Violencia y diversidad funcional

Índice
Introducción
Objetivos
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Revisar el mapa simbólico que produce y reproduce la violencia ejercida contra las personas con diversidad funcional.
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Conocer las cifras de agresiones dirigidas a las personas con diversidad funcional.
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Conocer la especificidad de la doble discriminación que sufren las mujeres con diversidad funcional.
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Conocer las acciones preventivas principales en materia de violencia y diversidad funcional.
1.La genealogía de la violencia en materia de diversidad funcional
«Existe un cordel que anuda la vida de una persona con diversidad funcional con la de otra a lo largo del laberinto de la historia. Es el cordel de la opresión. Un cordel trenzado con el hilo del castigo divino, el de la oscuridad del pecado, el del estigma, el de la medicalización de los cuerpos, el de la culpa y el de la organización social del trabajo, y su escrutinio uniformador de la vida. Por añadidura, la ideología de la preeminencia machista, y la economía y sociedad que esta prima, ha construido un prolífico órgano reproductor que engendra, transmite y renueva así la segregación de las personas discriminadas por su diversidad funcional generación tras generación. Gran parte de las actuales situaciones de discriminación de estas guardan una intensa relación tanto con los degradados sistemas políticos de índole socialista, como capitalista conocidos, erigidos ambos sobre las ideas de explotación y dominación para un modo de entender la vida y el mundo cimentado siempre sobre la producción exhaustiva, el mito del crecimiento económico exponencial, la capacidad competitiva y el lucro.»
Maraña (2006, p. 1).
1.1.La concepción eugenésica y la eliminación de la discapacidad
«La genética humana representa para nosotros una amenaza porque mientras promete la curación o la contención de posibles deficiencias, lo que en realidad ofrece actualmente son unas pruebas genéticas destinadas a detectar características percibidas como indeseables. No estamos hablando de tratar la enfermedad o la deficiencia sino de eliminar o manipular fetos que no son aceptables por varias razones. Por lo tanto, estas tecnologías abren la puerta a una nueva eugenesia que supone una amenaza directa a nuestros derechos humanos.»
DPI (2000, p. 3).
«La pereza y la indigencia conducen a la delincuencia; la delincuencia se acompaña de otros vicios, generalmente de degradación, de locura, de deterioro en todo el sentido de la palabra.»
Zazzo (1983, p. 47).
«Los débiles mentales son parásitos, una clase depredadora, siempre incapaces de mantenerse a sí mismos u ocuparse de sus propios asuntos. Finalmente, la gran mayoría se convierte en algún tipo de carga pública... Se dijo correctamente que la debilidad mental es la madre del crimen, la indigencia y la degeneración... El punto más importante es que la debilidad mental tiene altas probabilidades de transmitirse por herencia... No debería permitirse que ninguna persona con debilidad mental se case o tenga hijos... Ciertas familias deberían extinguirse. La paternidad no es para todos.»
Fernald (1912, citado en Pfeiffer 2008, p. 100).
«Acrecentar las responsabilidades de los médicos que hayan de asignarse, de suerte que los pacientes cuya enfermedad, según el más estricto criterio humano, sea incurable encuentren la liberación por vía de la eutanasia.»
Scheerenberger (1984, p. 306).
«¿Existen vidas humanas que hayan sufrido tal menoscabo de su carácter de bien jurídico que su continuidad haya perdido todo valor, tanto para los titulares de esas vidas como para la sociedad? Alcanza con plantear [esta pregunta] para provocar un sentimiento de incomodidad en todo aquel que se haya acostumbrado a estimar el valor de la vida individual, tanto para su titular como para la comunidad. [...] Sin embargo, si se evoca al mismo tiempo un campo de batalla sembrado de miles de jóvenes muertos, o una mina de carbón en la que cientos de abnegados trabajadores pierden la vida por un derrumbe, y si se comparan mentalmente esas imágenes con nuestros institutos para cretinos, con todo ese esmero que ponen en cuidar a los internos vivos, uno no puede menos que sentirse conmocionado en lo más profundo de su ser por la aguda disonancia entre por un lado, el sacrificio a gran escala del bien más valioso de la humanidad, y por el otro, el mayor de los empeños puesto en cuidar existencias que no solo carecen de todo valor, sino que incluso deben ser consideradas negativas» (p. 27).
«Los seres humanos que serán considerados [para su eliminación] se subdividen [...] en dos grandes grupos, entre los cuales se ubica un grupo intermedio.
1. Los irrecuperables que sufren enfermedades o secuelas de heridas sin cura posible, que comprenden plenamente su estado y manifiestan o dan a entender de alguna manera su deseo de ser liberados de su agonía.
