El giro lingüístico

  • Tomás Ibáñez Gracia

     Tomás Ibáñez Gracia

    Doctor en Psicología Social y catedrático de Psicología Social en la Universidad Autónoma de Barcelona.

PID_00186193
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada, reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea éste eléctrico, químico, mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escrita de los titulares del copyright.

Introducción

La expresión giro lingüístico estuvo de moda durante los años setenta y ochenta para caracterizar cierta inflexión que se produjo en filosofía y en diferentes ciencias humanas y sociales que incitaban a prestar una atención mayor al papel que tiene el lenguaje, tanto en los mismos planteamientos de estas disciplinas como en la formación de los fenómenos que suelen estudiar.
Es bastante frecuente que el significado que se da a esta expresión se limite a lo que acabamos de expresar. Sin embargo, el giro lingüístico ha tenido unos efectos y unas implicaciones que van mucho más allá del simple incremento del énfasis puesto sobre la importancia del lenguaje. El giro lingüístico ha contribuido a dibujar nuevas concepciones sobre la naturaleza del conocimiento, tanto de sentido común como científico, a propiciar nuevas maneras de significar lo que conviene entender por el término realidad, tanto social o cultural como natural o física, y a diseñar nuevas modalidades de investigación que proporcionan otro trasfondo teorético y otros enfoques metodológicos. Pero, sobre todo, el giro lingüístico ha modificado la propia concepción de la naturaleza del lenguaje.
Este módulo pretende analizar con detenimiento la naturaleza y las implicaciones del giro lingüístico prestando una atención especial a su genealogía, es decir, a la dimensión histórica de su progresiva constitución, a las rupturas teóricas que se tuvieron que producir para que el giro lingüístico pudiera construir y desarrollar sus planteamientos, así como al carácter plural, en ocasiones contradictorio, que revistieron las diferentes formulaciones del giro lingüístico.
Si el giro lingüístico constituye, como apuntamos en este módulo, un cambio intenso de las concepciones del mundo, y de las concepciones del quehacer de las ciencias humanas y sociales, incluida la misma filosofía, es importante que entendáis no sólo el alcance y la orientación de estos cambios, sino también las razones que los propiciaron.
Por ello, no es suficiente, sin embargo, con apropiarse y almacenar la información proporcionada por el texto que se ha elaborado para este módulo. Hay que practicar, además, un notable esfuerzo de reflexión personal que permita calibrar la naturaleza y la fuerza de los presupuestos que el giro lingüístico hubo de rebasar para conseguir desarrollarse. No existe, sin embargo, una "receta" para suscitar y conducir este esfuerzo de reflexión crítica que descansa en última instancia sobre vuestra propia motivación. Tan sólo podemos aportar aquí elementos que os ayuden a alimentar esta reflexión y sugerimos, por lo tanto, que prestéis la máxima atención a las actividades propuestas y que las ampliéis con otras actividades parecidas que vosotros mismos podéis formular: se aprende tanto (o más) con el diseño de una actividad y con la formulación de unas preguntas que haciendo esta actividad o respondiendo a estas preguntas.

Objetivos

Este módulo pretende que alcancéis una comprensión de lo que significa el giro lingüístico más allá del simple reconocimiento de la renovada importancia que se ha otorgado al lenguaje.
Los objetivos básicos que se deben alcanzar después de haber trabajado este módulo son los siguientes:
  1. Conceptualizar y visualizar claramente el progresivo incremento del interés prestado al lenguaje en el transcurso del siglo XX.

  2. Saber discernir y valorar las razones por las cuales se produce el giro lingüístico.

  3. Formar elementos de juicio para reflexionar sobre vuestra propia concepción del lenguaje comparándola con las que se desprenden del giro lingüístico.

  4. Aprender a discernir cuáles son las concepciones del lenguaje que sostienen las diferentes formulaciones ofrecidas por las ciencias humanas y sociales.

1.Mapa conceptual

7/m1_01.gif

2.La lingüística y la filosofía como puntos de partida

Uno de los signos distintivos del siglo pasado ha sido, sin ningún tipo de duda, la enorme importancia que tanto la filosofía como las ciencias humanas y sociales en su conjunto han otorgado a aquello que calificamos de fenómeno del lenguaje.
La creciente atención que se presta al estudio del lenguaje a lo largo del siglo XX encuentra su impulso inicial en el seno de una doble ruptura producida en los albores del siglo.
Ruptura, por un lado, con la antigua tradición filológica centrada en la comparación de las lenguas y en el estudio de su evolución histórica. Ruptura, por otro lado, con la total hegemonía que la filosofía de la conciencia ejerció durante más de dos siglos.
La primera de estas rupturas, conducida por Ferdinand de Saussure (1857-1913), instituyó de hecho la lingüística moderna y la dotó de un programa, de unos conceptos y de una metodología que hacían factible el estudio riguroso de la lengua, considerada "por sí misma y en sí misma".
La segunda ruptura, iniciada por Gottlob Frege (1848-1925) y Bertrand Russell (1872-1970), hizo girar la mirada de la filosofía desde el mundo, interior y privado, de las entidades mentales hacia el mundo objetivable y público de las producciones discursivas. Se establecían de esta manera las bases de una nueva manera de entender y de practicar la filosofía que, bajo la denominación de filosofía analítica, dominaría el escenario de la filosofía anglosajona durante más de medio siglo.
Los éxitos alcanzados por la lingüística moderna, tanto en el marco de la orientación estructuralista iniciada por las aportaciones de Saussure como en el marco de la orientación generativa elaborada fundamentalmente por Noam Chomsky (nacido en 1928) a finales de los años cincuenta, repercutieron en amplios sectores de las ciencias sociales y humanas, que vieron en la lingüística un modelo ejemplar al que podían recurrir directamente para tratar sus propios objetos disciplinarios.
Sin embargo, más allá de este notable efecto mimético, es en la filosofía analítica, en sus distintas orientaciones y en razón tanto de sus fracasos como de sus éxitos, donde hemos de atribuir la irradiación del interés por el lenguaje a las distintas ciencias sociales y humanas.
Difícilmente se puede entender la atención que el pensamiento contemporáneo presta al lenguaje si no se analiza el giro lingüístico emprendido por el pensamiento post-ochocentista teniendo en cuenta tanto su gestación como la historia de su desarrollo.
Pero antes de tratar de esta cuestión en el capítulo siguiente, quizá es útil recordar que ya podemos encontrar en la Edad Media algunos ingredientes que habrían podido propiciar un giro lingüístico avant la lettre. Se trata de la famosa disputa emprendida por los escolásticos en torno a los universales. Como es bien conocido, los nominalistas sostenían la tesis de la inexistencia fáctica de los universales argumentando que todo lo que existe lo hace en forma particular y que resulta vano buscar referencias existenciales detrás de las categorías generales. No existe, ni "el" campesino, ni "el'" árbol, ni "la" mujer, tan sólo existen campesinos, árboles y mujeres particulares.
Un universal no es sino una mera abstracción cuya existencia sólo se materializa en el seno de nuestro lenguaje y cuya realidad resulta exclusivamente de nuestros usos del lenguaje.
A partir de consideraciones de este tipo, los nominalistas esbozaban una línea de pensamiento que otorgaba al lenguaje un papel notable en la elaboración de nuestra visión del mundo, pero todavía habría que esperar varios siglos para que estas intuiciones dieran paso a un auténtico giro lingüístico.

