forma de recoger información que puede ir acompañada o potenciada por otros sistemas o procedimientos o que –al revés– puede completarlos. Así, una entrevista puede ser grabada en vídeo o en magnetofón pero eso no impide que, durante su desarrollo, el entrevistador pueda tomar nota sobre aspectos de la actitud o la conducta del entrevistado, aparte de hacerle las preguntas o comentarios pertinentes.
Finalmente, recordamos que la clase de escritura, sus contenidos y funciones, varían a lo largo de la investigación, según la fase en la que se encuentre al escritor. De hecho, en este punto de la exposición, estaríamos instalados en la actividad de recoger información y, por consiguiente, nos encontraríamos
  • en un momento anterior a la codificación o categorización de todo el corpus de escritura reunido;

  • en un momento aún más anterior al análisis final (esquemas, matrices de información, tablas de material recogido, etc.).

La codificación y categorización es una de las operaciones clave en la aproximación cualitativa. A partir del establecimiento de categorías, el registro, si continúa, puede ser mucho más sistemático al concentrarse directamente en estas categorías de análisis. Ahora tratamos de aclarar cómo se puede utilizar la escritura en una aproximación cualitativa desde el instante en que el investigador toma contacto con los sujetos, las conductas y el entorno que quiere conocer.
2.2.2.Hojas o fichas de primer contacto
Con respecto a este primer instante, muchos autores consideran útil hacer un primer registro de contacto en un tipo de ficha donde constan las líneas de partida de la investigación, en continuidad con las intenciones previas o con pequeñas o grandes modificaciones. Estas fichas tendrían que incluir en lenguaje informal la presentación práctica del problema a estudiar; los enunciados de las preguntas principales; una breve descripción del campo (colectivos, instituciones, informantes, ambientes, etc.), una propuesta de planificación de la estrategia y forma de recoger los datos, todas las ideas que no han surgido todavía y que ahora reclaman la atención del investigador al acercarse a la situación estudiada. Prestad atención al hecho de que este desglose ya equivale a un primer paso hacia el análisis. Como ya hemos dicho, en metodología cualitativa se suele considerar que el análisis empieza desde el principio, desde el momento en que el investigador compartimenta y canaliza sus primeras percepciones y acciones de aquello que pretende estudiar.
Miles y Huberman (1994, p. 52) proponen el siguiente formato (que adaptamos) para esta hoja inicial de contacto:
1) Tipo de contacto (visual, telefónico, e-mail...). Quién, dónde, cuándo (fecha).
2) Temas o cuestiones generales que golpean en primera instancia.
3) Detalles que –también– sorprenden en una primera aproximación.
4) Sumario de la información conseguida, y no conseguida, en cada uno de los objetivos iniciales de este primer contacto
5) Cuestiones que quedarían pendientes y serían objetivo para próximos contactos (y que pueden coincidir con las de los puntos 2 y 3, o no).
Con una ficha inicial de este tipo se cumple el propósito ya citado de empezar a escribir desde muy pronto, y de esta manera se marca un punto de partida para la recogida de información.
2.2.3.Narraciones y registros narrativos
Lo más tradicional y fácil de hacer en una situación de campo es redactar lo que se va viendo u oyendo en forma narrativa. Podemos definir las narraciones y registros narrativos de la siguiente manera: la conducta se va anotando a medida que se produce, en lenguaje sencillo y descriptivo, sin clasificarla ni ponerle etiquetas.
Podemos dar un paso más y añadir que, en realidad, las narraciones que va haciendo el trabajador de campo a lo largo de la fase de recogida de información forman parte también de una clasificación y de un sistema o código; pero éstos no han sido creados ad hoc para la investigación en la que son utilizados, sino que corresponden a la lengua que utiliza el investigador (catalán, castellano, inglés, japonés...). La relación entre las palabras que utiliza el narrador es la que hay entre las palabras de una lengua, y en la narración en la que aquél consigna los hechos observados los términos aparecen ordenados según reglas sintácticas. Con respecto al significado de estas mismas palabras, es el que la lengua les asigna, habida cuenta de que su uso tiene que generar al final una narración desnuda, objetiva y concisa.
2.2.4.Notas de campo
La idea de narración sugiere un texto coherente y con una considerable unidad y continuidad. Pero eso no siempre es factible. Situado sobre el terreno, el investigador no siempre puede hilar un discurso estructurado. A menudo, lo máximo que obtiene es un conjunto heterogéneo de información a través de diferentes canales, dado que reúne la información mediante notas de campo (2) tomadas aquí y allá, cuando puede, y no cuando quiere. Con el fin de apuntar o anotar (3) aquello que le parece relevante, se puede servir del clásico cuaderno de campo, llenándolo de dibujos, esquemas, notas al margen, etc.; o puede recurrir a sustratos más sofisticados como la grabación magnetofónica o (siempre teniendo en cuenta los posibles problemas de reactividad) la cámara de vídeo.
Entonces, al final del período de recolección de material no tenemos una narración continua e integrada, sino un conjunto de anotaciones puntuales, transcritas de la grabadora o directas, de fragmentos en vídeo, etc. No obstante, si la investigación ha permitido un mínimo de planificación conviene que esta primera recolección de material tenga ya una cierta estructura y que el investigador lo haya animado con interpretaciones provisionales de lo que ha ido viendo; o como alternativa, que estas notas sueltas y estos apuntes esporádicos puedan ser "pasados a limpio" tan pronto como las circunstancias lo permitan a fin de que no pierdan su sentido una vez transcurrido cierto tiempo.
Por poco que se piense en ello, salta a la vista que las notas sobre el terreno y –sobre todo– las narraciones pueden realizarse en el mismo momento en que se producen los hechos registrados, o al cabo de un tiempo (cuidado: ahora no hablemos de "pasar a limpio" el registro, sino, sencillamente, de hacerlo). En el primer caso, el observador tiene que ser lo más fidedigno posible a partir de aquello que ve o escucha; en el segundo tiene que confiar, además, en su memoria. Por regla general, estar en una de estas situaciones o en la otra depende del tipo de observación practicada, no participante o participante: si el investigador se encuentra delante de los sujetos, hay mil factores que pueden aconsejar demorar el registro de la escena a la que está asistiendo; por eso, cuando se encuentra en plena interacción con los sujetos, el investigador suele ceñirse a las notas de campo. Sin embargo, como es fácil imaginar, eso también depende de la clase de observación participante llevada a cabo: ciertos vínculos entre observador y sujeto permitirían un registro franco y transparente delante del mismo sujeto –como en la mayoría de las situaciones terapeuta-paciente–, mientras que otros, no.
Las notas de campo:
  • Obviamente, no muestran planificación y raramente presentan relación clara entre ellas.

  • A pesar de eso tendrían que ir, cuando menos, en orden cronológico y manifestar una posición más o menos constante del observador frente a lo observado (la "distancia" desde la que lo mira; el grado de empatía o vínculo establecido con los sujetos; etc.).

  • Pueden incluir tanto descripciones de acontecimientos o situaciones, como transcripciones de comentarios de los sujetos.

  • Son, en sentido cualitativo, "subjetivas", no filtradas –todavía– por ningún acuerdo o negociación con otros observadores ni por la teoría existente. Y complementariamente no está prohibido que se trasluzcan emociones, sentimientos, juicios apasionados sobre los temas tratados.

  • El hecho de que exista una nota implica por sí solo que el observador juzgó significativo el hecho correspondiente, y eso ya le concede relevancia.

  • El estilo de la nota, habitualmente corta, puntual y sintética, es compatible con el hecho de que incorpore una interpretación del observador en el momento de tomarla.

  • No obstante, la nota puede derivar en una metáfora, comparación o alegoría que, en el fondo, pretendería sintetizar aquello que el observador quiere transmitir. Es decir, a pesar de estar escrita en condiciones de precariedad, las notas pueden ofrecer una cierta retórica.

  • Al fin y al cabo, las notas reunidas y clasificadas pueden dar lugar a un sistema comparable al que se conseguiría a través de una narración.

2.2.5.Diarios
También puede ocurrir que el registro narrativo se desarrolle en un formato de diario. Pero, en tal caso, ese diario no constituiría un documento del sujeto estudiado, sino un documento del investigador con valor de narración o de registro de información. Se trataría, pues, de un exodiario, no de un endodiario, es decir, de un diario compuesto por el investigador, por definición siempre más externo a aquello que narra que el propio sujeto o sujetos protagonistas de la narración. Estos diarios pueden exhibir un talante puramente narrativo o tolerar un margen para la reflexión y el planteamiento de problemas de interpretación. Además, a veces no se limitan a ser diarios de registro o recogida de información, sino que constituyen crónicas del curso de la investigación que abordan temas como las dificultades económicas, las relaciones con los compañeros o los estados de ánimo del autor del texto.
Ejemplos de exodiarios
Ejemplos literales o por aproximación de un exodiario serían las anotaciones de Jean Piaget sobre sus hijos o la crónica de Darwin a lo largo de su vuelta al mundo.
Siguiendo a Miles y Huberman (1994, pp. 50-54), en un diario de registro se puede consignar cada día:
  • Qué se ha hecho, dónde, cuándo, cómo, por qué, durante cuánto tiempo, etc.

  • Qué materiales bibliográficos se han revisado.

  • Con qué personas se ha tenido contacto, en qué situaciones, con un resumen de los temas hablados y de los incidentes más significativos.

  • Qué datos se han recogido, cómo se han procesado, qué interpretaciones provisionales se han propuesto.

  • Ideas clarificadores o insights que se hayan podido tener; hipótesis que hayan aflorado.

  • Dudas, preguntas, vigentes en cada momento.

  • Etc.

Ejemplo de uso de un diario
Ejemplo de un fragmento de diario reflexivo, en el que Sunni Ali da vía libre a sus pensamientos en el contexto de un estudio sobre las escuelas centroafricanas:
"Mientras conducía hacia la segunda escuela para hacer las entrevistas me di cuenta de la gran necesidad de líderes que tienen estas comunidades. Por desgracia, muchas de las escuelas en este entorno son precarias y peligrosas. El crimen es tan frecuente en este vecindario que se pueden oír disparos regularmente. En esta comunidad hay pedófilos, violadores, yonquis y traficantes, pistoleros, etc. Crecen en la comunidad totalmente insensibles a la violencia. De manera correspondiente, las escuelas en este entorno luchan constantemente para salvar las mentes y las almas de los niños. Su problema más serio es proteger a los niños contra todos estos elementos, para lo que hacen falta con desesperada urgencia instituciones especializadas. Cualquiera que trabaje en este ambiente tendría que ser alabado por su dedicación y sacrificio..."
A continuación, el mismo autor pasa a describir la escuela que iba a visitar, de manera que la reflexión se convierte en una narración descriptiva:
"La escuela está bien estructurada y tiene un buen mantenimiento. En el vestíbulo ya se encuentran indicaciones de donde se encuentran las aulas de preescolar y las de primaria. Las aulas de preescolar están situadas en el primer piso y son cuatro. En cada clase no hay más de 20 niños. Las de primaria se localizan en los tres pisos restantes y hay 12 en cada piso..."
En otra fase del registro, se entra en el registro orientado a los sujetos, también en forma narrativa:
"Sin ninguna duda la Dra. E. tiene un apasionado compromiso en mejorar el estatus de los niños negros. Cuando la entrevistaba, me daba cuenta de que ella conocía bastante bien los temas del afrocentrismo. Para empezar, contaba con un rico trasfondo educativo. Había enseñado durante más de veinte años, y trabajado como administradora durante quince ... Cuando trabajaba para una firma privada trató de establecer programas innovadores para las escuelas públicas. Eso era lo que le atraía después de años de docencia. Según ella misma afirmaba, sentía como un desafío la necesidad de diseñar programas de innovación para las escuelas después de años de frustración envuelta con burocracia y prácticas escolares..."
La Dra E. fue también entrevistada y, por lo tanto, éste es un relato hecho a posteriori del encuentro o extracto de una grabación. Como es sabido, la transcripción de las preguntas/respuestas de una entrevista puede ir acompañada de una narración paralela de la actitud y el talante del sujeto.
Material extraído de Sunni Ali, citado en Janesick, V. J. (2004). Stretching Exercises for Qualitative Researchers (2.ª ed.), pp. 195 y 198. Thousand Oaks CA): Sage. La traducción es nuestra.
2.2.6.Memos
En ciertas tradiciones de trabajo cualitativo, se pone mucho énfasis en que se mantengan separadas las notas descriptivas o neutras, por un lado, y las notas interpretativas, por otro. Estas últimas se entiende que abarcan tanto las propuestas teóricas y las elaboraciones conceptuales, como –especialmente– las ideas sobre clasificación y codificación del material, incluidas las hipótesis que van surgiendo sobre relaciones entre acontecimientos o hechos. Son notas del observador dirigidas básicamente a sí mismo, aunque después se pueden discutir con otros miembros del equipo. No siempre toman la forma de escritura; también pueden consistir en esquemas o sinopsis gráficas (por ejemplo, ligando conceptos).
En contextos de investigación guiados por la teoría fundamentada, estas notas se reúnen en los llamados memos, conjunto de notas interpretativas, y hasta cierto punto privadas, del investigador, que se distinguen por los rasgos que acabamos de enumerar. Estas guías o sugerencias para la interpretación de los datos no se tienen que confundir con los datos en sí mismos.
Terminología
Los memos también son conocidos como memorándums o apuntes.
Los memos adoptan una apariencia diferente según la fase de la investigación en que están escritos. No es lo mismo un comentario hecho al inicio de la investigación, y con el objetivo de aclarar y preparar la toma de contacto, que otro hecho hacia el final, en el que se trata más bien de pulir categorías de análisis o de interpretación que ya estaban en construcción (Glaser, 1987).
Ejemplo de memo
Incluimos a continuación un extracto de memo realizado dentro de un estudio sobre el impacto de la tecnología en el trabajo en los hospitales. En este fragmento extraído de la obra de Glaser (1987, p. 122, la traducción es nuestra) se propone una nueva categoría, que ayuda a analizar las diferencias entre el trabajo doméstico femenino y el de una auxiliar o asistente:
"A partir de esta entrevista me surge otro idea de trabajo que no se me había ocurrido antes. Tiene que ver con el trabajo doméstico de las esposas y con el hecho de que ciertos tipos de trabajo se asocian a ellas. Son trabajos diferentes de las de una simple auxiliar. Todavía no he elaborado la idea, pero me parece a partir de esta entrevista que cuando el trabajo corporal es el foco, con trabajos que podría hacer un auxiliar, las identidades se vuelven difusas. La esposa no está segura de cuando aparece su identidad como esposa ni de cuando desaparece; de cuando empieza y cuando acaba la asistenta o auxiliar. Tampoco lo está de cuando su marido tiene la identidad de un paciente y cuando deja de tenerla."
Tal vez, uno de los aspectos más interesantes de la metodología centrada en este tipo de notas es el esfuerzo analítico que ha conducido a su clasificación detallada, proveyendo criterios organizadores de la recogida de información. Así, Richardson (2004) propone cuatro tipos de registros:
1) Anotaciones observacionales, ceñidas estrictamente a información sobre el objeto de estudio y datos.
2) Anotaciones metodológicas, que tocarían cuestiones sobre las tácticas de registro, de muestreo, de localización de fuentes, etc.
3) Anotaciones teóricas, consistentes en hipótesis, intuiciones, asociaciones con teorías, interpretaciones.
4) Anotaciones personales, en forma de diario personal y con el fin de liberar la parte más emocional de las vivencias en la investigación.
Una vez hecho un primer contacto con el objeto de estudio, las narraciones, las notas de campo, los diarios y los memos son los formatos más utilizados para el registro escrito de información.

