El estudio de transcripciones y documentos

  • Carles Riba Campos

     Carles Riba Campos

    Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UB (1986), profesor titular de Metodología de las ciencias del comportamiento en la Facultad de Psicología de la UB y profesor consultor de la UOC. Actualmente dirige el Anuario de Psicología, una revista de psicología general publicada por la UB. Su actividad docente e investigadora ha estado vinculada con la sistematización y aplicación de la metodología psicológica en el ámbito del trabajo de campo y la observación, con especial énfasis en la significación social del comportamiento y en la comunicación. Con esta perspectiva, ha relacionado el enfoque semiótico con la metodología propia de las ciencias sociales, cruce de intereses del que ha nacido su particular dedicación a la metodología cualitativa, entendida como un conjunto de estrategias y recursos dirigidos a la comprensión en profundidad y en clave intersubjetiva del comportamiento humano. Ha publicado varios libros y artículos sobre los temas indicados.

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Cuarta edición: febrero 2023
© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)
Av. Tibidabo, 39-43, 08035 Barcelona
Autoría: Carles Riba Campos
Producción: FUOC

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Índice

1.Transcripciones y documentos

1.1.Transcripciones

1.1.1.Introducción
Una vez más, tendréis que retroceder al módulo inicial de la asignatura para situaros con respecto al tema que abordaremos a continuación. Debéis recordar que la observación documental, en cuanto forma particular de observación indirecta, es una de las principales vías de actuación de la investigación cualitativa, una de las que ha permitido aproximaciones muy representativas de esta clase de investigación.
El investigador cualitativo a menudo analiza, interpreta, documentos. En éstos afloran o se ocultan, según los casos, los comportamientos, valores, creencias, opiniones, de la comunidad, grupo social o personas que se quiere estudiar.
Pero por otra parte, incluso cuando el material de base sobre el que trabaja el investigador no corresponde a documentos originales, incluso cuando ha sido obtenido mediante técnicas de observación no participante y participante como las que hemos ido exponiendo hasta ahora, también entonces ese material de base a menudo acaba siendo un texto escrito, adoptando el formato de transcripciones, de copias en papel u ordenador de la conducta verbal registrada a los sujetos.
Finalmente, las propias anotaciones o registros narrativos del observador pueden considerarse documentos.
En definitiva, una parte importante de la investigación cualitativa acaba desembocando en el estudio de registros de las verbalizaciones de las personas o en los documentos o textos que éstas crean. Eso no sólo justifica la inclusión de este tema en la presente exposición, sino que –como veremos– también explica por qué el núcleo esencial de los análisis de datos cualitativos se concentra en el examen de los contenidos lingüísticos del habla, del discurso o de las narraciones de los sujetos, aspecto que trataremos al final de este módulo. Por eso a menudo, en relación con este punto, se dice que una parte troncal de la investigación cualitativa adopta un enfoque narrativo.
Con esta óptica, la información que a continuación os damos cubrirá las siguientes fases:
1) Primero os hablaremos de transcripciones y documentos en general: transcripciones hechas a partir de registros participantes o no participantes, y documentos escritos, contrastados con las transcripciones.
2) Después entraremos en el territorio de los materiales microtextuales, materiales que a menudo pueden encuadrarse en un contexto híbrido, bien de observación participante (cuando el observador pide el documento al sujeto y, por lo tanto, interactúa con él), bien de observación indirecta (cuando se trata de documentos espontáneamente creados, ya que entonces el observador estudia productos del comportamiento y no el comportamiento en sí mismo).
3) Finalmente, abordaremos los documentos macrotextuales, casi siempre espontáneos, que el analista tiene que examinar e interpretar a la fuerza a posteriori, retrospectivamente o ex post facto, una vez que ya han sido compuestos, con la perspectiva peculiar de la observación indirecta.
1.1.2.Precisiones conceptuales y terminológicas sobre transcripciones y documentos
En una transcripción, el observador pone por escrito lo que el sujeto dice, sirviéndose de notaciones especiales además de las propias de la escritura convencional.
Como ya hemos hecho notar en diferentes lugares del texto, el investigador social, el psicólogo, puede recoger información codificada sobre las acciones o conductas no verbales de los sujetos, o puede registrar directamente sus emisiones verbales; puede escoger entre anotar lo que la gente hace y lo que la gente dice, aunque –obviamente– también puede hacer ambas cosas a la vez.
Cuando el observador cualitativo registra lo que la gente dice, lo hace habitualmente mediante una grabación en soporte electrónico (vídeo, magnetófono), dado que poner por escrito directamente en un papel lo que un sujeto va diciendo exigiría un dominio excepcional de alguna de las técnicas taquigráficas existentes. Ciertamente, algunos de los trabajadores de campo del pasado utilizaban estas técnicas pero actualmente, aunque su conocimiento podría suponer una ayuda complementaria en el registro de información, son bastante prescindibles teniendo en cuenta de que el observador dispone de la posibilidad de almacenar el material en una cinta y escucharlo o verlo tantas veces como sea necesario.
Además de eso, el recurso de reproducir la cinta tantas veces como sea preciso garantiza también un nivel de fiabilidad del registro que, de lo contrario, sería difícil de alcanzar.
De manera que una cosa es la transcripción de material "enlatado", grabado, guardado en soporte electrónico, y otra la transcripción en directo y viva de lo que dice una persona. Claro está que cuando se hace la primera de estas operaciones también se pueden utilizar símbolos de carácter taquigráfico, pero su utilización en este contexto no tiene los componentes de presión temporal y rapidez de ejecución que presenta cuando la transcripción es en directo; por consiguiente, el riesgo de error es menor.
Por otro lado, no debemos confundir la operación de transcripción con la de categorización o codificación. En efecto, una cosa es conseguir una copia fehaciente de lo que un sujeto dice y otra clasificar esta información verbal en categorías de significado o de otro tipo. También desde este punto de vista es obvio que la codificación o categorización de la producción verbal de una persona difícilmente puede ser hecha directamente, a medida que aquélla va hablando: es mucho más cómodo hacerla a partir de una grabación o –aún mejor– de una transcripción anterior. Pero, aparte de la comodidad, esta última opción es, sobre todo, más fiable en la medida en que evita sesgos introducidos por el observador cuando éste se ve obligado a ir codificando sobre la marcha y aceleradamente las emisiones verbales de un sujeto, por ejemplo, de un sujeto entrevistado.
1.1.3.Fuentes de material transcrito y nociones de la técnica de notación de la transcripción
1) Fuentes. En términos globales, las transcripciones sobre las que puede trabajar un investigador cualitativo pueden tener tres procedencias:
  • Materiales procedentes de observación participante obtenidos con alguna de las técnicas de entrevista. Las entrevistas que producen más material textual son, lógicamente, las de tipo no estructurado, con respuestas abiertas, y las entrevistas en profundidad, en las cuales el entrevistador da la oportunidad al sujeto de desahogarse bastante libremente en el ejercicio de su capacidad verbal.

En estos casos, la transcripción de una entrevista genera, por una parte, un texto de tipo dialógico o conversacional que refleja la interacción entre entrevistador y entrevistado y, por otra, secciones totalmente narrativas correspondientes a las intervenciones por separado del sujeto cuando hace sus exposiciones o argumentaciones.
En cambio, las entrevistas con aspecto de cuestionario o muy estructuradas, más que textos analizables o interpretables, dan lugar directamente a categorizaciones de la producción verbal del sujeto. Esta última ya ha sido canalizada desde el inicio del registro mediante las preguntas y las alternativas fijas de respuesta hacia allí donde quería el entrevistador.
  • Materiales procedentes de observación participante obtenidos mediante otras técnicas diferentes a la entrevista. Así, por ejemplo, en un registro de incidentes críticos consignamos de hecho comentarios verbales del sujeto, igual que lo hacemos en un registro de especímenes o en modalidades de observación participante etnográfica, donde lo que diga un sujeto ofrece interés para el investigador. Pero, fundamentalmente, los materiales sobre los que se han desarrollado más y mejor las técnicas de notación de las transcripciones son los del análisis conversacional, que podemos incluir en este párrafo si suponemos que los sujetos son conscientes de que se realiza un registro de su conversación (por ejemplo, con una cámara disimulada, no demasiado evidente o agresiva).

A diferencia de la entrevista, esta clase de materiales excluye generalmente el discurso del sujeto dirigido específicamente al investigador. En contrapartida, abarca no sólo las expresiones verbales del sujeto no destinadas a nadie en particular, sino también sus conversaciones con otros sujetos.
  • Materiales procedentes de observación no participante. Evidentemente, se tratará de investigaciones cuyo objeto de estudio incluye comportamientos verbales que deben ser registrados junto a acciones no verbales o independientemente de éstas. Los sujetos, como en el caso anterior, hacen comentarios verbales solos o hablan con otras personas; pero ahora el observador registra sus frases sin que se den cuenta de ello.

    Cualitativo

    Extendiendo la acepción del término cualitativo, podríamos añadir a los materiales hasta aquí enumerados aquellos que se derivan de procesos comunicativos no verbales, gestuales, posturales, expresivos. Como ya hemos visto (módulo "Generalidades sobre los métodos cualitativos: características básicas, variantes, campos de aplicación e histórica", subapartado 1.1), la indagación cualitativa no descansa indefectiblemente en el material verbal, sino más bien en el material significativo, y este último puede estar vehiculado por comportamientos no verbales, como una configuración gestual o una expresión facial.

    Admitido eso, hay que admitir también que algunas transcripciones cualitativas pueden recoger, en vez de producción verbal, cadenas de segmentos gestuales y expresivos plasmados mediante notaciones convencionales, una especie de taquigrafía aplicada a la acción corporal comunicativa.

    La literatura clásica sobre este tema, en el área de la comunicación no verbal, es abundante. Ved, por ejemplo, una de las notaciones históricamente más elaboradas (aunque pesada de aplicar) en R. L. Birdwhistell (1979). El lenguaje de la expresión corporal. Barcelona: Gustavo Gili.

2) La técnica de notación de la transcripción. Convertir en lenguaje escrito lo que un sujeto dice o expresa verbalmente no debería exigir la posesión de ninguna técnica especial aparte de la de saber escribir o –mejor– la de saber escribir al dictado. No debería exigirlo, sobre todo, cuando –como ya hemos dicho– esta conversión se puede hacer tranquilamente y por etapas a partir de una grabación.
A pesar de todo, una cierta capacidad de condensación puede ser útil cuando el material recogido tiene cierto volumen y, en casos así, el conocimiento de alguna notación taquigráfica o similar ayuda a hacer más ágil la transcripción.
Ahora bien, donde la transcripción exige de manera más inevitable el desarrollo de notaciones adicionales, para hacerla fiel, es en la plasmación de los aspectos paralingüísticos y conversacionales del habla:
  • Entre los aspectos paralingüísticos se cuentan la entonación, la cadencia del discurso, las pausas, el alargamiento de fonemas, los sonidos orales (pero no verbales) que hace el sujeto (carraspeo, toses, bostezos), etc.

  • Entre los conversacionales se consideran los turnos de conversación y las interrupciones y encabalgamientos del habla de los interlocutores, tal como ya hemos visto en la exposición de los principales rasgos del análisis conversacional.

Todos estos aspectos deben ser recogidos mediante símbolos desarrollados ad hoc por cada autor o, a veces, pedidos en préstamo a la lingüística. Obviamente, también se podrían describir por medio de lenguaje corriente, pero entonces el volumen de la transcripción abarcaría cotas que la harían inmanejable.
A continuación incluimos uno de estos códigos o notaciones de transcripción, elaborado por Heritage en el ámbito de estudio del análisis conversacional.
Las intervenciones de los dos participantes del diálogo van en líneas consecutivas. Sobre la transcripción de las frases de los interlocutores se anotan los siguientes símbolos:

Símbolo

Descripción

Significado

[

Corchete izquierdo

Van por pares e indican el punto donde hay encabalgamiento entre el habla de un interlocutor y del otro.

=

Igual

Se ponen uno al final de una línea y el otro al principio de la siguiente. Informan de la absoluta continuidad entre ambas (no hay pausa entre ellas ni encabalgamiento).

(número)

Número entre paréntesis

Número de décimas de segundo que han pasado entre dos momentos de la conversación.

(.)

Punto entre paréntesis

Una pequeña pausa, menor de una décima de segundo.

--------------

Subrayado de frase o palabra

Alguna acentuación del habla, en forma de cambio de tono o volumen.

:

Dos puntos

Prolongación del sonido inmediatamente anterior. El número de marcas de dos puntos indica la magnitud de la prolongación.

Mayúscula

Palabras o partes de palabras en mayúscula

Expresan un volumen de voz relativamente alto en relación con el contexto.

.hhhhh

hhhhh

Filas de h precedidas o no por un punto

Una fila de h precedidas por punto indica inspiración (toma de aire).

Una fila de h no precedidas por punto indica expiración (expulsión de aire).

( )

Paréntesis vacíos

No se ha oído bien lo que decían los sujetos.

(palabra)

Palabra entre paréntesis

No se ha oído bien lo que decían los sujetos, pero se pueden hacer conjeturas.

((.........))

Doble paréntesis

Son descripciones del autor, más que transcripciones.

. , ?

Signos de puntuación

Tipo de entonación o sonsonete de quien habla.

Veamos un ejemplo, a la fuerza parcial, de este tipo de transcripciones. Correspondería a la modalidad de material de entrevista no estructurada a la que hemos aludido más arriba.
Se trata de una adaptación de un ejemplo de Heritage que figura en D. Silverman (1993). Interpreting Qualitative Data. Methods for Analysing Talk, Text and Interaction (p. 118). Londres: Sage. Aquí supondremos que el entrevistador es una asistente social hablando con un padre de familia en dificultades, ya que tiene a su mujer en cama. Entrevistador = E; sujeto = S. La línea se rompe por cambio de turno o –también– cuando la intervención dura más de un segundo.
E:Nos preguntamos si podemos hacer algo por ustedes.
S:[Bien, pss.
E:[Quiero decir::::(3) ¿tal vez podríamos ir a comprar o ayudarla en otras cosa:s? (7)
S:Es muy ama:ble, señora .hhh Por ahora no hace falta:. De hecho, tenemos a los dos chico:s en casa =
E:= Bien, bien. Si necesita a::lgo =
S:= GRACIAS, gracias.
Fijaos ahora a un segundo ejemplo que ilustra las otras dos modalidades de transcripción anteriormente también apuntadas, a saber, transcripciones a partir de materiales obtenidos fuera del contexto de entrevista (pero en observación participante) o a partir de registros observacionales no participantes.
Las transcripciones a las que nos referimos ahora corresponden a la recogida de datos en un sector de la Psicología industrial y la ergonomía llamado "análisis de tareas". Este último término alude al trabajo de producción en el puesto de trabajo (una cadena de montaje, un taller, una oficina de correos, etc.). Hay distintas aproximaciones posibles al análisis de la conducta en estos contextos, pero aquí nos ceñiremos a la que se relaciona con el tema que estamos trabajando, es decir, al registro y transcripción de material verbal.
Un material así se podría recoger después de la actividad laboral propiamente dicha, mediante una entrevista. Pero esta posibilidad ya la hemos tratado y, además, la información que nos diera un trabajador en una entrevista no tendría la misma significación que los comentarios que pudiera hacer este mismo sujeto en el curso de su trabajo, con mucha más motivación y espontaneidad.
Por lo tanto, estos comentarios hechos on-line, mientras el trabajador está ejecutando la tarea por la que le pagan, son material verbal registrable.
A su vez, este material puede ser obtenido en situación de observación participante o de observación no participante. En la primera de estas opciones, el sujeto sabe que se está grabando su comportamiento; en la segunda no lo sabe. En un contexto como éste sería seguramente más deseable la última de estas opciones, dado que la primera induciría inevitablemente una dosis considerable de reactividad, difícilmente extinguible con la habituación del sujeto a la situación de ser observado.
En cualquier caso, ambos registros deberían dar como resultado transcripciones de los comentarios verbales del sujeto durante su trabajo, comentarios que acompañarían a las frustraciones, contratiempos, fatiga, éxitos y fracasos del proceso. De forma similar al ejemplo de la entrevista, el material verbal tendría que ser registrado en paralelo con los acontecimientos que fueran sucediendo y con los aspectos paralingüísticos de la locución del sujeto.
Un registro de esta clase podría adoptar un aspecto como el que mostramos a continuación. Imaginad a un obrero en una cadena. Su trabajo es el de soldar las piezas que le van llegando en diferentes partes de su estructura. El registro empieza a las 9 horas a.m. El obrero habla solo, si no se indica lo contrario. Para recoger los aspectos paralingüísticos del habla utilizamos las mismas notaciones de Heritage más arriba utilizadas:

Núm. de orden

Puntos temporales de registro

Comentarios verbales

Contexto de actuación

1

09.00.43

¡A ver qué día tendremos hoy hhhh! Parece que no tendremos problemas con el soldador, ¿no:::?

