La observación participante y no participante en perspectiva cualitativa
© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)
Av. Tibidabo, 39-43, 08035 Barcelona
Autoría: Carles Riba Campos
Producción: FUOC

Índice
- 1.La observación participante en perspectiva cualitativa
- 2.La observación no participante en perspectiva cualitativa
- 3.Ejemplos de protocolos de observación interpretativa
- 3.1.En observación actuante: el espécimen de Barker
- 3.1.1.Generalidades
- 3.1.2.Metodología
- 3.1.3.Valoración metodológica
- 3.2.En observación implicada: el trabajo de campo etnográfico
- 3.2.1.El campo
- 3.2.2.La observación participante implicada
- 3.2.3.La cultura
- 3.3.En participación-observación: los incidentes críticos de Flanagan
- 3.3.1.Generalidades
- 3.3.2.Metodología
- 3.3.3.Valoración metodológica
- 3.3.4.Comparación entre el espécimen y los incidentes críticos
- 3.1.En observación actuante: el espécimen de Barker
- 4.Los informantes
- Bibliografía
1.La observación participante en perspectiva cualitativa
1.1.Los rasgos esenciales de la observación participante
1.1.1.La relación social observador-sujeto y la participación del observador

1.1.2.Observación participante y experimentación

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La diferencia fundamental en el flujo de información de esta figura, comparada con la anterior, es que la flecha de izquierda a derecha aparece en línea discontinua y bajo un candado. El candado simboliza el control que el experimentador trata de ejercer sobre los mensajes que lanza al sujeto. Ciertamente, el experimentador debe establecer una relación con el sujeto humano experimental; no hay otra manera de hacer viable el procedimiento. Pero la interacción no es abierta, ni informal, ni personal, sino al contrario: ha de ser impersonal y debe reducirse hasta el mínimo que permite el rígido protocolo y las consignas e instrucciones sobre qué debe hacer y qué no debe hacer el sujeto. En la experimentación los roles son, pues, diferentes. Como ya sabéis, el experimentador controla las variables que no le interesan y manipula las que sí le interesan, aparte de registrar o medir. Pese a ello, las funciones de mirar y escuchar –observar– continúan vigentes en el laboratorio. Al otro lado el sujeto disfruta ahora de mucha menos libertad que en cualquier forma de observación participante: lo único que puede hacer es obedecer instrucciones y responder de la manera que se le pide.
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La semejanza entre las dos figuras, es decir, entre la observación participante y la experimentación, radica en la existencia precisamente de esta flecha de izquierda a derecha que supone, de una manera u otra, una intervención del científico sobre el sistema estudiado, sujeto o grupo. En este sentido podemos decir que la observación participante es un método activo, operador o que implica intervención, más que observacional, pasivo o transductor (éstos son conceptos explicados en la asignatura Introducción a los métodos de investigación en Psicología).
1.1.3.Observación participante y reactividad
1.2.Usos y grados de la observación participante
1.2.1.Usos de la observación participante
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Puede ser utilizada de manera negativa, "porque no hay más remedio", pero con cautela metodológica fruto de las supuestas importantes deficiencias que sufre esta clase de observación. Ésta sería su utilización en una perspectiva cuantitativa.
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Puede ser utilizada de manera positiva, aprovechando la relación social implícita y las peculiaridades de la situación de registro para situarse en una perspectiva de registro diferente, la cual, a pesar de presentar dificultades, permite obtener información densa, profunda y émicamente válida. Ésta sería su utilización en una perspectiva cualitativa.
Valoraciones de la observación participante según el enfoque metodológico adoptado |
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Punto de vista cualitativo o émico |
Punto de vista cuantitativo o ético |
Permite acceder a la subjetividad de un ser humano estableciendo con él una relación social y recogiendo información verbal de primera mano. |
Para obtener información verbal en vivo es inevitable establecer una relación con el sujeto; pero esta relación genera sesgos y se debe controlar. |
La falta de control y la espontaneidad de la relación con el sujeto permite potenciar al máximo la autenticidad de la información obtenida, su validez en el marco de esta relación en concreto. Así, la observación participante se decanta hacia el método observacional. |
Un protocolo claro y consignas permiten ejercer control sobre el desarrollo de la interacción, a fin de que la información recogida sea objetiva, válida con independencia del observador que la haya obtenido. La observación participante debe decantarse hacia el método experimental. |
El concepto de reactividad, entendido como sesgo, no es pertinente. Si el sujeto nos engaña, el engaño forma parte de la información sui generis producida en una interacción concreta. |
La reactividad es un sesgo que debe evitarse, y el engaño es una de sus manifestaciones. |
La progresiva familiarización de los sujetos con el observador sirve para aumentar su implicación mutua, facilitando el intercambio de puntos de vista y la empatía. |
La progresiva familiarización de los sujetos con el observador sirve para ahorrar errores y sesgos, ya que supone la adaptación del sujeto a una situación de registro artificial. |
1.2.2.Grados de la observación participante

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El observador se puede considerar externo y pasivo. El sujeto es también, a la fuerza, pasivo; no se dirige activamente o espontáneamente al observador, pues esta posibilidad queda fuera del protocolo.
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El balance entre objetividad y subjetividad se inclina a favor de la primera.
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Teniendo eso en cuenta, vemos que esta modalidad es muy próxima a la observación no participante por la distancia que se establece entre observador y observado.
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No obstante, tiene igualmente rasgos experimentales, los cuales se ponen de relieve en la voluntad de controlar el protocolo de registro y la interacción con el sujeto.
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Si a pesar de todo consideramos esta modalidad como participante es porque sujeto y observador se reconocen mutuamente en sus respectivos roles y existe la base para una interacción más plena, aunque, en la práctica, ésta sea puramente virtual.
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Consiguientemente, deberemos considerar la observación actuante más ética que émica.