2.3.Registro como primer almacenamiento de información: materiales audiovisuales

Los materiales audiovisuales son información recogida, puesta a buen recaudo y reproducible indefinidamente, pero no constituyen por sí mismos un cuerpo de datos.
Hay una peligrosa y extendida creencia de que, una vez el investigador tiene una grabación en vídeo o magnetofónica, ya ha conseguido la información y le queda poco trabajo por hacer. De hecho, éste es un malentendido grave desde el punto de vista metodológico. Cuando en nuestro CD, disco duro, o en una cinta magnética tenemos grabadas conductas, situaciones, escenas o secuencias, lo que hemos hecho ha sido preservarlas para una recogida de información auténtica, que comporta separar el grano de la paja, lo que es esencial de lo que es accesorio, lo que entra a priori dentro de la delimitación del objeto de estudio y lo que no entra; en definitiva, sobre este material todavía hay que definir qué es relevante o pertinente y qué no lo es, sin contar con que todavía hay que hacer toda la tarea analítico-sintética de definir las variables –categorías, códigos– que aplicaremos en el análisis.
Reacción delante de la cámara
No consideramos aquí la cuestión, metodológicamente relevante, de si la existencia de la cámara o la grabadora es conocida o no por el(los) sujeto(s), cuestión que remite a otra, la de la reactividad en observación participante, profusamente tratada en la asignatura Métodos de investigación cualitativa.
Por lo tanto, la tarea de grabar o filmar conduce a una situación de ventaja parecida a la del geólogo que se lleva a casa o al laboratorio los minerales con el fin de estudiarlos más cómoda y precisamente; o a la del paléografo que ha encontrado unos documentos o inscripciones, los extrae del lugar de origen y los revisa en la mesa de su despacho. La comparación se refiere también a la circunstancia de que, tanto el psicólogo que ha filmado o grabado, como el geólogo, como el historiador en la situación descrita, pueden examinar, observar, evaluar o medir los materiales tantas veces como quieran, ahorrándose así el problema del carácter huidizo de los fenómenos, especialmente del comportamiento que empieza y acaba, y apenas deja rastro.
Materiales ajenos al investigador
El razonamiento sobre los materiales originales se aplicaría igualmente a los materiales no grabados por el mismo investigador, sino en posesión de sociedades, instituciones, bibliotecas o centros de documentación, y que el investigador aprovecha con vista a sus objetivos.
Por otra parte, el uso de una cámara o de una grabadora ayuda igualmente a hacer seguimientos o a recoger masivamente acontecimientos desordenados, con mucho sujetos y con mucha riqueza conductual, ante los que se pone duramente a prueba la habilidad de anotación del observador. Imaginemos una fiesta tradicional, un altercado en un mercado o un partido de fútbol en el patio de la escuela. La metodología observacional ofrece pautas de seguimiento y muestreo en estos casos, pero es indiscutible que la ayuda de una cámara es de agradecer. Una toma en un plano general, por ejemplo, puede solucionar algunos de esos problemas. No obstante, tampoco en este contexto los instrumentos audiovisuales son la panacea, ni aportan soluciones mágicas: hay que saber utilizarlos según la clase de información que se desea reunir y las condiciones en las que se recoge.
Realmente, una parte de los obstáculos que dificultan la captación de una acción o un acontecimiento en medio de una situación grupal o social no sólo afectan al ojo del observador, sino también al "ojo" de la cámara. Hay que recordar que una fotografía, grabación o filmación de calidad y útil para el investigador no se puede hacer de cualquier manera y, en consecuencia, requiere diversos procedimientos técnicos relativos al uso de la luz, el sonido, el ángulo de la toma, el plano y el encuadre (y correspondientemente, el tipo de objetivo), etc., los cuales no siempre son factibles en el contexto del trabajo de campo y dada la posición o rol del observador. Naturalmente, no se trata precisamente de que el material registrado satisfaga exigencias artísticas, sino de que contenga la información que se necesitaba en la forma en que se necesitaba.
En general, la puesta en escena de una observación tendría que ajustarse a los siguientes principios, basados en el más elemental sentido común:
1) Apertura del plano. Cuando el investigador hace seguimientos más o menos continuos de individuos, parejas o grupos pequeños (es decir, practica un muestreo focal en los términos de la metodología observacional), el recurso más adecuado son los planos generales o de conjunto, que aseguran que los sujetos no se nos escaparán de enfoque. La alternativa es seguirles cámara en mano o mediante el zoom, pero esta opción es habitualmente más obstructiva.
El plano general requerirá, a su vez, un objetivo de gran angular y una posición mínimamente elevada del observador con el fin de obtener un ángulo compatible con la visión general que se quiere alcanzar. Estas condiciones estarán obviamente determinadas por el contexto físico en el que se trabaje (exterior o interior, espacio público o privado, etc.).
El seguimiento cámara en mano obliga a disponer de una gran competencia técnica y es más fácil que genere reactividad y altere el comportamiento de los sujetos.
De hecho, las dos tácticas de seguimiento pueden combinarse, partiendo, por ejemplo, de planos de conjunto y acercándose al sujeto cuando convenga mediante el zoom. Esta táctica es muy recomendable cuando se lleva a cabo un seguimiento o muestreo multifocal, de manera que se van siguiendo diferentes sujetos por turnos o ciclos dentro de un grupo establecido. A pesar de todo, hay que tener presente que el plano de conjunto o general siempre será de uso inevitable cuando haya que captar el ambiente donde está inmerso el sujeto, mientras que los primeros planos servirán para recoger los detalles de la expresión, de la vestimenta o de la acción.
Si se dispone de más de un observador, lo ideal será que cada uno de ellos haga una grabación como la que acabamos de describir.
2) Ángulo de la cámara. Con respecto a la captación de imágenes, en general una cámara se enfoca "a la misma altura" o –lo que es lo mismo– en dirección perpendicular al objeto o persona que se quiere registrar. El observador se encuentra sobre el mismo nivel del suelo que aquello que quiere captar. Los párrafos anteriores aludían a este caso, en el que el cuerpo de los individuos o la estructura en vertical de objetos y componentes del entorno son los sistemas de referencia, además del contexto socioespacial y sociotemporal en el que están situados. Una persona mueve la cabeza en señal de asentimiento, y este movimiento se evalúa en relación con el resto de su anatomía. O esta misma persona se acerca, o se aleja, de otra, y entonces captamos esta translación sobre el fondo ambiental donde se manifiesta.
Registro acústico
Ni que decir tiene que el registro acústico no está sometido a una regulación tan minuciosa y que está básicamente condicionado por la distancia entre la fuente acústica, el micrófono y los obstáculos que se interponen.
Pero la cámara también se puede colocar en posición elevada, "cenital o en picado", cuando lo que se desea grabar son las posiciones de individuos o elementos del entorno sobre el terreno, las distancias entre ellos. Entonces, el sistema de referencia es el propio terreno sobre el que sujetos, animales o móviles se colocan o desplazan como puntos encima de un mapa.
La utilización de una cámara o de una grabadora tiene que estar orientada por el objeto de estudio, por la clase de información que éste pide y por la situación en que se hace el registro.

2.4.Fuentes documentales y datos no reactivos

Además de la información escrita por el propio investigador, éste puede servirse de documentos ya existentes (espontáneos) o de información inferida de los objetos manipulados por las personas o de la huella física que deja su acción.
2.4.1.Fuentes documentales
Los textos escritos de los que hemos hablado hasta ahora pueden considerarse documentos del observador o del investigador, el continente y contenido en código lingüístico de la información que éste va recogiendo. Sin embargo, como ya sabéis, el investigador puede recurrir a documentos generados por los sujetos, grupos o instituciones que estudia, los cuales pueden haber sido creados independientemente de su voluntad (documentos espontáneos) o como consecuencia de una petición explícita de él mismo (documentos creados por encargo). Una diferencia insoslayable entre ambos es que los primeros están exentos de reactividad –ya que el sujeto o grupo lo escribió sin saber que sería leído– y los segundos no lo están por razones obvias: cuando el sujeto o grupo recibe el encargo de escribir ya sabe que su texto será examinado e interpretado.
Los documentos espontáneos no son únicamente individuales (como las cartas o los diarios) sino que, en el sentido que tiene este adjetivo en el presente contexto, pueden ser textos públicos u oficiales, como un censo, un código legal o deontológico, las actas de unas reuniones, circulares, contratos de compraventa, declaraciones de principios, estatutos, reglamentos, etc.
La estrategia de aproximación del científico cualitativo a aquello que estudia tiene que incorporar habilidades sociales que induzcan la suficiente confianza en los estudiados como para ceder documentos espontáneos o, en el caso de que sean públicos y de acceso libre, aceptar sin desconfianza que sean analizados.
Una fuente (más bien, océano) documental que en el día de hoy es de referencia obligada es Internet. La red facilita la obtención de muchos tipos de documentos privados oficiales y personales, públicos y en ciertas condiciones, como por ejemplo
  • mensajes electrónicos,

  • páginas web con sus contenidos,

  • diálogos en chats, catálogos y ficheros comerciales, etc.

A partir de aquí el investigador tiene que tratar con cuidado esta documentación, archivándola y clasificándola de manera que le sea aprovechable. Eso significa generalmente que hace falta preservar y guardar como información aparte (metadato)
  • la procedencia del texto,

  • el autor o autores,

  • la fecha de su producción,

  • las circunstancias de su obtención,

  • el tipo de documento,

  • sus vínculos con otros documentos,

  • la función provisional que le hemos asignado en esta fase de la recopilación.

Almacenamiento en formato digital
Lógicamente, en el momento actual toda información se puede guardar en formato electrónico, bien porque éste era el soporte original, bien porque lo hemos transcrito o escaneado a fin de que lo sea. Quizás no hay que añadir que toda la documentación que el científico va recogiendo a lo largo del estudio tendría que estar duplicada en una copia.
2.4.2.Datos no reactivos en general
Además de recoger documentos ya creados, espontáneos, y, en consecuencia, libres de reactividad, el investigador puede hacer suyo un montón de información también ya existente en el mundo físico o de los objetos. Esta información a menudo es de fácil acceso y es generada por la conducta de las personas mucho antes de que el investigador la recoja. Estos datos, por lo tanto, son también no reactivos y suponen un recurso importante en muchas investigaciones sociales. No son conducta, ni acción, pero al haber sido producidos por la conducta o la acción están cargados de significado y son de provecho para un científico social con talante cualitativo.
Ejemplos de datos no reactivos
En el prólogo de un texto clásico, Sechrest y Grove ya ofrecen un ejemplo de estos datos, lo bastante ilustrativo, en el cual nos inspiramos (sin seguirlo a rajatabla).
Imaginemos que un investigador quiere saber el consumo real de cerveza, vino o licor en un barrio donde el consumo de alcohol constituye un problema que se traduce en maltratos familiares, falta de cuidados y de atención a los niños, accidentes de tráfico, delincuencia. El investigador aborda el registro directamente a través de cuestionarios rellenados en su ausencia, cuestionarios que recoge una semana después de haberlos repartido a diversas unidades familiares. ¿Qué versión alternativa puede tener con respecto a la de la información que suministra el cuestionario? Pues, por ejemplo, puede revisar, de acuerdo con el servicio municipal de recogida de basuras, los contenedores de vidrio, de envases, o directamente, los contenedores generales, con el fin de hacer una estimación del consumo real de alcohol, global o –más difícilmente– por familias. En este caso, el investigador iría en búsqueda de latas y botellas y sacaría partido de un resto físico o de un rastro de la conducta de los bebedores. Obviamente también se habrían podido utilizar las cifras de venta de alcohol en la zona, pero éstas sólo habrían dado información indirecta sobre el consumo real.
Otro ejemplo de idéntica procedencia: si la dirección de un museo quiere saber cuáles son las vitrinas o los escaparates preferidos, puede preguntarlo a los visitantes en el momento de abandonar el edificio o evaluar el desgaste del pavimento delante de cada exhibidor o contar el número de veces que ha habido que sustituirlo en un período de tiempo. Ahora aprovecharíamos un índice de erosión del suelo.
Sobra añadir que en estos dos ejemplos sería bastante interesante comparar las dos medidas, reactiva y no reactiva, no tanto para comprobar el grado de sinceridad o precisión de los sujetos, sino con el fin de disponer –en perspectiva genuinamente cualitativa– de una visión lo más rica posible del problema abordado.
Los datos no reactivos proporcionados por documentos espontáneos o por objetos o rastros físicos pueden servir para contrastar los registrados directamente por el investigador o para ampliar el abanico de significados a los que hay que atender.

2.5.Registro como transcripción

La transcripción se tiene que diferenciar del registro de la conducta y puede ser literal o selectiva, e incorporar o no, elementos de prosodia, de paralingüística o de la situación interactiva en la que se emitió el discurso verbal.
Además de poner por escrito aquello que ve, siente o percibe, y de recurrir a documentos o a indicios materiales de la acción humana, el investigador cualitativo puede y debe transcribir aquello que dicen los sujetos, en solitario o en grupo. Cuando se pasa un cuestionario, es evidente que las respuestas del sujeto ya quedan en el papel o el aplicativo sin hacer ningún esfuerzo más. Pero cuando se quiere disponer de las respuestas de un sujeto a lo largo de una entrevista abierta, o de todo lo que ha dicho una pareja o un grupo en el curso de una conversación, hay que tener algún procedimiento de almacenamiento de todo este material lingüístico. Habitualmente, como es fácil adivinar, el ideal es hacer una grabación en vídeo o magnetófono de las respuestas o de la conversación. De lo contrario (como ocurría antes de la invención del soporte magnético), hará falta utilizar algún sistema de notación taquigráfico, estenográfico o similar, con vistas a recoger con la máxima fidelidad lo que ha(n) dicho el(los) sujeto(s). Porque lo que se dice se lo lleva el viento (verba volant), pero la escritura permanece (scripta manent).
Ahora bien, incluso cuando se dispone de una grabación, el investigador, a la hora de decidir cómo trabajarla y analizarla, tiene una doble vía ante sí:
  • pone por escrito literalmente todo aquello que el(s) sujeto(os) ha(n) dicho,

  • traslada selectivamente al papel o al procesador de texto sólo aquello que le interesa, haciendo un primer filtraje de la información (antes de categorizarla o codificarla).

En ambos casos, el traslado del habla a la escritura se puede llamar transcripción. Y tanto en un caso como en otro esta transcripción
  • puede incorporar, además del lenguaje en su acepción más ortográfica, los componentes prosódicos y paralingüísticos del habla:

    • la entonación,

    • la pronunciación (fonética, acentos, énfasis),

    • el volumen de voz,

    • las pausas,

    • los alargamientos de palabras y frases,

    • las repeticiones,

    • los errores de pronunciación,

    • el ritmo de emisión (hablar deprisa o poco a poco),

    • los ruidos guturales y nasales (tos, carraspera, suspiros, sollozos, risa),

    • etc.;

  • o puede no incorporarlos.