Coge el soldador. Le llega la primera pieza para aplicar punto de soldadura.

2

09.03.56

Esto hay que engrasa:rlo. ¡CADA DÍA IGUAL!

Ha alzado la articulación sobre la que se sostiene la pieza que hay que soldar, y ha chirriado.

3

09.05.21

Hombre.. .Parece que ya estamos funcionando.

Pasa a la segunda pieza.

4

09.09.01

¿Qué::? HOY LLEGAN GRASIENTAS, ¿E:H?

Habla con un compañero que tiene dificultades para sujetar las piezas en los soportes.

...

.....

......................

..................

Las transcripciones se pueden hacer de materiales verbales de diferentes procedencias, obtenidos de entrevistas y de otros registros participantes o también de las verbalizaciones espontáneas de los sujetos en registros no participantes.

1.2.Documentos

1.2.1.Qué es un documento
Un documento es un texto compuesto por un sujeto, colectivo o institución, que constituye material analizable mediante alguna forma de análisis de contenido.
1) Básicamente un documento es, pues, escritura, texto escrito, producido directamente por su autor/a y no transcrito por el científico.
2) Aunque a menudo se habla de "documentos audiovisuales", nosotros preferimos obviar este término, ya que no encaja con la anterior definición, la más adecuada a los intereses empíricos de la Psicología.
En efecto, buena parte del material audiovisual contiene conducta verbal y, por lo tanto, no constituye propiamente un documento entendido como texto escrito, ya que, como acabamos de hacer constar, es la transcripción de estas verbalizaciones la que crearía el referido texto. Sólo podríamos hablar de documentos audiovisuales cuando el material grabado o filmado no contuviera el habla de los sujetos y, en consecuencia, no requiriera transcripción; pero en este caso el "texto", en el sentido que dan a esta palabra los semióticos de la imagen y del cine, sería principalmente icónico y tendría un interés más restringido para la ciencia psicológica.
Argumentaciones parecidas, dentro del marco de los intereses normales de la Psicología, nos harían descartar materiales como una grabación radiofónica (que también habría que transcribir para sacarle jugo), y no digamos ya elementos culturales en principio ajenos a la comunicación activa como vestimenta, mobiliario, objetos de uso cotidiano, los cuales, a veces, en el contexto de investigaciones históricas o arqueológicas, son tildados de "documentos".
En cambio, sí que habría que admitir como documentos ciertos dibujos, sobre todo los que adoptaran forma narrativa o dramática, realizados por niños, psicóticos, pueblos iletrados, etc.
Es evidente que tanto en el caso anterior como en el del textos escritos un documento no debe confundirse nunca con un test, que no tiene nunca forma textual o, si la tiene, se analiza con técnicas ad hoc diferentes al análisis de contenido.
3) Una primera aproximación, a vista de pájaro, al ámbito de la documentación de interés psicológico y psicosocial nos ofrece sin embargo una panorámica enormemente variada. Un documento analizable puede ser:
  • la agenda de reuniones de una sociedad,

  • una carta de amor,

  • el artículo de un periódico,

  • un informe de evaluación escolar,

  • un peritaje,

  • un decreto político,

  • el diario de un adolescente,

  • registros matrimoniales,

  • los estatutos de un club de fútbol,

  • las anotaciones de un niño en el libro de historia,

  • cartas de restaurantes,

  • anuncios de pisos para estudiantes en los carteles de una facultad,

  • memorias,

  • apuntes de clase,

  • etc.

Pero también lo pueden ser:
  • una autodescripción pedida por el terapeuta a su paciente,

  • una crónica personal de la vida cotidiana a lo largo de un mes producto de una demanda como la del caso anterior,

  • un cuento solicitado por el maestro a sus alumnos,

  • un relato de la infancia de un abuelo escrito por éste al amparo de las actividades de un centro geriátrico,

  • etc.

4) Un documento puede tener valor por sí mismo y ser estudiado independientemente de cualquier otro material, o puede analizarse en asociación con otros datos de campo. Por ejemplo, un patrón de selección de pareja descubierto mediante entrevistas en una zona rural puede ser validado mediante el examen de los registros matrimoniales en las parroquias y ayuntamientos.
5) Generalmente, un documento no se puede trabajar tal como nos llega a las manos, sin preparación previa. Primero hay que clasificarlo y, si procede, archivarlo sabiendo una serie de datos sobre su significación, su temática esencial, su contexto de producción, su procedencia y así sucesivamente. Por eso se recomienda asociar los documentos a fichas o sumarios adjuntos donde consten sus principales rasgos. Un formato posible, entre otros, es el que proponen Miles y Huberman y que incluimos (adaptado) a continuación:
Origen del documento:
Número del documento:
(entre otros conseguidos)
Fecha de recepción:
Fecha de archivo:
Persona receptora:
NOMBRE DEL DOCUMENTO:
.........................................................
CONTACTO O ACONTECIMIENTO ASOCIADO AL DOCUMENTO:
....................................................................................................
SIGNIFICACIÓN DEL DOCUMENTO:
....................................................................................................................................
FORMA DE ESCRITURA:
..........................................................................................................
SUMARIO DE CONTENIDOS:
  • ...........................

  • ...........................

  • ...........................

  • ...........................

  • ...........................

1.2.2.Tipos de documentos
Los documentos se pueden clasificar a partir de diferentes criterios. No son clasificaciones gratuitas ni triviales, sino al contrario: orientan decisivamente sobre la utilidad de cada documento y las posibles direcciones del análisis que hay que aplicarle. Así, un documento personal suele exigir una interpretación más contextualizada y una contextualización más detallada que uno público.
Distinguimos entre documentos:

Públicos

Privados

Pueden ser registros oficiales que reflejan alguna transacción formal o contrato (como un certificado de matrimonio o un contrato de compra-venta). También pueden ofrecer datos censales o estadísticos. Igualmente, incluyen cualquier documento que pueda ser distribuido o vendido (prensa, publicidad en los buzones, propaganda electoral, la propia literatura, etc.).

Dan información sobre la sociedad y la cultura de donde provienen.

Son textos generados por razones personales, como un diario o una nota recordatoria pegada a la nevera. Constituyen los documentos propiamente dichos.

Dan información sobre la persona de la que provienen, información –eso sí– enmarcada en la cultura y sociedad donde aquélla vive.

Oficiales

Personales

Clasificación que se relaciona con la anterior, pero no coincide del todo con ella. Un documento oficial es generado por una institución política o jurídica (aunque lo firme una persona concreta).

Estos documentos se encuentran en archivos públicos o de acceso restringido. A veces, el acceso a estos materiales depende de disposiciones legales.

También denominados no oficiales. Un documento no oficial es generado por una persona o por un colectivo en cuanto agregado de personas, no como grupo o sociedad despersonalizada.

El acceso a estos materiales no suele depender de requisitos legales sino de la habilidad del investigador en obtenerlos.

Suelen estar escritos en primera persona.

Creados por demanda

Espontáneos

Son textos producidos como consecuencia de una demanda explícita del investigador, como decíamos un poco más arriba. El sujeto escribe porque solicitamos que lo haga; de lo contrario no lo hubiera hecho.

Se trata, pues, de material de observación participante con una cierta dosis de reactividad. El sujeto, conociendo que su texto será leído y analizado, puede mostrarse exhibicionista, exagerado; o bien, a la inversa, ambiguo o inhibido.

En contrapartida, la ventaja de estos documentos será que el texto podrá tener la forma que más nos interese y apuntará a los contenidos que preferimos, dado que estamos en situación de dar instrucciones al sujeto para que eso sea así.

Son textos generados espontáneamente por el sujeto o la sociedad que son sus autores; o –al menos– son textos no inducidos por una demanda del investigador (pueden responder a la demanda de otra persona diferente del investigador, claro está).

Se trata, pues, de material de observación indirecta sin pizca de reactividad: cuando el sujeto ha escrito el texto, no tenía la menor idea de que éste sería leído, interpretado, analizado.

En contrapartida, el texto tendrá la forma y contenido que le haya querido dar su autor, y respecto a eso el observador poco podrá hacer.

Microtextos

Macrotextos

Corresponden a documentos cortos o relativamente cortos.

No habría un criterio de longitud claro, pero el texto no pasaría de unas cuantas páginas ni sería menor de un párrafo.

Por lo tanto, son documentos compuestos a lo largo de un periodo de tiempo también corto, minutos, horas, días o semanas, según los casos.

El referente básico sería la carta.

Estos documentos pueden llegar a tener una cierta estructura narrativa, pero ésta es más laxa y menos elaborada que en los macrotextos.

Corresponden a documentos largos.

En la práctica eso significaría que estamos ante documentos de muchas páginas.

Por lo tanto, se trata de documentos elaborados a lo largo de periodos muy largos de tiempo, durante meses, años o quizás durante toda una vida.

Los referentes básicos serían el diario o la autobiografía.

Son documentos con unidad narrativa o estilística y suelen revelar un plan de elaboración del texto.

Esta última distinción, lo suficientemente sencilla y funcional, nos servirá para organizar nuestra exposición a partir de este punto.
Actividad
Intentad enumerar más documentos al margen de los que ya que hemos citado más arriba. Nos hemos dejado muchos en el tintero. Tratad de pensar media docena más, inspirándoos si hace falta en los ya mencionados, y clasificadlos en los cuatro ejes aquí considerados: públicos/privados; oficiales/personales; creados por demanda/espontáneos; microtextos/macrotextos. Tened presente que estos ejes no son exclusivos entre sí y, por lo tanto, un documento puede pertenecer a más de una de estas categorías.
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Está claro que esta actividad no exige que todos deis la misma respuesta. En la vida cotidiana vemos, elaboramos o sabemos de muchos documentos de tipos diferentes. Lo importante es que sepáis clasificar los que se os ocurran y que no confundáis documento con transcripción. Los criterios dados en el texto no admiten lugar a dudas.
Los documentos deben ir asociados a una ficha que los resuma y pueden ser públicos o privados, oficiales o personales, hechos por demanda o espontáneos, microtextuales o macrotextuales.

2.Documentos microtextuales

2.1.Relatos, narraciones

En los relatos de los que vamos a hablar a continuación, la distinción antes establecida entre transcripción y documentos no siempre es nítida. Estos materiales consisten en habla, discurso oral, que el sujeto, en primera instancia, no suele poner por escrito y que, por lo tanto, acostumbra a ser grabado y transcrito por el observador. Cabe decir, no obstante, que esta transcripción intenta ser muy fidedigna y que, desde el punto de vista de quien hace la recopilación, el discurso del sujeto es ya en sí un "predocumento" o un documento virtual, generado con cuidado y conciencia de lo que se dice. Por eso, no hay ninguna mediación entre el discurso oral y el documento transcrito, ni notaciones especiales, ni taquigrafía, ni categorizaciones. El relato se acepta "tal como fluye".
Los relatos son versiones o interpretaciones cortas, a menudo orales, pero convertibles en documentos, que hace un sujeto de episodios o experiencias sociales concretas que ha vivido.
2.1.1.Los relatos de episodios sociales: la perspectiva etogénica
1) El sujeto de la perspectiva etogénica. Cuando explicamos nuestro comportamiento a una o más personas, lo hacemos con el objetivo de que nuestra explicación sea inteligible y, a menudo, de que nuestras acciones aparezcan justificadas a ojos del interlocutor o de la audiencia, dentro de un contexto determinado y de un cierto orden social.
Si alguien dice "Lo siento, no quería pisarte, pero es que voy muy atolondrado porque llego tarde", esta frase puede analizarse en relación con estos objetivos.
Lo que importa no es tanto si el sujeto dice la verdad, sino como presenta, legitima, hace aceptable, su acción.
Para ver el comportamiento de un sujeto bajo esta luz, hay que atribuirle una serie de rasgos: este sujeto ha de ser una persona integral, que prepara y ejecuta planes, que tiene intenciones conscientes, que es plenamente capaz de calificar e interpretar sus propias acciones, aparte de las de los otros, y que las interpreta y evalúa según el contexto donde son llevadas a cabo y según los valores y creencias que asume.
2) El relato en la perspectiva etogénica. La metodología etogénica se centra en la obtención, mediante observación participante, de relatos o narraciones en lenguaje corriente (accounts) que las personas hacen de sus experiencias vividas y para ellas significativas. En estos relatos, como acabamos de apuntar, se manifiestan las interpretaciones que estas personas hacen de su comportamiento en determinadas circunstancias.
La tarea del analista consistirá en revelar la red de significados dentro de la que se orienta socialmente, maniobra o se justifica cada individuo.
Los significados, pues, tal como los percibe un sujeto en un entorno sociocultural, son el núcleo de la aproximación etogénica.
El sujeto descrito en el párrafo anterior actúa, fija sus objetivos, traza el curso de su acción hacia estos objetivos, guiado por el sentido común (un sentido común cultural) y según el significado que adscribe a las situaciones.
Estos significados son los que el investigador debe descubrir, identificar, descifrar en los relatos, que muestran una determinada intuición, comprensión, de las situaciones sociales.
3) Objetivos etogénicos: los "episodios sociales". Estos relatos corresponden al discurso hablado que acompaña o sigue a la acción. Por medio de su habla, el sujeto rinde cuenta de lo que hace en un escenario social. Cada unidad de relato traslada al lenguaje cotidiano una unidad de acción en un determinado contexto social o interactivo. Esta unidad de acción es un episodio social.
En su acepción más amplia, un episodio social es un fragmento coherente de comportamiento social. En términos más operacionales, es la secuencia necesaria para cumplir una acción con sentido social, planificándola, coordinándola y dirigiéndola. Es dentro de esta secuencia donde opera, tanto en el plano verbal como en el no verbal, el sistema de significados y valores que –decíamos– orienta al sujeto.
El enfoque etogénico se aparta de los dos principales ejes de trabajo de la lingüística: del diacrónico o histórico, que sigue la evolución de los sistemas a lo largo del tiempo, y el sincrónico o transversal, que se concentra en la estructura de estos mismos sistemas en un trozo determinado de su historia. La etogenia presta atención más bien a los cursos individuales de conducta antes que a los sistemas, aunque –sin duda– estos últimos se manifiestan mediante la acción verbal y no verbal de los individuos. Se interesa por el despliegue de significados en ciertos periodos cortos de tiempo, los necesarios para cumplir una acción, desde su concepción hasta su finalización.
4) Consideraciones sobre el valor de los relatos etogénicos
  • El sujeto autor de un relato etogénico es, de hecho, un informante.

  • En su acepción más amplía, un relato puede ser la narración de cualquier experiencia cotidiana de una persona. En su acepción más restringida, es la narración de una acción concreta. Acabamos de ver que los episodios sociales también padecen –o disfrutan– de esta misma flexibilidad en su delimitación. Así, un sujeto puede hacer el relato sintético de la boda de un familiar, a la que ha asistido, o bien del beso y saludos que intercambió con un pariente al que hacía tiempo que no veía.

  • En un relato se concede total autoridad al sujeto en cuanto a la interpretación que éste hace de los hechos relatados. Ya hemos dicho que no importa si el narrador dice "la verdad"; lo que interesa es "su verdad", aunque sea intereseda o sesgada. En suma, nos interesa sobre todo la calidad subjetiva del discurso de este mismo narrador.

  • Sin embargo, al margen de esto, es conveniente establecer sobre una base firme la autoría de los relatos, asegurarse de que son auténticos, en especial cuando esta autenticidad no es inmediatamente evidente. No hay que olvidar que el eje de la interpretación es la relación entre la calidad subjetiva de cada relato y la percepción particular que una persona tiene del mundo que le rodea.

  • La total autoridad del narrador sobre lo que dice es metodológicamente congruente con el hecho de que el científico recoja más de un relato, de distintas personas, de los mismos episodios: tal vez tendrá una narración del agente de la acción y de unos cuantos más de sus espectadores; o una versión diferente de dos interlocutores en una conversación junto a otros del resto del grupo implicado en ella; o un conjunto de relatos de los individuos de un grupo opuestos a los de un observador externo, que puede ser el propio científico.