2. El segundo grupo se compone de los débiles mentales irrecuperables, más allá de que su condición sea congénita o consecuencia del último estadio de su enfermedad, como sucede con los paralíticos. No presentan ni voluntad de vivir ni tampoco de morir.
Por lo tanto, no habrá de su parte consentimiento a su eliminación ni tampoco se observará una voluntad de vivir que necesite ser quebrada.
3. He mencionado un grupo intermedio que consiste en aquellas personas en plena salud mental pero que han perdido la conciencia como consecuencia de algún acontecimiento, como una herida grave, de índole indudablemente mortal, y que en caso de recuperar la conciencia se encontrarían en un estado de padecimiento sin nombre» (p. 33).

«nazi persecution and exploitation of people with disabilities was staggering. It included looting of assets, mass murder, barbaric medical experiments, slave and forced labor, coerced mass sterilizations, incarceration in concentration camps and other horrific forms of degradation and exploitation.»
VV. AA. (2001, pp. 2-3).
«En un pasado remoto e inconcreto las personas con diversidad funcional quedamos en un apeadero de la historia en el que a veces hemos sido arrollados por el tren de la mayoría eficiente, capaz, competitiva, sana, productiva, sensual...y allí hemos sido amamantados, cuando no nos desalojaban, con la leche de la perplejidad y la exclusión, haciendo tiempo y dilatando nuestras pupilas para el descreimiento de sus guiños de complicidad desde la línea del horizonte.»
Maraña (2006, p. 7).
2.La muerte: una epistemología de la discapacidad
«Les handicapés à long terme ne sont ni malades ni en bonne santé, ni morts ni pleinement vivants, ni en dehors de la société ni tout à fait à l’intérieur. Ce sont des êtres humains, mais leurs corps sont déformés et fonctionnent de façon défectueuse, ce qui laisse planer un doute sur leur pleine humanité. Ils ne sont pas malades, car la maladie est une transition soit vers la mort soit vers la guérison (...) L’invalide n’esi ni chair ni poisson; part rapport à la société, il vit dans un isolement partiel en tant qu’individu indéfinit et ambigu.»
Murphy (1990, p. 157).
«En effet, les exclus ont un estatut: ils constituent l’envers de la société, ce qui les rend visibles et nécessaires dans la dynamique sociale. Mais les handicapés? Même ce statut par défaut, ols ne l’ont pas.»
Sausse (2005, p. 144).
«L’extrémisme du DA (2) tient essentiellement en ceci: sous une apparence trompeuse, banale et anodine, el condamne ses usagers (parents et professionnels) à s’interroger sur les limites de l’humain. Plus précisément, il conduit à explorer ce qu’il y a de virtuellement humain chez le foetus que peut, certes, naître humain à l’issue de la grossesse, mais aussi, basculer à tout moment dans la mort (...), l’informe ou la monstruosité.»
Missonier (2007, p. 65).
3.Cuantificando una violencia secular
«La confluencia de todos estos factores en las mujeres con discapacidad, especialmente aquellas que tienen severas dificultades de aprendizaje y de comunicación, hace que se conviertan en un grupo con un altísimo riesgo de sufrir algún tipo de violencia, lo que supera ampliamente los porcentajes de malos tratos que se barajan respecto a las mujeres sin discapacidad.»
VV. AA. (1998, p. 14).
«En un estudio, el 40 % de las 245 mujeres con discapacidad entrevistadas había experimentado abuso. El 12 % de ellas habían sido violadas. Sin embargo, menos de la mitad de estos incidentes llegaron a ser denunciados. Otro estudio encontró que 25 de 31 mujeres con discapacidad entrevistadas informaron haber sufrido abusos de algún tipo (emocional, sexual o físico).»
INWWD (2010, p. 7).
«Dada la frecuencia con que se suceden tales actos de violencia en nuestra sociedad, ¿por qué las teorías de la justicia normalmente guardan silencio al respecto? Pienso que la razón de ese silencio es que dichas teorías por lo general no toman tales incidentes de violencia y acoso como cuestiones de injusticia social. (...) Lo que hace de la violencia un fenómeno de injusticia social, y no solo una acción individual moralmente mala, es su carácter sistemático, su existencia en tanto que práctica social.»
Marion (2000, p. 107).
4.Mujer, discapacidad y violencia
«La violencia contra la mujer con discapacidad es parte de una cuestión más amplia de la violencia contra las personas con discapacidad en general, se incluye la violencia llevada a cabo por la fuerza física, la coacción jurídica, la coerción económica, la intimidación, manipulación psicológica, el engaño y la desinformación, y en el que la ausencia de libertad y consentimiento informado es un componente clave de análisis. La violencia puede incluir omisiones, como la negligencia deliberada o la falta de respeto, así como actos hostiles que dañan la integridad física o mental de una persona.»