3.De las ideas a las palabras o del ''animal pensante'' al ''animal hablante''

El ser humano es un animal racional. Ésta ha sido una de las fórmulas más antiguas que se han utilizado para expresar el carácter distintivo de nuestra especie. Sin embargo, si bien la capacidad que tiene el ser humano para ejercitar el pensamiento, el raciocinio, la elaboración y el manejo de ideas ha fascinado a los filósofos desde los tiempos de la Grecia clásica, fue sin duda René Descartes (1596-1650) quien contribuyó con un éxito mayor a centrar la mirada filosófica hacia el interior de nuestro mundo mental (la famosa res cogitans) exhortándonos a rastrear nuestras ideas y a quedarnos tan sólo con las que son claras y diferentes.
Desde esta perspectiva, el lenguaje es ciertamente importante, pero constituye tan sólo un instrumento para manifestar nuestras ideas, es un simple traje con el cual aquéllas se presentan en el exterior y se vuelven visibles para los otros.
Cuando nuestro discurso resulta confuso es porque nuestras ideas no son bastante claras, e incluso algunas veces ocurre que el lenguaje entorpece la exteriorización de nuestras ideas en lugar de ayudarnos a comunicarlas a los otros.
A partir de Descartes y durante dos siglos y medio, la filosofía europea será una filosofía de la conciencia, centrada principalmente en el estudio de la interioridad del sujeto y convencida de que para conocer el mundo exterior hay que inspeccionar minuciosamente las ideas que habitan los espacios interiores de la subjetividad. Sin embargo, a partir del momento en el que no se acepta la dicotomía entre res cogitans y res extensa, y precisamente a causa de haber trazado esta línea divisoria, surge inmediatamente la pregunta de cómo se relacionan entre sí el interior y el exterior y el misterio de la adecuación entre nuestras ideas y la realidad.
Existen duras controversias que oponen a los que consideran que nuestras ideas se forman a partir de nuestras experiencias sensoriales (no hay nada en nuestra mente que no haya pasado previamente por nuestros sentidos, dirían, por ejemplo, los empiristas), y a los que creen que las ideas se constituyen a partir de las propiedades innatas de la res cogitans, o los que consideran, con Immanuel Kant (1724-1804), que las "categorías a priori de nuestro entendimiento" establecen el marco no empírico a partir del cual la experiencia empírica conforma nuestras ideas.
Curiosamente, estas profundas divergencias filosóficas nacen precisamente porque existe un consenso previo sobre el carácter privilegiado del mundo de las ideas y porque se emprende la explicación de la conciencia a partir de la incuestionable dicotomía entre la mente y el mundo.
Lectura recomendada
R. Rorty (1983). La filosofía y el espejo de la naturaleza

. Madrid: Cátedra.

Este libro, celebrado como un gran acontecimiento en el momento de su publicación, constituye uno de los análisis más incisivos de los efectos que ha tenido el cartesianismo en nuestra concepción del ser humano y del conocimiento.

Es un libro bastante denso, no sugerimos en absoluto que lo leáis íntegramente, pero es recomendable que seleccionéis vosotros mismos algunos capítulos y reflexionéis sobre su contenido.

Sin embargo, no resulta nada fácil sustraerse a dos siglos y medio de consenso filosófico. El hecho de que haya transcurrido casi un siglo desde que se empezó a cuestionar la primacía de la "filosofía de la conciencia" y que todavía tengamos en la actualidad serias dificultades para desprendernos de sus influencias indica, sin duda, la magnitud de la innovación que significó el "giro lingüístico" y la originalidad de la que tuvieron que hacer gala sus promotores.

4.Los inicios del giro lingüístico

La misma expresión giro lingüístico induce a la imagen de un momento puntualmente delimitado en el que se produce un cambio brusco desde algo que no es lingüístico, hacia el espacio propiamente lingüístico, y quizá algunos de los comentarios hechos más arriba contribuirán a fomentar esta imagen. Pero eso no es así.
El giro lingüístico no es un hecho puntual, sino un fenómeno que va tomando forma progresivamente y que tiene varias modalidades a lo largo de su desarrollo.
En sus inicios, el giro lingüístico arranca de una preocupación por superar la antigua lógica silogística heredada de Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) e inventar una nueva lógica formal capaz de dar vida a este lenguaje "ideal" y "perfecto" que ya soñaba Leibniz (1646-1716).
Fue Gottlob Frege (1848-1925) quien emprendió esta tarea inventando la teoría de la cuantificación (base de la lógica moderna) y sustituyendo las viejas nociones de sujeto y de predicado por las nociones de argumento y de función. La notación canónica propuesta por Frege permitía transformar los enunciados lingüísticos en proposiciones, cuyo verdadero valor (proposición verdadera o falsa) se podía establecer de manera rigurosamente formal.
Desde la Universidad de Cambridge, Bertrand Russell (1872-1970) colaboró estrechamente con Frege en el desarrollo de la nueva lógica, lo que impulsó decisivamente el giro lingüístico en la filosofía anglosajona.
Objetivos que se deben alcanzar
Lo que importa para el propósito de esta asignatura no es, sin duda, la comprensión y el conocimiento detallado del nuevo instrumento lógico creado por Frege y Russell, sino entender, por una parte, cuáles eran los presupuestos que guiaban las investigaciones logicistas del tándem Frege/Russell y, por otra, captar las repercusiones que este nuevo instrumento lógico tendrá para el desarrollo de la filosofía del lenguaje.
Los presupuestos de los logicistas se pueden formular de la siguiente manera:
1) Muchos de los problemas con los que tropiezan tanto la filosofía como la comunicación humana en general tienen su origen en el hecho de que el lenguaje cotidiano se establece sobre una lógica imperfecta, ambigua e imprecisa.
2) Las frases construidas en las lenguas naturales descansan sin duda sobre una estructura lógica, pero esta estructura lógica no aparece con claridad si nos limitamos a considerar exclusivamente la estructura gramatical de las frases o si las analizamos con ayuda de la lógica aristotélica.
3) La nueva lógica, basada en los cuantificadores, permite poner de manifiesto la auténtica estructura lógica de los enunciados lingüísticos y los convierte en proposiciones dotadas de un valor de verdad.
4) Si se consigue establecer la estructura lógica de los enunciados, se puede poner de manifiesto la estructura del pensamiento expresada por los enunciados y acceder de esta manera al conocimiento de los procesos inferenciales.
5) Si el lenguaje constituye un instrumento para representar la realidad, entonces el análisis del lenguaje nos puede informar de la naturaleza de la realidad.
Este conjunto de presupuestos nos indica varias cosas importantes:
1) En primer lugar, vemos cómo se produce un desplazamiento desde el estudio de las ideas realizado mediante un discurso mental de carácter privado (introspección) hacia el estudio de los enunciados lingüísticos, públicos y objetivados, para evidenciar su estructura lógica.
No es dentro de nuestra mente donde hemos de mirar para saber cómo pensamos, sino que debemos mirar hacia nuestros discursos, no hemos de escudriñar nuestro interior, sino que debemos permanecer en el exterior, visible para todo el mundo.