En algunas investigaciones, el investigador procura integrar en un relato de relatos estas diferentes versiones, construyendo una versión única, negociada, que combina las aportaciones de los diferentes informantes.
Un problema con el que puede toparse el investigador etogénico es el de la inestabilidad de los relatos. Es posible que un narrador dé una versión de un episodio hoy, mientras que mañana dé otra muy distinta. Estas incoherencias pueden ser perfectamente inconscientes o involuntarias. Ahora bien, hay que relativizar esta falta de consistencia. El enfoque etogénico busca la variabilidad y no la constancia de las interpretaciones. Naturalmente, no tiene nada que ver con la medición psicométrica.
Por lo tanto, de la misma manera que la multiplicidad de versiones de diferentes narradores enriquece la interpretación de unos hechos, también la multiplicidad de versiones de un mismo sujeto facilita la comprensión de cómo éste percibe su mundo, de cómo los acontecimientos modifican su valoración de la experiencia haciendo que los sucesivos contextos de discurso (aquellos en cuyo seno se relatan estos hechos) vayan modelando su versión narrada.
Un relato o narración se analiza al final, como cualquier otro texto, mediante alguna técnica de análisis de contenido.
Os proponemos un ejemplo de un relato etogénico. El ejemplo se refiere a la interacción entre los hipotéticos compradores de un piso y los propietarios o vendedores que todavía viven en él y que se lo han enseñado. Nos ceñimos a la versión que dan los respectivos maridos de lo ocurrido.
Marido 1: Esta gente, cuando nos avisó la agencia de que nos los enviaban, vinieron enseguida. Casi no nos dieron tiempo a poner el piso en orden. Parecían muy interesados. Y parecían buenos compradores. Al principio yo hubiera jurado que estaban a punto de decidirse. De hecho incluso hablaron (ellos dos) de cambiar algunas cosas del piso. Comentaron que las ventanas las pondrían nuevas. Pensamos que tenían dinero de sobra y que serían buenos pagadores. Estuvieron mucho rato en casa, y cuando se marcharon parecía que ya se encontraban como en su casa. Yo le dije a Cíntia (mi mujer) que llamara a la agencia para que no los soltara y les fueran al acecho. Pero no dijeron nada en todo el día. Ni al día siguiente, ni el resto de la semana. No entendíamos nada, ni la agencia, tampoco. Al final, les llamé personalmente y encima creo que les molestó. Ya no les interesaba. ¡Quién lo entiende!
Marido 2: Nosotros estamos buscando casa en esta ciudad, pero no tenemos prisa. Las agencias, claro está, todo lo lían. Nosotros nos lo queríamos tomar con calma, pero la agencia con la que tratábamos no nos dejaba en paz, llamándonos para que fuéramos a ver una casa, y otra, y otra. Yo lo hubiera dejado correr, pero a mi mujer le gusta ver pisos... La primera casa que vimos es la que menos nos gustó. Pero como somos gente amable nos estuvimos rato para no hacerles un desaire. Incluso comentamos que si hubiéramos vivido allí habríamos cambiado las cortinas y las ventanas, que eran horribles. Ahora que lo pienso, los propietarios tenían la misma actitud que la agencia; debían de querer cerrar la venta rápidamente. ¡Como si fuéramos a instalarnos allí al día siguiente! Mi mujer, que tiene mucha vista, dijo que se debieron pensar que llevábamos el dinero en el bolsillo. Después nos han estado martirizando por teléfono preguntándonos si comprábamos o no. Nos quejamos a la agencia, pero les dio igual. Llegó un momento en que sólo oír el teléfono ya nos echábamos a temblar. ¡Qué martirio!
R. Harré y P. F. Secord

Un texto de referencia fundamental para captar el espíritu de la metodología etogénica es The Explanation of Social Behaviour (1972), de R. Harré y P. F. Secord.

Encontraréis aproximaciones al concepto de etogenia en las páginas 9, 84, 128, etc.

Prestad atención a este extracto, por ejemplo (p. 9): "Creemos que el principal proceso implicado [en los mecanismos de producción del comportamiento] es el autocontrol de su rumbo según el significado atribuido a la situación. En el centro de la explicación del comportamiento social encontramos la identificación de los significados que hay debajo. Parte del trabajo de descubrirlos exige la obtención de relatos... Una herramienta importante en la obtención de estos significados es el lenguaje ordinario".

2.1.2.La producción de orden social y las prácticas interpretativas: la perspectiva etnometodológica sobre el relato
Ya hemos avanzado las nociones centrales de la etnometodología al resumir las principales tradiciones cualitativas en el ámbito de la Psicología. Ahora las recordaremos y completaremos, desarrollándolas un poco más en los aspectos que más vinculan esta orientación al análisis documental.
1) El sujeto de la perspectiva etnometodológica. Es un creador o productor de orden social. La etnometodología se interesa por los métodos que la gente utiliza para organizar su mundo. Estos métodos se localizan y manifiestan en las situaciones sociales bajo la forma de habilidades que permiten dar sentido y justificar la propia acción, así como comprender la del otro.
2) El relato en la perspectiva etnometodológica. En un terreno más empírico, los materiales con que trabaja la etnometodología son las descripciones más o menos elaboradas –relatos– donde se manifiestan con evidencia variable las habilidades que todos utilizamos a la hora de asignar significado a lo que hacemos o decimos en un determinado medio social. Se trata, claro está, de relatos explícitamente o virtualmente sociales.
Se ha dicho también que la etnometodología analiza los procedimientos retóricos con los que los humanos vendemos nuestra verdad, la hacemos admisible socialmente. Es simplemente un matiz añadido que precisa el espíritu etnometodológico.
3) Objetivos etnometodológicos: las prácticas interpretativas. Repetimos que la etnometodología pretende detectar y entender el orden social desde el punto de vista de su producción o generación. Bastantes etnometodólogos suelen presumir de que trabajan tanto en dirección émica como ética. La fase émica viene dada por la versión subjetiva que, como en los relatos etogénicos, ofrece el propio sujeto. La ética coincide con la lectura que el investigador hace de estas versiones.
La particularidad de este enfoque reside en que esta lectura no se interesa por la interpretación semántica de lo que dice el sujeto; no tiene una finalidad puramente descifradora; lo que preocupa al etnometodólogo es cómo el sujeto utiliza sus habilidades interpretativas en el texto o el habla, cómo las introduce y cómo las trabaja. En otras palabras: la etnometodología manifiesta una orientación principalmente pragmática o, lo que es lo mismo, focalizada en interpretaciones vinculadas al contexto de emisión de la conducta, vinculadas a su uso. El significado de las verbalizaciones o acciones de la gente está indisolublemente soldado a la utilización social que hacen de éstas.
El sujeto etnometodológico posee unas competencias interpretativas que le permiten dar un sentido a lo que él hace y dice y a lo que hacen y dicen los demás. Estas competencias se manifiestan como prácticas interpretativas en las declaraciones verbales o en los textos, y conectan cada acción interpretada a un orden social que constituye el entorno donde vivimos o creemos vivir.
Un relato o una descripción etnometodológica no versa sobre la realidad social objetiva, sino que constituye esta realidad.
Dado que la etnometodología analiza el discurso oral o escrito vinculado a situaciones sociales, ya que es en el seno de éstas donde se muestran la producción de significados y las prácticas interpretativas, no nos debe sorprender que una ruta de trabajo derivada de ella y actualmente muy transitada sea el análisis conversacional, en el que nos hemos detenido en el módulo anterior.
4) Consideraciones sobre el valor de los relatos etnometodológicos
  • Aunque los objetivos comunes de la etnometodología pueden aparecer bien perfilados a la luz de nuestra exposición previa, no obstante su metodología no está, ni mucho menos, unificada. La etnometodología es una orientación de las Ciencias Sociales que ha progresado desde los años sesenta a lo largo de distintas vías. Estas vías pueden empalmar con diferentes tradiciones humanísticas, europeas o americanas. Hay una sensibilidad metodológica, pero no una metodología de referencia.

  • La etnometodología es en esencia crítica, por cuanto desmonta el discurso social (ved ejemplo a continuación): las justificaciones, los tópicos, el uso sesgado e interesado que todos hacemos de los principios y valores sociales.

  • De forma similar a la perspectiva etogénica, la etnometodología pretende entender las estructuras y sistemas sociales a partir de la utilización individual del lenguaje y de otros códigos de comunicación.

    En esta dirección se ve ayudada por el hecho de que estas utilizaciones individuales pueden ser descritas y ser clasificadas, ya que son limitadas en cada ámbito social. No hay infinitas prácticas interpretativas, sino unas cuantas en cada campo de comportamiento posible. Así, las interpretaciones que un padre de nuestra cultura puede hacer de su cumplimiento del rol correspondiente entran dentro de unos cuantos tipos, aunque cada padre le añada su huella individual.

    Nos hemos inspirado en una ilustración del enfoque etnometodológico que encontraréis en J. A. Holstein y J. F. Gubrium (1994). Phenomenology, Ethnomethodology, and Interpretive Practice. En N. K. Denzin y Y. S. Lincoln (eds.). Handbook of Qualitative Research (pp. 262-272). Thousand Oaks (Cal.): Sage.

    El miembro de un jurado, en plena deliberación, tal vez justifica su veredicto apelando a las instrucciones que ha dado el juez al aleccionarlos sobre cómo resolver el caso. Esta persona, pues, fundamenta su decisión sobre la base de una regla –en este caso– de autoridad o de prestigio. Otro miembro de este mismo jurado quizás apuntala su decisión sobre la base de un supuesto "interés de la justicia", amparándose entonces en un principio moral abstracto.

    Si el etnometodólogo tuviera acceso a la transcripción de estas deliberaciones, o a posibles declaraciones o escritos posteriores de estas personas, no se fijaría en la corrección de los veredictos ni siquiera en la ideología o en las convicciones que pusieran de relieve; lo que le interesaría es la forma en que han sido utilizadas estas reglas o principios en apoyo de la imagen social de los sujetos involucrados, en justificación de su postura ante su ambiente social.

Actividad
Haced una lista de media docena de situaciones similares a la descrita de deliberación de un jurado, situaciones o contextos sociales donde una persona pueda utilizar prácticas interpretativas o justificativas del mismo tipo o similares a las que ilustraban el ejemplo.
Pensad en los argumentos que podrían utilizar los sujetos en estas situaciones. Describidlos brevemente.
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
El ejercicio no exige grandes conocimientos técnicos ni metodológicos. En la óptica etnometodológica, cualquier persona normal posee conocimientos suficientes sobre cómo actuar y presentarse en la vida cotidiana, conocimientos que le deben permitir formular cuáles son sus interpretaciones y dónde las aplica.
Vosotros no sois una excepción: también tenéis estos conocimientos. Sólo debéis hacer uso de vuestra memoria de situaciones cotidianas vividas, como protagonistas o como espectadores, y explicitar, si es necesario, las reglas de justificación utilizadas en la actuación correspondiente.
Los ejemplos pueden ser de cualquier ámbito: escolar, hospitalario, familiar, de la pareja, del grupo de amigos, de las actuaciones profesionales (médicos, arquitectos, ingenieros; mecánicos, lampistas, electricistas), etc.
Los relatos y descripciones, transcritos o documentales, reciben dos principales tipos de análisis: el etogénico y el etnometodológico.

2.2.Historias de vida

Las historias de vida son relatos autobiográficos incompletos de un sujeto, centrados en fases cruciales de su vida, solicitados por el investigador en forma de transcripción o de documento.
2.2.1.Rasgos principales de las historias de vida
1) Las historias de vida son documentos o materiales creados por demanda, solicitados explícitamente por el investigador al sujeto, el cual puede aceptar o no dicha demanda.
Una vez aceptada ésta, el relato oral se suele hacer a lo largo de varias entrevistas en profundidad en el curso de las cuales el sujeto va construyendo su narración. El investigador transcribe el material verbal, lo hace legible e inteligible, pacta con el sujeto la versión final.
Otras veces el sujeto escribe directamente el documento. Pero en estos casos, el investigador supervisa habitualmente los materiales escritos que el sujeto va sometiendo a su consideración, tal vez los canaliza y orienta.
En ambos casos, la historia de vida se obtiene mediante procedimientos de observación participante. Sin una buena relación estable entre investigador y narrador este material no acabará cuajando.
Gustos de los investigadores
Como en otros tipos de registro, también en éste la variación entre los gustos de los investigadores merece ser tenida en cuenta. Dentro de la observación participante, nos toparemos con investigadores que obtienen la historia de vida mediante procedimientos próximos a la observación actuante, frenando al máximo la relación con el sujeto y poniendo cierta distancia.
En el otro polo, encontraremos investigadores que se ponen en una situación de observación implicante, potenciando al máximo el vínculo con el narrador para conseguir la información más auténtica posible, íntima y visceral, un material difícilmente obtenible fuera del microsistema interactivo investigador-sujeto. En este último caso, el proceso de construcción del texto pide una colaboración incondicional entre el creador de la historia y su receptor, entre quien quiere la información y quien la da; a menudo requiere un esfuerzo continuado a lo largo de semanas o meses, un vínculo muy sólido entre los dos participantes. En estas condiciones, la historia final es tanto obra del sujeto como del investigador.
2) Las historias de vida movilizan la memoria individual del autor/a. Ahora bien, ésta se alimenta en buena medida de la memoria colectiva, de las representaciones del pasado que las instituciones y los medios de comunicación (prensa, televisión, radio) presentan y ponen en circulación.
Por consiguiente, una historia de vida es una especie de autobiografía parcial. Pero en general:
  • La historia de vida es generada a consecuencia de una demanda del investigador y puede concretarse en una transcripción o en un documento.

  • La autobiografía es escrita por decisión del propio sujeto y toma siempre la forma de un documento escrito.

3) Además, aunque una historia de vida puede tener una cierta extensión, la consideramos un microtexto porque nunca llega a ser una autobiografía entera, un texto que trate de toda la vida de una persona. Las historias de vida hablan de experiencias o acontecimientos importantes desde el punto de vista del sujeto que las expone. Por lo tanto, abarcan una parte de la existencia del narrador, no su existencia completa.
4) Dentro de esta perspectiva autobiográfica parcial, en una historia de vida se han de acoplar tres niveles de realidad, los cuales corresponden a tres contextos o escenarios de evocación del narrador:
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Mayéutica
Es un tópico que el papel del investigador de campo en busca de historias de vida es comparable, según el símil socrático de la "mayéutica", al de una comadrona: en vez de ayudar a alumbrar a un pequeño ser humano, ayuda a "parir" una construcción narrativa que el sujeto ha hecho a partir de los materiales que la memoria de su vida le proporciona. Esta construcción suele exhibir un aire mitológico. Las personas reconstruimos nuestro pasado sobre la base de moldes culturales que casi siempre tienen un sentido dramático; son historias que sirven de modelo o de referencia. En las historias de familia, el carácter mitológico del relato seguramente es todavía más obvio.
5) Además de recoger la información del sujeto, el investigador trata de obtenerla con un mínimo de organización; es decir, trata de dar al narrador algunos principios de elaboración del relato, algunas pautas formales de construcción de la historia para que ésta admita la comparación con otros.
No nos estamos refiriendo, pues, a esa parte del discurso del investigador que puede acabar integrándose en el del sujeto, constituyendo un texto conjunto; estamos hablando de instrucciones explícitas de confección del texto que el sujeto debe recibir desde el principio.
Por ejemplo, se puede pedir al narrador que ordene los contenidos por orden cronológico estricto; o que los trabaje en diferentes capítulos, correspondientes a diferentes dimensiones del pasado que es relevante; o que se concentre en los cambios más importantes de su vida y arregle los materiales según este criterio; o que tome como ejes centrales de la historia sus tácticas o recursos de adaptación al mundo donde ha vivido y donde vive todavía.
Nada de todo eso excluye que el sujeto escriba libremente y utilice su propio estilo expositivo. Las recomendaciones anteriores apuntan a la organización textual, no a la forma de la escritura.
6) Como objetivos generales de las historias de vida, diremos que los investigadores que las utilizan pretenden capturar los sentimientos, opiniones, expectativas, de su autor o autora en un determinado medio social.
Más allá de eso, uno de los objetivos preferentes en la tradición de uso de las historias de vida es el de recoger información de primera mano sobre la visión que una persona tiene de su adaptación o integración en una determinada cultura. A menudo una historia de vida es la crónica de alguien que entra en un grupo diferente al suyo de origen y consigue satisfacer las exigencias de la sociedad que –en principio– lo acoge, exigencias proporcionales a la edad, sexo, talante, de esta persona en el momento de su iniciación.
Juzgad, por ejemplo, el siguiente texto, a la luz de las anteriores afirmaciones. Son parte de la crónica de un manchego emigrado a Suiza en los años sesenta, recogida por Nelly Schnaith:
"Verá usted, todo es distinto en el norte: el clima, la comida, las casas, la gente, la lengua... A mi llegada yo pensaba que todos debían ser iguales a nosotros. Después entendí que eran ellos quienes estaban en su casa y era yo quien debía esforzarse por comprenderlos, entendí que tenían derecho a ser diferentes".
Podéis encontrar el fragmento en la página 278 de C. Santamarina y J. M. Marinas (1995). Historias de vida e historia oral. En J. M. Delgado y J. Gutiérrez (eds.). Métodos y técnicas cualitativas en las ciencias sociales (pp. 257-285). Madrid: Síntesis. Como dicen a los autores, la toma de conciencia sobre los otros como diferentes es la otra cara de la moneda de la toma de conciencia sobre el nosotros y su caracterización.
Por otra parte, hay que tener presente que las historias de vida empiezan a ser materiales de investigación a principios del siglo XX, en los Estados Unidos. En este marco histórico, los científicos sociales están preocupados e interesados por los procesos de integración y adaptación de los inmigrantes europeos que van llegando a América en oleadas (clave positiva) y por el impacto que el desarrollo de esta sociedad causa en la población indígena autóctona (clave negativa). Ved J. Behar (1991). Observación y análisis de la producción verbal de la conducta. En T. Anguera (ed.). Metodología Observacional en la Investigación Psicológica (vol. 1): Fundamentación (pp. 331-388). Barcelona: PPU.
7) Una variante de las historias de vida son las historias de familia. En éstas, los textos obtenidos de diferentes miembros de una familia conforman, en conjunto, un discurso grupal. Aunque las versiones de la saga familiar que estos diferentes miembros ofrecen sean contradictorias o no coincidan, la historia global nos brinda el paisaje afectivo y los perfiles de referencia que sirven de modelo en el grupo. "Fulanito es como su abuelo", "Menganito sigue los pasos del tío X", etc.
8) Una historia de vida aporta información de carácter idiográfico, centrada en el individuo-autor y no en la sociedad como sistema. El principal argumento que busca el investigador es cómo cada narrador "se las ha apañado" para afrontar los problemas y desafíos que el medio le plantea.
Los temas de investigación asociados a las historias de vida giran en torno a esta preocupación inicial. Por ejemplo, mediante historias de vida tal vez se estudiará el sistema de admisión y educación, corporativo, de ciertas profesiones (albañil, conductor de autobús, maestro/a), por medio de las cuales un ciudadano cumple su integración en un entorno social. O la investigación se dirigirá al análisis de los cambios culturales y las historias de vida ayudarán a calibrar qué margen de tolerancia por la diferencia existe en cada época y en cada unidad social, qué capacidad tiene una sociedad para flexibilizarse y –quizás– transformarse al absorber al extranjero.
A pesar de todo, también podemos decir que el discurso individual sobre el tiempo vivido ilustra, en cierta manera, el funcionamiento social global; nos permite entender unas determinadas estructuras culturales que son relativamente constantes, que no se amoldan a cada ciudadano como el anillo al dedo, sino que, en parte, se revelan lo bastante fijas sea quien sea el que las describe. Este razonamiento es, en realidad, aplicable a cualquier documento individual pero, en las historias de vida, dado su carácter de crónica de una integración, esta doble vertiente individual/colectivo es más evidente. La historia de vida es un material extraordinariamente apropiado para captar la articulación entre la vida individual y la colectiva.
2.2.2.Consideraciones sobre el valor de las historias de vida
Más extensas y elaboradas que los relatos etogénicos o que las muestras de prácticas interpretativas de la etnometodología, las historias de vida constituyen textos con cuerpo y entidad. Su registro, elaboración y análisis pueden situarse en el terreno de la narratología, aplicada aquí al discurso que hace un sujeto sobre determinados tramos de su existencia.
Aunque el relato verse sólo sobre algunos aspectos de la vida del narrador, no obstante su perspectiva –y la del científico– sobre ella es completa, integral. El narrador habla de hechos particulares de su historia en el marco de su vida entera. Debido a eso se considera que el enfoque de las historias de vida es holístico, totalizador, aunque, a diferencia de las autobiografías, sus contenidos no abarquen la totalidad de la existencia del narrador.
  • Aparte de ser un instrumento de investigación, las historias de vida pueden llegar a ser factores de cambio para los sujetos que las han compuesto. Una historia de vida no sólo suministra datos sino que también –frecuentemente– consigue efectos positivos en el propio mundo que estudia.