Conviene no confundir la transcripción con el registro o anotación de conductas. Si en una sesión de observación escribimos "Ríe", recogiendo la conducta que un sujeto ha ejecutado en un momento determinado, eso es una anotación de registro. En cambio, si escribimos "Ha, ha, ha..." en la misma situación o al pasar a escritura una respuesta de entrevista, eso habrá sido una transcripción. La transcripción, pues, exige una fidelidad acústica, fonética y secuencial mucho mayor. No obstante, los registros de la comunicación no verbal y de la expresión facial utilizan también sistemas de notación bastante sofisticados. En estos últimos registros la anotación incorpora a menudo información sobre elementos significativos del ambiente social, información que no es tan frecuentemente añadida a las puras transcripciones, aunque siempre es recomendable. Particularmente, cuando la transcripción es de una conversación es indispensable anotar, a través de la propia transcripción o en paralelo, hechos como las interrupciones o los intentos de interrupción y los encabalgamientos (4) entre intervenciones consecutivas.
La ventaja de no llevar a cabo una transcripción "en vivo", directa, gracias a tener la conducta verbal de los sujetos grabada, no elimina la posibilidad de errores. En todos los manuales sobre transcripción se recomienda oír la grabación muchas veces antes de decidirse a transcribirla, de manera tal que la audición del transcriptor se vaya afinando y el riesgo de equivocarse disminuya.
Ejemplos de errores de transcripción
 
Qué no se ha dicho
Qué se ha dicho
Errores de
percepción
fonética
Contrato especial.
Contacto espacial.
Esta aria de referencia.
Esta área de referencia.
Servicio poco eficaz.
Cerebro poco eficaz.
No, yo no tengo radiactividad en la cabeza.
No, yo no tengo ninguna reactividad hacia...
Comité taxativo.
Comité ejecutivo.
Yo diría que el permiso.
Yo diría que la media...
Avituallamiento.
Habitualmente.
No tememos este tema.
No tratemos este tema.
Error de percepción
de la entonación
Bien, eso tiene sentido.
Bien, ¿eso tiene sentido?
Errores de percepción
de pausas y entonaciones
La familia es lo primero, hijo.
En la familia el primer hijo...
¡Basta ya! No hay dinero para gastar.
No hay suficiente dinero para gastar.
En el banco de herramientas de la metodología cualitativa hay muchos sistemas de transcripción. Todos ellos, al ser aplicados, implican ya un cierto análisis del material que se tiene que transcribir, dado que aunque el enfoque sea literal y no selectivo, los signos del sistema de transcripción suponen necesariamente unos significados y una cierta visión de la segmentación y de las partes relevantes del discurso.
La transcripción, en tanto que escritura, tiene que servirse, como decíamos, de signos y, por lo tanto, de algún sistema notacional. Lógicamente, éste es fundamentalmente el lenguaje que hablan los sujetos (habitualmente, el mismo que habla es el investigador) y, por lo tanto, la transcripción básica del habla se hará en castellano, inglés, francés, etc.
Sin embargo, teniendo en cuenta, como acabamos de exponer, que una transcripción no se limita a recoger el habla exclusivamente, sino que recoge también sus componentes prosódicos y paralingüísticos, las notaciones utilizadas rebasan las propias de cada lengua y recurren a símbolos utilizados en otros campos disciplinarios o creados ad hoc. De entrada, la reproducción de los sonidos exige un código más desarrollado que el del diccionario corriente. Por eso, un recurso bastante común es el de la notación fonética, más o menos detallada (ancha o estrecha) cuando se quiere reflejar con mucha exactitud la pronunciación.
Ejemplos de notación fonética
Ved unos ejemplos simples de este tipo de transcripciones:
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Ejemplo extraído del Portal Lingüístico de la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA), consultado el 16 de marzo del 2009.
La transcripción del acento y la entonación es aún más complicada, y difícilmente se puede hacer "a ojo".
Ejemplo de transcripción fonética del acento y la entonación
Prestad atención a la transcripción de las siguientes dos frases:
  • "Veréis a Maria"

  • "¿No han "llegado?"

Un ejemplo de transcripción sería el que se muestra en la figura siguiente.
10525_m2_02.gif
Aunque podríamos prescindir de la cuadrícula y colocar las líneas ascendentes y descendentes de la entonación directamente sobre sílabas o letras, claro está que esta transcripción requiere una formación lingüística bastante especializada y, además, un bueno oído o una grabación espectrográfica. Por ejemplo, las líneas de subida y bajada de la entonación de "Veréis a Maria" se pueden representar en términos de secuencias de acentos tonales, bajo-alto (B* + A) y un solo bajo (B*), más los acentos de final de frase (A - A%).
Ejemplo extraído de Prieto, P. (1999). Patrons d'associació de l'estructura tonal en català. Catalan Working Papers in Linguistics, 7, 207-218.
La separación pautada de sonidos o sílabas requiere igualmente un esfuerzo de medición considerable, que se puede reducir mucho gracias a los recursos informáticos, los cuales –de hecho– también simplifican la transcripción fonética en general y la de la entonación. Como es fácil de suponer, el investigador cualitativo en psicología no suele hacer uso de este tipo de transcripciones a menos que esté orientado por intereses primordialmente psicolingüísticos. Por otra parte, el grado de precisión requerido no es tan grande como pueden sugerir los ejemplos anteriores y, a veces, se alcanza con procedimientos artesanales. Así, como una palabra de cuatro sílabas dura aproximadamente un segundo, podemos contar un cuarto de segundo para cada sílaba y para las pausas entre palabras (Silverman, 2006, p. 207).
En definitiva, en la práctica etnográfica y psicosocial los sistemas de transcripción están relativamente simplificados y centrados en los aspectos más psicológicos e interactivos del habla. El análisis conversacional ha desarrollado notaciones muy utilizadas a partir del trabajo de Sacks y Heritage, muy atentas a los turnos de conversación. Ahora nos limitaremos a recordar la muy utilizada notación de Silverman (2006, pp. 398-389), a la que añadiremos después un ejemplo distinto del que allí se proporcionaba.
Símbolo
Descripción
Significado
[
Corchete de izquierda
Van en parejas e indican el punto donde hay encabalgamiento entre el habla de un interlocutor y la del otro.
=
Igual
Se ponen uno al final de una línea y el otro al principio de la siguiente. Informan de la absoluta
continuidad entre ambas (no hay pausa entre ellas ni encabalgamiento).
(número)
Número entre paréntesis
Número de décimas de segundo que han pasado entre dos momentos de la conversación.
(.)
Punto entre paréntesis
Una pequeña pausa, menor de una décimo de segundo.
--------------
Subrayado de frase o palabra
Alguna acentuación del habla, en forma de cambio de tono o volumen.
:
Dos puntos
Prolongación del sonido inmediatamente anterior. El número de marcas de dos puntos indica la magnitud de la prolongación.
Mayúscula
Palabras o partes de palabras en mayúscula
Expresan un volumen de voz relativamente grande en relación al contexto.
.hhhhh..
hhhhh..
Filas de h precedidas o no por un punto
Una fila de h precedida por punto indica inspiración (toma de aire).
Una fila de h no precedidas por punto indica expiración (expulsión de aire).
( )
Paréntesis vacíos
No se ha oído bien lo que decían los sujetos.
(palabra)
Palabra entre paréntesis
No se ha oído bien lo que decían los sujetos, pero se pueden hacer conjeturas.
((.........))
Doble paréntesis
Son descripciones del autor, más que transcripciones.
. , ?
Signos de puntuación
Tipo de entonación o sonsonete de quien habla.
.........
.........
Cambio de línea
Por cambio de turno o cuando la pausa se prolonga un cierto número de segundos.
Otros sistemas de transcripción
La variedad de sistemas de transcripción es considerable, particularmente cuando ampliamos el espectro de búsqueda y nos adentramos en los campos de la lingüística y de la pragmática. Además del sistema de Silverman, podemos citar el de Du Bois, el de Gumperz y Berenz, el clásico de Jefferson, o el de MacWhinney y Snow, dedicado al registro de la adquisición del lenguaje.
Ejemplo de notación de Silverman
En este ejemplo, la transcripción, un poco simplificada, reproduce la conversación entre una pareja y un profesional de la salud, quien asesora en el tema del sida (C: "Counselor"; P: "Patient"; PF: "Patient's Fiancee").
10525_m2_10.gif
Ejemplo extraído de D. Silverman; Peräkylä, A. (1990). Sociology of Health & Illness, 12 (3), 293-318.
Los autores nos proponen prestar atención –sobre todo– a las inspiraciones del asesor justo antes de introducir los puntos conflictivos (líneas 4 y 6); la gran pausa antes de pronunciar "semen", típica de la emisión de palabras emocionalmente cargadas (líneas 1-2); las pausas en las líneas 8-9 que se producirían por la misma razón al entrar en temas delicados; la prisa del asesor al contestar la última pregunta del paciente, prisa que hace que su "no" se encabalgue sobre la cola de la interrogación. Hay que atender igualmente a la casi ininteligibilidad del "I mean" (por eso va entre paréntesis), fruto asimismo de la emoción. Las transcripciones "er" y "erm" corresponden a sonidos que aseguran la continuidad del discurso cuando éste se ve comprometido por la duda o el desconcierto (como los catalanes "mmmm...", "daixonses", "dallonses...").
En la práctica cualitativa actual, la transcripción tiende a concentrarse en los aspectos psicosociales del habla y suele apoyarse en técnicas inspiradas en el análisis conversacional que implican ya un cierto análisis del material transcrito.
Lectura recomendada

Para más información sobre otros sistemas de transcripción consultad D. C. O'Connell y S. Kowal (1995). Transcription Systems for Spoken Discourse. En J. Verschueren, J-O. Östman y J. Blommaert (Eds.), Handbook of Pragmatics (pp. 646-656). Amsterdam: John Benjamins.

3.Técnicas de codificación en investigación cualitativa

3.1.Planteamiento general

Con el fin de analizarlos e interpretarlos, los materiales registrados por el investigador, reducidos a formato textual, tienen que ser sometidos a un proceso de codificación.
Nos ocupamos a continuación de la franja inferior de la primera figura, aquélla en la que el material significativo que el investigador ha ido recogiendo y pasando por los diferentes filtros vistos hasta aquí –la narración, la notación, la transcripción, etc.–, está finalmente organizado e interpretado en clave categorial, transformado en una serie de categorías, bien deductivas, derivadas directamente de la teoría con la que se enfoca el análisis, bien inductivas, como hipótesis de clasificación o de sentido que se aplican a un material que todavía tiene que liberar la mayor parte de sus secretos.
Al traspasar la frontera que separa esta franja de las dos anteriores, nos interesa codificar la información reunida hasta entonces. Una cosa es la información todavía no codificada y otra la que ya lo está. La información codificada tendría que adquirir el aspecto de clasificaciones lógicas o categorizaciones rigurosas. Estas clasificaciones implican dos tipos de operaciones, inseparables en la práctica: por una parte, obligarán a dividir o segmentar la información, esencialmente textual, convirtiendo el flujo de esta información en una cadena de unidades de tamaño mayor o menor; por otra parte, exigirán clasificar estas unidades en categorías significativas. Estableciendo un inevitable paralelismo lingüístico, este trabajo se parecería al de analizar sintácticamente los textos y, al mismo tiempo, hacer un análisis paradigmático o gramatical, otorgando un papel o función a cada fragmento analizado. Una vez hecho este trabajo, el investigador cualitativo puede evaluar los materiales textuales con criterios más consistentes y sistemáticos, incluso puede apoyar sus interpretaciones –si lo cree conveniente– sobre medidas.
En la tradición anglosajona observacional y cualitativa, las dos operaciones de segmentación y categorización se suelen agrupar bajo el nombre de codificación, término que utilizaremos a partir de ahora cono sinónimo de cualquiera de las dos operaciones, precisando cuando sea necesario si aludimos a una o a otra. Según Miles y Huberman (1994), la codificación es la fase previa de análisis y arreglo del material recolectado en la que el investigador diferencia y después combina la información recogida a través de un proceso de reflexión y de sucesivas aproximaciones. Según Strauss y Curven (1990), codificar consiste en definir y aplicar las operaciones mediante las cuales los datos se desglosan o se reúnen, combinan y se conceptualizan, primero clasificando e interpretando muy a ras de texto y, más adelante, haciéndolo en niveles de abstracción progresivamente más altos, hasta llegar a producir teoría.
Para empezar, es imprescindible familiarizarse con los materiales textuales que se quieren codificar. A continuación, un procedimiento bastante generalizado es marcar con unas o más palabras clave cada una de las secciones del texto que hemos identificado por su significación diferencial; así fijamos un primer armazón del sistema de categorías que deseamos construir. De hecho, estas palabras-clave son etiquetas que, no sólo ordenan y asignan significados a los segmentos del texto escogidos, sino que también los estabilizan y operan una reducción de la información disponible, haciéndola menos voluminosa y más manejable.
En realidad, pues, se puede afirmar que lo que hace este investigador es asignar etiquetas o títulos, como en cualquier proceso de clasificación, a los diferentes segmentos de texto considerados, de longitud variable (palabras, frases, párrafos, páginas, etc.). Hace falta aclarar ahora que nos referimos tanto al texto que el mismo investigador ha producido como "notario" o "registrador" de la realidad observada (textos en forma de narraciones, transcripciones, registros verbales), como al texto que han podido generar los sujetos (respuestas a diferentes tipos de entrevistas, diferentes documentos). Ni que decir tiene que estas etiquetas están cargadas con el significado teórico o hipotético, provisional, que el investigador atribuye a los correspondientes segmentos de texto.
Pero tengamos en cuenta que la decisión de dividir el texto en unos puntos determinados, y no en otros, guarda una íntima relación con el nivel de significado que se concede a cada bloque, según sea más extenso o más corto. No abarca el mismo campo de significado etiquetar una frase como "Me gusta comer " que otra, de la que el anterior sería el inicio, como "Me gusta comer a su hora", o una tercera como "Me gusta comer a su hora cuando estoy en casa". Por lo tanto, las operaciones de segmentación y de asignación de etiquetas de significado –operaciones de categorización– están ligadas de forma inextricable y suponen ya un trabajo analítico e interpretativo incipiente por parte del investigador. Queremos decir que éste no empieza el análisis una vez ha codificado el texto en categorías, sino que el proceso de categorización ya presupone una primera fase de análisis, sea en la buena dirección o no. Normalmente, el investigador cualitativo trata de empezar por el análisis y, por lo tanto, la categorización, más descriptivos, progresando después hacia interpretaciones de más y más alcance. Sin embargo, ya desde las primeras fases del análisis, pueden ir surgiendo ideas e hipótesis de relación o interpretación que posteriormente serán desarrolladas plenamente.
Es fácil entender, pues, que la codificación no se consigue con un toque de varita mágica y que requiere un proceso preparatorio considerable, desde los primeros arreglos del texto hasta la elaboración de categorías definitivas o casi definitivas. La ayuda que actualmente pueden prestar los programas de análisis cualitativo reduce las dificultades (sobre todo el tiempo de dedicación) pero también puede aumentarlas, especialmente si el software se utiliza de manera poco adecuada, confiando totalmente en sus criterios por defecto y sin una cuidadosa revisión de los resultados.
La tradición cualitativa en el seno de la cual se han desarrollado más a fondo, y más sistemáticamente, las técnicas de codificación y categorización es la de la teoría fundamentada (5) , por lo cual nos situaremos en su perspectiva con el fin de ofrecer con un poco más de detalle una imagen útil de los procedimientos involucrados. Eso no excluye, cuando sea necesario, que nos separemos de esta tradición e incorporemos estilos de trabajo diferentes utilizados en otras tradiciones de la investigación cualitativa.
Lecturas recomendadas

Aportamos tres referencias fundamentales en relación a la teoría fundamentada, textos fundacionales o esclarecedores escritos por sus creadores:

A. L. Glaser (1987). Qualitative Analysis for Social Scientists. Cambridge (UK): Cambridge University Press.

B. G. Glaser y A. L. Strauss (1967). The Discovery of Grounded Theory: Strategies for Qualitative Research. New York: Aldine.

A. L. Strauss (1987). Qualitative Analysis for Social Scientists. Cambridge (UK): Cambridge University Press.

Ved también:

P. Y. Martin y B. A. Turner (1986). Grounded Theory and Organizational Research. The Journal of Applied Behavioral Science, 22 (2), 141-157.

Brevemente, la teoría fundamentada defiende una metodología inductiva que permite al investigador dar cuenta en clave teórica del tema investigado, pero sin perder contacto con la realidad; es decir, sin descuidar el anclaje empírico que soporta su interpretación teórica. Una investigación inspirada por la teoría fundamentada avanza gracias a un intercambio continuo entre las hipótesis teóricas fruto de la reflexión del investigador y las observaciones y datos que este mismo investigador va recogiendo. Este planteamiento, en su pura formulación, no tiene mucho de original, sino que obedece a la lógica de cualquier investigación hipotético-deductiva; la originalidad proviene más bien de la capacidad de aplicar esta estrategia a fondo, desde el principio hasta el final de una investigación cualitativa, siempre más flexible que una cuantitativa, sin que en estas condiciones el investigador pierda el rumbo y nada escape a su control.
En la perspectiva de la teoría fundamentada, la codificación se lleva a cabo en tres fases:
  • En un primer momento se trata de establecer una codificación abierta y extensiva, que tendría que preparar y fijar en buena parte un armazón capaz de dar una organización inicial al texto, tanto desde el punto de vista de la segmentación como del de la categorización propiamente dicha.