"Las ideas fueron una vez objetos de todo filosofar, y constituyeron el vínculo entre el ego cartesiano y el mundo externo a él [...] En las discusiones de hoy, el discurso público ha reemplazado al discurso mental. Un ingrediente incuestionado del discurso público es el enunciado... Quine ha dicho que «la tradición de nuestros padres es una fábrica de enunciados». Los enunciados son un artefacto cognoscente en esta fábrica del discurso público. Quizá, como sugeriré enseguida, son ellos los que constituyen ese «sujeto cognoscente». En cualquier caso son los responsables de la representación de la realidad en un cuerpo de conocimiento. De este modo, parece que los enunciados han sustituido a las ideas [...] La auténtica naturaleza del conocimiento ha cambiado. Nuestra situación presente en filosofía es una consecuencia de lo que el conocimiento ha llegado a ser [...] Un Descartes jamás hubiera pensado que una teoría es un sistema de enunciados igual que Quine jamás hubiera reconocido que una teoría es un esquema de ideas del siglo XVII" (159/169).

J. Hacking (1975). Does Language Matter to Philosophy? Nueva York: Cambridge University Press. (Trad. en castellano: Buenos Aires: Suramericana, 1979)

2) En segundo lugar, podemos apreciar cómo se deja de considerar que son nuestras ideas las que están en relación con el mundo, para pasar a afirmar que son nuestras palabras las que se corresponden con los objetos del mundo. Ya veremos que esta tesis, que podemos calificar de realista, quedará superada en ulteriores desarrollos del giro lingüístico, pero tiene, no obstante, el gran mérito de sustituir la relación "ideas/mundo" por la relación "lenguaje/ mundo" y reemplazar lo que es privado por lo que es público y lo que es inobservable por lo que es manifiesto.
En cuanto a las repercusiones que el instrumento lógico construido por Frege/Russell tendrá para la filosofía del lenguaje, es suficiente con señalar aquí que durante varias décadas la filosofía analítica tomará la forma técnica de un riguroso análisis lógico de las proposiciones filosóficas mediante la teoría de la cuantificación.

5.El impulso neopositivista en el giro lingüístico

Siguiendo los consejos de Frege, el joven Ludwig Wittgenstein (1889-1951) decide ir a estudiar con Russell en 1911 y, pocos años más tarde, publica un libro, el Tractatus logico-philosophicus (1921), que ejercerá inmediatamente una profunda influencia sobre un conjunto de filósofos y científicos austriacos y alemanes preocupados por imprimir un giro científico al pensamiento filosófico y acabar definitivamente con las especulaciones meramente metafísicas.
Estos pensadores se constituyen en un colegio filosófico, el círculo de Viena, y lanzan en 1929 un manifiesto programático fuertemente inspirado en las tesis de Wittgenstein.
Están convencidos de que el lenguaje común es un pésimo instrumento para plantear y discutir los asuntos filosóficos, y también para construir una visión científica de la realidad.
Según ellos, muchos de los falsos problemas con los que se implican los filósofos provienen de un uso poco riguroso del lenguaje, gran parte de las formulaciones filosóficas no tienen sentido a causa del uso de un lenguaje insuficientemente formalizado y los enunciados científicos caen inadvertidamente, pero con demasiada frecuencia, en las múltiples trampas del lenguaje cotidiano.
Por lo tanto, el problema que conviene resolver para avanzar hacia una explicación científica del mundo y para acabar con la vacuidad de la filosofía heredada es, en definitiva, un problema de lenguaje. Para tener garantías de cientificidad hay que reformar el lenguaje utilizando todos los recursos técnicos de la nueva lógica y hemos de someter los enunciados a un riguroso examen para calibrar la consistencia lógica, transformándolos en proposiciones.
Como es bien conocido, los positivistas lógicos del círculo de Viena postulan que sólo existen dos tipos de enunciados que sean válidos:
1) Por una parte, los enunciados lógico-matemáticos (enunciados analíticos), que son absolutamente ciertos cuando están bien formados pero que no nos dicen nada sobre la realidad empírica.
2) Por otra parte, los enunciados empíricos (enunciados sintéticos), que versan sobre la realidad pero que sólo pueden ser aceptados como enunciados válidos si han sido verificados a conciencia por experiencias basadas en el método científico.
En suma, los positivistas lógicos consideran que las cosas se deben decir bien (sin ambigüedades ni errores lógicos) y que se deben decir cosas que estén bien (es decir, conformes a la realidad empírica de la que se habla).
Evolución ideológica posterior
Después del impulso ejercido por Frege, Russell, Wittgenstein y los neopositivistas, la importancia concedida al lenguaje no dejó de crecer desde el inicio del siglo XX hasta la víspera de la Segunda Guerra Mundial, desplazó a la filosofía neohegeliana que dominaba en Inglaterra y compitió seriamente con el neokantismo y la fenomenología arraigada en los países de habla germánica.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el giro lingüístico se acentuará todavía más, diversificando sus expresiones, adoptando nuevas modalidades y extendiendo su área de influencia a Estados Unidos, donde alcanzará un dominio hegemónico en el ámbito filosófico.

6.La expansión de la filosofía analítica y el apogeo de la centralidad del lenguaje

La trayectoria propiamente europea del círculo de Viena duró muy pocos años. Muchos de los pensadores que se habían agrupado en torno a Moritz Schlick (1882-1936) eran judíos y su situación se hacía insostenible ante el avance de la barbarie nazi, así que casi todos optaron por emigrar, y la mayoría lo hicieron hacia Estados Unidos.
Allí, Rudolf Carnap (1891-1970), Carl Hempel (1905-1997), Hans Reichenbach (1891-1953) y Kurt Gödel (1906-1978), entre otros, prosiguieron su actividad en distintas universidades e hicieron fructificar la semilla neopositivista en tierra americana. Su influencia fue tan grande que en los años cincuenta lo que tenía de esencial la tarea filosófica en Estados Unidos consistía en realizar minuciosos y rigurosos ejercicios lógico-lingüísticos y arrinconar toda referencia a la potente orientación pragmática que había dominado el panorama durante las primeras décadas del siglo gracias a las aportaciones de Charles Pierce (1839-1914), de William James (1842-1910) y de John Dewey (1859-1952).
No cabe duda de que en aquel período el vuelco de la filosofía hacia el análisis lógico-lingüístico alcanzó dimensiones impresionantes. No olvidemos, en efecto, que en Inglaterra Bertrand Russell continuaba animando desde Cambridge un potente núcleo de filosofía analítica, y que algunos de los que se situarían entre los más prestigiosos filósofos norteamericanos, como Willard Quine (1908), Nelson Goodman (1906), Hilary Putman (1926) o Wilfrid Sellars (1912-1989), se estaban formando en el análisis lógico lingüístico bajo el magisterio directo de los fundadores del círculo de Viena.
Sin embargo, las dificultades técnicas y conceptuales con las que tropezaron los impulsores del empirismo lógico, sumadas a las críticas hechas por Karl Popper (1902-1992) y a las que sus mismos discípulos, especialmente Quine, dirigieron contra los dogmas del empirismo, o a la dura autocrítica de Wittgenstein, pronto forzarían el abandono de los supuestos epistemológicos del círculo de Viena.
En efecto, enseguida fue apareciendo que la distinción analítico/sintético era mucho más frágil de lo que se suponía, que los enunciados empíricos no eran propiamente observacionales, que la superación de la metafísica no se podía conseguir partiendo de la doctrina del círculo de Viena y que el gran sueño de un lenguaje ideal válido para todas las ciencias carecía de viabilidad.
En definitiva, los presupuestos epistemológicos del empirismo lógico se hundieron y lo único que permaneció de esta gran aventura intelectual fue el impulso dado a la focalización sobre la importancia del lenguaje.