    ¿Qué cambios? Es obvio que una persona que, más o menos asistida, ha pasado por el proceso de dar forma textual a parte de su experiencia vital, se ha enriquecido y ha mejorado su comprensión de sí mismo y del mundo en el que habita. El simple hecho de tener la ocasión de expresarse públicamente, de dar una imagen de sí mismo en relación con ciertos hechos del pasado, ya es para mucha gente un privilegio.

  • El investigador que ha instigado una historia de vida disfruta de una perspectiva émica sobre el contenido de la historia y vive de manera vicaria las experiencias que relata el narrador con quien ha mantenido un vínculo social.

  • Ya hemos dicho que "una" historia de vida, a pesar de ser un discurso individual, facilita las inferencias sobre la colectividad que describe al sujeto.

    Pero si dispone de muchas, la comparación sistemática entre ellas permite inferencias bastante consistentes sobre la estructura y las reglas de la sociedad donde fueron escritas. El conjunto de textos así creados hace posible una generalización "en mosaico", parecido a la solución de un rompecabezas mediante la agregación ordenada, gradual, de las pequeñas piezas que lo componen. Esta generalización encontrará un terreno todavía mejor abonado si la selección de los sujetos narradores es tal que corresponde a los tipos de sujetos más representativos en relación con las hipótesis teóricas que maneja el investigador.

Una historia de vida versa sobre hechos del pasado, pero debe construirse desde el presente y en colaboración con el investigador social.

2.3.Autoinformes

Los autoinformes son descripciones textuales que un sujeto hace de su comportamiento en determinadas situaciones, después de un proceso de autoobservación orientada por el científico.
2.3.1.Rasgos principales de los autoinformes
Los autoinformes o informes de autoobservación son textos generados dentro de alguna modalidad de observación participante.
Esto es así desde dos puntos de vista:
1) Por un lado, porque estos textos consisten en descripciones del propio comportamiento hechas por una persona a partir de las instrucciones que le ha dado el investigador con el que ha mantenido, por lo tanto, algún tipo de relación.
2) Por otro, porque la autoobservación que da lugar al autoinforme puede entenderse como una observación de sí mismo, un tipo extremo de observación participante en la que observador y observado coinciden en el mismo individuo, con todas las complicaciones epistemológicas que eso comporta (por ejemplo, la oposición sujeto-objeto queda disuelta).
Es obvio que el punto de vista 1) es compatible con el 2), y viceversa; más aún: el punto de vista 2) se justifica epistemológicamente gracias al punto de vista 1), ya que si la persona que describe su propio comportamiento no estuviera aleccionada y controlada con alguna periodicidad por un observador externo (científico, profesional de la Psicología), su descripción adoptaría un talante introspectivo (sesgo que no sería aceptado en muchos círculos de las ciencias del comportamiento) o –en todo caso– produciría un material mucho más difícil de analizar, escrito al margen de criterios explícitos, fuera de control con respecto a su solvencia.
Se trata efectivamente de textos, de información escrita. No estamos hablando de descripciones verbales hechas ante el psicólogo, que no constituirían, como ya sabemos, material documental. Tampoco estamos refiriéndonos a otro tipo de autoinformes en los que los sujetos deben llenar una plantilla de registro, poniendo cruces o marcas en las casillas correspondientes. Esta última posibilidad es perfectamente legítima dentro de la autoobservación, pero no crea tampoco textos susceptibles de observación y análisis documental, sino registros sistemáticos propios de la observación directa estandarizada.
Un sujeto realiza un autoinforme a partir de una demanda formal de un psicólogo, habitualmente clínico. Este último debe explicarle al sujeto cómo hacer la descripción, qué características debe tener el redactado y cómo se debe organizar la crónica de los hechos. Entonces, el sujeto está atento a su propia conducta en la intimidad del hogar, en su situación laboral, en cualquier ámbito de su vida privada y, fuera del alcance de la mirada del observador, realiza el informe que, sin embargo, será revisado posteriormente por aquél.
Como en las historias de vida, el sujeto debe sentirse libre y escribir cómoda y sinceramente, con la máxima espontaneidad; pero también debe someterse a una disciplina textual para suministrar un material mínimamente sistemático y objetivo, que pueda ser analizado con garantías. Esta disciplina, para daros una referencia, podría ser similar a la de ciertos registros narrativos.
Si el informe es entregado periódicamente, el primero que el sujeto presente o comente al clínico sufrirá probablemente carencias y contendrá errores. Éstos, sin embargo, se podrán corregir a lo largo del tiempo que ambos –psicólogo y paciente– estén en contacto.
El problema metodológico central de los autoinformes es indudablemente su objetividad. Ahora bien, como en cualquier otro registro o documento cualitativo, y en el contexto de la metodología que os estamos presentando, este concepto aparece relativizado y bajo una luz bien diferente de la que lo iluminaría en una metodología declaradamente positivista.
Cuando pedimos objetividad al sujeto narrador o que se autodescriba queremos decir, una vez más, que sea coherente dentro de su subjetividad, que sea honrado consigo mismo, sincero, si queréis, desde esta perspectiva. Nunca le exigiríamos que nos proporcionara la información más fehaciente, la más próxima al consenso científico. Y eso por dos razones:
1) Porque el sujeto casi nunca está en condiciones de aproximarse a la "verdad" de este consenso, a la verdad del científico; no tiene ni la oportunidad ni la competencia necesaria para hacerlo.
2) Porque –justamente– lo que busca el investigador cualitativo es que el sujeto le entregue su versión de los hechos que nos interesan, para compararla con otras versiones, incluida la suya.
Con todo, la objetividad de un autoinforme depende también de la clase de material que debe producir el sujeto y de la clase de instrucciones que se le han dado.
Así, no se puede pedir la misma objetividad al texto que un padre escribe sobre los choques que tiene con su hijo adolescente, al de una chica anoréxica que redacta sus experiencias durante las comidas, al de un alcohólico que debe describir sus vivencias ante una botella, al de una persona impotente que debe relatar su frustración sexual, etc.
Por otra parte, las instrucciones que recibe el sujeto sobre qué escribir y cómo escribirlo pueden ser más o menos detalladas o restrictivas. Tal vez el escritor tendrá que evitar cualquier tipo de especulación o de inferencia, limitándose a los hechos desnudos, y así se le ordena. O tal vez tendrá que esquivar el uso de cualquier vocablo de significación imprecisa, utilizando sólo los de sentido conocido e inequívoco, y así se le hace saber. Cuanto más restrictivas sean las normas, más fácil lo tendrá el investigador a la hora de analizar el texto; y más difícil lo tendrá el sujeto a la hora de ser espontáneo y visceral.
A pesar de esta óptica relativista sobre la objetividad, hay que garantizar igualmente la verosimilitud del autoinforme, su grado de vinculación con la realidad circundante, su realismo, si queréis. Este realismo se calibra a lo largo de tres dimensiones:
1) La contrastabilidad, que detecta hasta qué punto la información que da el sujeto puede ser probada. Un informe con muchos contenidos sobre estados mentales o emocionales puntúa bajo en esta dimensión, ya que estos estados son difícilmente probables.
2) La accesibilidad de la información, que trata de fijar el grado en el que los temas del autoinforme eran accesibles al sujeto. Si éste tiene que referirse a cuestiones poco o algo accesibles a él, entonces puede inventárselas o tratar de deducirlas, de manera que la interpretación del material se vuelve más arriesgada.
3) El tiempo pasado entre los acontecimientos relatados y la confección del autoinforme. Naturalmente, cuanto más tiempo haya transcurrido, más habrá que recurrir a la memoria y menos fiable será el autoinforme desde el punto de vista en el que nos hemos colocado ahora, el de la verosimilitud.
2.3.2.Consideraciones sobre el valor de los autoinformes
1) Los autoinformes pueden ser utilizados en distintos contextos de investigación, pero su aplicación más frecuente se localiza en la práctica clínica de la Psicología.
2) Por razones bastante obvias, la autoobservación y el autoinforme son fuentes de información muy adecuadas cuando se estudian comportamientos refractarios a la exhibición pública, comportamientos que no toleran, o toleran mal, la presencia de personas extrañas en calidad de observadores. Recordemos que el sujeto-narrador realiza su informe en situación de privacidad.
Debido a estas constricciones, los autoinformes suelen describir comportamientos como los siguientes:
  • Comportamientos grupales o individuales mal vistos por el entorno social o que deteriora la imagen de los implicados y que, por esta razón, se quiere mantener en secreto. Un ejemplo de ello serían los conflictos familiares o de pareja.

  • Comportamientos que, a pesar de ser públicos, tienen un componente privado que a veces se manifiesta de otra manera y que, sea como fuere, no pueden ser abordados fácilmente por un observador externo. Nos referimos al consumo de drogas como el tabaco o el alcohol, a las patologías de la alimentación, etc.

  • Estados del sujeto inaccesibles o indirectamente accesibles al investigador, como son las representaciones subjetivas de emociones, sentimientos, ciertas actitudes latentes, etc.

Los autoinformes deben ser mínimamente contrastables y objetivos, pero también tienen que estar bien arraigados en la subjetividad del narrador.

2.4.Cartas y material epistolar

En las cartas, la dimensión interactiva se incorpora en el mismo documento: son textos cortos que una persona dirige a otra, a una institución o a quienes quiera leerlos.
2.4.1.Rasgos principales de las cartas y el material epistolar
  • En los documentos y transcripciones comentados hasta ahora, el texto iba dirigido al investigador o era creado por pura necesidad expresiva o de desfogue. Ésta era la única o la posible dimensión interactiva del texto. Por el contrario, en las cartas, la virtualidad de la interacción está fundida con el mismo documento, que va destinado a una persona con nombre y apellidos, con dirección postal, de la cual en principio se espera una respuesta.

    Ciertamente, hay cartas dirigidas a personas concretas (cartas de amor o de despedida, de viaje), otras dirigidas a colectivos, sociedades, instituciones, y otras que tienen como posible receptor "quien quiera leerlas", como las cartas en los diarios o en las revistas. El destinatario del escrito determinará en buena medida los contenidos y la forma de la carta, tanto lo que dice el autor como el lenguaje mediante el que lo dice.

    Ahora bien, dando un paso atrás para obtener una mejor visión de la cuestión, nos damos cuenta de que, en realidad, es el sistema emisor-receptor lo que marca el lenguaje de la misiva. Hay una correspondencia entre los temas y el estilo de la carta inicial y la de respuesta. Si la correspondencia se extiende en el tiempo, todos los envíos se pueden considerar respuestas y el análisis debe tener en cuenta el tono general de esta correspondencia, del conjunto de los textos intercambiados, antes que los rasgos particulares de cada escrito por separado.

  • Las cartas, en cualquiera de las modalidades citadas hasta aquí, han sido siempre un material utilizado por las Ciencias Humanas. Sobre la base de cartas y epistolarios se han hecho estudios idiográficos acerca de las personas concretas que eran las autoras y, en segunda instancia, a veces se ha podido reconstruir una época, un escenario social.

    Epistolarios

    Así, los años en los que fermentó la Revolución Francesa se entienden con más profundidad y detalle a partir de varios epistolarios del momento, como por ejemplo la correspondencia entre madame Du Deffand y Voltaire y otros intelectuales contemporáneos. La cara oculta de Joyce es difícil de imaginar sin leer las cartas a su mujer. Etc.