INWWD (2010, p. 8).
«ser una mujer con discapacidad tiene un significado: experimentar continuas discriminaciones, violaciones de los derechos humanos, exclusión de todos los entornos de vida. Las violaciones físicas, psicológicas y raramente expresadas, fuerzan a esas mujeres a recluirse en ellas mismas no reconociéndose como individuos.»
Radtke et al. (2003, p. 1).
4.1.Causas de la violencia dirigida a la mujer con discapacidad
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Ser menos capaces de defenderse físicamente.
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Tener mayores dificultades para expresar los malos tratos, debido a problemas de comunicación.
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La dificultad de acceso a los puntos de información y asesoramiento, principalmente debido a la existencia de todo género de barreras arquitectónicas y de comunicación.
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Una más baja autoestima y mayor menosprecio de la propia imagen como mujer.
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El enfrentamiento entre los papeles tradicionales asignados a la condición de mujer y la negación de estos mismos en la mujer con discapacidad.
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Mayor dependencia de la asistencia y cuidados de otros.
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Miedo a denunciar el abuso por la posibilidad de la pérdida de los vínculos y la provisión de cuidados.
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Menor credibilidad a la hora de denunciar hechos de este tipo ante algunos estamentos sociales.
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Vivir frecuentemente en entornos que favorecen la violencia: familias desestructuradas, instituciones, hospitales y residencias.
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La dependencia de otras personas para los cuidados.
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La percepción de la falta de poder de la víctima resultante del no reconocimiento de los derechos humanos.
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El riesgo menor percibido por el agresor de ser descubierto.
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La falta de credibilidad otorgada a las víctimas.
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La falta de educación sexual adecuada.
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El aislamiento social y el riesgo aumentado de manipulación.
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La incapacidad física y la vulnerabilidad en los espacios públicos.
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Los valores y las actitudes relativas a la discapacidad.
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La integración sin tener en cuenta la capacidad de la persona de protegerse a sí misma.
«Las cuatro razones expuestas aquí (...) son elementos significativos que explican parte de por qué las mujeres con diversidad son supervivientes de la violencia que nadie parece ver. Pero no es suficiente. Si tomamos un símil de la naturaleza, estos elementos son las raíces superficiales de la planta enferma, pero esas raíces se alimentan de sustancias que están bajo tierra; no podemos seguir plantando flores y plantas sobre sustratos contaminados. Investigar la mejora del sustrato de plantación es nuestro reto.»
Iglesias (2011, p. 200).
4.2.Tipos de violencia
Violencia activa |
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Tipos |
Manifestaciones |
Señales de alerta |
Abuso físico |
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Abuso emocional |
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Abuso sexual |
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Abuso económico |
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Violencia pasiva |
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Tipos |
Manifestaciones |
Señales de alarma |
Abandono físico |
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Abandono emocional |
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4.3.La violencia de la institución residencial
4.4.Cuerpos y sexualidades
«(...) mi experiencia de ser mujer, es decir, de ser el otro –la otra– de ese Uno del que aparentemente todos y todas formamos parte. Una experiencia que puede haber sido vivida como la del otro maléfico, la del otro borrado, la del otro colonizado, la del otro incluido... Una experiencia que puede haber sido vivida como la del «no estar bien ser lo que se es» y la consecuente obligación de llegar a ser otra de la que se es –desprendida de su cuerpo, desgajada de la propia experiencia, negada en el propio ser–, la experiencia de quienes son reconocidas como ciudadanos de pleno derecho a pesar de su sexo, es decir, a pesar de ser lo que son, mujeres.»
Pérez de Lara (2003, p. 12).
4.4.1.Ella: la no mujer
«A l’atzar agraeixo tres dons: haver nascut dona,
de classe baixa i nació oprimida.
I el tèrbol atzur de ser tres voltes rebel (...)»Maria Mercè Marçal
«La mujer se determina y diferencia con relación al hombre, y no este con relación a ella; esta es lo inesencial frente a lo esencial. Él es el Sujeto, él es lo Absoluto: ella es el Otro.»
Beauvoir (1962, p. 12).
4.4.2.La opresión sexual
«Mmmh, mon cou!..il est tellement sensible. Mes oreilles et ma bouche le sont aussi. Mais les caresses que je préfère, c’est dans le cou!...»
Bourgeois (2003, p. 30).
«Predomina un modelo de tragedia médica, que define a los discapacitados por la idea de déficit, y la sexualidad o no es un problema, porque no es un tema, o es un tema, porque se considera que constituye un problema.»