7.La preocupación por el lenguaje cotidiano

Hemos observado que Wittgenstein animó con su Tractatus logico-philosophicus el sueño de hablar un lenguaje ideal que permitiera evitar las falacias a las que nos induce el lenguaje cotidiano y que, de esta manera, propició el desarrollo de una rama importante de la filosofía analítica que continúa siendo extraordinariamente activa actualmente, aunque ya no comparte los postulados iniciales del círculo de Viena.
El mismo Wittgenstein dejó muy pronto de interesarse por la posibilidad de construir un lenguaje ideal y orientó su reflexión hacia el lenguaje común, intentando comprender las reglas a las que obedece y los usos a los que responde.
El libro que recoge sus reflexiones, publicado en 1952 con el título Investigaciones filosóficas, animó el esfuerzo llevado a cabo por un importante grupo de filósofos, establecidos muchos de ellos en la Universidad de Oxford, con vistas a dilucidar las características del lenguaje en sus usos cotidianos.
Los filósofos de Oxford, entre los que destacan, por ejemplo, Gilbert Ryle (1900-1976), John Langshaw Austin (1911-1960), Peter Strawson (1919) o Paul Grice (1913-1988), coincidían plenamente con Bertrand Russell y sus colegas logicistas de Cambridge en un rotundo rechazo a la tradición cartesiana y en la necesidad de pasar de una filosofía de la conciencia a una filosofía del lenguaje. Pero sus puntos de coincidencia no iban mucho más allá de este aspecto y las divergencias eran intensas en casi todo lo demás.
Los filósofos de Oxford rechazaban rigurosamente el positivismo y el cientismo que impregnaba la corriente logicista y también la pretensión de construir un lenguaje formalmente inatacable.
No querían estudiar el lenguaje para evidenciar las imperfecciones lógicas y para corregirlas, sino simplemente para entender los mecanismos. Pero sobre todo se oponían a la pretensión de reducir el lenguaje a una mera función de descripción y de representación del mundo.
La función descriptiva y representacional
Para ellos, la riqueza del lenguaje cotidiano sobrepasaba con creces la función descriptiva diversificándose en una enorme variedad de usos y de funciones tan importantes como la misma función descriptiva y representacional. No se puede acceder, por lo tanto, al funcionamiento del pensamiento humano analizando tan sólo la estructura lógica sobre la que se establecen las lenguas naturales, sino que hay que prever todos los usos del lenguaje si queremos entender tanto nuestro modo de pensar como nuestra manera de actuar y nuestra manera de relacionarnos con la gente.
Frege, Russell, el Wittgenstein del Tractatus, Carnap y los filósofos analíticos norteamericanos rompieron con la tradición cartesiana y nos hicieron ver que el lenguaje no es un simple vehículo para expresar nuestras ideas, ni una simple ropa para vestir nuestro pensamiento cuando lo manifestamos públicamente, sino que es, propiamente, la condición misma de nuestro pensamiento y que para entender este último, nos hemos de centrar en las características del lenguaje en lugar de prever el supuesto mundo interior de nuestras ideas.
Nuestro conocimiento del mundo no consiste en las ideas que nos hacemos, sino que anida en los enunciados que el lenguaje nos permite construir para representar el mundo.
Los filósofos de Oxford acentuaron todavía más el alejamiento de la tradición cartesiana enseñándonos que el lenguaje hace mucho más que representar el mundo porque es básicamente un instrumento para "hacer cosas". El lenguaje no sólo "hace pensamiento", sino que además "hace realidades".
Así, por ejemplo, J. L. Austin mostraría que el lenguaje también tiene unas propiedades performativas. En efecto, ciertos enunciados constituyen literalmente actos de lenguaje en tanto que su enunciación es inseparable de la modificación o la creación de un estado de cosas que no podría advenir independientemente de esta enunciación.
Austin abrió de esta manera la vía para el desarrollo de la pragmática, lo que contribuyó al hecho de que el conjunto de las ciencias sociales y humanas tomara conciencia de que el lenguaje era un instrumento activo en la producción de muchos de los fenómenos que pretendían explorar y de que era, por lo tanto, imposible prescindir de su consideración.

8.El impacto del giro lingüístico en las ciencias humanas y sociales

De la misma manera que el giro lingüístico no presenta un origen puntual, sino que se fue articulando progresivamente, y de la misma manera que tampoco revistió una modalidad única, sino que fue adoptando varias configuraciones, tampoco el impacto del giro lingüístico se produjo en un mismo momento en el seno de las distintas ciencias sociales y humanas, ni les afectó con la misma intensidad, ni adoptó una expresión uniforme.
Distinguiremos aquí tres líneas de influencia principales:
1)el impacto de la lingüística estructural,
2)el impacto de la corriente analíticologicista,
3)el impacto de la corriente analítica centrada en el lenguaje cotidiano.

