La observación participante y no participante en perspectiva cualitativa

  • Carles Riba Campos

     Carles Riba Campos

    Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la UB (1986), profesor titular de Metodología de las ciencias del comportamiento en la Facultad de Psicología de la UB y profesor consultor de la UOC. Actualmente dirige el Anuario de Psicología, una revista de psicología general publicada por la UB. Su actividad docente e investigadora ha estado vinculada con la sistematización y aplicación de la metodología psicológica en el ámbito del trabajo de campo y la observación, con especial énfasis en la significación social del comportamiento y en la comunicación. Con esta perspectiva, ha relacionado el enfoque semiótico con la metodología propia de las ciencias sociales, cruce de intereses del que ha nacido su particular dedicación a la metodología cualitativa, entendida como un conjunto de estrategias y recursos dirigidos a la comprensión en profundidad y en clave intersubjetiva del comportamiento humano. Ha publicado varios libros y artículos sobre los temas indicados.

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Cuarta edición: febrero 2023
© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)
Av. Tibidabo, 39-43, 08035 Barcelona
Autoría: Carles Riba Campos
Producción: FUOC

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Índice

1.La observación participante en perspectiva cualitativa

1.1.Los rasgos esenciales de la observación participante

Entraremos en la temática de este módulo a partir de la tipología de los métodos cualitativos establecida en la tabla del subapartado 1.2 del módulo "Generalidades sobre los métodos cualitativos: rasgos básicos, variantes, campos de aplicación e historia". Recordemos que en ella fijábamos dos criterios básicos para segregar unos métodos de otros en el eje de la autenticidad cualitativa: por una parte, atendíamos a las estrategias de recogida de información y técnicas de registro utilizadas, que podían ser la observación participante, la no participante directa y la no participante indirecta o documental. Por otra parte, la investigación con vocación cualitativa podía trabajar sobre material verbal o no verbal. Estos criterios, de hecho, estructurarán nuestra exposición en lo sucesivo, ya que dedicaremos este segundo módulo a la observación participante y no participante; el próximo y tercero a la entrevista como técnica nuclear de la observación participante; el cuarto a la aplicación de estas técnicas a la investigación de grupos; y el quinto al estudio y análisis de documentos. Dejaremos para el sexto y último un conjunto de cuestiones metodológicas relativas a la calidad de la información obtenida.
En la observación participante, el observador científico obtiene información (habitualmente verbal) del sujeto observado a partir de una interacción con él.
Así pues, a continuación exploraremos el mundo de la observación participante: su núcleo y sus variantes y recursos como estrategia de obtención de información sobre el comportamiento humano. No partiremos de cero, ya que nos referimos a este tema en la asignatura Introducción a los métodos de investigación en Psicología y nos hemos vuelto a detener en el módulo "Generalidades sobre los métodos cualitativos: rasgos básicos, variantes, campos de aplicación e historia". Entonces oponíamos la observación participante a la no participante con el fin de enmarcar esta oposición en la también ya mencionada tabla anterior. Ahora desarrollaremos con más detalle y profundidad la primera de estas formas de observación a partir de los rasgos que ya entonces habíamos anunciado.
1.1.1.La relación social observador-sujeto y la participación del observador
Si hay una interacción entre dos personas, ésta se realiza a la fuerza sobre la base de una relación social, formal o informal, con sus roles respectivos. Esta relación es el punto de partida de la observación. El observador debe establecerla de diferentes maneras, presentándose al sujeto, comunicándole qué quiere saber, por qué, el procedimiento de recogida de información, etc.
Cuando el foco de la atención del observador está en un grupo y no en un solo individuo, entonces la relación de este observador con el grupo puede suponer su participación o implicación en él en grado variable, hasta llegar a ser un miembro de aquél. En el contexto de la investigación etnográfica, esta "participación" ha dado nombre al tipo de observación que estamos comentando.
De todo eso se deduce que sujeto o grupo son conscientes de ser observados, estudiados, e identifican al observador como tal (independientemente de que lo puedan percibir o no en una situación dada). Los observados conocen el hecho presente de la observación en curso.
En la observación participante la información recogida suele ser verbal o asimilable a verbal, grabada, transcrita o escrita. En todo caso es información con significado social y personal. El observador mira y escucha, pregunta, pide respuestas y aclaraciones, estimula, indaga. El sujeto responderá según su relación con el observador. Éste, en un extremo, puede ser un completo extraño; en el otro, un amigo o persona de confianza.
En un plano más abstracto, el esquema de la observación participante representaría observador y observado como los dos polos de la interacción y, entre ellos, un flujo comunicativo en ambas direcciones. En la ilustración de la figura siguiente lo tenéis dibujado.
El bucle comunicativo en la observación participante
El bucle comunicativo en la observación participante
Así pues, en esta modalidad de recogida de datos los significados circulan en los dos sentidos, del observador al observado y del observado al observador, según el patrón genérico de pregunta y respuesta.
Esta comunicación está pautada: el observador sabe qué tiene que hacer ("conoce su rol") y el sujeto observado también; de lo contrario se trataría de observación no participante. En particular, el sujeto sabe que es un informante, una persona que se constituye en fuente de información sobre el tema de estudio para el científico. Obviamente el tema de estudio puede ser el mismo sujeto o informante. En todo caso, ya veremos que el papel de informante se puede cumplir de distintas maneras.
Extraer la información de una conversación o de una interacción con un sujeto puede parecer un recurso muy obvio y de sentido común. No obstante, constituye una transgresión de ciertos principios positivistas vinculados a la objetividad. En las Ciencias Naturales la objetividad se fundamenta en la "distancia epistemológica" que el observador es capaz de poner entre él y el objeto de estudio, una estrella, un átomo, un mineral, una bacteria.
Esta operación se ve facilitada por la imposibilidad de tener una interacción comunicativa con estas entidades, interacción que sí que es posible cuando se investigan seres humanos. Claro está que un psicólogo o un antropólogo difícilmente puede fijar mucha distancia entre él y los sujetos que estudia.
Bucle de información entre observador y objeto
El físico que excita una partícula subatómica para conseguir trazas de su trayectoria y, con ellas, su velocidad, masa, etc.; el biólogo que tiñe un tejido con el fin de destacar sus células individuales; el geólogo que trata con un reactivo un mineral para comprobar cómo reacciona; todos estos científicos están indudablemente enviando información a sus objetos de estudio, los cuales se la devuelven transformada de alguna manera según un bucle parecido al de la figura anterior.
Pero esta información devuelta por estos objetos no incluye ninguna interpretación de sí mismos o del mundo que pueda competir con las del científico, no se manifiesta de manera verbal o proposicional.
Comparad las situaciones sugeridas con la siguiente: un psicólogo lleva a cabo una investigación sobre bienestar laboral financiada por la propia empresa donde trabaja. Entre otras cosas, el psicólogo pide a los trabajadores que sitúen en una escala de 1 a 5 la comodidad de su asiento en la cadena de montaje. Algunos piensan 1 (ninguna comodidad) pero dicen 3 (comodidad media) por miedo a que se sepa su respuesta y que eso tenga consecuencias funestas sobre su estabilidad laboral.
Es evidente que, en las Ciencias Naturales, un bucle de información entre observador y objeto no esconde inconsistencias como ésta. De todos modos, los físicos modernos son conscientes de que la distancia que parece requerir la objetividad nunca es tan grande como se quiere, y que los objetos de estudio, por autónomos y distantes que parezcan, no dejan de ser una construcción del observador humano. A menudo, esta conciencia tiene como resultado, tal vez sorprendente, que la filosofía de la física cuántica y de la física de la relatividad están mucho más cerca de la de las Ciencias Sociales (al menos en su versión más crítica) que lo estaba la de la Física clásica.
La recogida de material verbal en el seno de una interacción permite acceder, en cierta medida, al "interior" del sujeto estudiado; permite entrar un poco en su subjetividad: sus opiniones, puntos de vista, sentimientos, emociones. Es evidente que este acceso tiene sus limitaciones, que son las de la comunicación a través del lenguaje. En todo caso, el lenguaje del sujeto o sujetos que estudiamos es la única "sonda" que tenemos para interpretarlo desde dentro de su propio mundo.
Dado que el observador debe establecer una relación más o menos profunda con este mismo sujeto, es posible que su propia subjetividad se vea implicada en la interpretación. Ciertamente, el observador tiene que implicarse si realmente quiere intentar colocarse en el punto de vista del sujeto, ganando así la posición émica que permite la observación participante.
De hecho, puede controlar o tratar de controlar más o menos estas posibilidades de implicación, acercándose más a esta posición émica, o alejándose hacia una ética. De manera correspondiente, podrá adoptar una actitud accesible, cálida, abierta, o bien una fría, neutra, cerrada. En este último caso, seguramente se apoyará en el uso de consignas siguiendo un protocolo más rígido, parecido al de un procedimiento experimental.
Smith y Smith (1983)
Smith y Smith (1983) estudiaron a 12 niños/niñas y 8 jóvenes ciegos, estudiantes en una escuela especial. El objetivo del trabajo era averiguar si sus patrones de comportamiento social en el contexto escolar eran iguales o diferentes de los que muestran los individuos de la misma edad con visión normal.
Los autores utilizaron un plan de observación participante. Primero establecieron contacto con los sujetos, dándoles alguna noción de la finalidad de la investigación; después los acompañaron durante unos días en todos los escenarios propios de la situación escolar: en el patio, en el aula, en el comedor, en los pasillos y vestíbulos, en el bar, etc. Los sujetos, lógicamente, eran conscientes de la existencia de un observador y, a menudo, también de su presencia. Éste registraba comportamiento verbal y no verbal espontáneo y efectuaba también registros de las conversaciones que mantenía con los estudiantes.
Los autores creen que este procedimiento les permitió acceder de modo mucho más cercano a los sujetos, ganándose su confianza y garantizando una cierta transparencia en la información que transmitían.
Adaptado y traducido de T. E. C. Smith y B. L. Smith (1983). Using Participant-Observation to Determine the Social Behavior of Visually Handicapped Children. Education of the Visually Handicapped, 15 (1), 30-36.
1.1.2.Observación participante y experimentación
Este punto enlaza directamente con el anterior. Las relaciones entre la observación participante y la experimentación son sutiles. Para empezar, prestad atención a la siguiente figura, construida con el mismo patrón que la figura anterior, y comparad ambas.
El bucle comunicativo en la experimentación
El bucle comunicativo en la experimentación
  • La diferencia fundamental en el flujo de información de esta figura, comparada con la anterior, es que la flecha de izquierda a derecha aparece en línea discontinua y bajo un candado. El candado simboliza el control que el experimentador trata de ejercer sobre los mensajes que lanza al sujeto. Ciertamente, el experimentador debe establecer una relación con el sujeto humano experimental; no hay otra manera de hacer viable el procedimiento. Pero la interacción no es abierta, ni informal, ni personal, sino al contrario: ha de ser impersonal y debe reducirse hasta el mínimo que permite el rígido protocolo y las consignas e instrucciones sobre qué debe hacer y qué no debe hacer el sujeto. En la experimentación los roles son, pues, diferentes. Como ya sabéis, el experimentador controla las variables que no le interesan y manipula las que sí le interesan, aparte de registrar o medir. Pese a ello, las funciones de mirar y escuchar –observar– continúan vigentes en el laboratorio. Al otro lado el sujeto disfruta ahora de mucha menos libertad que en cualquier forma de observación participante: lo único que puede hacer es obedecer instrucciones y responder de la manera que se le pide.

  • La semejanza entre las dos figuras, es decir, entre la observación participante y la experimentación, radica en la existencia precisamente de esta flecha de izquierda a derecha que supone, de una manera u otra, una intervención del científico sobre el sistema estudiado, sujeto o grupo. En este sentido podemos decir que la observación participante es un método activo, operador o que implica intervención, más que observacional, pasivo o transductor (éstos son conceptos explicados en la asignatura Introducción a los métodos de investigación en Psicología).

En definitiva, la observación participante, a pesar de ser un instrumento clave de la investigación cualitativa, es un método híbrido, ya que tiene componentes de intervención propios de las operaciones experimentales y componentes de observación dirigidos a conseguir la máxima naturalidad y fluidez en la situación de registro y en la relación con el científico.
El grado en el que una observación participante se acerque o aleje del método experimental dependerá del grado de control que se aplique y, por lo tanto, de la rigidez o flexibilidad del protocolo que regule el desarrollo de la interacción entre observador y observado. Sobre todo dependerá de las instrucciones o consignas que se den al sujeto, incluida la posibilidad de no darle ninguna.
Una entrevista altamente estructurada, cerrada, de tipo directivo, se parecerá más a un registro experimental que una abierta, no directiva e informal, tipo conversación.
En principio, entenderemos que los métodos cualitativos trabajan mucho más en la perspectiva de una observación participante no controlada, con protocolos de registro flexibles y procedimientos abiertos, lo cual alejaría la práctica cualitativa habitual de la metodología experimental.
1.1.3.Observación participante y reactividad
La posibilidad de situar la observación participante más cerca o más lejos de la intervención experimental tiene importantes consecuencias sobre la valoración de ciertos problemas metodológicos que se pueden plantear en su aplicación. De éstos, el más importante es el sesgo de reactividad.
Hay que advertir, de entrada, que un sujeto de observación participante, en relación social con el observador, debe saber a la fuerza que está siendo investigado, que es el blanco de la investigación. Este conocimiento puede ser más o menos explícito, pero siempre afectará en medida variable a su comportamiento en la situación de registro. La única excepción a esta regla se dará en el caso de que el científico oculte al sujeto sus intenciones.
De momento, pues, definiremos la reactividad como la influencia que ejerce la situación de registro, incluido el observador, sobre el/los sujeto(s) observado(s), influencia que se manifiesta en cambios de su comportamiento respeto al que mostraría en situación natural, es decir, en cualquier situación que no fuera la de una observación científica formal y conocida.
Un aspecto crucial de la reactividad es que el sujeto puede engañar de distintas maneras al observador, consciente o inconscientemente. Por eso, la reactividad puede ser considerada como un sesgo o error susceptible de control.
Soluciones a la reactividad
Démonos cuenta de que, por ejemplo, un sujeto no responderá igual a una pregunta sobre temas íntimos cuando la formula un familiar o un amigo que cuando la hace un observador desconocido, ni mantendrá la misma actitud o el mismo talante. Como veremos, una de las soluciones a la reactividad es, por este motivo, la familiarización del sujeto con el observador.
Las razones por las cuales el sujeto no responde o no actúa igual son múltiples. El rol de observador científico comporta casi siempre un cierto poder o prestigio, institucional y/o personal, y eso hace que la relación observador-observado sea asimétrica. El sujeto está en una posición de inferioridad, lo cual comporta, desde su punto de vista, ciertos riesgos para su seguridad o intimidad.
Además, una vez definida la relación, aceptado o rechazado el observador, el sujeto puede facilitarle las cosas, intentar gustarle hasta distorsionar su comportamiento o bien, al contrario, boicotearlo y ponerle obstáculos de manera evidente o subrepticia.
Todas estas alteraciones afectarán a la información recogida.
Teniendo eso en cuenta, la observación participante puede seguir dos vías en relación con la reactividad:
1) Cuando la observación participante está cerca de la experimentación y pretende controlar la influencia del observador sobre el sujeto, considerará efectivamente la reactividad como un sesgo, como una amenaza a la validez de los resultados. Tratará, por lo tanto, de suprimirla o reducirla mediante diferentes técnicas. Una de ellas es la observación enmascarada (disguised), en la que el observador procurará obtener su información sin revelar su rol de investigador. Otra será la habituación del sujeto a su presencia.
En este caso, el observador se colocará en una perspectiva ética y estimará que está obteniendo datos sobre un sujeto aislado, situado frente a él.
2) Cuando adopta un enfoque plenamente cualitativo y se aparta de los procedimientos experimentales, la observación participante no considerará la reactividad como un sesgo. De hecho, ni siquiera hablará de reactividad y no hará nada por reducirla o suprimirla, aunque sí intentará que su interacción con el sujeto sea fluida y productiva.
En este caso, el observador se colocará en una perspectiva émica y estimará que está obteniendo datos sobre el sistema nacido de su interacción con el sujeto, y no sobre el sujeto aislado. Por lo tanto, las variaciones reactivas serán una parte sustancial de la información que quiere conseguir.
A través de este prisma, los datos podrán variar dependiendo del observador que los recoja y la situación en la que lo haga. La generalización no se realizará a partir de una observación canónica y controlada de un observador estándar, sino a partir de la suma integrada de distintas observaciones de un mismo sujeto por parte de observadores de diferentes tipos.
La última afirmación os puede parece sorprendente por su relativismo, pero no lo es tanto si nos ponemos más cerca de la práctica habitual de la investigación social. Imaginemos, por ejemplo, una investigación sobre la vida en las prisiones. Probablemente dará resultados cualitativamente diferentes según si la observación la lleva a cabo el propio personal de la prisión (distinguiendo entre vigilantes, administrativos, personal médico, dirección) o personal externo; incluso podríamos pensar en la posibilidad de que los propios presos entrevistaran a sus compañeros, caso en el que los relatos o respuestas proporcionadas mostrarían características propias. Las respuestas también variarán según rasgos individuales de quien haga las preguntas: un hombre o una mujer, un individuo joven o mayor; y sobre todo dependerá bastante del talante, de la actitud, de la voz, de la gesticulación del científico participante.
Tendremos, pues, diferentes versiones de la realidad de la existencia en la prisión, aunque los sujetos en este caso serán siempre los mismos. Una intervención dirigida a la mejora de los presos deberá tener en cuenta todas estas versiones.
Actividad
Intentad imaginar la siguiente situación de observación participante: se trataría de obtener datos sobre la percepción que los ancianos/as de un centro geriátrico de día tienen de la calidad de la atención que reciben. La información se conseguiría mediante conversaciones, entrevistas o el registro de comentarios durante el contacto día a día.
Se os pide que penséis en diferentes observadores participantes (al menos tres) que pudieran obtener este material.
Por otra parte, estos diferentes observadores podrían generar distintas versiones, o respuestas, en cada uno de los sujetos en cuestión.
Arriesgaos, pues, a decir en términos generales cuáles podrían ser algunos de estos observadores y cuáles (de manera resumida) las diferentes versiones que podrían generar en los sujetos.
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Así, es probable que un anciano no emita los mismos juicios sobre la calidad del centro ante la directora que ante la fisioterapeuta que le hace masajes. Pero podéis extender fácilmente este ejemplo a otros miembros o visitantes de un centro de este tipo.
Una guía para responder a estas cuestiones la tendríais en el ejemplo anterior de las prisiones. Lo único que debéis hacer es trasladarlo a un centro geriátrico.
La observación participante supone un doble flujo de información entre el observador y el sujeto o grupos observados, se puede practicar con control o sin él, tratando de neutralizar la reactividad o tratándola como un dato más.

1.2.Usos y grados de la observación participante

Hasta ahora hemos hecho una caracterización global de la observación participante, insinuando solamente sus diferentes variantes. Éstas derivan de la forma de tratar la relación observador-observado (con mayor o menor implicación del observador), del acercamiento o alejamiento de la opción de control experimental y de la concepción del sesgo de reactividad. Ahora nos detendremos en las principales de estas variantes un poco más detalladamente.
La observación participante se puede desarrollar por diferentes vías según el uso que se haga de la situación de registro y el grado de implicación del observador en el sujeto o grupo.
1.2.1.Usos de la observación participante
Entendida como una estrategia de recogida de datos, la observación participante es una vía obligada cuando se quieren conseguir declaraciones verbales de un sujeto sobre sí mismo, sobre otros sujetos o sobre el mundo, cuando se quiere interpretar el material así obtenido en profundidad, desde un ángulo de visión próximo al de este sujeto.
En muchos contextos –clínico, escolar, laboral– no existe otro recurso que este tipo de observación. Por lo tanto, su utilización es a menudo inevitable. Ahora bien, el hecho de que se utilice como opción global deja margen para diferentes implementaciones en la práctica.
La observación participante:
  • Puede ser utilizada de manera negativa, "porque no hay más remedio", pero con cautela metodológica fruto de las supuestas importantes deficiencias que sufre esta clase de observación. Ésta sería su utilización en una perspectiva cuantitativa.