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Con todo, como las fronteras entre estas modalidades no son nítidas, debemos decir que también hay grados dentro de la observación actuante: desde aquellos casos en los que el observador es un simple testigo, percibido pero mudo, de la actividad del sujeto o del grupo, hasta aquellos otros en los que su grado de intervención es mayor, como en el ejemplo que podéis consultar a continuación.
Imaginad una dinámica de grupo en la que el moderador-observador actúa de la siguiente manera: llega a la sala donde se celebra la sesión, da un par de consignas ("sentaos, por favor", "vamos a empezar"...) y, una vez planteado el tema del día, da la palabra a uno de los sujetos. A partir de este momento ya no interviene más, si no es para dar la palabra a alguien, o para corregir o interrumpir puntualmente. Desde su butaca, situada un poco apartada del grupo, o desde una tarima (como un profesor en el aula), este moderador dirigirá la sesión sin mantener relaciones más profundas con ninguno de los individuos que participan. Además, tampoco tendrá vínculos íntimos con ellos fuera de la sesión. En ningún momento abandonará su rol directivo, jerárquicamente superior, para confundirse con el grupo.
Éste sería el caso de muchas sesiones clínicas durante las que se recogen datos. Y hay que reconocer que difícilmente podrían ser de otra manera.
Como tendréis ocasión de comprobar, las entrevistas cerradas, muy estructuradas y directivas, encajarían igualmente en esta modalidad de observación participante. El entrevistador pregunta desde un lado de la mesa y el sujeto responde desde el otro o rellena un cuestionario. Ni el uno ni el otro se apartan de las instrucciones que da el protocolo o se apartan poco, accidental o estratégicamente (quizás para dar confianza al sujeto), cada uno fijado en su rol.
Observación actuante y observación participanteA menudo, en la literatura, este tipo de observación se considera no participante, ya que el observador no "participa" realmente en lo que estudia. Algunos autores distinguen observación no participante visible o indiscreta (obstrusive), en la que el observador es conspicuo, e invisible o discreta (non obstrusive), en la que el observador no es percibido. Para nosotros, la segunda correspondería a la observación no participante a secas, mientras que la primera coincide con la observación actuante de la que estamos hablando ahora.
En este texto, como ya habéis comprobado, hemos dado un sentido más amplio y –creemos– más sistemático a la observación participante. Desde nuestro punto de vista, la cuestión decisiva no es si este observador participa o no lo hace, sino si establece una relación o no con el sujeto, relación que, en cualquier caso, es la condición sine qua non de la participación.
Es más importante como criterio clasificatorio la existencia o no de una relación con el sujeto o grupo que la de una participación mayor o menor en la vida de éstos. La diferencia clave está en si el observador se siente vinculado o no con la persona que observa (aunque sea pasivamente, como espectador) y en si el sujeto se sabe o no observado, contemplado, por una persona con la que mantiene un vínculo social, más formal o más personal.
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El observador establece una relación de intensidad variable con el sujeto, más informal y profunda que en la observación actuante. Interactúa con él de manera frecuente, a veces continua en un determinado contexto. Si está delante de un grupo, actuará como un miembro más.
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El/los sujeto(s) no sólo conoce(n) al observador, sino que se puede(n) dirigir a él con libertad variable, según los casos.
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Es una observación plenamente participante. La interacción permite el intercambio comunicativo sin trabas o con pocas trabas.
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El observador es activo.
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La distancia entre observador y sujeto o grupo observados es mucho menor que en la observación actuante. La relación puede llegar a ser personal.
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Ahora el problema del observador no será el de ganar suficiente distancia respecto al sujeto para ser objetivo, sino el de no acercarse tanto al sujeto, identificándose con él, de manera que pierda toda objetividad, toda perspectiva sobre los hechos que estudia.
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La observación implicada se aparta tanto de la observación pura como del experimento; el observador se sitúa en una posición típica del antropólogo de campo o del educador.
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Estamos, pues, ante una modalidad de observación participante donde el componente émico es mucho mayor que el ético.
Métodos etnográficosEsta clase de observación es la que se ha utilizado tradicionalmente en la Etnología y constituye el núcleo de los métodos etnográficos. El antropólogo debe mantener vínculos consistentes con los indígenas, aprender su lengua, costumbres y valores, habla mucho con ellos en un clima de máxima confianza y respeto. De lo contrario, difícilmente podrá hacer interpretaciones correctas del mundo por el que se interesa.
Varias modalidades de relación clínica caen también cerca de esta manera de entender la observación participante.
En general, una entrevista abierta, poco estructurada y poco dirigida, desarrollada con pocos formalismos pero con intensidad y profundidad, es un instrumento básico para llevar a cabo una observación participante implicada.
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El observador no es un científico profesional o semiprofesional, formado en el seno de un grupo de investigación o en un programa universitario.
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El observador es miembro de alguno de los grupos sociales de pertenencia del sujeto (familia, colectivo laboral, amigos, etc.). Existe, pues, un vínculo preexistente entre observador y observado. Respecto al sujeto, el observador puede ser el padre, la madre, el cónyuge, el maestro, el compañero laboral, el/la amigo/a, etc.
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Es una observación plenamente participante. Los rasgos de esta modalidad son los de la observación implicada.
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Está garantizado que el intercambio comunicativo será bastante libre y fluido; la relación, personal; la distancia respecto al sujeto, mínima; el clima, de confianza.
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El sujeto será máximamente accesible en el espacio y el tiempo; la libertad de movimientos del observador respecto a este sujeto representará una ventaja.
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Como en el caso de la observación implicada, la principal dificultad será la de evitar interpretaciones excesivamente centradas en el punto de vista del sujeto, debido a la identificación del observador con él, a su proximidad social o afectiva, a la falta de perspectiva, en definitiva.