8.1.El impacto de la lingüística estructural

Los éxitos conseguidos por el estudio estructuralista de la lengua no tardaron en fascinar a las otras ciencias humanas y sociales. En pocos años, la lingüística moderna había conseguido constituirse en una disciplina plenamente autónoma, con un objeto de estudio propio claramente delimitado, dotada de unos conceptos claros y rigurosos, y equipada con una metodología eficaz, basada en unos procedimientos formales que garantizaban altas cuotas de objetividad.
En suma, la lingüística de inspiración saussuriana presentaba aquella imagen de cientificidad que tanto anhelaban las otras ciencias sociales y humanas, y es así como poco a poco fue tomando cuerpo la convicción de que la lingüística moderna constituía el modelo al que debían intentar parecerse las otras ciencias sociales y humanas, sea estableciendo analogías entre sus propios objetos de estudio y las estructuras lingüísticas, sea aplicando los métodos de la lingüística para investigar aquellos objetos.
Quizá fue en la antropología donde este efecto mimético se manifestó con una nitidez mayor. En efecto, la preocupación por el fenómeno del lenguaje no constituía ninguna novedad en una antropología en la que los trabajos de Edward Sapir (1884-1939) o de Benjamin Whorf (1897-1941) ya habían llamado la atención sobre el papel que tiene la lengua en la constitución de nuestra visión del mundo. Pero fueron los trabajos de Claude Lévi-Strauss (nacido en 1908), especialmente sobre la estructura de los mitos, los que empujaron a una parte notable de la antropología a buscar directamente su inspiración en los conceptos y en los métodos de la propia lingüística estructural.
La potente crítica antiestructuralista desarrollada por Noam Chomsky y su reformulación del programa de la lingüística en términos de lingüística generativa, lejos de atenuar la fascinación que la lingüística ejercía sobre las ciencias sociales y humanas, la reforzó todavía más proporcionando nuevas metáforas y nuevas analogías que alcanzarían especial relevancia en disciplinas como la psicolingüística o en orientaciones como la psicología cognitiva, por ejemplo.
Paralelamente al efecto mimético favorecido por las lingüísticas estructurales y generativas, la importancia concedida al lenguaje se debía alimentar también de algunos de los desarrollos de la fenomenología, especialmente de la fenomenología heideggeriana. Según las ideas desarrolladas por el filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976), somos víctimas de una engañosa ilusión egocéntrica cuando creemos ser dueños de nuestros discursos y cuando consideramos el lenguaje como un simple instrumento que está a nuestra disposición para ser manejado como queramos.
De hecho, es el mismo lenguaje el que manda sobre nosotros encauzando, modelando, restringiendo y provocando nuestro discurso, hasta tal punto de que bien se podría decir que es el lenguaje el que habla por medio de nosotros.
Las consideraciones de este tipo, sumadas a la influencia del pensamiento estructuralista y al declive de la filosofía de la conciencia, llevaron a parte de los pensadores de la segunda mitad del siglo XX a decretar "la muerte del sujeto", y a reducirlo a un simple efecto del lenguaje. Así, por ejemplo, Michel Foucault (1926-1984) apuntó en su famosísimo texto sobre el orden del discurso los efectos de poder que emanan del lenguaje y que atrapan en sus redes a los usuarios de éste.
Lectura recomendada
M. Foucault (1970). El orden del discurso

. Barcelona: Tusquets.

Este texto de Michel Foucault constituye su alocución inaugural cuando fue nombrado profesor en el Collège de France. Se puede apreciar la importancia que tienen las relaciones de poder en la construcción de nuestras prácticas discursivas.

8.2.El impacto de la corriente analiticologicista

Esta corriente, iniciadora del giro lingüístico en filosofía, tiene el mérito fundamental de haber contribuido a orientar el pensamiento contemporáneo hacia la problemática del lenguaje. Pero, curiosamente, también se le puede atribuir otro mérito, que proviene de sus propios fracasos más que de los éxitos que consiguió. En efecto, el intento nulo de demostrar la validez de los postulados neopositivistas va a tener una consecuencia importante, la de propiciar cierta "liberalización" de las ciencias humanas y sociales.
La razón es fácil de entender: mientras perduraba la creencia en la unicidad y en la validez absoluta del método científico teorizado por las distintas variantes del positivismo, resultaba fácil de deslegitimar cualquier tentativa de realizar investigaciones en ciencias humanas y sociales que no se atuvieran escrupulosamente a las reglas establecidas por el credo positivista.

8.3.El impacto de la corriente analítica centrada en el lenguaje cotidiano

Los filósofos de Oxford no sólo ayudaron a realzar la atención que se debe prestar al fenómeno lingüístico para entender al ser humano y a sus producciones, sino que imprimieron un vuelco radical al mismo concepto de lenguaje y proporcionaron un nuevo estatus a las producciones lingüísticas.
Esta reformulación conceptual de la naturaleza y de las funciones del lenguaje produjo efectos importantes y duraderos en el campo de las distintas ciencias sociales y humanas, impulsándolas a modificar drásticamente muchos de sus planteamientos y su manera de abordar los diferentes objetos sobre los que versan.
Citaremos aquí las cuatro grandes líneas de influencia que más han marcado las investigaciones sobre la naturaleza y las funciones del lenguaje:
1) En primer lugar, la amplia crítica que dirigieron los filósofos de Oxford a la concepción puramente "representacional" y "designativa" del lenguaje, que abrió las puertas a una reconsideración radical de la naturaleza misma del conocimiento, tanto científico como ordinario, y también a una reformulación de la relación que existe entre el conocimiento y la realidad, para acabar con una redefinición del concepto mismo de realidad.
El conjunto de estas reformulaciones contribuyó al desarrollo de una influyente corriente de pensamiento que cuestionó muchas de las certezas que se consideraban indiscutibles desde los tiempos de Descartes, y muy especialmente la certeza de que existían unas bases sólidas y firmes, una fundamentación última, sobre las cuales establecer el conocimiento válido. El desmantelamiento de esta certeza puso de manifiesto la fragilidad de los esfuerzos desplegados durante siglos para encontrar una fundamentación indudable, y recondujo la tarea filosófica hacia otros asuntos.
En cierta manera, se puede decir que la crítica oxfordiana de la concepción representacionista del lenguaje se extrapoló, mediante la relación establecida entre conocimiento y lenguaje, a las concepciones representacionistas del mismo conocimiento y a los criterios de la verdad que acompañaban a estas concepciones, lo que propició la revitalización del legado pragmatista y el apogeo de una filosofía neopragmatista impulsado, entre otros, por filósofos de la talla de Richard Rorty (nacido en 1931).
2) En segundo lugar, y paralelamente a la crítica del representacionismo, la insistencia de la escuela de Oxford a considerar el lenguaje en términos de actividad (es decir, partiendo de la premisa básica de que el lenguaje hace cosas, no sólo las representa) contribuyó sin duda al desarrollo de las corrientes construccionistas que afloraron y se consolidaron en varias ciencias sociales y humanas.
Se puede decir, en cierta manera, que las aportaciones de J. L. Austin sobre el carácter performativo de determinadas producciones lingüísticas se extrapolaron aquí también al conjunto del lenguaje y se plasmaron en la fórmula según la cual "decir" es también, y siempre, "hacer".
El lenguaje se intuía de esta manera como "constitutivo" de las cosas más que como descriptivo de éstas, dejando de ser palabra sobre el mundo para pasar a ser acción sobre el mundo. El lenguaje no sólo no nos dice cómo es el mundo, sino que también lo instituye, no se limita a reflejar las cosas del mundo, sino que también actúa sobre éstas y participa en su constitución.
El apogeo de la concepción activa del lenguaje ha tenido repercusiones importantes en disciplinas como, por ejemplo, la psicología social, en la que investigadores como Kennet Gergen o John Shotter animan actualmente una potente corriente socioconstruccionista, o en la que Michael Billig, Ian Parker o Johnathan Potter, entre otros, desarrollan el prolífico campo del análisis del discurso. La psicología evolutiva o la psicología clínica no han permanecido ajenas a este giro construccionista y discursivo, como tampoco lo han hecho la antropología, la historia o la sociología, por mencionar algunas de las disciplinas que conforman las ciencias sociales y humanas.
El estudio de la identidad
Se podrían traer a colación infinidad de ejemplos para ilustrar el impacto que ha tenido esta nueva concepción del lenguaje en las formulaciones más actuales de las distintas ciencias sociales y humanas, pero nos limitaremos aquí a señalar la profunda renovación que ha experimentado, por ejemplo, el estudio de la identidad, o del self, de la mano de autores como Charles Taylor (nacido en 1931), entre otros.
Para Taylor, nuestra identidad está fundamentalmente determinada por el lenguaje que utilizamos para referirnos a nosotros mismos y para forjar nuestro autoconcepto. No existe una realidad subyacente, un yo profundo y personal, susceptible de ser descrito de diferentes maneras, recurriendo a distintos vocabularios y a diferentes expresiones lingüísticas, sino que el mismo vocabulario que utilizamos para describirnos a nosotros mismos y las expresiones lingüísticas a las que recurrimos para hacerlo son constituyentes y constitutivas de mi manera de ser, no explicitan o no dan cuenta de mi manera de ser, sino que la conforman.
En otras palabras, nuestro yo no es independiente de cómo lo experimentamos cuando lo interpretamos lingüísticamente, sino que es resultado de esta interpretación. Otra manera de decirnos a nosotros mismos implica otra concepción de nosotros mismos, y eso es importante porque resulta que la concepción de nosotros mismos es constitutiva de lo que somos. Esto tiene importantes repercusiones tanto para conducir las investigaciones sobre la identidad como para definir esta realidad sustantiva que es la identidad.
3) En tercer lugar, hay que resaltar que en tanto que acción sobre el mundo el lenguaje es también, consecuentemente, acción sobre los otros y llega a constituir incluso uno de los principales instrumentos a los que recurrimos para incidir, con más o menos éxito según las circunstancias, sobre nuestros semejantes. Tomar en consideración esta propiedad del lenguaje ha contribuido a renovar el interés que ya mostró a Aristóteles por la retórica, y también a avivar la sensibilidad hacia los efectos sociopolíticos y psicológicos que emanan de las diferentes prácticas discursivas, prestando especial atención, por ejemplo, a las construcciones lingüísticas "sexistas", "racistas" o, más generalmente, "estigmatizantes".
El renovado interés por el análisis de los procedimientos retóricos en los que se basan las distintas producciones discursivas, incluido el discurso científico, ha permitido evidenciar no sólo las estrategias argumentativas propias de los distintos tipos de discursos, sino también los efectos de poder que anidan en el entramado discursivo, así como también los artificios retóricos que se utilizan para crear varias realidades.
Lectura recomendada
M. Domènech; F. Tirado (1998). Sociología simétrica. Ensayos sobre ciencia, tecnología y sociedad