  • Puede ser utilizada de manera positiva, aprovechando la relación social implícita y las peculiaridades de la situación de registro para situarse en una perspectiva de registro diferente, la cual, a pesar de presentar dificultades, permite obtener información densa, profunda y émicamente válida. Ésta sería su utilización en una perspectiva cualitativa.

En definitiva, las ventajas y desventajas de la observación participante dependerán de la posición previa del observador que se sirve de ella: lo que para un investigador cualitativo puede ser una virtud, para uno cuantitativo puede ser un defecto. Y a la inversa.
Eso no nos debe desconcertar. En cualquier caso, cada línea metodológica –cualitativa y cuantitativa– tiene su enfoque y su utilidad para ciertos materiales y ciertos objetivos de la investigación. En el siguiente cuadro hemos resumido estos enfoques dentro de la práctica de la observación participante.

Valoraciones de la observación participante según el enfoque metodológico adoptado

Punto de vista cualitativo o émico

Punto de vista cuantitativo o ético

Permite acceder a la subjetividad de un ser humano estableciendo con él una relación social y recogiendo información verbal de primera mano.

Para obtener información verbal en vivo es inevitable establecer una relación con el sujeto; pero esta relación genera sesgos y se debe controlar.

La falta de control y la espontaneidad de la relación con el sujeto permite potenciar al máximo la autenticidad de la información obtenida, su validez en el marco de esta relación en concreto. Así, la observación participante se decanta hacia el método observacional.

Un protocolo claro y consignas permiten ejercer control sobre el desarrollo de la interacción, a fin de que la información recogida sea objetiva, válida con independencia del observador que la haya obtenido.

La observación participante debe decantarse hacia el método experimental.

El concepto de reactividad, entendido como sesgo, no es pertinente. Si el sujeto nos engaña, el engaño forma parte de la información sui generis producida en una interacción concreta.

La reactividad es un sesgo que debe evitarse, y el engaño es una de sus manifestaciones.

La progresiva familiarización de los sujetos con el observador sirve para aumentar su implicación mutua, facilitando el intercambio de puntos de vista y la empatía.

La progresiva familiarización de los sujetos con el observador sirve para ahorrar errores y sesgos, ya que supone la adaptación del sujeto a una situación de registro artificial.

1.2.2.Grados de la observación participante
Por otra parte, la observación participante ofrece diferentes modalidades que se corresponden con diferentes grados de implicación o acercamiento del observador respecto al sujeto.
Huelga decir que los grados de implicación mayores e intensos serán compatibles con una perspectiva émica de la investigación, en la que puede existir una considerable empatía o compenetración entre el científico y el sujeto; en cambio, los grados de implicación menor supondrán una actitud más bien ética por parte del observador y un intercambio comunicativo más pobre.
Y, como podéis adivinar, los primeros tenderán menos a los protocolos y consignas rígidas –de estilo experimental– que los segundos.
Distinguiremos cuatro modalidades de observación participante, que son producto de cuatro niveles o grados de implicación del observador en el sujeto o grupo estudiados. Definiremos de manera práctica y funcional la noción de implicación. Para nosotros será igual la medida o extensión en que el código del sujeto y el del observador se superponen o se intersectan.
Código
Por código entendemos el sistema de valores y de interpretación que actúa en la interacción observador-observado: sobre todo los sistemas de comunicación, incluyendo el lenguaje, la expresión, el gesto; pero también el pensamiento: las representaciones, las ideologías, las creencias, los gustos, los puntos de vista, etc.
Estas cuatro modalidades corresponden a grados crecientes o decrecientes de la mencionada implicación y son:
1) la observación actuante,
2) la observación implicada,
3) la participación-observación, y
4) la autoobservación.
En la siguiente figura hemos simbolizado estas cuatro modalidades mediante intersecciones de círculos que representan la medida variable en la que observador y sujeto comparten sus "códigos".
Las cuatro modalidades de observación participante según el tamaño de la intersección entre los códigos del observador y el observado
Las cuatro modalidades de observación participante según el tamaño de la intersección entre los códigos del observador y el observado
A continuación expondremos los rasgos fundamentales de cada una de estas modalidades.
1) La observación actuante
A menudo llamada "observación participante limitada".
En esta clase de observación se cumplen las siguientes condiciones mínimas:
El observador establece una relación formal con el sujeto.
El sujeto sabe, por lo tanto, que es estudiado y generalmente conoce al observador, lo percibe.
Ahora bien:
Esta relación es impersonal y distante. El observador hace básicamente de espectador –espectador conocido, eso sí–, sin interactuar con el sujeto fuera de las consignas e instrucciones previas a la sesión de observación.
Si hay un poco más de interacción, ésta es puntual, circunstancial o anecdótica. Si el observador está ante un grupo, no se involucrará en él.
Por lo tanto:
  • El observador se puede considerar externo y pasivo. El sujeto es también, a la fuerza, pasivo; no se dirige activamente o espontáneamente al observador, pues esta posibilidad queda fuera del protocolo.

  • El balance entre objetividad y subjetividad se inclina a favor de la primera.

  • Teniendo eso en cuenta, vemos que esta modalidad es muy próxima a la observación no participante por la distancia que se establece entre observador y observado.

  • No obstante, tiene igualmente rasgos experimentales, los cuales se ponen de relieve en la voluntad de controlar el protocolo de registro y la interacción con el sujeto.

  • Si a pesar de todo consideramos esta modalidad como participante es porque sujeto y observador se reconocen mutuamente en sus respectivos roles y existe la base para una interacción más plena, aunque, en la práctica, ésta sea puramente virtual.

  • Consiguientemente, deberemos considerar la observación actuante más ética que émica.

  • Con todo, como las fronteras entre estas modalidades no son nítidas, debemos decir que también hay grados dentro de la observación actuante: desde aquellos casos en los que el observador es un simple testigo, percibido pero mudo, de la actividad del sujeto o del grupo, hasta aquellos otros en los que su grado de intervención es mayor, como en el ejemplo que podéis consultar a continuación.

    Imaginad una dinámica de grupo en la que el moderador-observador actúa de la siguiente manera: llega a la sala donde se celebra la sesión, da un par de consignas ("sentaos, por favor", "vamos a empezar"...) y, una vez planteado el tema del día, da la palabra a uno de los sujetos. A partir de este momento ya no interviene más, si no es para dar la palabra a alguien, o para corregir o interrumpir puntualmente. Desde su butaca, situada un poco apartada del grupo, o desde una tarima (como un profesor en el aula), este moderador dirigirá la sesión sin mantener relaciones más profundas con ninguno de los individuos que participan. Además, tampoco tendrá vínculos íntimos con ellos fuera de la sesión. En ningún momento abandonará su rol directivo, jerárquicamente superior, para confundirse con el grupo.

    Éste sería el caso de muchas sesiones clínicas durante las que se recogen datos. Y hay que reconocer que difícilmente podrían ser de otra manera.

    Como tendréis ocasión de comprobar, las entrevistas cerradas, muy estructuradas y directivas, encajarían igualmente en esta modalidad de observación participante. El entrevistador pregunta desde un lado de la mesa y el sujeto responde desde el otro o rellena un cuestionario. Ni el uno ni el otro se apartan de las instrucciones que da el protocolo o se apartan poco, accidental o estratégicamente (quizás para dar confianza al sujeto), cada uno fijado en su rol.

    Observación actuante y observación participante

    A menudo, en la literatura, este tipo de observación se considera no participante, ya que el observador no "participa" realmente en lo que estudia. Algunos autores distinguen observación no participante visible o indiscreta (obstrusive), en la que el observador es conspicuo, e invisible o discreta (non obstrusive), en la que el observador no es percibido. Para nosotros, la segunda correspondería a la observación no participante a secas, mientras que la primera coincide con la observación actuante de la que estamos hablando ahora.

    En este texto, como ya habéis comprobado, hemos dado un sentido más amplio y –creemos– más sistemático a la observación participante. Desde nuestro punto de vista, la cuestión decisiva no es si este observador participa o no lo hace, sino si establece una relación o no con el sujeto, relación que, en cualquier caso, es la condición sine qua non de la participación.

    Es más importante como criterio clasificatorio la existencia o no de una relación con el sujeto o grupo que la de una participación mayor o menor en la vida de éstos. La diferencia clave está en si el observador se siente vinculado o no con la persona que observa (aunque sea pasivamente, como espectador) y en si el sujeto se sabe o no observado, contemplado, por una persona con la que mantiene un vínculo social, más formal o más personal.

2) La observación implicada
A menudo llamada "observación participante no limitada".
En esta clase de observación:
  • El observador establece una relación de intensidad variable con el sujeto, más informal y profunda que en la observación actuante. Interactúa con él de manera frecuente, a veces continua en un determinado contexto. Si está delante de un grupo, actuará como un miembro más.

  • El/los sujeto(s) no sólo conoce(n) al observador, sino que se puede(n) dirigir a él con libertad variable, según los casos.

Por lo tanto:
  • Es una observación plenamente participante. La interacción permite el intercambio comunicativo sin trabas o con pocas trabas.

  • El observador es activo.

  • La distancia entre observador y sujeto o grupo observados es mucho menor que en la observación actuante. La relación puede llegar a ser personal.

  • Ahora el problema del observador no será el de ganar suficiente distancia respecto al sujeto para ser objetivo, sino el de no acercarse tanto al sujeto, identificándose con él, de manera que pierda toda objetividad, toda perspectiva sobre los hechos que estudia.

  • La observación implicada se aparta tanto de la observación pura como del experimento; el observador se sitúa en una posición típica del antropólogo de campo o del educador.

  • Estamos, pues, ante una modalidad de observación participante donde el componente émico es mucho mayor que el ético.

    Métodos etnográficos

    Esta clase de observación es la que se ha utilizado tradicionalmente en la Etnología y constituye el núcleo de los métodos etnográficos. El antropólogo debe mantener vínculos consistentes con los indígenas, aprender su lengua, costumbres y valores, habla mucho con ellos en un clima de máxima confianza y respeto. De lo contrario, difícilmente podrá hacer interpretaciones correctas del mundo por el que se interesa.

    Varias modalidades de relación clínica caen también cerca de esta manera de entender la observación participante.

    En general, una entrevista abierta, poco estructurada y poco dirigida, desarrollada con pocos formalismos pero con intensidad y profundidad, es un instrumento básico para llevar a cabo una observación participante implicada.

3) La participación-observación
En esta clase de observación:
  • El observador no es un científico profesional o semiprofesional, formado en el seno de un grupo de investigación o en un programa universitario.

  • El observador es miembro de alguno de los grupos sociales de pertenencia del sujeto (familia, colectivo laboral, amigos, etc.). Existe, pues, un vínculo preexistente entre observador y observado. Respecto al sujeto, el observador puede ser el padre, la madre, el cónyuge, el maestro, el compañero laboral, el/la amigo/a, etc.

Este observador, por lo tanto, es un profano en temas de investigación y necesitará algún entrenamiento, instrucciones y guía para cumplir bien su tarea. Deberá estar bajo la supervisión del científico que ha organizado la investigación y la dirige, seguir el protocolo creado por él (sin embargo, es probable que este mismo protocolo haya sido hasta cierto punto negociado para adaptarlo al observador y a la situación interpersonal de registro).
Por lo tanto:
  • Es una observación plenamente participante. Los rasgos de esta modalidad son los de la observación implicada.

  • Está garantizado que el intercambio comunicativo será bastante libre y fluido; la relación, personal; la distancia respecto al sujeto, mínima; el clima, de confianza.

  • El sujeto será máximamente accesible en el espacio y el tiempo; la libertad de movimientos del observador respecto a este sujeto representará una ventaja.

  • Como en el caso de la observación implicada, la principal dificultad será la de evitar interpretaciones excesivamente centradas en el punto de vista del sujeto, debido a la identificación del observador con él, a su proximidad social o afectiva, a la falta de perspectiva, en definitiva.

  • Pero en este caso, el observador virtual, el investigador que, a distancia, dirige la acción del observador real sobre el sujeto, va examinando los materiales que le suministra este último, mientras le guía, orienta e instruye a fin de que los materiales recogidos ofrezcan un mínimo de calidad científica.

  • Se trata de una observación émica con respecto a la posición del observador real; en cambio, la debemos juzgar ética si la contemplamos desde el punto de vista del observador virtual.

  • Esta modalidad se dedica, casi exclusivamente, a la observación de individuos, descartando la de grupos por razones prácticas (imaginad un encargado de sección que tuviera que observar a todos los empleados a su cargo, o una madre de familia que tuviera que estar atenta a todos sus hijos).

    Proximidad del observador

    Debemos entender que un aspecto importante de la táctica de esta observación es el de excluir todas aquellas situaciones y observadores que limiten sus posibilidades. Así, no tendría sentido que un trabajador sometido a acoso laboral fuera observado por el propio jefe responsable de esta situación.

    Aparte de eso, debería resultar igualmente claro que la proximidad del observador con el sujeto depende del tipo de relación que se utilice para diseñar el registro: así, los datos que obtenga una madre sobre su hija pequeña serán de más valor, en el contexto de una participación-observación, que las que esta misma mujer obtenga de una compañera de trabajo.

    Un equipo de investigación de la Universidad X encarga a un maestro de primaria un estudio exhaustivo y longitudinal de determinados comportamientos en la escuela. El registro se centra en los 16 niños/as de su clase e incluye anotaciones sobre comportamientos verbales y no verbales, tanto en el aula como en el patio.

    Además, al maestro se le planifican entrevistas periódicas informales con sus alumnos para completar la recogida de información.

    A fin de que la observación se beneficie al máximo de un clima de confianza, en un contexto natural, el maestro no comienza los registros hasta el mes de enero, utilizando los tres meses iniciales del curso para afianzar y profundizar sus vínculos personales con los niños.

    Una vez cada 15 días el maestro se reúne con los promotores de la investigación, les muestra el material recogido, pide aclaraciones, expone dudas. Los directores de la investigación le asesoran sobre cómo resolver las dificultades que se le presentan, sobre cómo conducir el curso restante de la recogida de datos.

4) La autoobservación
En esta clase de observación:
  • No existe observador propiamente dicho, en cuanto agente separado, externo y situado enfrente del sujeto.

  • Los roles de observador y observado coinciden en la misma persona; el observador es el observado, y viceversa. Estamos hablando, pues, de un individuo que se observa a sí mismo, se autoobserva y genera, una vez hechos los registros, un autoinforme.

De forma parecida a la participación-observación, este individuo no es un científico, un profesional de la investigación, sino un profano, por lo cual necesitará formación, entrenamiento y supervisión del científico que ha diseñado la recogida de información.
Por lo tanto:
  • Esta modalidad es el límite de la observación participante: la participación o identificación del observador con el observado es total.

  • La distancia respecto al sujeto será cero.

  • El decantamiento por el punto de vista del observado será, en consecuencia, inevitable y quedará reflejado en el autoinforme. A menudo existirá el peligro de que este autoinforme, más que reflejar el comportamiento real, proyecte la estructura interna de la persona que lo ha compuesto.

  • Ahora bien, como en el caso anterior, este decantamiento podrá ser corregido por el entrenamiento y por la supervisión del científico u observador virtual que dirige el proceso de registro.

  • En línea con los puntos anteriores, diremos que los protocolos utilizados en autoobservación suelen contemplar el registro de acciones fácilmente observables y objetivables, con el fin de contrapesar las interpretaciones muy subjetivas y centradas en el propio punto de vista. Sobre esta base, es erróneo atribuir a la autoobservación una intención inexorablemente introspectiva.

  • Por la misma razón, se prefieren los autoinformes concurrentes a los retrospectivos. Los primeros son generados por la observación de conductas presentes que el sujeto ejecuta en el mismo intervalo temporal en el que las registra (el mismo día, semana); los segundos obligan al autoobservador a recordar comportamientos más remotos en el tiempo, por lo cual el riesgo de equivocarse o falsear la información es superior.

  • También, como en el caso de la participación-observación, ésta es una modalidad de observación rotundamente émica con respecto a la posición del autoobservador; en cambio, la debemos estimar ética si la contemplamos desde el punto de vista del observador virtual.

  • Por razones fáciles de comprender, esta modalidad tampoco se dedica a los grupos, sino solamente a los individuos.

  • Una peculiaridad de la autoobservación es que genera una clase especial de reactividad: la autorreactividad. En contextos clínicos se considera que la autorreactividad puede tener valor terapéutico.

    Autoinformes

    En los puntos anteriores hemos sugerido varios recursos sobre cómo recuperar objetividad en una modalidad de registro tan constitucionalmente subjetiva como la autoobservación. Sin embargo, estos recursos suponen una toma de posición del observador en el continuo ético-émico u objetivo-subjetivo. Podemos encontrarnos con casos en los que el científico renuncie a toda objetividad, interesado como está en la afluencia de información libre de restricciones, espontánea, por parte del sujeto, aunque esta información sea "subjetiva", no verificable empíricamente. En el diagnóstico clínico o educativo esta posibilidad es plausible.

    En el otro extremo, nos podemos encontrar con autoinformes que han sido controlados y dirigidos hasta el último detalle, buscando la máxima objetividad. Eso sería conveniente y aceptable en intervenciones terapéuticas, clínicas, educativas, sociales. Así, por ejemplo, en ciertas terapias contra la obesidad canalizadas mediante autoinformes, el sujeto tratado tendrá que consignar diariamente (pongamos tres veces al día) qué come, en qué cantidad, a qué hora, dónde lo hace, etc. Estos contenidos son inmediatamente objetivables y serán registrados mediante categorías de clasificación elaboradas por el terapeuta.

Actividad
En esta actividad se os pide que meditéis sobre ciertas consecuencias de la implicación del observador, de la falta de "distancia" entre él y aquel(los) a quien(es) estudia. De entrada, leed atentamente estos dos extractos de un texto de Lofland:
1) "En todas partes la gente tiende a necesitar ayuda; sus circunstancias nos piden algún compromiso moral. Podemos llegar a sentir, de hecho, la necesidad de involucrarnos y ayudar. Pero nosotros somos observadores. ¿Hasta qué punto y de qué manera (si es que hay alguna) podríamos hacerlo? ¿En qué medida este observador supuestamente neutral deberá responder al dolor o a las dificultades que observa desde muy cerca?"
2) "El proceso de acercamiento a un escenario social requiere que el observador mantenga relaciones razonablemente buenas con sus miembros. Alcanzar estas buenas relaciones y mantenerlas exige que observadores y observados posean unos rasgos sociales que les permitan sentirse cómodos los unos con los otros. Por eso, un prerrequisito para emprender una observación [participante] es la constatación, por parte del observador, de cuál es su estilo propio, cuáles son sus sentimientos por aquellos cuyo mundo está dispuesto a visitar".
J. Lofland (1971). Analyzing Social Settings (pp. 97 y 99). Belmont (Cal): Wadsworth. (Traducción y adaptación nuestra.)
Explicad a vuestra manera y con vuestras palabras cuáles son los dilemas y cuáles las dos alternativas que tiene ante sí el observador, en el caso 1) y en el caso 2).
En el caso 1) el observador puede o bien..........................................., o
bien...............................................................................................
En el caso 2) el observador puede o bien..........................................., o
bien...............................................................................................
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
De hecho, lo que queremos saber es vuestro nivel de comprensión de estos textos.
Claro está que el autor plantea dos problemas fundamentales de la observación participante, especialmente de aquellas de sus modalidades que comportan una comunión mayor con la sociedad o grupo que se estudia. El primero es de orden claramente moral; el segundo admite una lectura más social, pero también metodológica. Los dos provienen del hecho de que el observador está en relación con el sujeto.
La observación participante, entendida cualitativamente, permite las modalidades actuante, implicada, la participación-observación y la autoobservación según la creciente implicación del observador.