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Pero en este caso, el observador virtual, el investigador que, a distancia, dirige la acción del observador real sobre el sujeto, va examinando los materiales que le suministra este último, mientras le guía, orienta e instruye a fin de que los materiales recogidos ofrezcan un mínimo de calidad científica.
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Se trata de una observación émica con respecto a la posición del observador real; en cambio, la debemos juzgar ética si la contemplamos desde el punto de vista del observador virtual.
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Esta modalidad se dedica, casi exclusivamente, a la observación de individuos, descartando la de grupos por razones prácticas (imaginad un encargado de sección que tuviera que observar a todos los empleados a su cargo, o una madre de familia que tuviera que estar atenta a todos sus hijos).
Proximidad del observadorDebemos entender que un aspecto importante de la táctica de esta observación es el de excluir todas aquellas situaciones y observadores que limiten sus posibilidades. Así, no tendría sentido que un trabajador sometido a acoso laboral fuera observado por el propio jefe responsable de esta situación.
Aparte de eso, debería resultar igualmente claro que la proximidad del observador con el sujeto depende del tipo de relación que se utilice para diseñar el registro: así, los datos que obtenga una madre sobre su hija pequeña serán de más valor, en el contexto de una participación-observación, que las que esta misma mujer obtenga de una compañera de trabajo.
Un equipo de investigación de la Universidad X encarga a un maestro de primaria un estudio exhaustivo y longitudinal de determinados comportamientos en la escuela. El registro se centra en los 16 niños/as de su clase e incluye anotaciones sobre comportamientos verbales y no verbales, tanto en el aula como en el patio.
Además, al maestro se le planifican entrevistas periódicas informales con sus alumnos para completar la recogida de información.
A fin de que la observación se beneficie al máximo de un clima de confianza, en un contexto natural, el maestro no comienza los registros hasta el mes de enero, utilizando los tres meses iniciales del curso para afianzar y profundizar sus vínculos personales con los niños.
Una vez cada 15 días el maestro se reúne con los promotores de la investigación, les muestra el material recogido, pide aclaraciones, expone dudas. Los directores de la investigación le asesoran sobre cómo resolver las dificultades que se le presentan, sobre cómo conducir el curso restante de la recogida de datos.
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No existe observador propiamente dicho, en cuanto agente separado, externo y situado enfrente del sujeto.
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Los roles de observador y observado coinciden en la misma persona; el observador es el observado, y viceversa. Estamos hablando, pues, de un individuo que se observa a sí mismo, se autoobserva y genera, una vez hechos los registros, un autoinforme.
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Esta modalidad es el límite de la observación participante: la participación o identificación del observador con el observado es total.
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La distancia respecto al sujeto será cero.
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El decantamiento por el punto de vista del observado será, en consecuencia, inevitable y quedará reflejado en el autoinforme. A menudo existirá el peligro de que este autoinforme, más que reflejar el comportamiento real, proyecte la estructura interna de la persona que lo ha compuesto.
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Ahora bien, como en el caso anterior, este decantamiento podrá ser corregido por el entrenamiento y por la supervisión del científico u observador virtual que dirige el proceso de registro.
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En línea con los puntos anteriores, diremos que los protocolos utilizados en autoobservación suelen contemplar el registro de acciones fácilmente observables y objetivables, con el fin de contrapesar las interpretaciones muy subjetivas y centradas en el propio punto de vista. Sobre esta base, es erróneo atribuir a la autoobservación una intención inexorablemente introspectiva.
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Por la misma razón, se prefieren los autoinformes concurrentes a los retrospectivos. Los primeros son generados por la observación de conductas presentes que el sujeto ejecuta en el mismo intervalo temporal en el que las registra (el mismo día, semana); los segundos obligan al autoobservador a recordar comportamientos más remotos en el tiempo, por lo cual el riesgo de equivocarse o falsear la información es superior.
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También, como en el caso de la participación-observación, ésta es una modalidad de observación rotundamente émica con respecto a la posición del autoobservador; en cambio, la debemos estimar ética si la contemplamos desde el punto de vista del observador virtual.
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Por razones fáciles de comprender, esta modalidad tampoco se dedica a los grupos, sino solamente a los individuos.
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Una peculiaridad de la autoobservación es que genera una clase especial de reactividad: la autorreactividad. En contextos clínicos se considera que la autorreactividad puede tener valor terapéutico.
AutoinformesEn los puntos anteriores hemos sugerido varios recursos sobre cómo recuperar objetividad en una modalidad de registro tan constitucionalmente subjetiva como la autoobservación. Sin embargo, estos recursos suponen una toma de posición del observador en el continuo ético-émico u objetivo-subjetivo. Podemos encontrarnos con casos en los que el científico renuncie a toda objetividad, interesado como está en la afluencia de información libre de restricciones, espontánea, por parte del sujeto, aunque esta información sea "subjetiva", no verificable empíricamente. En el diagnóstico clínico o educativo esta posibilidad es plausible.
En el otro extremo, nos podemos encontrar con autoinformes que han sido controlados y dirigidos hasta el último detalle, buscando la máxima objetividad. Eso sería conveniente y aceptable en intervenciones terapéuticas, clínicas, educativas, sociales. Así, por ejemplo, en ciertas terapias contra la obesidad canalizadas mediante autoinformes, el sujeto tratado tendrá que consignar diariamente (pongamos tres veces al día) qué come, en qué cantidad, a qué hora, dónde lo hace, etc. Estos contenidos son inmediatamente objetivables y serán registrados mediante categorías de clasificación elaboradas por el terapeuta.
bien...............................................................................................
bien...............................................................................................
1.3.La interpretación en el contexto de la interacción y el diálogo
2.La observación no participante en perspectiva cualitativa
2.1.Los rasgos esenciales de la observación no participante
2.1.1.La distancia observador-observado
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La ventaja es que esta observación ética se instala plenamente en el paradigma de la objetividad, defendido y mantenido por el positivismo y las Ciencias Naturales: el observador no se ve perturbado por ningún sesgo debido a la influencia o contrainfluencia de un sujeto con lo que interactúa y puede, supuestamente, dirigir su mirada limpia, libre de impedimentos, hacia lo que figura como foco de su interés científico.