  • En un segundo momento, se aborda una fase de codificación axial, en la que se búsquedan las relaciones entre las categorías surgidas en la fase anterior siguiendo estrategias inductivas o deductivas de razonamiento. Esta tarea puede tener como resultado el desarrollo de subcategorías a partir de las categorías propuestas en la fase anterior y la confección de una red de conceptos teóricos.

  • En un tercer momento, se llega a la selección, y se fija un mapa de categorías definitivo en términos relativos, es decir, un modelo de trabajo utilizable y eficaz, pero siempre provisional y revisable.

Sin embargo, estas tres fases están íntimamente vinculadas y en la dinámica de la codificación a menudo se superponen o invierten el orden en que las hemos enumerado. A propósito de eso recordamos que en la investigación cualitativa los procesos de trabajo no suelen ser estrictamente secuenciales, sino espirales. La fase de recogida de datos, la de codificación y la de análisis e interpretación no están completamente separadas, sino imbricadas unas en otras. Las carencias advertidas durante la codificación abierta o la axial pueden empujar al investigador a prolongar o ampliar la recogida de datos, mientras que las insuficiencias detectadas en el momento de la selección final pueden moverlo a retroceder y volver a la fase de recogida con el fin de suplir los materiales que faltan. Al revés, durante las fases de registro el investigador no suspende su tarea de análisis; por el contrario, la recolección de información ya se hace sobre una base interpretativa, optando por unos materiales u otros en función del significado que, a priori, el investigador ya le ha asignado y arriesgando categorizaciones provisionales.
La codificación se descompone en operaciones de segmentación y de categorización y, en la perspectiva de la teoría fundamentada, comporta tres fases: la abierta o extensiva, la axial y la de selección.

3.2.La codificación abierta y extensiva

La primera operación de análisis de un texto es ponerle orden, segmentándolo y codificándolo exhaustivamente a través de una interpretación provisional de su sentido.
3.2.1.La primera aproximación al texto
Strauss y Curven (1990) recomiendan guiarse en la tarea de codificación abierta por una serie de preguntas que el investigador tiene que intentar contestar, preguntas que nacen en la órbita del sentido común (1990, p. 77). Las adaptamos aquí:
  • Qué: cuál es el fenómeno que forma el núcleo del segmento de texto; de qué se habla, qué se describe o interpreta.

  • Quién: qué sujetos o participantes están implicados en el fragmento como emisores, receptores, referentes indirectos, etc.; cuáles son los papeles que interpretan; qué relación tienen entre sí.

  • Cómo: cómo se caracteriza el fenómeno mencionado; sobre qué aspectos se centra el discurso; cuáles se tienen en cuenta y cuáles no.

  • Cuándo: el tiempo cronológico y vivencial explícito o implícito en el texto: duraciones, hitos temporales, pasado, presente, futuro.

  • Dónde: el espacio, la ubicación del narrador y de los personajes, las situaciones que acompañan la acción, los acontecimientos.

  • Cuánto: aquí habría que ocuparse de todas las cuestiones de intensidad de la acción, de la percepción, de la emoción, de la relación.

  • Por qué: las causas y las razones de los acontecimientos y hechos consignados; las explicaciones causales desde el punto de vista del texto; las que el observador ha ido proponiendo o las que los sujetos aducen.

  • Para qué: las intenciones, metas y objetivos de los sujetos; las explicaciones funcionales o teleológicas desde el punto de vista del texto; las que el observador ha ido proponiendo o las que los sujetos aducen.

  • Por quién: ¿quién ha estado involucrado en los "por qué" o en los "para qué"? ¿Quién ha sido el/la que se ha visto impulsado/a por ciertos acontecimientos o situaciones a perseguir determinadas metas, con unos determinados medios?

En la fase de codificación abierta, el investigador, siempre intérprete pero ahora en el papel más de analista que de recolector, inicia su tarea intentando poner orden en la información recogida. Como ya hemos dicho este orden implica segmentar el texto en unidades o elementos secuenciales provisionales y clasificar los segmentos en cuestión. Imaginemos un texto como el generado por las respuestas de una entrevista abierta o la narración de un informante. Podemos analizarlo por completo o restringir nuestro interés a una parte. Se trata de atribuir un significado en principio unitario a cada segmento –o mejor, a cada tipo de segmento– aislado. El tamaño de los segmentos es variable según el nivel de análisis fijado en la investigación, pero en una investigación cualitativa ya sabemos que este nivel tenderá a ser molar, o sea, mayor. De todas maneras, tenemos que admitir que, en una perspectiva global de la codificación, los segmentos coinciden con unidades textuales de longitud variable, desde la palabra hasta la página o el capítulo.
La respuesta a preguntas como las anteriores y la consiguiente mecánica de la codificación exigen, además de una lectura atenta y repetida del texto, anotaciones provisionales que justifiquen o aporten argumentos a las correspondientes segmentaciones y/o clasificaciones que se van realizando, cada una de ellas con la respectiva interpretación o asignación de significado, que puede ser teórico. Comportan, además, el "bautizo" de cada tipo clasificado con una denominación, etiqueta o código, la cual permitirá identificar el segmento o "trozo" correspondiente. Éstos serian unidades mínimas, fruto de esta primera fase de la codificación y podrían asimilarse a los indicadores de un sistema de categorías (especialmente, de uno de análisis de contenido), siendo éste el nivel más concreto de significación sobre el que se apoya el analista.
Esta primera operación de análisis puede llegar a generar decenas de códigos así etiquetados. Obviamente, este desmenuzamiento de la información haría que el material resultara inmanejable y no contribuiría en absoluto a alcanzar una síntesis teórica. Por lo tanto, hace falta ir más lejos y reclasificar los códigos, obteniendo categorías un poco más abstractas ya, más lejos de la literalidad del texto y más cerca de la teoría. Entonces tendríamos ya un sistema que reduciría el número de unidades generando un conjunto de categorías, cada una de las cuales agruparía diferentes indicadores o códigos que compartirían un(os) cierto(s) significado(s) o sentido(s). A su vez, estas categorías podrían ser etiquetadas mediante códigos o denominaciones de segundo orden. Estas nuevas denominaciones podrían inspirarse en el sentido común o en el propio discurso de los sujetos estudiados (códigos en vivo), o bien podrían ser extraídas directamente de una teoría existente a la que el investigador recurre (códigos construidos).
En la siguiente figura hemos representado este proceso: a partir del flujo de un texto "amorfo" todavía desde el punto de vista de su significado teórico o de la interpretación a que pueda dar lugar posteriormente, el analista deriva una serie de símbolos que, a pequeña escala, lo convierten en una cadena de significados, los cuales, lógicamente, se irán repitiendo a lo largo de la operación. Esta recurrencia facilitará una segunda operación de codificación que, a gran escala, clasificará estos primeros símbolos o códigos en categorías que exhibirán ya un cierto nivel de abstracción, operando al mismo tiempo una reducción y una reorganización de la información. La relación entre categorías o códigos de segundo nivel y los segmentos o códigos de primer nivel se ha indicado solamente en un caso (el del símbolo triangular), con el fin de ilustrar la correspondencia.
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A partir de este momento las categorías pueden dimensionarse, graduando en el interior de una escala ordinal los diferentes aspectos de su manifestación en el texto.
Si una categoría de entrevista fuera inicialmente "Ironía" podríamos subdividirla en "Ironía intensa" e "Ironía suave"; y si en una narración localizáramos la categoría "Deseo de protagonismo", sería legítimo establecer una escala que fuera de "Deseo de protagonismo leve", "Deseo de protagonismo moderado" y "Deseo de protagonismo fuerte", siempre –por descontado– que los indicadores textuales dieran apoyo empírico a estas etiquetas de matiz.
Al final de un proceso de codificación abierta, tenemos que disponer de una lista de códigos o categorías de segundo orden, cada uno de ellos reuniendo los correspondientes códigos o indicadores de primer orden que le corresponden. Dicho de otra manera, los códigos de primer orden serían los símbolos o etiquetas de los segmentos de texto aislados en primera instancia, y los códigos de segundo orden serian los símbolos o etiquetas de las categorías que les agrupan en segunda instancia. El protocolo reclama igualmente que esta lista de doble clasificación venga acompañada de los memos y notas de campo que
1) apoyen las clasificaciones con argumentos adecuados para su justificación;
2) contengan ideas, hipótesis y sugerencias con el fin de desarrollar estas clasificaciones abiertas e iniciales en modelos conceptuales más elaborados.
3.2.2.Dos ejemplos de codificación abierta y extensiva
Incorporamos a modo de ilustración cinco líneas de unas notas de campo extraídas de un ejemplo que el propio Strauss comenta al describir procesos de codificación típicos durante los primeros días de análisis. En esta fase, la tarea de codificación sirve de "trampolín" al analista, saltando desde las primeras ordenaciones e interpretaciones del texto para sumergirse en interpretaciones más profundas.
La investigación de referencia estudiaba el impacto de la tecnología en la atención hospitalaria. El fragmento que reproducimos incluye observaciones de la actuación profesional de enfermeras en una unidad de recuperación para pacientes operados del corazón.

"Hoy he estado observando durante una hora a la enfermera T con un paciente al que hacía cuatro horas que habían operado. En general, el trabajo ha estado muy mezclado. La enfermera ha cambiado la bolsa de la transfusión. La ha vaciado un poco y ha sacado una burbuja de aire. Más tarde la ha vuelto a cambiar y después ha hecho que se llenara la parte en forma de botella aplicándole movimiento. Ha vaciado el tubo de la orina una vez. Le ha tomado la temperatura."

A. L. Strauss (1987). Qualitative Analysis for Social Scientists. (El texto ha sido traducido y adaptado por nosotros).

Transcribimos a continuación los segmentos de texto escogidos y las notas que los acompañan (texto, por lo tanto, del observador), adaptadas a nuestra exposición.
Segmentos de texto
"La enfermera ha cambiado...": Eso es una tarea. Se propone como futura categoría o código provisional de primer nivel, un código en vivo, fruto de experiencias que todo el mundo puede tener.
"La enfermera ha cambiado...": Está haciendo la tarea sola, de manera que aquí, en principio, no habría ninguna división de trabajo. Ésta sería una categoría construida, procedente de la literatura técnica, sociológica o de psicología de las organizaciones. Sin embargo, el hecho de suministrar la sangre sí que implicaría una cierta división del trabajo. Lo dejamos de momento con el fin de abordar esta cuestión más adelante. La duda afectaría a esta categoría de forma general.
"...la bolsa de transfusión": Este elemento del equipo, al lado del soporte que la mantiene en posición correcta, requiere una fuente de suministro. Volvemos, pues, a la misma cuestión de antes.
Arrancando de estas tres simples consideraciones, nos podemos abandonar a diversas reflexiones. ¿Es difícil la tarea de cambiar la bolsa de transfusión? Es una tarea que se realiza rápidamente y a la vista de todo el mundo. ¿Es simple rutina? ¿Cuántas veces se debe realizar al día? ¿Cuánto tiempo tarda la sangre en entrar en el paciente? ¿Cuánto tiempo puede pasar entre la retirada de una bolsa y la instalación de otra? ¿Depende todo eso de la evaluación que se haga del paciente? ¿Qué pasaría si la bolsa quedara sin sangre durante un tiempo? (habrá que detenerse en el tema de la seguridad del paciente). Pero podemos pensar que si esta oportunidad no comportara peligro, el tema perdería relevancia. Y si hubiera un peligro potencial estarían garantizados los procedimientos para que eso no pase...
Con respecto a la cuestión de la división del trabajo, la relación paciente-enfermera no es una relación de trabajo, ya que el paciente está durmiendo; ni la ayuda ni le da retroalimentación. No se puede quejar a nadie de lo que hace la enfermera, o de cómo lo hace (comparación implícita, indeterminada en sus causas y consecuencias). Se nos puede ocurrir que, hoy día, más de un paciente despierto podría obstaculizar una transfusión por miedo al contagio (comparación explícita, en la que se precisan las posibles causas y consecuencias, ligadas por cierto al tema del suministro).
En cuanto al suministro, es obvio que tiene que haber suministro del equipo de transfusión o de otro; si no fuera así, no sería propiamente equipo. Por lo tanto, podemos proponer una categoría nombrada "suministro de equipo". Pero este suministro es diferente de otros vistos en el hospital. Si comparamos unos y otros, nos daremos cuenta de sus respectivas propiedades y nos plantearemos preguntas. Por ejemplo, los tubos de plástico de ciertas máquinas también tienen que ser sustituidos periódicamente. Pero la procedencia de unos y de la otra es bien diferente. La sangre no es artificial. Sin embargo, los dos elementos son sustituibles, aunque la sangre es más cara. Para llenar el depósito de gasolina, hay que ir a la gasolinera, pero éste no es el caso de la sangre: ésta tiene que ser transportada hasta el paciente que la necesita. Ciertamente, la almacenamos. ¿Dónde? ¿Cuánto tiempo puede estar almacenada? ¿Son centros públicos o privados? Etc. En cualquier caso, habrá que recoger información sobre este punto...
La transfusión en sí misma también es un suministro para el paciente. Le está sustituyendo una parte de su sangre. Quizás habría que crear una categoría "conexión cuerpo-equipo"... Pero ésta plantearía varias cuestiones: ¿es fácil hacer la conexión?, ¿requiere una habilidad especial?, ¿cuánto tiempo lleva hacerla?, cuánto tiempo puede durar?, y así sucesivamente. Sobre todo habrá que preguntarse si hay que hacer una "monitorización" de la conexión, introduciendo entonces una nueva categoría. Y a partir de aquí será necesario prever posibles daños, incomodidad y quejas para el paciente durante la conexión. ¿Puede moverse el paciente con el equipo una vez se haya recuperado lo suficiente para poder moverse? Parece que la transfusión sí que permite movilidad, a diferencia de otras "conexiones" como las asociadas a la cardiografía. Así pues, hay que hablar de "movilidad".
Hay que sospechar también que, al realizar la conexión con el cuerpo del enfermo para la transfusión, se produce una "invasión corporal", quizás no exactamente igual que en otros casos parecidos. Se ve que la conexión se instala en el brazo de manera casi permanente, "sellada", pero de tal manera que permite colgar y descolgar repetidamente el equipo. Una hipótesis razonable sería que cuanto más tiempo permanezca la conexión, más riesgo de infección habrá. ¿Quién controla eso? Quizás podría predecirse que quien lo tiene que controlar a veces pasa por alto los inicios de una infección, con las consiguientes lamentaciones a posteriori.
"La ha vaciado un poco y ha sacado una burbuja de aire". Los verbos usados en el registro reflejan pequeñas tareas llevadas a cabo secuencialmente (eso sería una propiedad). De hecho, siguen a otras dos tareas, también secuenciales, como son las de retirar la bolsa vacía y poner una llena. Así pues, ya tenemos cuatro mini-tareas en sucesión. Y las que vendrán. ¿Podemos considerar como una agrupación diferenciada la serie de tareas hechas con el equipo de transfusión? Como son tareas de evitación de riesgos (una burbuja en la vena no es nada bueno), habrá que pensar en una categoría de "seguridad clínica". Hay equipos cuya utilización comporta más peligro. En definitiva, esta categoría se convertirá en una unidad central de análisis, de la cual se derivarán subcategorías. Hará falta hacer entrevistas y observar en esta dirección. Habrá que hacer un muestreo teórico recogiendo información relativa a tareas de más o menos riesgo (rayos X, EEG, etc.) y comprobar cómo se prevé el riesgo, cómo se evalúa, cómo se controla ("a ojo", mediante aparatos), cómo se elimina en caso de error (quién lo descubre, cómo).
"Más tarde la ha vuelto a cambiar y después ha hecho que se llenara la parte en forma de botella aplicándole movimiento". Lo primero que se le ocurre a uno al leer esta nota es que esta tarea se repite. Por lo tanto, la enfermera no sólo repite mini-tareas como las que se acaban de comentar, sino que repite series de tareas." "Series repetidas" podría ser una nueva categoría. En el contexto ahora analizado, estas series se reiteran cada veinte minutos aproximadamente.
"Ha vaciado una vez el tubo de la orina". Justamente ésta es la nueva tarea en la serie. Se confirma, pues, la categoría recientemente propuesta.
"Le ha tomado la temperatura". Eso es control o monitorización corporal", función a la que ya nos hemos referido antes y que incluye repetición, habilidad de la enfermera, variabilidad y alguna incertidumbre. Este control no va dirigido necesariamente a la prevención de riesgo, sino simplemente al seguimiento de la evolución del enfermo. Por consiguiente, esta categoría supone el seguimiento, control o monitorización de la enfermedad, los cuales, a su vez, remiten a los aspectos temporales del estado del enfermo, es decir, a la "evolución de la enfermedad".
Etc.
A lo largo de este proceso de análisis, pues, se hacen reflexiones, comparaciones, abstracciones, concreciones. Se proponen categorías de más nivel (más generales o molares) y otras, supeditadas o no a las primeras, de menos nivel (particulares o más moleculares). El análisis parte de registros ya hechos, pero también revela la necesidad de otros registros complementarios y, por lo tanto, de ampliar el muestreo teórico realizado hasta el momento, siguiendo directrices como las que hemos expuesto en los inicios de este módulo. El analista se apoya, en plena sintonía cualitativa, tanto en su experiencia personal como en los datos ya recogidos, como en la teoría que domina. No es bueno angustiarse por la incertidumbre de si se está siguiendo el camino adecuado. La estrategia adecuada, según Strauss, es desarrollar las ideas que se van formando (como las del ejemplo anterior) después de contrastarlas y discutirlas las veces que se considere oportunas; avanzar cuando se puede o volver atrás si hace falta. El carácter iterativo del proceso, las interrelaciones que se van prefigurando en la red de conceptos y la discusión abierta, en grupo, no sólo de la categorización sino del mismo plan de análisis, hacen difícil que la codificación de esta primera fase acabe en un callejón sin salida.
Completaremos este subapartado con otro ejemplo adaptado de Flick y Niewiarra (1994). Está focalizado menos en el proceso de análisis y más en el producto, final y sistematizado, pero nunca definitivo ni cerrado a posteriores elaboraciones.
Se trata de una categorización muy minuciosa sobre la definición subjetiva de salud en una entrevista, con un nivel de detalle comparable al del ejemplo de Strauss. Se basa en el párrafo siguiente (texto del sujeto estudiado):