1.3.La interpretación en el contexto de la interacción y el diálogo

El observador participante interpreta el comportamiento de personas, grupos o sociedades por medio de los diferentes tipos de información que le llegan en el curso de la interacción con los individuos.
El observador que recoge datos por medio de los puentes interactivos que tiende hacia las personas debe estar atento a tres fuentes de información:
1) lo que dice el sujeto,
2) lo que comunica o hace el sujeto al margen de sus palabras (con expresiones, gestos, acciones, etc.),
3) y el contexto o situación en el que se encuentran él mismo y el sujeto.
La fuente 1) puede dar lugar a grabaciones acústicas (en la época actual) y a las posteriores transcripciones escritas, o bien a documentos cuando, más que apoyarse sobre lo que dice el sujeto, el observador aprovecha lo que escribe –él o la sociedad a la que pertenece. Los materiales generados por las fuentes 2) y 3) han de ser recogidos por medio de anotaciones en forma de diario o cuaderno de campo o, alguna vez, en forma de plantillas de registro estructuradas. Sea como sea, daos cuenta de que, en los tres casos, la información en perspectiva cualitativa produce un texto: transcripciones o documentos, por la parte del sujeto; anotaciones de carácter narrativo o más estructuradas, por la parte del observador. La base de la interpretación es, pues, el texto. Conviene no olvidar esta circunstancia, nada trivial, con vistas a la exposición del módulo "El estudio de transcripciones y documentos", ya que allí nos concentraremos en las características de estos textos e introduciremos la manera de interpretarlos.
Estas tres fuentes pueden llevar a interpretaciones convergentes, o no; y por supuesto las tres son compatibles con la observación participante, tal como la hemos caracterizado en los apartados anteriores, ya que las dos primeras suponen una actitud mayoritariamente intencional del sujeto con este observador puesto en su rol (actitud que no es posible en la observación no participante porque el sujeto ni siquiera conoce la existencia de un observador), mientras que la tercera exige que observador y observado compartan la misma situación social en el momento de interactuar.
Naturalmente, esta actitud intencional centrada en el observador, el tipo de contexto, así como la cantidad y calidad de información que todo ello genere, dependerán en gran parte de la clase de observación participante de que se practique, más o menos implicada, sobre vínculos más o menos consistentes. Particularmente, la información contextual será más pobre en la observación actuante que en la implicada o en la participación-observación, dado que en la primera de estas modalidades es el observador quien fija las coordenadas de la situación (por ejemplo, en una dinámica grupal o en una entrevista laboral), mientras que en las segundas la delimitación de la situación es establecida, voluntaria o involuntariamente, por la persona o grupo estudiados (como se pondría de manifiesto al abordar a un grupo de ancianos en el casino de un pueblo o a un jugador de fútbol en el vestuario después de un partido). Cuando el contexto es definido por el observador para estandarizar las condiciones de la interacción, se gana capacidad de replicación pero se pierde el detalle del trasfondo en el que se desarrolla la relación.
En realidad, en nuestra vida cotidiana, cuando conversamos con alguien no sólo respondemos, preguntamos o actuamos guiados por lo que dice, sino también por la entonación o la prosodia, por la expresión de su cara, por su gesto, por su postura, por la gente que hay alrededor, por las circunstancias en las que progresa la conversación (podemos estar en su casa o en la nuestra, en el trabajo, en la calle, en un acto público...), etc. La diferencia entre un conversador corriente y un científico es que, para éste, todos estos canales son –o tendrían que ser– captados consciente y ordenadamente y que cada uno de ellos ayuda, de alguna manera, a la interpretación de los otros de manera coordinada y sistemática.
Además del tipo de observación practicada, otro factor que influye en la cantidad y calidad de la información que llega al observador participante es el tiempo que ha estado en contacto con su objeto de estudio y, en consecuencia, su grado de habituación y penetración en el mundo de la persona o en el sistema social estudiados: obviamente, no obtendrá la misma información en los inicios del proceso de investigación cuando, como investigador cualitativo, acaba de empezar a formar vínculos con los sujetos y a captar las reglas y claves que gobiernan el acceso a esta información, que cuando ya está plenamente establecido en este mundo o en este sistema y domina razonablemente los códigos personales o sociales que regulan el comportamiento de personas y grupos. A medida que el investigador se va adaptando a la persona o grupo que quiere analizar e interpretar, y a medida que éstos se acomoden a él, la fluidez de la interacción aumentará y, por lo tanto, el volumen e interés de la información recibida también se incrementará.
Finalmente, la interpretación de los materiales proporcionados por la observación participante ha de tener en cuenta que la información disponible se distribuye en diferentes planos de la realidad interpersonal y social, desde la que el interlocutor provee sobre sí mismo y sus relaciones más próximas hasta la que aporta sobre los otros y sobre las relaciones de los otros. El observador participante no puede dar el mismo valor a las revelaciones que un sujeto hace sobre él, su familia y sus amigos que a las que hace sobre los amigos de sus amigos o las conocidas de los miembros más alejados de su familia, pese a que –evidentemente– esta información también deberá interesar y ser interpretada. La consecuencia directa de ello, desde el punto de vista del cubrimiento de la información (o del "muestreo", en una perspectiva cuantitativa), es que hay que interactuar con el mayor número de sujetos en un determinado marco interpersonal o grupal, con el fin de poder generalizar, mediante tácticas de triangulación, todas las informaciones procedentes de cada uno de los nódulos de la red social considerada.
Triangulación
La triangulación es una táctica genuinamente cualitativa que permite generalizaciones extensivas o –lo que es lo mismo– que abarcan los diferentes puntos de vista individuales y sociales o las diferentes aproximaciones metodológicas que son posibles con respecto a un objeto de estudio. Las primeras ideas sobre esta noción fueron presentadas en la asignatura Introducción a los métodos de investigación en Psicología, y el pleno desarrollo del concepto lo encontraréis, tal como indicaba el enlace previo, en el módulo "La calidad de los datos en la investigación cualitativa".
El observador participante interpreta textos que son fruto tanto de la aportación de los sujetos como de la propia narración de lo observado, y considera tanto lo que dicen las personas como lo que hacen, así como el contexto en el que lo dicen o hacen.

2.La observación no participante en perspectiva cualitativa

2.1.Los rasgos esenciales de la observación no participante

En la observación no participante con vocación cualitativa, el observador recoge información significativa del sujeto observado sin establecer interacción con él y, por lo tanto, sin que él se dé cuenta.
La caracterización que haremos de la observación no participante descansará sobre los mismos criterios aplicados al participante, a partir de la definición inicial que hemos dado en el módulo "Generalidades sobre los métodos cualitativos: características básicas, variantes, campos de aplicación e historia". De esta manera, podremos realizar una comparación provechosa entre estas dos tácticas de recogida de información.
2.1.1.La distancia observador-observado
En esta modalidad de observación el científico observa al sujeto o grupo sobre el que se focaliza su atención sin que haya ningún intercambio de información con él. De hecho, eso quiere decir que el observador recibe información del sujeto el que ve u oye, pero no le devuelve información de ningún tipo.
Por consiguiente, no hay ninguna posibilidad de interacción, de relación social. El sujeto o grupo no puede saber que es observado, estudiado. No está en condiciones de identificar al observador como tal. Tampoco se le ha comunicado previamente que hay una investigación en curso en la cual él figura como sujeto. En suma, hay una total asimetría de información: el científico sabe qué está pasando y el sujeto no.
El observador, pues, se mantiene "a distancia" del sujeto. Es un espectador que no participa en lo que contempla. Éste ocupa la misma posición epistemológica que una hormiga en el visor del microscopio o un planeta en el del telescopio. De manera que la posición de un observador no participante o externo, en contraste con la del observador participante, no genera reactividad, ya que el sujeto es totalmente ignorante o inocente; no se sabe investigado u observado.
La ignorancia o inocencia del sujeto se puede alcanzar por tres vías:
1) Aumentando la distancia física entre observador y observado. Esta separación tiene que impedir que el individuo estudiado capte la presencia del observador (si la captara estaríamos entrando, virtualmente, en una situación de observación participante). Entonces el registro debe recurrir a toda una tecnología de la magnificación o al acercamiento de la imagen perceptiva, similar a la del espionaje o el periodismo del cotilleo: teleobjetivos, prismáticos, micrófonos direccionales de cañón, etc. En estos casos, decimos que la observación es distante.
2) Escondiendo al observador. La ocultación del observador persigue igualmente su invisibilidad desde el punto de vista del sujeto. Ahora el registro se aprovecha de una tecnología emparentada con el anterior: espejos unidireccionales, cámaras ocultas y/o teledirigidas, mirillas; o recurre directamente al escondrijo más al alcance. Decimos entonces que la observación es oculta. El observador que la practica es, funcionalmente, un voyeur.
3) Estudiando sujetos naturalmente "inocentes". Es obvio que, si tomamos datos sobre un bebé, una persona con alta discapacidad intelectual o un insecto, la capacidad de detección de un observador por parte de estos sujetos es nula. Justamente, la dificultad en estos casos residiría en conseguir una situación de observación participante.
Huelga decir que, en cualquiera de estas condiciones, la observación es predominantemente ética. Sólo podrá ser émica en la medida en que el observador conozca previamente al sujeto o el código lingüístico, gestual, instrumental, utilizado por el sujeto. Pero, en principio, la mirada de este científico será externa al sistema, grupo o sujeto investigados, dado que no puede relacionarse con ellos.
  • La ventaja es que esta observación ética se instala plenamente en el paradigma de la objetividad, defendido y mantenido por el positivismo y las Ciencias Naturales: el observador no se ve perturbado por ningún sesgo debido a la influencia o contrainfluencia de un sujeto con lo que interactúa y puede, supuestamente, dirigir su mirada limpia, libre de impedimentos, hacia lo que figura como foco de su interés científico.

  • La desventaja es que, sin interacción, sin preguntar ni hablar al sujeto, difícilmente se puede profundizar en él, indagar en su subjetividad, por lo cual la interpretación de su comportamiento se convierte en problemática.

Sin embargo, la interpretación es posible –y más en una opción cualitativa– pero debe apoyarse sobre otras bases. En general depende del contexto, categorizado, clasificado. Dado que el sujeto no nos podrá entregar verbalmente las claves, los indicios necesarios para la interpretación de sus acciones, deberemos prestar atención a los contextos en los que aquellas se producen si queremos descifrarlas, si queremos darles una interpretación plausible.
En continuidad con el punto anterior, la información recogida por la observación no participante puede ser verbal o no verbal. Una observación no participante con vocación cualitativa, aparte de comportamientos verbales, podrá registrar y analizar comportamientos no verbales siempre que éstos sean interpretables en términos de significado.
En la práctica, pues, el observador registrará lo que dice el sujeto o sus acciones no verbales de carácter expresivo o comunicativo, mediante las cuales se transmite alguna significación personal, interpersonal, social o cultural (vocalizaciones emotivas, expresiones faciales, gestos, posturas, acciones simbólicas, etc.).
En síntesis, una representación esquemática de la observación no participante, en contraste con las ya vistas de la observación participante y la experimentación en el apartado 1. 1 de este módulo, adoptaría la forma de la siguiente figura. El flujo de información va del observado al observador, pero no en dirección contraria. No hay comunicación, sino solamente percepción de un sujeto por parte de un científico entrenado.
El flujo de información en la observación no participante
El flujo de información en la observación no participante
Podéis ver que la diferencia fundamental de la observación no participante respecto a la observación participante es que, en la primera, tal como se ve en la figura, el observador no pregunta y el sujeto no responde, no sabe que da datos ni que es una persona sometida a observación.
2.1.2.El observador no participante ante el flujo significativo del comportamiento
Como ya hemos dicho, el observador no participante que practique la investigación cualitativa debe interesarse por aquellos niveles del comportamiento humano en los que se manifiestan las significaciones sociales y culturales, donde el sentido de la conducta se da en el lenguaje o es traducible a lenguaje.
Si, por ejemplo, un observador cualitativo estudia el juego de un tenista, podrá distanciarse de él, no entrevistarlo, pero no podrá evitar atender a lo que dice o expresa de forma vocal (exclamaciones, suspiros, resoplidos) durante el partido, en los descansos o una vez finalizado; a su gesticulación cuando acierta con un golpe difícil o falla uno fácil; a las indicaciones al juez árbitro o al público. Deberá concentrarse en aquellos aspectos molares del partido que dan contenido al ritual social y deportivo; no se ocupará –pongamos por caso– de las velocidades de reacción, de la funcionalidad dinámica de los golpes o de la conveniencia biomecánica de las posturas a partir de filmaciones. Estos materiales, que podrán ser muy relevantes para una parte del trabajo de un entrenador, no son directamente interpretables en términos socioculturales, no forman parte de la codificación de la vida cotidiana, que es la que da la información pertinente en un enfoque cualitativo.
Podemos decir metafóricamente que el psicólogo cualitativo contempla el curso de la conducta como un criptógrafo sigue una secuencia de signos de un lenguaje más o menos conocido, o como un antropólogo o un lingüista atienden a una cadena de sonidos o de palabras, también de un cierto lenguaje, cuyo código conocen en menor o mayor medida.
El psicólogo cualitativo que hace de simple espectador suele modelizar la conducta como una serie o secuencia; una secuencia de comportamientos, signos o de acciones, en vez de una secuencia de sonidos significativos o de palabras.
La preparación de este material secuencial, previa a su clasificación, registro y medida, también mantiene innegables semejanzas con la preparación del material lingüístico:
1) Preparación del material lingüístico. Imaginemos una frase como la siguiente, representada tal como se oye:
"Elprofesorsehalevantadodelamesayhasalidoalpasillo".
Los lingüistas aplican dos tipos de análisis a este material.
Por una parte, segmentan o dividen el continuo de sonidos, o de signos escritos, en la dimensión secuencial o temporal, mediante criterios sintácticos y considerando diferentes niveles de análisis o articulación del lenguaje. El conjunto de signos que se segmenta es, pues, el de aquellos que están presentes en la cadena. La anterior retahíla de signos se podría dividir en fonemas o en monemas o palabras. Si lo dividimos en palabras, que son a la vez unidades formales y de significado, la segmentación producirá obviamente (sin entrar en sutilezas conceptuales) esta oración:
"El profesor se ha levantado de la mesa y ha salido al pasillo".
En este caso, tratándose de castellano, la separación entre cada signo y el siguiente no ha planteado demasiadas dificultades. Si nos hubiéramos enfrentado con una lengua o un código desconocido, seguramente nos hubieran faltado criterios para saber cuándo acababa una unidad semántica o de significado y empezaba la siguiente. Es el problema de los criptógrafos que pretenden descifrar lenguas antiguas.
Por otra parte, cada una de estas unidades que hemos llamado "palabras" forma parte de sistemas o categorías de clasificación abstractas que los lingüistas a veces llaman paradigmas. Las categorizaciones pueden ser de diferentes tipos y siempre implica la sustituibilidad de los elementos de la cadena presente por otros ausentes.
El término profesor es a la vez sujeto de la oración (pertenece al conjunto de sujetos posibles) y sustantivo (pertenece al conjunto de sustantivos posibles). Podría ser sustituido por "profesora", "conferenciante", hombre", etc. "Ha salido" es un predicado verbal, un verbo en pretérito perfecto de indicativo, un verbo de movimiento, el cual podría ser cambiado por "se ha marchado" o " ha corrido", pero también por "sale", "está saliendo", etc.
2) Preparación del material de comportamiento. El trabajo preparatorio de la actividad de medir o analizar una secuencia de acciones es comparable a lo que acabamos de describir. El observador del comportamiento humano también asiste a un flujo continuo y en principio indiferenciado de movimientos corporales y desplazamientos en el espacio (en vez de sonidos), flujo que tiene que ser dividido en unidades significativas, categorizables o clasificables. Por lo tanto, ante el comportamiento humano libremente desplegado en situaciones naturales y cotidianas, el psicólogo debe llevar a cabo tareas parecidas a las que presentábamos antes.
Cadena de acciones
Con eso no pretendemos insinuar que la estructura de una cadena de acciones sea realmente idéntica al de una cadena lingüística; lo único que afirmamos es que las operaciones de categorización y segmentación que se aplican a la una y a la otra mantienen ciertas semejanzas formales. En todo caso, la cadena de acciones debe ser descrita mediante el lenguaje. No entraremos aquí en otras cuestiones más complejas relacionadas con estos temas.
Imaginemos una secuencia como la que describía la frase que hemos utilizado más arriba. La frase era bastante sintética, pero el encadenamiento de actos que integraban la acción, ante los ojos del observador, seguramente se podría haber detallado mucho más. En un registro narrativo, que nos brinda la materia prima sobre la que debemos trabajar, la descripción podría tener, por ejemplo, esta apariencia:
Registro narrativo
"El profesor se interrumpe, mira la puerta del aula, retira la silla en donde estaba sentado, mira de nuevo hacia la puerta, se mantiene semiincorporado por un momento y se levanta. Sin cesar, levanta la mano ante la clase [parece indicar que esperen] y va hacia la puerta recorriendo primero la tarima y bajando después al suelo. Abre la puerta, mira en ambas direcciones asomando la cabeza y después desaparece por el pasillo."
El observador tendrá que pulir este material antes de analizarlo y, para hacerlo, se valdrá igual de operaciones de segmentación y categorización. Un resultado admisible de este pulimento podría ser la siguiente secuencia:
Segmentación y categorización
"Interrupción" → "Mirada focalizada" → "Acción instrumental" → "Mirada focalizada" → "Levantarse" → "Desplazamiento" → "Aviso (de interrupción)" → "Desplazamiento" → "Acción instrumental" → "Mirada focalizada" → "Desplazamiento".
El observador ha construido una secuencia, segmentada en unidades significativas y medibles, mediante criterios que permiten discernir cuándo finaliza un acto y empieza otro.
Seguramente sería excesivo decir que los criterios utilizados para esta segmentación son sintácticos, como en la segmentación de una oración. En todo caso, estos criterios tienen que ver con las habilidades perceptivas del observador, con la ordenación lógica de la conducta (antes de salir de una habitación hay que abrir la puerta, nunca a la inversa), con los códigos culturales que el observador puede conocer o no (se avisa a la gente para que se espere antes de abandonarla un momento), con reglas teóricas que este mismo observador puede o no ignorar y –sobre todo– con reglas metodológicas.
En este caso concreto, las convenciones metodológicas consiguen, entre otros objetivos, transformar el registro narrativo precedente en una secuencia aparentemente perfecta. Con este fin, conductas que, de hecho, no se siguen las unas a las otras, se representan como si estuvieran en sucesión. Así la tríada "Desplazamiento" → "Aviso" → "Desplazamiento" encubre la circunstancia de que el profesor hace el gesto de aviso mientras está andando hacia la puerta, no después de una parada y antes de reiniciar la marcha.
La segmentación, pues, puede plantear más o menos dificultades según los casos. Además, cuando la observación sea émica y el observador conozca previamente el código de segmentación las dificultades serán mínimas, de manera comparable al caso en el que hay que separar los elementos de una oración en una lengua conocida. En la circunstancia contraria, estas dificultades podrán ser más serias.
Por otro lado, los segmentos aislados forman parte de sistemas de clasificación o categorización. En realidad, los propios segmentos ya constituyen categorizaciones de la conducta tal como venía descrita en el registro narrativo. Las operaciones de segmentación y categorización son como las dos caras de una misma moneda.
Estas operaciones de clasificación suponen naturalmente un cierto filtrado o selección del material en bruto servido por el registro narrativo, selección que depende del nivel de análisis adoptado. Así, en el ejemplo anterior, no importa que el profesor vaya por la tarima como andando por el suelo: en los dos casos categorizamos su actividad como "Desplazamiento". O visto en otra perspectiva, suponen, como toda clasificación, agrupaciones de los ítems o casos concretos: así, es indiferente que la mirada sea hacia la puerta o hacia los extremos del pasillo; siempre es una "mirada focalizada".
Notad igualmente que las categorías utilizadas exigen, además de criterios de selección o agrupación, o de enumeración de los casos posibles (como en los ejemplos precedentes), una definición funcional. Eso es bastante evidente en la categoría "Acción instrumental", referida aquí al acto de retirar la silla (para poder levantarse) y al de abrir la puerta (para poder salir y mirar afuera). Es más económico definir la acción instrumental como "todo comportamiento utilizado como medio para alcanzar una finalidad observable a posteriori" que enumerar todos los casos que, en la situación de registro, podrían considerarse acciones instrumentales.
Actividad
Tratad de resolver un ejercicio sencillo de segmentación y categorización similar al que acabamos de llevar a cabo con el ejemplo del profesor. Tomad como material base una secuencia sencilla de comportamiento, no muy larga. Vuestra fuente puede ser, de nuevo, la televisión o alguna grabación o película en vídeo. También podéis hacer la transcripción narrativa directamente, observando a algún familiar o compañero.
Naturalmente, primero debéis hacer el registro narrativo, en lenguaje tirando a descriptivo y simple. Podéis tomar como modelo la secuencia del profesor en el aula, que acabamos de comentar.
Después debéis intentar construir una secuencia de segmentos como la del mismo ejemplo del profesor. Tendríais que hacer explícitos los criterios que habéis empleado para dividir el episodio de comportamiento y para clasificar sus partes.
No olvidéis que, para efectuar la segmentación de una secuencia de acciones no es necesario saber mucha metodología. Cualquier persona es capaz de hacerlo valiéndose de su competencia socioperceptiva. Vosotros/as tendríais que partir de esta competencia y pulirla y perfeccionarla con la información que se os ha dado.
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Se trata de un ejercicio que puede tener muchas soluciones según la secuencia escogida y según los criterios de segmentación aplicados. Así pues, en esta actividad queremos de nuevo que probéis vuestras fuerzas, no que adivinéis una única respuesta correcta.
En la observación no participante cualitativa el observador debe realizar operaciones de segmentación y categorización del material narrativo antes de medirlo o analizarlo.