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La desventaja es que, sin interacción, sin preguntar ni hablar al sujeto, difícilmente se puede profundizar en él, indagar en su subjetividad, por lo cual la interpretación de su comportamiento se convierte en problemática.

2.1.2.El observador no participante ante el flujo significativo del comportamiento
2.2.Segmentación y clasificación del comportamiento: sistemas de categorías interpretativos
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Si disponemos de un sistema de clasificación de las acciones del sujeto, podemos ir reconociéndolas a medida que se manifiestan, y "etiquetar" estas mismas acciones de manera que aparezcan separadas y alineadas en una cadena.
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Si disponemos de criterios de segmentación y sabemos averiguar dónde acaba una acción y empieza la siguiente, nos será mucho más fácil identificar las mencionadas acciones, al margen de la secuencia, y asignarlas a la categoría de clasificación a la que pertenecen.
2.2.1.Condiciones de una clasificación categorial de la conducta
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Los sistemas de categorías son clasificaciones destinadas a crear unidades de comportamiento descriptivas o interpretativas. En nuestro caso, situados en una perspectiva cualitativa, nos referiremos a las segundas. La clasificación ayuda a organizar el registro de información y facilita la interpretación y medida del comportamiento.
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En general, estas clasificaciones se denominan sistemas nominales. Los auténticos sistemas de categorías son solamente un tipo, entre otros, de sistema nominal, por supuesto el más importante y útil. Nos limitaremos, pues, a los auténticos sistemas de categorías al abordar el papel de la clasificación del comportamiento en la interpretación.
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Un auténtico sistema de categorías o sistema de categorías "fuerte" es una clasificación perfecta de las conductas y acciones que ejecuta el sujeto y que desfilan ante los ojos del observador. Tiene que ser perfecta tanto desde el punto de vista lógico o semántico (relativo al significado de las categorías) como desde el punto de vista de su ordenación temporal (relativo a la segmentación).
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Dentro de la categoría POS cabrían acciones como pintar el mural, pero también la de aguantar el bote de pintura al compañero que está pintando subido a la escalera, o la de pedir la opinión sobre lo que se ha pintado, o ir a buscar bebidas para calmar la sed, etc. Estas muestras concretas de conducta a menudo reciben el nombre de indicadores categoriales.
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Dentro de la categoría NEG se incluirían acciones o indicadores como no aceptar la crítica de los otros, negarse a ayudar, asumir un papel secundario, dibujar por propia cuenta sin aceptar el boceto general, no ayudar, no trabajar, etc.
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Dentro de la categoría NEU pondríamos el resto de indicadores, indiferentes respecto al eje colaboración-no colaboración. Por ejemplo, la acción de quitarse el jersey o atarse los zapatos, o la de comerse el bocadillo al mediodía.
2.2.2.Estructura de un sistema de categorías


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Dentro de su propio nivel, por medio de una definición global, de carácter funcional, es decir, una definición relacionada con los efectos, consecuencias, utilidad u objetivos del comportamiento considerado. Es una definición de carácter intensivo.
Así, podemos definir la categoría NEG como "toda acción que va contra los intereses del grupo en lo tocante al objetivo de realización y finalización del mural y/o provoca rechazo del resto del grupo o de una parte importante de él". O podemos caracterizar NEG M+ como "toda acción relacionada intrínsecamente con la actividad de realización del mural y que va contra los intereses del grupo en lo tocante al objetivo de realización y finalización de este mural, y/o provoca rechazo del resto del grupo o de una parte importante de él".
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Dentro del nivel inmediatamente inferior, mediante una definición por enumeración o lista de los elementos de este nivel. En el caso que más nos interesa, el de una categoría, la definición supondrá la enumeración exhaustiva de las acciones o indicadores que entran en la categoría en cuestión. Es una definición de carácter extensivo.
2.3.La Interpretación en la observación no participante cualitativa
2.3.1.La interpretación categorial
Objeto de estudio |
Ocupación hospitalaria |
||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|
Categorías |
Conducta pasiva aislada |
Conducta activa aislada |
|||||
Subcategorías |
Tumbado despierto |
Tumbado dormido |
Sentado solo |
Escribe |
Higiene personal |
Parado |
Pasea |
Indicadores |
El paciente está echado en un banco, manos sobre cara, ojos abiertos. Está tendido en la cama pero permanece despierto. |
Duerme en un sillón. Duerme en cualquier lugar mientras los otros se alinean para desayunar. |
Está sentado sonriente, mirando al suelo. Está sentado, fuma y escupe. |
Escribe una carta en un banco. Toma nota de un libro. |
Se arregla el pelo. Está sentado esperando el turno para bañarse. |
Cerca de la enfermera, de pie. |
Va de su habitación al pasillo. Va de puerta en puerta, saludando a los ocupantes de las habitaciones. |
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El indicador "Está tendido en la cama pero permanece despierto".
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El indicador "Toma notas de un libro".
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El indicador "Se arregla el pelo".
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La subcategoría "Higiene personal".
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La subcategoría "Tumbado dormido".
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La categoría "Conducta activa aislada".
2.3.2.La interpretación contextual
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Una acción en el presente puede vincularse a otras acciones o hechos en el pasado, los cuales le aportarán su significado referencial.
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Una acción en el presente puede vincularse a otras acciones o hechos en el futuro, los cuales le aportarán su significado funcional o intencional.

3.Ejemplos de protocolos de observación interpretativa
3.1.En observación actuante: el espécimen de Barker
3.1.1.Generalidades
"... el de facilitar el estudio de la conducta humana y de su entorno in situ, dando a la ciencia psicológica una posibilidad que, desde hace tiempo, tiene la biología: disfrutar de un fácil acceso a los fenómenos científicos no afectados por la selección y preparación que sufren en el laboratorio".