"Bueno, yo vinculo personalmente a la salud: la funcionalidad completa del organismo humano, todos los procesos bioquímicos del organismo incluidos en éste, todos los ciclos, pero también el estado mental de mi persona y del hombre en general."

A partir de este fragmento se llega a la siguiente codificación inicial, abierta y provisional que, como es fácil notar, exhibe un carácter secuencial, acumulativo, con recurrencias explícitas (dos repeticiones de códigos en la columna central) e implícitas (recuperación de códigos o categorías anteriores en diversas filas de la tabla). Por lo tanto, el procedimiento sería útil y válido en un estadio inicial de codificación y constituiría la base sobre la cual, posteriormente, se soldarían códigos, se dividirían otros, se eliminarían unos terceros y se encontrarían las relaciones entre las diferentes etiquetas que el analista ha ido poniendo a lo largo del texto.
Texto: segmentación
Notas, códigos, subcategorías
Códigos y categorías
Bueno, yo
1. Punto de partida, introducción
2 Categorías, como mínimo: funcionalidad, afirmaciones normativas
vinculo
2. Establecimiento de vínculos o relaciones
personalmente
3. Autodistinción o personalización; lugar común.
a la salud
4. Equivale a 2. Devuelve la pregunta que se le ha hecho.
la funcionalidad completa
5. "Expresión técnica, orientación a la norma, modelo máquina".
La expresión ha sido aprendida en un manual técnico. Afirmación normativa, mecanicista: si alguien como máquina no funciona, es que está enfermo.
del organismo humano
6. "Distanciamiento" como generalización" que contradice el carácter personal del discurso anunciado en 3: "Contradicción". Referencia al hombre, "modelo máquina".
Imagen mecanicista del ser humano
todos
7. Completo, máximo, amplio, indiferenciado, en equilibrio: Generalización"
Idea mecanicista-somática de la salud
los procesos bioquímicos
8. Sistema cerrado, encarcelamiento; pasivo; dirigido-controlado por otros; con dinámica propia. "Somático", modelo máquina".
del organismo
9. Se remite a 6.
incluidos en éste
10. Estilo "libre de texto"
todos los ciclos
11. Completo, máximo, amplio, indiferenciado, en equilibrio: Generalización". Regla, circuito de reglas, opuesto a caos: "Modelo máquina"
pero también
12. Oposición a afirmaciones previas: "Contradicción". Complemento, matiz, multiplicidad de aspectos de la salud: "Novedad", "diversidad".
Multidimensionalidad de la salud
el estado mental
13. Matiz negativo, concepto estático, referencia a "estado"
Duda entre el nivel general (abstracto) y el general (concreto)
de mi persona
14. "Personalización" y subsiguiente "distanciamiento" como "generalización" o "abstracción", en la neutralidad que trata de mostrar ante la proximidad de la entrevistadora
y del hombre en general
15. Orientación a la norma, se zafa de su singularidad, una imagen muy genérica: distanciamiento a través de "abstracción", "generalización".
Distancia
Como se puede apreciar, ésta es una estrategia analítico-sintética, de deconstrucción y construcción, muy parecida a la de la categorización del flujo conductual: en vez de segmentar y clasificar secuencias de conducta ahora segmentamos y clasificamos secuencias de texto.
Ved también
Advertiréis la semblanza de los dos procesos con más nitidez si consultáis los apartados dedicados al tema de la categorización conductual en los materiales de la asignatura Métodos de investigación cualitativa (módulo 2); en particular, algunas técnicas, como la de los especímenes de Barrer, utilizan protocolos de registro, segmentación y categorización bastante asimilables a los que acabamos de exponer. Y, de hecho, en esta misma asignatura ya se adelantaban algunos conceptos de la estructura que tiene que tener un sistema de categorías derivado de textos (módulo 5).
Muy contado, podríamos afirmar que las técnicas de categorización son aplicables tanto a textos como a conducta y, por lo tanto, son aprovechables en el contexto de los estudios de comunicación y expresión no verbal, icónica (comunicación no transcribible como discurso del sujeto).
Sea como sea, la tarea de codificación y categorización no finaliza donde la acabamos de dejar. Una vez hecho este primer trabajo de arreglo del texto, que ha producido una lista de indicadores, subcategorías y categorías, cada uno de ellos con su código o etiqueta, hace falta establecer relaciones entre ellos y averiguar cuál es la red de conexiones que mejor se adapta a la muestra de texto trabajada, progresando, además, en la dirección de conceptos cada vez más teóricos y generales.
Los segmentos codificados de un texto se diferencian y/o agrupan, es decir, se clasifican, generando categorías y subcategorías que formarán el primer armazón o modelo con vistas a una interpretación global.

3.3.La codificación axial

Las categorías obtenidas en la fase de codificación abierta tienen que ser depuradas, ajustadas y desarrolladas en un sistema de relaciones verticales y horizontales.
3.3.1.La red de relaciones horizontales y verticales
El despliegue de códigos y categorías provisionales que el investigador cualitativo lleva a cabo en la fase de codificación abierta es relativamente plano, horizontal, pero ya anuncia el juego de relaciones con las cuales se tendrán que atar los unos con los otros. Ciertamente, las categorías están desde el principio potencial e inevitablemente vinculadas entre sí, de manera que algunas ya piden, por así decirlo, fundirse en una sola de igual o superior nivel, y otras dividirse en dos o más subcategorías. Las operaciones de clasificación, que implican la distinción entre categorías diferentes y la agregación de los rasgos comunes a cada categoría, no se pueden desarrollar sin tener en mente las relaciones posibles entre aquello que se clasifica, relaciones básicamente de diferencia o de semblanza, total o parcial; así como también las relaciones que pueden llegar, después, a ser mucho más complejas en el orden teórico. Ahora bien, es en la fase de codificación axial cuando el analista empieza decididamente a establecer los vínculos que sólo se insinuaban en la fase de codificación abierta.
En la siguiente figura hemos tratado de representar esquemáticamente el resultado de la codificación abierta ejemplarizada en el subapartado anterior, derivada de las notas de campo sobre el trabajo de la enfermera en la unidad de vigilancia postoperatoria. Abajo de todo se mantiene la flecha sin ninguna compartimentación ni segmentación, a modo de imagen del texto que fluye continuamente y, encima, repetimos la serie de símbolos equivalentes a los códigos de primer nivel con los que el analista va marcando los segmentos seleccionados en ese mismo texto. Pero ahora, a diferencia de la figura precedente, el segundo nivel, el de las categorías, ya tiene etiquetas concretas, las que se han ido proponiendo en el ejemplo, deducidas sucesivamente y, por ello, dispuestas en la figura en el orden en que han ido apareciendo, de izquierda a derecha. Como se ve, las categorías surgidas en el interior de la misma nota o reflexión están encuadradas por una línea discontinua, mientras que las primeras relaciones intercategoriales que avista el observador están apuntadas con flechas.
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En la fase de codificación axial este proceso se impulsa hacia delante y se lleva hasta las últimas consecuencias.
  • Las categorías están depuradas, lo cual quiere decir que su consistencia se corrobora una y otra vez, constatando su correspondencia estable con un tipo determinado de segmento, el cual, además, ha de tener una presencia significativa en el texto. Esta última condición implica relevancia o pertinencia teórica y, por lo tanto, no exige que el segmento sea muy frecuente; su significación puede deberse a otras razones.

  • Por otro lado, el análisis va convergiendo paulatinamente en aquellas categorías que, por razones teóricas o ligadas a las expectativas o hipótesis de la investigación, se cree que tendrán más rendimiento en la interpretación de los fenómenos estudiados.

  • Todo eso conduce a una primera selección de categorías –las categorías axiales–, selección que se completará después en la fase final de la codificación.

En este proceso se pueden continuar aplicando las preguntas que hemos enumerado en la fase de codificación abierta.
Entrando ya de pleno en la codificación axial, ésta incluye todas las operaciones destinadas al establecimiento de relaciones entre las categorías depuradas y seleccionadas. Las relaciones pueden ser:
  • Horizontales o transversales, entre categorías del mismo nivel de abstracción o generalidad.

  • Verticales, entre categorías muy generales (super o macrocategorías), que son las categorías axiales propiamente dichas ajustadas a un fenómeno concreto de interés para el investigador, y subcategorías de cada categoría axial; y en ambas direcciones: de arriba abajo y viceversa.