2.2.Segmentación y clasificación del comportamiento: sistemas de categorías interpretativos

Con vistas a la interpretación y medición del comportamiento, la observación no participante lo clasifica previamente a partir de criterios sistemáticos, lógicos y temporales.
Sabemos ya que la segmentación de una secuencia de comportamiento da como resultado una cadena en la que los eslabones son unidades de comportamiento llamadas categorías. Recordemos, igualmente, que segmentación y categorización son dos caras de una misma moneda, tal como acabamos de ver.
  • Si disponemos de un sistema de clasificación de las acciones del sujeto, podemos ir reconociéndolas a medida que se manifiestan, y "etiquetar" estas mismas acciones de manera que aparezcan separadas y alineadas en una cadena.

  • Si disponemos de criterios de segmentación y sabemos averiguar dónde acaba una acción y empieza la siguiente, nos será mucho más fácil identificar las mencionadas acciones, al margen de la secuencia, y asignarlas a la categoría de clasificación a la que pertenecen.

Ahora, para entender la esencia de la actividad interpretativa, hermenéutica, del observador no participante, nos concentraremos en la categorización. Pero antes de continuar hay que aclarar que estos sistemas de segmentación y clasificación del material recolectado no sólo se aplican a cadenas de acciones, sino también a cadenas lingüísticas y al análisis de documentos y de textos. La razón de que no tratemos conjuntamente los dos temas –la categorización de materiales conductuales y de materiales textuales– reside en la especificidad que los sistemas de categorías cobran en el terreno lingüístico, lo cual nos ha aconsejado abordarlos aparte en el módulo correspondiente, el quinto de este texto, vinculándolos al análisis de contenido.
2.2.1.Condiciones de una clasificación categorial de la conducta
Un conjunto de categorías como las que han servido para ilustrar la articulación entre segmentación y categorización no son producto de la improvisación ni están desconectadas entre sí, sino que forman parte de un sistema clasificatorio, de un sistema de categorías.
  • Los sistemas de categorías son clasificaciones destinadas a crear unidades de comportamiento descriptivas o interpretativas. En nuestro caso, situados en una perspectiva cualitativa, nos referiremos a las segundas. La clasificación ayuda a organizar el registro de información y facilita la interpretación y medida del comportamiento.

  • En general, estas clasificaciones se denominan sistemas nominales. Los auténticos sistemas de categorías son solamente un tipo, entre otros, de sistema nominal, por supuesto el más importante y útil. Nos limitaremos, pues, a los auténticos sistemas de categorías al abordar el papel de la clasificación del comportamiento en la interpretación.

  • Un auténtico sistema de categorías o sistema de categorías "fuerte" es una clasificación perfecta de las conductas y acciones que ejecuta el sujeto y que desfilan ante los ojos del observador. Tiene que ser perfecta tanto desde el punto de vista lógico o semántico (relativo al significado de las categorías) como desde el punto de vista de su ordenación temporal (relativo a la segmentación).

Desde el punto de vista lógico o semántico, un sistema de categorías debe satisfacer:
1) La condición de exclusividad lógica o semántica o de univocidad intensiva de las definiciones.
2) La condición de exhaustividad lógica o semántica o de completitud extensiva de la clasificación.
Desde el punto de vista temporal, un sistema de categorías debe satisfacer:
1) La condición de exclusividad temporal o de segmentación sin coocurrencias.
2) La condición de exhaustividad temporal o de segmentación sin interrupciones.
En vez de profundizar en estas definiciones en el terreno de lo abstracto, lo haremos mediante un ejemplo.
Suponed que queremos analizar las relaciones entre las personas durante la realización de una tarea de una cierta complejidad. Diremos, pues, que pretendemos analizar un proceso grupal con su dinámica microsocial propia. Imaginemos a un grupo de ciudadanos (probablemente jóvenes, militantes) que está haciendo un mural de grandes dimensiones en la pared desnuda de una calle. Esta actividad requerirá básicamente comportamientos cooperativos, pero también puede inducir otros no cooperativos o declaradamente competitivos.
Una vez efectuados suficientes registros piloto, de carácter narrativo, clasificamos todas las acciones posibles en el contexto de la realización del mural, de todos los sujetos del grupo, en tres grandes categorías: comportamientos socialmente positivos, comportamientos socialmente negativos y comportamientos ni positivos ni negativos, es decir, neutros. Abreviamos estas tres denominaciones con sus iniciales: POS, NEG, NEU. Como un sistema de categorías puede ser presentado como un conjunto lógico de elementos, utilizamos la notación adecuada: S = {POS, NEG, NEU}.
  • Dentro de la categoría POS cabrían acciones como pintar el mural, pero también la de aguantar el bote de pintura al compañero que está pintando subido a la escalera, o la de pedir la opinión sobre lo que se ha pintado, o ir a buscar bebidas para calmar la sed, etc. Estas muestras concretas de conducta a menudo reciben el nombre de indicadores categoriales.

  • Dentro de la categoría NEG se incluirían acciones o indicadores como no aceptar la crítica de los otros, negarse a ayudar, asumir un papel secundario, dibujar por propia cuenta sin aceptar el boceto general, no ayudar, no trabajar, etc.

  • Dentro de la categoría NEU pondríamos el resto de indicadores, indiferentes respecto al eje colaboración-no colaboración. Por ejemplo, la acción de quitarse el jersey o atarse los zapatos, o la de comerse el bocadillo al mediodía.

Veamos cómo se cumplirían en este ejemplo las cuatro condiciones antes señaladas. Suponiendo una determinada modalidad de registro:
1) La condición de exclusividad semántica resultaría satisfecha por el hecho de que cada una de estas tres clases o categorías contiene muestras de acciones concretas completamente diferentes en cada caso. Dicho con otras palabras: no hay ninguna acción o conducta que, en el momento de producirse, pueda ser adscrita a más de una categoría. Si surgiera una de éstas, la condición de la que hablamos quedaría violada.
2) La condición de exhaustividad semántica estaría garantizada si ninguna de las conductas o acciones que se dieran en la situación de realización del mural (que tiene un principio y un fin claramente marcados) cayera fuera de las tres categorías previstas. Si algún acontecimiento conductual, por parte de algún sujeto, no hubiera estado previsto en el sistema S = {POS, NEG, NEU}, entonces esta condición se habría transgredido. NEU evita esta transgresión, ya que constituye lo que se llama una categoría cero, en cuanto cierra lógicamente la clasificación e impide que alguna conducta quede fuera de ella. Si un individuo no ha hecho nada positivo no negativo, al menos habrá hecho algo indiferente o neutro...
3) La condición de exclusividad temporal se cumplirá si en ningún momento del periodo de realización del mural ninguna de las categorías del sistema coincidiera en el tiempo con otra u otras; es decir, se produjera total o parcialmente en régimen de simultaneidad con respecto a aquéllas. Dicho de otra manera: cada acción concreta, clasificable como POS, NEG o NEU debe comenzar después de haber acabado la anterior.
4) La condición de exhaustividad temporal quedará satisfecha si, dentro del periodo de registro (aquí, el de la realización del mural), ningún momento del registro se haya revelado improductivo. Eso quiere decir que en todo momento debe estar pasando una cosa u otra, POS, NEG o NEU; no puede haber momentos en los que no pase nada, nada de lo que ha sido clasificado por el sistema de categorías. Aquí NEU también constituye una categoría cero, dado que impide la interrupción del flujo conductual tal como lo recoge el registro.
Registros
Las condiciones de un sistema de categorías deben cumplirse en cada tipo de registro utilizado. En algunos registros serán más fácilmente cumplidas que en otros, independientemente de las características del sistema de categorías. En la situación del mural, el registro más juicioso será el llamado "focal", registrando cada sujeto por separado, seguido por un observador durante todo el periodo o grabado en vídeo. Si registráramos a todos los sujetos a la vez, desordenadamente o ad libitum, algunas de estas condiciones se cumplirían más fácilmente, pero la información nos llegaría más desorganizada y sesgada.
2.2.2.Estructura de un sistema de categorías
El sistema S = {POS, NEG, NEU} expuesto tiene una estructura en forma de árbol, con tres niveles diferentes, desde el objeto de estudio "Proceso grupal" hasta las acciones concretas dentro de cada categoría, pasando por las tres categorías o etiquetas de clasificación utilizadas. Ved una ilustración de esta estructura en la siguiente figura.
Estructura en árbol del sistema de categorías ejemplarizado en el texto: POS, conductas positivas respecto al grupo; NEG, conductas negativas respecto al grupo; NEU, conductas neutras respecto al grupo. La interpretación categorial va desde el nivel de clasificación más bajo, centrado en conductas concretas, hasta el nivel propio de las categorías, inmediatamente superior, en el que se interpretan estos indicadores concretos, es decir, se les da significado general y abstracto al clasificarlos.
Estructura en árbol del sistema de categorías ejemplarizado en el texto: POS, conductas positivas respecto al grupo; NEG, conductas negativas respecto al grupo; NEU, conductas neutras respecto al grupo. La interpretación categorial va desde el nivel de clasificación más bajo, centrado en conductas concretas, hasta el nivel propio de las categorías, inmediatamente superior, en el que se interpretan estos indicadores concretos, es decir, se les da significado general y abstracto al clasificarlos.
Quizás habéis notado que, dentro de cada categoría, las acciones o indicadores que hemos supuesto no son demasiados homogéneos. Así, en el interior de la clase POS, tenemos acciones comprometidas intrínsecamente con la realización del mural (como pintar o sostener el bote de pintura) junto a otros que sólo tienen una relación secundaria o indirecta (como ir a buscar refrescos). Por lo tanto, dentro de cada categoría caben subclasificaciones o subcategorías. En nuestro ejemplo, podríamos añadir la siguiente: para cada una de las tres categorías principales tendríamos dos subcategorías, a saber, acciones relacionadas intrínsecamente con el mural y acciones no relacionadas intrínsecamente con el mural. Las abreviamos, respectivamente, mediante M+ y M–. Entonces, la estructura aumentará un nivel y ganará complejidad, tal como se ve en la siguiente figura.
La misma estructura en árbol descrita en la figura anterior, de tres pisos, ahora con un nivel de subcategorías y cuatro pisos: para cada categoría, M+, conductas directamente relacionadas con actividad de realización del mural; M–, conductas no directamente relacionadas con actividad de realización del mural.
La misma estructura en árbol descrita en la figura anterior, de tres pisos, ahora con un nivel de subcategorías y cuatro pisos: para cada categoría, M+, conductas directamente relacionadas con actividad de realización del mural; M–, conductas no directamente relacionadas con actividad de realización del mural.
En cada uno de estos niveles de análisis, cada elemento o unidad admite dos caracterizaciones diferentes, puede ser definido en dos direcciones complementarias:
  • Dentro de su propio nivel, por medio de una definición global, de carácter funcional, es decir, una definición relacionada con los efectos, consecuencias, utilidad u objetivos del comportamiento considerado. Es una definición de carácter intensivo.

    Así, podemos definir la categoría NEG como "toda acción que va contra los intereses del grupo en lo tocante al objetivo de realización y finalización del mural y/o provoca rechazo del resto del grupo o de una parte importante de él". O podemos caracterizar NEG M+ como "toda acción relacionada intrínsecamente con la actividad de realización del mural y que va contra los intereses del grupo en lo tocante al objetivo de realización y finalización de este mural, y/o provoca rechazo del resto del grupo o de una parte importante de él".

  • Dentro del nivel inmediatamente inferior, mediante una definición por enumeración o lista de los elementos de este nivel. En el caso que más nos interesa, el de una categoría, la definición supondrá la enumeración exhaustiva de las acciones o indicadores que entran en la categoría en cuestión. Es una definición de carácter extensivo.

Esta definición es la que asegura el cumplimiento de las condiciones lógicas o semánticas, en el bien entendido de que ningún elemento de la lista pertenece también a otra lista del mismo nivel y de que las listas son completas.
Asimismo, esta enumeración da validez operacional, "de contenido", a la categoría o subcategoría que se define. Efectivamente: suministra contenidos empíricamente concretos y observables a una clase de clasificación abstracta.
Un sistema de categorías es una clasificación del comportamiento lógica y metodológicamente correcta que permite definiciones funcionales y operacionales de cada elemento clasificado.

2.3.La Interpretación en la observación no participante cualitativa

La actividad interpretativa del observador participante tenía su principal punto de apoyo en las respuestas del sujeto. Claro está que ese observador podía interpretar directamente el comportamiento del sujeto, verbal o no verbal, sin preguntarle nada; pero la interpretación definitiva dependía del significado atribuido por el propio sujeto a sus propios actos de habla o a sus acciones. El observador no podía prescindir de esta fuente de información.
En cambio, sabemos que en la observación no participante el observador no dispone de este recurso, de manera que su interpretación del sentido de las frases o de las acciones del sujeto se basa únicamente en inferencias de este mismo observador a partir del material examinado, registrado.
A pesar de todo, como veremos pronto al hablar de los informantes, el observador no participante no tiene por qué prohibirse, una vez finalizado el registro, preguntar al sujeto qué piensa de sus interpretaciones, hasta qué punto está de acuerdo con ellas. Sin embargo, aunque deje un margen de interpretación pospuesto hasta conocer la opinión del sujeto, no puede dejar de interpretar mientras registra o anota la conducta; no puede porque el observador no participante registra el comportamiento en forma categorial y tiene que poner "título" o etiqueta" a cada segmento de actividad identificado, tiene que ir tomando decisiones sobre el significado de cada uno de estos segmentos.
A partir de registros con sistemas de categorías, el observador no participante despliega dos tipos de actividad interpretativa: la categorial y la contextual.
2.3.1.La interpretación categorial
Ésta es una interpretación que sigue el camino propio de la inducción: del caso particular en la clase o categoría general; de la muestra o manifestación concreta (token) al tipo general al que aquélla pertenece (type).
La interpretación va asociada a las reglas de identificación de las categorías; de reconocimiento de cada acción o indicador concreto y adscripción de éstos a una u otra de las categorías previstas. Cada acción posible en una sesión de registro, dada una situación determinada, se debe poder clasificar dentro de una de las categorías del sistema utilizado y consignar como una ocurrencia de la mencionada categoría. Por lo tanto, es una interpretación on-line, hecha sobre la marcha, incorporada al propio registro y repetida en cada ocurrencia digna de anotación.
La regla básica es, pues, de pertenencia: para cada ocurrencia de conducta prevista dentro del objeto de estudio tiene que haber una, y sólo una, categoría de clasificación donde se pueda colocar la mencionada ocurrencia.
Recordad el ejemplo que hemos empleado al caracterizar los sistemas de categorías (segunda figura del subapartado 6.2.2.2). Decíamos que la categoría POS M+ incluía acciones como la de pintar o la de sostener un bote de pintura. El observador no participante detectará una de estas dos acciones y las clasificará como POS M+, es decir, como un comportamiento socialmente positivo en el contexto de la realización de un mural, comportamiento que, además, tiene una relación intrínseca con esta tarea. Eso, evidentemente, es una clasificación, pero también es una inferencia interpretativa que va de acciones concretas a clases de clasificación abstractas y que consiste en poner título o etiqueta a la acción de pintar o a la de sostener el bote, etiqueta que les asigna un significado más general y abstracto que el literal.
Así pues, si aprovechamos la representación utilizada en la figura que acabamos de recordar, podemos decir que una interpretación categorial sigue la dirección "abajo → arriba" y los cambios de nivel asociados a las transiciones
"Indicador → subcategoría → categoría → objeto de estudio".
Estas transiciones marcan un recorrido interpretativo.
Competencia interpretativa
Ésta no es una competencia interpretativa limitada a los observadores científicos, sino al contrario: forma parte central de nuestra actividad perceptiva y de comprensión del mundo, la misma que mostramos cuando, ante un gato y un perro, los clasificamos los dos como mamíferos o como carnívoros, a partir de los rasgos que comparten (como mamíferos o como carnívoros) o de los que los separan, conjuntamente, del resto de los animales.
Ahora bien, estas reglas de interpretación pueden ser más o menos arriesgadas según sea la "distancia" de inferencia. En el ejemplo del mural, el riesgo era despreciable: es poco discutible que una persona que ayuda a otra a pintar está teniendo una contribución positiva al proyecto común. Pero imaginad otras inferencias como las siguientes:
"Movimiento continuo sobre el asiento" → "Ansiedad"; "Sonrisa y mirada concentrada en el interlocutor" → "Actitud empática".
O, a la inversa, juzgad el problema que supondría encontrar indicadores concretos de la categoría "Competencia intragrupal".
Estamos hablando, pues, de la validez de los indicadores que dan cuerpo a cada categoría. En casos como los mencionados, es obvio que la elección de indicadores para las categorías correspondientes tendría que ir inevitablemente acompañada de operaciones de validación.
Cuando lo que se categoriza es la conducta verbal, el riesgo puede ser menor, especialmente si el propio sujeto da consciente o inconscientemente claves sobre el sentido correcto de lo que dice.
Indicador → categoría
La relación indicador → categoría puede venir legitimada por la teoría o por investigaciones anteriores. Así, sabemos que ciertos comportamientos de autocontacto o ciertas conductas estereotipadas forman parte de los síntomas o manifestaciones conductuales del autismo. O que la dilatación de la pupila no sólo depende de la luz ambiental, sino también del interés que despierta un hecho o un objeto.
Otras veces esta relación tiene que ser probada empíricamente. Entonces el trabajo de validación es comparable a lo que exigen los ítems de un test en construcción. Técnicamente, una posibilidad de hacerlo sería utilizar estadística multivariante (factorial, componentes principales, "clústers", etc.) para averiguar cómo se agrupan entre sí, o en relación con distintos ejes de referencia, las acciones concretas que va ejecutando el sujeto.
En suma, podemos trabajar con categorías más descriptivas o más interpretativas. El enfoque cualitativo se decanta por las segundas, que son también categorías de tipo molar o global.
Actividad
Os proponemos un sencillo ejercicio de interpretación categorial a partir de un sistema de categorías de Psicología ambiental. Al mismo tiempo añadimos un ejemplo más de estructura categorial.
Se trata del estudio de uso del espacio por parte de los pacientes de los hospitales de Nueva York que Ittelson y colaboradores realizaron hace casi treinta años [W. H. Ittelson, L. G. Rivlin, y H. H. Proshansky (1978). El uso de mapas conductuales en la Psicología ambiental. En H. H. Proshansky, W. H. Ittelson y L. G. Rivlin (eds.). Psicología Ambiental (pp. 845-858). México: Trillas].
El objeto de estudio, un poco modificado del original, se centra en la distribución espacial de los diferentes comportamientos de los pacientes, en las diferentes salas y locales del hospital. Estos comportamientos son lo que clasificamos aquí. Incluimos solamente una parte del sistema, la centrada en las dos categorías no sociales "Conducta activa aislada" y "Conducta pasiva aislada". Tampoco se han incluido todos los indicadores.
Esta vez presentamos el sistema de categorías sólo en forma tabular. De arriba abajo encontraremos, en las diferentes filas, el objeto de estudio, las categorías generales, las subcategorías y los indicadores o acciones concretas.