Un campo relacionado con el estudio de los documentos epistolares propiamente dicho, pero que circunscribe un territorio bien diferenciado, es el de las narraciones literarias presentadas como cartas. Un escritor construye un relato albergándolo dentro del estilo epistolar y confiriéndole un tono que suele ser autobiográfico. En la medida en que el escritor, autor de la carta publicada como narración, hable de sí mismo y de su mundo, este texto puede ser abordado como cualquier otra misiva. La principal diferencia estará en que ésta será una carta dirigida a "quien quiera leerla" y modelada por convenciones narrativas y estilísticas, mientras que las cartas corrientes van destinadas a una persona o un colectivo concretos y son, en general, más informales.
Cartas falsas célebres
Una ilustración antológica de este tipo de falsas cartas es la impresionante Carta al padre, de Kafka, la cual brinda un material fascinante a psicólogos y antropólogos, al margen de su valor literario. En este texto que, como el resto de la obra kafkiana, no fue escrito para ser publicado, el autor intenta fundamentar el miedo que sentía ante su padre y lo hace mediante una estrategia legalista, similar a la de un abogado (o al menos éste es su pretexto). Según Max Brod, el tema central del texto es la debilidad del hijo enfrentado a la fuerza del padre. Sin embargo, Kafka ya hace su propia interpretación, crea un texto que sirve tanto de material analizable como de modelo (propuesto por el autor) de interpretación.
Ved M. Brod (1975). Kafka. Madrid: Alianza. Y también B. Anguera y C. Riba (1999). Fi del mil·leni. Crisi de la funció paterna (pp. 19-25). Barcelona: Beta Editorial.
Otro texto epistolar de enorme interés psicológico, junto al artístico, es el De profundis epistola: in carcere et vinculis, de Oscar Wilde, escrito en la prisión y dirigida a su ex amante, el aristócrata Alfred Douglas, la relación con el cual lo llevó a cumplir condena por homosexualidad en la Inglaterra todavía victoriana. En esta carta, el único documento autobiográfico que se le conoce, Wilde hace también su propia interpretación del proceso que lo ha conducido hasta la situación en la que se encuentra, y relata la catarsis dolorosa que le ha supuesto.
Tenéis la obra en Cuadernos Crema, Barcelona, 1996, con un interesante prólogo de Jordi Larios.
Por último, otro campo donde cobra igualmente sentido el análisis epistolar es el de la interpretación de la obra de un científico. Leyendo las cartas que Einstein o Margaret Mead enviaron a diferentes receptores, conocemos aspectos de su trabajo y de sus inquietudes que no se recogen en los documentos públicos, es decir, en las publicaciones oficiales y en los libros y revistas científicas. Por ejemplo, podemos saber lo que no osaron decir, aunque lo pensaban firmemente; o lo que dijeron porque se vieron obligados por las circunstancias, aunque no estaban del todo convencidos.
Está claro, sin embargo, que la documentación epistolar no se puede limitar a las cartas de personajes famosos o a las creaciones literarias, aunque –comprensiblemente– esta clase de textos posean un atractivo especial. El grueso principal de los estudios de material epistolar se refiere a sujetos sociológicos y psicológicos.
En el ámbito sociológico, un trabajo de cita obligada es el de Thomas y Znaniecki (1918), en el que estos autores diseccionaron la correspondencia entre polacos residentes y sus familiares y amigos emigrados a Estados Unidos.
Del análisis de estos autores emerge un modelo de adaptación de los emigrantes al Nuevo Mundo, así como el conocimiento de qué parte conservan y cuál sustituyen de su cultura de origen.
Al psicólogo, huelga decirlo, le interesan personas y grupos u organizaciones concretas. En este terreno las misivas de cualquier persona a su pareja, a miembros de su familia, a amigos; pero también las notas que se pasan los chicos y chicas en el instituto, la despedida escrita de un suicida, todos son materiales aprovechables para el análisis de diferentes rasgos psicológicos (no necesariamente patológicos) de quien ha compuesto los textos.
El psicólogo abordará sobre todo el análisis de cartas personales, no oficiales ni muy formales, escritos en los que la gente intenta dar un sentido a sus experiencias, mostrándolas de una manera determinada, para compartirlas con quien las leerá después.
Una investigación clásica en este terreno son las Letters for Jenny, de Gordon Allport (1965). El material consiste en cartas escritas por una madre a dos amigos de su hijo, a lo largo de once años de correspondencia. De su lectura emana el desencanto de la mujer ante todo el mundo que le rodea.
Otro trabajo bien conocido es el de Salzinger (1958), quien analiza cartas de niños a sus padres comparándolas entre sí en tres dimensiones o facetas: la de las necesidades expresadas, la de las peticiones formuladas y la de las condiciones o donaciones exigidas.
Con respecto a las notas dejadas por suicidas, es igualmente un terreno abonado para los estudios psicológicos, en este caso acentuadamente decantados hacia la clínica. Las investigaciones de Gottschalk y Glesser (1960) sobre esta temática son clásicas.
Es posible que esta aproximación a las cartas personales tenga un inevitable aire "demodé". Si es así, la razón podría ser, sencillamente, que hoy no se escriben cartas, y menos personales. No obstante, este declive de la correspondencia por carta puede compensarse mediante otros materiales similares, más de nuestra época, que no dudamos en clasificar dentro de la forma epistolar.
Aludimos a los mensajes electrónicos (e-mail) y a los SMS enviados por teléfono móvil. Ambos producen materiales que constituyen textos o microtextos, aunque descansen sobre soporte electrónico en vez de hacerlo sobre papel. Y aunque sospechemos que su estilo y estructura tengan que diferir de la carta clásica, las técnicas de análisis de sus contenidos pueden ser las mismas que se aplican a cualquier texto.
2.4.2.Criterios generales para la contextualización de la documentación epistolar
Al tratarse de documentos personales no pedidos explícitamente por el investigador, escritos por una persona que no sospecha, en el momento de crearlos, que serán examinados, leídos y analizados, la obtención de cartas choca a menudo con dificultades nacidas de la oposición, por parte de parientes o amigos de su autor o autora, a que vean la luz.
En otras palabras, la obtención de cartas viola la privacidad de las personas que las escribieron o el carácter confidencial de los temas que en ellas se exponen, y por eso no siempre se dispone fácilmente de este tipo de material.
Una vez superados estos obstáculos, hay que intentar recoger series enteras de correspondencia, los envíos iniciales y sus respuestas. Ya hemos dicho que el análisis de un conjunto de material epistolar da mejor información –más completa y fiable– que el de cartas aisladas. De esta manera, se dispone de una parte más grande del contexto indispensable para poder interpretarlas en profundidad.
Sin embargo, el encabezamiento de una misiva ya provee bastante información sobre la clase de relación preexistente entre emisor y destinatario. Por otra parte, la fecha establece el hito temporal a la que tiene que referirse esta relación, que puede haber variado en el tiempo. Esta cita se complementa con las que se mencionan dentro del texto, donde cada uno de los escritores mencionará seguramente evocaciones, recuerdos, cartas anteriores, que ayudarán al intérprete a situarse entre el pasado y el futuro.
Con todo ello, no quedan satisfechas las necesidades de contextualización del material epistolar. Para saber en qué terreno se mueve, el analista tendrá que disponer de correspondencia paralela a la que está estudiando. Así, si está inmerso en el análisis de la correspondencia entre un hijo y su padre, le será de bastante utilidad contar con otras cartas familiares: del mismo padre con otro hijo o hija, de los hermanos entre sí, de los hermanos con los amigos externos a la familia, etc. En general, la comparación de cartas es una de las principales líneas de estrategia en la operación de analizarlas.
Finalmente, también es una ayuda disponer, cuando es posible, de información directa sobre los acontecimientos o las actitudes que aparecen en las cartas. Esta información, al margen del material documental, nos llegará por otras vías, de viva voz o por medio de datos indirectos (censo, archivos oficiales, contratos). Naturalmente, estas vías se convertirán en cada vez más intransitables cuanto más remoto sea el pasado en el que nacieron las misivas estudiadas.
Una carta puede ser personal o literaria y debe ser contextualizada mediante su respuesta o respuestas y otra correspondencia relacionada.

3.Documentos macrotextuales

3.1.Diarios

Los diarios son series de anotaciones que un sujeto hace sobre sus experiencias y las circunstancias que las acompañan, realizadas día a día o casi día a día a lo largo de una fase de su vida.
3.1.1.Rasgos principales de los diarios
Los diarios auténticos son textos en los que protagonista y autor coinciden. En su momento fueron escritos por un potencial sujeto de investigación, el cual, en general, no sospecha que sus palabras serán leídas por un científico social en el momento de ponerlas sobre el papel. Pero esta característica tiene una excepción en los diarios iniciados y desarrollados a partir de una recomendación del terapeuta o el educador, probablemente como un recurso más en el camino de un mejor conocimiento del paciente o el pupilo. Sin embargo, también en este caso el diario será escrito por el sujeto, sin intervención del investigador.
Ciertamente, hay diarios escritos por investigadores de campo, como formas poco sistemáticas de registro narrativo. Las famosas anotaciones de Piaget sobre sus hijos, base de su construcción teórica, serían un ejemplo de ello. El diario de Darwin, que documenta su vuelta al mundo a bordo del Beagle, tiene un valor similar en el ámbito de la biología.
Pero estos textos no tienen primariamente valor psicológico, aunque pueden llegar a tenerlo, por ejemplo, en un estudio de la personalidad del científico que los ha escrito; su principal utilidad es la de proporcionar datos, información, sobre el tema de estudio implícito en el diario.
Dadas estas diferentes posibilidades, podemos decir que los diarios ocupan una de las encrucijadas donde más claramente se percibe la línea divisoria entre la observación indirecta, documental, y la observación directa, participante o no participante. En efecto, podemos distinguir entre:
  • Autodiarios o endodiarios: son los auténticos diarios con valor documental, de observación indirecta, escritos por un sujeto sobre el tema de su propia vida. Son textos redactados en primera persona. Son los diarios que interesan especialmente a la metodología cualitativa.

  • Alodiarios o exodiarios: son diarios con valor de registro narrativo, escritos por un investigador sobre el tema y sujetos que está investigando. Se trata de materiales de observación participante o no participante. Los textos están redactados en tercera persona. Pueden interesar eventualmente al análisis cualitativo, pero también se prestan a otros tipos de análisis.

Notad que esta dicotomía no excluye la posibilidad –cruzada– de que un científico escriba un autodiario sobre sí mismo y su vida como persona. Pero entonces nos encontraríamos con un auténtico diario o documento personal, y el hecho de que su autor fuera un científico sería meramente anecdótico.
Deformación profesional
El peligro inherente a un autodiario redactado por un científico sería que éste, por "deformación profesional", difícilmente podría reprimirse de hacer comentarios interpretables como enunciados teóricos, hipótesis o generalizaciones vinculadas a los temas de su interés, que serían considerados especulativos o –peor aún– introspectivos por sus colegas.
En síntesis, los autodiarios ofrecen información que, a pesar de haber sido seleccionada por el sujeto (el cual incluye lo que para él es más importante), no obstante tiene que ser filtrada, categorizada y convertida en un corpus de datos. En cambio, los alodiarios ya han sido filtrados, aunque superficialmente, por medio de la percepción entrenada del científico, quien brinda información más fácilmente convertible en datos.
3.1.2.Consideraciones sobre el valor de los diarios
Los diarios son el documento personal más completo y representativo. En este sentido, un diario –sobre todo, un diario íntimo y mínimamente completo– es una verdadera proyección del sujeto sobre el papel, una proyección en forma de escritura. En ésta, quedan grabados sus puntos de vista, su funcionamiento emocional y relacional, sus estructuras cognitivas, su curso vital.
Los diarios son escritos, evidentemente, con el apoyo del recuerdo a corto o medio plazo. Habitualmente, las incidencias y los sentimientos que van trazando la trayectoria biográfica del sujeto son trasladados al papel poco después de que se hayan producido o experimentado; por eso, los lapsus de memoria son improbables.
Una consecuencia colateral de esta corta perspectiva temporal es que las interpretaciones que se plasman en un diario están hechas desde la óptica del tiempo presente, desde la trama de sus valores y de sus vivencias. De eso podemos concluir que, en el contexto de la estricta observación documental, los diarios proporcionan materiales relativamente fiables.
Como siempre en la perspectiva cualitativa, esta fiabilidad apunta a la "honradez" del autor consigo mismo, a su sinceridad, al menos en una situación que, provisionalmente, es de confidencialidad. El sujeto no tiene por qué ser impreciso al narrar sus experiencias cotidianas, al retratar su subjetividad en contacto con el mundo. No tiene nadie a quien engañar salvo a sí mismo.
De todas maneras, una persona necesita identificarse con una determinada imagen de sí mismo y, por eso, el autor de un diario se presentará a un público inexistente o invisible tal como le gustaría ser visto y juzgado.
En línea con las consideraciones anteriores, los diarios son documentos con mucha consistencia, densos, extensos, y manifiestan una verdadera vocación de escritura. El autor se implica en el texto. No puede ser de otra manera dado que lo escribe voluntariamente, sin que nadie le fuerce a hacerlo. Eso otorga una autenticidad a los diarios difícilmente presente en otros materiales documentales. El lenguaje es el del sujeto; la selección de contenidos es decidida por el sujeto; el sentido, la intención del texto, son los del sujeto.
Las estrategias de confección de un diario son variadas. Dependen en buena medida de la personalidad y del nivel educativo del autor. La tendencia más corriente nos ofrece diarios estructurados en unidades o capítulos dedicados, cada uno de ellos, a una fecha del calendario en la que se han realizado anotaciones. Ahora bien, según la capacidad creativa del sujeto, las anotaciones podrán ser más breves y esquemáticas o más largas y detalladas; podrán ser más frecuentes o más espaciadas en el tiempo. En este último caso, el recurso a la memoria tendrá un papel más relevante y el texto seguramente adoptará una forma más elaborada narrativa y estilísticamente. Estos diarios se acercarán a las autobiografías desde este punto de vista.
Implícita en los comentarios anteriores está la certeza de que los diarios no son una forma de expresión al alcance de cualquiera. Una de las limitaciones de los autodiarios es, efectivamente, que no a todo el mundo se le ocurre escribirlo o, si se le ocurre, es capaz de continuarlo.
Hace falta una cultura de diario que tal vez empieza a perderse. Un adolescente en crisis puede (o podía en etapas preinformáticas, premediáticas) componer un diario; un ama de casa podría también intentarlo. Como en el caso de las cartas, los autodiarios que más trascendencia han tenido son los escritos por artistas o escritores, como el de Anaïs Nin o el de Sylvia Plath hasta su suicidio. Pero ¿se puede asegurar que estos diarios serían escritos sin pensar en su publicación?
Los diarios que interesan a la observación documental son los autodiarios, documentos en los que el sujeto se implica personalmente y se retrata, para sí mismo, con bastante libertad y de manera fiable.

3.2.Autobiografías y memorias

Las autobiografías y memorias son textos retrospectivos creados por un sujeto donde éste narra en prosa la totalidad o una parte sustancial de su vida.
3.2.1.Rasgos principales de las autobiografías
Como en los diarios, en una autobiografía o en una memoria el sujeto es protagonista y autor a la vez, y el texto está redactado en primera persona. Huelga decir que eso las distingue fácilmente de una biografía, en la que una persona cuenta, en tercera persona, la vida de otra. También las diferencia de las llamadas etnografías, donde el tema del relato no se focaliza en el autor, sino en el ambiente que ha vivido.
El texto, en principio, está escrito con relativa libertad, aunque más abajo matizaremos esta afirmación.
Esta biografía, así sucintamente caracterizada, a veces se llama "biografía directa".
El modelo más corriente de autobiografía es el de aquella que ha sido concebida y desarrollada con expectativas de publicación o, cuando menos, de que sus contenidos vean la luz algún día. Estas previsiones hacen que estos textos pierdan el carácter íntimo y personal que, en cambio, sí pueden ofrecer los diarios. Eso es especialmente cierto cuando la autobiografía es de un artista, político o persona con proyección pública.
Naturalmente, conviene no confundir las autobiografías con las historias de vida: éstas se escriben o se dictan después de una solicitación en este sentido por parte del investigador; además, abarcan una parte de la vida del sujeto, en torno a hechos significativos, y no su globalidad; son, como hemos visto, microtextos y no macrotextos.
De hecho, las autobiografías y memorias son el documento de interés psicológico de mayor longitud. Debido a su extensión y, también, a su carácter retrospectivo, acaban por ser el resultado de un plan textual, de un proyecto de reconstrucción de la propia vida a partir del recuerdo, con la ayuda del recuerdo de otros y –eventualmente– de documentos.
Esta planificación hace que el producto final aparezca a nuestra atención como un texto bastante elaborado, texto que puede incluso mostrar una estructura novelada o dramática. Sin embargo, este acabado tiene como contrapartida el carácter más bien convencional de los contenidos, más sometidos que en otros documentos a las normas estilísticas o sociales.
El sujeto o héroe de la historia tratará de dar siempre una imagen defendible desde algún punto de vista, o decididamente aceptable, directa o indirectamente positiva; una imagen tirando a "oficial", en definitiva. Es poco frecuente que en un texto de esta clase figure la confesión de experiencias muy íntimas o que los climas mentales del autor sean representados con integral transparencia.
3.2.2.Consideraciones sobre el valor de las autobiografías y memorias
Siendo textos que miran en la dirección retrospectiva, en su confección es crucial el papel de la memoria a largo plazo del autor, conservando los recuerdos o elaborándolos y transformándolos. También es importante la ayuda que puede aportar la memoria colectiva del entorno social en el que habita el autor en el momento de escribir.
Debido a este desfase temporal entre los hechos narrados y el acto de plasmarlos en el papel o en la pantalla del ordenador, pasa a menudo que las categorías interpretativas utilizadas en el momento de escribir difieren ligeramente o radicalmente de las que eran vigentes cuando las experiencias relatadas tuvieron lugar.
Lógicamente, existe igualmente el riesgo de que la memoria pierda, oculte o deforme los acontecimientos lejanos en el tiempo. Puede ocurrir, por ejemplo, que la infancia reciba una atención insuficiente, por falta de información, con lo cual faltará la matriz de las posteriores vivencias. O, a la inversa, puede ocurrir que los padres, familiares o amigos desaparecidos reciban una atención excesiva por razones sentimentales, independientemente de su incidencia real en los hechos. En todo caso, en una autobiografía es difícil juzgar de la misma manera los hechos remotos en el tiempo, desvanecidos en el recuerdo, sujetos a valoraciones poco adecuadas después de tantos años, y los hechos recientes, respecto a los cuales el autor puede disponer de poca distanciación o perspectiva.
Aunque las estrategias de organización del texto admiten alguna variación, sin embargo lo más habitual es que la propia vida sea narrada por orden cronológico. Se supone que el autor de un texto de estas características dialoga consigo mismo, de manera que los hechos y experiencias que conforman el texto final son los más significativos para él.
Por esta misma razón, en una autobiografía encontraremos a menudo las fases más conflictivas o agitadas de la historia del sujeto que lo ha escrito, que suelen ser los más trascendentales desde su punto de vista; y, menos frecuentemente, las más monótonas y rutinarias.
Ahora bien, como se trata de documentos ambiciosos en cuanto a su extensión, una selección de hechos muy sesgada o incompleta se juzga negativamente; se entiende como una carencia dentro del proyecto totalizador de representar la propia vida en el papel.
Como en el caso de los diarios, pues, la consistencia de este tipo de documento no se supedita a la relevancia supuestamente objetiva del material seleccionado y tratado, sino a la significación que el sujeto le otorga. Al fin y al cabo, las autobiografías cruzan a menudo la frontera entre ficción y realidad. Y pasa a menudo que el autor introduce encadenamientos lógicos o coherencia allí donde no los había, o no los había para una amplia audiencia. Tal vez intentará ofrecer una imagen racional y, además, sintética, de sí mismo, como si el rumbo de su existencia hubiera sido constante y rectilíneo.
Las biografías que interesan a la observación documental son las autobiografías, documentos donde el sujeto crea un texto más bien convencional que presenta, con vistas al posible público, la globalidad de su vida.