3.1.2.Metodología
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El escenario o contexto en el que son recogidas es natural y cotidiano.
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El registro es de tipo narrativo. Eso quiere decir esencialmente que la conducta se va anotando a medida que se produce, en lenguaje sencillo y descriptivo, sin clasificarla ni ponerle etiquetas (pronto veremos un ejemplo).
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El registro es ininterrumpido o continuo dentro del periodo prefijado de recogida de información, periodo que suele ser largo. Por eso, a veces, esta técnica ha sido considerada un desarrollo perfeccionado y sistemático de los diarios de observación.
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La información consignada es bastante detallada.
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Son actividades o acciones que manifiestan una dirección constante, es decir, están permanentemente orientadas hacia objetivos o metas particulares.
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Son, como acabamos de decir, molares y tienen que permitir una descripción en términos que el propio sujeto suscribiría (la "perspectiva conductual normal", en palabras de Barker).
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La intensidad de un episodio de conducta no varía demasiado a lo largo de su desarrollo. El sujeto está –digámoslo así– absorbido o pendiente de lo que hace. En el caso de no cumplirse este criterio y haber interrupciones o cambios de intensidad, tendremos dos o más episodios en vez de uno.
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Hay distintos indicadores complementarios del inicio o el final de un episodio:
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cambios en el canal conductual (por ejemplo, de verbal a no verbal);
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cambios en la parte del cuerpo utilizada (por ejemplo, en el caso de un niño pequeño, pasar de manipular un objeto a chuparlo con la boca);
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cambios en la orientación espacial de la acción (ir corriendo por la calle y de repente subirse a una valla);
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cambios en el objeto involucrado en la acción (un obrero pasa de utilizar la barrena a utilizar un destornillador);
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cambios en el entorno de la conducta (suena un timbre y los alumnos van del patio al aula);
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cambios en el ritmo conductual (alguien va andando y, al ver que pierde el autobús, echa a correr).
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Tiene que ser el marco socialmente aceptado de un patrón de comportamiento humano. En el caso de una clase, el patrón aludiría a la dinámica aprender/enseñar; en el de una tienda, el de comprar/vender. El escenario "envuelve" literalmente el comportamiento de referencia, lo circunscribe.
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Debe tener límites espaciales claros (las paredes de una clase o de una tienda, las gradas de un campo de baloncesto).
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Ha de tener límites temporales definidos y una cierta periodicidad: una clase se celebra en ciertos días y horas, una tienda abre ciertos días y entre ciertas horas, las misas del gallo se celebran en Nochebuena y los partidos de fútbol se hacen los sábados o domingos dentro de una franja horaria y durante la temporada de competición.
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En los escenarios actúan sujetos que constituyen un grupo: maestros y alumnos, árbitros, jugadores y público, presidentes del consejo de administración, vocales y accionistas, etc.
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Este grupo tiene una distribución inequívoca de roles: el maestro enseña, el alumno escucha o aprende; los árbitros sancionan, regulan, los jugadores juegan o compiten, los espectadores miran, se emocionan.
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Entre los roles grupales, los comportamientos a ellos asociados y la estructura espacial del escenario está lo que Barker llama sinomorfía o, lo que es lo mismo, una correspondencia formal. Así, el alumno o el espectador teatral escuchan y se sientan en la platea mientras que los actores o los profesores actúan o enseñan en la tarima o escenario. Tarima o escenario y clase o platea están en oposición frontal. En otros casos, como los de un partido de baloncesto o fútbol, la relación entre jugadores y público será de circunscripción.
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Observar y describir la situación del sujeto de la manera más completa posible. Pero la situación inicial, de arranque, debe ser retratada de manera simple.
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Registrar no sólo qué es lo que hace un sujeto, sino cómo lo hace.
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Tratar de reducir la interpretación al máximo. Sin embargo, si ésta es inevitable, hacer la interpretación en estilo narrativo, cotidiano, sin servirse de términos técnicos o teóricos. Las frases interpretativas deben ir entre corchetes.
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La descripción del curso de la conducta tiene que ser cronológica. Los acontecimientos deben ser consignados según la orden de su ocurrencia.
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Las descripciones tendrían que ser positivas. Mejor decir "Toni hablaba bajo" que "Toni no hablaba alto".
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Cada frase u oración debe contener sólo una acción del sujeto focal.
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Cada frase u oración debe contener sólo una acción de cualquier otro sujeto que interactúa con el sujeto focal.
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Cuando sea preciso, se pueden recoger literalmente, entre comillas, los comentarios verbales del sujeto.
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Conviene disponer de más de un observador, de manera que cada uno de ellos no registre más de treinta minutos (los observadores deberán recibir idéntico entrenamiento y concordar en sus registros, claro está).
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Aunque el registro no se haga de intervalo a intervalo, conviene no obstante anotar en los márgenes o entre párrafos alguna escala de tiempo como referencia. Se aconseja apuntar los minutos.
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Con vistas a dar fiabilidad a los registros, se hace lo siguiente: el primer registro se dicta a un magnetófono. Un segundo observador escucha la grabación y señala las lagunas o incoherencias que encuentra, las cuales son corregidas. Se pasa a escrito la versión así enmendada. El observador principal la revisa de nuevo, aclara las frases equívocas, ajusta la cronología, ahorra redundancias. El segundo observador entonces lee esta transcripción corregida y la corrige a su vez, de manera consensuada con el observador principal.
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Podéis apreciar que las referencias horarias, de minuto en minuto, aparecen aquí en el centro del registro.
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La columna de categorizaciones o de etiquetas interpretativas a la derecha se refiere al comportamiento de los alumnos, uno de los roles posibles en el escenario.