Objeto de estudio

Ocupación hospitalaria

Categorías

Conducta pasiva aislada

Conducta activa aislada

Subcategorías

Tumbado despierto

Tumbado dormido

Sentado solo

Escribe

Higiene personal

Parado

Pasea

Indicadores

El paciente está echado en un banco, manos sobre cara, ojos abiertos.

Está tendido en la cama pero permanece despierto.

Duerme en un sillón.

Duerme en cualquier lugar mientras los otros se alinean para desayunar.

Está sentado sonriente, mirando al suelo.

Está sentado, fuma y escupe.

Escribe una carta en un banco.

Toma nota de un libro.

Se arregla el pelo.

Está sentado esperando el turno para bañarse.

Cerca de la enfermera, de pie.

Va de su habitación al pasillo.

Va de puerta en puerta, saludando a los ocupantes de las habitaciones.

A partir de esta estructura, estableced el recorrido interpretativo de:
  • El indicador "Está tendido en la cama pero permanece despierto".

  • El indicador "Toma notas de un libro".

  • El indicador "Se arregla el pelo".

  • La subcategoría "Higiene personal".

  • La subcategoría "Tumbado dormido".

  • La categoría "Conducta activa aislada".

Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Recordad que la interpretación categorial es inductiva, va de abajo arriba. Por lo tanto, el nivel de donde arrancamos determinará el alcance del mencionado recorrido. Dicho eso, y recordando qué entendimos por "recorrido interpretativo" en el texto, comprobaréis que la respuesta es simplísima. Sólo hay que seguir el rastro de cada uno de los elementos de la lista, hacia arriba y en dirección al objeto de estudio.
2.3.2.La interpretación contextual
Ésta es una interpretación que se realiza sobre la segmentación efectuada de una secuencia de comportamiento. Por consiguiente, depende de esta segmentación.
De la anterior afirmación se desprende que es también una interpretación aplicada a registros secuenciales de la conducta, verbales o no verbales, de uno o más sujetos, conducta entendida, por lo tanto, en régimen de proceso. En apartados posteriores nos aprovecharemos de este concepto, fundamental en el análisis de contenido y el análisis conversacional.
Las reglas de interpretación son contextuales; no obstante, los contextos utilizados, debido a que el material conductual se presenta en forma de secuencia o cadena, no corresponden al entorno en el que se presenta la secuencia de conducta, sino a los acontecimientos antecedentes y/o consiguientes en cada segmento o acción particular.
Supongamos que, a punto de cruzar una calle, con el semáforo en rojo, contemplamos distraídamente a un peatón que se dispone a entrar en la entidad bancaria que hay al otro lado. Cuando ya estaba abriendo la puerta, esta persona retrocede vivamente, se aleja de la puerta y, ya en plena acera, saca su móvil y hace una llamada (muy alterado). Mientras tanto, a nosotros se nos pone el semáforo en verde, cruzamos, y cuando ya estamos lejos de la zona (y casi hemos olvidado el incidente), oímos una sirena. Miramos atrás y vemos que un coche de la policía acaba de pararse a poca distancia del banco.
A todos se nos ocurriría que el peatón, cuando estaba casi dentro del banco, se ha dado cuenta de que había un atraco en su interior y ha llamado a la policía, la cual ha acudido al poco rato.
La acción de llamar con el móvil repentina y agitadamente será la acción que deberá interpretarse.
La hipotética escena vista dentro del banco será el acontecimiento que aquí servirá de contexto antecedente para la interpretación.
La llegada posterior de la policía será el contexto consiguiente.
Por lo tanto, al haber una doble interpretación, hacia el antecedente y hacia el consiguiente, las reglas esenciales son dos y generan dos tipos de interpretación:
  • Una acción en el presente puede vincularse a otras acciones o hechos en el pasado, los cuales le aportarán su significado referencial.

Este significado a menudo responde a la pregunta causal "por qué". Así, en el ejemplo del atraco el segmento o acción "Llamar con el móvil" se vincula con un acontecimiento previo que corresponde al segmento "Atraco en el banco" o, si lo preferís, a la pregunta de "¿Por qué el sujeto llama con el móvil?" responderemos con la frase "Porque se ha dado cuenta de un atraco".
  • Una acción en el presente puede vincularse a otras acciones o hechos en el futuro, los cuales le aportarán su significado funcional o intencional.

Este significado a menudo responde a la pregunta finalista de "para qué", con qué objetivo, meta o finalidad", "con qué intención". Así, en el ejemplo del atraco, el segmento o acción "Lamar con el móvil" se vincula con un acontecimiento posterior que corresponde al segmento "Llegada de la policía" o, si lo preferís, a la pregunta de "¿Por qué el sujeto llama con el móvil?" respondemos con la frase "Para que la policía acuda".
En la figura siguiente hemos representado estas reglas.
Esquema de la interpretación contextual sobre la base de una secuencia de acciones, hacia el pasado o hacia el futuro
Esquema de la interpretación contextual sobre la base de una secuencia de acciones, hacia el pasado o hacia el futuro
Un esquema triangular como el de esta figura está presente en una parte importante de la historia de la Psicología, sobre todo la anglosajona, y en ámbitos tan diferentes como la clínica sistémica, el interaccionismo simbólico, la teoría del aprendizaje, el conductismo en general, etc. Proviene del pragmatismo americano y, concretamente, del lógico y filósofo Charles S. Peirce. Sin embargo, está claro que nuestro tratamiento se ciñe al rendimiento que este modelo da a la interpretación de una secuencia segmentada de comportamiento, observada con perspectiva cualitativa.
La interpretación antecedente-consiguiente difícilmente se puede hacer sobre la marcha, on-line, como la categorial. En general se realiza después del registro, a la vista de la secuencia de acciones y hechos registrados.
Dificultades técnicas
El ejemplo sobre el que hemos apoyado nuestra explicación era voluntariamente simple y no debería servir para ocultar las dificultades técnicas que una interpretación de esta índole comporta. Indicamos algunas.
En el ejemplo, las vinculaciones hacia pasado o futuro descansaban sobre el antecedente y el consiguiente inmediatos, pero ciertamente eso no tiene por qué ser siempre así. El significado de una acción puede remitir a acontecimientos muy anteriores, incluso remotos, al pasado o a otros muy aplazados en el tiempo venidero.
Por otra parte, las vinculaciones no son siempre biunívocas o uno-a-uno. Una sola acción puede mantener relaciones secuenciales con más de una situación que la haya precedido o seguido, o sea, con más de un contexto precedente o consiguiente. Esta dificultad se resuelve evaluando la intensidad de las diferentes vinculaciones a partir de las frecuencias de asociación entre las acciones interpretadas y cada contexto antecedente o consiguiente posible, frecuencias que sirven para estimar probabilidades de precedencia o sucesión.
Así, cada segmento o categoría correspondiente a una acción posible se vincula a diferentes acciones o situaciones previas o posteriores, en diferentes posiciones de la cadena, en cada caso con una probabilidad asociada de vinculación dentro de la cadena de segmentos. Las herramientas estadísticas que nos ayudan en este tipo de análisis quedan recogidas dentro del llamado "análisis secuencial" [ved V. Quera, (1993). Análisis Secuencial. En T. Anguera (ed.). Metodologia observacional en la investigación psicológica (vol 2): Fundamentación (pp. 341-583). Barcelona: PPU].
Digamos finalmente que el ejemplo del atraco era de carácter interactivo, implicaba una serie de intercambios entre el sujeto y su entorno. Pero la secuencia interpretada podría atender sólo al curso de la acción de un sujeto, describir su comportamiento sin incluir en la segmentación los escenarios ambientales con los que interactúa. La interpretación contextual se puede aplicar, por lo tanto, a secuencias interactivas o a secuencias intraindividuales, así como –también– a secuencias mixtas.
La opción intraindividual era la escogida en los ejemplos de segmentación de más arriba (subapartado 2.1.2), aquellos en los que se describía la cadena de acciones de un profesor desde que se levantaba de su silla hasta que iba a abrir la puerta. En estos casos, las posibilidades de interpretación son un poco más limitadas, dado que nos faltan los anclajes ambientales de la acción.
Actividad
Pretendemos solamente que hagáis un pequeño ejercicio de aplicación del análisis antecedente-consiguiente a una secuencia intrasujeto. La finalidad es que comparéis las dificultades que acompañan a la actividad interpretativa en estos casos con las propias de la interpretación de secuencias interactivas ilustradas en el ejemplo del atraco.
Suponed que disponemos de la siguiente cadena de segmentos conductuales de un sujeto X:
X baja al aparcamiento de la empresa (al aire libre) → Anda por el aparcamiento desde la puerta hasta su coche → Abre el coche y entra en él → Pone en marcha el coche → Conduce el coche hasta otro sitio del aparcamiento → Aparca el coche → Para el motor → Cierra el coche → Anda por el aparcamiento desde su coche hasta la puerta → Entra en el edificio.
Sobre esta cadena podríamos hacer interpretaciones como "Pone en marcha el coche porque lo ha abierto y ha entrado" (antecedente) o "Pone en marcha el coche para conducirlo hasta otro sitio..." (consiguiente). Éstas descansarían en el primer contexto antecedente y el primero consiguiente. Pero podríamos haber utilizado los segundos, hacia adelante o hacia atrás. Entonces diríamos que "Pone en marcha el coche porque ha andado por el aparcamiento... hasta llegar a él" o "Pone en marcha el coche para aparcarlo". Etc. Juzgad vosotros mismos las variaciones de sentido de cada una de estas versiones. Notad que tienden a tener un valor instrumental.
Haced ahora vosotros la interpretación de los segmentos "Conduce el coche hasta otro lugar del aparcamiento" y "Para el motor", vinculándolos al primer y segundo contexto antecedente y consiguiente en cada caso. Comparad el sentido o utilidad de las diferentes versiones obtenidas que, sin embargo, son complementarias.
¿Os parece que se ha prescindido totalmente de la información sobre el ambiente? Realmente, ¿nos limitamos sólo a describir la cadena de acciones del sujeto X? Comentad esta cuestión.
Fijaos también en que el sentido general de la secuencia no queda demasiado claro. ¿Por qué razón ha cambiado de sitio el coche nuestro sujeto? Porque, de hecho, es eso lo que ha pasado... Imaginad que añadimos información ambiental, manteniendo la secuencia intraindividual pero incorporando en algún segmento información sobre ciertas condiciones del aparcamiento. Por ejemplo, suponed que sustituimos "Anda por el aparcamiento desde la puerta hasta su coche" por "Anda por el aparcamiento desde la puerta hasta su coche situado al sol", y "Conduce el coche hasta otro sitio del aparcamiento" por "Conduce el coche hasta otro sitio del aparcamiento situado a la sombra". Haced vosotros mismos la interpretación global en este caso.
La interpretación categorial es una clasificación y forma parte de las operaciones de registro; la interpretación contextual depende de la segmentación y relaciona hechos ordenados secuencialmente después del registro.

3.Ejemplos de protocolos de observación interpretativa

3.1.En observación actuante: el espécimen de Barker

A continuación, presentamos algunos protocolos de recogida de información que ilustran diferentes maneras de orientar y organizar el registro, correspondientes a los tipos de observación participante expuestos. Sin embargo, no ejemplarizaremos el caso límite de la autoobservación que, por cuanto genera directamente documentos en la modalidad de autoinformes, será ilustrada en el módulo "El estudio de transcripciones y documentos", junto a otros tipos de documentos útiles al psicólogo. En cuanto a las generalidades del registro en observación no participante de orientación cualitativa, ya han sido precisadas en el apartado anterior.
La técnica del registro de espécimen de Barker consiste en un registro narrativo en condiciones de observación actuante que se aplica en unidades ambientales llamadas escenarios.
3.1.1.Generalidades
Discípulo de Kurt Lewin, Roger Barker desarrolló su metodología en el Centro de Estudios de Campo Psicológicos del Medio Oeste (Midwest Psychological Field Station) bajo los auspicios de la Universidad de Kansas. El objetivo de este centro, en palabras lo bastante significativas del propio Barker, era:

"... el de facilitar el estudio de la conducta humana y de su entorno in situ, dando a la ciencia psicológica una posibilidad que, desde hace tiempo, tiene la biología: disfrutar de un fácil acceso a los fenómenos científicos no afectados por la selección y preparación que sufren en el laboratorio".

Como se desprende de este párrafo, la orientación de Barker es declaradamente observacional y centrada en el trabajo de campo. En opinión de Barker, la Psicología ha descuidado la etapa descriptiva y observacional que toda ciencia debe cubrir en su juventud. Su metodología es una apuesta en esta dirección con objetivos propios de la Psicología y la antropología social.
3.1.2.Metodología
Presentación. Condiciones del registro
Un espécimen, tal como sugiere el uso que los naturalistas han hecho de este término, es una muestra de comportamiento obtenida en las condiciones estipuladas por Barker y colaboradores. Un registro de espécimen es, pues, una recogida de "muestras". En síntesis, las condiciones de obtención de estas muestras se refieren a que:
  • El escenario o contexto en el que son recogidas es natural y cotidiano.

  • El registro es de tipo narrativo. Eso quiere decir esencialmente que la conducta se va anotando a medida que se produce, en lenguaje sencillo y descriptivo, sin clasificarla ni ponerle etiquetas (pronto veremos un ejemplo).

  • El registro es ininterrumpido o continuo dentro del periodo prefijado de recogida de información, periodo que suele ser largo. Por eso, a veces, esta técnica ha sido considerada un desarrollo perfeccionado y sistemático de los diarios de observación.

  • La información consignada es bastante detallada.

Un registro de espécimen siempre va asociado a un "escenario" determinado. Como veremos, el "escenario" barkeriano forma parte del mismo sistema de conceptualizaciones que el espécimen. Esta técnica no sólo clasifica la conducta sino también las unidades de entorno, ecológicas, donde aquélla tiene lugar.
Caracterización de la conducta: los "episodios"
El observador se encuentra ante el curso del comportamiento de un sujeto, en un escenario o situación particular y culturalmente codificado (una clase, una reunión, una fiesta, una instancia de compra-venta). El comportamiento se contempla como proceso y, por lo tanto, se modeliza en régimen secuencial. Las cosas van pasando unas después de las otras en un enclave fijo, el escenario al que acabamos de hacer referencia.
El material que se va recogiendo a lo largo de un periodo de observación continua tiene que ir segmentado en sus unidades significativas, igual que el flujo verbal de una persona se segmenta en palabras o frases con sentido. Estos segmentos son los "episodios".
¿Cómo se obtienen estos episodios? En el registro de espécimen no se utilizan técnicas basadas en intervalos o en la intermitencia de las anotaciones, ya que éstas imponen una fragmentación artificial del flujo de la conducta, la cual dependería de los intereses del investigador, y no de la significación y el ritmo que el sujeto ha querido dar a sus acciones.
Así pues, las unidades o segmentos en las que se divide el flujo conductual deben ser naturales, en el sentido de que tienen que tener su propia dinámica espaciotemporal, y no la que le imprimiría el científico. Por suerte, con vistas a su identificación, estos episodios son molares, unidades grandes, de moderada duración. Ejemplo de lo que Barker entiende por episodio sería un discurso al principio de una comida, un ataque de epilepsia, dar una clase (o realizar una explicación en una clase), lavar los platos por la noche, etc. Son secuencias con límites autónoma y culturalmente marcados que el observador no puede redefinir; tampoco puede, dentro de ellos, imponer una nueva segmentación.
Sin embargo, los episodios presentan características formales que ayudan a identificarlos:
  • Son actividades o acciones que manifiestan una dirección constante, es decir, están permanentemente orientadas hacia objetivos o metas particulares.

  • Son, como acabamos de decir, molares y tienen que permitir una descripción en términos que el propio sujeto suscribiría (la "perspectiva conductual normal", en palabras de Barker).

  • La intensidad de un episodio de conducta no varía demasiado a lo largo de su desarrollo. El sujeto está –digámoslo así– absorbido o pendiente de lo que hace. En el caso de no cumplirse este criterio y haber interrupciones o cambios de intensidad, tendremos dos o más episodios en vez de uno.

  • Hay distintos indicadores complementarios del inicio o el final de un episodio:

    • cambios en el canal conductual (por ejemplo, de verbal a no verbal);

    • cambios en la parte del cuerpo utilizada (por ejemplo, en el caso de un niño pequeño, pasar de manipular un objeto a chuparlo con la boca);

    • cambios en la orientación espacial de la acción (ir corriendo por la calle y de repente subirse a una valla);

    • cambios en el objeto involucrado en la acción (un obrero pasa de utilizar la barrena a utilizar un destornillador);

    • cambios en el entorno de la conducta (suena un timbre y los alumnos van del patio al aula);

    • cambios en el ritmo conductual (alguien va andando y, al ver que pierde el autobús, echa a correr).

Caracterización del ambiente: los "escenarios"
Los episodios se producen en unidades ecológicas o ambientales llamadas escenarios de conducta (behavior settings). Los comportamientos ocurridos fuera de un escenario no se consideran episodios o, sencillamente, caen fuera del área de aplicación de esta técnica.
Un escenario de conducta debe cumplir los siguientes criterios:
  • Tiene que ser el marco socialmente aceptado de un patrón de comportamiento humano. En el caso de una clase, el patrón aludiría a la dinámica aprender/enseñar; en el de una tienda, el de comprar/vender. El escenario "envuelve" literalmente el comportamiento de referencia, lo circunscribe.

  • Debe tener límites espaciales claros (las paredes de una clase o de una tienda, las gradas de un campo de baloncesto).

  • Ha de tener límites temporales definidos y una cierta periodicidad: una clase se celebra en ciertos días y horas, una tienda abre ciertos días y entre ciertas horas, las misas del gallo se celebran en Nochebuena y los partidos de fútbol se hacen los sábados o domingos dentro de una franja horaria y durante la temporada de competición.

  • En los escenarios actúan sujetos que constituyen un grupo: maestros y alumnos, árbitros, jugadores y público, presidentes del consejo de administración, vocales y accionistas, etc.

  • Este grupo tiene una distribución inequívoca de roles: el maestro enseña, el alumno escucha o aprende; los árbitros sancionan, regulan, los jugadores juegan o compiten, los espectadores miran, se emocionan.

  • Entre los roles grupales, los comportamientos a ellos asociados y la estructura espacial del escenario está lo que Barker llama sinomorfía o, lo que es lo mismo, una correspondencia formal. Así, el alumno o el espectador teatral escuchan y se sientan en la platea mientras que los actores o los profesores actúan o enseñan en la tarima o escenario. Tarima o escenario y clase o platea están en oposición frontal. En otros casos, como los de un partido de baloncesto o fútbol, la relación entre jugadores y público será de circunscripción.

Técnica de registro
El procedimiento habitual consiste en anotar en hojas de papel o cuadernos especialmente preparados (ved más abajo) el desarrollo de la acción focal dentro del periodo de registro previamente decidido. Las anotaciones de tipo narrativo deben guiarse por las siguientes reglas:
1) Reglas sobre la consignación de los episodios:
  • Observar y describir la situación del sujeto de la manera más completa posible. Pero la situación inicial, de arranque, debe ser retratada de manera simple.

  • Registrar no sólo qué es lo que hace un sujeto, sino cómo lo hace.

  • Tratar de reducir la interpretación al máximo. Sin embargo, si ésta es inevitable, hacer la interpretación en estilo narrativo, cotidiano, sin servirse de términos técnicos o teóricos. Las frases interpretativas deben ir entre corchetes.

  • La descripción del curso de la conducta tiene que ser cronológica. Los acontecimientos deben ser consignados según la orden de su ocurrencia.

  • Las descripciones tendrían que ser positivas. Mejor decir "Toni hablaba bajo" que "Toni no hablaba alto".