Cada categoría axial puede ser considerada como el eje en torno al cual se organizan estas relaciones hacia otras categorías o ejes. De aquí la denominación de codificación "axial".
El analista aborda la codificación axial en tres movimientos concatenados:
1) Acaba de fijar, de manera más consistente, las propiedades de la categoría, la define en el plano descriptivo, la arraiga en unos rasgos que la hacen identificable y añade, si hace falta, la dimensionalización a que nos referíamos más arriba.
Nota
La codificación axial no empieza inmediatamente después de acabar la fase de codificación abierta, sino que, en realidad, se va insinuando y va alimentando el análisis durante esta última.
2) Define la categoría en el plano funcional y, sobre la base de las primeras notas de campo o de registros ulteriores, precisa los contextos en los que la categoría aparece (contextos de ocurrencia), así como sus consecuencias o interacciones, aunque sea a título de hipótesis provisionales. Obviamente, estos contextos e interacciones textuales tienen su equivalente en los acontecimientos conductuales y sociales que el texto refleja. No olvidemos que cada categoría textual se refiere a fenómenos que tienen carta de existencia en el mundo "real", es decir, fuera del texto.
3) La fase anterior genera casi automáticamente un haz de relaciones con otras categorías. Por ejemplo, en vinculación con uno de los ejemplos anteriores, el control o "monitorización" de la "seguridad clínica" está ligado a la posibilidad de rectificación de errores así como a la evaluación de posibles riesgos. De aquí que las dos categorías estén ligadas entre sí. La monitorización se podría ver como una condición de la "seguridad clínica". Con respecto a la dimensionalización, la relación también es clara: por ejemplo, si la evaluación de riesgo es "alta", entonces hará falta un control o monitorización "intenso". De hecho, consideraciones como éstas guían la recogida de datos quizás desde los momentos iniciales de la investigación.
Así pues, la fase 2 implica una red de relaciones potencial que la fase 3 tiene que extender y desarrollar. Si hay una categoría de "monitorización" y otra de "seguridad clínica" es inmediato ligar las dos en una relación que dará una categoría de más nivel, a saber, "monitorización de la seguridad clínica". Añadamos a esta reflexión la de que si hay "monitorización de la seguridad clínica" también habrá "monitorización" o control "no ligado a la seguridad clínica", por ejemplo los que se aplicarán cuando un médico instruya a sus estudiantes y cuide su actuación, o los que garantizan, en el proceso de fabricación, que las agujas de una inyección no se doblen. Por otra parte, como ya hemos dicho antes, la "monitorización de la seguridad clínica" presenta diferentes facetas configuradas por el nivel de riesgo en el enfermo: no es lo mismo controlar una máquina de diálisis que seguir el curso de un cateterismo o –como ya hemos señalado– comprobar la fiebre.
Todos estos razonamientos relacionales requieren comparaciones, que tendrían que hacerse sobre la base del conjunto de datos recogido pero que, eventualmente, podrían requerir muestreo y registros complementarios. Sin embargo, una vez el investigador se concentra en la codificación axial, tendría que permanecer en el interior de la colección de datos que ha inspirado la categoría-eje correspondiente y, desde esta categoría, ir hilando la telaraña de relaciones hasta que, habiéndola dejado suficientemente tupida, ya pudiera trasladarse a otra categoría. Esta táctica exige una buena dosis de disciplina, con el fin de no dispersar la atención hacia otros blancos de interés mientras se apunta a uno en concreto.
3.3.2.Ejemplo de codificación axial: el eje monitorización-seguridad clínica-evolución de la enfermedad
Ilustraremos la codificación axial prolongando el ejemplo de Strauss sobre el que ya nos hemos apoyado, adaptándolo de nuevo a las necesidades de estos materiales. El ejemplo se centra en la categoría axial "monitorización", de la que se van desovillando otras categorías de la misma familia. Esta categoría, como se desprende de los párrafos anteriores, había destacado en el estudio descrito por Strauss como una idea relevante en relación con el impacto de la tecnología en la atención hospitalaria: en efecto, la monitorización bien realizada, que aprovecha las ventajas de la tecnología y evita sus impactos negativos, sería la principal garantía de que no se produzcan circunstancias "perjudiciales para la evolución de la enfermedad", otra idea clave en el enfoque general de esta investigación. Sin embargo, la categoría de "monitorización" no era sino una de las que se localizaron dentro de la categoría general de "tipos de trabajo". Y, a su vez, la categoría "perjudiciales para la evolución de la enfermedad" (opuesta a "favorables para la evolución de la enfermedad) era una de las que trataban de representar la trayectoria o "evolución de la enfermedad" en el hospital.
El escenario continúa siendo la unidad de cardiología postoperatoria. Las notas de campo comentadas pueden pertenecer a la misma fase de registro del ejemplo del subapartado anterior (dado que la codificación axial se va tejiendo ya en la fase de codificación abierta) o bien a una fase ulterior, en la cual el registro estaba orientado por la interpretación de la fase precedente de codificación abierta.
Notas de campo
Monitorización con máquina, protocolo: "[La enfermera] me muestra la menuda bolita de plástico enganchada al catéter en el corazón. Sirve para mover la punta del catéter. Cuando introducen el catéter hacen una radiografía con el fin de asegurarse de que la ubicación es correcta. Tenemos, pues, 'medios de monitorización', como subcategoría o categoría relacionada con 'monitorización'."
Monitorizando el monitor: "La enfermera encargada controla el trabajo de sus subordinadas, 'Ningún problema'. [Como el anterior: ligada a 'monitorización']."
Monitorización mediante normas visuales: "La cuestión del cuaderno de referencia para interpretar las ondas del electrocardiograma. La enfermera me enseña un pequeño cuaderno donde tiene dibujados los trazados básicos que indican problemas, recurso que le es muy útil en caso de dudas. Éstos serían 'criterios de bajo orden' (es decir, de un alcance más amplio, no sólo para médicos), que es una categoría que ya se había aislado en otros registros y que estará relacionada, o subordinada, con 'medios de monitorización' y ésta con 'monitorización mediante normas visuales'."
Monitorización sentimental: "Dice la enfermera: 'Dios mío, no me puedo ir a cenar si no estoy segura de que he examinado bien al paciente. Vuelvo corriendo a revisarlo'. Está vigilando a un paciente muy enfermo con mucha implicación. Otra trata de sacarle sangre del brazo, sin demasiado éxito. La enfermera le dice que lo deje, que ya lo hará ella después; 'monitorización sentimental' entraría en la red de conceptos vinculados a 'monitorización'."
Monitorización constante (virtualmente continua): "Incluso cuando parece que la atención es periférica, cuando está claro que piensan que todo va como es debido, se ponen en alerta tan pronto como algún estímulo auditivo o visual provoca la alarma. Según las enfermeras, 'no hay nada tan aburrido como examinar los aparatos de control, pero éstos no se pueden dejar de mirar en ningún momento. Siempre tiene que haber alguien observando, observando'. La 'monitorización', por lo tanto, puede ser 'continua/discontinua', o 'periférica/focal'."
Monitorización de la conducta del paciente: "La conducta del paciente puede repercutir en la facilidad con la que el personal ejecuta su trabajo. El paciente puede interferir en la calidad del trabajo, a sabiendas o no. Hace falta 'cooperación con el personal' (cuando el paciente es capaz, claro está). Hay cosas que el paciente tiene que hacer en determinadas circunstancias (por ejemplo, elevar un brazo o mover una pierna; andar) pero hay otras que no (como sacarse la máscara de oxígeno sin permiso). Una vez, una mujer se la sacó y el enfermero le gritó 'no se la saque; tiene que respirar todo el rato con eso'. Por lo tanto, es obvio que el personal no sólo hace 'monitorización de las máquinas', o 'mediante máquinas', sino que también hace ‘monitorización corporal' y 'monitorización de la conducta del enfermo'. Estas categorías también se vinculan con la de la 'monitorización del confort' del paciente, de la que no hay registros en este tramo."
Complejidades auditivas de la monitorización: "Observo que hay seis máquinas y seis pacientes. La enfermera tiene que estar atenta a los seis, sea periféricamente, sea focalmente. Cada máquina tiene su propio patrón de sonido, y cada paciente genera un patrón diferente. Aunque a mí me parece que la unidad está tranquila y silenciosa, la enfermera me dice que ella tiene todos los sonidos muy presentes en su cabeza. Conoce el sonido típico de cada respirador y, si cambia, corre a ver qué pasa. Entre patrones de máquinas y patrones respiratorios de los enfermos ella tiene que distinguir 6 x 6 = 36 combinaciones posibles. De acuerdo con lo que he visto me inclino a creer que es capaz de distinguirlos. Por lo tanto, la 'monitorización auditiva' está ligada a la dicotomía 'periférica/focal' y, lógicamente, a la duplicidad entre la 'monitorización de las máquinas' y la 'monitorización corporal'. También podríamos instaurar una categoría de 'complejidad de la monitorización', en la cual entrarían las dificultades perceptivas (o el entrenamiento) que acabo de comentar, e incluso el hecho de que, a veces, se producen falsas alarmas de los aparatos, fruto de su mal funcionamiento o de errores perceptivos o del estado de alerta de las enfermeras."
Etc.
El tipo de tarea realizado en las notas que acabamos de citar supone mantener los códigos de la fase de codificación abierta (en los dos niveles separados en la figura del apartado 3.2.1.) y añadir códigos a las categorías o subcategorías nuevas que surgen en esta fase de codificación axial, así como destacar las categorías relacionadas mediante diagramas de relación o una codificación doble. Así, una categoría de "monitorización de las máquinas" se podría etiquetar o codificar A, y una categoría de "monitorización corporal" podría recibir la etiqueta B, mientras que la relación entre ambas se podría señalar mediante un subíndice (A1, B1), una minúscula asociada (ABm), etc.
Al margen de los códigos aplicados y atendiendo, globalmente, a la conceptualización implícita en la codificación, el producto de la codificación axial es un esquema de categorías multidimensional, dibujado sobre un tejido de relaciones verticales y horizontales. Aplicando lo que ya hemos dicho, en la dimensión vertical tendrá que aparecer el desdoblamiento o multiplicación de cada categoría en subcategorías o, al contrario, su fusión en categorías de orden superior; en la horizontal, habrá que poner de manifiesto los vínculos transversales entre categorías. Las dos dimensiones configurarán un árbol lógico o un mapa conceptual como el que hemos trazado en la siguiente figura.
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En esta figura hemos representado el ejemplo de Strauss desarrollado en las páginas precedentes, siempre apoyado, como en las dos figuras previas, por el texto y por las primeras codificaciones de éste, pero ahora con el análisis centrado en el eje de la monitorización. Ahora bien, en vez de circunscribir la representación a esta categoría y a sus subcategorías, la hemos situado en el marco más amplio de las categorías generales que orientan el análisis y de las diferentes perspectivas desde las que se hace éste. El trabajo del analista se mueve entre el polo inductivo y el deductivo, en las dos direcciones. A veces, después de imaginar o ensayar categorías a partir de las sucesivas lecturas del texto, pasa a aplicar a este mismo texto las categorías ya definidas y exploradas, con el fin de verificarlas y comprobar su buen ajuste. A veces hace el camino inverso.
Nota
El esquema de la figura precedente va más allá de las afirmaciones de Strauss, en el contexto de las páginas citadas. Lo hemos desarrollado en una dirección coherente con el planteamiento de este subapartado del módulo y permitiéndonos licencias justificadas por la voluntad didáctica de la exposición.
Como se puede apreciar, el análisis de la monitorización se produce encuadrado entre los límites de una aproximación más general por tres vías:
1) Los datos o información de partida sobre el enfermo, la enfermedad y las circunstancias que lo rodean, datos que tienen que plasmar un estado de cosas que dará la razón de ser de la atención médica. Por lo tanto, constituyen una especie de punto de partida: si no hubiera enfermos no habría médicos, ni enfermeras, ni hospitales, etc. En el esquema, esta vía ha sido desarrollada mínimamente, de manera muy general. Sin embargo, en esta zona del esquema incluimos una categoría fundamental, la de "evolución de la enfermedad", que da lugar a dos subcategorías, la de "mejoría" y la de "empeoramiento".
2) La demanda de servicio derivada de este estado de cosas y, por lo tanto, en íntima relación con él, ha estado también limitada a dos aspectos fundamentales: la "seguridad clínica" y la "terapia del enfermo". Esta última categoría no ha sido comentada en las páginas anteriores, ni será desarrollada a lo largo del presente ejemplo (se multiplicaría en una multitud de subcategorías, tantas como las actuaciones médicas posibles en una unidad de corazón postoperatoria). Lo hemos tenido que introducir ahora por su vinculación complementaria con la de la "seguridad clínica": la terapia constituye el aspecto más proactivo de la actuación del personal médico, directamente dirigida a la "curación"; en cambio, la "seguridad clínica" tiene esencialmente una intención de control o mantenimiento del proceso de curación con el objetivo final de evitar retrocesos, empeoramientos o estancamientos de la mejoría.
3) Los protocolos o tareas de respuesta a la demanda, funcionales, obviamente también son muy numerosos. Aquí, sin embargo, una vez establecidas dos categorías generales como "división de trabajo" y "tipos de trabajo" (que, de hecho, tienen una relación más transversal que vertical), segregamos de la última la categoría axial de "monitorización" y nos concentramos en ella (dejando de lado muchas otras), ya que, como sabemos, esta categoría constituye el núcleo u origen a partir del cual hemos organizado el análisis de este ejemplo. Evidentemente, todas las subcategorías que dependen de esta categoría son las que han ido apareciendo en los comentarios de este apartado y del anterior, estructuradas como ramas en torno al tronco central de la "monitorización". Eso, claro está, no excluye que estas categorías, dentro del cuadro de la "monitorización", mantengan relaciones transversales, u horizontales (no indicadas en el gráfico), como las que ya se han apuntado entre la "monitorización continua / discontinua" y la "monitorización periférica / focal", o como las que se perciben entre los "criterios de alto / bajo orden" y las "normas visuales / auditivas".
En términos generales, las relaciones verticales son de subordinación lógica y, como ya hemos apuntado, vienen expresadas aceptablemente por la relación supercategoría-categoría-subcategoría. Las relaciones horizontales pueden ser de complementariedad (visual-auditiva) o de oposición (simple/complejo, continua/discontinua, etc.). En este último caso, la oposición abre espacio en una dimensionalización o gradación entre los dos extremos de la polaridad (grados entre simple y complejo, entre continua y discontinua, etc.).
A pesar de ser la "monitorización" el núcleo o eje principal del análisis realizado, no obstante, si abrimos el campo de referencia hasta abarcar la totalidad del mapa conceptual de la figura anterior, claro está que el eje organizador de los conceptos se extiende más allá de esta categoría y atraviesa las categorías de "seguridad clínica" y de "evolución de la enfermedad", situadas en las fases de "información de partida" y de "demanda de servicio", respectivamente. Es lo que representa la flecha curvada, como columna vertebral del análisis llevado a cabo.
3.3.3.El paradigma de codificación
Estos ejercicios de codificación axial se hacen siguiendo un paradigma de codificación o modelo de trabajo, que impone al analista un corsé procedimental un poco más rígido que el que tenía que soportar en la fase de codificación abierta. Aquí hemos representado uno inspirado en el que Strauss y Curven sugieren. El modelo en cuestión contempla seis zonas focales de atención situadas sobre una trama lógica o interpretativa, son las de la siguiente figura.
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Claro está que los tres letreros ovales corresponden, más o menos, a los tres momentos que hemos distinguido en el análisis del ejemplo, a saber, ahora de izquierda a derecha, la información de partida, que contiene las causas o situaciones desencadenantes del fenómeno central estudiado; la demanda de servicio, que constituye el fenómeno en torno al cual se genera la dinámica investigada y que se manifiesta en un contexto preciso; los protocolos o tareas de respuesta, que serían los objetivos o consecuencias de la asunción personal o institucional de la demanda. Estos objetivos, naturalmente, no se alcanzan gratis o en el vacío, sino gracias a los medios (flechas superior e inferior) que constan en los dos cuadros situados encima y debajo de la secuencia axial: efectivamente, se requieren unas condiciones y unas acciones específicas para alcanzarlos. La monitorización es una entre otras.
Cada categoría axial se liga a categorías del mismo nivel, remite a categorías más generales o se divide en subcategorías conectadas por relaciones de complementariedad u oposición, hasta generar una red conceptual guiada por un paradigma de codificación.
3.3.4.La codificación selectiva. La categoría central y la interpretación sintética
En la codificación selectiva, el investigador culmina el proceso de análisis cualitativo proponiendo una categoría central en torno a la cual se disponen, integradas en un modelo interpretativo, las respuestas a la pregunta de investigación.
La codificación selectiva continúa el trabajo hecho durante la codificación axial en una doble dirección:
  • Por una parte, búsqueda integrar el máximo posible las categorías encontradas hasta el momento, tratando de aislar al final una categoría central que sea el núcleo en torno a la cual se sitúan todas las demás a distancias variables, cada una en su órbita propia, pero muy conectadas con la principal.

  • Por otra parte, hace subir el nivel de abstracción, ya que ésta es la condición que permite concentrar en una categoría central el foco teórico y la clave de bóveda interpretativa de la investigación.

Por consiguiente, podríamos decir que esta fase de la codificación hace progresar el análisis desde el estadio de la red, relativamente amorfa, de categorías axiales, hasta el estadio donde, como en un calidoscopio, aparece una estructura conceptual con una forma determinada, donde una categoría ha sido seleccionada como principio interpretativo y las otras se organizan en relación a ella. De manera que esta estructura o forma supone necesariamente una opción teórica definida y la respuesta a una pregunta de investigación.
En esta fase, el análisis avanza en paralelo con la búsqueda de esta categoría central. El recorrido del analista pasa por dos momentos bien diferenciados:
  • Relato del caso. En primera instancia, a búsqueda de la categoría central va acompañada de una interpretación de la información recogida que se presenta como el relato del caso. Este relato se apoya sólo en ciertos fragmentos clave del texto y tiene una intención descriptiva y sintética; pretende ofrecer una idea global de aquello que ha ocurrido.

  • Línea de relato. En segunda instancia, y más allá de la descripción, el analista elabora una línea de relato, una interpretación de carácter narrativo. Ésta ya se basa íntegramente en la categoría central localizada y, lógicamente, en los fenómenos a los que ella se refiere, ofreciendo una intención plenamente interpretativa. La interpretación narrativa se apoya en la categoría central y ésta despliega su sentido en la interpretación narrativa. Categoría y relato configuran una versión con poder teórico de los fenómenos investigados.