3.3.Diferencias entre diarios y autobiografías

Los diarios y las autobiografías tienen características comunes y otras diferentes.
Sintetizaremos a continuación las principales líneas de diferencia y semejanza entre los diarios –particularmente, los autodiarios– y las autobiografías, diferencias que hemos ido mencionando a lo largo de los párrafos anteriores.

Diferencias

Diarios

Autobiografías

Comprenden fases de la vida del autor, pero raramente su totalidad.

Abarcan la totalidad o la casi totalidad de la vida del narrador.

Son textos de longitud moderada y dan una visión fragmentada y parcial del autor.

Son textos más extensos que los diarios y ofrecen una visión de conjunto de la vida del autor.

El texto de un diario no obedece a un plan y tiene aspecto improvisado en la mayoría de los casos.

Los textos autobiográficos siguen un plan, están elaborados y presentan un acabado formal, con estructura novelada o dramática.

Los diarios, en principio, no están pensados para su publicación.

Las autobiografías están destinadas a la publicación.

Los contenidos de un diario tienden a ser viscerales, incluyendo a menudo material confidencial; revelan la intimidad de la persona que los ha puesto por escrito.

Los contenidos de una autobiografía tienden a ser convencionales, están más sujetos a la necesidad de una imagen pública positiva.

Los hechos relatados se recogen en el momento presente o poco después; el autor recurre a su memoria a corto o medio plazo.

Los hechos son reconstruidos mediante recuerdos a largo plazo; los contenidos son totalmente retrospectivos. A veces se utilizan otras fuentes aparte de la memoria.

Las categorías de interpretación de los hechos narrados son las que utiliza el autor en el tiempo presente como redacción del diario.

Las categorías de interpretación de los hechos narrados pueden haber cambiado en el momento de escribir respecto a las que se utilizaban en la época de los hechos narrados.

El orden de la exposición es necesariamente cronológico.

El orden de la exposición puede no ser cronológico, aunque suele serlo.

Semejanzas

Ambos son textos o documentos en los que narrador y protagonista coinciden.

Ambos son textos escritos en primera persona.

Son documentos en prosa estudiados por observación indirecta.

Son materiales válidos y fiables en cuanto retratos de la subjetividad del autor, no necesariamente como recopilaciones objetivas de la realidad vivida.

Poseen un valor principalmente idiográfico: cada diario o autobiografía forma un universo particular de información.

Los diarios y las autobiografías se diferencian básicamente en las dimensiones presente-pasado y privado-público y se parecen por estar centrados en el autor y protagonista.

4.El análisis de contenido

4.1.Conceptos básicos

El análisis de contenido es una metodología, en principio observacional, que permite aislar unidades, categorizar, medir y establecer relaciones en corpus de mensajes o textos.
4.1.1.Generalidades
En este y los próximos apartados, sintetizaremos las principales líneas de análisis que se siguen a propósito de los materiales documentales y textuales hasta aquí descritos. Los datos obtenidos mediante las distintas técnicas de recogida de información expuestas, en cuanto observación participante, no participante o documental, admiten vías también distintas de análisis, dentro de –eso sí– un marco común.
Este marco –recordémoslo una vez más– es el que establece la principal característica de los referidos datos, a saber, la de que corresponden a comportamiento humano con significado social y cultural, a materiales de comportamiento significativo y, dentro de éste, a aquel que se manifiesta por el canal verbal y es codificado y transcrito por el científico, o bien plasmado directamente en el papel por el propio sujeto bajo estudio.
En resumen, pues, lo que se designa genéricamente como análisis de contenido es una metodología destinada principalmente al tratamiento y resolución de datos verbales, transcritos o escritos, aunque también se puede aplicar a signos y mensajes no verbales.
Pese a todo, más allá de la relativa homogeneidad de sus materiales de estudio, el análisis de contenido contiene diferentes orientaciones que, como veremos, son lo suficientemente contrastadas entre sí.
Además, conviene añadir que en una óptica cualitativa, el/los significado(s) de las producciones verbales del sujeto constituyen la mayor vía de comprensión para el científico.
Esta metodología no es en absoluto tan diferente de otras consagradas a la observación de campo o resueltas en condiciones semicontroladas. Como comprobaremos pronto, las fases de la tarea de análisis recuerdan bastante a las del estudio de la conducta o la acción no verbal mediante observación sistemática: muestreo, clasificación o categorización, medición, etc.
Pero en un aspecto el análisis de contenido se aparta de la metodología observacional estándar, y es en su dependencia, mayor o menor según los casos, de los enfoques y las técnicas lingüísticas o semióticas, dependencia que será proporcional al grado en que la investigación sea auténticamente cualitativa, es decir, se ocupe de signos y significados. A través de este prisma, autores como Duverger han considerado el análisis de contenido como un subconjunto de la semántica.
Significado
Nuestra presentación del análisis de contenido ha sido deliberadamente sesgada hacia el polo del significado. Somos perfectamente conscientes de que hay tendencias dentro del análisis de contenido que rehuyen o esquivan el significado. Sin embargo, nosotros hemos querido ofrecer una panorámica de esta metodología congruente con el enfoque cualitativo tal como aquí lo hemos entendido. Aceptada esta exigencia, el análisis de contenido tiene que recoger obligatoriamente la cuestión del significado si no quiere perder su coherencia. Eso no equivale a decir que deba excluir las líneas de trabajo comprometidas con los aspectos más formales o cuantitativos del texto.
Considerad, por ejemplo, estas dos definiciones:
  • Según Berelson, el análisis de contenido es "el estudio cuantitativo de las características manifiestas de los mensajes".

  • Según Stone y Holsti, el análisis de contenido es "cualquier técnica que permite hacer inferencias a partir de la identificación objetiva y sistemática de ciertas características específicas de los mensajes".

Ved E. Woodrum (1984). "Mainstreaming" Content Analysis in Social Science: Methodological Advantages, Obstacles and Solutions. Social Science Research, 13, 1-19. Notad que ambas definiciones evitan el término significado y, por el contrario, se sirven del término mensaje. De ello puede deducirse, en clave –justamente– de análisis de contenido, que estos autores están situados en la órbita de la teoría de la comunicación y no en la de la lingüística o la semiótica.
Así pues, el talante hermenéutico o interpretativo del científico cualitativo se realiza gracias al uso del análisis de contenido, que es el "banco de herramientas" indispensable para llevar a cabo sus interpretaciones.
Estas interpretaciones son básicamente contextuales, arrancan y descansan sobre el contexto en el que se inscribe la unidad textual o de otro tipo que hay que analizar. Para vislumbrar de qué tipo de contexto hablamos, es obligado referirnos a un tramo anterior de nuestra exposición donde ya hemos prefigurado esta noción.
A pesar de esta sintonía del análisis de contenido con las interpretaciones y –por lo tanto– las inferencias, sería un error creer que a cada texto o documento le corresponde una sola interpretación, la verdadera. Esta idea sería más propia de la exégesis de los libros religiosos o de aquellos que son punto de origen de doctrinas ideológicas o políticas, antes que de una mentalidad científica tal como la hemos querido entender hasta ahora.
Ciertamente, a veces se piensa que el discurso escrito es más fácil de fijar de manera fiable en su forma y contenido que el verbal, menos controlable y más susceptible de variación en cuanto dependiente de la memoria individual. Sin embargo, aunque es innegable que un texto escrito se presta más fácilmente al control de sus variaciones, también lo es que su sentido depende a menudo de quien lo lee y de su situación como lector en un mundo concreto.

En relación con este tema, Ian Hodder dice:

"... el significado no reside en un texto sino en su escritura y en la lectura que se hace de él. A medida que el texto es releído en diferentes contextos, recibe nuevos significados, a menudo contradictorios, pero siempre incardinados socialmente. Así que no hay un significado "verdadero" u "original" de un texto más allá de los contextos históricos específicos desde los que es interpretado".

I. Hodder (1994). The Interpetation of Documents and Material Culture. En N. K. Denzin y Y. S. Lincoln (eds.). Handbook of Qualitative Research (pp. 393-402). Thousand Oaks (Cal.): Sage. (La traducción es nuestra.)

4.1.2.Materiales de análisis de contenido
¿A qué materiales se aplica el análisis de contenido? Ya hemos respondido esta pregunta de manera general en la definición de más arriba. Pero ahora la perfilaremos mejor. Esta metodología, en su acepción más general, se aplica a:
1) Textos personales espontáneos, categoría en la que incluimos, además de las cartas, diarios y otros documentos de los que ya hemos hablado, las producciones literarias (novela, poesía, teatro, ensayo), periodísticas (diarios, revistas), científicas (manuales, libros y artículos teóricos o aplicados) y las piezas de oratoria (sermones, discursos parlamentarios, etc.).
2) Archivos y documentos públicos u oficiales, como el código penal o civil, el redactado de las sentencias judiciales, los avisos y bandos de los ayuntamientos, los carteles de la dirección de tráfico, la propaganda electoral o política, las consignas...
3) Textos creados por demanda, como un relato o narración que se solicita al sujeto, o las versiones finales que se negocian con él en una aproximación etogénica o etnometodológica, o los autoinformes.
4) Transcripciones de habla hechas por el científico, sean de entrevistas, de dinámicas grupales, de conversaciones, registradas en vivo o en diferido.
5) Transcripciones hechas por el científico de comportamientos no verbales comunicativos o expresivos (gesto, postura, configuración facial, etc.).
6) Materiales no verbales pero estructurados como signos icónicos o simbólicos, en forma narrativa (historieta o cómic, vídeo, cine) o no narrativa (pintura, grafiti, fotos, dibujos, imágenes de vallas publicitarias, etc.), los cuales pueden incluir –además– una parte de texto o no incluirla.
El resto de nuestra exposición del análisis de contenido remite a las categorías 1) - 4), correspondientes a clasificaciones de documentos ya comentadas en los apartados anteriores y que son los que admiten un tratamiento más estandarizado dentro de esta metodología. Los materiales incluidos en 5) y 6) exigen otros recursos lingüísticos o semióticos para ser estudiados con un mínimo de garantía.
El análisis de contenido se aplica a textos o habla transcrita, pero también se puede aplicar a otros tipos de signos no verbales.

4.2.Puntos de origen, direcciones y puntos de aplicación del análisis de contenido