  • Cada frase u oración debe contener sólo una acción del sujeto focal.

  • Cada frase u oración debe contener sólo una acción de cualquier otro sujeto que interactúa con el sujeto focal.

  • Cuando sea preciso, se pueden recoger literalmente, entre comillas, los comentarios verbales del sujeto.

2) Reglas sobre el procedimiento de registro:
  • Conviene disponer de más de un observador, de manera que cada uno de ellos no registre más de treinta minutos (los observadores deberán recibir idéntico entrenamiento y concordar en sus registros, claro está).

  • Aunque el registro no se haga de intervalo a intervalo, conviene no obstante anotar en los márgenes o entre párrafos alguna escala de tiempo como referencia. Se aconseja apuntar los minutos.

  • Con vistas a dar fiabilidad a los registros, se hace lo siguiente: el primer registro se dicta a un magnetófono. Un segundo observador escucha la grabación y señala las lagunas o incoherencias que encuentra, las cuales son corregidas. Se pasa a escrito la versión así enmendada. El observador principal la revisa de nuevo, aclara las frases equívocas, ajusta la cronología, ahorra redundancias. El segundo observador entonces lee esta transcripción corregida y la corrige a su vez, de manera consensuada con el observador principal.

Incluimos a continuación un extracto de un registro de espécimen de conducta. Este extracto retrata, en estilo narrativo, una fase de la clase de lengua de Miss Culver, en la escuela del Medio Oeste.
  • Podéis apreciar que las referencias horarias, de minuto en minuto, aparecen aquí en el centro del registro.

  • La columna de categorizaciones o de etiquetas interpretativas a la derecha se refiere al comportamiento de los alumnos, uno de los roles posibles en el escenario.

  • La columna de categorizaciones o de etiquetas interpretativas a la izquierda se refiere al comportamiento de la maestra, el otro rol posible en el escenario.

  • La columna de comentarios de la izquierda tiene, en este ejemplo, dos niveles. Las etiquetas más a la izquierda representan el grado de abstracción o globalización más alto, las unidades más molares.

  • En el ejemplo hemos destacado estas anotaciones marginales encuadrándolas, a derecha e izquierda, con diferentes colores, pero en un registro real la anotación está desnuda, sin guarniciones.

  • Observad también que la narración está organizada en párrafos, que pueden interpretarse como episodios de bajo nivel (la clase entera sería un episodio de alto nivel).

  • Las declaraciones verbales, literales, de la maestra aparecen entre comillas.

  • Las interpretaciones, más o menos arriesgadas, del observador, figuran entre corchetes.

  • El lenguaje es bastante campechano, sin términos especializados.

  • La atención del observador no decae, ya que el registro es ininterrumpido.

12/04/59 10.00.00 Clase de Miss Culver. Lengua
El extracto está tomado de G. Fassnacht (1982). Theory and Practice of Observing Behaviour (pp. 87-88). Londres: Academic Press. (La traducción es nuestra.)
El extracto está tomado de G. Fassnacht (1982). Theory and Practice of Observing Behaviour (pp. 87-88). Londres: Academic Press. (La traducción es nuestra.)
3.1.3.Valoración metodológica
El observador del espécimen es externo a la realidad estudiada, un científico o ayudante de científico que forma parte de un equipo de investigación. Este observador es percibido incluso conocido por los sujetos, pero no llega a relacionarse con ellos fuera de las interacciones inevitables al presentarse, dar alguna instrucción, etc. Es más un espectador que un interlocutor. Precisamente es este punto el que hace que consideremos esta técnica como un ejemplo de observación actuante.
En cuanto continuo, éste es un registro muy completo que consigue una cantidad enorme de información relativa a cada escenario examinado. Pero esta información se recoge en forma narrativa y debe ser después reducida o categorizada y clasificada. En todo caso, la metodología de los escenarios de conducta va mucho más allá de lo que aquí hemos expuesto, incluyendo un conjunto de medidas e índices sobre los sistemas sociales estudiados que la hacen de las más elaboradas dentro de las aproximaciones observacionales.
El carácter completo y elaborado de esta técnica tiene, no obstante, su contrapartida, en su carácter pesado y casi obsesivo. El coste de tiempo y esfuerzo de estos registros es muy elevado y la formación que se exige al observador es bastante especializada. Sirve más para la fase de descripción, clasificación y diagnóstico psicosocial que para la de intervención y solución urgente de problemas. Tiene más valor con relación a la teoría que con relación a la aplicación, al menos en su actual fase de construcción y desarrollo.
Actividad
Seleccionad un programa de televisión que se ajuste a las características de un escenario, tal como lo hemos descrito aquí. Es decir, que pueda considerarse un escenario en el sentido de Barker. Podéis buscar entre programas de reality show, tertulias, concursos, etc.
Una vez identificado, explicad por qué cumple con las exigencias que se hacen a una situación o unidad ambiental para clasificarla como escenario.
Haced un registro de al menos diez minutos del programa escogido, siguiendo las instrucciones que hemos dado sobre cómo hacer un registro de episodios. Podéis hacerlo directamente, visionando el programa en directo, o grabándolo previamente en vídeo y haciendo el registro cuando os vaya bien.
Será un escenario aquel programa que se desarrolle cumpliendo las condiciones que Barker exige en este tipo de situaciones: periodicidad, existencia de un grupo, y así sucesivamente... (sólo tenéis que consultar la lista de condiciones que da el texto). Explicad si las cumple todas o queda alguna por cumplir, si tenéis dudas sobre el cumplimiento de algún rasgo y por qué.
La segunda parte de la pregunta no tiene una respuesta única. Se trata sólo de que pongáis a prueba vuestras posibilidades a la hora de hacer un registro, con las instrucciones que os hemos dado antes. Os ha de salir una narración similar a la del ejemplo de la clase de Miss Culver, y la hoja de registro debería acabar teniendo un aspecto también parecido.
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Naturalmente, podéis partir directamente del conocimiento que ya tengáis de los programas de televisión existentes; no es necesario que os pongáis a ver televisión para encontrar unidades tipo escenario. Sin embargo, eso depende de vuestro grado de adicción a la pantalla.
La técnica del espécimen requiere la identificación de un escenario, adecuadamente caracterizado, y los registros de episodios de conducta en su interior mediante un registro continuo altamente normativizado.

3.2.En observación implicada: el trabajo de campo etnográfico

El trabajo de campo etnográfico no supone una técnica cerrada de registro, sino una amplia estrategia de aproximación al estudio del comportamiento cultural.
En los inicios de este texto, al esbozar las principales líneas de desarrollo de la metodología cualitativa, ya dijimos que, a nuestro parecer, el enfoque etnográfico no es propiamente una tradición específica dentro de la investigación cualitativa psicológica, sino una denominación general, casi sinónima de "enfoque cualitativo", aplicada a investigaciones orientadas a objetos de estudio sociales y culturales. Por lo tanto, la especificidad metodológica de la etnografía –si la tiene– vendría dada por su utilización del núcleo de los métodos cualitativos, de sus puntos de vista y recursos nucleares, en el contexto de investigaciones de comportamientos marcados por los códigos de la lengua y la cultura.
Esta óptica vendría reforzada por la presentación que diferentes autores han hecho de la investigación etnográfica en los últimos cuarenta años. Atendamos, por ejemplo, al resumen que hace Knapp de los rasgos metodológicos esenciales de la investigación etnográfica, todos ellos coincidentes, o compatibles, con los que hemos ubicado nosotros en el núcleo central de la metodología cualitativa (la cita no es literal):
1) Un acceso inicialmente exploratorio y abierto al problema de investigación.
2) Una intensa implicación del investigador, como observador externo y como parte de lo que investiga.
3) El uso intensivo de la observación participante y de la entrevista (que, como diremos en el próximo módulo, es el protocolo básico de observación participante).
4) Una tentativa explícita de entender los acontecimientos en clave del significado que le asignan los miembros del entorno social estudiado.
5) La interpretación siempre a partir de la consideración de contextos de diferentes tipos.
Otros autores, sin entrar tanto en el tronco de recursos metodológicos, subrayan sobre todo las características del objeto de estudio etnográfico, centrado en la descripción e interpretación del comportamiento sobre el trasfondo inseparable de la cultura.
En consecuencia, lo que expondremos a continuación no es un protocolo de carácter técnico (como en el subapartado anterior lo hemos hecho a propósito del espécimen de Barker, y como lo haremos en el próximo); lo que trataremos de trazar son las líneas maestras de lo que sería el modelo ideal de la investigación cualitativa en Psicología, que se vuelve "etnográfica" en la medida en que toma contacto con la cultura en cualquiera de sus planos de manifestación.
3.2.1.El campo
En un principio, el investigador etnográfico practica el trabajo de campo en el sentido más estricto del término: es él quien se traslada y se dirige al lugar donde se producen los hechos que le interesan; no fuerza estos hechos a producirse, desvirtuados, en una situación artificial o de laboratorio. El "campo" (the field) es, pues, la situación natural, aquella en la que sujetos, grupos o sociedades llevan a cabo sus acciones y actividades en el marco de la vida cotidiana o la institucional, al margen de la intromisión de la curiosidad científica. El campo puede ser un poblado indígena, pero también –y particularmente para el psicólogo– un casino de pueblo, una escuela (su patio, sus aulas, pasillos y salas de reunión), una empresa o una industria (las naves, las oficinas, los despachos, el bar, los lavabos), una plaza de barrio (los bancos, la fuente, la zona de columpios, toboganes, las terrazas de los cafés), una comunidad de vecinos, una familia, etc.
El único aspecto no natural del trabajo de campo es, justamente, la presencia del etnógrafo que lo lleva a cabo. Esta presencia transformará las situaciones estudiadas, las cuales dejarán de ser naturales en la medida en que él, como observador, aparezca como un elemento extraño. En cambio, continuarán siéndolo en la medida en que este observador establezca vínculos de confianza y comunicación con aquellos que estudia y, dentro de unos límites razonables, se convierta en uno de ellos.
Como habéis adivinado, esta segunda posibilidad es la que la observación participante implicada permite y potencia. En esta tesitura es inevitable la contradicción entre:
  • el clima social positivo y facilitador que se puede llegar a alcanzar entre sujeto(s) y científico(s),

  • y la intrusión que supone necesariamente la presencia de este/os mismo(s) científico(s) en el sistema personal o social de este/os mismo(s) sujeto(s), intrusión que puede provocar comportamientos reactivos y anómalos en la gente. De hecho, esta intrusión podría entenderse, tal como ya hemos visto más arriba, en clave de intervención experimental, si no fuera porque la voluntad del investigador etnográfico apunta bien lejos del control, la manipulación y la búsqueda exclusiva de relaciones causales.

Con respecto a este conflicto, no hay fórmulas mágicas que lo resuelvan. Su solución aceptable depende, en buena parte, de las dotes personales del investigador de campo y de su habilidad en conducir sin traumatismos el proceso de contacto y obtención de información, así como de cumplir las obvias normas éticas y de respeto pertinentes.
3.2.2.La observación participante implicada
Ya sabemos que el investigador cualitativo que trabaja con talante etnográfico utiliza la observación participante implicada, que es una vía para realizar inmersión en el sistema estudiado; y hemos establecido igualmente cuáles son las condiciones de registro en las que trabaja el observador participante. En resumen, decíamos que, a pesar de que este observador utilice una estrategia de observación participante y que, además, ésta sea implicada, las fuentes de la información que recibe no sólo provienen de lo que el sujeto dice o hace, dirigiéndose a él intencionalmente en el contexto de la conversación o la entrevista: provienen, también, de cualquier frase, acción o acontecimiento que tenga significado en el marco de la investigación emprendida, o que ayude a establecerlo, aunque no sea él como observador el receptor buscado. En general, el etnógrafo pregunta y escucha respuestas; pero también mira y escucha por su cuenta todo lo que le interesa.
Podríamos decir, pues, que la forma general de la observación etnográfica es participante y que se concreta en protocolos de entrevista no estructurada compatibles con la participación, de los que pronto hablaremos. Ahora bien, pese a ello, dentro del trabajo etnográfico caben formas de observación más distanciadas y que, sin llegar a ser no participantes, generan información hasta cierto punto independiente de la interacción con el sujeto y de cualquier tipo de entrevista.
En realidad, esta dualidad puede trasladarse a otra, la que hay entre las nociones de émico y ético, la cual se ha desarrollado suficientemente en la parte final de la asignatura Introducción a los métodos de investigación en Psicología. En efecto, lo que ocurre en el trabajo de campo etnográfico es, sencillamente, que el investigador debe articular de la manera más eficiente posible una postura émica, de implicación e identificación máxima con los sujetos y con sus códigos culturales, con una postura ética, alejada y exterior con respecto a lo que estudia y que filtra la información a partir de parrillas de análisis teóricas –en el mejor de los casos– o ideológicas –propias de la cultura de la que proviene el científico–. En definitiva, el enfoque etnográfico proclama un propósito explícito de ser completo, en el sentido de que procura que los árboles le dejen ver el bosque, y de que el bosque le deje ver los árboles.
Una faceta que no hay que olvidar del proceso de acercamiento a los sujetos y a su entorno en la vertiente émica es que requiere tiempo. No estamos diciendo que toda investigación cultural lo requiera, ya que se pueden llevar a cabo estudios transversales o comparativos que no exijan más de unas semanas de duración. Sin embargo, una aproximación plenamente etnográfica como la que estamos delimitando aquí pide un proceso más o menos lento (según los casos) de contacto, acomodación y adaptación al mundo sociocultural estudiado, proceso que a menudo exige la convivencia parcial o total con los habitantes de ese mundo y el aprendizaje razonablemente íntegro de su lenguaje.
Por otra parte, lo que aquí entendemos por enfoque etnográfico excluye, al menos en la primera fase del trabajo de campo, una estrategia de muestreo sistemática, a diferencia de otros enfoques como, por ejemplo, el de la teoría fundamentada. El investigador con talante etnográfico y cualitativo estudia, dentro de las condiciones de campo y de una perspectiva de acercamiento a los sujetos que podría tildarse de ad hoc, designativa o "a dedo", aquellos individuos que representan a priori los perfiles de conducta y roles que le interesan y, de éstos, el mayor número que puede asumir. Sin embargo, dicho esto, es honesto añadir que, a menudo, el etnógrafo de campo toma contacto sencillamente con quien puede, con aquellas personas que se prestan o que, por distintas circunstancias, están más a su alcance.
Un punto candente del trabajo etnográfico, y que se puede considerar indirectamente vinculado a cuestiones de muestreo, es la selección de informantes, aquellas personas escogidas que, incluso al margen del grueso de las operaciones de registro y de los planos de observación y entrevista, aportan información de primera mano al investigador, a menudo mediante vínculos personales. Pero este punto es lo suficiente importante para abordarlo con algo de detenimiento, por lo cual nos ocuparemos de él de manera monográfica en un próximo apartado.
3.2.3.La cultura
Vivimos en mundos de significados culturales creados por nosotros mismos y por los demás. Pero no somos robots culturales programados por la tradición y, sobre la base de ésta, producimos nuevas significaciones y anulamos o modificamos otros anteriores a nuestro paso por la vida. La cultura, por lo tanto, no nos ofrece solamente un paisaje de significados que debemos aprender a interpretar y utilizar, sino que también nos da la opción de fabricar otros nuevos dentro de los límites que –eso sí– ella marca. Éste es el ángulo de visión de la cultura que más atrae al psicólogo, el cual sin embargo es consciente de que la cultura esconde muchas capas, desde el entorno privado o familiar hasta los contextos económicos y políticos en los que se inscribe el comportamiento humano.
Por consiguiente, los objetivos del investigador etnógrafo no quedan confinados al desciframiento de los significados que la gente maneja, sino que deben apuntar también a los dispositivos y reglas que permiten la producción de significados e interpretaciones nuevos o diferentes con respecto a los oficiales. Y en esta producción de significados no contemplamos únicamente los lingüísticos o cognitivos, sino también el de las conductas, tanto con respecto a su contenido como a su forma. Así, la investigación etnográfica, igual que la Psicología en general, atiende igual a los aspectos cognitivos y semióticos de la cultura, manifiestos en el lenguaje y otros códigos simbólicos, como a los aspectos materiales, que se expresan en el comportamiento.
Significado cultural
La creación de significado cultural incluye la validación de hechos o creencias ("la Tierra es redonda"; "aprender matemáticas es difícil" o "las suelas de los zapatos están siempre sucias "); los significados tácitos habitualmente aceptados como sentido común" ("los niños tienen que ir a la escuela", "no se puede ir a 100 por hora por una calle"); los valores, actitudes y sentimientos (la vibración emocional al imaginar o ver a un niño pequeño pidiendo limosna, o la que se deriva de percibir cómo alguien hace trampas en el juego).
Con respecto a la conducta interactiva e instrumental, la cultura proporciona las reglas que facilitan su producción: cómo saludar a los vecinos por la mañana, qué hacer ante cierta transgresión de un chico/chica (que ha puesto los zapatos sobre el sofá), cómo corregir a un colaborador, pero también cómo montar una fiesta o cómo diseñar una sala de conferencias.
El tronco principal de la investigación etnográfica es el trabajo de campo y la observación participante implicada con una óptica ético-émica; y su objetivo es el aislamiento de las reglas y significados culturales que gobiernan el comportamiento.

3.3.En participación-observación: los incidentes críticos de Flanagan

La técnica de los incidentes críticos es un registro narrativo en condiciones de participación-observación que, además, a menudo recurre a algún tipo de entrevista.
3.3.1.Generalidades
Esta técnica, a pesar de apoyarse a menudo en formatos de entrevista o cuestionario, pide una estrategia de recogida de información más amplia, lo cual aconseja considerarla como un enfoque metodológico aparte.
Fue ideada y desarrollada por J. C. Flanagan durante la Segunda Guerra Mundial. Originalmente se presentó como una contribución cuantitativa cortada a la medida de exigencias positivistas. Posteriormente, ha ido derivando hacia formulaciones cada vez más cualitativas.
Sus primeras aplicaciones se refirieron a la identificación de factores de fracaso o de éxito –"críticos"– en distintas situaciones militares de los pilotos de la fuerza aérea de Estados Unidos. Después, la técnica se ha ido difundiendo en dirección a la Psicología industrial y organizacional y, más recientemente, a la Psicología clínica, la educativa y la comunitaria.
Se trata de un registro narrativo del mismo tipo que el que ya hemos considerado en los escenarios de Barker, es decir, realizado en lenguaje corriente y no categorizado de entrada. Una vez recogido el material, se dispone y ordena, se mide en definitiva, mediante técnicas de análisis de contenido.
Veremos que, complementariamente, también utiliza la entrevista corta, tipo cuestionario, para homogeneizar la información reunida.
Es también una técnica de campo, cuyo protocolo no es demasiado estructurado ni sistematizado y admite muchas formas diferentes, característica que exige adaptarla a cada circunstancia concreta de registro. Quizás por esta misma flexibilidad ha adquirido bastante popularidad en los ámbitos antes reseñados.
Su máxima utilidad se muestra en las primeras etapas del análisis de cualquier sistema social (empresa, escuela, hospital, fábrica, etc.).
3.3.2.Metodología
Definición, objetivos y aplicaciones
La técnica de los incidentes críticos consiste en un conjunto de procedimientos sistemáticos para identificar conductas o hechos observables, los cuales son considerados "críticos" o decisivos porque determinan o contribuyen a determinar el éxito o fracaso de los individuos, grupos u organizaciones en procesos o situaciones específicos.
Así, por ejemplo, para minimizar los accidentes laborales en una mina tendremos que localizar los errores humanos o técnicos que los precedieron.
Y nadie mejor para localizarlos que los propios sujetos que los pueden provocar o sufrir, los mineros en este caso. Preguntándoles, indagando en esta dirección, encontraremos los hechos, los "incidentes" que, desde su punto de vista, son cruciales en la situación de referencia.
La técnica, pues, debe permitir recoger información sobre una zona previamente definida de una realidad previamente delimitada en el espacio y el tiempo.
Este objetivo está guiado no sólo por el encargo que recibe el investigador y por sus intereses, sino también por la teoría que éste utiliza y que le suministra las hipótesis sobre cuáles son los hechos determinantes, en qué direcciones debe buscar.
Técnicas de registro
Como esta técnica persigue esencialmente la descripción de ciertos acontecimientos por parte de los sujetos supuestamente implicados en ellos, se puede decir que la tarea de observación está delegada en estos mismos sujetos, obreros de una fábrica, usuarios de ordenador en una empresa, conductores de autobús o mineros de una mina. Son ellos los que, en lenguaje cotidiano, informarán de lo que han visto, oído, de lo que les parece importante con vistas a averiguar los factores de éxito o fracaso en una actividad dada. El registro entonces comporta:
  • Uso de la entrevista. No cuesta adivinar, en consecuencia, que a menudo la forma concreta de recogida de información en la técnica de los incidentes críticos es la entrevista, en sus dos formas básicas: estructurada, como un cuestionario o como un autoinforme; abierta, no estructurada, como en las entrevistas en profundidad.