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La columna de categorizaciones o de etiquetas interpretativas a la izquierda se refiere al comportamiento de la maestra, el otro rol posible en el escenario.
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La columna de comentarios de la izquierda tiene, en este ejemplo, dos niveles. Las etiquetas más a la izquierda representan el grado de abstracción o globalización más alto, las unidades más molares.
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En el ejemplo hemos destacado estas anotaciones marginales encuadrándolas, a derecha e izquierda, con diferentes colores, pero en un registro real la anotación está desnuda, sin guarniciones.
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Observad también que la narración está organizada en párrafos, que pueden interpretarse como episodios de bajo nivel (la clase entera sería un episodio de alto nivel).
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Las declaraciones verbales, literales, de la maestra aparecen entre comillas.
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Las interpretaciones, más o menos arriesgadas, del observador, figuran entre corchetes.
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El lenguaje es bastante campechano, sin términos especializados.
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La atención del observador no decae, ya que el registro es ininterrumpido.

3.1.3.Valoración metodológica
3.2.En observación implicada: el trabajo de campo etnográfico
3.2.1.El campo
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el clima social positivo y facilitador que se puede llegar a alcanzar entre sujeto(s) y científico(s),
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y la intrusión que supone necesariamente la presencia de este/os mismo(s) científico(s) en el sistema personal o social de este/os mismo(s) sujeto(s), intrusión que puede provocar comportamientos reactivos y anómalos en la gente. De hecho, esta intrusión podría entenderse, tal como ya hemos visto más arriba, en clave de intervención experimental, si no fuera porque la voluntad del investigador etnográfico apunta bien lejos del control, la manipulación y la búsqueda exclusiva de relaciones causales.
3.2.2.La observación participante implicada
3.2.3.La cultura
3.3.En participación-observación: los incidentes críticos de Flanagan
3.3.1.Generalidades
3.3.2.Metodología
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Uso de la entrevista. No cuesta adivinar, en consecuencia, que a menudo la forma concreta de recogida de información en la técnica de los incidentes críticos es la entrevista, en sus dos formas básicas: estructurada, como un cuestionario o como un autoinforme; abierta, no estructurada, como en las entrevistas en profundidad.
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Información retrospectiva. Estas entrevistas suelen ser retrospectivas. El sujeto da cuenta de lo que ha percibido después de haber ocurrido, lo cual exige una buena memoria, entrenada y focalizada en los tipos de incidentes buscados. Eso no es tan difícil de lograr, ya que los sujetos son especialistas o expertos en la tarea sobre la que tienen que informar. De todas maneras, en la literatura clásica en torno a esta técnica se suele recomendar que los incidentes sean recordados a corto plazo. Al aumentar el tiempo transcurrido, el peligro de falsear los recuerdos, dando información estereotipada, también es mayor.
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Información simultánea u on-line. Cuando se trata de autoinformes estas exigencias desaparecen en buena parte, dado que el sujeto-observador entonces va consignando los hechos que le parecen relevantes simultáneamente, a medida que se producen. Cuando se utiliza algún sistema de comunicación en red para entregar la información lo más rápidamente posible, el registro también suele ser simultáneo a la ocurrencia del hecho. El sujeto capta lo que interesa y lo envía por correo electrónico, a un foro o un chat a fin de que sea recogido y almacenado por la dirección de la investigación. Un obrero en una cadena de montaje puede enviar por la terminal más próxima los datos que se le piden, en el mismo momento en que se producen.
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Definición del campo de registro. En este apartado hay que hacer constar: a) la muestra de sujetos a partir de la cual se seleccionarán los "observadores"; b) el lugar, momento o situación de referencia para contestar la entrevista o rellenar el cuestionario; c) la clase general de conducta que interesa.
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Definición de la conducta o circunstancia "blanco". Es decir, del incidente crítico: ahora habrá que clasificar las conductas previsibles en el contexto del campo de registro (punto anterior), separando las que se consideran incidentes de las que no, en función de criterios claros. El criterio general es siempre el mismo: se trata de conductas que se sospechan o consideran decisivas (por razones teóricas y también al colocarse en el punto de vista del sujeto) en el desarrollo positivo o negativo de un proceso.
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Selección del observador u observadores. Ahora se deben indicar los criterios de selección de los observadores dentro de la muestra de partida. Éste es un aspecto importante de la técnica y uno de los más distintivos. En general, el observador es una persona que pertenece al propio sistema u organización estudiados, que conoce las situaciones sobre las que se le pregunta. Eso quiere decir que el observador será un maestro/a si lo que se investiga son incidentes relacionados con la docencia o la dinámica del aula; una enfermera o médico, si lo que estudiamos son incidentes relativos a la vida hospitalaria; un chapista en una cadena de montaje, si queremos descubrir el porqué de ciertos fallos en el acabado de los coches, etc.
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Elaboración del cuestionario, protocolo o guía de registro. La elaboración se haría teniendo presentes los puntos ya resaltados y debería tener un esqueleto básico como éste: a) qué llevó a la situación investigada (fracaso, éxito, accidente, etc.); b) qué hizo el sujeto implicado que pudiera ser efectivo/inefectivo, bueno/pernicioso, etc.; c) cuál fue el resultado concreto de su acción; d) por qué esta acción fue efectiva/inefectiva...
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Análisis de contenido de las respuestas o descripciones del sujeto-observador. Los incidentes son descompuestos en unidades más pequeñas o reagrupados en unidades más molares y, en definitiva, clasificados en dimensiones de conducta de las cuales –se supone– son síntomas o manifestaciones. La técnica de análisis de contenido utilizada será introducida más adelante. A partir de esta técnica, se buscan los puntos de coincidencia entre sujetos, se trata de relacionar las divergencias con diferencias en los roles o situaciones vividas, etc.