. Barcelona: Gedisa.

Para profundizar en este tema os recomendamos la lectura del libro de M. Domènech y F. Tirado.

Se trata de una recopilación de textos germinales así como de sus desarrollos más originales de la sociología del conocimiento científico.

Bruno Latour
La sociología del conocimiento científico ha renovado, por ejemplo, los estudios de la ciencia, recurriendo con Bruno Latour, entre otros, a análisis de este tipo para dar cuenta del papel, nada despreciable, que tienen los procedimientos retóricos en la constitución de los mismos "hechos" científicos.
4) Por fin, en cuarto lugar, resulta que si el lenguaje es constitutivo de realidades y constituye un medio para actuar sobre el mundo, incluidos nuestros semejantes, también es probable, por lo tanto, que incida sobre la conformación y el desarrollo de las relaciones sociales y de las prácticas sociales. Corrientes amplias e interesantes de la sociología han sido especialmente sensibles a este hecho, desde la etnometodología con sus análisis minuciosos de las conversaciones cotidianas, hasta la sociología cualitativa o la sociología interpretativa.
En resumen, a finales del siglo XX y a principios del XXI, la diversidad y la riqueza de las perspectivas nacidas tanto de la focalización sobre el lenguaje como, y sobre todo, de la nueva manera que tenemos de entender el lenguaje, resulta, cuando menos, impresionante: narratividad, dialógica, hermenéutica, deconstrucción, análisis conversacional, análisis del discurso, análisis retórico, etc.
El lenguaje se ha ido constituyendo progresivamente como un fenómeno que ninguna de las ciencias sociales y humanas puede obviar cuando emprende el tratamiento de sus objetos específicos. Pero, además, el lenguaje aparece como un elemento al que todas las ciencias humanas y sociales deben interrogar para establecer su propio estatus epistemológico y para forjar un entendimiento de sí misma.