  • Información retrospectiva. Estas entrevistas suelen ser retrospectivas. El sujeto da cuenta de lo que ha percibido después de haber ocurrido, lo cual exige una buena memoria, entrenada y focalizada en los tipos de incidentes buscados. Eso no es tan difícil de lograr, ya que los sujetos son especialistas o expertos en la tarea sobre la que tienen que informar. De todas maneras, en la literatura clásica en torno a esta técnica se suele recomendar que los incidentes sean recordados a corto plazo. Al aumentar el tiempo transcurrido, el peligro de falsear los recuerdos, dando información estereotipada, también es mayor.

  • Información simultánea u on-line. Cuando se trata de autoinformes estas exigencias desaparecen en buena parte, dado que el sujeto-observador entonces va consignando los hechos que le parecen relevantes simultáneamente, a medida que se producen. Cuando se utiliza algún sistema de comunicación en red para entregar la información lo más rápidamente posible, el registro también suele ser simultáneo a la ocurrencia del hecho. El sujeto capta lo que interesa y lo envía por correo electrónico, a un foro o un chat a fin de que sea recogido y almacenado por la dirección de la investigación. Un obrero en una cadena de montaje puede enviar por la terminal más próxima los datos que se le piden, en el mismo momento en que se producen.

Planificación del registro
La metodología más corriente en la aplicación de la técnica de los incidentes críticos planifica la preparación y realización del registro en las siguientes fases:
  • Definición del campo de registro. En este apartado hay que hacer constar: a) la muestra de sujetos a partir de la cual se seleccionarán los "observadores"; b) el lugar, momento o situación de referencia para contestar la entrevista o rellenar el cuestionario; c) la clase general de conducta que interesa.

  • Definición de la conducta o circunstancia "blanco". Es decir, del incidente crítico: ahora habrá que clasificar las conductas previsibles en el contexto del campo de registro (punto anterior), separando las que se consideran incidentes de las que no, en función de criterios claros. El criterio general es siempre el mismo: se trata de conductas que se sospechan o consideran decisivas (por razones teóricas y también al colocarse en el punto de vista del sujeto) en el desarrollo positivo o negativo de un proceso.

  • Selección del observador u observadores. Ahora se deben indicar los criterios de selección de los observadores dentro de la muestra de partida. Éste es un aspecto importante de la técnica y uno de los más distintivos. En general, el observador es una persona que pertenece al propio sistema u organización estudiados, que conoce las situaciones sobre las que se le pregunta. Eso quiere decir que el observador será un maestro/a si lo que se investiga son incidentes relacionados con la docencia o la dinámica del aula; una enfermera o médico, si lo que estudiamos son incidentes relativos a la vida hospitalaria; un chapista en una cadena de montaje, si queremos descubrir el porqué de ciertos fallos en el acabado de los coches, etc.

  • Elaboración del cuestionario, protocolo o guía de registro. La elaboración se haría teniendo presentes los puntos ya resaltados y debería tener un esqueleto básico como éste: a) qué llevó a la situación investigada (fracaso, éxito, accidente, etc.); b) qué hizo el sujeto implicado que pudiera ser efectivo/inefectivo, bueno/pernicioso, etc.; c) cuál fue el resultado concreto de su acción; d) por qué esta acción fue efectiva/inefectiva...

  • Análisis de contenido de las respuestas o descripciones del sujeto-observador. Los incidentes son descompuestos en unidades más pequeñas o reagrupados en unidades más molares y, en definitiva, clasificados en dimensiones de conducta de las cuales –se supone– son síntomas o manifestaciones. La técnica de análisis de contenido utilizada será introducida más adelante. A partir de esta técnica, se buscan los puntos de coincidencia entre sujetos, se trata de relacionar las divergencias con diferencias en los roles o situaciones vividas, etc.

    Veamos una ilustración del desarrollo de un protocolo de este tipo en el ámbito clínico. Se pretendía clasificar los síntomas de los pacientes de un hospital, con la mirada puesta en los fracasos/éxitos de las terapias aplicadas. Se trabajaban las respuestas en un cuestionario estructurado y breve. La originalidad de este caso consiste en que los sujetos-observadores no ofrecían directamente su versión de los hechos, sino que, a su vez, y en parte al menos, lo obtenían de otros sujetos, los pacientes en los que se centraba la terapia.

    La fase de definición del campo de registro se resolvía así: se delimitaba como muestra provisional de observadores el conjunto de asistentes y enfermeros/as que atendían el pabellón psiquiátrico de un hospital X; como marco social, las distintas situaciones cotidianas de interacción entre los pacientes de este mismo pabellón y los observadores; y, como marco conductual, las respuestas y comentarios de estos pacientes en las mencionadas situaciones, que eran aprovechadas, como veremos enseguida, para aplicar el protocolo de preguntas previsto.

    La siguiente fase definía dos tipos de incidentes dentro del material verbal recogido: unos negativos, en los que el paciente, de distintas maneras, expresaba su enfermedad o la negación de la curación; y otros positivos, de los que se podía inferir alguna mejora.

    La fase de selección de observadores escogía, dentro de la muestra provisional antes indicada, al personal de enfermería que era responsable de la administración de ciertas terapias (rehabilitación, medicación, laborterapia), después de valorar su proximidad a los pacientes.

    El cuestionario se limitó a tres puntos. Uno de ellos se centraba en el contexto del comentario o respuesta del paciente; el otro en el contenido del referido comentario; el tercero recogía la interpretación personal que el observador hacía del comentario y de la situación en el que fue pronunciado. Incluimos dos de estas fichas de registro. En la primera, una enfermera ha consignado un incidente en el que el comentario es negativo. En la segunda, el incidente se valora como positivo.

    Incidente núm. 1

    ¿Dónde y cuándo ha tenido lugar el incidente? – En el pasillo, volviendo del bloque 1, hacia las 12.30 del mediodía.

    Describa con la mayor exactitud posible qué ha hecho o dicho el paciente. – El paciente volvía del bloque 1, donde había recibido su medicación. Yo le he comentado: "Esta medicación le ayudará a sentir más fuerza en las manos y los pies". Él ha contestado: "Oh, no, no me siento más fuerte". Yo le he preguntado: "¿Por qué dice eso"? Y él me ha dicho: "Yo tuve un ataque y desde entonces estoy paralizado. No puedo ni mover las manos".

    ¿Por qué piensa que el paciente se comporta así? – El paciente no quiere esforzarse y necesita inventar una excusa. (Es un hombre de 47 años que lleva tres años en el hospital, en régimen cerrado, en estado de ansiedad.)

    Incidente núm. 2

    ¿Dónde y cuándo ha tenido lugar el incidente? – En la sala de estar, al atardecer.

    Describa con la mayor exactitud posible qué ha hecho o dicho el paciente. – El paciente estaba viendo una película en la tele cuando de repente se puso alerta, mirando la pantalla fijamente. Después de mirarla atentamente un rato dijo en voz alta y claramente al malo de la película: "Más vale que tengas cuidado o acabarás en la silla eléctrica".

    Este paciente hacía meses que no hablaba ni mostraba ningún interés por su entorno...

    ¿Por qué piensa que el paciente se comporta así? – Le han cambiado la medicación hace un par de días y él lo ha notado. (Se trata de un paciente de 32 años, que lleva seis meses en el centro en régimen semiabierto. El diagnóstico es esquizofrenia catatónica.)

    En cuanto a la última fase de análisis de contenido diremos sólo que las descripciones así obtenidas de los síntomas de los pacientes fueron fragmentadas o reagrupadas en categorías de clasificación, en torno al eje básico de mejora/empeoramiento de los síntomas.

    Naturalmente, no siempre el sujeto –delegado o sujeto– observador debe preguntar a otros sujetos. A menudo estos observadores sólo tienen que observar hechos físicos, mecánicos, sociales, exteriores a ellos, y dar un juicio. En una fábrica donde la dirección quiere averiguar por qué se producen periódicamente deterioros del nivel de calidad, tal vez el cuestionario destinado a localizar los incidentes críticos responsables de aquéllos tendrá una forma tan simple como ésta:

    Por favor, ponga por escrito

    Dos cosas positivas o buenas que le hayan pasado mientras usted llevaba a cabo la actividad X;

    Dos cosas negativas o malas que le hayan pasado mientras usted llevaba a cabo la actividad X.

3.3.3.Valoración metodológica
Tal como anunciaba el título de este subapartado, el tipo de observador utilizado permite considerar la técnica de los incidentes críticos como una modalidad de participación-observación. Por eso el punto de vista émico, desde el interior del sistema estudiado, está garantizado. El observador no es un científico social, un "profesional" de la investigación, sino un profesional en su campo técnico o laboral, entrenado como trabajador para poder dar la información pertinente en su terreno.
Si consideráis con atención las fases de planificación del registro antes enumeradas, os daréis cuenta de que la técnica de los incidentes críticos tiene un carácter discontinuo. Eso significa que el registro no cubre de manera ininterrumpida la totalidad de una sesión o de un periodo de registro establecido, sino que opera mediante un muestreo de acontecimientos o situaciones separadas entre sí en el tiempo y el espacio (tal como se aprecia también en el ejemplo que hemos incluido).
Pero los méritos más frecuentemente reivindicados de los incidentes críticos no son metodológicos: se refieren a su eficacia –probada muchas veces– y a su bajo coste gracias a la utilización de observadores que pertenecen a la propia organización en la que se enmarca la investigación. Es una técnica pragmática. Va al grano desde el primer momento, delimitando y contextualizando la información concreta que interesa: los incidentes.
Como inconvenientes, uno de los principales puede ser el carácter retrospectivo de los informes, cuestión a la que ya nos hemos referido más arriba.
Por otra parte, es una técnica fundamentalmente idiográfica. Permite encontrar resultados en circunstancias particulares difícilmente generalizables a otras circunstancias. A menudo no es fácil extrapolar los incidentes detectados en una empresa, hospital, escuela a otra diferente, ya que los contextos de la investigación original y los de las organizaciones adonde se quieren extrapolar, junto a semejanzas, pueden revelar diferencias sustanciales.
El carácter pragmático y utilitario de la técnica de los incidentes críticos puede llegar a volverse en contra de los intereses del investigador. Así, al centrarse éste en los hechos conspicuos que le han de dar la información pertinente, puede ser que le pasen desapercibidos otros más rutinarios o imperceptibles pero igualmente significativos.
Finalmente, el valor potencial del tipo de observador utilizado para localizar incidentes críticos no excluye que, algunas veces, estos observadores internos puedan no reunir las características necesarias para ser objetivos, en función de su personalidad, situación en la empresa, etc. Por lo tanto, éstos son aspectos que habría que controlar.
3.3.4.Comparación entre el espécimen y los incidentes críticos
Podemos acabar este apartado poniendo uno al lado del otro estos dos protocolos que, en ciertos aspectos, ocupan los extremos de una misma dimensión metodológica.
  • Los incidentes críticos van asociados a un registro discontinuo, mientras que el espécimen es obtenido mediante registros continuos, con la atención del observador fijada permanentemente en el/los sujeto(s) focalizado(s).

  • Por otra parte, los incidentes críticos utilizan observadores que pertenecen al sistema estudiado, mientras que, como hemos visto, la técnica del espécimen utiliza observadores externos.

La técnica de los incidentes críticos se resuelve básicamente mediante la selección de observadores internos, la definición de los incidentes y la elaboración de un cuestionario.

4.Los informantes

4.1.Los informantes: definición y valor metodológico

El informante es una figura clave dentro de la investigación cualitativa. Habitualmente ejerce su papel en el seno de la observación participante, pero nosotros argumentaremos a favor de considerarlo, también, una figura vigente dentro de la observación no participante.
Primero expondremos los rasgos nucleares de un informante, así como los de un buen informante.
Después examinaremos los distintos tipos de informantes y las diferentes funciones que cumplen en diferentes escenarios metodológicos.
El informante es una fuente principal de información en la recogida de datos cualitativa, tanto en observación participante como en observación no participante.
4.1.1.Generalidades y distinciones básicas
El término informante, como otros de la metodología cualitativa, tiene su origen en la etnografía, tal como hemos recordado hace poco.
En principio un informante es, tal como podríamos esperar a partir de la simple lectura del término, cualquier persona que suministra información al científico social en relación con su objeto de estudio.
En términos generales, pues, esta persona deberá tener o mantener algún tipo de relación con el científico, comunicarse con él, cosa que requerirá, según los casos, una cierta convivencia, en el marco de una entrevista u otras situaciones, habitualmente poco formales, que faciliten la comunicación.
Este científico social –antropólogo, sociólogo, psicólogo– suele ser un trabajador de campo.
Una primera distinción que se nos puede ocurrir es que este informante puede proveer información sobre sí mismo o sobre otras personas. De momento, sin embargo, esta puntualización sólo debe servir para darnos cuenta de que el sujeto focal abordado en la observación participante es, de hecho, un informante, un cierto tipo de informante que –por ejemplo– da información en el contexto de una entrevista o en el de una búsqueda de incidentes críticos.
La información que da un informante puede ser de diferentes clases, dependiendo en buena parte de la demanda específica que hace el observador. El informante puede hablar de hechos objetivos (o de su percepción objetiva de los hechos), sobre valores, creencias, roles y reglas del sistema social, significados de modelos de comportamiento, etc.
El informante es "ingenuo" o inocente respecto a los planes de recogida de información del científico. Por consiguiente, aunque exista una relación inmejorable entre él y el científico en cuanto persona, eso no equivale a que comparta su visión de la finalidad y sentido de la investigación. Es sólo un colaborador exterior a la tarea de investigación.
Pero esta regla general no excluye que, en casos excepcionales, un informante pueda llegar a formar parte de un equipo de investigación o, ya desde el primer momento, sea incorporado a él. Suele tratarse naturalmente de un informante de especiales características, con una formación y un talante que hacen posible su coordinación con el investigador y su equipo.
La selección de un informante no se hace de manera gratuita ni al azar. Hay que tener muy claros los criterios de selección y, en consecuencia, las necesidades informativas que se tienen. A menudo es imprescindible realizar entrevistas preliminares, escogiendo a los individuos sobre los que se dispone de datos previos favorables.
A continuación daremos algunas indicaciones básicas sobre cuál ha de ser el perfil de un informante.
Perfil de un buen informante
Un buen informante ha de:
  • Tener capacidad de verbalizar adecuadamente, ser mínimamente locuaz. Esta capacidad puede indudablemente llegar a sesgar la información debido a que, frecuentemente, las personas más aptas para transmitir información oral poseen al mismo tiempo ciertos rasgos de personalidad (como, por ejemplo, la extraversión) u ocupan ciertas posiciones sociales. Además, a menudo sucede que ciertas normas culturales pueden hacer que hablar de algunos temas ante un extraño resulte inconveniente, dificultad que afectaría también a los estudios en nuestro propio ámbito cultural. En cualquier caso, esta capacidad es una condición necesaria del informante; no podemos prescindir de ella en modo alguno.

  • Ser reflexivo, capaz a la vez de interiorizar la propia experiencia social y cultural respecto al grupo estudiado y de distanciarse de ella. La persona que da información al científico social debe tener muy presentes las posibles interpretaciones de los comportamientos, roles o valores sobre los que se le pregunta, pero también debe tener una cierta perspectiva sobre aquéllos. Se le exige objetividad, no exactamente en la acepción del positivismo, sino en el sentido de poseer la aptitud de ofrecer su percepción de los hechos, de que ésta sea lo suficientemente nítida y transmitida con claridad. El informante debe iluminar con una luz determinada los fenómenos que indaga el científico; que esta luz muestre algún sesgo, no coincida con la del observador, no invalide la aportación informativa; la invalidaría si en vez de luz fuera sombra. En concordancia con ello, es sabido que los mejores informantes tienden a ser aquellos que pertenecen a los dos polos del éxito y el fracaso social y que, por lo tanto, contemplan la realidad en la que viven desde un ángulo muy acentuado.

  • Tener una disposición lo suficientemente buena hacia el observador como para hacer factible una comunicación fluida con él. Esta exigencia no pide que informante y observador sean amigos, aunque ésta es una circunstancia que se ha dado frecuentemente en la historia de las Ciencias Sociales. Sin embargo, es obvio que una actitud favorable del informante hacia el científico y su equipo beneficiará la recogida de información. En todo caso, la disposición de un informante puede incluir alguna desconfianza (sobre todo al principio), algún pesar o crítica encubierta; pero nunca el desprecio, la falta de respeto o el odio.

  • Debe ser sincero o ir de "buena fe". Este rasgo es un reflejo directo del anterior. También aquí esta sinceridad se entiende en el marco de una actitud positiva, no en el de la objetividad científica tal como se entendería en las Ciencias Naturales. Incluso algunos tipos de engaño serían compatibles con esta buena fe –por ejemplo, cuando persiguieran el objetivo de dar una buena imagen del sujeto, grupo o comunidad estudiados. A veces, un engaño puede ser altamente informativo, por su significación. Es trabajo del investigador descubrirlo, relativizarlo y valorarlo.

4.1.2.Importancia metodológica de los informantes
El uso de informantes no es un recurso metodológico de segunda mano, sino al contrario: abre una vía directa para la recogida y validación de la información significativa que busca la investigación cualitativa, información que, de otro modo, no estaría al alcance del científico.
Campbell, una de las máximas autoridades del siglo XX en la metodología de las Ciencias Sociales, y no precisamente un entusiasta de lo cualitativo, ha juzgado el uso de informantes como una importante fuente de validez y capacidad de generalización en la investigación social.
Sin embargo, conviene separar las dos funciones más importantes de los informantes:
  • Función 1: por una parte, el informante es primariamente un proveedor de información, de información difícilmente obtenible por otras vías. Ésta es la función básica de esta figura, consustancial a la obtención de material verbal en la observación participante.

  • Función 2: por otra, el informante puede contribuir a validar, confirmar o ratificar las categorizaciones, descripciones e interpretaciones a las que ha llegado el científico en un punto avanzado de su recorrido de investigación. Ésta es una función mucho más precisa metodológicamente que la anterior, y es inseparable de cualquier tipo de observación, participante o no participante; de hecho, es parte de cualquier tipo de metodología que no sea meramente exploratoria.

Las validaciones que realice un informante ejerciendo la función 2) se referirán a elaboraciones que ha hecho el científico de informaciones dadas antes por unos primeros informantes que cumplían la función 1). Generalmente, estos primeros informantes no coincidirán con los segundos, aunque esta posibilidad es perfectamente legítima en cuanto autovalidación o corrección de la propia información ofrecida inicialmente. Pero la separación entre informantes "informadores" e informantes "validadores" permite una evaluación independiente de las interpretaciones de los hechos o fenómenos bajo estudio.
En todo caso, es evidente que la función 2) equivale a una replicación de los materiales provistos en la fase 1). Repetimos el acto de interpretación en tres momentos, en tres aproximaciones a la comprensión de unos hechos: la nuestra como observadores externos, la de un primer sujeto que aporta una primera versión y la de un segundo sujeto que sanciona la versión del primero y la elaboración que hayamos hecho de ésta.
Sobre la base de esta doble función, algunos autores como los ya citados Werner y Schoepfle proponen la distinción entre informantes y consultantes:
  • La función 1, de hecho, sería cumplida por consultantes y no por auténticos informantes. El consultante se limita a responder, a dar información de contenido a partir de la demanda del observador. A menudo (pero no necesariamente) desarrolla un vínculo social fuerte con aquél, vínculo que puede desembocar en una amistad.