Veamos una ilustración del desarrollo de un protocolo de este tipo en el ámbito clínico. Se pretendía clasificar los síntomas de los pacientes de un hospital, con la mirada puesta en los fracasos/éxitos de las terapias aplicadas. Se trabajaban las respuestas en un cuestionario estructurado y breve. La originalidad de este caso consiste en que los sujetos-observadores no ofrecían directamente su versión de los hechos, sino que, a su vez, y en parte al menos, lo obtenían de otros sujetos, los pacientes en los que se centraba la terapia.
La fase de definición del campo de registro se resolvía así: se delimitaba como muestra provisional de observadores el conjunto de asistentes y enfermeros/as que atendían el pabellón psiquiátrico de un hospital X; como marco social, las distintas situaciones cotidianas de interacción entre los pacientes de este mismo pabellón y los observadores; y, como marco conductual, las respuestas y comentarios de estos pacientes en las mencionadas situaciones, que eran aprovechadas, como veremos enseguida, para aplicar el protocolo de preguntas previsto.
La siguiente fase definía dos tipos de incidentes dentro del material verbal recogido: unos negativos, en los que el paciente, de distintas maneras, expresaba su enfermedad o la negación de la curación; y otros positivos, de los que se podía inferir alguna mejora.
La fase de selección de observadores escogía, dentro de la muestra provisional antes indicada, al personal de enfermería que era responsable de la administración de ciertas terapias (rehabilitación, medicación, laborterapia), después de valorar su proximidad a los pacientes.
El cuestionario se limitó a tres puntos. Uno de ellos se centraba en el contexto del comentario o respuesta del paciente; el otro en el contenido del referido comentario; el tercero recogía la interpretación personal que el observador hacía del comentario y de la situación en el que fue pronunciado. Incluimos dos de estas fichas de registro. En la primera, una enfermera ha consignado un incidente en el que el comentario es negativo. En la segunda, el incidente se valora como positivo.
Incidente núm. 1
¿Dónde y cuándo ha tenido lugar el incidente? – En el pasillo, volviendo del bloque 1, hacia las 12.30 del mediodía.
Describa con la mayor exactitud posible qué ha hecho o dicho el paciente. – El paciente volvía del bloque 1, donde había recibido su medicación. Yo le he comentado: "Esta medicación le ayudará a sentir más fuerza en las manos y los pies". Él ha contestado: "Oh, no, no me siento más fuerte". Yo le he preguntado: "¿Por qué dice eso"? Y él me ha dicho: "Yo tuve un ataque y desde entonces estoy paralizado. No puedo ni mover las manos".
¿Por qué piensa que el paciente se comporta así? – El paciente no quiere esforzarse y necesita inventar una excusa. (Es un hombre de 47 años que lleva tres años en el hospital, en régimen cerrado, en estado de ansiedad.)
Incidente núm. 2
¿Dónde y cuándo ha tenido lugar el incidente? – En la sala de estar, al atardecer.
Describa con la mayor exactitud posible qué ha hecho o dicho el paciente. – El paciente estaba viendo una película en la tele cuando de repente se puso alerta, mirando la pantalla fijamente. Después de mirarla atentamente un rato dijo en voz alta y claramente al malo de la película: "Más vale que tengas cuidado o acabarás en la silla eléctrica".
Este paciente hacía meses que no hablaba ni mostraba ningún interés por su entorno...
¿Por qué piensa que el paciente se comporta así? – Le han cambiado la medicación hace un par de días y él lo ha notado. (Se trata de un paciente de 32 años, que lleva seis meses en el centro en régimen semiabierto. El diagnóstico es esquizofrenia catatónica.)
En cuanto a la última fase de análisis de contenido diremos sólo que las descripciones así obtenidas de los síntomas de los pacientes fueron fragmentadas o reagrupadas en categorías de clasificación, en torno al eje básico de mejora/empeoramiento de los síntomas.
Naturalmente, no siempre el sujeto –delegado o sujeto– observador debe preguntar a otros sujetos. A menudo estos observadores sólo tienen que observar hechos físicos, mecánicos, sociales, exteriores a ellos, y dar un juicio. En una fábrica donde la dirección quiere averiguar por qué se producen periódicamente deterioros del nivel de calidad, tal vez el cuestionario destinado a localizar los incidentes críticos responsables de aquéllos tendrá una forma tan simple como ésta:
Por favor, ponga por escrito
Dos cosas positivas o buenas que le hayan pasado mientras usted llevaba a cabo la actividad X;
Dos cosas negativas o malas que le hayan pasado mientras usted llevaba a cabo la actividad X.
3.3.3.Valoración metodológica
3.3.4.Comparación entre el espécimen y los incidentes críticos
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Los incidentes críticos van asociados a un registro discontinuo, mientras que el espécimen es obtenido mediante registros continuos, con la atención del observador fijada permanentemente en el/los sujeto(s) focalizado(s).
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Por otra parte, los incidentes críticos utilizan observadores que pertenecen al sistema estudiado, mientras que, como hemos visto, la técnica del espécimen utiliza observadores externos.
4.Los informantes
4.1.Los informantes: definición y valor metodológico
4.1.1.Generalidades y distinciones básicas
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Tener capacidad de verbalizar adecuadamente, ser mínimamente locuaz. Esta capacidad puede indudablemente llegar a sesgar la información debido a que, frecuentemente, las personas más aptas para transmitir información oral poseen al mismo tiempo ciertos rasgos de personalidad (como, por ejemplo, la extraversión) u ocupan ciertas posiciones sociales. Además, a menudo sucede que ciertas normas culturales pueden hacer que hablar de algunos temas ante un extraño resulte inconveniente, dificultad que afectaría también a los estudios en nuestro propio ámbito cultural. En cualquier caso, esta capacidad es una condición necesaria del informante; no podemos prescindir de ella en modo alguno.