El análisis de contenido en perspectiva cualitativa se orienta hacia la interpretación de significados en contexto expresivo o comunicativo.
El análisis de contenido, efectivamente, muestra dos vertientes bien marcadas, una más técnica y que mira en la dirección de los métodos más cuantitativos y otra, más interpretativa, y con una tradición lingüística o semiótica detrás, que mira hacia aquellos campos donde el trabajo es más cualitativo. Estas dos tradiciones se revelan ya desde los mismos orígenes de esta metodología y siguen manifestándose en su puesta en práctica actual.
4.2.1.Puntos de origen y puntos de aplicación
Una parte importante del desarrollo del análisis de contenido ha ido indisolublemente vinculada a las crisis sociales y políticas. El primer uso conocido de técnicas clasificables bajo este epígrafe se da en el marco de un conflicto religioso en la Suecia del siglo XVIII. Una colección de himnos, Cantos de Sión, era sospechosa de herejía y fue examinada a partir de la frecuencia y contextualización de ciertos símbolos religiosos en el interior de los textos.
En el siglo XIX, los periodistas de los diarios norteamericanos ya se servían de recursos como el recuento de temas o palabras para averiguar las tendencias en la cobertura de las noticias. Ya en el siglo XX, estos procedimientos fueron aplicados al descubrimiento de estereotipos raciales en los libros de texto y en la prensa.
Pero el avance decisivo de esta línea de análisis de contenido se produjo en la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Estados Unidos patrocinó un proyecto dedicado a la evaluación de la propaganda política enemiga. Harold Lasswell, encabezándolo, incrementó los recursos metodológicos disponibles hasta entonces y abrió su campo de aplicaciones.
En los años sesenta y setenta, el interés se desplazó de los textos periodísticos o propagandísticos a la fachada mediática de la sociedad norteamericana, particularmente a los contenidos televisivos y a temas candentes en aquel momento, como la segregación racial o de género.
Es fácil darse cuenta de que la infancia y la juventud del análisis de contenido, tal como han sido reseñadas hasta ahora, están vinculadas a la comunicación de masas y al universo cultural anglosajón. Ésta, sin embargo, es la vertiente de esta clase de análisis menos abocada al estudio del significado. Al lado de esta tradición hay otra más europea y más preocupada por el sentido de los textos y por el contexto que se les otorga. Su metodología (como ya hemos dicho, mucho más deudora de la lingüística) es, hasta cierto punto, independiente de la anterior y surge a finales del XIX con voluntad de superar la crítica literaria, vista entonces como excesivamente arbitraria y personal. A lo largo del siglo XX, crece y se desarrolla mediante diferentes vías de aplicación, como son la misma crítica literaria y artística, la antropología de raíz lingüística (disección de cuentos, mitos, fábulas) o las interpretaciones arqueológicas e históricas.
Naturalmente, estas dos tendencias entran a veces en contacto, de manera tal que nos podemos encontrar con investigaciones híbridas entre una y otra. De hecho, la teoría de la comunicación no es, ni mucho menos, incompatible con la lingüística o la teoría de los signos, y viceversa. El interés o la falta de interés por el desciframiento de significados y las interpretaciones depende –creemos– de factores ideológicos, más que teóricos o metodológicos.
En los territorios de la Psicología, las aplicaciones del análisis de contenido han aportado matices propios, ya que han estado dedicadas a la optimización de los instrumentos de medición de la disciplina. De entrada, hay que decir que el análisis de contenido de respuestas verbales ha sido utilizado, de una u otra forma, en la interpretación de los resultados de las técnicas proyectivas desde su misma concepción. Este análisis ha impulsado desarrollos especiales cuando ha sido aplicado a pruebas en las que el sujeto tenía que explicar una historia a partir de una escena, como en el Test de Apercepción Temática.
Al margen de las técnicas proyectivas, el principal tronco de aplicaciones psicológicas del análisis de contenido se centra en la construcción de escalas de medición a partir de las respuestas verbales de los sujetos, sea en entrevistas o contestando a tests específicamente adaptados a estas necesidades. El interés de esta línea de trabajo reside en que la interpretación y valoración correcta de las respuestas, desde el punto de vista de su significación para el sujeto, iluminan la relación entre lenguaje y pensamiento y ayudan a dilucidar el sentido de la utilización de una palabra o una expresión en vez de una diferente.
En la comunicación no verbal, también susceptible de análisis de contenido, los gestos dirigidos a objetos podrían vincularse a estados agresivos abocados al exterior del sujeto, mientras que los gestos de contacto corporal con el propio cuerpo pueden ser la expresión de una violencia intrapunitiva o dirigida contra sí mismo. El contenido de los delirios esquizofrénicos varía según corresponda a una fase aguda o crónica y según el grado de integración o autismo.
4.2.2.Direcciones de desarrollo
Las dos tradiciones a las que acabamos de aludir se han perpetuado y continúan estando presentes en la investigación actual. Una tipología del análisis de contenido las tiene que recoger a la fuerza, de una u otra manera. Sin embargo, como ya hemos afirmado, estas tradiciones son compatibles, por lo cual los esquemas de clasificación creados en torno a una y otra tendrán que ser superponibles, como iremos señalando.
En primer lugar, proponemos una clasificación de las direcciones de desarrollo del análisis de contenido basada en el esquema central de la teoría de la comunicación. Después, expondremos otra de filiación plenamente lingüística o semiótica. Finalmente, examinaremos brevemente las correspondencias de ambas con la dicotomía cualitativo/cuantitativo.
1) Direcciones de desarrollo en el plano de la relación comunicativa. La teoría de la información y la comunicación proporciona un fondo adecuado donde situar las principales orientaciones del análisis de contenido.
El fondo al que nos referimos nos lo suministra el conocido esquema de
EMISOR (codifica, emite) → MENSAJE → (recibe, descodifica) RECEPTOR
En este marco, el análisis de contenido puede dedicarse a estudiar:
Quién habla, es decir, el emisor y su código
En primer lugar, en este apartado entrarán aquellas investigaciones destinadas a buscar al autor –anónimo en un principio– del texto que está bajo la mirada del analista. Igualmente, se incluirán todos aquellos estudios comparativos de materiales homólogos pero procedentes de fuentes varias. Pero en general, el acento de este tipo de investigación recaerá en el descubrimiento, mediante el texto, de las peculiaridades psicológicas y sociales de su creador, de los códigos que utiliza para expresarse o comunicarse. El ángulo variará según se trate de un autor en sentido estricto, que ha compuesto el texto por propia iniciativa, o de un individuo entrevistado o solicitado de alguna manera por el investigador. En el análisis de diarios, lógicamente, esta orientación centrada en el emisor está potenciada al máximo.
Qué dice quien habla, o el estudio del mensaje en sí (texto u otro)
El énfasis recae ahora en los contenidos propiamente dichos, no totalmente al margen de su relación específica con un emisor o autor concreto o con otros elementos del contexto. Y es que estos contenidos, en cualquier caso, deben ser situados en el trasfondo político, social, familiar en el que ha sido escrito el texto o realizada la transcripción (por ejemplo, se pueden comparar los temas de propaganda de la Primera y la Segunda Guerra Mundial; o los mensajes de móvil enviados en situación laboral o durante las vacaciones; o los resultados de una entrevista hecha en casa y los obtenidos en el despacho del psicólogo).
A menudo el análisis de contenido ha sido aplicado al estudio del arte popular. Walker, por ejemplo, en una tesis no publicada, investigó las diferencias y semejanzas entre las letras de las canciones populares americanas, blancas y negras, de la época. Se ocupó fundamentalmente de las variaciones en la forma narrativa. Así, comparadas con las canciones blancas, los negros del género del soul o del de rythm and blues hablaban cada vez más intensamente de la acción en el mundo objetivo, se olvidaban bastante del paso del tiempo y, en cambio, revelaban una preocupación considerable por las cuestiones prácticas de la existencia humana. En el seguimiento longitudinal que Walker hizo en un periodo de once años, quedó claro que las letras "blancas" no evolucionaban, mientras que las negras, manifestando la fuerte dinámica en aquel momento de la sociedad donde se habían creado, mostraban un aumento significativo de la categoría "Identificación con los otros" e, indirectamente, una mayor conciencia étnica y cultural.
A quién habla el emisor o estudio del receptor
Estos análisis pueden empezar averiguando quién es el destinatario del mensaje, si éste no se ha hecho explícito en el texto. Este punto no es un misterio en una carta pero puede serlo en otros tipos de documentos periodísticos, propagandísticos, históricos. Con el vocabulario típico de la comunicación de masas, diremos que hay que determinar el público o la audiencia de los mensajes. Por otra parte, el destinatario explícito no siempre es el real. Frecuentemente mensajes que parecen dirigidos a un receptor se encaminan, en realidad, a otro bien distinto.
Posteriormente, una vez conocido el receptor, es necesario trazar su perfil, sus rasgos psicológicos y sociológicos como tal.
Cuando lo que estudiamos es material transcrito de entrevistas o registros similares, el destinatario de los mensajes analizados es el propio observador científico. En esta situación, las respuestas del sujeto, considerado como emisor, suelen estar mucho más mediatizadas por su destinatario –es decir, el científico– que en otros escenarios de comunicación.
Cómo, o el estudio de la relación entre la forma/contenido del mensaje y los efectos constatados en un destinatario
Éste es uno de los rumbos principales del análisis de contenido en sus aplicaciones. No sólo hay una relación entre el tipo de emisor y el tipo de mensaje, sino también entre este último y el tipo de destinatario elegido. La persuasión, la eficacia, en definitiva, la capacidad de un emisor para conseguir efectos en el entorno social que le rodea se basan en esta relación.
El contenido de una carta que explica conflictos matrimoniales íntimos se enviará a un amigo/a o a un familiar próximo, no a destinatarios con los cuales falte el vínculo de confianza; pero, además, la forma de la carta en cuestión variará según vaya dirigida a la madre o al padre, a un hermano/a grande o a un amigo/a de la escuela. El lenguaje y estilo utilizados no serán los mismos en cada uno de estos casos.
Con qué resultado, o el estudio de la respuesta del receptor
El efecto de un mensaje se detecta, justamente, por medio de la respuesta del receptor. El efecto de una pregunta de entrevista se conoce por la respuesta del entrevistado; el efecto de esta respuesta en el entrevistador (en una entrevista abierta, en profundidad) se sabe por la pregunta subsiguiente que hace éste; y así sucesivamente. El efecto de una carta se reconoce en otra carta; el de los titulares de un diario del gobierno en los titulares correspondientes de un diario de la oposición. Los diarios no tendrían propiamente receptor.
Cuando el emisor manifiesta su previsión de resultados, ésta se puede contrastar con los resultados observados.
En definitiva, el análisis de la respuesta del receptor es el análisis de su forma y contenido, por lo cual este apartado remite también al estudio del mensaje en sí.
2) Direcciones de desarrollo en el plano semiótico o de valor de los signos. Una división clásica en la semiótica o teoría de los signos es la que distingue entre sintaxis, semántica y pragmática.
La sintaxis se ocupa de la forma y organización en el tiempo y el espacio de los signos aislados y de las secuencias o constelaciones de signos. En cierta manera, incluye los estudios del significante, o sea, del vehículo o soporte físico del signo, como es el sonido o el trazo gráfico de una palabra o la configuración visual de una señal de tráfico. Referida a los textos, adopta su sentido más popular o escolar y se interesa por el orden en el que las palabras se estructuran a lo largo del discurso.
La semántica estudia el significado en un sentido: el de la vinculación de la forma del signo (o significante) en objetos o hechos de la realidad circundante tal como son percibidos por el usuario o la cultura en la que habita.
La pragmática estudia el significado en otro sentido: el de la vinculación de la forma del signo (o significante) al propio usuario o emisor, al destinatario o a diferentes matices del contexto o situación social donde el signo concreto ha sido utilizado.
Estos tres vértices del triángulo semiótico están naturalmente vinculados entre sí. El significado semántico completa al pragmático, y viceversa; y el orden sintáctico de las palabras o los signos es inseparable de los significados con los que se asocia.
Hechas estas precisiones, indicamos algunos de los caminos a lo largo de los cuales ha progresado el análisis de contenido en cada una de estas vertientes.
Análisis de contenido con orientación sintáctica
Hay un cierto contrasentido en juzgar que las aproximaciones sintácticas a un texto son "de contenido", ya que –como hemos dicho– atienden sobre todo a la forma y al orden. No obstante, también hemos dicho que el contenido o significado de un texto viene marcado por la forma de las palabras y de las oraciones, por su estructuración secuencial.
  • Las llamadas técnicas de análisis de la expresión (aquí, equivalente a forma) pertenecen a esta orientación. Potencian conceptos como el de variedad léxica o el de cociente gramatical, longitud de frase, etc.

  • La estilística cuantitativa también pertenece a ella. Una de sus aplicaciones, el descubrimiento de la autoría de textos anónimos, la vincula con la pragmática y con las tendencias de los estudios de comunicación que se interesaban por el emisor.

  • El análisis automático del discurso intenta llegar al sentido de un texto a partir de su estructura morfosintáctica (objetivo, para muchos, imposible o ilícito).

Con una perspectiva más sociológica, podemos incluir aquí el trabajo de Basil Bernstein, que relaciona las categorías gramaticales y sintácticas usadas por niños de diferentes clases sociales con los códigos de la mencionada clase de procedencia.
Estudios cuantitativos
Dentro de la orientación sintáctica, y con voluntad de ser integradores, nos podríamos permitir incluir una serie de perspectivas puramente formales, aunque a menudo ni siquiera evidencian una formulación claramente semiótica. Se trataría de estudios cuantitativos, que a menudo han recurrido a mediciones de frecuencia para valorar la presencia de temas, palabras o partes de la oración en diferentes textos (diferentes diarios, diferentes autores literarios, diferentes épocas). Unas veces los índices obtenidos se comparan con índices de utilización estándar o poblacional. Otras, se calculan índices de riqueza o variedad de vocabulario o de competencia sobre los recursos gramaticales (uso de adjetivos, adverbios, conjunciones, etc.).
Análisis de contenido con orientación semántica
Ésta es la línea de análisis de contenido por antonomasia. En la tipología de comunicación, correspondería al estudio del contenido del mensaje en sí. Como veremos, su estrategia general supone la elaboración de sistemas de categorías verbales para clasificar las partes del texto.
Los estudios de evaluación de Osgood serían un primer ejemplo de esta orientación clásica. En ellos, se trata de averiguar el significado tal como ha sido asignado por el sujeto, al margen de su valor "oficial". Es un abordaje semántico y no pragmático, porque el significado es aislado respecto a un sujeto, pero no se hace depender de él. Distingue entre "objetos de actitud" (nombres o pronombres), "términos evaluativos" (adjetivos, nombres, adverbios) y "conectores verbales". Otra aproximación debida a Osgood es el análisis de contingencias, en el que cada palabra es relacionada sistemáticamente con las que la rodean y delimitan su contexto de ocurrencia.
Los análisis estructuralistas se acercan a los textos como manifestaciones superficiales de un sistema subyacente, en forma de elementos interrelacionados de una cierta forma. Este sistema es el que hay que poner al descubierto.
El Q-análisis adopta también un punto de vista relacional y lo resuelve matemáticamente. Una noción esencial es la de "jerarquía de conjuntos de cobertura", parecida al de sistema de categorías. El conjunto "jardín" cubriría los conceptos "césped", "flor", "árbol", etc. Pero "árbol", a su vez, también estaría regido por el conjunto "vegetal". Por lo tanto, en estos conjuntos los términos de un nivel no tienen una relación de exclusividad respecto a los del nivel superior. Cada término puede relacionarse con uno o más términos que lo "cubren". Eso diferencia este enfoque de los que se sirven de categorizaciones tipo diagramas de árbol, donde la exclusividad es total. Estas últimas son las que hemos utilizado en otros lugares del texto.
Análisis de contenido con orientación pragmática
La perspectiva instrumental de George y Mahl pretende recoger las circunstancias en las que fue producido un texto. Éste tendría un valor principalmente instrumental, valor asignado a partir de la intención con la que fue creado y de las consecuencias que provoca en su destinatario.
El análisis de la expresividad (que no de la expresión) investiga la influencia de las emociones en la modulación del texto. Su campo natural de aplicación son las transcripciones de lenguaje oral.
El análisis conversacional, desarrollado por Sacks, ya hemos visto que se preocupa sobre todo de los turnos de la conversación como medio de controlar al interlocutor y alcanzar los efectos buscados sobre él.
En el ámbito anglosajón, el análisis de contenido se orienta a menudo en una dirección pragmática. El lenguaje, en la estela de Wittgenstein y Austin, es entendido como una forma de acción capaz de conseguir diferentes efectos por medio de diferentes usos.
En el ámbito francés, el análisis de la enunciación contempla la relación de cada discurso con el sujeto que lo ha producido y con aquel al que va dirigido.
Un autor de referencia obligada en este campo como Krippendorf se interesa por la dependencia mutua entre las instituciones y las comunicaciones que éstas lanzan, modeladas por determinadas reglas. Es un enfoque sistémico-comunicacional.
Como veis, esta orientación pragmática del análisis de contenido es, en general, la que mejor sintoniza con el enfoque comunicacional: los contenidos se relacionan con el sujeto, sus efectos, el destinatario, el contexto...
3) Direcciones de desarrollo en el plano de la oposición cualitativo/cuantitativo. Debe ser ya, en este punto de la exposición, una noción de referencia y bien fijada el hecho de que los métodos cualitativos proporcionan, sobre todo, herramientas para trabajar la interpretación y el significado. Por consiguiente:
Análisis de contenido cualitativo
El análisis de contenido genuinamente cualitativo será aquel que presente una fachada semántica o pragmática, aquel que se ocupe –valga la redundancia– de auténticos contenidos y no, o no tanto, de las formas que los envuelven.
En un terreno más operacional, este análisis utilizará un recurso de clara filiación lingüística, como es la constatación de la presencia/ausencia de elementos o rasgos, y se consagrará a la construcción de tablas o sistemas de semejanzas y diferencias o a la búsqueda de núcleos generativos del texto.
Lo que distingue al enfoque cualitativo no es el rechazo incondicional de la cuantificación, sino la manera de hacer sus inferencias: éstas se derivan de la presencia/ausencia de alguna característica, no de su frecuencia.
Análisis de contenido cuantitativo
Por el contrario, el análisis de contenido cuantitativo se dedicará con preferencia a estudiar las formas de los mensajes o los textos, su organización interna, la distribución de sus elementos, etc.
En un terreno más operacional, este análisis utilizará un recurso de clara filiación observacional y estadística como son las mediciones de frecuencia de elementos o rasgos.
Lo que distingue el enfoque cuantitativo no es tanto el uso de la cuantificación, sino la manera de hacer sus inferencias: éstas se derivan de la frecuencia de una característica, no del hecho de que esté presente o ausente del texto o el contexto.
Grawitz nos brinda un ejemplo iluminador de lo que queremos decir. En medio de la eufórica propaganda nazi, y en medio de una larga serie de éxitos de los submarinos alemanes, un locutor de radio de dicha nacionalidad dijo: "No somos tan ingenuos como para especular sobre el futuro basándonos en estas victorias".
Si hubiéramos categorizado, durante meses o años, los mensajes de radio y prensa en la Alemania de entonces, tal vez ni siquiera habríamos llegado a componer una categoría de "mensaje no triunfalista" o, si lo hubiéramos hecho, sólo hubiéramos contabilizado un caso, el de la mencionada frase.
Desde un punto de vista frecuencial o estadístico, lo que dijo este locutor carecía de importancia, no era digno de tenerse en consideración; en cambio, desde un punto de vista cualitativo, la frase se destacaba sobre el fondo triunfalista de la propaganda y adquiría relieve precisamente por su carácter aislado, avisándonos de que quizás era ya la hora de prevenir a los ciudadanos sobre futuras decepciones.
Ved M. Grawitz (1975). Métodos y técnicas de las ciencias sociales (vol. 2, p. 149). Barcelona: Hispano-Europea.
El análisis de contenido adopta distintas direcciones de trabajo: hacia el emisor, receptor o mensaje; hacia la sintaxis, la semántica o la pragmática; hacia la frecuencia o la presencia/ausencia de rasgos.