El consultante es, pues, un informador "a secas". Actuaría en el seno de modalidades émicas de observación, como las que hemos comentado en un apartado anterior.
  • La función 2 sería cumplida por informantes, consultantes especiales requeridos para poner a prueba la información ya almacenada e interpretada. Generalmente, estas personas son seleccionadas o localizadas hacia el final de la investigación y no mantienen una relación íntima con el observador.

Se trata, pues, de informadores que actúan en el seno de modalidades émico-éticas de observación, en las cuales el científico, más que recoger información (que ya posee y ya ha analizado teóricamente), lo que quiere es contrastarla mediante la autoridad o el punto de vista, en algún sentido privilegiado, de ciertos miembros de la comunidad o el grupo.
En el ámbito de la Psicología organizacional o del trabajo, un representante sindical que colabore en validar las categorías construidas para interpretar adecuadamente ciertos comportamientos del personal de una empresa es un informante; en cambio, los empleados previamente entrevistados o requeridos con vistas a la simple obtención de información son consultantes.
En una investigación centrada en un barrio y en una comunidad de inmigrantes subsaharianos podemos recoger inicialmente información sobre la base de nuestras buenas relaciones con algunos miembros de la comunidad. Serán nuestros consultantes. No obstante, al final de la investigación, cuando pretendamos organizar y dar un significado definitivo a la información almacenada, quizás pediremos la opinión de personas relevantes de esta misma comunidad –informantes–, las que lleven más años en nuestro país o –al revés– las que hayan vivido más tiempo en el país de donde proceden y, en consecuencia, conozcan más a fondo los valores de la cultura de origen.
Los informantes deben presentar un perfil determinado y pueden cumplir dos funciones diferentes: la de informar y la de validar la información; funciones habitualmente realizadas por personas también diferentes.

4.2.Diferentes posiciones y roles de los informantes en el contexto de la recogida de información

La aportación metodológica de los informantes, y su papel en la investigación cualitativa, difiere según las coordenadas metodológicas en las que se les haga trabajar.
La tipología de los informantes que exponemos a continuación se puede plantear independientemente de la distinción funcional entre informantes y consultantes que acabamos de hacer, de carácter mucho más básico. Ahora la clasificación que presentamos se referirá más bien a la "posición" del informante respecto a la situación de registro y abarcará tanto a informantes como a "consultantes". Nosotros mantendremos el primero de estos términos. Cuando haya una correspondencia clara entre esa categorización y las que a continuación os ofrecemos, lo señalaremos de manera explícita.
4.2.1.El informante en observación participante y no participante: informantes actuales y a posteriori
El informante que acabamos de caracterizar genéricamente puede ser encuadrado, de manera más precisa, dentro de la investigación específicamente psicológica. En este contexto, el informante hablará de sujetos, de sus comportamientos, rasgos y roles; y también de grupos y de su significación social. Una madre dará a un psicólogo interpretaciones sobre sí misma o sobre su hijo; un maestro las dará de él, de sus alumnos, de sus compañeros profesionales, de la escuela donde trabaja; un trabajador transmitirá sus experiencias, comentará las de los otros obreros, opinará de la dirección de la empresa, de los sindicatos. El informante estrictamente etnográfico que aclara el sentido de una palabra, de una leyenda o de un mito, o explica el valor de un ritual, quedará un poco fuera de este encuadre.
Este informante psicológico puede desempeñar su papel tanto en observación participante como en observación no participante. Por eso esta distinción no es lo más importante cuando se trata de tipificar o clasificar los diferentes roles que cumplen los informantes en el estudio del comportamiento.
En efecto, aunque la figura más popularizada del informante es aquella que proporciona información en el curso de una observación participante, sin embargo no hay ninguna razón por la cual no pueda brindarla también después del periodo de recogida de datos. Por lo tanto, el informante puede cumplir su función fuera de la situación de registro propiamente dicha, una vez finalizada ésta, circunstancia que la hace perfectamente compatible con la observación no participante.
Es fácil entender el porqué de esta compatibilidad: un informante nunca podría suministrar información en el seno de un registro no participante ya que, si lo hiciera, el registro se convierte automáticamente en participando al darse una interacción entre un sujeto y el observador científico. Sin embargo, siendo lícita su intervención con posterioridad al registro, entonces no hay riesgo de reactividad, y el peligro de que la observación se convierta en participante deja de existir.
Ejemplo
Podéis aducir que este razonamiento sólo sería cierto en el caso de que el propio sujeto observado fuera el informante, sujeto que entonces no nos podría decir nada –ni nosotros a él– durante el curso del registro; pero que sería posible una situación en la que el sujeto ignorara que hay una observación en marcha mientras otra persona, simultáneamente, transmitiera información al observador sin que el primer sujeto lo advirtiera. Por ejemplo, un observador podría anotar categorías de conducta de un trabajador en una cadena de montaje a partir de las imágenes de un monitor de vídeo (de manera que el trabajador ignoraría el hecho de ser observado), mientras un encargado le fuera haciendo comentarios sobre las acciones que veía.
Ahora bien, en una perspectiva de observación no participante, esta posibilidad no sería aconsejable. Aparte del riesgo –muy real en algunos casos– de que el sujeto focal acabe descubriendo la presencia de este informante, existe la amenaza de que el observador se vea influido por los comentarios que oye y eso acabe reflejándose en sus anotaciones en forma de algún sesgo. En la observación participante la dinámica del registro admitiría esta posibilidad como una manifestación más de la ductilidad o apertura del intérprete científico, dado que el enfoque dominante es émico; por el contrario, en la observación no participante estos sesgos y la influencia de un informante durante el registro serían inaceptables, ya que el enfoque es ético.
Por otro lado, la posibilidad de que el informante haga sus aportaciones antes del registro no añadiría nada al anterior análisis. Los informantes, ciertamente, pueden ser utilizados para preparar un registro, para seleccionar a otros informantes, pero en estos casos el peligro de romper la situación de observación no participante, haciendo que el sujeto focal se dé cuenta de la investigación en curso, es lo mismo que si el informante actúa durante el registro. De hecho, el "antes" del registro en circunstancias como las descritas es una falacia, ya que forma parte, con pleno derecho, del "durante" con respecto al periodo de contacto con la muestra estudiada y al intervalo de recogida de información.
Recapitulando:
  • Se puede hablar legítimamente de informantes tanto en el contexto de la observación participante como en el de la no participante.

  • No obstante, el informante en observación participante puede brindar su información, bien durante el mismo periodo de recogida de datos, bien una vez finalizado éste; por el contrario, el informante en observación no participante solamente puede jugar su papel a posteriori del periodo de recogida de datos o de registro.

Llamaremos informantes actuales a aquellos que cumplen su función durante el periodo de recogida de datos o registro de información focalizado en el sujeto, muestra o grupo escogidos; llamaremos informantes a posteriori a aquellos que cumplen su función después del referido periodo.
Doble papel, actual o a posteriori, del informante
La casuística de informantes en este contexto es muy variada y no la podemos enumerar exhaustivamente. Sólo diremos que el doble papel, actual o a posteriori, del informante en la observación participante no es obligatorio. Es decir, hay circunstancias en las que el informante de la observación participante tampoco puede informar durante el registro y se ve obligado a hacerlo al finalizar éste, excepción típica de ciertas formas de observación actuante.
Imaginad el siguiente caso: un sujeto o grupo saben que son filmados o grabados con una cámara manipulada a distancia. Es obvio que, faltando el operador y, por lo tanto, el observador, estas personas no podrán hacer de informantes durante el registro, pero sí después. En cambio, también es innegable que la observación es participante, dado que todo el mundo sabe que está siendo observado. Ved la actividad que os proponemos al final de este apartado, donde aparece una situación de registro parecido a la expuesta.
4.2.2.Autoinformantes y aloinformantes
Una investigación psicológica o social puede centrarse en comportamientos individuales o en comportamientos interactivos entre dos o más individuos. Sin embargo, toda interacción múltiple entre 3, 4 o más individuos puede descomponerse en díadas, es decir, en unidades de intercambio comunicativo entre dos individuos. Así, con vistas a introducir la próxima distinción entre tipos de informantes, nos bastará separar los estudios individuales, con un solo sujeto bajo observación, de los estudios de interacciones, enfocados a dos sujetos que forman un mínimo sistema social y de comunicación.
En los estudios de individuos que se sirven de la observación participante el sujeto focal es, de hecho, un informante: da información sobre sí mismo, sobre otros, opina, juzga, etc., siempre en torno a sí mismo. Por lo tanto, puede considerarse un autoinformante. Aunque hable de otras personas, éstas no están presentes o no tienen ningún vínculo estable con él, vínculo que puede dar lugar a interacciones, las cuales podrían llegar a ser estudiadas por el investigador.
Así, un entrevistado es un autoinformante, un autoinformante actual si le aplicamos la terminología propuesta en el subapartado anterior. Alternativamente, este informante puede intervenir acabada la entrevista y entonces será un autoinformante a posteriori.
En estudios individuales de observación no participante, este mismo sujeto será igualmente un autoinformante, pero sólo podrá serlo a posteriori.
En los estudios de interacciones hay más alternativas. La situación de registro se convierte en más densa desde el punto de vista adoptado ahora. En una investigación de esta clase el observador tiene ante sí dos sujetos intercambiando mensajes, un S y un S' (madre/padre-niño, profesor-alumno, vendedor-cliente, conferenciante-público, terapeuta-paciente).
Cada uno de los dos sujetos es potencialmente un autoinformante: puede dar información sobre sí mismo, sea espontáneamente, sea en respuesta a demandas del observador. Ahora bien: también puede darla sobre el otro sujeto en la interacción con el que mantiene alguna clase de vínculo; S puede ofrecer interpretaciones de S' y S' puede ofrecerlas de S. En esta nueva dimensión diremos que los dos sujetos inmersos en una interacción son aloinformantes, aloinformantes actuales o a posteriori, si se trata de observación participante, y sólo a posteriori, si se trata de observación no participante.
En definitiva, los dos sujetos de una interacción son potencialmente autoinformantes o aloinformantes en relación con el observador que les escucha, situado en el vértice del triángulo delimitado por los tres. La distinción entre estos dos tipos de informantes se reserva, pues, para la observación de interacciones y no se considera en cualquier otro caso, donde tiene mucho menos relieve metodológico. No es lo mismo que un ciudadano hable de un líder político, del tendero de la esquina, de un vecino de la escalera casi anónimo (casos en los que, estrictamente, también podría tildarse de aloinformante) a que se refiera a algún familiar, a su jefe o a compañeros en la empresa, a su maestro o profesor, etc.
4.2.3.Informantes internos y externos
Los auto y aloinformantes que acabamos de describir son informantes intrínsecos o internos, personas que suministran descripciones o interpretaciones de los temas bajo estudio desde dentro de la misma muestra o grupo investigado (incluido el caso de que se trate de un solo sujeto).
Estos informantes disfrutan de una perspectiva émica desde el interior de esta muestra o grupo.
Pero la función del informante se puede llevar a cabo desde fuera del colectivo humano estudiado; los sujetos que nos informan pueden ser otros que los que estamos específicamente estudiando. Podemos decir de paso que éste es el tipo de informante seguramente más popular en la literatura, aunque siempre quedan dudas de hasta qué punto este sujeto, situado al margen de la muestra de referencia, no acaba siendo estudiado, o no siendo incorporado a aquélla, por el investigador.
En todo caso, este último es un informante externo, el cual tiene una perspectiva ética sobre las personas o grupo concretos sobre los que se le pide información, pero a los que no pertenece (aunque forme parte de la misma sociedad que ellos y que, por lo tanto, también podamos decir que participa de una posición émica).
Obviamente, hay informantes internos y externos tanto en observación participante como en no participante; hay actuales y hay a posteriori.
La distinción entre informantes y consultantes fijada en el subapartado precedente puede ahora superponerse fácilmente a las que acabamos de hacer. Un informante, opuesto a un consultante, debería entenderse siempre a posteriori. Esta posterioridad se desprende automáticamente de la función de replicación o validación que cumple este colaborador, coincidiendo con las interpretaciones del observador o discrepando de ellas. Una función así debe realizarse necesariamente hacia el final de la investigación, una vez hecha la recogida principal de información. En cambio, un consultante podría actuar durante el registro o una vez finalizado éste.
Además, el informante que replica o valida conviene que sea externo, al menos en alguna medida, dado que se le pide una cierta distanciación respecto a los comportamientos o valores que tiene que juzgar.
En la tabla siguiente tenéis sistematizada la tipología que hemos expuesto.
Clasificación de los tipos de informantes en observación participante y no participante

Observación participante

Observación po participante

En la observación de sujetos aislados, los informantes pueden ser:

Internos

Auto

Actual o a posteriori

Auto

A posteriori

Externos

Actual o a posteriori

A posteriori

En la observación de interacciones, los informantes pueden ser:

Internos

Auto o alo

Actual o a posteriori

Auto o alo

A posteriori

Externos

Actual o a posteriori

A posteriori

Un observador registra información sobre una dinámica grupal en la que un psicólogo hace el papel de moderador e interactúa con un grupo de pacientes.
El observador, equipado con su magnetófono, su cámara de vídeo o con un simple cuaderno de notas, puede estar presente en la sala como observador incógnito (uno más del grupo, escondiendo sus señas de identidad) o como investigador reconocido y aceptado; es decir, puede asistir a la dinámica de grupo en calidad de observador no participante o de observador participante.
En el último caso podrá intervenir, preguntando al psicólogo o a los pacientes durante la sesión o después de ella; en el primero sólo podrá acceder a los sujetos una vez acabada la sesión o la investigación entera (recordad que el simple reconocimiento de un observador como tal observador científico ya genera reactividad y convierte la observación en participante. Otra cosa diferente es si este observador pregunta o no pregunta a los sujetos).
  • Si el psicólogo informa sobre sí mismo, sea como informante actual o como informante a posteriori, es un autoinformante.

  • Si los miembros del grupo, individual o colectivamente, informan sobre sí mismos, sea como informantes actuales o a posteriori, son autoinformantes.

  • Si el psicólogo informa al observador sobre sus pacientes (en relación con diagnóstico, pronóstico, comentarios de la sesión, etc.), entonces es un aloinformante, bien actual, bien a posteriori.

  • Si los pacientes, individual o colectivamente, informan sobre el psicólogo (transmiten la imagen que tienen, lo alaban, critican, interpretan), son aloinformantes, actuales o a posteriori.

  • En este ejemplo aparece una variante no considerada hasta ahora: los miembros del grupo, en uno de los dos polos de la interacción, pueden hablar los unos de los otros. Serían, pues, aloinformantes dentro del mismo rol.

  • Finalmente, entre las posibilidades de este observador está la de recurrir a informantes externos a la interacción estudiada. Éstos podrían ser otros psicólogos (del mismo centro o de fuera), otro personal (del centro), otros pacientes no incluidos en el grupo de referencia, etc.

Actividad
Os sugerimos que llevéis a cabo esta actividad con la tabla anterior a la vista, que os puede servir de guía. Igualmente os ayudará el ejemplo que acabamos de comentar.
Suponed que un psicoterapeuta y su paciente anoréxica han dado consentimiento para que una de sus sesiones terapéuticas sea grabada en vídeo. Así, el análisis que haga un observador del material grabado, a partir de las imágenes del monitor de vídeo, se incluirá dentro de la modalidad de la observación participante ya que, aunque no haya interacciones entre este observador y el terapeuta o la paciente, no obstante estos dos sujetos saben que son observados y grabados en imágenes.
Provistos de esta información, indicad cuáles serían, o podrían ser, en esta investigación:
  • Los informantes internos.

  • Los autoinformantes.

  • Los aloinformantes.

  • Tratad de imaginar cuáles podrían ser los informantes externos respecto a este registro.

  • En este caso particular, ¿todos estos informantes serían actuales, a posteriori, o ambas cosas?

  • ¿Hay, o puede haber, un informante interno actual en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?

  • ¿Hay, o puede haber, un informante interno a posteriori en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?

  • ¿Hay un aloinformante en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?

  • ¿Hay un autoinformante en esta observación? ¿Quién, en caso afirmativo?

Representaos ahora la siguiente investigación en el ámbito laboral. Se trata de evaluar observacionalmente la actividad de la recepcionista de un hotel, sometida a prueba durante una semana antes del contrato definitivo. La recepcionista ignora que está siendo evaluada (a pesar de que, una vez acabada la prueba, se le comunicará por razones éticas y jurídicas). La observación se hace anotando las categorías de un sistema previamente construido, a partir de las imágenes que registra la cámara de seguridad del vestíbulo donde la chica trabaja.
Teniendo en cuenta todo ello:
Indicad cuáles podrían ser los informantes externos en esta investigación. Además, responded a las siguientes preguntas:
Orientaciones y pistas para la solución de la actividad
Las respuestas a estas preguntas no piden nada más que una buena comprensión del texto en el que se definía cada una de estas categorías de informantes. Tenéis que consultar, pues, la definición de cada tipo de informante preguntado y comprobar si encaja en los ejemplos anteriores.
Las preguntas con asterisco os exigen que recurráis a vuestra imaginación. Por ejemplo: ¿quién podría hacer de informante externo de una chica sometida a prueba como recepcionista? ¿No será esta pregunta equivalente a la de quién podría dar referencias laborales de ella? Pero también debe de haber otras posibilidades...
En relación a distintos ejes, los informantes pueden ser actuales o a posteriori, internos o externos y, dentro de los internos, podemos distinguir entre autoinformantes y aloinformantes.

Bibliografía

Bibliografías recomendadas
Anguera, M. T. (1995). Recogida de datos cualitativos. En M. T. Anguera et al. (eds.). Métodos de Investigación en Psicología (pp. 523-547). Madrid: Síntesis.
Behar, J. y Riba, C. (1993). Sesgos del Observador y de la Observación. En T. Anguera (ed.). Metodología Observacional en la Investigación Psicológica (vol. 2): Fundamentación (pp. 15-148). Barcelona: PPU.
Goetz, J. P. y Le Compte, M. D. (1988). Etnografía y diseño cualitativo en investigación educativa. Madrid: Morata.
Webs recomendadas
Snider, E., Rath, T., y Baltier Jr, J. (2000). Psychology 375: Methods of Study and Research. Universidad de Arizona. Recuperado el 13 de julio del 2008 desde https://u.arizona.edu/~ctaylor/chapter2/chapter2.htm.
Es una exposición sistemática de las diferencias entre método observacional y experimental.
Quesada, M. (1997). MYTYS, Métodos y técnicas de investigación social. Bibliografía: Técnicas de investigación social. Universidad Autónoma de Barcelona, Departamento de Sociología.
Una página de nuestra Universidad Autónoma que, sobre el tema de la observación y muchos otros de técnicas de investigación social, ofrece una bibliografía interesante.
(2000). Infopolis 2 web site. Ergonomic Methods and Tools. Task Analysis Methods. Crtical Incident Technique. Universidad de Limerick.
Una exposición de los incidentes críticos vinculada al análisis de tareas, en el ámbito de la ergonomía y la Psicología industrial.
Genzuk, M. (2003). A Synthesis of Ethnographic Research. Universidad de California, Center for Multilingual, Multicultural Research. Recuperado el 30 de octubre del 2008 desde https://web-app.usc.edu/web/rossier/publications/33/Ethnographic_Research.pdf.
Una apreciable síntesis de los métodos etnográficos.
Sloan, A. P. (2008). Center for the Ethnography of Everyday Life.
En "Publications">"Full Papers" tenéis varios materiales sobre etnografía de la vida cotidiana.
Harvey, A. S. (2008). From activities to activity settings: Behavior in context. Universidad de Saint Mary (Canadá), International Association for Time Use Research.
Los escenarios de actividad, un concepto muy vinculado a los escenarios de conducta de Barker.
Craig, P. L. y Pasewark, R. A. (1981). Journal of Rural Community Psychology, 2 (2), 12-22.
La metodología de Barker vinculada al estudio de la participación extracurricular de chicos/chicas de secundaria.