9.Perspectivas sobre el mañana

Iniciado ya el siglo XXI, hay que preguntarse si el giro lingüístico con el que empezó el siglo pasado nos reserva alguna sorpresa, si las primeras décadas del nuevo siglo acentuarán todavía más la centralidad del lenguaje, o si, al contrario, el giro lingüístico conocerá un período de reflujo y será desplazado por la emergencia de algún giro nuevo.
Como no disponemos, como es obvio, de ninguna ilusoria bola de cristal, las reflexiones que siguen se deben tomar como conjeturas tímidas e inseguras que bien podrían ser desmentidas al poco tiempo de ser pronunciadas. Pero hoy sabemos que nada es seguro ni definitivo. Ni siquiera el pasado está ya escrito de una vez por todas, porque, como muy bien lo observó Danto, para escribirlo con toda seguridad también deberíamos conocer todo el futuro. Así que podemos arriesgarnos a pronunciar algunas consideraciones, que por prudencia elemental reduciremos a dos y que apuntan hacia un posible giro "poslingüístico".
1) En primer lugar, los impresionantes desarrollos de lo que algunos denominan la nueva física muestran que nuestro lenguaje es un instrumento demasiado basto para incluir toda la realidad que somos capaces de construir. En efecto, los seres humanos hemos formado nuestras lenguas partiendo de una determinada "relación con el mundo":
a) Esta "relación con el mundo" instituye un espacio tridimensional poblado de una variedad de "objetos" cuyas propiedades se definen partiendo de nuestros mecanismos sensoriales y perceptivos prolongados por nuestras capacidades de análisis, abstracción y generalización.
b) En este mundo, el tiempo y el espacio constituyen realidades escindidas que discurren por cursos separados.
c) Nuestros movimientos, gestos y acciones sobre esta realidad, que es como es porque nosotros somos como somos, han ido forjando nuestros conceptos y el andamio lógico lingüístico que los constituye.
En definitiva, nuestro lenguaje nace, y revierte sobre ésta, de "una relación con el mundo hecha a la medida de nuestro cuerpo y de sus características", por ello tenemos la ilusión de que describe el mundo "tal como es".
Pero las actividades intelectivas del ser humano no se han conformado con explorar el mundo establecido por sus mecanismos sensoriales/perceptivos y por sus actuaciones prácticas, y se han extendido fuera del mundo a "escala humana", hacia el macrocosmos y hacia el microcosmos. En estos ámbitos que acabamos de indicar, la realidad ya no se puede construir sobre la base de un lenguaje "natural" surgido de coordenadas mesocósmicas, es decir, que ha sido hecho a escala del cuerpo humano.
El resultado es que determinadas construcciones intelectivas, como la mecánica cuántica y, con más precisión, "la teoría de los campos cuánticos", dibujan un mundo totalmente opaco para nuestro lenguaje y, por lo tanto, para nuestra arquitectura conceptual.
El lenguaje cuántico
Se trata de un mundo donde, por ejemplo, los objetos se convierten en "propiedades de los objetos (un corpúsculo se puede transformar en movimiento puro)" y donde las propiedades de los objetos se pueden transformar en otros objetos (la energía se puede convertir en un corpúsculo).
En el mundo cuántico encontramos objetos que no están localizados con precisión en ningún segmento espaciotemporal definido, pero que tampoco pueden ser conceptualizados como ondas porque no hay ningún medio en el que se propaguen. Cabe señalar que es nuestro propio concepto de objeto el que deja de tener sentido para designar, o pensar, las entidades que proyectamos al universo cuántico. Y, sin embargo, estas entidades existen efectivamente en el sentido de que podemos operar con éstas y sobre éstas, y que producen efectos prácticos que nuestras tecnologías utilizan cada vez más.
Nos encontramos ante unas entidades que no se dejan "decir" por nuestro lenguaje, y cuando las estudiamos hemos de trascender nuestras categorías lingüísticas para poder producir resultados científicamente valiosos y con utilidad práctica. Es más, estas entidades se construyen como producto de complejas expresiones matemáticas y son, por así decirlo, la conclusión en la que desemboca un mero formalismo matemático.
El giro lingüístico puso de manifiesto el papel que tiene el lenguaje en la formación de lo que denominamos "la realidad", pero si construimos ciertas realidades (por ejemplo, la realidad cuántica) usando procedimientos que se escapan del ámbito que el lenguaje puede incluir, parece que hayamos de abandonar la famosa expresión de Wittgenstein según la cual "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo".
Este hecho puede potenciar la emergencia de un "neopitagorismo" (la creencia en la realidad fáctica de los números, de las expresiones matemáticas, y en el hecho de que la realidad es, en última instancia, de tipo numerológico), que propicie un "giro platónico" que vuelva a situar el mundo de las "ideas" en un lugar privilegiado, lo que arruinaría el esfuerzo que representó el giro lingüístico para acabar con este privilegio.
2) En segundo lugar, parece que vuelve a cobrar protagonismo la insistencia con la que primero Schopenhauer (1788-1860) y después Nietzsche (1844-1900) enfatizaron la importancia del cuerpo, de nuestro cuerpo, para el desarrollo de nuestro pensamiento. "Mis mejores ideas –decía Nietzsche– surgen cuando camino". El giro lingüístico ha contribuido al éxito de la afirmación según la cual nuestro "ser en el mundo" descansa sobre una ineludible dimensión hermenéutica. La interpretación es formativa de lo que somos y no podemos llegar a ser con independencia de nuestra actividad interpretativa. Esta afirmación parece razonable pero el giro lingüístico ha privilegiado el papel que el lenguaje tiene en la dinámica de la interpretación, enfatizando la centralidad de las prácticas discursivas en el proceso hermenéutico.
Sin embargo, también construimos sentido inefable, también nuestro cuerpo actúa como generador de significados que no se dejan capturar en el seno del código lingüístico o, al menos, hay que considerar que lo que experimenta nuestro cuerpo encauza algunas de nuestras interpretaciones. No sólo se debe extender el campo de la hermenéutica hacia el espacio de las prácticas "no discursivas", sino que se ha de considerar también la corporificación de las prácticas discursivas.
Estas consideraciones sobre un posible agotamiento del "giro lingüístico" se deben tomar como un simple excurso que, paradójicamente, pretende ser fiel al esfuerzo que significó el giro lingüístico.
Los que hayan captado uno de los argumentos básicos de esta parte de la asignatura saben que, para que el giro lingüístico pudiera advenir, fue necesario realizar un enorme esfuerzo de imaginación que rompiera con las evidencias heredadas y con los vínculos del pensamiento dominante. Para crear el giro lingüístico hubo que pensar a contracorriente, y los que protagonizaron este giro tuvieron que olvidar una parte sustancial de las ideas que habían alimentado y conformado su propio pensamiento.
Ya que somos "hijos del siglo XX", hemos de intentar pensar a contracorriente del giro lingüístico que ha impregnado el pensamiento de los "hijos del siglo XX". Ésta es la condición para no ser idénticos a los que defendían con toda naturalidad "el mundo de las ideas en el momento mismo en el que se empezaba a gestar" el giro lingüístico que debía dejar desfasado el mundo de las ideas.

Resumen

Este módulo nos enseña de qué manera el giro lingüístico rompe, en sus inicios, con una tradición secular centrada en el estudio del "mundo de las ideas", mundo interior y privado, y orienta el trabajo filosófico hacia el estudio de los enunciados lingüísticos. Eso significa una intensa modificación de nuestra concepción del lenguaje, que pasa de ser considerada un simple medio para traducir o expresar, mejor o peor, nuestras ideas, a ser considerada un instrumento para ejercitar nuestro pensamiento y constituir nuestras ideas.
El lenguaje es la condición misma de nuestro pensamiento, a la vez que es un medio para representar la realidad. El giro lingüístico sustituye, por lo tanto, la relación "ideas/mundo" por la relación "lenguaje/mundo", y afirma que para entender tanto la estructura de nuestro pensamiento como el conocimiento que tenemos del mundo, es preferible "mirar" hacia la estructura lógica de nuestros discursos en lugar de registrar las interioridades de nuestra mente.
Pero este módulo nos enseña también que el giro lingüístico propició, en el transcurso de su desarrollo, una segunda modificación de nuestra concepción del lenguaje. Éste dejó de ser visto como un medio para representar la realidad y pasó a ser considerado un instrumento "para hacer cosas". Junto con sus funciones "descriptivas y representacionales", el lenguaje debía adquirir, por lo tanto, un carácter "productivo" y se debía presentar como un elemento "formativo de realidades".
El módulo intenta ilustrar cuáles han sido las diferentes influencias que han tenido estas nuevas concepciones de la naturaleza del lenguaje, tanto sobre las concepciones del conocimiento y de la realidad, como en un plan más específico, sobre las orientaciones y el quehacer de las distintas ciencias sociales y humanas.

Actividades

Para desarrollar las actividades siguientes es conveniente que tengáis un buen conocimiento de lo que hemos explicado en este módulo, pero también es necesario que hayáis reflexionado sobre el modo como las diferentes concepciones del lenguaje se traducen en diferentes concepciones de la realidad y del conocimiento.
1. Leed atentamente el texto titulado Modelizaciones y contestad a las preguntas siguientes (podéis ver la web de la asignatura):
a) ¿Se puede considerar que los enunciados mencionados como ejemplos en este texto constituyen varias maneras de describir una misma realidad?
b) ¿Son maneras de describir aspectos diferentes de una misma realidad o elaboran realidades diferenciadas?
c) ¿Pensáis que la facticidad de los resultados científicos está condicionada en cierta medida por las propiedades del lenguaje que tenemos a nuestra disposición para pronunciarlos?
2. La concepción "representacionista" del conocimiento presupone que determinados "trozos de realidad" se corresponden con "determinados trozos de lenguaje" (es decir, con enunciados lingüísticos sobre la realidad). Reflexionad sobre las implicaciones y los problemas que plantea la puesta en relación de dos entidades distintas de manera ontológica: el material lingüístico por un lado y el material no lingüístico por el otro. ¿Podemos conocer y pensar la realidad sin recurrir al lenguaje?