4.3.Unidades de análisis

En lo que resta de este módulo trataremos de dar una idea general de los procedimientos troncales del análisis de contenido, centrándonos en el aislamiento de unidades de análisis y en la categorización.
Sobre un corpus textual, el análisis de contenido aísla unidades de registro textuales y contextuales y establece la correspondencia entre ellas.
Sabemos que, indefectiblemente, las unidades de análisis que utilizará el análisis de contenido se localizarán en el texto, serán unidades textuales. Con todo, habrá que añadir a este principio inicial que, dada la orientación cualitativa e interpretativa de esta clase de análisis, no sólo necesitamos unidades de registro en cuanto puros "acontecimientos" o piezas del texto, sino que también debemos asociarlas con sus contextos de ocurrencia, que son los que nos permitirán otorgarles un sentido. El análisis de contenido cualitativo tiene, pues, como principal objetivo, relacionar sistemáticamente unidades de texto con su contexto de ocurrencia y, a partir de las pautas de correspondencia detectadas, extraer una interpretación.
En definitiva, el registro de información para un análisis de este tipo se dirigirá tanto a unidades textuales como unidades contextuales. Las dos conformarán un registro completo de análisis de contenido.
4.3.1.Unidades textuales
Las unidades textuales forman el nivel más elemental de referencia, y el más molecular, del análisis. Sin embargo su pequeñez tiene, como límite, la pérdida de significación. Es decir, al menos en una aproximación cualitativa, la unidad más pequeña tiene que ofrecer algún significado, por lo cual podemos ya avanzar que este límite estará en la palabra. Por esta razón, estas unidades también se llaman de relevancia o significación.
Al margen de eso, sus características y magnitud dependen, como sería de esperar, de los objetivos de la investigación, de las mediciones que, posteriormente, tenemos la intención de utilizar y del tipo de inferencias que pretendemos llevar a cabo.
Las unidades textuales tienen que ser perfectamente discernibles en cuanto segmentos de escritura y tienen que poder relacionarse entre sí.
Las más utilizadas son la palabra y la oración, pero también se utiliza la frase, los párrafos, los temas (ésta es de difícil delimitación) o incluso el texto entero.
4.3.2.Unidades contextuales
La unidad contextual o contexto mínimo es el menor segmento de texto necesario para interpretar una unidad textual. Las unidades textuales, por sí mismas, pueden ser descritas, pero no ser interpretadas. Para ser interpretadas o para atribuirles un significado hay que ponerlas en contexto, en relación con el entorno lingüístico o de otro tipo que las rodea y les es relevante. Estas relaciones pueden ser de dos clases, intratextuales y extratextuales, por lo cual distinguimos dos clases de contextos correspondientes a cada una de ellas.
1) Contextos intratextuales (o textuales a secas). Son aquellos a los que se vinculan las unidades textuales dentro del mismo texto; por lo tanto, son entendidas en el entorno lingüístico, textual, que las contiene, y que coincide con un segmento de escritura que las precede y con otro que las sigue, en conformidad con la pauta global de interpretación contextual que ya hemos proporcionado en su momento.
Consiguientemente, estos contextos pueden tener diferentes amplitudes, según si –por ejemplo– abarcan sólo la palabra anterior y la posterior, o las dos anteriores y las dos posteriores, o las tres anteriores y las tres posteriores, etc.
El contexto intratextual es el que prefiere el estructuralismo y el que utilizan las investigaciones lingüísticas y semióticas.
Contexto precedente
En una transcripción de entrevista, el contexto precedente de cada respuesta del sujeto podría ser la pregunta previa del entrevistador, mientras que el consiguiente puede localizarse en la siguiente pregunta (si se trata de una entrevista abierta y en profundidad, que se adapta sobre la marcha) o declararse ausente (si se trata de un cuestionario rígido, que no puede recibir la influencia de lo que el entrevistado piensa).
En un diario, si tomamos como unidad textual la anotación correspondiente a cada fecha del calendario, el contexto precedente podría ser la anotación del día anterior y el consiguiente, la del día siguiente.
2) Contextos extratextuales. Son aquellos a los que se vinculan las unidades textuales desde dentro hacia fuera del texto. Estos contextos corresponden a las circunstancias en las que fue compuesto el texto, a sus condiciones de producción. Los contextos extratextuales encajan con unidades textuales relativamente molares o grandes. Esto es de sentido común. En general, no parece muy prometedor relacionar el uso de una sola palabra, por ejemplo, con la crisis familiar en medio de la cual alguien la puso sobre el papel; parece más fructífero vincular esta crisis a unidades temáticas o a documentos enteros. El contexto extratextual es el preferido por los estudios sociológicos y por la crítica ideológica.
Estas unidades de registro de texto y de contexto son codificadas mediante símbolos o notaciones que permitan reconocerlas y forman la base sobre la que se edificará el futuro sistema de categorías o variables que permitan cuantificar el registro, tal como veremos a continuación.
Las principales unidades textuales, palabra y oración, son de tipo gramatical o formal; las unidades contextuales pueden ser intratextuales y extratextuales.

4.4.La categorización en el análisis de contenido

Cerraremos esta introducción al análisis de contenido con algunas consideraciones imprescindibles sobre la forma de trabajar sobre el material textual mediante técnicas de categorización.
Las categorías textuales o de contenido son las variables sobre las que el analista hace sus inferencias.
4.4.1.La categorización de unidades de registro codificadas
Como ya hemos establecido en el módulo "La observación participante y no participante en perspectiva cualitativa", un sistema de categorías es una clasificación lógicamente correcta del comportamiento. Igual principio podemos aplicar, ahora al texto, en el caso de un sistema de categorías de contenido: éste es, ante todo, una clasificación del material textual. Los criterios de clasificación utilizados para categorizar un texto vendrán dictados, como suele ocurrir, por los objetivos del análisis, pero también por el entorno teórico en el que se mueve el científico.
En términos generales, estos criterios pueden considerarse semióticos o comunicacionales, aunque esta adscripción no siempre se haga explícita. Por lo tanto, encajan en el abanico de orientaciones del análisis de contenido ya enumeradas anteriormente. Comparad los criterios escogidos en los dos siguientes ejemplos.
La primera clasificación es de Berelson (un pionero del análisis de contenido) y Salter. Ordena los objetivos vitales que pone de manifiesto el lenguaje de las telenovelas y revistas populares.
1. Objetivos afectivos o "del corazón".
1.1. Amor romántico.
1.2. Matrimonio estable.
1.3. Idealismo.
1.4. Afecto y seguridad emocional.
1.5. Patriotismo.
1.6. Aventura.
1.7. Justicia.
1.8. Independencia.
2. Objetivos racionales o "de la cabeza".
2.1. Capacidad de resolver problemas concretos.
2.2. Promoción o progreso personal.
2.3. Dinero y bienes materiales.
2.4. Seguridad económica y social.
2.5. Poder y dominación.
La segunda es de Stewart y analiza contenidos de la prensa americana distinguiendo entre hechos y comentarios y, dentro de cada una de estas clases, separando diferentes subcategorías:
1. Hechos.
1.1. Hechos presentados como ciertos.
1.2. Hechos presentados como posibles.
1.3. Hechos cuya certeza se valora por un juicio.
1.4. Hechos cuya incertidumbre es objeto de valoración.
2. Comentarios.
2.1. Personal del autor o de la fuente directa de procedencia.
2.2. Indirectas de emisor o fuente determinados.
2.3. Indirectas de emisor o fuente no determinados.
2.4. Cita directa de fuente determinada.
2.5. Cita directa de fuente no determinada.
4.4.2.Construcción de un sistema de categorías de análisis de contenido o AC
El proceso de construcción de un sistema de categorías AC se puede poner en paralelo con el de un sistema de categorías conductual. Pero ya hemos hecho notar que hay diferencias entre ambos procesos y que éstas no pueden despreciarse, por cuanto derivan de la naturaleza, también diferente, de la materia prima sobre la que trabajan unos y otros sistemas: textos y registros narrativos.
De hecho, el material sobre el que se construye un sistema de categorías AC no es el texto en bruto, sino, como también hemos visto, el registro de unidades de texto y contexto, preclasificadas, cada una con un código (número, letra) que ya lo adscribe a un tipo o clase. Es a este conjunto de codificaciones al que se suelen aplicar los criterios clasificatorios.
Resumimos a continuación el trabajo de Grawitz en relación con la histórica campaña de la prensa francesa, con vistas al referéndum de 1961 sobre la independencia de Argelia.
Lógicamente, el objetivo del referéndum giraba en torno a la proporción de respuestas afirmativas/negativas. Muchas de las argumentaciones de los artículos y editoriales en los diarios se decantaban inequívocamente por una de estas dos posibilidades dicotómicas, de manera que el eje vertebrador y unificador del futuro sistema de categorías debía ser, sin duda, éste: a favor del "no" o a favor del "sí".
No obstante, después de examinar en detalle los textos, se hacía patente que había matices y aparentes contradicciones: el "no" podía ser aducido tanto por un autor de extrema izquierda como por uno de extrema derecha o de derecha tradicional, mientras que el "sí" podía provenir de gente de izquierda moderada, de derecha liberal, etc. Además, las argumentaciones correspondientes mostraban una asertividad variable, con más o menos entusiasmo en la defensa del voto. Por último, algunos periodistas y políticos no tomaban posición, o recomendaban la abstención, el voto en blanco o el aplazamiento de cualquier decisión relativa al tema de fondo.
Visto eso, un sistema de dos categorías "sí"/"no" hubiera resultado bastante rudimentario. Se optó por una clasificación que recogía los matices y gradaciones de la respuesta antes aludidas. Como códigos de registro y clasificación, se podrían haber utilizado los mismos dígitos que encabezan cada categoría o subcategoría (1.1.; 1.2.; etc.), aunque la autora no lo hiciera en realidad así:
1. Respuesta afirmativa.
1.1. Entusiasta.
1.2. Resignada.
2. Respuesta negativa.
2.1. De izquierdas.
2.2. De derechas.
3. Abstención.
4. Libertad de voto.
5. Aplazamiento.
6. No toma posición.
Así pues, la clasificación solucionaba los problemas de diversidad de respuesta segregando dos niveles en las dos primeras categorías y añadiendo otros ítems a la dicotomía "sí"/"no". Las categorías generales 1 y 2 representaban las dos direcciones generales del argumento (afirmativo/negativo), mientras que las subcategorías 1.1, 1.2, 2.1 y 2.2 expresaban la intensidad o la posición dentro de cada una de estas direcciones.
Ved M. Grawitz (1975). Métodos y técnicas de las ciencias sociales (vol. 2, pp. 167-168). Barcelona: Hispano-Europea.
4.4.3.Estructura de un sistema de categorías de análisis de contenido o AC
La estructura de un sistema de categorías AC tiene que satisfacer las exigencias de una clasificación lógica, tal como las satisfacían los sistemas de categorías conductuales. Recordemos, sin embargo, que estos últimos tenían que obedecer dos tipos de reglas, unas semánticas o conceptuales y otras temporales y vinculadas a la continuidad del registro. Pero en ambos casos, el sistema tenía que cumplir condiciones de exclusividad y exhaustividad que se expresaban, eso sí, de manera diferente en cada modalidad de regla.
Pues bien, en la elaboración de un sistema AC las reglas temporales de exclusividad y exhaustividad no tienen ningún papel, en cuanto condiciones de la clasificación.
  • Las categorías de un sistema conductual son anotadas a lo largo del tiempo, dentro de una sesión y cumpliendo un plan de registro, por lo cual pueden y deben obedecer a criterios de organización temporal, como el de que dos categorías no se puedan dar al mismo tiempo o el de que no haya intervalos de registro vacíos.

  • En cambio, cuando la base de la categorización es una serie de unidades texto-en contexto, la clasificación debe ordenar un material hasta cierto punto estático, que no cambia; es la lectura la que introduce el transcurso temporal, no el texto en sí.

    En el caso de las transcripciones, esta distinción continúa siendo cierta. Aunque el habla entre dos conversadores fluya en el tiempo y haya sido registrada progresivamente a lo largo de una sesión, aunque sus intervenciones se encabalguen, no obstante la transcripción aparecerá ordenada secuencialmente y estabilizada como texto. Eso sí: podremos utilizar una codificación textual que nos indique cuándo hay interrupciones o encabalgamientos, tal como se hace en el análisis conversacional. A fortiori, lo mismo podríamos decir a propósito de la transcripción del habla de un solo sujeto narrador.

En consecuencia, las categorizaciones AC sólo se rigen por reglas semánticas o conceptuales de exclusividad y exhaustividad. A pesar de todo, también la primera de éstas aparece bajo una luz diferente que en los sistemas conductuales, ya que ahora su cumplimiento no es exigible en todos los niveles de organización del sistema, sino sólo en el propiamente categorial. Eso hace que los sistemas AC no siempre adopten íntegramente la forma de diagrama en árbol, sino también –al menos parcialmente– la de trama combinatoria. Explicamos esta peculiaridad a continuación.
  • En un diagrama en árbol como los de los sistemas no AC o conductuales, un elemento de un nivel superior (objeto de estudio, categoría, subcategoría, indicador) puede conectarse con uno o más elementos del nivel inmediatamente inferior (categoría, subcategoría, indicador, unidad de registro); pero la afirmación contraria es falsa: un elemento de nivel inferior sólo puede vincularse a un elemento del nivel inmediatamente superior; en concreto, si es una subcategoría, un indicador o una unidad de registro, sólo se enlazará a una de las categorías que se encuentran inmediatamente por encima de él. Esta pertenencia única es la que garantiza la exclusividad en todos los niveles de la estructura y evita que la clasificación sea inadecuadamente borrosa con vistas al registro o la medición. Este tipo de relaciones son las que representamos en las dos figuras que hay en el subapartado 2.2.2 del módulo didáctico "La observación participante y no participante en perspectiva cualitativa" y, por supuesto, la que se pone de manifiesto en el ejemplo de Grawitz que ha ilustrado el punto previo.

  • Al contrario, los sistemas AC pueden presentar una estructura de tipo combinatoria en bastantes casos, como de hecho ya hemos visto de paso al principio de la exposición de este tema. Eso significa que un elemento de nivel inferior puede estar conectado a más de un elemento del nivel inmediatamente superior; una unidad de registro, indicador o subcategoría puede enlazarse con dos o más categorías por encima de ellos.

Esta licencia, por lo tanto, impide el cumplimiento de la condición semántica de exclusividad, pues un mismo elemento puede ser contenido por más de un tipo de clasificación. Pero sólo lo impide en algunos niveles de la clasificación y el nivel categorial queda siempre preservado. Es decir: la identidad de cada categoría es exclusiva pero, en vez de alcanzarse mediante la exclusividad de los elementos que contiene, aflora gracias a la exclusividad de una determinada y singular combinación de aquéllos.
En la siguiente figura tenéis esbozada esta relación multívoca que no hace más que calcar la organización jerárquica del lenguaje. En efecto, el sentido de una frase no descansa en la posesión exclusiva de unas palabras, ni el de una palabra en una colección única y singular de fonemas o sílabas. En uno y otro caso, lo que permite reconocer su forma conspicua y otorgarle un significado es una combinación particular de componentes.
Estructura combinatoria de la categorización de las respuestas a las imágenes del TAT (Test de Apercepción Temática). El primer nivel, del objeto de estudio a las categorías, cumple la condición de exclusividad. El segundo no la cumple porque las unidades marcadas en azul se conectan con más de una categoría de orden superior. Comparad la trama de flechas con las de las figuras del subapartado 2.2.2 del módulo "La observació participante y no participante en perspectiva cualitativa". El sistema no ha sido representado en su totalidad.
Estructura combinatoria de la categorización de las respuestas a las imágenes del TAT (Test de Apercepción Temática). El primer nivel, del objeto de estudio a las categorías, cumple la condición de exclusividad. El segundo no la cumple porque las unidades marcadas en azul se conectan con más de una categoría de orden superior. Comparad la trama de flechas con las de las figuras del subapartado 2.2.2 del módulo "La observació participante y no participante en perspectiva cualitativa". El sistema no ha sido representado en su totalidad.
Actividad
Tratad de dibujar un esquema parecido al de la figura anterior a partir del ejemplo que os proponemos. Éste no proviene del campo de la escritura, sino de la comunicación no verbal, pero esta última a veces regula sus signos de manera similar al lenguaje, es decir, mediante reglas combinatorias.
Considerad el siguiente repertorio simplificado de categorías de expresión facial centradas en "alegría", "tristeza", "sorpresa" y "neutras" o "no expresivas".
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  • Alegría: Cejas levantadas en su extremo exterior o distal, comisuras de los labios alzadas (cejas+, labios+).

  • Tristeza: Cejas bajadas en su extremo exterior o distal, comisuras de los labios bajadas (cejas–, labios–).

  • Rabia: Cejas levantadas en su extremo exterior, comisuras de los labios rectos (cejas+, labios0).

  • Neutra: Cejas rectas, comisuras de los labios rectos (cejas0, labios0)

Señalad, una vez dibujado el esquema jerárquico del sistema de categorías, qué partes satisfacen el criterio de exclusividad semántica y cuáles, no cumpliéndolo, tienen entre sí relación combinatoria.
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Básicamente, lo que debéis hacer es trasladar las cuatro definiciones anteriores de las cuatro categorías, hechas en cuatro líneas diferentes según las normas de un texto convencional, a un esquema o diagrama combinatorio como el de la figura anterior. En este caso (y eso ya es deciros mucho), las reglas combinatorias se dan a nivel de indicadores sólo, igual que en la figura citada. Por lo tanto se trata, como quien dice, de copiarla, sustituyendo simplemente las etiquetas de cada nivel, y teniendo en cuenta –claro está– que el número de categorías e indicadores no tiene por qué ser el mismo.
La construcción de los sistemas de categorías de análisis de contenido tiene la misma lógica que la de los conductuales, pero en los primeros, las reglas temporales no son pertinentes y la exclusividad se alcanza a menudo de forma combinatoria.

Bibliografía

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Webs recomendadas
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Página centrada en material verbal en el ámbito de la Psicología industrial y ergonómica.
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Panorama general sobre el análisis de contenido.
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Un ejemplo introductorio de análisis de contenido de respuestas en entrevistas, presentando articulados los aspectos cualitativos y cuantitativos de la técnica en un estudio de nacimientos con cesárea.
Garson, G. D. Narrative Analysis. Universidad de Calorina del Norte, College of Humanities and Social Sciences.
Sobre esta orientación del análisis de contenido.