Shakespeare (1998, p. 205).
«Que somos asexuales, o en el mejor de los casos, sexualmente incompetentes.
Que no podemos ovular, menstruar, concebir ni dar a luz, ni tener orgasmos (...).»
Morris (cit. Shakespeare, 1998, p. 206).
«La sexualidad de la persona discapacitada psíquica puede atentar, poner en peligro la integridad de la especie y por ello es necesario reprimirla.»
García (2001, p. 21).
«Así, mientras las mujeres en general tienen presión social para tener hijos, las mujeres con discapacidad son animadas a no tenerlos y esto se traduce en una práctica habitual como la de la esterilización, hecha en la mayoría de los casos sin el consentimiento de la mujer y la negación de la adopción de un hijo argumentando «imposibilidad de la madre» para lleva a cabo su cuidado. Consecuencia directa de esta situación la observamos en el hecho de que (...) el número de parejas donde ella tiene una deficiencia es notablemente inferior a si es él la persona con discapacidad.»
VV. AA. (1998, p. 7).
5.Acciones preventivas y recomendaciones
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Tu cuerpo te pertenece. Es digno de que sea amado y de defenderse. Nadie puede tocarte o rozarte. Esto supone que las personas deben tener el derecho y la habilidad de decidir quién y cómo las tiene que asistir. Este criterio, como ya hemos avanzado en el anterior punto, supone también un trabajo a favor de la percepción positiva del propio cuerpo. Todo esto nos lleva también a la sentencia de: ¡tú puedes decir no! Este «decir no» significa trabajar para la posibilidad de, efectivamente, «decir no» a cualquier cosa. Es decir, no es práctico apoyar y promover el «decir no» en el campo de la sexualidad, cuando en otras situaciones se está de acuerdo con todo para «decir sí». Por tanto, el poder «decir no» concurre con un modelo claro de autodeterminación en todo lo que concierne a la vida del sujeto.
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Es importante hablar de las diferencias entre un contacto físico agradable y otro desagradable.
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Tú puedes hablar de tu violencia sexual. Sabemos que mucha gente no quiere oír hablar de este tema, pero el tabú supone un factor de riesgo. Por lo tanto, cabe entender la importancia de disponer de espacios donde el diálogo sea central.
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Es importante hablar de la diferencia entre intimidad y secretismo represor.
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Hablar claramente de lo relativo a la sexualidad es una premisa necesaria para que los actos sexuales se lleven a cabo de forma autodeterminada y para poder, además, reconocer abusos sexuales.
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Reforzar las capacidades, habilidades y autoestima de una persona con diversidad funcional revierte directamente en un mayor respeto a sus derechos, inclusión social y, en consecuencia, en la promoción de factores de protección contra la violencia. Los instrumentos esenciales para ello son la capacitación, la educación, la información, el aumento de habilidades, el cambio de perspectiva y la percepción positiva de la propia condición.
Para más información podéis consultar también el Protocolo para el abordaje de la violencia machista en el Ámbito de la salud en Cataluña. Dosier 5. Documento operativo de mujeres con discapacidad editado por el Departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya en 2010 que encontraréis en: https://issuu.com/sporasinergies/docs/do_discapacitats?mode=window&pageNumber=1
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Provocar debates y campañas de información sobre esta problemática específica, en busca de lugares comunes de actuación.
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Hacer accesibles físicamente los lugares de atención, acogida e información de víctimas de la violencia.
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Formación de las mujeres con discapacidad en una cultura de respeto a sí mismas.
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Información sobre sus derechos.
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Formación de las mujeres con discapacidad en cómo gestionar más efectivamente el servicio de ayuda de tercera persona, de forma que pueda contralarlo y organizarlo.
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Fomentar la cultura de respeto a la dignidad, a la diferencia y la igualdad entre sexos y cuerpos diversos.
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Reconocimiento como actos violentos de aquellos que van más allá de los tipificados en el Código penal, como son los que hacen referencia a la vulneración de derechos que atentan contra la integridad del ser humano.
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Potenciación de los servicios de autoayuda para las mujeres con discapacidad víctimas de la violencia.
«Son varias las barreras que impiden la visibilidad de la violencia y con las que se encuentra una mujer con diversidad funcional después de haberla sufrido. En esa ceguera colectiva se atisba que entre ellas está la aceptación cultural y social del abuso, la tolerancia y el hecho de minusvalorar, en ese pasar de puntillas sobre la execrable agnosia social que impele a no tomar en serio la violencia contra estas mujeres.»
Iglesias (2011, p. 191).