Ejercicios de autoevaluación

Las preguntas que se formulan a continuación se pueden responder fácilmente después de haber estudiado el contenido del módulo. Se trata de un ejercicio de autoevaluación y, por lo tanto, los resultados son puramente indicativos. No obstante, tanto las pruebas de autoevaluación continuada que os enviará el consultor, como las pruebas presenciales finales serán de un estilo muy parecido. Es aconsejable, por lo tanto, que realicéis este ejercicio de autoevaluación tan bien como podáis antes de afrontar las pruebas ulteriores.
Si los resultados en estos ejercicios de autoevaluación no son satisfactorios, deberíais volver a examinar más detenidamente los contenidos del módulo. La clave os permitirá comprobar la adecuación de vuestras respuestas al ejercicio que os planteamos.
De elección múltiple
1. Una formalización rigurosa del lenguaje debería permitir dar un carácter científico a la filosofía. Esta afirmación es propia de la concepción...
a)cartesiana.
b)pragmatista.
c)neopositivista.
d)fenomenológica.
2. La insistencia en el carácter "activo" del lenguaje es propia...
a)de la lingüística estructural.
b)de la filosofía analítica de Cambridge.
c)de la hermenéutica.
d)de los filósofos de Oxford.
3. La idea de que el sujeto es "efecto del lenguaje" la ha propiciado...
a)el estructuralismo.
b)el positivismo.
c)el kantismo.
d)el cartesianismo.
4. Cuando se afirma que el lenguaje es "performativo", se pretende decir que el lenguaje...
a)permite mejorar nuestros resultados.
b)permite un perfeccionamiento continuo.
c)permite reflejar adecuadamente la realidad.
d)permite crear realidades.
Cuestiones breves
Desarrollad en unas cinco líneas las cuestiones siguientes:
1. ¿Cómo incide el lenguaje en nuestra percepción de la realidad?
2. ¿Cómo incide el lenguaje en la formación de la realidad?
Desarrollo del tema
Preparad en el espacio de un folio el tema: El giro lingüístico ha significado una modificación en nuestra concepción del lenguaje.

Solucionario

Ejercicios de autoevaluación
Preguntas de elección múltiple
1. c: Los miembros del círculo de Viena dedicaron esfuerzos notables a intentar conseguir una formalización lógica rigurosa.
2. d: El concepto de actos de lenguaje pertenece a esta orientación.
3. a: Junto con determinadas formulaciones propias de la fenomenología de Martin Heidegger.
4. d: El lenguaje "hace cosas".
Cuestiones breves
1. El lenguaje nos proporciona las categorías conceptuales que usamos para construir nuestra percepción del mundo. Los recursos lingüísticos de los que disponemos para tratar una determinada cuestión o fenómeno inciden fuertemente en la manera de enfocar esta cuestión o de definir este fenómeno. La famosa "hipótesis Sapir/Whorf" es ilustrativa de este punto de vista.
2. Los "actos de lenguaje" analizados por J. L. Austin muestran que determinadas formulaciones lingüísticas son imprescindibles para establecer unas realidades que no existen hasta que aquéllas no se producen. Pero de manera más general, el carácter performativo del lenguaje se evidencia en la construcción de buena parte de las realidades sociales.
Desarrollo del tema
El giro lingüístico no representa sólo un reconocimiento mayor de la importancia que tiene el lenguaje en nuestra vida. El giro lingüístico significa un cambio en nuestra manera de entender las propiedades del lenguaje.
Una primera inflexión producida por el giro lingüístico consistió en abandonar la idea de que el lenguaje constituía un simple instrumento para expresar y hacer públicas nuestras ideas, aceptando que el lenguaje tiene una función importante en la constitución misma de estas ideas y en nuestro conocimiento de la realidad. Era necesario, por lo tanto, analizar debidamente la estructura de nuestro lenguaje para entender la estructura de nuestro pensamiento y para entender el tipo de conocimiento que nos construimos sobre la realidad.
Una segunda inflexión, todavía más decisiva, diluyó una concepción del lenguaje como instrumento para actuar sobre el mundo. Los aspectos performativos de nuestras prácticas discursivas se pusieron de manifiesto y eso permitió entender el modo como nuestros usos del lenguaje contribuyen a conformar determinadas realidades. El lenguaje aparecía de esta manera como un elemento constituyente y constitutivo de las entidades que integran nuestro mundo, y también de nuestras propias características en tanto que seres sociales. La función puramente descriptiva asignada al lenguaje se completaba así con una función performativa que enfatizaba todavía más la responsabilidad que recae sobre nosotros en tanto que nuestros usos del lenguaje producen necesariamente efectos que hemos de calibrar adecuadamente.
Ejercicios de autoevaluación

Glosario

acto de lenguaje m
Expresión acuñada por J. L. Austin para hacer referencia a aquellas expresiones lingüísticas que deben ser pronunciadas explícitamente para que una realidad determinada se pueda conformar. Por ejemplo, la expresión "sí, quiero" ha de ser pronunciada en determinados rituales para que el matrimonio quede establecido.
performatividad f
Propiedad que tienen determinados enunciados lingüísticos de incidir en la construcción de realidades. En determinadas concepciones del lenguaje, esta propiedad limitada inicialmente a un tipo de expresiones lingüísticas se considera generalizable al lenguaje en su conjunto.
pragmática f
Parte de la lingüística que se centra en el estudio de los usos del lenguaje común y toma en consideración tanto los contextos como los efectos, no directamente lingüísticos, que rodean a las prácticas discursivas concretas o que resultan de éstas.
proposición f
Expresión lingüística convenientemente formalizada mediante los procedimientos de la lógica moderna para que se pueda establecer su "valor de verdad".
representacionismo m
Doctrina filosófica que postula una relación de correspondencia entre conocimiento y realidad más allá de la simple utilidad práctica del conocimiento para actuar sobre la realidad. Se supone, en esta doctrina, que el conocimiento válido representa fielmente la realidad y que es posible de evidenciar la correspondencia entre conocimiento y realidad.

Bibliografía

Austin, J. (1982). Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós.
Bruner, J. (1991). Actos de significado. Madrid: Alianza.
Domènech, M.; Tirado, F. (1998). Sociología simétrica. Ensayo sobre ciencia, tecnología y sociedad. Barcelona: Gedisa.
Espagnat, B. de (1983). En busca de lo real: la visión de un físico. Madrid: Alianza Universidad.
Foucault, M. (1970). El orden del discurso. Barcelona: Tusquets.
Ortolis, S.; Pharabad, J. P. (1997). El cuántico de la cuántica. Barcelona: Gedisa.
Rorty, R. (1983). La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra.
Rorty, R. (1990). El giro lingüístico. Barcelona: Paidós/ICE UAB.