Claro está que la elección de la categoría central es una cuestión de ponderación y hecha dentro de un sistema de valores relativos. Eso quiere decir que esta categoría no es la única que permite interpretar o explicar, sino la que brinda el máximo de claves interpretativas, siempre ayudadas o completadas por las categorías secundarias que se agrupan a su alrededor. Tanto la una como las otras se verifican todas las veces que haga falta, comprobando si se ajustan a los segmentos o suprasegmentos de texto correspondientes, asegurándose de que no quedan segmentos sin clasificar o mal clasificados, atribuibles a más de una categoría (ved el subapartado 3.3.5). Y se procura que, de una manera o de otra, con más proximidad o con menos, todas las categorías puedan estar conectadas con la central. Sería deseable que, al final del análisis, el investigador pudiera establecer un conjunto de reglas que satisficieran todas las relaciones posibles dentro de los datos estudiados, sobre la base del modelo de interpretación encontrado. Éstas serían, sobre todo, reglas condicionales que estipularían que en unas condiciones x ocurre y, y en unas condiciones w, ocurre z.
Saturación teórica
Obviamente, la saturación teórica alude a la pregunta que ha desencadenado una investigación en concreto; no apunta a otras preguntas ni a las investigaciones que puedan tratar de resolverlas.
Con el fin de conseguir todas estas metas, se puede seguir utilizando, como guía, el paradigma de codificación descrito en el subapartado 3.3.3; pero ahora esta guía orientará el análisis en un ámbito más global que el de cada categoría axial; ahora lo orientará en una dirección totalizadora, condensando las relaciones en todo el texto de referencia hasta llegar a la interpretación más exhaustiva y al mismo tiempo más compacta. En la tradición de la teoría fundamentada se dice que, en este punto de llegada, se ha alcanzado la saturación teórica, situación en la que la creación de nuevas categorías y de nuevos códigos, la búsqueda de nuevas relaciones, ya no enriquecen más la interpretación ni auguran nuevos descubrimientos.
Tengamos presente que el itinerario interpretativo que permiten las tres fases de codificación expuestas va mucho más allá de la mera reducción de datos o del simple resumen de contenidos de un texto, y se adentra en un proceso de comprensión en profundidad, cuyos límites vienen impuestos por la misma potencia de la teoría manejada y por el alcance de la información muestreada. De manera que las técnicas de muestreo gradual forman parte de las habilidades indispensables para llevar adelante un análisis de este tipo.
Ejemplo de codificación selectiva
El análisis representado en la figura del punto 3.3.2 podría condensarse en un modelo como el de la siguiente figura. No se trataría de un simple cambio de forma de representación. Ahora el modelo tendría que tener más calado teórico. Ante la pregunta de qué es lo que desencadena, dinamiza y organiza cierto tipo de actividad en un hospital los investigadores podrían haber llegado a la conclusión de que es la demanda de seguridad clínica. Hemos dicho "cierto tipo de actividad". Por lo tanto, el esquema no pretendería interpretar la totalidad de la actividad laboral hospitalaria, sino que permanecería dentro de las fronteras marcadas por esta pregunta y por la actividad muestreada y registrada a partir de ella, es decir, la "monitorización" con sus subcategorías, los "enfermos" y las "enfermedades" que la reclaman, el "personal" que la ejecuta y los "equipos" que permiten ejecutarla; no abarcaría cuestiones como las relativas a la actividad terapéutica u otras clases de trabajo y de divisiones de trabajo.
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En otro estudio clásico sobre hospitales que también hemos mencionado, Glaser y Strauss (1965) investigaron cómo se trata o resuelve en estos centros el tema de la muerte. La pregunta de investigación apuntaba a cómo es la interacción con una persona que puede o tiene que morir, y cómo el conocimiento de este hecho influencia la interacción. Esta pregunta se trataba de responder triangulando muestras de familiares, de personal clínico y –lógicamente– de enfermos moribundos. La teoría tenía que establecer cuáles son las tácticas que configuran la relación con el enfermo en estas últimas fases, qué papel juegan las personas individuales, los protocolos, el hospital o la familia como instituciones.
En esta parcela de intereses la codificación selectiva desembocó en un modelo teórico consistente en una categoría central llamada "contextos de conciencia", conectada con cuatro categorías de segundo orden rotuladas como:
  • "Conciencia cerrada" (el paciente no prevé su fin próximo);

  • "Conciencia de sospecha" (al enfermo le asaltan sospechas de que la muerte es una posibilidad verosímil);

  • "Conciencia de fingimiento mutuo" (todo el mundo sabe que el fin se acerca pero nadie osa decirlo);

  • "Conciencia abierta" (el paciente sabe que tiene que morir y lo expresa sin reticencias ni reservas).

Además se tenían en cuenta las "tácticas interactivas" asociadas a cada contexto, tácticas inductoras de consecuencias sobre éstos. Por ejemplo, una táctica protectora o distractora aplicada a una conciencia de sospecha puede hacer pasar a ésta a un estado de conciencia cerrada. Adaptando una vez más a nuestras necesidades esta estructura de relaciones, la podemos representar tal como aparece en la siguiente figura.
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También, como en el ejemplo precedente, otra pregunta de investigación hubiera exigido otro muestreo, otros datos muy o poco diferentes, y otro proceso de codificación, el cual hubiera desembocado en una constelación final de categorías, en torno a una central, diferente de la de esta figura.
El proceso de codificación, ya en la fase de codificación selectiva, se detiene en el momento en que la creación y ajuste de nuevas categorías, generales o particulares, no añade nada a la interpretación teórica: es el momento de la saturación.
3.3.5.Nociones complementarias sobre la técnica de categorización
Más allá de la pura codificación de segmentos, las categorías tienen que definirse en general, ya sea en clave descriptiva, ya en clave interpretativa.
A lo largo de los últimos subapartados, en todas las fases de codificación exploradas e, incluso, en las fases de registro y transcripción previas a la codificación, la noción de categoría ha sido una idea recurrente, primero como posibilidad o hipótesis de clasificación virtual de los segmentos de texto; después, ya como un modelo de organización de la información obtenida. En la primera figura, que ha delimitado el alcance de las técnicas cualitativas tratadas en este módulo, los primeros filtrajes de la información en memos y en notas de campo, las mismas notaciones de las transcripciones, los mismos códigos, ya adelantaban la necesidad de clasificar o categorizar los materiales textuales en diferentes niveles de abstracción, proceso que hemos concretado al referirnos a la codificación abierta, la axial y la selectiva.
No obstante, el punto de vista adoptado dejaba de lado varias cuestiones ligadas a la técnica de categorización; y lo hacía así por dos razones:
1) Una de ellas es que estas cuestiones ya han sido trabajadas en otras asignaturas del grado.
Ved también
En particular, las características generales de un sistema de categorías, como expresión de un objeto de estudio nacido de una pregunta de investigación, forman parte de los contenidos de los módulos 2 y 5 de la asignatura Métodos de investigación cualitativa, de la que esta asignatura puede considerarse la continuación.
2) La otra es que en la exposición de este apartado nos interesaba desarrollar el plano de actuaciones plasmado en la primera figura, destacando y repasando los enlaces entre las primeras fases del registro narrativo o documental, las transcripciones y registros codificados y, finalmente, las categorizaciones, con el punto de mira puesto en la interpretación del material. Pero no nos podíamos detener en comentar las exigencias lógicas y metodológicas que tenían que cumplir los complejos de categorías que iban surgiendo.
Quedan, pues, algunos flecos que tenemos que recortar ahora. Uno se refiere a un tema crucial, el de cómo se definen las categorías más allá de una definición por agregación, alimentada por el conjunto de indicadores o segmentos que cubren. Es decir, una categoría, de entrada, es un agregado de segmentos sobre los que se apoya empíricamente, pero esta relación categoría-segmento (o categoría-indicador) tiene que estar fijada de una vez por todas orientando posteriores registros o la revisión de los registros ya hechos. A mayor abundamiento, no tenemos que descartar, además, que las categorías puedan definirse por su contexto y con un cierto vuelo teórico a partir de los mismos registros o documentos. Enseguida aclararemos y desarrollaremos estos puntos.
El otro fleco tiene que ver con las propiedades de un sistema de categorías, con sus grados de calidad y con las sencillas técnicas que garantizan su máxima coherencia y sistematicidad.
Ved también
Las propiedades de un sistema de categorías, sus grados de calidad y las técnicas que garantizan su máxima coherencia y sistematicidad son cuestiones que parten de los contenidos de la asignatura Métodos de investigación cualitativa, los cuales recuperaremos sucintamente y desarrollaremos ahora en la dirección que nos conviene.
Las definiciones categoriales
Como se desprende de la exposición que hemos hecho del proceso de codificación, una categoría se puede definir en el plano más descriptivo posible, caracterizada empíricamente, de manera estricta, a partir de los registros o documentos analizados; o bien en el plano interpretativo. En este último caso, la interpretación puede anclarse también en el texto –más precisamente, en el contexto textual– o constituir una hipótesis teórica que, de momento, no se basa en los datos pero se espera poder validar en una fase más avanzada del análisis. Nos ocuparemos de las definiciones descriptivas y de las interpretativas con anclaje empírico, dado que las correspondientes a hipótesis tienen que ver más con la teoría utilizada que con la metodología y, por otra parte, al final también tienen que vincularse a los datos o a los fenómenos que éstas representan.
Definiciones descriptivas
Son descriptivas en dos sentidos diferentes:
1) Porque se limitan a hacer constar y enumerar los tipos de segmentos o indicadores que contienen, entendiendo que éstos han sido ya codificados o etiquetados. Acabamos de aludir a esta posibilidad en los párrafos anteriores. Así, podemos afirmar que, en un registro narrativo, una categoría de "evitación social" coincide con cualquier segmento o suprasegmento (cadena de segmentos) en el que el observador haya consignado diferentes conductas de un sujeto indicativas de esta evitación, como, por ejemplo, girarse de espalda cuando alguien se acerca, cambiar de dirección con la aparente intención de no tropezarse con alguien, no contestar el teléfono, etc. La misma lógica podríamos aplicar a un documento en el que un sujeto manifestara o revelara por escrito los mismos tipos de comportamiento.
Daos cuenta de que el carácter descriptivo depende, por lo tanto, de que el analista se limite a reflejar en la categoría los elementos de juicio que están presentes en los materiales analizados; pero, en realidad, estos elementos, tanto en el registro de un observador como en el documento de un sujeto, ya ofrecen interpretaciones de hechos.
Podríamos representar simbólicamente la definición de una categoría C como
{C = [c1, c2, c3, c4..., cn]},
o sea, como una simple enumeración de componentes secuenciada por las comas.
2) Porque, a través de la definición, resumen el sentido que observador o sujeto ha atribuido al comportamiento o a los hechos de referencia. En este caso, la categoría es una traducción sintética del significado global de un segmento a partir de sus componentes y, en consecuencia, implica un grado de interpretación mayor que en la modalidad precedente, aunque la voluntad del analista continúa siendo la de no ir más allá del significado que observador o sujeto ha querido atribuir a sus palabras.
Al traducir los contenidos de los segmentos a una denominación o etiqueta de síntesis, lo que haría el analista es asignarles directamente una significación única, más que fijar el conjunto de elementos de la categoría. Por ejemplo, en vez de enumerar elementos como girarse de espalda cuando alguien se acerca, cambiar de dirección con la aparente intención de no tropezarse con alguien, no contestar el teléfono, etc., lo que haría es arriesgarse un poco más y etiquetarlos directamente como "evitación social".
Ahora podríamos representar simbólicamente la definición de una categoría C como
{C = f [c1 * c2 * c3 * c4 * ...* cn]},
o sea, como una función de traducción f*: el analista establece una relación que aglutina los elementos de los segmentos que corresponden a esta categoría y, a partir de esta operación, aplica una etiqueta sintetizadora.
Definiciones interpretativas referenciales y funcionales
Son aquellas que fijan el significado de una categoría enlazándola con el contexto textual. Como siempre, vale la pena insistir en que el texto de referencia puede ser cualquier tipo de registro (texto del observador) o de documento (texto de sujetos o instituciones). Por lo tanto, son definiciones que se basan en un modelo de interpretación contextual.
Como ya sabéis, la interpretación contextual relaciona el elemento que se desea interpretar –aquí, un segmento de texto– con contextos antecedentes y/o consiguientes. De hecho, este esquema de interpretación afloraba en las técnicas de codificación que acabamos de exponer y, particularmente, en la figura del apartado 3.3.2. y en el paradigma de codificación reproducido unas páginas antes. En una secuencia conductual o textual cada elemento de la cadena puede relacionarse con lo que ha ocurrido antes (o que la lógica del texto sitúa antes) o con lo que ha ocurrido después (o que la lógica del texto sitúa después).
De manera que una definición categorial de carácter interpretativo puede vertebrarse sobre la relación de los segmentos que, en principio, corresponden a la categoría con segmentos anteriores y posteriores, los cuales forman los contextos respectivamente antecedentes y consiguientes. En la primera opción se dice que la definición –o la interpretación– es causal o referencial; en la segunda, funcional o intencional.
Estrategias de actuación de un maestro
En un registro de las estrategias de actuación de un/a maestro/a en el aula, podemos descubrir que un tipo de reprobaciones muy frecuente va seguido de mensajes de alabanza o aprobación dirigidos al mismo sujeto. Sobre esta base no parece demasiado atrevido crear una categoría de "reprobaciones compensadas", apoyada en su contexto consiguiente. Pero quizás descubramos también que estas intervenciones disciplinarias van precedidas a menudo o siempre por transgresiones de poca importancia, nunca o casi nunca por transgresiones graves, por lo que podemos arriesgarnos a proponer una etiqueta categorial de "reprobaciones de falta leve compensadas". Tenemos que aclarar que las dos interpretaciones no tienen que ir obligatoriamente ligadas, como en el ejemplo. Podríamos tener una categoría de "reprobaciones compensadas "y otra de "reprobaciones de falta leve". Todo depende de las relaciones antecedentes o consiguientes que se localicen dentro del texto.
En el diario de una madre de familia numerosa, consagrada a la vida doméstica, podría revelarse que cada segmento de texto dedicado a revelar sus momentos de ocio o diversión (un programa de televisión, un cortado con las amigas) va seguido bastante a menudo por segmentos en los cuales justifica estos oasis de trabajo doméstico ("como ya tenía el piso arreglado...", "como ya tenía la comida hecha...", "...los niños estaban en la escuela..."). El enlace con estos segmentos consiguientes podría dar lugar a una categoría de "justificación de ocio", típicamente etnometodológica. O tal vez podríamos mostrar de manera fehaciente que las referencias al ocio van frecuentemente precedidas por segmentos en los que la escritora pone de manifiesto su frustración por la falta de realización personal, en cuyo caso la categoría en cuestión podría ser "respuesta justificada a la frustración". Como en el ejemplo anterior, estos dos vínculos contextuales también podrían establecerse separadamente.
Cuando la secuencia de segmentos es interactiva, como en la transcripción de una entrevista o de una sesión de grupo focal o terapéutico, la dinámica contextual aparece más polarizada entre los interactuantes. Así, en el escenario de un grupo, la categoría "amenaza protegida" se podría apoyar en la relación entre intervenciones de contenido literalmente agresivo (insultos, descalificaciones) de un miembro X del grupo, precedidas por las del líder A (previamente establecido mediante un sociograma o instrumento parecido), de manera que el ataque verbal de X sólo se produjera a condición de que antes lo realizara alguien con más autoridad. Por el lado del consiguiente, esta misma categoría se podría afirmar empíricamente, validando su intención de "amenaza" sobre respuestas de los individuos atacados que revelaran la recepción de la amenaza.
Un punto que hemos pasado deliberadamente por alto es el de la "distancia" o "retardo" (lag) que tiene que haber entre segmentos antecedentes y la categoría a definir, o entre ésta misma y los correspondientes segmentos consiguientes. En los ejemplos mencionados, estaba implícito que las vinculaciones ligaban la categoría a definir con los contextos inmediatos, antecedentes o consiguientes. Pero eso no tiene que ser necesariamente así. Es posible que la compensación del maestro/a antes imaginado se demore un tiempo y, correlativamente, se desplace unos cuantos segmentos en el registro narrativo; o que la separación entre la amenaza del líder y la del secuaz sea de unos cuantos minutos y, por lo tanto, de unos cuantos segmentos en la transcripción, ya que entre una amenaza y otra habrán pasado otras cosas. En vista de estas posibilidades, el establecimiento de relaciones definitorias antecedentes-consiguientes no se reduce a un procedimiento mecánico o automático y le exige habilidad y "ojo clínico" al analista, aunque existan técnicas frecuenciales que permiten dibujar el mapa de relaciones secuenciales a diferentes distancias o retardos" entre cada segmento y aquéllos con los que se intenta asociar.
Depuración, sistematización y cierre de un sistema de categorías
Si tratamos de aplicar las instrucciones dadas hasta aquí a un texto con el fin de crear y definir categorías, es posible que topemos con dificultades que hasta ahora no hemos citado. Estas dificultades surgirán en el momento en que descendamos al detalle, a las particularidades concretas de cada texto y de cada segmento de texto.
Nos limitaremos a dos cuestiones que tienen bastante relación con las propiedades de un sistema de categorías textual, es decir, extraído de un registro o de un documento, ya que estas propiedades tienen que diferenciarse de las de un sistema de categorías de conducta.
Recordamos que un conjunto de categorías textuales, entendido como sistema lógico, tiene que cumplir dos condiciones:
1) la de exclusividad semántica o conceptual, que garantiza que ningún segmento de texto puede atribuirse a la vez a dos o más categorías;
2) y la de exhaustividad semántica o conceptual, que garantiza que ninguno de los segmentos coleccionados en el muestreo quedará fuera de la categorización, no habrá ningún segmento no atribuible a alguna de las categorías previstas y, por lo tanto, todos serán virtualmente pertinentes para responder la pregunta de investigación y constituirán el objeto de estudio.
La primera condición depende, obviamente, de la calidad de la definición. Ésta tiene que estar formulada de manera tal que no haya encabalgamientos o intersecciones entre aquello que trata de definir y aquello que tratan de definir otras definiciones de otras categorías.
La confusión será posible cuando, dentro de un segmento que se quiere categorizar, haya subsegmentos o elementos de diferentes significados que puedan clasificarse dentro de categorías distintas. Una categoría como
{C = [c1, c2, c3, c4..., cn]}
Es fácil de entender que en uno de los ejemplos anteriores se reclame que no haya confusión o ambigüedad entre una categoría de "amenaza protegida" y otra de "simple amenaza": la caracterización de una y otra tendrá que evitar que un mismo segmento se pueda entender en los dos sentidos. En el caso del/la maestro/a hará falta que la separación entre "reprobación compensada" y "reprobación no compensada" sea bien nítida.
no tendría que plantear problemas, entendiendo que todos los subsegmentos que contiene, dentro del segmento que abarca, son homogéneos, permiten la misma clasificación dentro de las coordenadas interpretativas que se apliquen. En cambio, una categoría como
{C = [c1, a1, b1, a2, c2, c3, b2..., xn]},
sí que los plantearía, dado que incluiría elementos de diferentes afiliaciones interpretativas. Así, los elementos a1, a2..., an, pertenecerían a una categoría A, los elementos b1, b2..., bn, pertenecerían a una categoría B, etc.
Esta situación también dependería del nivel de análisis adoptado. Puede ocurrir que en segmentos grandes, que abarquen –digamos– uno o dos párrafos, sea difícil establecer un único significado categorial, debido a que en el interior del segmento el observador ha registrado hechos bastante heterogéneos o el sujeto ha documentado cuestiones muy diversas. En cambio, en segmentos pequeños, cuando el análisis va línea a línea u oración a oración, este problema es menos probable y la homogeneidad del texto está más garantizada.
Satisfacción de los usuarios de un gimnasio
Prestemos atención al siguiente ejemplo, extraído de una evaluación cualitativa de la satisfacción de los usuarios de un gimnasio. El fragmento reproducido forma parte de una de las entrevistas realizadas a diferentes tipos de usuarios:
"De hecho, encuentro que el personal del gimnasio es bastante servicial y amable. La mayor parte del tiempo están muy dispuestos a ayudarte en cualquier cosa que estés haciendo. Aunque algunas veces me he sentido un poco molesto cuando se ponen a charlar entre ellos, como si no se dieran cuenta de que están en el trabajo y tienen que procurar estar alerta por si hace falta alguna ayuda. Incluso si están limpiando o haciendo algo parecido. Yo siempre acabo apartando con el pie una pesa o alguna pieza del equipamiento que la gente se ha dejado por el suelo. Ya sé que nosotros no tendríamos que dejar las cosas fuera de su sitio, pero la gente es así, de manera que alguien tiene que volver a ponerlas en su lugar, si no, antes o después, algún día acabará tropezando alguien y entonces se lamentarán. Pero si les pides ayuda en alguna cosa, sea un consejo o una ayuda para ajustar el equipo que utilizas o algo por el estilo, son geniales. Se los ve contentos de ayudar."
A. Smith y B. Stewart (2001). Beyond Number Crunching. Applying Qualitative Techniques in Sport Marketing Research. The Qualitative Report 2 (6), junio.
En una primera codificación, este segmento se categorizó como "evaluación del personal", una etiqueta general que podía convivir con otras como "evaluación de la higiene", "evaluación de las instalaciones", etc. Ahora bien, dentro del segmento y de la categoría caben muchas más cosas, algunas de las cuales podrían entenderse como subcategorías de "evaluación del personal", pero otras tienen una cierta independencia. Si en vez de hacer el análisis a nivel de párrafo lo hacemos a nivel de oraciones (entre puntos) salta a la vista la heterogeneidad de los componentes:
1
De hecho, encuentro que el personal del gimnasio es bastante servicial y amable.
"Valoración positiva del servicio" (subcategoría y dimensionalización de la categoría general).
2
La mayor parte del tiempo están muy dispuestos a ayudarte en cualquier cosa que estés haciendo.
Ídem que el anterior.
3
Aunque algunas veces me he sentido un poco molesto cuando se ponen a charlar entre ellos, como si no se dieran cuenta de que están en el trabajo y tienen que procurar estar alerta por si hace falta alguna ayuda.
"Valoración negativa del servicio"
(subcategoría y dimensionalización de la categoría general).
4
Incluso si están limpiando o haciendo algo parecido.
"Exigencia de servicio"
(subcategoría).
5
Yo siempre acabo apartando con el pie una pesa o alguna pieza del equipamiento que la gente se ha dejado por el suelo.
"Condición de seguridad".
6
Ya sé que nosotros no tendríamos que dejar las cosas fuera de su sitio, pero la gente es así.
"Responsabilitat de usuario".
7
de manera que alguien tiene que volver a ponerlas en su lugar.
"Exigencia de servicio"
(subcategoría).
8
si no, antes o después, algún día acabará tropezando alguien y entonces se lamentarán.
"Condición de seguridad".
9
Pero si les pides ayuda en alguna cosa, sea un consejo o una ayuda para ajustar el equipo que utilizas o algo por el estilo, son geniales.
"Valoración positiva del servicio" (subcategoría y dimensionalización de la categoría general).
10
Se los ve contentos de ayudar.
"Valoración positiva del servicio" (subcategoría y dimensionalización de la categoría general).
Claro está que sólo los códigos 1, 2, 3, 9 y 10 pueden considerarse auténticas subcategorías de "evaluación del personal", homogéneas con respecto a ella, mientras que los restantes tienen que ver con otras dimensiones del análisis. En consecuencia, si nos situamos en el nivel de análisis de la tabla anterior cada etiqueta corresponderá a un segmento homogéneo y no se nos planteará el problema antes apuntado de que se mezclen indicadores de diferentes significadso dentro de una misma categoría. Pero si nos situamos en un nivel más general como el del párrafo entero, eso sí puede ocurrir por cuanto el párrafo contiene indicadores o segmentos de diferentes categorías. Entonces podemos prescindir de los indicadores que no corresponden a la categoría que queremos asignar al segmento o –mucho mejor– podemos escoger estrategias metodológicamente más correctas.
Éstas son básicamente dos:
1) Definir la categoría con una lógica combinatoria en vez de una lógica de exclusividad. Cada categoría/segmento se identificará, no por una colección de elementos (indicadores, subcategorías) exclusivos o no compartidos con otras categorías/segmentos, sino por una combinación particular de estos elementos establecida en términos cualitativos (qué elementos tiene que haber) o cuantitativos (qué elementos tiene que haber y en qué proporción). En la literatura se suele decir que los elementos se agrupan en manojos (clusters) de elementos combinados. Para representar formalmente eso bastará repetir la representación que acabamos de utilizar unas líneas más arriba. Una categoría definida en exclusividad sería precisamente
{C = [c1, c2, c3, c4..., cn]},
entendiendo que el conjunto de elementos c1, c2, c3, c4..., cn no es compartido con ninguna otra categoría. Una categoría definida por combinación sería
{C = [c1, a1, b1, a2, c2, c3, b2..., xn]},
entendiendo que el conjunto de elementos c1, a1, b1, a2, c2, c3, b2..., xn integraría en una combinación previamente establecida elementos propios como c1, c2, c3... etc., y otros asignados también a otras categorías, como a1, a2..., b1, b2..., etc.
2) Definir una jerarquía de prioridades. Ésta es seguramente una solución peor en tanto que, inevitablemente, comporta pérdida de información. Se trata de escoger entre los diferentes elementos que contiene un segmento, de acuerdo con unas reglas de preferencia previamente fijadas sobre la base del mayor o menor interés teórico que ofrece cada elemento. De todos los elementos que se podrían tener en cuenta, sólo se consideran aquéllos a los que las reglas en cuestión dan preferencia. Con el fin de acabar de aclararlo podemos aprovechar, de nuevo, el ejemplo precedente. Ante un segmento con los contenidos de
[c1, a1, b1, a2, c2, c3, b2]
sólo tendríamos presente, o bien el elemento a, o bien el b, o bien el c, pero no más de uno, a la hora de definir la categoría. Si la regla de preferencia fuera, pongamos por caso,
b > en > c,
eso significaría que en un conjunto como el que hay dentro de los corchetes sólo tendríamos en consideración b, ignorando en la definición a y c. Con esta misma regla de preferencia, en un segmento con los componentes
[c1, a1, a2, c2, c3]
sólo consideraríamos a. Etc.
Respecto de la segunda condición que tiene que cumplir que un conjunto de categorías textuales, entendido como sistema lógico, que un segmento de una muestra de texto no se pueda clasificar en cabeza de las categorías previstas no viola ningún principio lógico o metodológico. Podríamos presentar esta circunstancia en términos de que no todo el corpus, o no toda la muestra, son aprovechables para el análisis emprendido o, lo que es lo mismo, de que no tienen que ver, aparentemente, con el objeto de estudio. No obstante, con vistas a sacar de esta muestra el máximo rendimiento y, sobre todo, con la pretensión de prestar coherencia y sistematicidad al análisis, puede ser conveniente recuperar estos segmentos inclasificables en primera instancia, los cuales, además, seguramente aportarán algún tipo de información, aunque ésta sea negativa, como aclararemos enseguida.
Existen dos vías a través de las cuales se puede aumentar el rendimiento de un sistema de categorías. En las dos se intenta que el sistema se vuelva lógicamente exhaustivo y completo, que todos y cada uno de los segmentos del texto analizado sean susceptibles de asignación a una u otra categoría.
  • Categorías cajón de sastre. Ésta es la solución más chapucera. Consiste en colocar todos los segmentos sin clasificar en una categoría residual, categoría que no está construida sobre un criterio clasificatorio único, descriptivo o interpretativo, ni en clave de exclusividad o combinación, ni en clave contextual. Sencillamente, la categoría es, como su nombre indica, un cajón de sastre o un vertedero al que van a parar todos los segmentos que no se han podido clasificar por no corresponder a ninguno de los criterios que han definido las otras categorías.