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Ser reflexivo, capaz a la vez de interiorizar la propia experiencia social y cultural respecto al grupo estudiado y de distanciarse de ella. La persona que da información al científico social debe tener muy presentes las posibles interpretaciones de los comportamientos, roles o valores sobre los que se le pregunta, pero también debe tener una cierta perspectiva sobre aquéllos. Se le exige objetividad, no exactamente en la acepción del positivismo, sino en el sentido de poseer la aptitud de ofrecer su percepción de los hechos, de que ésta sea lo suficientemente nítida y transmitida con claridad. El informante debe iluminar con una luz determinada los fenómenos que indaga el científico; que esta luz muestre algún sesgo, no coincida con la del observador, no invalide la aportación informativa; la invalidaría si en vez de luz fuera sombra. En concordancia con ello, es sabido que los mejores informantes tienden a ser aquellos que pertenecen a los dos polos del éxito y el fracaso social y que, por lo tanto, contemplan la realidad en la que viven desde un ángulo muy acentuado.
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Tener una disposición lo suficientemente buena hacia el observador como para hacer factible una comunicación fluida con él. Esta exigencia no pide que informante y observador sean amigos, aunque ésta es una circunstancia que se ha dado frecuentemente en la historia de las Ciencias Sociales. Sin embargo, es obvio que una actitud favorable del informante hacia el científico y su equipo beneficiará la recogida de información. En todo caso, la disposición de un informante puede incluir alguna desconfianza (sobre todo al principio), algún pesar o crítica encubierta; pero nunca el desprecio, la falta de respeto o el odio.
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Debe ser sincero o ir de "buena fe". Este rasgo es un reflejo directo del anterior. También aquí esta sinceridad se entiende en el marco de una actitud positiva, no en el de la objetividad científica tal como se entendería en las Ciencias Naturales. Incluso algunos tipos de engaño serían compatibles con esta buena fe –por ejemplo, cuando persiguieran el objetivo de dar una buena imagen del sujeto, grupo o comunidad estudiados. A veces, un engaño puede ser altamente informativo, por su significación. Es trabajo del investigador descubrirlo, relativizarlo y valorarlo.
4.1.2.Importancia metodológica de los informantes
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Función 1: por una parte, el informante es primariamente un proveedor de información, de información difícilmente obtenible por otras vías. Ésta es la función básica de esta figura, consustancial a la obtención de material verbal en la observación participante.
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Función 2: por otra, el informante puede contribuir a validar, confirmar o ratificar las categorizaciones, descripciones e interpretaciones a las que ha llegado el científico en un punto avanzado de su recorrido de investigación. Ésta es una función mucho más precisa metodológicamente que la anterior, y es inseparable de cualquier tipo de observación, participante o no participante; de hecho, es parte de cualquier tipo de metodología que no sea meramente exploratoria.
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La función 1, de hecho, sería cumplida por consultantes y no por auténticos informantes. El consultante se limita a responder, a dar información de contenido a partir de la demanda del observador. A menudo (pero no necesariamente) desarrolla un vínculo social fuerte con aquél, vínculo que puede desembocar en una amistad.
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La función 2 sería cumplida por informantes, consultantes especiales requeridos para poner a prueba la información ya almacenada e interpretada. Generalmente, estas personas son seleccionadas o localizadas hacia el final de la investigación y no mantienen una relación íntima con el observador.
4.2.Diferentes posiciones y roles de los informantes en el contexto de la recogida de información
4.2.1.El informante en observación participante y no participante: informantes actuales y a posteriori
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Se puede hablar legítimamente de informantes tanto en el contexto de la observación participante como en el de la no participante.
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No obstante, el informante en observación participante puede brindar su información, bien durante el mismo periodo de recogida de datos, bien una vez finalizado éste; por el contrario, el informante en observación no participante solamente puede jugar su papel a posteriori del periodo de recogida de datos o de registro.
4.2.2.Autoinformantes y aloinformantes
4.2.3.Informantes internos y externos
Observación participante |
Observación po participante |
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En la observación de sujetos aislados, los informantes pueden ser: |
Internos |
Auto Actual o a posteriori |
Auto A posteriori |
Externos |
Actual o a posteriori |
A posteriori |
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En la observación de interacciones, los informantes pueden ser: |
Internos |
Auto o alo Actual o a posteriori |
Auto o alo A posteriori |
Externos |
Actual o a posteriori |
A posteriori |
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Si el psicólogo informa sobre sí mismo, sea como informante actual o como informante a posteriori, es un autoinformante.
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Si los miembros del grupo, individual o colectivamente, informan sobre sí mismos, sea como informantes actuales o a posteriori, son autoinformantes.
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Si el psicólogo informa al observador sobre sus pacientes (en relación con diagnóstico, pronóstico, comentarios de la sesión, etc.), entonces es un aloinformante, bien actual, bien a posteriori.
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Si los pacientes, individual o colectivamente, informan sobre el psicólogo (transmiten la imagen que tienen, lo alaban, critican, interpretan), son aloinformantes, actuales o a posteriori.
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En este ejemplo aparece una variante no considerada hasta ahora: los miembros del grupo, en uno de los dos polos de la interacción, pueden hablar los unos de los otros. Serían, pues, aloinformantes dentro del mismo rol.
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Finalmente, entre las posibilidades de este observador está la de recurrir a informantes externos a la interacción estudiada. Éstos podrían ser otros psicólogos (del mismo centro o de fuera), otro personal (del centro), otros pacientes no incluidos en el grupo de referencia, etc.
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Los informantes internos.
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Los autoinformantes.
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Los aloinformantes.
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Tratad de imaginar cuáles podrían ser los informantes externos respecto a este registro.
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En este caso particular, ¿todos estos informantes serían actuales, a posteriori, o ambas cosas?
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¿Hay, o puede haber, un informante interno actual en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?
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¿Hay, o puede haber, un informante interno a posteriori en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?
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¿Hay un aloinformante en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?
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¿Hay un autoinformante en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?