  • Categorías vacías o cero. La solución anterior es mala porque, con la categoría cajón de sastre, el sistema de categorías creado pierde, globalmente, cohesión interna y sentido teórico. La categoría en cuestión es como una piedra en el engranaje interpretativo y, si se hacen cómputos de frecuencia, éstos, al incluir la categoría disonante, ofrecen menos validez. Sin embargo, en muchos casos, si se quiere conseguir que el sistema sea exhaustivo, no hay más remedio que servirse de ellas.

Ahora bien, en muchos otros casos, el objeto de estudio, la intención teórica del análisis y el conjunto de categorías propuestas permiten una solución mejor, la de introducir una categoría que cierre el sistema, que sea la negación lógica del resto: una categoría vacía o cero. Así, si al examinar los registros del moderador de un grupo focal, deriváramos un conjunto de categorías como "interacción amistosa", "interacción tensa", "interacción agresiva", "interacción formal", "interacción colaboradora", etc., sería razonable cerrar el sistema mediante una categoría de "no interacción", que podría corresponder a momentos de silencio (consignados por el moderador), monólogos, actividades en paralelo, etc. Y si del análisis de una entrevista, focalizada en la asunción de responsabilidades por parte de un preso convicto, saliera una serie de categorías como "culpas de la sociedad", "culpas de la escuela", "culpas de los padres y la familia", "culpas de uno mismo", los segmentos de texto no referidos a culpas o responsabilidades podrían ser rotulados y clasificados como de "no culpabilización".
Este simple truco lógico dota al sistema de categorías de coherencia y homogeneidad, cualidades que hay que apreciar porque el sistema de categorías es una herramienta clasificatoria e interpretativa que tiene que trabajar siempre con todos sus componentes orientados en la misma dirección, la que le señalan las hipótesis y valores teóricos manejados por el investigador. A mayor abundamiento, las categorías vacías tienen valor teórico por sí mismas, en tanto que representan los fenómenos o las posibilidades de fenómenos opuestos al que figura como foco de interés y, por lo tanto, conceden al investigador una opción de contraste. En los ejemplos citados, tanto la categoría "no interacción" como la categoría "no culpabilización" ofrecen interés por sí mismas.
El conjunto de categorías obtenido a través del proceso completo de codificación tiene un mejor rendimiento si adquiere propiedades de un sistema lógico y cumple las condiciones de exclusividad y exhaustividad en un determinado nivel de análisis.
3.3.6.Protocolo canónico para la definición de categorías
La metodología de codificación y categorización se puede resumir en un protocolo o guía que contempla los requisitos previos principales del análisis de un texto.
El repertorio de consignas, instrucciones y normas que hemos ido desgranando en los subapartados anteriores a éste se puede traducir, en la búsqueda de excelencia, en un breve protocolo o guía para la definición y supervisión de las categorías de un sistema aplicado al análisis textual. Los puntos que enumera este protocolo sintetizan las condiciones clave, unas más difíciles de cumplir que otras, que tienen que satisfacer las referidas categorías, una vez optimizadas dentro del sistema global de clasificación en el que se encuentran insertadas.
1) La categoría tiene que distinguirse mediante una etiqueta, letrero o código, que constituye su nombre y, al margen de la definición, le confiere un primer sentido.
2) La categoría tiene que estar definida, ya sea a través de una definición descriptiva (por enumeración o por asignación directa), ya a través de una interpretativa contextual (en relación a antecedentes y/o consiguientes), ya a través de ambas.
3) La categoría no tiene que confundirse con otras categorías, es decir, tiene que satisfacer estrictamente el criterio de exclusividad semántica o conceptual con los recursos ya indicados.
4) La categoría tiene que abarcar todos los segmentos o subsegmentos de texto que le corresponden, tiene que cubrir suficientemente el espacio conceptual que le ha sido asignado en cumplimiento del criterio de exhaustividad semántica o conceptual.
Delimitación intensiva
El punto 3 del protocolo hace referencia al cierre o delimitación intensiva, nítida, de la categoría y tendría que estar garantizado por la propia definición, pero se recomienda que en el protocolo se traten específicamente los casos de aquellas categorías que, a priori, parecen más susceptibles de confundirse. Hay que eliminar entonces cualquier ambigüedad o "borrosidad", estableciendo y destacando explícitamente las diferencias entre estas categorías de significado próximo, ejemplarizándolas si hiciera falta.
5) Como se desprende de los dos párrafos anteriores las demandas de cierre y de apertura de una categoría se encuentran en un espacio de exigencia común; vienen a ser la misma exigencia pero hecha desde perspectivas contrapuestas.
Un buen recurso es resolver ambas a la vez con respecto a las instancias dudosas, concretando diferencias y límites. En dos de las categorías comentadas, "monitorización de máquinas" y "monitorización de enfermos", en las que la entidad física del foco de atención seguramente disipa cualquier duda, seguramente no habrá que establecer los límites de su alcance ni la frontera con otras categorías; en cambio, sí será prudente hacerlo ante categorías como "monitorización sentimental" y "monitorización distanciada", o a otro nivel, como "criterios de bajo orden" y "criterios de alto orden", ya que las distinciones y los límites inherentes a estos casos pueden fluctuar según el estado subjetivo del analista.
Plasticidad de la categoría
El punto 4 del protocolo hace referencia al grado de apertura o plasticidad de la categoría y, en consecuencia, a la delimitación extensiva de su alcance, por lo cual puede considerarse como una exigencia inversa y complementaria de la anterior. Ahora, lo que puede ser pertinente es precisar en detalle los límites de la categoría, aquellos elementos del texto que con menos convicción o seguridad podemos incluir dentro de la categoría, debido a que no corresponden al núcleo conceptual que la caracteriza.
Un protocolo destinado a optimizar la categorización de un texto incide básicamente en la necesidad de rotular y definir correctamente las categorías, garantizando en detalle las exigencias de exclusividad y exhaustividad.

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